Con-Textos Kantianos. International Journal of Philosophy Nº 01, Noviembre 2014, pp. 104-108

ISBN: 2386-7655

doi: 10.5281/zenodo.18441


Entre filosofía y psicoanálisis, el arte del bricolaje.

Reflexiones a propósito de “Contingencia del pensamiento, método escéptico, trabajo de duelo” de Monique David-Ménard


Between Philosophy and Psychoanalysis, The Art of Do it yourself. Reflexions on “Contingency of Thought, Skeptical Method, Work of Grief” of Monique David-Ménard


EMMA INGALA GÓMEZ


UCM, España


En “Contingencia del pensamiento, método escéptico, trabajo de duelo”, Monique David-Ménard ofrece al menos dos definiciones de la filosofía que no solo vertebran las tesis de este artículo, sino que condensan una modalidad de pensamiento que atraviesa toda su producción. En primer lugar, filosofía es el arte de tornar ilegibles en un trabajo textual las condiciones y la materia de los acontecimientos que forzaron la invención de ciertos conceptos. La filosofía puede decirse universal y fundadora precisamente cuando es capaz de

borrar ese pasado singular y fortuito en el que se originó –ese encuentro contingente con algo

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otro que constituye un acontecimiento , y ese azar que lo atraviesa–. En segundo lugar,

filosofía es un bricolaje inventivo que articula componentes heterogéneos: componentes lógicos o conceptuales y componentes que provienen del acontecimiento, componentes traumáticos, fantasmáticos o antropológicos. La filosofía erigida como universal y fundadora relega lo relativo al acontecimiento en beneficio del concepto, inventa conceptos para alejarse de lo traumático.

El trabajo de Monique David-Ménard se despliega en las coordenadas establecidas por esta doble definición: por un lado, es un estudio minucioso del proceso de borrado u ocultamiento descrito en la primera definición, o lo que es lo mismo, es un recorrido por esa misma trayectoria, pero en sentido inverso, que busca hacer explícitos o traer a la luz los acontecimientos traumáticos, los elementos fantasmáticos y los presupuestos antropológicos


Profesora Ayudante Doctor del Departamento de Filosofía Teorética de la Facultad de Filosofía de la UCM

(España). E-mail de contacto: eaingala@ucm.es

1

Por ejemplo, el encuentro de Kant con Swedenborg, que, según la tesis de La folie dans la raison pure, es el

origen de los conceptos de crítica y de límite. M. David-Ménard, La folie dans la raison pure. Kant lecteur de Swedenborg, Paris, Vrin, 1990.


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que engendran un determinado sistema filosófico . En esta labor de reconstrucción de un

crimen que ha hecho desaparecer el cadáver, el aliado de Monique David-Ménard es el psicoanálisis: por medio de la perspectiva psicoanalítica, la filosofía puede reencontrarse con aquello que la fuerza a pensar y que había sido obliterado, puede repensar por tanto la relación entre la fantasía y el concepto; y puede, en tercer lugar, repensar también la contingencia,

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objeto diario de la praxis analítica . Por otro lado, en relación con la segunda definición pero

también como consecuencia de la primera, la investigación de Monique David-Ménard se

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desarrolla en la intersección entre disciplinas heterogéneas , es un bricolaje inventivo entre

elementos disimétricos como son el concepto y el fantasma, la filosofía y el psicoanálisis – cabría decir que en este segundo momento el crimen se resuelve, y lo que aparece es un cadáver exquisito–. Puesto que se trata de un bricolaje –una invención, una creación o un arte–, esta intersección no es algo dado sino que debe construirse. Ahora bien, la manera que tiene Monique David-Ménard de construir esa intersección no es plegando especularmente una disciplina sobre la otra ni meramente yuxtaponiéndolas, sino tejiendo su relación a partir de lo que Gilles Deleuze llamó “síntesis disyuntiva”: dos cosas entran en relación no porque hagan abstracción de sus diferencias, no negando sus diferencias, sino precisamente a través de sus diferencias, a través de la distancia entre sus diferentes puntos de vista. La síntesis

disyuntiva es el proceso por medio del cual la disyunción o la diferencia genera una verdadera

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síntesis y no ya un análisis que separa .

