reseña review
Ottonello, Rodrigo Oscar. (2016). La destrucción de la sociedad. Política, crimen y metafísica desde la sociología de Durkheim. Biblioteca de la Filosofía Venidera. Buenos Aires, Argentina: Miño y Dávila. 192 pp.
I.
Que la sociedad corre peligro de ser destruida es un tema recurrente en todas las áreas de la cultura. Pero en el libro que aquí reseñamos se nos recuerda que Émile Durkheim y otros grandes colaboradores a la gestación y desarrollo de la sociología eran extremadamente conscientes de esta problemática e insistían en la necesidad de no sólo abordar sus temáticas intrínsecas, sino también en mantener viva y activa esa reflexión.
Rodrigo Ottonello, el autor de esta obra, hace honor a dicho mandato como muy pocos lo logran en la actualidad. Pero también nos advierte: para entender el verdadero problema que acarrea la discusión sobre la destrucción de las sociedades se requiere afrontar, primero, la pregunta por la posibilidad de que el objeto de la sociología, esto es, la sociedad en sí −y no tan sólo ésta o aquella sociedad− pueda o no padecer destrucción.
Pero el lector no debe engañarse con el título del libro (La destrucción de la sociedad), ya que tan sólo refiere al tema a tratar y no refleja necesaria ni cabalmente la posición del autor, ni tampoco así la de los otros visitados. Sin adelantar su postura, cabe señalar que uno de los méritos fundamentales de la obra en cuestión es trastocar el terreno sobre el cual se suele erigir la discusión relativa a la desintegración absoluta de la sociedad. Con este tipo de dislocamiento, Ottonello se adentra en un territorio sociológico especulativo pocas veces explorado en la contemporaneidad.
A diferencia de lo que se acostumbra en lo que a la temática respecta, este texto no se limita a denunciar la potencial destrucción de la sociedad debido al accionar de la humanidad y sus capacidades tecno−científicas. Tampoco se encierra en las fronteras de una hipotética catástrofe cosmológica y sus devastadoras consecuencias para el desenvolvimiento de los fenómenos sociales. Ese tipo de lecturas, totalmente legítimas por cierto, no se alejarían radicalmente de una posición antropocéntrica y por eso no agotan la viabilidad de otras pesquisas que aborden la sociedad más allá del homo, tal y como se propone Ottonello.
Otro diferencial que este libro materializa consiste en insistir en que toda evaluación de la posible o no destrucción de la sociedad debe estar sometida a una previa exploración de su estatuto, características y lógicas más propias, aunque considerada como una fuerza o esfera autónoma respecto de lo humano. Ya en la tercera página nos deja entrever un punto de partida que refleja la peculiaridad de la propuesta: “Tal vez la sociedad no tiene un principio humano. Y, de manera aun más extraña, tal vez no podemos destruirla” (Ottonello, 2016, p. 17).
Así nos invita Ottonello a su aventura conceptual, en donde la sociedad que considerábamos como intrínsecamente humana se descubre ajena y los desafíos de aprender a vivir en ella comienzan a adoptar dimensiones pocas veces visitadas.
II.
La temática del libro se estructura alrededor de ocho capítulos que se encuentran atravesados por tres ejes centrales: política, crimen y metafísica. El subtítulo así lo adelanta. De allí que, lejos de realizar un resumen rígido sobre cada capítulo, nos permitamos tejer el desarrollo argumentativo a partir de esos tres focos e iluminar así la problemática fundamental, sin por ello dejar de señalar las otras temáticas y autores que acompañan el recorrido esgrimido por el libro.
La dimensión política no abandonará la narrativa del autor ni siquiera en la última oración. Sabiendo que ella suele constituir el primer y último prisma a través del cual se dirime lo social, La destrucción de la sociedad se atreve a pensar en el sentido inverso y trata de delimitar lo esencialmente político a partir de una posición estrictamente sociológica. Así, política y sociología devienen las dos caras problemáticas de una trama textual altamente especulativa al servicio “de pensar cuál puede ser el aporte teórico de la sociología en un momento que reclama modificaciones profundas en nuestros modos de vivir y actuar” (Ottonello, 2016, p. 18).
