CON-TEXTOS KANTIANOS.

International Journal of Philosophy N.o 5, Junio 2017, pp. 439-447

ISSN: 2386-7655

Doi: 10.5281/zenodo.807240


“Campo de fuerzas”: Adorno sobre Kant

“Forces field”: Adorno on Kant


TOMÁS Z. MARTÍNEZ NEIRA


Universidad Autónoma de Madrid, España


Reseña de: Theodor W. Adorno, La Crítica de la razón pura de Kant, 1a ed. - Buenos Aires, Las Cuarenta, 2015, 608 pp. (Colección Mitma). ISBN: 978-987-1501-73-1


Oralidad y escritura en Theodor W. Adorno


Es un lugar común, y desde luego merecido, la dificultad de la prosa adorniana. La relación entre forma y contenido en el escrito filosófico cobra un énfasis especial cuando se trata del autor de Fráncfort. No tan marcado en sus primeros escritos, cuando uno se acerca a sus escritos mayores, como por ejemplo Dialéctica negativa o la Estética, así como a sus escritos sobre música, siente el vértigo de la escritura paratáctica. Estrechamente ligado a su propia filosofía1 y su interpretación de la música vanguardista de principios de siglo, este modo de escribir, en el que no existe jerarquía conceptual o entre unidades proposicionales, añade un esfuerzo extra a la pretensión de desentrañar su sentido. En cada una de sus oraciones, el texto estalla en una profundidad semántica que obliga al lector a una detención e interrupción constante durante la lectura. Y, del mismo modo, el movimiento dialéctico, negativo, que acontece en su proceder evita todo reposo en



1 Con respecto la prosa de Adorno y su prosa, Jordi Maiso tiene un artículo ciertamente interesante y clarificador: Maiso, J. (2009) «Escritura y composición textual en Adorno», Azafea. Rev. filos. 11, 2009, pp. 73-96.


[Recibido: 20 de febrero de 2017

Aceptado: 4 de marzo de 2017]


cualquier tesis que pueda ser señalada. Leer a Adorno es ciertamente un ejercicio difícil y en muchas ocasiones confuso, hasta que uno puede hacerse cargo del ritmo propio de su escritura y su pensamiento. No es que la cosa misma sea fácil y Adorno la oscurezca: la filosofía no es nunca tarea edificante. Pero no se puede negar que la prosa del autor juegue un papel importante en la posibilidad de comprensión por parte del lector.

Esta cuestión sufre un giro radical por lo que hace a sus lecciones orales. En las lecciones, el discurso de Adorno se vuelve sumamente claro, con unas deferencias hacia los oyentes que, a veces y desde la perspectiva actual, hace que sus buenas maneras suenen excesivamente educadas y casi de trato, podríamos decir, aristocrático. En cualquier caso, su tono es amigable y cercano, y sin faltar en absoluto a la seriedad y el rigor que el tema impone, y sin perder tampoco la mordida sarcástica que se puede encontrar en sus textos (que, por ejemplo, sufrirá en estas lecciones Heidegger), su discurso se torna ciertamente accesible y señaladamente pedagógico.

El hecho de que así sea remite a que Adorno, como señala el editor alemán Rolf Tiedeman en uno de los epílogos incluidos en esta edición en castellano2, trabaja en sus cursos en base a la improvisación y cierto movimiento libre del reflexionar. Sus lecciones no están basadas en ninguna estructura o esquema previo y, por tanto, no tienen el peso de un pensamiento ya configurado como el que aparece en el texto escrito. Lo que se pierde en definición o conformación se gana en el hecho de poder acceder al movimiento del pensamiento antes de su cristalización, a su esfuerzo. Uno se puede hacer cargo de los exabruptos que podría manifestar Adorno por el hecho de ver sus lecciones editadas bajo el formato de un texto, pero eso poco le importa al investigador que se ve obligado a recorrer todas las formas del pensamiento, todos sus movimientos, en orden a acceder a la comprensión del mismo.

