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ARTÍCULOS

Relación entre ciertas dinámicas familiares y el abuso sexual infantil: análisis cualitativo en un contexto de intervención

Vanessa Rodríguez Pesce
Universidad Complutense de Madrid, España ORCID iD
Luis Aymá González
Universidad Complutense de Madrid, España ORCID iD
Recibido: Enero 2024 • Evaluado: Junio 2024 • Aceptado: Julio 2024

Resumen: INTRODUCCIÓN: El presente estudio pretende dar a conocer la relación existente entre ciertas dinámicas familiares y el abuso sexual infantil, con la finalidad de concientizar y entregar directrices de prevención, detección e intervención, para profesionales que trabajan en contextos de infancia y adolescencia y para la sociedad en general. MÉTODO: Esta investigación es de corte cualitativo fenomenológico. Los instrumentos utilizados han sido entrevistas y análisis de informes de familias que han sufrido uno o más casos de abuso sexual infantil o adolescente. Todos los discursos fueron analizados con el software de datos cualitativos Atlas Ti 23. RESULTADOS: Se establece una relación entre ciertas dinámicas familiares no protectoras y el abuso sexual infantil. DISCUSIÓN/CONCLUSIÓN: Esta investigación pretende ser una propuesta indagatoria para proporcionar ciertas orientaciones que permitan potenciar contextos saludables y sin violencia, ya sea dentro del seno familiar, como fuera de éste, y como antesala a una futura investigación que aporte un instrumento metodológico que permita detectar a tiempo estas situaciones de riesgo.

Palabras clave: Abuso sexual, Prevención, Ambiente familiar, Educación.

ENG Relationship between certain family dynamics and child sexual abuse: qualitative analysis in an intervention context

Abstract: INTRODUCTION: This study aims to make known the relationship between certain family dynamics and child sexual abuse, with the purpose of raising awareness and providing prevention, detection and intervention guidelines for professionals who work in childhood and adolescent contexts and for the society in general. METHOD: This research is qualitative phenomenological. The instruments used have been interviews and analysis of reports from families who have been victims of one or more cases of child or adolescent sexual abuse. All speeches were analyzed with the Atlas Ti 23 qualitative data software. RESULTS: A relationship is established between certain non-protective family dynamics and child sexual abuse. DISCUSSION/CONCLUSION: This research aims to be an investigative proposal to provide certain guidelines that allow promoting healthy and violence-free contexts, whether within the family, or outside it, and as a prelude to future research that provides a methodological instrument that allows detect these risk situations in time.

Keywords: Sexual abuse, Prevention, Family environment, Education.

Index: 1. Introducción2. Método2.1. Diseño de la investigación2.2. Proceso de recogida de información2.3. Instrumentos2.4. Análisis de datos3. Resultados4. Discusión/Conclusiones5. Referencias bibliográficas

Cómo citar: Rodríguez Pesce, V.; Aymá González, L. (2025). Relación entre ciertas dinámicas familiares y el abuso sexual infantil: análisis cualitativo en un contexto de intervención. Revista Complutense de Educación, 36(3), 347-357. https://doi.org/10.5209/rced.9380

1. Introducción

Esta investigación aborda la relación existente entre ciertas dinámicas familiares y el abuso sexual infantil (de aquí en adelante también denominado ASI), con el objetivo de concienciar y entregar directrices para profesionales que trabajan en contextos de infancia y adolescencia, y para la ciudadanía en general, en relación a cómo prevenir, detectar e intervenir frente a estos hechos.

El maltrato infantil es una problemática que afecta a gran parte de la población, y en diversas ocasiones estas situaciones se normalizan o invisibilizan, perpetuando los hechos a lo largo del tiempo, sin actuaciones pertinentes que apunten a mejorar el bienestar de niños, niñas y adolescentes (UNICEF, 2020). Puntualmente, el abuso sexual en la infancia es considerado una tipología de maltrato infantil, que socialmente es silenciada por repetir patrones familiares, experiencias personales, prejuicios o miedo a hacerle frente a un temática considerada de gran sensibilidad (Perrone y Nannini, 1997).

Según un informe de Save the Children (2023), abuso sexual infantil se define como cualquier forma de contacto físico que puede tener o no acceso carnal, con contacto o sin contacto, que se realiza con o sin violencia, que puede efectuarse con intimidación y sin consentimiento. Esto puede incluir: penetración vaginal, oral y/o anal, penetración digital, caricias o proposiciones sexuales verbales explícitas, pero también matrimonios forzados, explotación sexual, turismo sexual, grooming1, tráfico sexual, acoso sexual en entornos digitales, prostitución, pornografía infantil y exhibicionismo. García (2022) lo define además como todo acto en donde los menores participan de fotografías pornográficas o son expuestos a este tipo de material, cuando adultos o personas considerablemente mayores mantienen relaciones sexuales delante de los menores con la finalidad de someterlos a un vejamen sexual, pero también cuando se ridiculiza o se humilla su sexualidad. Estas acciones se pueden realizar no sólo para estimularse a sí mismos, sino también para estimular al menor o a terceros.

Estos hechos son más comunes de lo que la sociedad estima. Las cifras señalan que aproximadamente una de cada cuatro niñas y uno de cada seis o siete niños han sufrido este tipo de violencia en su niñez, de aquí nace la importancia de trabajar cuanto antes en temáticas de prevención, detección y reparación (García, 2020).

