CON-TEXTOS KANTIANOS.

International Journal of Philosophy N.o 9, Junio 2019, pp. 384-388

ISSN: 2386-7655

Doi: 10.5281/zenodo.3256641


¿Qué espacio deja, si es que deja alguno, la filosofía de Kant a la teología?

What room, if any, does Kant’s philosophy leaves for theology?


GUILLERMO LÓPEZ MORLANES


Universidad Complutense de Madrid, España


Reseña de: Chris L. Firestone, Nathan A. Jacobs, James H. Joiner (eds.), Kant and the Question of Theology, Nueva York, Cambridge University Press, 2017, 270 pp.


¿Qué espacio deja, si es que deja alguno, la filosofía de Kant a la teología? Con esta frase se abre el libro Kant and the question of theology, donde, ante el creciente interés por el tratamiento kantiano del problema de Dios, de la teología y de la religión en el mundo de habla inglesa, se reúnen diversas contribuciones sobre esta problemática escritas por algunos de los más actuales comentaristas y estudiosos kantianos, así como por algunos filósofos y teólogos que no pertenecen estrictamente al ámbito de los estudios sobre Kant en esa lengua. El libro está dividido en tres partes que abordan la relación del pensamiento kantiano con tres elementos: Dios, la religión y la redención.

En la primera parte, “Kant y Dios”, el lector encontrará nada más comenzar el artículo “El conocimiento práctico de Dios” (“Practical Cognition of God”), donde James

J. DiCenso estudia la apertura kantiana del camino práctico que permite usar válidamente los conceptos suprasensibles (y más concretamente el concepto de Dios), camino que deja a un lado tanto a la teología dogmática como al materialismo científico. Se inicia entonces a esbozar un complejo diseño arquitectónico en el que la clave de bóveda será la autonomía moral del sujeto y en el que entrarán conceptos no mecanicistas como Dios, libertad o esperanza, conceptos que, como advierte DiCenso, han de ser detenidamente analizados. El autor recuerda primero los límites al conocimiento especulativo tal como son establecidos por Kant en la primera Crítica, límites que finalmente llevarán a rechazar



guillermo.lopez.morlanes@gmail.com


[Recibido: 21 de mayo de 2019

Aceptado: 29 de mayo de 2019]

¿Qué espacio deja, si es que deja alguno, la filosofía de Kant a la teología?


toda prueba intelectual de la existencia de Dios al modo en que era planteada por la teología tradicional. El curso de la argumentación le lleva entonces a analizar el uso regulativo y práctico de las ideas: estas van a servir como principios que guían la actividad ética del sujeto, y a partir de aquí, como demuestra DiCenso, será ya posible afirmar un conocimiento práctico de las leyes morales y, consecuentemente, la postulación de conceptos suprasensibles como Dios, plenamente operativos en el sistema crítico kantiano.

A continuación, nos topamos con el capítulo “El nacimiento de Dios y el problema de la historia” (“The birth of God and the Problem of History”), a cargo de Pablo Muchnik, donde se explora el problema de la teodicea en la filosofía de la historia kantiana a partir del famoso texto de 1784 Idea para una historia universal en clave cosmopolita. Este texto establece una clara conexión con el anterior, pues frente a una interpretación del título del opúsculo kantiano donde idea es entendido en sentido teórico, especulativo, Muchnik va a defender una interpretación en clave práctica que sitúe al texto en un nuevo horizonte de inteligibilidad: el de la moral. Por otra parte, se va a resaltar la función terapéutica que la idea de historia tiene para Kant, algo que permite reinterpretar la noción de providencia y el lugar asignado a esta: emerge entonces lo que Muchnik llama “el nacimiento de Dios”, expresión que recoge el proceso de internalización de la providencia, de la naturaleza, como un objetivo o fin nuestro, propio. De esta forma Kant revoluciona la manera en que el ser humano se comprende con respecto a la divinidad y abre la posibilidad de instaurar una “religión racional”.

De nuevo en clave práctica encontramos el análisis del estatuto que el concepto de summum bonum tiene en la articulación de la moral en Kant. El objetivo, entre otros, de esta contribución de James H. Joiner titulada “El summum bonum kantiano y las exigencias de la razón” (“The Kantian Summum Bonum and the Requirements of Reason”), es sacar a la luz las tensiones existentes a lo largo de todo el corpus crítico kantiano que emergen al desentrañar la argumentación moral que requiere el concepto de sumo bien. Esta problematización de las premisas del razonamiento permite así a Joiner mostrar fisuras en el edificio ético de Kant. Cierra esta primera parte un escrito de David Bradshaw (“Kant and the experience of God”) sobre la firme afirmación kantiana de la imposibilidad de la experiencia de Dios, en el que analiza y discute las demostraciones de Kant sobre la (im)posibilidad de los milagros, la revelación y otras experiencias de la divinidad. Es convicción de Bradshaw que hay en el argumentario de Kant una cierta miopía y confusión a la hora de distinguir entre experiencias de Dios y creencias sobre Dios, algo que intenta mostrar recurriendo a textos de la tradición religiosa occidental.

