Juicio y conceptos en la teoría del conocimiento de Kant
Judgment and Knowledge in Kant’s Theory of Knowledge
Luciana Martínez·
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Reseña de: Reyna Fortes, Rafael, Unidad conceptual y síntesis objetiva en Kant, Hildesheim, Zürich, New York, Georg Olms Verlag,
2021, 216 pp., ISBN
978-3-487-15982-9.
El libro Unidad
conceptual y síntesis objetiva
en Kant, de Rafael Reyna, se ocupa
de un aspecto de la teoría
del conocimiento de Immanuel Kant. En particular, en este texto se estudian las condiciones subjetivas que hacen posible todo
el conocimiento humano, que
para el autor “consiste en juicios” (14), y el modo en el que en él
interviene la facultad de juzgar reflexionante. En los términos de Reyna, la inquietud que ha guiado la investigación indaga por los diferentes tipos de “enlace de conciencia” que se consideran conocimiento. La hipótesis que defiende señala que “los modos de producir conocimiento se corresponden con
los modos de producir unidades de conciencia” (20).
A lo largo de su libro, Reyna despliega una interpretación de la lógica y la teoría kantiana del conocimiento que se apoya en una manera determinada
de comprender el proyecto filosófico de Kant. El autor lo señala de manera explícita en el comienzo del texto, cuando lo describe como una “teoría operacionalista del conocimiento” (23) y en el cierre, cuando afirma que Kant comprende el conocimiento como “una acción que sólo puede realizar un sujeto equipado con una determinada serie de facultades cognitivas” (207).
Este modo de concebir la filosofía
de Kant se hace patente en las páginas de todo el libro. Reyna parece concebir el análisis kantiano de las condiciones a priori de nuestra experiencia posible como una investigación de los procesos que tienen lugar en la emergencia
del conocimiento, también denominados por el autor “los actos de representar”, que Reyna entiende como “enlaces de conciencia” (23).
En el primer capítulo, que se titula “La estructura del conocimiento de la naturaleza”, el
autor señala que Kant
distingue tres grados del tener algo por verdadero: saber, creer, opinar. Estos modos del tener por verdadero, según Reyna, presuponen una teoría acerca de los tipos de enlace de conciencia que
realiza el sujeto. Tal teoría no se encuentra desarrollada en la obra publicada de Kant, pero puede reconstruirse
a partir del corpus lógico.
El análisis del tema en estos materiales
conduce a Reyna a sostener que la determinación
del objeto involucra formar una unidad conceptual y determinar con ella lo dado en la percepción. Por esto, se torna necesario examinar la génesis de los conceptos a partir del múltiple dado. En la formación y el uso de los conceptos interviene la facultad de juzgar reflexionante, asistida por las categorías como principios para la formación de conceptos.
El capítulo siguiente se titula: “Concepto y objeto en matemática”. El tema es muy vasto
y el autor realiza un recorte adecuado a los fines de su tesis. No obstante, en ciertos momentos
el lector puede echar en falta una explicación
más detallada de los conceptos involucrados en la argumentación. La investigación de Reyna comienza
por una comparación entre los conceptos
matemáticos y las otras clases de conceptos: empíricos e intelectuales puros. Esta comparación se centra en los procedimientos que dan origen a cada clase
de conceptos. Por este motivo, el estudio centra su atención en
los procesos mentales involucrados en la generación y el tratamiento de
tales clases de conceptos.
El autor considera que el rasgo distintivo de los conceptos matemáticos consiste en una determinación voluntaria por parte del entendimiento de las formas puras de nuestra intuición. En este punto, habría sido interesante
que el autor explicara cómo entiende la relación entre los conceptos, los
esquemas, las imágenes y
los objetos matemáticos, y
a cuál o cuáles de ellos designa la noción de “entidad matemática”, que a su juicio se presentan como “entia imaginaria”. Asimismo, sería interesante conocer la lectura de Reyna de la relación
entre las nociones de “intuición
pura” y “forma pura de la intuición”, que no se encuentra presentada en esta
parte de su libro.
Dicho brevemente, Reyna presenta una peculiar interpretación
de la visión que Kant tenía
de la matemática. Tal interpretación
involucra dos tesis que se justifican en este
segundo capítulo, a saber:
1) los juicios de la matemática
se interpretan como “órdenes” (102) que debe ejecutar
el sujeto que desee conocer su valor de verdad; 2) la validez y la significatividad del conocimiento
matemático se sustentan en las “prestaciones cognitivas del espíritu humano” (108). Respecto de lo
primero, conviene señalar
que Reyna sustenta una redefinición
del significado de los conocimientos
matemáticos, en la medida en que, a su juicio, “ser verdadero” en el ámbito del conocimiento matemático, equivale a “ser construible”
(91).