En relación con la categorización de estos delitos, según etapa etaria, Save the Children (2021), indica que un 44,7% de los abusos sexuales hacia menores se generan entre los 13 y 16 años y que la edad media de estos es de 11 años y medio. El 78,9% de las víctimas son mujeres y el 84% de los abusadores son del entorno cercano al menor. En el mismo reporte, Save the Children (2021) revela que, entre los 0 y 6 años el 24,5% corresponde a niños y el 75,5% a niñas; entre 7 y 10 años el 20% corresponde a niños y el 80% a niñas; entre 11 y 12 años el 27,9% corresponde a niños y el 72,1% a niñas; y entre 13 y 16 años el 17,1% corresponde a niños y el 82,9% a niñas. Es importante no dejar fuera el sesgo de género que trae consigo esta problemática, ya que las niñas están mayormente expuestas a la violencia sexual. Así lo señala Watson (2020), ya que estas situaciones están determinadas por estereotipos y control masculino entremezclado a su vez con otros tipos de violencia, determinados por las relaciones que se establecen entre los miembros de un núcleo.

Respecto al perfil del abusador dentro del entorno familiar, el 24,9% corresponde al padre del menor, el 19,7% a otro familiar no identificado, el 18,8% a la pareja de la madre, el 12,2% al abuelo y el 6,6% a alguno de los tíos. Cuando los agresores son personas fuera del entorno familiar, estos suponen el 34,5%, destacando entre estos con un 9,7% amistades o compañeros, con un 8,6% conocidos del entorno familiar y con un 6% educadores (Save the Children, 2021). Generalmente el agresor está dentro del entorno familiar del menor, García (2020) señala que el 87% de los abusos sexuales son cometidos en el entorno familiar cercano al menor, ya sea por familiares directos o por personas próximas al núcleo, rompiendo el mito que fuera del hogar se puede estar expuestos a más situaciones de este tipo de violencia.

Como señalan los datos, el mayor porcentaje de abusos sexuales ocurre en el entorno cercano, por esta razón, la indagación sobre la dinámica familiar es clave para conocer más en profundidad las posibles causas de esta problemática. Se define dinámicas familiares como todas aquellas variables que influyen en el clima y la estimulación educacional del núcleo, tales como: situaciones psicológicas, biológicas y sociales, que se producen en las relaciones entre los miembros de la familia y que están condicionadas por las relaciones afectivas, roles, autoridad, límites, reglas, normas, uso del tiempo libre y la comunicación (Demarchi, 2023), manifestadas por los vínculos entre sus miembros, quienes elaboran pautas de interacción como parte de su estructura familiar, determinando el funcionamiento de cada integrante (Minuchin, 1983). Es así que, las dinámicas familiares no protectoras están determinadas en las relaciones donde se manifiestan interacciones mediadas por violencia, como por ejemplo, anulando a otro u otros miembros desde un sometimiento o ejercicio de poder (Gomel y Matus, 2011).

Un número considerable de víctimas de abuso sexual infantil son parte de generaciones que han heredado estas mismas dinámicas, ya sea a partir de la figura directa de cuidado o de algún otro familiar cercano. Estos hechos de violencia se pueden seguir replicando en las familias si no existe una reparación significativa en la forma de vincularse (López, 2013). Asimismo, la violencia intrafamiliar se traduce en una disfunción de los componentes que conforman el sistema familiar, que se vuelcan en relaciones asimétricas donde queda en evidencia el daño provocado a las víctimas, al entorno más cercano y también al abusador. Por esta razón, en situaciones donde la violencia se cronifica y se transforma en el eje central de las relaciones interpersonales de un grupo, genera una serie de consecuencias interrelacionadas con la violencia, dentro de ellas el incesto (Barudy, 1998).

Así, las jerarquías que se desarrollan en el interior de la familia determinan su funcionalidad o disfuncionalidad. En aquellas que atraviesan situaciones violentas y conflictivas existirá una marcada jerarquía protagonizada por el poder ejercido mayoritariamente por el padre o figura paterna hacia los demás integrantes del núcleo como su pareja o hijos, poder que se arrastra de las experiencias de vida del agresor por la necesidad de ejercer el control. Estos hechos podrían desencadenar agresiones sexuales entre los miembros, debido a que existe una relación evidente entre el ejercicio del poder mediada por relaciones asimétricas y el abuso sexual (Minuchin, 1983).

Sin embargo, no existen señales explícitas que permitan identificar a un abusador sexual, por esta razón la prevención apunta a fomentar ambientes seguros y dinámicas familiares protectoras para niños, niñas y adolescentes. Con esto no se pretende exculpar a los abusadores ni poner sobre los menores la responsabilidad de ser víctimas de violencia sexual, más bien, al no poder identificar los peligros a los que están expuestos, es totalmente pertinente generar competencias y habilidades sociales que sirvan de empoderamiento y protección, porque, como ya ha quedado de manifiesto, la mayor parte de los abusos sexuales en la infancia ocurren dentro del seno familiar (García, 2022).