Tiedeman insiste en prevenir al lector de que lo que tiene delante de sus ojos no es, en ningún caso, un texto escrito y no puede tomarse como tal. Pero también señala el hecho de que, teniendo en cuenta la importancia de Kant para Adorno, y también que nunca dedicó un texto integro a su filosofía como sí hizo con Hegel o Husserl, son estas lecciones de


  1. Adorno, T.W. (2015) La Crítica de la razón pura de Kant. Buenos Aires, Las cuarenta, pp. 565-579.

    1959 la piedra de toque a la hora de dar cuenta de la lectura que Adorno hacía de Kant y a la que debe gran parte de su propia construcción filosófica.

    Las lecciones sobre Kant


    ¿Cuál es la finalidad de Adorno en estas lecciones? Ya desde la primera lección (12.5.1959), Adorno insiste en señalar una cuestión capital que será el hilo conductor de su curso sobre la KrV, presentándola como declaración programática: la KrV no es relevante por el hecho de que en ella se realice un giro epistemológico de las cosas hacia el sujeto. Es más, esta declaración es falsa desde el momento en que se concede que ya en Descartes podemos encontrar este supuesto giro; incluso en Hume, antecedente directo de la filosofía kantiana, nos vemos abocados a una subjetividad mayor que la que este lugar común pretende otorgarle a la KrV. Si la KrV tiene la importancia que se le ha de conceder es porque, a ojos de Adorno, de lo que se trata es de la cuestión de la objetividad del conocimiento: el ensayo kantiano se caracterizaría «no como el intento de apartarse de la objetividad del conocimiento mediante la subjetividad, sino como el intento de fundar (o salvar) la objetividad -que antes de él había sido relativizada, restringida de manera escéptica mediante la relación con el sujeto- precisamente en el sujeto mismo como algo objetivo.»3. Así, el lector de estas lecciones (previamente, el alumno implicado en ellas) se encuentra en una dirección determinada, marcada por la relación entre subjetividad, objetividad y conocimiento tal y como la plantea Adorno. Una relación según la cual lo que va a primar va a ser una lectura de carácter dialéctico (como no podría ser de otro modo por lo que hace al trabajo de Adorno) de la obra magna de Kant. Si esta obra nos habla aún hoy (y ese “hoy” es, tanto el año 1959 como el 2017 en el que se escribe esta reseña) es porque Adorno la interpreta como un campo de fuerzas al que subyacen, bajo la misma fricción de conceptos abstractos, experiencias objetivas, histórico-filosóficas. En ningún caso Adorno defiende el carácter de inmovilidad divina de la KrV, y esto no es novedad para cualquiera que se haya acercado mínimamente a la filosofía de Adorno y a su prurito hacia toda posición esencialista o dogmática, sino que si esta obra supera la prueba de la actualidad es, precisamente, porque es una obra directamente conectada con la problemática histórica de su momento: porque es un índice de su propia historia, del


  2. op. cit. p. 27.


    mismo modo que toda obra que pretenda erigirse como relevante en el ámbito del pensamiento4.

    Y es que, la piedra de toque de toda la interpretación adorniana de la KrV reside en el concepto de campo de fuerzas. No solo porque Adorno se remita a él repetidamente a lo largo de sus lecciones, sino porque ese es el modo en el que van a acontecer a sus ojos los problemas fundamentales que la obra de Kant señala. Desde esta perspectiva, la KrV va a estar cargada de ambigüedades, de problemas no resueltos y de una sinceridad y una dignidad que, rozando la ingenuidad, muestran a un autor en una lucha a tiempo real con su propia contemporaneidad. Que la KrV se muestre como campo de fuerzas implica, inevitablemente, una concepción dinámica de la misma, y, por ello, una concepción dialéctica, tanto en su relación con la realidad que la permite como en su relación con ella misma en tanto que texto. El único dogma que le concede Adorno a Kant es la confianza en las ciencias naturales como modelo indiscutible de la objetividad del conocimiento. Lo que sucede a partir de ahí es, para Adorno, la fricción constante entre este fundamento y el movimiento mismo de la razón en su relación con la realidad y con ella misma.

    En orden a ilustrar estos presupuestos, se pueden señalar algunos momentos de las lecciones en los que Adorno pone especial énfasis en los movimientos dialécticos que detecta en su lectura de la KrV.

