Immanuel
Kant, “La cuestión de las razas”
Immanuel Kant, “The Races Issue”
Carmen Polo[*]
Universidad
de Granada, España
Reseña de: Immanuel Kant. “La cuestión
de las razas”, seguido de Georg Forster, “Algo que añadir sobre las razas
humanas”. Editado por Natalia A. Lerussi y Manuel Sánchez-Rodríguez. Abada Editores, Madrid, 2021, ISBN: 978-84-17301-76-7.
Recientemente ha sido publicada La cuestión de las
razas, obra que comprende los escritos de Immanuel Kant acerca de las
razas. En ella se incluye, además de estos escritos, un artículo de Georg
Forster titulado Algo que añadir sobre las razas humanas (1786), en el
que este discute con Kant esta misma cuestión. Esta obra ha sido el resultado
del trabajo de traducción y edición de los profesores Natalia A. Lerussi,
profesora de Historia de la Filosofía Moderna en la Universidad de Buenos Aires,
y Manuel Sánchez-Rodríguez, también profesor de Historia de la Filosofía
Moderna en la Universidad de Granada. Los artículos que aparecen en La
cuestión de las razas fueron escritos y publicados por Kant entre 1775 y
1788, años durante los cuales forma su teoría acerca las razas. En ellos están
comprendidas tanto su teoría acerca de las razas como las ideas que podemos ver
en otras obras en torno a la investigación empírica de la naturaleza, que toma
aquí por caso particular la investigación del desarrollo en la naturaleza del
ser humano, considerado como un objeto empírico.
La presente obra comienza con una Introducción a los
textos del filósofo, “Kant y la cuestión de las razas”, realizada por Natalia
Lerussi. En ella se ofrece un breve corpus teórico desde el que poder
interpretar las ideas y argumentos que Kant expone acerca de las razas, de
manera que puedan ser pensados en el marco del sistema filosófico kantiano. Se
trata de elementos que, por la forma de su exposición, en principio pudieran
parecer alejados de una investigación filosófica propiamente dicha y ser, en
cambio, más cercanos a una investigación meramente empírica. En este sentido,
la Introducción arroja luz sobre esta cuestión: muestra de qué modo esta
investigación empírica de las razas forma parte de una teoría filosófica más
general que no está restringida únicamente al tema de la raza, sino que es
parte de un sistema que en última instancia trata de comprender el desarrollo
de la naturaleza. No obstante, aunque la Introducción sea de hecho un necesario
soporte para la comprensión de los textos de Kant, en ella vemos expuestos
temas o explicaciones que se repiten, tales como la discusión en torno a si la
teoría de la raza de Kant consiste en un intento de justificación de una
posición moral racista o no; es decir, si verdaderamente se puede hablar de
racismo en el pensamiento kantiano o si, por el contrario, se trata de una
interpretación inexacta o errónea de su filosofía. En efecto es esta una
cuestión relevante en el contexto de una época y un pensamiento ilustrados. No
es posible negar la existencia de racismo en el pensamiento de Kant, dadas las
declaraciones que él mismo hace acerca de esta cuestión y que en esta misma edición
podemos hallar. De hecho, en estos artículos es posible observar que la teoría
de las razas de Kant deja ver cómo, a pesar de su declarado interés meramente
científico, se torna en algún punto un modo de justificar que, en primer lugar,
unas sociedades son “mejores” o están “más avanzadas” que las demás y que, en
segundo lugar, estas sociedades son las que marcan o apuntan la dirección del
progreso que el ser humano en general ha de seguir. Sin embargo, no es asimismo
posible afirmar que en sus propuestas teóricas y prácticas sea claramente
inteligible una postura racista: más bien, puede decirse que la teoría
filosófica de Kant es contraria a posiciones como el racismo. Es, por tanto,
pertinente la tarea de poner de relieve la confrontación entre la defensa de cierto
racismo y la defensa de una ética cuyo punto de partida es la universalidad del
ser humano en tanto que ser racional. Este es, sin duda, un tema muy relevante
en la historia de la filosofía y en la interpretación de la ilustración
kantiana, pero que se extiende más allá de lo que nos permiten los textos
contenidos en esta obra.
De la misma manera, las notas que hallamos en la
Introducción, aunque sirvan de gran ayuda para una investigación más amplia
sobre la cuestión de las razas en Kant, quizá se extiendan más allá de lo que
requiere o exige una preparación para los textos, dificultando en cierto modo
la lectura.
Lo que sigue a la Introducción es una compilación de
breves resúmenes de los textos de Kant, así como una aclaración de las ideas
expuestas en ellos. A este respecto, señalaría que esta serie de resúmenes
podrían ser prescindibles en la medida en que en la Introducción ya han sido
explicados los argumentos y las ideas que Kant aduce a lo largo de los escritos.
A continuación, encontramos los artículos que
conforman La cuestión de las razas. Se trata de tres artículos: Sobre
las diversas razas humanas (1777), Definición
del concepto de raza humana (1785) y
Sobre el uso de principios
teleológicos en la filosofía
(1788). En los dos primeros Kant propone y defiende un concepto de raza que
piensa como acertado frente a los propuestos anteriormente. Para tal propósito
no aporta únicamente un concepto, sino que presenta una teoría de las razas, la
cual se inserta, a su vez, en el marco de lo que él mismo denomina “Historia
Natural” (su exposición tiene lugar en el tercero de los artículos). En lo que
concierne a la teoría de las razas, Kant defiende una monogénesis, esto es, la existencia de un único origen de todas las razas humanas,
frente a autores como el mismo G. Forster, quien defiende una poligénesis. Kant piensa que la existencia de razas distintas no significa que
estas constituyan “especies” distintas de seres humanos; para él, las razas son
variaciones físicas que nacen de un único linaje originario. Asimismo, esto
último contiene, además de la idea de la unidad del ser humano, también el
concepto de la “diferencia específica”. De manera que, para Kant, existen dos
factores que confluyen en el desarrollo histórico y natural del ser humano: el
primero es la igual repartición de lo que él denomina “disposiciones internas”
en la especie humana, un componente genético hereditario. Y el segundo es que el desarrollo de tales disposiciones se
produce de una manera u otra en virtud de factores externos, lo cual da lugar a
la generación de diferencias físicas entre seres humanos. A todo esto
subyace la idea de una naturaleza pensada en clave teleológica, que prevé una “asistencia”
en el desarrollo del ser humano, con el propósito de que pueda prosperar en
cualquier medio. Se trata de un modo de pensar la naturaleza, como una
exigencia regulativa para pensar los fenómenos de la naturaleza.