El ASI, al ser una situación de violencia generada principalmente en el núcleo protector del menor, no es un proceso fácil de describir. Además, es un fenómeno complejo y multifactorial, que puede producir secuelas graves en la víctima a corto, mediano y largo plazo. Estas situaciones atentan contra los Derechos Humanos, particularmente contra los derechos del niño, de la niña y del adolescente amparados por organismos a nivel mundial (López, 2013), sus consecuencias se pueden extender por un largo periodo o durante toda la vida, dependiendo del tiempo que ha transcurrido desde el inicio de los abusos, el tipo de cercanía o parentesco que se tenga con el abusador, el tipo de abuso sufrido, la reacción del entorno ante lo ocurrido y el contexto protector con el que cuenta el menor (Intebi, 1998).

Sin embargo, si bien es importante prevenir y detectar a tiempo, es necesario que profesionales y educadores que trabajan en contextos de infancia y adolescencia, así como las familias y la sociedad en general, sepan cómo acoger a los menores y cómo trabajar en conjunto para evitar que estos abusos se repliquen en el tiempo. Para ello, las instituciones educativas y su equipo de profesionales deben formarse en temáticas de abuso sexual infantil para comprender cómo abordar la problemática en conjunto con las familias y los diferentes agentes de la sociedad (García, 2022), puesto que si se detecta a tiempo, las secuelas pueden minimizarse, por ello los esfuerzos deben estar focalizados en detectar lo más tempranamente posible, ya que el pronóstico del niño o adolescente mejora cuanto menor haya sido el tiempo de exposición a estos hechos (Intebi, 1988).

A pesar de la complejidad de detectar un abuso sexual infantil, existen ciertos indicadores de conductas que permitirían detectar estos hechos, de forma paralela a las dinámicas familiares no protectoras que se generan en el núcleo. Estos indicadores según García (2022), podrían ser: dibujos fálicos, dibujos con zona genital tachada, dibujos de figura humana sin brazos y/o sin manos y/o sin boca, dibujos de caras enfadadas o asustadas, omisión en dibujos de figuras masculinas, conducta sexualizada no adecuada para su edad, utilización de términos sexuales no adecuados para su edad, relatos de hechos de abusos sexuales, conocimientos sexuales no adecuados para su edad, aislamiento, introversión, ansiedad, angustia, agresividad, irritabilidad, mecimiento, estado de alarma constante, cambio de actitud repentina, regresión a una etapa de desarrollo, pesadillas, alteraciones de sueño, cansancio constante, actitud depresiva, dolor o molestias en la zona genital, rechazo reiterado a una persona de su entorno cercano, autolesiones, dificultad para andar y/o sentarse y/o levantarse, actitud sumisa, uso de ropa ancha o demasiada ropa incluso en verano, temor a mostrar su cuerpo, sentimiento de vergüenza, fugas de casa, baja tolerancia a la frustración, conductas delictivas, mentiras, dificultad para comunicarse y/o relacionarse, intentos de suicidio, conflictos familiares, bloqueo emocional, disociación, brotes psicóticos, trastornos alimenticios, actitudes seductoras a pares, profesores o personas mayores.

Además de los indicadores anteriormente descritos, existen otros más evidentes que pueden apuntar a un ASI. Según, Echeburú y Guerricaechevarría (2021) estos son: dolor, golpes, quemaduras y/o heridas en la zona genital y/o anal; cérvix o vulva inflamada y/o enrojecida; semen en la boca, en los genitales o en la ropa; ropa interior rasgada, manchada y/o ensangrentada; enfermedades de transmisión sexual en genitales, ano, boca u ojos; enuresis (pérdida de orina) o encopresis (pérdida de heces); pérdida de apetito; llantos frecuentes; miedo a estar sola o solo con hombres o con un determinado miembro de la familia; rechazo repentino al padre o a la madre; resistencia para desnudarse y bañarse; problemas escolares o rechazo a la escuela; tendencia al secretismo; rechazo a caricias, besos y al contacto físico.

Existen también otras secuelas relacionadas al abuso sexual infantil no detalladas con anterioridad que Intebi (1988) describe como: relatos del menor haciendo referencia explícita a un abuso, trastornos de personalidad múltiple, síndrome de estrés postraumático, depresión, sentimientos de culpa, temor que se pueden traducir en fobias, desesperanza, pánico intenso, actitud de alerta, actitud de defensa constante, alteraciones de memoria, dificultad para ejecutar tareas habituales, comportamientos desestructurados o agitados, comportamiento seudo maduro o sobre adaptado, permanencia prolongada en la escuela, falta de concentración, cambio brusco en el rendimiento escolar, retraimiento, prostitución infantil, consumo de drogas y alcohol, trastornos de aprendizaje, conflicto con la figura de autoridad, tristeza, trastornos disociativos, embarazos adolescentes, trastornos psicosomáticos como dolor de barriga o de cabeza.

2. Método

2.1. Diseño de la investigación

La presente investigación se ha realizado bajo un enfoque cualitativo fenomenológico con sustento teórico en investigaciones tanto cualitativas como cuantitativas, con la finalidad de comprender en profundidad el contexto estudiado.