    Kant, burguesía e Ilustración


    Desde la primera lección, Adorno insiste en la relación inevitable entre Kant y la emergente burguesía de su momento histórico. Al final de esta lección, Adorno señala de qué modo el concepto de verdad kantiano está íntimamente ligado al pensamiento burgués: la verdad tiene que ver con lo intemporal, con lo que se puede poseer de una vez por todas y nada puede arrebatarlo 5 . El carácter burgués del pensamiento kantiano seguirá



  3. op. cit. p. 47: «Y si unas lecciones como estas (y como todas las lecciones sobre objetos semejantes) tienen una justificación mejor que el mero hecho de que estén en la guía de cursos, hay que buscarla precisamente en el hecho de que la comprensión de semejantes obras no puede ser efectuada desde ella misma; no tanto en el sentido del ominoso lenguaje escolástico, según el cual se tendrían que conocer todas las premisas históricas para poder ubicarla correctamente -sinceramente, esto me resultaría indiferente-, sino por la razón de que el planteamiento objetivo del problema no resulta comprensible en absoluto sin que se conozca cierto campo de fuerzas, dentro del cual se mueven estas filosofías.».


5 op. cit. pp. 51-52.

apareciendo a lo largo de las lecciones, de manera especialmente señalada en lo que Adorno denomina como teoría residual de la verdad6. En el marco de un modelo de las matemáticas completamente semejante al de Platón, el estatuto de la verdad acontece por medio de un proceso de reducción. Dejando de lado todo lo que resulta efímero, transitorio, aparente o engañoso, solo queda en pie lo absolutamente seguro, sólido y duradero. La verdad es lo que queda bajo la deducción de lo sensible, de lo transitorio, del mismo modo que en términos económicos el beneficio es lo que queda después de la deducción de todos los costes de producción. Pero esta concepción no está libre de generarle problemas al propio Kant. En efecto, si bien es cierto que Kant asegura que la razón pura no puede ser pensada si no es como sistema, es decir, como unidad cerrada sobre sí misma y que, por tanto, deja fuera de sí el momento de lo no-idéntico, existe el reconocimiento de que esto no es el todo y de que siempre nos encontramos con algo allá donde tiene su límite7 (lo que Adorno, junto con Horkheimer, denomina “conciencia de bloque”). Y este será uno de los motivos de la grandeza del pensamiento kantiano para Adorno: la fricción que recorre las páginas de la KrV entre el momento sistemático que impele a la unidad, a la razón, y el momento de la conciencia de lo heterogéneo (ilustrado, por ejemplo, en la cosa en sí).

De modo que Kant no se encuentra libre de las contradicciones que se generan entre su conciencia burguesa y el propio movimiento del pensamiento con su afuera.

Igualmente sucede con la relación entre Kant y la Ilustración. En la lección 6 (9.6.1959)8, y en base a una cita del escrito de Kant contra Swedenborg, Sueños de un visionario, Adorno señala dos puntos por los que el pensamiento kantiano es ilustrado, a saber: su concepto de razón presupone la determinación natural de la misma y, en cuanto determinación natural del ser humano, comporta el acento positivo de remover el dogma, la ilusión. Pero Adorno observa que la relación de Kant con la Ilustración es mucho más compleja que la pretensión tópica de hacer de Kant ese consumador de la Ilustración en el cual ella se habría superado a sí misma. Para Adorno, no hubo Ilustración en Alemania; a lo sumo, teología ilustrada. Kant se puede considerar un ilustrado en el sentido de la lucha contra el dogma, encontrándose ampliado en su filosofía no sólo hacia la teología, sino también


6 op. cit. p. 81 y ss. Lección 3 (26.5.1959).

7 op. cit. p. 67 y ss. Lección 2 (14.5.1959).