Aquello que con su bricolaje inventivo de filosofía y psicoanálisis Monique David- Ménard rescata y re-crea de la reflexión filosófica es precisamente el momento inaugural que establece y abre una determinada problemática: no un problema particular, sino el ángulo o la

matriz que hace pensables un problema particular y una serie de conceptos, la perspectiva que

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hace posibles ciertas preguntas y ciertas respuestas a esas preguntas . La tesis de Monique

David-Ménard es que esta problemática depende de lo que no solo está antes del pensamiento conceptual sino que, con más precisión, lo provoca. La problemática es consecuencia de un

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acontecimiento o encuentro contingente : gracias a ese encuentro la filosofía inventa ciertos

conceptos y la clínica psicoanalítica proporciona las herramientas al paciente para que modifique su situación vital –gracias a este encuentro, también, Monique David-Ménard plantea problemas nuevos en lugar de limitarse a responder a viejas preguntas–.



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Este es el modo de proceder de La folie dans la raison pure, pero también de sus ediciones del “Ensayo sobre las enfermedades de la cabeza” y de las “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime”. I. Kant, Essai sur les maladies de la tête, suivi de Observations sur le sentiment du beau et du sublime, ed. trans. M. David-Ménard, Paris, Flammarion, 1999.

3Vid. M. David-Ménard, Éloge des hasards dans la vie sexuelle, Paris, Hermann, 2011.

4

M. David-Ménard, “Heterogeneous Disciplines: A Non-Ontological Strategy”, in Graduate Faculty Philosophy

Journal, New York, New School for Social Research, vol. 24, nº 1, 2003, pp. 161-168.

5

6

6

G. Deleuze, Logique du sens, Paris, Minuit, 1969, p. 204.

Para el concepto de problemática, vid. G. Bachelard, Le rationalisme appliqué, Paris, PuF, 1949; cfr. G.

Deleuze, Différence et répétition, Paris, PuF, 1968, p. 204 y p. 218. La noción de problemática que propone Monique David-Ménard procede de una síntesis disyuntiva entre la concepción filosófica y la praxis clínica, donde el cambio de problemática viene determinado por la capacidad de generar una situación vital nueva –por ejemplo, la elección de un nuevo objeto de deseo– gracias a un encuentro contingente.

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Para la noción de encuentro, vid. G. Deleuze, Différence et répétition, ed. cit., capítulo III.


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En este contexto, la noción de contingencia tiene para Monique David-Ménard una importancia central, y su objetivo es depurarla de las connotaciones negativas que la tradición

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le ha atribuido de modo que cese de oponerse contradictoriamente a la necesidad .

Contingente es el encuentro con aquello que fuerza a pensar y a inventar conceptos, pero también lo son la síntesis disyuntiva y la problemática que resultan de ese encuentro. El texto de Monique David-Ménard –y, en general, todos sus textos– se hace cargo del papel que esta contingencia cumple en la génesis del pensamiento, y no solo lo analiza en las operaciones concretas del psicoanálisis y de la filosofía, sino que además asume como tarea propiciar encuentros contingentes: entre la invención conceptual de la filosofía y la renovación de los objetos de deseo en psicoanálisis; entre la crítica de las ilusiones previas en filosofía y el trabajo de duelo en psicoanálisis.

En el artículo que nos ocupa, Monique David-Ménard estudia in concreto e in vivo la filosofía de Kant como ejemplo de la contingencia del pensamiento, del arte de borrar las huellas del acontecimiento y del bricolaje inventivo que está en la génesis de un sistema. Es contingente el encuentro de Kant con lo otro que le fuerza a pensar y que se esfuerza por excluir de su pensamiento –los delirios extravagantes de Swedenborg, entre otras cosas–, pero también es contingente el bricolaje de elementos heterogéneos que resulta de ese encuentro: por ejemplo, la puesta en relación de una nueva lógica de la negación con la metafísica dogmática o los delirios extravagantes –en una relación ciertamente particular donde la primera sirve para protegerse de los segundos–, o la función que cumplen las antinomias para constituir el concepto del objeto (de conocimiento) –la función del discutir sobre una “nada” en la determinación del “algo”–. Monique David-Ménard señala las vacilaciones de Kant, rastrea la génesis del edificio crítico en una serie de textos donde las huellas no han sido borradas del todo, y explicita los datos antropológicos y fantasmáticos que apuntalan las invenciones conceptuales kantianas.