2.2. Proceso de recogida de información

Planteamiento del problema: se identifica el problema al realizar lectura de diversos informes de familias que acuden a un centro psicológico especializado en temáticas de prevención, detección y sanación de abuso sexual infantil, dentro de la Comunidad de Madrid. En dicha lectura en profundidad, se evidencia una estrecha relación entre ciertas dinámicas familiares y situaciones de abuso sexual hacia menores.

Búsqueda bibliográfica: sustentada tanto por investigaciones cualitativas como cuantitativas.

Definición de participantes: A través del nexo con un centro psicológico especializado, se genera la posibilidad de contactar a tres de los entrevistados: una psicóloga especializada en temáticas de prevención, detección e intervención de abuso sexual en la infancia y adolescencia, directora y fundadora de la una asociación que trabaja para proteger a la infancia de la violencia sexual, y dos personas mayores de edad que sufrieron abuso sexual durante la niñez. Paralelamente, y con la finalidad de no centrar el proceso investigativo sólo en dicha institución, además de la necesidad de conocer la mirada de un profesional de la educación, se comienza una indagación para encontrar a un experto idóneo que pueda contribuir al presente estudio. Es ahí donde se establece contacto con una educadora e investigadora socioeducativa, especialista en neurociencia infantil y adolescente, además de violencia de género, maltrato infantil, acoso escolar, abuso sexual y derechos humanos.

Diseño de entrevistas: Los criterios utilizados para diseñar las entrevistas están en relación a la búsqueda de bibliografía, al cumplimiento de los objetivos de la investigación y a los destinatarios. Se diseñan tres tipos de entrevistas: entrevista dirigida a psicóloga clínica especialista en abuso sexual infantil, entrevista dirigida a educadora social especialista en abuso sexual infantil y dos entrevistas dirigidas a participantes que fueron víctimas de abuso sexual infantil en la infancia.

Juicio de expertos: Antes de aplicar las entrevistas, cada una de ellas se sometió a un juicio de expertos para ser evaluadas por un grupo de profesionales cualificados: dos docentes universitarios que trabajan en investigación educativa vinculada con temáticas de prevención de violencia en la infancia y una psicóloga clínica relacionada con temáticas de trauma de abuso sexual infantil. Todos ellos ostentan de competencias idóneas en el marco de la presente investigación. Las preguntas se han modificado a partir de las observaciones del grupo de expertos, respetando cuatro criterios previamente establecidos: pertinencia, claridad, precisión y deseabilidad social.

Aplicación de entrevistas semiestructuradas: Se ejecutan tres entrevistas semiestructuradas; una de ellas dirigida a psicóloga clínica especialistas en temáticas de prevención, detección y reparación de ASI y otras dos a personas víctimas de abuso sexual durante la infancia. Éstas se aplican en un entorno acogedor y cercano para cada uno de los entrevistados.

Aplicación de entrevista estructurada: Se envía entrevista a educadora e investigadora socioeducativa ya que, por las distancias de residencia de ambas partes, se hace imposible concretar la entrevista de forma presencial. Se recepcionan respuestas a través de archivos audibles.

Selección de informes: Destacan ocho de un total de sesenta informes leídos que recogen información en torno a dinámicas familiares. El criterio de selección va en estrecha relación con aquellos escritos en donde se evidencia de forma explícita alguna dinámica familiar no protectora establecida dentro del núcleo de la víctima. Se realiza una primera lectura donde se escogen quince informes para finalmente seleccionar ocho de ellos, que explicitan ciertas dinámicas familiares no protectoras. En función a los discursos extraídos, nace la categoría de “Dinámicas familiares no protectoras” de la cual subyacen cinco subcategorías: transmisión de generación en generación, secreto, violencia física, violencia psicológica y negligencia, que serán analizadas con el software de análisis cualitativo ATLAS TI 23, para obtener los resultados de esta investigación.

2.3. Instrumentos

Los instrumentos de recolección de datos del proceso investigativo se describen a continuación: tres entrevistas semiestructuradas, una entrevista estructurada, ocho informes de familias que recogen información en torno a dinámicas de familias que han vivenciado algún tipo de abuso sexual en la infancia o adolescencia. Los informes fueron analizados utilizando codificación de códigos a través del programa ATLAS TI 23, en conjunto con los resultados arrojados de las entrevistas semiestructuradas y de la entrevista estructurada.

La investigación se realizó con gran precisión y cuidado debido a la sensibilidad de la temática estudiada. Cada uno de los instrumentos utilizados, así como también cada uno de los pasos realizados, están sujetos a un acuerdo de confidencialidad y un contrato de protección de datos, firmado entre la investigadora y los participantes. A su vez, cada uno de los entrevistados firmó un consentimiento informado, donde se dio a conocer la temática y los objetivos de la investigación, así como también los fines de ésta, señalando explícitamente que los resultados tienen propósito investigativo y que su participación es totalmente voluntaria.

2.4. Análisis de datos

Los instrumentos de investigación se analizaron utilizando el programa ATLAS TI 23, software de análisis de datos cualitativos.

