Atmospheres, Environments, and Affects

Resumen

En la última década, el debate sobre las atmósferas ha crecido entre los filósofos (véase, por ejemplo, Schmitz 2016; Böhme 2017; Griffero 2017; Jagnow 2024; Fernández Velasco y Niikawa 2025). Ejemplos de atmósferas son la atmósfera alegre que emana de una fiesta animada; la atmósfera sombría de un callejón trasero deteriorado; la atmósfera conmovedora de Venecia, Italia. Muchos estudiosos caracterizan las atmósferas como dotadas de una dimensión intrínsecamente afectiva. Sostengo que esta afirmación es tentadora y natural, aunque en última instancia no convincente. Propongo la hipótesis de que la razón por la cual las atmósferas pueden parecer intrínsecamente afectivas tiene que ver con el hecho de que las atmósferas son propiedades de los entornos. Los entornos se experimentan típicamente desde dentro y una mirada a algunas prácticas mediáticas contemporáneas revela que existe una suposición bastante extendida según la cual los entornos experimentados desde dentro suelen producir reacciones afectivas en los experimentadores. Sugiero que (a) la correlación entre la experiencia de respuestas afectivas a los entornos y la experiencia de las atmósferas de los entornos se confunde con la obtención de la relación según la cual una atmósfera causa una respuesta afectiva; (b) la tesis de que las atmósferas producen respuestas afectivas en los experimentadores se sobregeneraliza y se transforma así en la afirmación de que las atmósferas producen invariablemente respuestas afectivas en los experimentadores.