An Exploration of Subsumption and Application Processes
in the Light of Time Determination
Javier Lapuerta Gayo·
Universidad
Complutense de Madrid, España
Reseña de: Jiménez Rodríguez, Alba
M., Deducción y aplicación de las categorías en la filosofía de Kant,
Granada, Comares, 2021, pp. 278. ISBN 978-84-1369-217-3
Con
el subtítulo de “El ingreso de la lógica en el tiempo a través de la imaginación
trascendental” Alba M. Jiménez nos anticipa la base que sirve de hilo conductor
de este trabajo: la sección del esquematismo trascendental como elemento
hermenéutico imprescindible para explicar la operación crítica de la deducción
trascendental de las categorías y la capacidad de aquella para explicar
retrospectivamente la cuestión de la aplicación de los conceptos. Por tanto, se
trata de una aportación más en la línea de trabajo que la autora sigue desde
hace años en el ámbito del estudio de la filosofía kantiana teniendo como
principal objeto —pero no único— la deducción de los conceptos que el mismo
Kant calificó de oscura. En esa medida el ritmo del libro se mide según tres
partes: en una primer momento —que medimos entre §1 y §2— la autora hace
relucir otra de las bien desarrolladas tareas de su investigación, es decir, la
investigación de las fuentes precríticas del esquematismo y del problema de la
aplicación de los conceptos. Para ello, se sirve de un análisis genealógico de
algunos de los problemas que se encuentran en el origen de las particulares
tomas de posición del regiomontano en la KrV, y lo hace a partir
de la consideración del problema de la construcción del conocimiento en el seno
de la matemática y a su aparición particular en la Deutlichkeit y la Dissertatio.
La medida de los cambios y gérmenes polémicos la realiza acompañada, a su vez,
de las originales lecturas de Martin Heidegger en obras como La
interpretación fenomenológica de la Crítica de la razón pura, Kant y el final
de la metafísica o La pregunta por la cosa, por mencionar algunas.
En
un segundo momento el texto se ceñirá —en lo que a nuestro parecer resulta uno
de los episodios más ricos e iluminadores del libro, que comprehende entre el
§3 y el §6— a un análisis de la vinculación entre esquematismo y tiempo,
análisis del que resulta la tesis fuerte de la interpretación de la autora: la
determinación trascendental del tiempo como la acepción preeminente de las
operaciones que en el seno de la síntesis trascendental y la imaginación se
ejecutan en orden a eso que, en el subtítulo, se llamaba una flexión temporal
de las categorías y del que se deriva la natura formaliter spectata. Sin
ni un solo atisbo de miopía la autora despliega todo un aparato hermenéutico
que recurriendo a un análisis de las diversas interpretaciones —entre las que
se incluye, de forma paradigmática, como foco polémico del libro (aun sin caer
en un reduccionismo simplista del que la autora se zafa por medio de un trabajo
de cada una de los razonamientos y tesis subsidiarias) la interpretación modal—
tiene como fruto una interpretación dinámica de los esquemas, junto a una no
reificante de las potencias del alma que han venido llamándose “facultades”. En consecuencia, surge uno de los mayores
rendimientos de su lectura, que es la consideración dinámica de la imaginación
como el entendimiento orientado a la intuición y el esquema como la faz
vectorial de las funciones lógicas en su inscripción procedimental en el
tiempo. Ya que nada es más inerte que una consideración literal del lenguaje
mítico del que Kant se sirve para dar cuenta de las propias operaciones cuyo
fundamento difícilmente arrancaremos a la naturaleza.
En
esta sección del libro la autora discute presupuestos como el carácter
prescindible del esquematismo respecto de la deducción por su supuesto carácter
asertórico, argumentando en contra la complementariedad de las explicaciones de
ambas secciones mientras concede la lectura del esquematismo como una precisión
de la efectividad de los procesos que en el orden de la posibilidad de la
exposición de la synthesis speciosa, precisión que, sin embargo, no
quita el sentido problemático —sentido que, “en la medida en que expresa la
coincidencia sólo ‘posible’ entre cierta trama de relaciones ideales cons sus
correlatos reales-efectivos” (p. 277)—.