Redacción de informe final: que incluye resultados y discusiones arrojados del presente trabajo de investigación y que están en concordancia con la lectura en profundidad de los informes de familias que acuden a un centro psicológico especializado para reparar situaciones de abuso sexual en uno o más de sus miembros menores de edad. Para confrontar la información en relación a las dinámicas familiares que se requieren analizar, se definen las siguientes categorías teóricas, en adelante también llamadas unidades de análisis (UA):

Tabla 1. Unidades de análisis
Unidades de Análisis Subunidades de análisis
Dinámicas familiares no protectoras. Transmisión de generación en generación
Secreto
Violencia física
Violencia psicológica
Negligencia

Fuente: elaboración propia.

Definición de las categorías:

Dinámicas familiares no protectoras: Las dinámicas familiares se pueden definir como todas aquellas circunstancias psicológicas, biológicas y sociales, que se producen entre los miembros de la familia, que están determinadas por diversas dimensiones tales como: relaciones afectivas, roles, autoridad, límites, reglas, normas, uso del tiempo libre, la comunicación, entre otras (Demarchi, 2023).

Del mismo modo, las dinámicas familiares no protectoras son aquellos vínculos filiales en donde se generan relaciones de poder, que conllevan a situaciones de violencia ejercidas por algún o algunos miembros del núcleo por sobre otros (Gomel y Matus, 2011).

Transmisión de generación en generación: Según López (2013), muchas de las víctimas de abuso sexual infantil son parte de generaciones que han arrastrado o heredado estas mismas dinámicas, ya sea a partir de la figura directa de cuidado o de algún otro familiar cercano. Estas dinámicas violentas y abusivas se replican hacia las siguientes generaciones si no existe una reparación efectiva en el cambio de estas conductas adquiridas. Esto también lo describe Perrone y Nannini, (1997), en realidades donde el abuso sexual se silencia, se produce un acuerdo que se seguirá replicando de generación en generación.

Tabla 2. Análisis de Entrevistas e Informes
Categoría superior Categoría Subcategoría
Dinámicas Familiares no protectoras Secreto.
Trasmisión de generación en generación.
Manipulación.
Quiebre familiar.
No reconocer emociones.
Sobreprotección.
Violencia (grupo). Relaciones de poder/ violencia de género.
Violencia física.
Violencia psicológica.
Negligencia.
Mala comunicación.
Mala relación con el padre/ Rechazo a figura paterna o abusador.
Adultocentrismo
Violencia estructural
Rol del educador social

Fuente: Elaboración propia.

Secreto: Ocultamiento de los hechos, donde el menor bajo ninguna circunstancia podrá comunicar lo ocurrido ya que se encuentra sometido bajo la manipulación y el poder del abusador (Perrone y Nannini, 1997). En núcleos donde se generan dinámicas familiares no protectoras, recurrentemente no se protege al menor manteniendo los abusos sexuales bajo el secreto, propiciando espacios para que estos persistan en el tiempo (Pereda, 2011).

Violencia física: Tipo de maltrato definido como la acción que puede provocar un daño a nivel físico, ocasionando una enfermedad o riesgo corporal (Save the Children, 2018).

Violencia psicológica: Tipo de maltrato relacionado con la verbalización de expresiones hostiles que pueden denigrar al menor para anularlo como sujeto de derecho (Save the Children, 2018).

Negligencia: Tipo de maltrato que se ejerce cuando las necesidades básicas del niño no están cubiertas ya sea de forma temporal o permanente. También, hace referencia a actos que no dan respuesta a las necesidades manifestadas por el menor evitando la proximidad, la interacción o el contacto (Save the Children, 2018).

Sin embargo, a medida que los datos fueron analizados, surgieron nuevas categorías y subcategorías de análisis en función a la multiplicidad de discursos que fueron extraídos de los instrumentos de investigación.

Este análisis se genera mediante las categorías teóricas previamente determinadas, y a partir de nuevas categorías que nacen durante el proceso de análisis de los discursos extraídos de la lectura en profundidad de los diferentes instrumentos de investigación, utilizando el software ATLAS TI 23. Ambas categorías, las previamente determinadas y las que emergen luego de una lectura detallada de los informes y las entrevistas, se describen a continuación:

3. Resultados

El presente capítulo exhibe el análisis de los resultados obtenidos de la investigación, a partir de la aplicación de entrevistas y lectura de informes otorgados por un centro psicológico especializado. Este análisis se genera mediante las categorías teóricas previamente determinadas y a partir de nuevas categorías que emergen durante el proceso de análisis utilizando el software Atlas Ti. Ambas categorías en conjunto se describen a continuación (figura 1):

Figura 1. Categoría y subcategorías de análisis

Fuente: elaboración propia. Atlas Ti 23

En relación a la imagen anterior y con la finalidad de indagar en dinámicas familiares que pueden desencadenar abuso sexual infantil, se puede inferir que:

I. “Las dinámicas no protectoras dentro de la familia determinan el funcionamiento de esta, y pueden ser escenarios propicios para generar violencia, incluida la violencia sexual”

Tal como lo señala Pereda (2011), en núcleos familiares donde existe desestructuración, donde hay niveles de violencia entre los miembros, graves problemas psicológicos, abuso de alcohol y drogas, y no poseen los recursos personales suficientes para enfrentar adecuadamente situaciones problemáticas, suelen ser contextos no protectores para el menor potenciando que estos se vean expuestos a situaciones de maltrato, como la violencia la sexual.

