Neurociencia y educación en la transición de lo analógico a la IA.

Resumen

En los últimos treinta años hemos pasado de una comunicación y una educación sustancialmente analógicas a un mundo casi completamente digital. Hemos pasado de mundos y competencias separados a un mundo integrado e interconectado. Se han derribado las barreras del conocimiento y la experiencia, y con ellas también el principio de mediación y autoridad en la información y el conocimiento. Para cumplir plenamente nuestro papel de educadores, debemos hacer un esfuerzo más: cruzar la frontera entre las disciplinas y entre los conocimientos. Lo que se necesita es un encuentro renovado que nos permita fusionar y combinar los nuevos descubrimientos de la neurociencia con la experiencia única e irrepetible de los profesores. En un mundo que parece masificado y estandarizado, debemos volver a la individualidad de la persona y captar ese elemento válido, esa sugerencia útil, para un modelo de educación democrática que pueda contribuir realmente a no dejar a nadie atrás y a «no excluir a nadie». El mar de sobreexposición y sobreinformación en el que todos estamos expuestos y sobreexpuestos querría que fuera una oportunidad para un encuentro y una confrontación libres y conscientes con el otro, con lo que es diferente de uno mismo, pero en ese mismo mar es extremadamente fácil y muy probable perderse. Este artículo pretende hacer alusión a los recientes descubrimientos de la neurociencia en relación con las emociones, el descanso, la exposición a las redes sociales y los mensajes de texto como forma predominante de comunicación, en relación con la lectura entre papel y pantalla, para una mejora de la subjetividad humana.