El hermafrodita anatómico-fisiológico, o la fractura medieval y áurea del mito del andrógino. Contextos iconográficos
Resumen
Durante el trayecto antropológico de simbolización del Homo Sapiens, el cuerpo humano ha sido subordinado a los arquetipos simbólicos imperantes en cada sociedad, reflejo del conjunto de sus discursos para comprender el mundo Quizá no encontremos en nuestro patrimonio cultural un mejor sustrato de este paradigma que el andrógino, considerado secularmente como normal, divino o monstruoso, en función del entretejido entre las convenciones sociales/religiosas, y los límites del conocimiento empírico de cada civilización. En su prisma sagrado, el andrógino aglutinó mitología, alquimia, perfección, y eterno retorno, encarnando la imagen divina primordial de muchas religiones. En el profano, cuando la patrística medieval transformó el pecado en carnal, el hermafrodita biológico fue dotado de una carga poderosamente negativa. La denominada "desilusión del mito del andrógino" originó una gran discrepancia conceptual y figurativa entre la androginia mítica y el hermafroditismo anatómico-fisiológico. Apoyándose en una lectura dinámica de su iconografía, este artículo explora el impacto de la Escolástica sobre la mudanza medieval y moderna de esta entidad, desde el andrógino alquímico hasta el hermafrodita profano y, subsecuentemente, Eva, ambos "cuerpos" teológicos del Pecado. Desde la perspectiva de la medicina antropológica, una mirada diacrónica a su itinerario representativo y conceptual a través de los siglos nos permite rastrear la tensión dialéctica entre cuerpo, espíritu, ideario y doctrina, subyacente en esta particular construcción simbólica.