Posteriormente
se acentúa la principalidad de la traszendentale Zeitbestimmung como
acepción principal y original del esquema trascendental. Por tanto, se propone
mostrar cómo el tiempo es la instancia última para explicar la síntesis y la
capacidad de las funciones del entendimiento para aplicarse sobre los
fenómenos; para explicar, en definitiva, los dos respectos de esta peliaguda
parte de la KrV: tanto la posibilidad de explicar la correspondencia
entre nuestras representaciones y las cosas, como la sancionabilidad de la aplicación
de los conceptos y la subsunción de los fenómenos bajo la cartografía
categorial. Así también se discute el carácter mediador del esquema por medio
de la discusión de la operación de subsunción, haciéndonos testigos del sentido
complementario de ser tertium quid del esquema. Igualmente, las
operaciones de subsunción son determinadas por la autora en términos análogos a
los de la subsunción e inferencia judicativas —de manera que el papel de la
premisa menor lo cumpliera el tiempo determinado trascendentalmente—, lo que
conecta con la reconsideración del lugar de la exposición del esquematismo en
el contexto de la Doctrina trascendental del Juicio en la KrV.
Consecuentemente, el tiempo de la Analítica trascendental se manifiesta
como el tercer término de la síntesis y el tercer término entre concepto puro e
intuición pura; a su vez, el esquema trascendental se declama en razón de su
carácter dinámico como la mediación misma que nace de la aplicación (y
vivificación) de las funciones lógicas del entendimiento en su esencial
correspondencia con el tiempo, en un proceso en el que las formas lógicas del
entendimiento devienen trascendentalmente categorías y la forma de la intuición
deviene intuición formal y objeto. En definitiva, lo que está en juego en la
preeminencia de la acepción de determinación trascendental del tiempo del
esquema es la anterioridad procesual de la síntesis figurativa o speciosa
respecto de su función mediadora, sensibilizante o significante —funciones que
no agotan la operación sintética de la imaginación trascendental pero que
juegan un papel fundamental en el proceso de conocimiento y de exposición y
aplicación de conceptos puros, matemáticos y empíricos—.
Por
último, en un tercer momento del escrito —que localizamos entre el §7 y el §11—,
la autora recorrerá el vínculo que se da entre la “tabla de los esquemas” y,
retrospectivamente, la tabla de las categorías y de los juicios, además de la
prospectiva con los Principios del entendimiento. A este respecto responde la
estrategia que la autora sigue en esta sección: recorrer el tránsito de las
condiciones de la experiencia a nivel formal partiendo de la trascendentalidad
de los Principios hasta llegar al sustrato empírico, mostrando así la conexión
entre los Grunsatze y la tabla de los esquemas con sus respectivos modos
o escansiones del tiempo. Por medio de este camino se logra enriquecer la
comprensión de eso que Kant consideraba una tarea cuasi-mecánica y de la que no
se ocupó larga y tendidamente, esto es: cómo los esquemas vinculados con las
funciones del entendimiento articulan una suerte de escansiones temporales de
las que cada uno de los cuatro títulos de los principios, y sus
correspondientes ramificaciones, arrojan el saldo de los modos en los que el
tiempo se pliega para dar su propia contextura ontológica a la experiencia. De
esa manera, Jiménez Rodríguez desarrolla minuciosamente cada uno de los títulos
que encabezan dicho aparato configurador según la serie, el contenido, el orden
y la complexión del tiempo.
En
muy resumidas cuentas, el libro se presenta como el paradigma de un trabajo
serio de la literatura kantiana y del diálogo ininterrumpido con la tradición.
Y solo por eso se puede afirmar que el principal rendimiento que arroja el
escrito es la discusión actualizada de diferentes posiciones dentro de la
oscuridad de la relación entre esquematismo y deducción, coherentemente
reconducidas a una lectura dinámica seria del esquematismo —única lectura que
puede comprehender las aparentemente ambiguas o potencialmente contradictorias
acepciones del esquema como tertium quid, concepto sensible, elemento
híbrido, condición de aplicación, condición de subsunción, procedimiento, regla
para la construcción de imágenes o determinación trascendental del tiempo—.