Se abre la segunda parte (que está vertebrada, como dijimos, por la relación de Kant con la religión) con el estudio de Lawrence Pasternak sobre el asentimiento religioso y la teología, que lleva por subtítulo “Haciendo espacio a la fe histórica” (“Religious Assent and the Question of Theology. Making Room for Historical Faith”), en referencia a la afirmación del prólogo a la edición B de la Crítica de la razón pura, según la cual el establecimiento de los límites del saber fue necesario para dejar un espacio propio a la fe. El estatuto de la fe racional pura es cuestionado por Pasternak y comparado con el de la fe histórica, de las religiones determinadas en el espacio y en el tiempo, abordando para ello


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los textos kantianos de la década de 1790. Tras hacer un riguroso estudio del lugar de la creencia/fe [Glaube] junto al conocimiento [Wissen] y a la opinión [Meinung] en la primera Crítica, Pasternak entra de lleno en La Religión dentro de los límites de la mera razón, libro en el que disecciona las afirmaciones kantianas sobre la religión positiva, histórica, revelada y su relación con la teología y la fe racional pura, para lo que tiene que abordar de nuevo el problema del sumo bien, del que hablábamos a propósito del artículo de Joiner.

Si el anterior artículo hablaba, en general, de la fe histórica, el que le sigue, escrito por Leslie Stevenson, se va a centrar en una fe histórica concreta, el cristianismo. En “Kant versus el cristianismo” (“Kant versus Christianity”) encontramos un análisis de algunos de los dogmas o principios fundamentales del cristianismo y su recepción y crítica por parte de Kant. El capítulo aborda conceptos como revelación, encarnación o salvación, y consulta para ello fuentes tanto del canon kantiano como de la tradición cristiana. Está, además, escrito de forma muy original, casi como la estructura de un debate tesis- respuesta, intentando ejemplificar, como dice el propio autor, ese diálogo entre teólogos y filósofos que Kant recomendaba en su El conflicto de las facultades.

El capítulo séptimo del libro, escrito por William J. Abraham (“Agencia divina y acción divina en Immanuel Kant”, “Divine Agency and Divine Action in Immanuel Kant”) realiza una labor de análisis conceptual de términos de la tradición cristiana similar a la que llevaba a cabo Stevenson, si bien en este caso desde una perspectiva teológica se va a criticar duramente la propuesta kantiana, tildada de moralista y de la que, dice Abraham, la teología cristiana ha de desprenderse. En base a la distinción kantiana de acción divina y agencia divina, el autor argumenta que, lejos de suponer una ayuda, la propuesta de Kant es un obstáculo para la fe cristiana en la sociedad contemporánea, pues no hace sino despojar de todo su contenido religioso a todos los conceptos fundamentales de la tradición sometiéndolos al imperio de la moral (kantiana). En el proyecto de Kant, argumenta Abraham, el cristianismo se ve jibarizado en favor de un teísmo moral racional que, lejos de ser un soporte de la fe, como algunas lecturas generosas pueden ver, supone su misma negación.

En esta misma línea crítica se encuadra el siguiente capítulo del libro, que aborda la cuestión de la revelación a la vez que critica la postura adoptada por Kant frente a esta desde la lectura de los textos de algunos Padres de la Iglesia (“Kant and the Problem of Divine Revelation. An Assessment and Reply in Light of the Eastern Church Fathers”). El autor, Nathan A. Jacobs, comienza analizando la afirmación reiterada por Kant según la cual, si bien nadie puede negar con certeza la posibilidad de la revelación divina, nadie podría tampoco reconocerla como tal revelación en caso de que ocurriera (afirmación que nos permite, dice Jacobs, catalogar a Kant como “agnóstico dogmático”) para después contraatacarla desde algunos escritos del cristianismo temprano. Las sorprendentes (y, como confiesa, pretendidamente provocadoras) conclusiones a las que llega su investigación son, por un lado, que la comprensión kantiana de la revelación es tan diferente a la de los Padres de la Iglesia que los argumentos del primero son “irrelevantes”


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desde la perspectiva de los últimos. Por otro lado, aunque Kant quiera dejar abierta la puerta a la posibilidad óntica de la revelación a la vez que cierra la epistemológica, no puede hacerlo si por revelación entendemos lo que ciertos primeros cristianos entendieron por tal: en ese caso, ninguna de las puertas puede cerrarse.