En particular, el método escéptico es presentado, a partir de la definición del propio Kant en A 424/B 451, como la puesta en escena de un combate entre dos tesis contrapuestas – heterogéneas– que, lejos de abocar al escepticismo, conduce a una certeza, a una creación conceptual –en el caso de las antinomias, la certeza sobre el concepto de objeto (A 507/B 535)–. En el método escéptico, la contraposición de elementos heterogéneos sirve simultáneamente para hacer frente a lo oscuro del pensamiento –la posibilidad de que la razón sostenga al mismo tiempo una tesis y su contraria; la posibilidad, en definitiva, de la locura–, para conjurarlo –para disolver la antinomia estableciendo que discute sobre una “nada” e iniciar así un proceso de duelo– y para inventar un concepto –el de las cosas en cuanto objetos de los sentidos, de modo que las ideas de la razón sean algo diferente del delirio



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Contingente, según la tradición aristotélica, se opone bien a necesario bien a causalmente determinado: es por

un lado lo que podría no ser, y por otro lo que sucede por azar, sin responder a una cadena causal. En Éloge des hasards dans la vie sexuelle, Monique David-Ménard examina la relación sexual y la relación de transferencia en la terapia psicoanalítica como dos situaciones en las que conviven lo contingente –la absoluta singularidad del encuentro con otro ser sexuado– y lo necesario o la determinación –lo que viene determinado por la pulsión de repetición–. Lo contingente, por tanto, se define para ella en relación al dispositivo en el que tiene lugar, y no en términos absolutos. Vid. Op. cit., p. 19.


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extravagante–. Monique David-Ménard cierra su artículo con una extrapolación de este método al campo de la clínica psicoanalítica, mostrando cómo la contraposición o el encuentro contingente con elementos heterogéneos permite al paciente inventar una transformación pulsional. Esta exposición le lleva a concluir la inconveniencia –e incluso la imposibilidad– de operar con normas universales en la terapia –articulada en torno a encuentros y composiciones contingentes–, pues estas, como lo universal de la filosofía, no son sino el producto de una génesis, no son punto de partida sino punto de llegada.

Monique David-Ménard, por tanto, toma un acto parcialmente injustificable –el establecimiento de principios, la creación de conceptos– y, a través de la reconstrucción del proceso de borrado de huellas, trae a la luz los acontecimientos que forzaron ese acto; en otras

palabras, toma una pretendida universalidad y demuestra que es un resultado más que un

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principio , y un resultado de una posición subjetiva singular. A este respecto, si bien

entendemos la inoperancia de normas universales en la clínica psicoanalítica, ¿no cumple la universalidad una función particular en la reflexión filosófica a la que quizás no sería deseable renunciar? ¿No es la universalidad de Kant, además de la garantía de la objetividad del conocimiento y del imperativo moral, el soporte para apuntalar un cosmopolitismo en el terreno político? Si bien la universalidad, tal como ha señalado repetidamente la filosofía del siglo XX, puede erigirse en un asylum ignorantiae que en realidad encubre una serie de particularidades excluyentes –varón, blanco, heterosexual, occidental, etc.–, la reivindicación

exclusiva de las diferencias y de lo singular puede dificultar la consecución y legitimación de

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proyectos de cuño universalista –tal como los derechos humanos–. En consecuencia, pese a

que la universalidad siempre llega demasiado tarde, como sostiene Monique David-Ménard al final de su artículo, ¿no continúa siendo no obstante necesaria? ¿Es posible sostener una concepción de lo universal como resultado o producto y, a la vez, mantener su validez?

¿Cómo se traduce el encuentro sin normas de la clínica analítica –el encuentro entre el

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paciente y el analista, análogo al encuentro sexual en ese sentido– al plano político?

Por otra parte, la investigación de Monique David-Ménard sobre la contingencia en

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Kant, centrada en la Crítica de la razón pura y en los escritos pre-críticos preparatorios , ¿no

hallaría un suplemento fundamental en una consideración de la Crítica del Juicio? ¿No sería la Crítica del Juicio el lugar donde el propio Kant hace frente a la contingencia, y construye o inventa un principio subjetivo –el principio subjetivo de la conformidad a fin de la


9 Les constructions de l’universel pone en paralelo el concepto de universal en filosofía y las posiciones masculina y femenina, los procesos de sexuación, en tanto que resultados y no principios. Vid. M. David- Ménard, Les constructions de l’universel. Psychanalyse, philosophie, Paris, PuF, 2009.

