Impacto ambiental del puerto de Granadilla: de incumplir las Directivas UE a imperioso interés público.
Resumen
El puerto de Granadilla de Abona en Tenerife (el primero de nueva planta construido en España desde 2012), es el más vigilado de la red portuaria española tras ser una de las obras que más protestas medioambientales ha recibido en la historia de la Unión Europea. Su inauguración en 2018, con catorce años de retraso y tras trescientos millones de euros de inversión pública, conllevó una reducción de dos tercios sobre sus dimensiones iniciales y la puesta en marcha de novedosas medidas para compensar el impacto ambiental previsto, incluida la creación de un observatorio científico permanente. El análisis realizado en este artículo de la afección que el puerto y las obras ha generado sobre el entorno natural de la zona, indica que no fueron correctas las previsiones del impacto ambiental previsto sobre los tres elementos que mayor alarma social generaron durante su planificación, con un error superior al 90% en el cálculo de la acumulación de arena que produciría su instalación, así como manteniéndose las praderas submarinas que se creía que desaparecerían y sin producirse tampoco el basculamiento anunciado en las playas de la zona.
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