La ruptura de la lógica ficcional en Fleabag
Resumen
No es nuevo que en algunas representaciones teatrales los personajes se dirijan al público, rompiendo la cuarta pared o la lógica ficcional pues un personaje (perteneciente al mundo de la ficción) interactúa con los espectadores (pertenecientes al mundo real). Esta transgresión de la lógica comunicativa es tolerada por el hecho de que personajes (actores) y espectadores, aunque no comparten ni tiempo ni espacio artístico, sí comparten tiempo y espacio físico, coinciden materialmente en un tiempo y un espacio. En las últimas décadas -no es un fenómeno nuevo ni mucho menos- algunos directores han desarrollado este fenómeno en obras cinematográficas, donde la ruptura es más transgresora, como ocurre en películas como Annie Hall (1977) o La rosa púrpura de El Cairo (1985), ambas de Woody Allen. A nosotros nos interesa el caso de la serie de televisión Fleabag (dos temporadas, 2016 y 2019) porque la metalepsis o ruptura de la lógica ficcional tiene repercusiones narrativas importantes: busca la complicidad de los espectadores sin desvirtuar el universo narrativo ni dramático a pesar de que lo hace en presencia de otros personajes y no en apartes, es fuente de comicidad (humor muy negro), convierte al espectadores en un ser activo e involucrado en la historia, con el privilegio de saber más que los otros personajes y hace que el personaje principal sea también narrador. Por si fuera poco, en la segunda temporada el artificio crece especialmente con el personaje de Scott, el cura, y provoca en ocasiones que los personajes de la obra estén en diferentes planos de la ficción, elevando el grado de originalidad de la serie.