Esto también lo señala un discurso de la entrevista realizada a psicóloga clínica especializada:

“En general, todas las familias que son abusivas con respecto al niño pueden mover que ese niño sea propenso para ser abusado y todas las familias que no, que no tienen en cuenta su hijo y… que hay falta de afecto o de ternura y falta de tacto y contacto porque necesitamos el tacto y contacto para sobrevivir, también pueden fomentar de alguna forma el abuso”.

II. “Los menores que están insertos en dinámicas familiares violentas, están más expuestos a ser víctimas de abuso sexual”

El discurso que hace alusión a los diferentes tipos de violencia tuvo una frecuencia de 89 repeticiones en el análisis de informes y entrevistas.

Con respecto a su tipología, se describen a continuación:

Queda de manifiesto que en entornos donde existe algún tipo de violencia (o varios de éstos), un menor está más expuesto al abuso sexual. Además, se debe considerar que estos hechos no son aislados y que también pueden ocurrir de la mano con otras situaciones perjudiciales ya que un acto de violencia ejercida hacia un menor puede desencadenar actos de violencia en escala, como también, puede ir acompañada de otros tipos de violencia incluida la sexual (Alonso y Castellanos, 2006).

Para reforzar lo anteriormente planteado, se extrae discurso del entrevistado 1:

“Hablar con mi padre era imposible, estar eh… aparte de que abusara de mi sexualmente, sobre todo y por encima de todo, era muy maltratador psicológico brutal era eh… si has visto la película la lista de Schindler, y yo la comparo y te juro que no exagero, como el loco que dirigía el campo de concentración, que cuando le daba por ahí cogía el fusil veía uno y ¡pah! Le mataba de un tiro por el mero placer, ese era mi padre”.

El entrevistado realiza una analogía de su vivencia con respecto a un campo de concentración, en función a toda la violencia que experimentó por parte de su padre.

Con respecto a lo analizado, se puede extraer además que:

III. “El abuso sexual infantil es un abuso de poder”

Cuando en alguna familia se generan situaciones de violencia, estas se producen con la finalidad de anular a otros miembros desde un sometimiento o ejercicio de poder (Gómez y Jaramillo, 2023).

En situaciones de abuso sexual infantil, se ejerce poder sobre la víctima con la finalidad de manipularla y someterla para crear el acercamiento que desencadenará posteriormente el abuso, pero también, para que el menor no comunique los hechos que están aconteciendo (Perrone y Nannini, 1997).

Además del discurso explicitado por el entrevistado 1 en la sección anterior, se explicita del mismo entrevistado lo siguiente:

“Infravalorar al menor, por ejemplo, el decirle tú no tienes voz, o sea, no darle el mismo derecho de persona de una persona adulta…”.

Paralelamente, este hallazgo lo respalda la entrevista aplicada a una educadora social especialista en la temática trabajada, quien expresa:

“…su voz directamente es silenciada porque están acostumbrados…”

IV. “Las relaciones de poder que se establecen en situaciones de abuso sexual infantil, están relacionadas con la mirada adultocentrista”

Las relaciones asimétricas basadas en poder están mermadas por una mirada adultocentrista que no reconoce las libertades ni los derechos de niños, niñas y adolescentes (Cerdas, 2015).

El abuso sexual infantil está sometido a relaciones de poder, que a su vez también generan violencia de género, ya que estas relaciones desiguales están amparadas bajo un sistema patriarcal y adultocentrista que somete tanto a mujeres y niños a la exposición de esta violencia estructural (Cerdas, 2015).

Se extrae discurso de la entrevista realizada a educadora social que da respaldo a lo antes señalado:

“…El adulto es superior, el adulto es el que manda y el niño y la niña es un ciudadano de segunda ¿no?, y ese lo integran, lo asumen y no ven salida”.

Lo anterior, nos lleva a analizar la siguiente relación (figura 2):

Figura 2. Violencia hacia la infancia

Fuente: elaboración propia. Atlas Ti 23.

V. La violencia hacia la infancia es parte de una mirada adultocentrista, que está asociada al abuso de poder, donde incluso el abuso puede ser ejecutado con la finalidad de castigar al menor

A esto último también hace alusión el Entrevistado 1:

“…eres un niño malo, eres un niño malo, mamá no te va a querer, y te voy a castigar y cómo castigaba mi padre, eh… (silencio)… violando”.

VI. “El abuso sexual infantil está asociado a una dinámica familiar determinada por el secreto”

El discurso que hace mención del secreto tuvo una frecuencia de 29 repeticiones en el análisis de informes y entrevistas.

A pesar de que el abuso sexual es un tipo de violencia que puede afectar en gran medida el bienestar de una persona, dentro de algunas dinámicas familiares estas situaciones se mantienen en secreto ya sea de parte de la víctima, que tiene miedo de quebrar a la familia cuando el secreto salga a luz, pero también por otras personas del entorno cercano, como la madre. Puede que en algún momento la madre u otro integrante conozca de la situación; sin embargo, para no quebrar a la familia, toman una actitud ambigua escondiendo los abusos, lo que conlleva a que se siguen perpetrando en el tiempo, ya que en la mayoría de los abusos sexuales en la infancia, el abusador es el padre o la figura paterna, por lo que se hace aún más difícil enfrentar la situación (Perrone y Nannini, 1997).