En cuanto a la distinción
entre lo que es una raza y lo que no, Kant introduce el criterio de
reconocimiento externo: el color de la piel, en primera instancia, así como
otras diferencias fisiológicas que, a diferencia del color de la piel, son
secundarias y accidentales. Es más, la diferencia en el color de la piel es una
herencia “indefectible”, por lo que es criterio suficiente para la distinción
entre razas. Cabe destacar que, aunque el concepto de raza contiene elementos
empíricos, no es tratado por Kant como tal, aunque tampoco sugiere que sea un
concepto a priori. Pues, según Kant, no es posible determinar a priori qué es lo que contribuye a que algo que no
pertenece de manera esencial a la especie humana pueda ser heredado.
Según apunta Natalia
Lerurssi en la Introducción, el concepto de raza es un concepto de carácter problemático o hipotético. Quiere decir que, cuando la razón piensa el
concepto de raza, lo hace según su uso hipotético. Tal noción proviene de una
distinción que Kant introduce en Kritik
der reinen Vernunft entre un uso apodíctico
de la razón y un uso problemático o hipotético, ambos dirigidos a la
investigación de lo empírico. Según el primer uso, se tiene un universal dado a priori bajo el cual subsumir lo particular empírico; sin
embargo, según el segundo uso, ese universal no está dado, por lo que ha de ser
asumido de manera hipotética o problemática, con el objeto de poder dirigir la
investigación de lo particular. Ahora bien, si el concepto de raza es
problemático, significa que ha sido asumido en un sentido hipotético para
organizar la experiencia, de manera que la indagación del particular sea
posible.
Por esta razón vemos, en el
tercer artículo de esta obra, Sobre
el uso de principios teleológicos en la filosofía, que Kant establece una distinción entre dos tipos
de investigación dirigidas a lo empírico, que se corresponden precisamente con la
diferencia entre los usos de la razón que hemos señalado. De este modo,
encontramos, de un lado, la física o “descripción (empírica) de la naturaleza”,
ciencia que, señala Kant, busca las causas eficientes o mecánicas que expliquen
los cambios que observamos en la naturaleza, desde las cuales podemos extraer
leyes apodícticas y necesarias. Y, de otro lado, Kant habla de la Historia Universal o “investigación de la naturaleza en general”,
cuyo objeto es la búsqueda de causas finales o teleológicas en la naturaleza,
las cuales están relacionadas directamente con la razón. Esta última ciencia
pretende, en primer lugar, buscar universales allí donde no es posible seguir
indagando en la experiencia mediante causas mecánicas; es decir, busca
interpretar o pensar el desarrollo de la naturaleza conforme a fines naturales.
Y, en segundo lugar, esta Historia
Universal pretende ofrecer útiles o
instrumentos a la física que le sirvan de orientación en la experiencia, esto
es, que sirvan para poder organizarla o, al menos, pensarla cuando no se
dispone de constatación empírica suficiente. En esta ciencia, la función de la
razón no es sino la de orientar y asistir la investigación empírica:
justificarla o corregirla en su teorización de la experiencia. Y es
precisamente aquí donde podemos situar la investigación acerca de las razas
dentro de la filosofía de Kant.
Sin duda, quizá lo más
relevante de esta serie de textos, obviando la teoría de la raza que Kant lleva
a cabo, es la exposición de esta Historia Universal como una ciencia de los
fines de la naturaleza (o como un sistema de causas finales), en la que se enmarca
el concepto de raza. Se trata de la presentación del proyecto de una ciencia de
la naturaleza pensada, en este caso, como una teleología de la misma (paralelamente
a una teleología de la libertad o doctrina práctica de los fines). A este
respecto se hace interesante la introducción del artículo de G. Forster al
final de la obra, dado que este texto ofrece la posibilidad al lector de
confrontar una teoría de la investigación de la naturaleza, así como también
una teoría de la raza, que rivalizan directamente con la propuesta kantiana y
discuten con ella.
Finalmente, lo que podemos
decir acerca de esta edición es que, en primer lugar, es de apreciar la selección,
traducción y edición de los escritos, tanto los artículos de Kant como el de
Forster, dado que en ellos se ponen de relieve problemas que son de gran
importancia para la consideración no únicamente de la filosofía kantiana, sino
también de la misma en el contexto de la Ilustración. Y, en segundo lugar,
aunque los textos se hagan en algún punto complejos, dadas las discusiones que
en ellos encontramos acerca de cuestiones muy específicas en torno al tema de
la raza, tanto el aparato crítico que acompaña a la traducción del texto como
la Introducción facilitan la comprensión en la lectura. Ambas cosas hacen que
esta edición sea de gran interés y utilidad para introducirnos, una vez más, en
el pensamiento kantiano, esta vez desde una perspectiva poco conocida o
estudiada en el marco de su filosofía.