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La filosofía política contermporánea es consciente de ello cuando, después de la eclosión de las diferencias,

vuelve a la necesidad de formular un concepto de lo universal. Vid. por ejemplo J. Butler, E. Laclau, S. Zizek, Contingency, Hegemony, Universality, London, Verso, 2000; o E. Balibar, Politics and the Other, London, Verso, 2002.

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En la edición de 2009 de Les constructions de l’universel, Monique David-Ménard comienza preguntándose si

se puede vivir sin referirse a un valor incondicionado. Si bien lleva a cabo la discusión del concepto de lo universal en el terreno de la moral aplicándolo a la clínica, y si bien precisa que el objetivo no es recusar la universalidad sino entender de dónde viene, la pregunta continúa abierta más allá del espacio de la clínica.

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Aunque también aborda la razón práctica en Les constructions de l’universel, como mencionamos en la nota

anterior.


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naturaleza– que garantiza a la razón que no caerá en la locura, que el cinabrio no será unas veces rojo, otras negro, que los objetos del mundo no se sumergirán en el caos –al precio en verdad de introducir una cierta oscuridad en el pensamiento de la mano del principio subjetivo–? ¿No es la Crítica del Juicio el establecimiento de un nuevo límite: no ya el que pone a distancia los delirios extravagantes, sino el que conjura la posibilidad del fracaso del concepto, la posibilidad de un mundo empírico que no se deje pensar? ¿Y no sería el establecimiento de este límite también el resultado de una fascinación y un horror semejantes a los que describe Monique David-Ménard a propósito de las fantasmagorías de Swedenborg, pero ahora relativo a un presunto mundo azaroso que no se acomodaría a las exigencias del concepto? ¿No serían al fin y al cabo dos formas de locura? En el §76 de la Crítica del Juicio, Kant caracteriza explícitamente lo particular como encerrando algo contingente, es decir, una heterogeneidad y una pluralidad de formas que desafían cada vez que aparecen –bajo una forma diferente– la exigencia de unidad y regularidad de la razón. Frente a ello, Kant no deja de buscar una legalidad propia de lo contingente, aunque no la encuentre más que bajo la forma de un principio subjetivo que no impone ciertamente ninguna norma concreta, sino solo la garantía de que el mundo se dejará pensar conceptualmente. Habría por tanto dos tipos de contingencia a ambos lados del límite en la Crítica del Juicio: la contingencia de un mundo caótico y azaroso que no se conformaría a las exigencias del entendimiento –la pesadilla de Kant– y la contingencia de un mundo que pese a ella se somete a la legalidad. El método escéptico en la Crítica del Juicio vendría a corregir los defectos e imprecisiones de las leyes de la razón, a, como hacen los buenos jurisconsultos, perfeccionar las leyes para que sean aplicables a todos los casos particulares (A 424/B 452). Más aún, como sostiene Nuria

Sánchez Madrid en su estudio introductorio a la Primera introducción de la Crítica del

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Juicio , la propia noción de “técnica de la naturaleza”, en tanto que encierra un oxímoron,

podría pensarse como resultado de la aplicación del método escéptico –de poner juntas cosas heterogéneas para propiciar una invención conceptual–. Y esta primera introducción sería,

además, una prueba más de las vacilaciones de Kant, un testimonio de la operación de

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borrado que examina Monique David-Ménard . Lo que Kant pretende ocultar al no publicar

este texto –lo que sin embargo ha tornado legible al escribirlo–, ¿no sería precisamente la exposición demasiado frontal de ese miedo a la locura, a la posibilidad del divorcio entre las palabras y las cosas, a la proliferación delirante de formas en el mundo empírico –es decir, lo que para Monique David-Ménard serían las condiciones y la materia de los acontecimientos que provocan el pensamiento de Kant–?


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N. Sánchez Madrid, “Contingencia y trascendentalidad. La Primera Introducción de la Crítica del Juicio y la catábasis reflexiva de la Lógica trascendental”, en I. Kant, Primera Introducción de la Crítica del Juicio, introd. ed. crítica y trad. de N. Sánchez Madrid, Madrid, Escolar y Mayo, 2011, p. 78.

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Ver a este respecto lo que sostiene Nuria Sánchez Madrid en Ibidem, p. 12: «Posiblemente nos estemos

refiriendo a uno de esos textos brillantes y potentes, tan ligados a la experiencia del pensamiento que los autores tienden a ocultarlos, a sustituirlos finalmente por versiones de tono más discreto, que estiman más exotéricas y dignas de difusión».


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