García (2022), señala que los aliados del abusador son principalmente el secreto, al mismo tiempo que la desinformación sobre sexualidad, el silencio, la vergüenza y el temor que pueda experimentar la víctima.

Cuando los abusos sexuales hacia un menor se producen por parte del padre o por parte de la pareja de la madre, la mayoría de las madres permanecen en una actitud ambivalente, como si lo ocurrido no fuese suficiente para acabar con el vínculo que tienen con su compañero, normalizando y aceptando la situación, dándole prioridad a la cohesión familiar (Perrone y Nannini, 1997).

Esto lo reafirma un discurso extraído del 8° informe analizado:

“Todo ello se lo había contado a los abuelos paternos que residen en la misma vivienda que su padre. Su abuelo le dice que son imaginaciones suyas y su abuela le con dinero cuando no ha llorado o gritado”. "LE CON DINERO", debiese decir: " y su abuela le da dinero cuando no ha llorado o gritado"

En el discurso anterior se evidencia que existe una normalización de la situación, reforzando el secreto y la actitud de ambivalencia por parte de familiares del entorno cercano de la víctima y del abusador.

VII. “Los menores que manifiestan rechazo a la figura paterna, podrían estar siendo sometidos a abuso sexual por parte de progenitor”

El agresor sexual es generalmente una persona del entorno cercano al menor, sobre todo padres o padrastros, lo que supone que por esta razón se hace más difícil comunicar los hechos (García, 2020).

Saber que la mayoría de los abusos sexuales hacia la infancia se generan por parte de un familiar cercano que suele ser el progenitor o la figura paterna del menor respalda los discursos verificados en este análisis, ya que existe una frecuencia de 45 repeticiones con respecto a la categoría “rechazo a la figura paterna/ abusador”, que se suman a la categoría de “mala relación con el padre” que cuenta con 4 repeticiones.

A continuación, se explicita uno de los discursos que respalda la inferencia anterior:

“Habla con naturalidad y alegría pero cuando le pregunto por su padre se encoge y baja la cabeza, expresa que yo no voy a entender lo que pasa con él, que es complicado que explicar, que no tiene palabras para hacerlo, que es muy complicado y que además no le gusta hablar de él, ni le gusta verle…”

En contextos familiares donde la violencia es parte de las dinámicas y se transforma en el eje principal de las relaciones interpersonales del grupo, genera una serie de consecuencias interrelacionadas con la violencia, dentro de ellas el incesto (Barudy, 1998).

VIII. “Las dinámicas de abuso sexual infantil, se pueden transmitir de generación en generación si no existe una reparación de los hechos”

La categoría superior de dinámicas familiares no protectoras es causa de la categoría emergente: transmisión de generación en generación, que tiene como frecuencia 19 discursos.

Variados autores relatan que, si no existe una oportuna reparación de las situaciones de abuso sexual en el núcleo, estas pueden ser transmitidas a las siguientes generaciones, manteniendo el secreto familiar y replicando las conductas.

Según López (2013), gran parte de las víctimas de abuso sexual infantil son parte de generaciones que han heredado esta forma de relacionarse, ya sea a partir de la figura directa de cuidado o de algún otro familiar cercano. Estos hechos de violencia se pueden seguir replicando en las familias durante generaciones si no existe una sanación significativa del núcleo.

Dentro de estos discursos, en torno a la transmisión del abuso sexual de generación en generación, se cita el siguiente:

“En los que saben, tienen conocimiento por lo menos de tres generaciones”, en entrevista semiestructurada psicóloga clínica.

IX. “Cuando se genera una ruptura familiar, los menores están mayormente expuestos a un abuso sexual infantil”

A pesar de que un abuso sexual infantil puede ser consumado en cualquier tipo de familia, ya sea con progenitores separados, divorciados o con menores bajo tutela de familiares o del estado (Save the Children, 2021), en familias que presentan algún tipo de quiebre, los menores están más expuestos a sufrir alguna situación de abuso sexual infantil, lo anterior se determinó en relación a las siguientes frecuencias de análisis de discursos:

Algunos factores de riesgo frente al abuso sexual infantil podrían ser contextos donde hay separación familiar, donde los menores son testigo de violencia durante la infancia hacia la madre o figura materna, pero también donde existen relaciones abusivas basadas en poder que conllevan a una comunicación inadecuada, manteniendo interacciones alteradas que intervienen en el sentido común y crítico de todas las personas que componen el grupo (Perrone y Nannini, 1997).

X. “El rol del educador social está en directa relación con prevenir, detectar e intervenir en situaciones de abuso sexual infantil”

La categoría Rol del educador social, que hace alusión al quehacer del educador en torno a prevenir, detectar e intervenir en situaciones de abuso sexual infantil, tuvo una frecuencia de 7 discursos en el análisis.

El rol del educador se relaciona con aquellas competencias que permiten ocuparse de diferentes contextos socioeducativos, con la finalidad de intervenir en pro de mejorar las realidades y necesidades de los sujetos, por ello, su rol debe ser preventivo y formador (Torres et al. 2001).

El rol del educador va en directa relación con potenciar las relaciones interpersonales saludables, acompañar procesos de mejora e instar a tomar buenas decisiones para mejorar el bienestar. Por ende, su quehacer corresponde con prevenir, detectar e intervenir en situaciones de riesgo como la violencia, incluida la sexual (Torres et al., 2001).