En la tercera sección de su libro,
intitulada “Síntesis
categorial y conceptos empíricos”,
Rafael Reyna desarrolla una interpretación
de un tema acuciante de la filosofía kantiana. Se trata, a saber, del vínculo entre
la síntesis del múltiple
sensible reglado por los conceptos
puros del entendimiento, por un lado,
y los conceptos empíricos
por el otro. Las referencias
parciales a este problema pueden
encontrarse en numerosos pasajes de la obra kantiana, tales como el cuerpo de la Primera Crítica y las dos versiones de la
introducción de la Crítica
del Juicio. Reyna aprovecha
el tratamiento que el tema recibe en el texto
Prolegómenos a toda
metafísica futura que pueda presentarse como ciencia. Esta elección le permite sugerir una interpretación de la diferencia y
la relación entre los juicios
de percepción y los juicios
de experiencia. A la luz de esta
distinción, el trabajo de
Reyna avanza desde la constitución de los conceptos empíricos hacia la síntesis objetiva y luego analiza la función que aquello conceptos tienen en esta síntesis.
En pocas palabras, Reyna considera que, entendida la naturaleza como “el conjunto de
los fenómenos interconectados
por las leyes del entendimiento”
(143), su conocimiento involucra llevar lo múltiple dado, que se piensa a través de conceptos empíricos, a la unidad del enlace
reglado por las categorías.
Esta unidad es la fuente de la validez objetiva del conocimiento. Ahora bien, concluye Reyna, es precisamente por ser empleados en este enlace categorial que los
conceptos empíricos resultan significativos.
La última parte del libro está dedicada al estudio de las hipótesis. Se titula: “Hipótesis y categorías en la investigación de la naturaleza”. Para
el autor, es el uso de hipótesis lo que permite comprender cómo se piensa la multiplicidad empírica a través de las categorías. Por medio de hipótesis,
sostiene, se utilizan los conceptos puros del entendimiento
para producir conocimiento objetivo. En este
capítulo, Reyna exhibe las dificultades de la lógica heredada por Kant para efectuar
la formalización de las hipótesis.
Además, examina las condiciones formales que debe satisfacer una opinión para servir como hipótesis
y distingue éstas de otras formas tenidas por verdaderas que podríamos confundir con hipótesis. El trabajo de Reyna en este capítulo se concentra principalmente en los apuntes de estudiantes y las reflexiones de lógica, y en el texto de la Lógica Jäsche.
El libro que se reseña es una reelaboración de la
tesis doctoral del autor. El texto se destaca por la riqueza de referencias y por la amplitud del
estado de la cuestión que contiene. Esto puede apreciarse no sólo en la cantidad y la calidad de las notas al pie, sino también en
la variedad de la bibliografía
secundaria listada en el índice correspondiente.
En la presentación introductoria, Reyna especifica quiénes son sus interlocutores.
Se trata de W. Wieland, R. Enskat,
A. Rosales y M. Capozzi. Asimismo, a lo largo del estudio, el autor recorre una vasta parte del corpus kantiano. La defensa de las tesis se apoya en fuentes
variadas, correspondientes incluso a períodos diversos en la producción del filósofo. La fuentes principales del texto son la Crítica de
la razón pura, Prolegómenos, la Crítica
del Juicio, las lecciones
de lógica y metafísica y
las reflexiones.
Por otro lado,
con respecto a la elaboración
de los contenidos, si bien
el libro incluye un apartado introductorio en el que explica cuáles son los objetivos, la estructura y el modo de abordaje
del tema, cabe señalar que la explicación de los
propósitos que Reyna presenta
en tal apartado
podría ser más detallada. Por una parte, la intelección de la estructura
general del libro y del modo como
se articulan sus capítulos
entre sí demanda una lectura muy atenta.
Además, el texto presupone la comprensión de varios conceptos, cuya aclaración podría tornar más
amena la lectura. En el mismo sentido,
el desarrollo expositivo es
de claridad mediana, de
modo que el texto no constituye
una mera introducción al tema, sino una intervención dirigida al debate
entre especialistas. Por último,
cabe señalar que el ritmo de la argumentación no da respiro y en ocasiones es una tarea difícil seguir
los razonamientos de Reyna.
En pocas palabras, el texto constituye una contribución provechosa para los estudios kantianos. Los temas que trata son numerosos y sugestivos. Las fuentes que recorre no son escasas. Creo que conviene insistir en que la organización de la argumentación,
que no se demora en elucidaciones conceptuales ni explicaciones destinadas al lector no especializado,
restringe nítidamente el público al que se dirige: el interlocutor privilegiado del libro es el investigador que se dedica a los aspectos teóricos de la filosofía de Kant.