Esta última nos compromete con una lectura dinámica y, a su vez, su centralidad
dentro de la faz de diferentes declinaciones permite hacerse cargo de las
dimensiones más mecánicas de los procesos esquemáticos. Por tanto, la
exposición de la synthesis speciosa como la determinación trascendental
del esquematismo permite dar carta de ciudadanía a toda esa miríada de
acepciones que emanan de la consideración crítica del tradicional problema de
la mediación de la dualidad intelectual e intuitiva sin hacer contradictoria la
complementariedad de deducción objetiva y subjetiva, o de deducción
trascendental de las categorías y esquematismo. Y, como en una nota se afirma:
“la conclusión aquí sugerida no es más que un corolario de la interpretación
sostenida […] según la cual la posición media del esquematismo es la expresión
crítica de romper la tendencia de fundamentación del conocimiento que […]
trataría de establecer un fundamento siguiendo la estrategia de reducir uno de
los elementos a otro” (p. 201). Por tanto, la toma de partido por la
determinación trascendental del tiempo como acepción principal y originaria del
esquema nos permite reconducir un hilo conductor de los procesos de síntesis
que sea inclusivo con las demás acepciones del término bajo condiciones
concretas —como puedan ser el caso de un concepto matemático, empírico o
procedimientos de aplicación de los conceptos puros del entendimiento a los
fenómenos—. Porque los esquemas devienen de esta manera en “la condición para
cualquier modo posible de reunión de la pluralidad como unidad sintética de la
multiplicidad intuible gracias a la acción del tiempo” (página 276), condición
que gobierna las restantes funciones de la imaginación en orden a constituir
mediaciones. A su vez, el libro despliega una valiosísima caracterización de la
conexión entre algo así como una primordial tabla de los esquemas y las
categorías, enriqueciendo lo que el cuerpo textual de la Doctrina
trascendental del juicio mostraba de forma más mecánica por medio de la
precisión de lo que comporta una lógica del tiempo. Zeitreihe, Zeitinhalt,
Zeitordnung y Inbegriff se constituyen como modos del tiempo en su
calidad de imagen pura de la trama categorial.
En
definitiva, la disección del problema de la aplicación de los conceptos, su
vinculación con el esquematismo y el estudio del sentido de la traszendentale
Zeitbestimmung como una lógica el tiempo, todo ello en permanente diálogo
con las diversas interpretaciones y con la propia historiografía de la génesis
de los problemas de la legitimidad de la construcción matemática y filosófica o
la discusión crítica con el psicologismo de corte empirista y el dualismo de
corte platónico; todo ello, decimos, hace de este texto una muy importante
aportación dentro de la investigación de la filosofía kantiana que, lejos de
sedimentarse en la repetición doctrinal, sirve para tomar el pulso a un pensamiento
tan vivo como sigue siendo hoy en día —y como era tras la necesariamente
petrificante exposición dogmática de las Críticas— el de Immanuel Kant. El
libro ante el que nos encontramos es uno de los trabajos más completos y
minuciosos dentro de los estudios kantianos en lengua castellana de la época
reciente; ya no solo porque la autora sea capaz de trasladar a la lengua de
Cervantes debates y conflictos interpretativos que se suelen dar con más
ocasión en el contexto del Kantsforschung de la tradición
germanoparlante, sino también porque ingresa en él con una audaz y
perfectamente autoconsciente interpretación de uno de los puntos más
conflictivos de la filosofía crítica. A caballo entre la revisión de la
tradición kantiana —sobresaliendo por la escrupulosidad de su disección crítica
de las tesis expuestas— y la originalidad de una competente recreación de la
filosofía de Kant, la autora Alba M. Jiménez logra poner en nuevo movimiento el
pensamiento que siempre se mantuvo vivo por debajo de la superficie de los
textos del regiomontano.