Jacqueline Mariña nos abre la puerta a la tercera parte del libro, que gira en torno al concepto de redención. Queda clausurada así la segunda parte exclusivamente en cuanto a la ordenación del libro, no en lo que respecta a temática y método. Aunque hayamos entrado de lleno en la última sección, el artículo de Mariña “Lo que la perfección exige. Un relato Ireneo de Kant sobre el mal radical” (“What Perfection Demands. An Irenaean Account of Kant on Radical Evil”) continúa en la senda dibujada por los escritos anteriores: en este caso, la autora aborda la tesis kantiana del mal radical desde una lectura que pretende superar las interpretaciones que parten de San Agustín y ven una contradicción en las premisas del argumento de Kant acerca del mal radical en la naturaleza humana en favor de otras a las que denomina “del desarrollo” o “del progreso”, esto es, “ireneas”, que arrojan una nueva luz sobre el texto La Religión dentro de los límites de la mera razón y que permiten salvar la (desde esta nueva óptica, ahora aparente, no real), contradicción en el planteamiento kantiano. Algunas reflexiones sobre la expiación y la gracia (“Atonement and Grace in Kant. Some reflections”) le sirven a Keith Yandell para criticar el tipo de lectura de Mariña y afirmar que algunas argumentaciones kantianas (que se dedica a formalizar lógicamente) son insuficientes en sus intentos por reflexionar acerca de la positividad de la gracia, así como por construir una teoría de la expiación.

El penúltimo artículo del libro prosigue con la reflexión sobre la expiación a la vez que se pregunta sobre la relación de Kant, la cristología y el problema de la encarnación (“Christology… within the Limits of Reason Alone? Kant on Fittingness for Atonement”). El capítulo, a cargo de Thomas H. McCall, arranca con un análisis de las afirmaciones kantianas sobre “el hijo de Dios” y la problemática sobre la posibilidad de que una persona divina y, por tanto, buena pueda llegar a ser un auténtico ejemplo moral. Tomadas en serio estas afirmaciones, dice McCall, Kant no puede llegar a ser considerado como un auténtico defensor de la cristología tradicional, pues algunas de sus tesis se posicionan en contra y otras son ambiguas y no le permiten afirmar taxativamente su sintonía u oposición. No obstante, tras el estudio comparativo con algunos autores de la tradición cristológica, se puede concluir que Kant no supone tampoco una gran amenaza para ella.

Cierra el libro la contribución de Chris L. Firestone acerca de la fe en la resurrección de los cuerpos (“Rational Religious Faith in a Bodily Resurrection”) y el lugar que puede ocupar esta creencia cristiana en las coordenadas de la razón práctica tal como es presentada por Kant, pese a que no fuera tratada explícitamente en sus reflexiones sobre la religión. En un intento por aunar la fe positiva con la racional, Firestone intenta, a través de sutiles argumentos, defender que la encarnación del alma en el cuerpo, así como la resurrección carnal tras la muerte, son perfectamente compatibles con el sistema kantiano. Sólo asumiendo estas afirmaciones y sus consecuencias, puede Kant en última instancia salvar su defensa de la moral sin caer en el absurdo práctico al que ciertos dilemas parecen


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abocar a la razón. El concepto de fe racional pura práctica entra aquí en juego para posibilitar toda esta argumentación que permite a Firestone finalmente decir que, sin haber defendido Kant esta tesis de la resurrección de los cuerpos, podría haberlo hecho.

Una extensa recopilación bibliográfica sobre las contribuciones en inglés tanto clásicas como más actuales sobre la conexión entre el pensamiento kantiano y los problemas tratados en el libro (religión, Dios, moral…) es el broche final de este tomo y constituye uno de sus puntos fuertes. Sin duda es un volumen interesante para todo aquel que quiera adentrarse al pensamiento de Kant sobre Dios y la religión desde la filosofía analítica y, en general, en pensamiento en lengua inglesa. Igualmente constituye una buena referencia para quien desee indagar en estos asuntos desde una perspectiva interdisciplinar: como hemos intentado mostrar, este libro bucea en la filosofía kantiana desde perspectivas extra-filosóficas, sobre todo desde la teología. En ese sentido, hay que destacar que el libro no trata tanto de la relación de Kant y la teología como de la manera en que desde la teología puede abordarse a Kant. Por otro lado, lo que más se trabaja en este volumen es la cuestión de la religión, más que la de la teología. Para ello se analizan sobre todo la Crítica de la razón pura y La Religión dentro de los límites de la mera razón: sin despreciar la relevancia y centralidad de estos textos, sin duda se echa a veces en falta un análisis más profundo de otros textos kantianos como son El conflicto de las Facultades, El fin de todas las cosas o Probable inicio de la historia humana, escritos fundamentales que pueden aportar mucha luz a este asunto. Pese a todo, el volumen está bastante equilibrado y da buena cuenta del pensamiento kantiano en torno a Dios, la teología y la religión y tiene la ventaja de que, al ser artículos independientes, se pueden consultar por separado, en función de las necesidades del lector: bien sean los más estrictamente filosóficos, los que leen a Kant desde la teología o los que confrontan el pensamiento kantiano con textos extra-filosóficos (teológicos o pertenecientes a la tradición cultural cristiana occidental). Sería interesante que se hubiera incluido alguna contribución en que se analizaran las referencias a otras religiones, así como una confrontación con otros grandes pensadores de la religión contemporáneos a Kant como puedan ser Schleiermacher o Hegel. Pero eso, claro, sería ya otro libro.


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