El rechazo del término Theotokos por Nestorio de Constantinopla y la refutación de su enseñanza por Cirilo de Alejandría
Resumen
Cirilo de Alejandría no sólo fue uno de los mejores teólogos cristianos de su época, sino que también se destaca en las filas de los más grandes escritores patrísticos de todas las generaciones, como quizá el más poderoso exponente de la cristología que la Iglesia haya conocido. Nestorio fue entronizado como arzobispo el 10 de abril 428. El historiador contemporáneo Sócrates Scholasticus calificó a Nestorio de hombre orgulloso e ignorante, cuyo innato e indiscutible poder de oratoria ocultó una debilidad de pensamiento incisivo. Nestorio sostuvo que el término Theotokos no hizo justicia al hecho de que, en sentido estricto, María no fue la madre de Dios, sino la madre del hombre a quien la fe cristiana reconoce como divino, y por eso lo llama Dios. Por otro lado, el término Anthropotokos reconoce que María es la madre de este hombre, pero dicho término puede en sí mismo dar a entender que él no es más que un hombre, lo cual de nuevo es ofensivo a la fe cristiana ortodoxa en la deidad de Cristo. En sus cartas contra Nestorio, Cirilo no sólo defiende el título de Theotokos contra acusaciones de que estaba reviviendo la herejía del Apolinarianismo, pero él niega la genuina legitimidad del uso de esquemas cristológicos alternativos, tales como la “asociación de personas”, de la que habían hablado los pensadores antioqueños. Para Nestorio, el lenguaje del intercambio de propiedades era en general sospechoso, y con frecuencia odioso. Él encontró en las expresiones “Madre de Dios” y “Dios sufriente” poco más que una devoción ignorante que había cortado tantos ángulos en sus implicaciones, hasta el punto de haberse quedado muy cerca de las concepciones míticas paganas de la deidad. Para él, el Logos de Dios resucitó a Lázaro de la muerte, mientras que el hombre Jesús lloró ante su tumba. En una carta a Cirilo, Nestorio sostiene que Cirilo tenía razón al enseñar que las dos naturalezas de Cristo se unieron en una sola persona, y que también acertaba al decir que la divinidad no puede sufrir en sí misma, pero que cuando continúa diciendo que la deidad “participa en el sufrimiento”, él echa a perder toda su buena obra. Cirilo insiste en que, si bien por sí misma la propia naturaleza humana no es poderosa, sino pasible, en su unión con la divinidad, como en el dinámico acto de la Encarnación, la naturaleza humana del Logos se convierte así en un instrumento del poder omnipotente, y, por tanto –en un sentido real, aunque mentalmente paradójico—, en un instrumento omnipotente. Este es a la vez poderoso y frágil, majestuoso y humilde. Una de sus frases favoritas es: “El Logos sufrió impasiblemente”. Cristo tenía dos naturalezas. Jesucristo era plenamente humano y plenamente divino. Cirilo insiste en que María, la madre de Dios, debe ser llamada Theotokos. Si Jesús era humano, argumenta Cirilo, y si Dios estaba en otro lugar, la Encarnación, la Palabra hecha carne, carecería de sentido. Cirilo se sumerge en el debate con invectivas fuertes, remitiendo un documento “Para Nestorio, el nuevo Judas”.