  1. op. cit. pp. 156 y ss.


    hacia la metafísica (característica que compartiría con la Ilustración madura, por ejemplo con Voltaire y su Candide). Pero en base a una metodología micrológica9, una mirada micrológica que atiende a las expresiones no de una manera superficial, sino detallada y exacta, haciendo que las mismas cobren una cierta vida por la cual comienzan a hablar al intérprete, y refiriéndose a pasajes no solo de la KrV sino también a Idea de una historia [universal] en sentido cosmopolita o ¿Qué es Ilustración?, Adorno detecta que el concepto de Ilustración en Kant ofrece, junto con su lado positivo, un lado negativo: la Ilustración está limitada al ámbito del pensamiento; es pensamiento no tutelado. Esta Ilustración no significa, en cambio, crítica de las configuraciones objetivas del espíritu, es una Ilustración restringida al ámbito subjetivo, un modo únicamente teórico10.

    Dialéctica en la KrV


    Los ejemplos anteriores nos han permitido ver, someramente, de qué manera Adorno lee la KrV como un espacio en el que emergen las propias configuraciones históricas contemporáneas de Kant, y que no se limitará solamente a la burguesía o la Ilustración, sino que hará extensivas, por ejemplo, al protestantismo11. A continuación, señalaremos un momento de las lecciones en el que el énfasis se refiere a la propia KrV y a su construcción interna, donde Adorno muestra el marcado carácter dialéctico con el que se verán abordados ciertos problemas.

    Para Adorno, Kant se antoja como un salvador de la ontología. Aquello que había caído en el relativismo en la filosofía anterior, Kant pretende salvarlo en la forma de una condición de posibilidad (el concepto kantiano de lo a priori) que no sólo ha de entenderse de manera funcional, referida a la constitución del conocimiento, sino en el sentido en que las formas de la intuición y las categorías son descritos en su obra con un cierto significado ontológico que pretende conservar. Y aquí se subraya uno de los momentos contradictorios de la KrV más fructíferos para Adorno: por una parte, Kant se encuentra con la exigencia


  2. op. cit. pp. 160 y ss. Metodología que Benjamin señala como principal para la filosofía en el conocido prólogo al Origen del Trauerspiel alemán, y que Adorno enlaza directamente con la concepción de la KrV como campo de fuerzas.

  3. Cabe señalar la continuación de la crítica al concepto de Ilustración, poniéndola en relación con la división del trabajo, que Adorno realiza dentro de esta lección 6 en la parte titulada Ilustración restringida según la división del trabajo; carácter afirmativo en Kant y en Hegel; racionalidad e irracionalidad de la sociedad burgesa. (pp. 167 y ss.).

11 Lección 7 (11.6.1959). op. cit. pp178 y ss.

de proporcionar una serie de conceptos que muestren su validez universal allende la experiencia y eximidos de toda relativización; pero a su vez, el ser en sí de estos conceptos no es hipostasiado, sino que la dignidad ontológica de estas ideas puras Kant la determina refiriéndola a los entes. De este modo se puede señalar que el momento dialéctico desarrollado, a partir de Kant, en la filosofía posterior, se encuentra ya en el propio texto kantiano, solo que Kant no prestó atención a ese momento y se limitó a comprenderlo en el sentido de un dualismo craso de forma y contenido12.

A la luz de este momento dialéctico en la KrV, Adorno irá realizando su lectura y su interpretación de la obra. Así, la relación entre el sujeto y el objeto será también una relación mediada, dialéctica. Las cosas se nos aparecerán no como entidades absolutas, sino como conjuntos de relaciones con respecto al sujeto. De este modo interpreta Adorno el concepto de ley en Kant. No existirá diferencia entre las cosas y sus conceptos: las cosas, en tanto que leyes para la conexión de los fenómenos son ellas mismas precisamente conceptos.

Poeteriormente, en la lección 11 (25.6.1959)13, Adorno presenta como la estructura más interna de la KrV la duplicidad entendida como paso por el umbral entre nominalismo y realismo en la filosofía kantiana: por una parte encontramos en el concepto de síntesis la reducción completa de todos los conceptos que existen en sí al pensamiento que madura, que produce esos conceptos -por el hecho de que esos conceptos no son ideas existentes en sí, en el sentido platónico, sino que son algo que está hecho por nosotros-. Pero, por otra parte, la organización de nuestro pensamiento está estructurada de tal manera que de un modo distinto al que hace posible una ordenación determinada de los conceptos no sería posible ningún pensamiento: el momento ontológico se muestra inserto en el subjetivo14. Lo que hace que el tema central de la KrV se le muestre a Adorno como la cuestión de

«cómo hay que comprender verdaderamente el momento del nominalismo y el del realismo, esto es, el momento del pensamiento qua subjetividad y el elemento de las categorías o de los conceptos como objetivamente válidos o absolutamente necesarios»15.