Los profesionales de la educación son más competentes que otros profesionales para reconocer situaciones de abuso sexual por el contacto diario que tienen con los menores; sin embargo; deben tomar conciencia que no pueden actuar desde sus propios sesgos o creencias, y que una oportuna formación en esta temática podría brindarles las competencias requeridas para saber cómo actuar frente a estos hechos (González, 2010).

Para explicitar aún más esta categoría, se cita un nuevo discurso de la entrevista a psicóloga clínica:

“El educador tiene que intervenir, o sea, yo esto de que me repatea que sólo se lo dejan a los psicólogos me parece tonto, o sea porque el el educador, el maestro va a estar ahí con el niño en clase y va a ver las interacciones del niño con otros niños con y… tiene que estar y tiene que hacer ciertas intervenciones”.

4. Discusión/Conclusiones

Este estudio deja de manifiesto que existen ciertas dinámicas familiares no protectoras que pueden generar que algunos contextos sean más propicios para que se desencadenen uno o más hechos de abuso sexual infantil. Con esto no se establece una relación directa entre las dinámicas familiares y el abuso sexual infantil, tan sólo se pretende dejar de manifiesto que podría existir una relación de causa y efecto entre ambas variables, No obstante, la problemática es multidimensional y no se puede acotar sólo a las dinámicas que se generan dentro de las familias.

Asimismo, y en función a la finalidad de identificar dinámicas familiares como posibles causas de un abuso sexual infantil, se concluye que los principales hallazgos obtenidos de esta investigación son:

Estos hallazgos se presentan como una propuesta indagatoria para educadores, maestros y profesionales que se involucren en contextos de infancia y adolescencia, así como para la sociedad en general, con la finalidad de potenciar positivamente las dinámicas familiares para conocer y comprender más a fondo cómo pueden afectar o potenciar las relaciones dentro del núcleo más cercano del menor, con el propósito de promover un bienestar que apunte a un desarrollo saludable, acorde con el objetivo 16.2 de la agenda 2030 de desarrollo sostenible: “Poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños y adolescentes”.

Se debe considerar que una dinámica familiar funcional y protectora generará mayor bienestar en un estudiante (Montoya y Corona 2021) y los profesionales de la educación deben trabajar en conjunto con las familias para potenciar positivamente al niño, niña o adolescente.

Por lo antes planteado, la presente investigación permite detectar ciertas dinámicas que puedan estar siendo perjudiciales para el normal desarrollo y bienestar de un menor, y en conjunto con los indicadores de conductas descritos en el primer apartado de este documento, comenzar a reflexionar, generar herramientas y abrir instancias de prevención, detección e intervención ante una realidad latente que afecta el bienestar de millones de niños, niñas y adolescentes en el mundo.

Es importante recalcar que el rol del educador es entregar las herramientas para que los educandos puedan tomar buenas decisiones que apunten a mejorar su calidad de vida. En función a ello, el rol del educador es poder velar por la protección de la infancia y adolescencia, previniendo, detectando e interviniendo en situaciones de riesgo, como lo es la violencia sexual (Aguilera y Macías, 2022). Cuando las familias no son contextos saludables, los educadores son el segundo entorno protector del menor (Observatorio de la infancia, 2011), de aquí nace la necesidad de que se involucren en temáticas de protección y tomen un papel protagónico. Sin embargo, la formación dirigida a educadores, sean estos de contextos formales o no formales, requiere ser potenciada para contribuir a generar competencias acordes con estos objetivos.

Se insta a los educadores a seguir perfeccionándose en las áreas requeridas para ser referentes de protección en contextos de infancia y adolescencia; no obstante, la real responsabilidad no debe recaer en ellos, sino en los Estados y las instituciones educativas: institutos, universidades, escuelas, centros de formación, para poder propiciar espacios de educación universitaria y continua con el propósito de llevar a cabo este cometido.

Las principales limitantes de este estudio se relacionan principalmente con la temática trabajada puesto que fue complicado establecer los nexos para que víctimas pudiesen hacerse parte de éste a través de entrevistas. Sin embargo, los resultados dejan de manifiesto que su aporte fue clave para llegar a los resultados obtenidos.

Finalmente, se pretende continuar con este proceso investigativo, tomando como punto de partida el presente trabajo, con la finalidad de generar un instrumento metodológico que pueda utilizarse en contextos educacionales formales y no formales, para así poder ayudar a detectar de forma temprana posibles casos de abuso sexual en la infancia y adolescencia, lo que contribuirá a mejorar el bienestar de niños, niñas y adolescentes, porque si un caso de ASI se detecta a tiempo, las secuelas pueden ser mínimas, por esta razón, los esfuerzos deben estar focalizados en la prevención y en la detección temprana, ya que el pronóstico del niño o adolescente mejora cuanto menor haya sido el tiempo de exposición a estos hechos (Intebi, 1988).

5. Referencias bibliográficas


Notas

  1. Grooming: Acoso y abuso sexual online en donde un adulto se pone en contacto con un menor para engatusarle y manipularle con el fin de involucrarse en una actividad sexual (Save the Children, 2019).↩︎