A partir del pleito teórico entre política y sociología, y justamente anclado en esta segunda posición, es que acaecerá el crimen como segundo eje. Dice Ottonello (2016): “La sociología se establecerá más allá del miedo a la proliferación del crimen y también más allá de la utopía de su eliminación definitiva” (p. 42). Además de esta importante apuesta teórica que atraviesa todo el libro (en la cual también se continúa dirimiendo la esfera política), otra virtud del mismo es no esquivar un enigma central que se deriva de este tipo de indagaciones, a saber: la pregunta por el estatuto sociológico de otros fenómenos más allá del crimen, tales como el pecado, la guerra y otros. El análisis de la amplia gama de variables que podrían funcionar como respuestas no terminan de anclarse aquí en un sistema cerrado y definido (y quizá no deberían porqué hacerlo). De allí que los interesados en juzgar puedan infiltrarse por sus recovecos y los más aventureros se sientan estimulados a realizar sus propias peripecias teóricas.
El tipo de abordaje que se realiza permite analizar diversos fenómenos sociales y obtener una serie de consideraciones que van más allá de una descripción social de la dinámica en la que ellos suelen ser concebidos y trabajados. El trabajo de Ottonello nos permite desprendernos de ese nivel de observación para asir las fuerzas sociales bajo el tercer eje temático: el problema metafísico de la destrucción de la sociedad. La investigación realizada explora esa idea tan puramente sociológica y muchas veces olvidada en la que se afirma que los fenómenos sociales están constituidos por una trama que, lejos de tan solo amenazar el orden social, dan verdadera cuenta de que él tiene un estatuto metafísico que debe intentar develarse (Ottonello, 2016, pp. 155-174).
El interrogante fundamental adviene desde el pasado siglo xix, pero esta vez atravesado por la específica tríada política−crimen−metafísica: ¿cómo vivir en una sociedad que ya no concibe a sus fenómenos como productos de la convivencia de los hombres o como amenazas destructoras para ella, sino como constitutivas de su existencia?
III.
Peculiar gesto al interior de la tradición sociológica, pero no por eso menos eficaz, es el que Destrucción de la sociedad lleva adelante: en primer lugar, porque a lo largo de todo el libro se dialoga con la filosofía, la política, el derecho, la moral, la teología y la economía (actitud que no puede dejar de valorarse dado el encasillado estado disciplinar de la academia); en segundo lugar, porque ese diálogo no se sostiene en neutralidades que permitan la sencilla reproducción de las discusiones académicas sin alterar las territorialidades del saber (por el contrario, aquí la teoría sociológica le disputa frente a frente la legitimidad de cierto campo de preguntas a cuanta disciplina se interponga en el camino).
Esas batallas que libra el autor, las cuales comienzan con los pilares de la filosofía política y terminan afrontando el problema metafísico de la destrucción con herramientas sociológicas y políticas, pasando por el temor a la muerte, los exterminios del siglo xx, la triangulación entre pecado-crimen-guerra, las revoluciones, el orden natural, la anomia, la soberanía, las constituciones jurídico-políticas, el Estado, el imperio, el gobierno, la multitud y el pueblo, la expresión, el anonimato y la corporalidad, la religión y lo sagrado, la economía, las modelizaciones de la regulación jurídica, gubernamental y sociológica, la vida, la mortalidad e inmortalidad, y más, obligan al libro a adentrarse al bosque del saber, en donde los límites disciplinares se tornan difusos. Lejos de huir de las problemáticas ineludibles a la temática en cuestión, y sin diluirlas, Ottonello ―y quien lea el libro― sale airoso y habiendo recuperado para la disciplina de la cual partió un elemento primordial que parecía destinado a perderse: la rigurosa especulación sociológica.