12 Lección 8 (16.6.1959) op. cit. pp. 207 y ss.

13 op. cit. pp. 293 y ss.

14 op. cit. pp. 314-315.

15 op. cit. p. 315.


Estas referencias concretas a las lecciones nos muestran de qué manera la intención de Adorno es presentar la KrV como una obra que, más allá de las pretensiones o conclusiones de su propio autor, se antoja como un escrito en el que la contradicción y los movimientos dialécticos son lo suficientemente relevantes como para poder considerarla uno de los monumentos de la historia del pensamiento. A Adorno no le interesa presentar a Kant como un filósofo ahogado en su propia sistematicidad ni ofreciendo soluciones definitivas a los problemas con los que se encuentra en su reflexión. Todo lo contrario. Kant es para Adorno ejemplo paradigmático de un pensamiento vivo y consecuente que reconoce, aunque sea de manera más implícita que explicita, el momento de lo no-idéntico en su filosofía. Que la interpretación de Adorno sea o no correcta, no es cuestión de esta reseña. En cualquier caso, unas lecciones sobre una obra no tienen mucho más que tres posibilidades: ser una mera paráfrasis, ser una interpretación o ser una pérdida de tiempo. En este caso, y como cabía esperar, las lecciones de Adorno son una interpretación. Con ellas nos encontramos a igual distancia del pensamiento de Kant como del de Adorno. Así, estas lecciones sirven igualmente al investigador en cualquiera de los dos autores, si bien son especialmente relevantes para aquel que se interesa por el pensamiento de Adorno, pues son un buen complemento a otros escritos como Dialéctica negativa, Sobre la metacrítica del conocimiento. Estudios sobre Husserl y las antinomias fenomenológicas (especialmente éste es el más citado por los editores a lo largo de las lecciones) y Tres estudios sobre Hegel.

Cuestiones editoriales


Finalmente, hay que señalar como muy relevante el cuidado editorial que presentan estas lecciones. Todo el aparato crítico, tanto de la edición original alemana como los añadidos de los traductores al castellano y al inglés (a diferencia de la edición alemana, en la castellana se han añadido las de la traducción inglesa) es de una calidad que, por desgracia, muchas veces falta cuando uno se enfrenta con literatura especializada de este tipo. Todas las referencias que se hacen durante el curso son cuidadosamente señaladas en las notas a pie de pagina, ya se trate de referencias a otros autores u obras, de aclaraciones a ciertos conceptos o problemáticas en la propia filosofia adorniana, como de cualquier giro o frase hecha alemana que precise de su aclaración para el lector en castellano. Igualmente, los traductores señalan en cada caso la traducción castellana, si la hubiera, de cualquier obra

citada durante las lecciones. Del mismo modo, se tiene acceso tanto en el prólogo como en los epílogos al trasfondo de la edición por lo que hace a decisiones de traducción, y en general a las decisiones tomadas a la hora de organizar el cuerpo crítico del texto. Entre las diferencias con la edición alemana, se añaden títulos que identifican cada epígrafe, lo cual facilita la lectura, así como la búsqueda de contenidos concretos, y el añadido de un anexo 16, al final, con la tabla abreviada de la KrV para facilitar la ubicación de los capítulos a los que se refiere Adorno. De modo que no cabe ningún juicio negativo por lo que hace a la edición en castellano de estas lecciones, sino todo lo contrario, que pueda señalarse como ejemplo de seriedad, rigor y respeto tanto por la obra del autor como por el trabajo del investigador que con ediciones de este tipo encuentra facilidades para nada desdeñables en su labor.


16 op. cit. pp. 596-599.