En ese marco, el investigador en cuestión hace emerger lecturas que revitalizan principalmente el pensamiento de Durkheim, pero también los de Spinoza, Hobbes, Bodin, Rousseau, Locke, Weber, Mauss, Maistre, Bonald, Schmitt, Arendt, Foucault y Agamben. Si bien son muchos los autores, el desplante temático abordado logra subvertir con mayor o menor radicalidad, pero siempre con gran naturalidad, a este conjunto de pensadores de las interpretaciones clásicas. Con cada lectura, el canon cruje.
Pero cabe reconocer que al dislocar las canónicas lecturas, el mundo que se abre no es más ameno ni menos problemático que aquél otro, ya encasillado. Así lo advierte el autor al señalar el nuevo horizonte de problemas que se deberá afrontar si, como Durkheim, se defiende seriamente la idea de que las fuerzas sociales tienen plena realidad y se efectúan en la historia. Pero, ¿qué son esas fuerzas sociales? Con un minucioso detalle de las diversas consideraciones de la obra del filósofo francés se logra renovar la mirada sobre aquellas “ideas aparentemente contradictorias según las cuales no existe lo social sin los individuos pero los individuos no son las causa de lo social” (Ottonello, 2016, p. 171). Herramienta indispensable para las investigaciones en curso, este libro también debe apreciarse cuando se recuerda un dato para nada menor: es éste uno de los escasos libros sobre Durkheim en la Argentina.
IV.
Luego de leerlo, uno ya no se siente partícipe del mismo hábitat en el que creía estar, ni rodeado por los mismos fenómenos: todo cobra otra entidad metafísica y, quizá lo más importante, se abre la posibilidad de indagar en nuevas interacciones políticas, jurídicas y sobre todo sociales. Esta potencia que el autor pareciera sostener para la actualidad encuentra su razón de ser no sólo en el análisis del mundo contemporáneo sino también en numerosos fragmentos de la obra analizada, tal y como se lee aquí: “Por sí misma, abstraída de todo poder exterior que la regule, nuestra sensibilidad es un abismo sin fondo que nada puede colmar” (Durkheim, 1990, p. 273). Quizá todo el libro no sea más que una respuesta a esa extraña sensación del hombre que, cuando se aísla en esa esfera de autonomía antropocéntrica, no hace otra cosa que generar frente a sí un abismo en el que resulta sumamente difícil afrontar la vida.
Así, sobre la heurística suscitada a partir de Durkheim y destruyendo cualquier intención de aislamiento antropocéntrico, el interrogante que emerge de la posibilidad de que la sociedad pueda o no ser destruida por los seres humanos es dislocado y ampliado por Ottonello a los siguientes: ¿tiene la sociedad, en sí misma, la propiedad de ser destruida? Y si así no fuera, ¿cuál sería su función social y con qué tipo de elementos constitutivos de la sociedad engranaría para que esta última pueda ser lo que es, incluso modificarse, pero nunca dejar de ser?
Así, lo que usualmente se entendió como una teoría que encadenaba al hombre a fuerzas que lo excedían haciéndole perder su libertad, encuentra aquí una potencia liberadora para hacer frente a la idea abismal y generar una nueva interacción con otras dimensiones del mundo para quizá poder construir incipientes formas de vida.
Si se trata de buscar verdaderas nuevas lecturas, si se pretende refrescar el tedio que enciende la repetición académica de lo mismo, pues en La destrucción de la sociedad de Rodrigo Ottonello uno puede encontrar alivio. Y por suerte; puesto que luego comienza la dificultosa tarea de asimilar las consecuencias de sus hipótesis y demostraciones.
Referencias bibliográficas
Durkheim, É. (1990). Le suicide [El suicidio]. París, Francia: Presses Universitaires de France.
Ottonello, R. O. (2016). La destrucción de la sociedad. Política, crimen y metafísica desde la sociología de Durkheim. Biblioteca de la Filosofía Venidera. Buenos Aires, Argentina: Miño y Dávila.
Fernando Beresñak
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Correo electrónico: beresnakfernando@hotmail.com