RESUMEN

Este artículo analiza la creación del Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo y sus relaciones con las mujeres antifascistas españolas. Propongo pensar históricamente las implicaciones del movimiento antifascista de mujeres a partir de poner en valor las redes de intercambio creadas a lo largo del primer tercio de siglo, especialmente en los años treinta, que confluyeron en el Comité de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo y que fueron fundamentales en la resistencia civil frente al golpe de estado de julio de 1936.

Palabras clave: Feminismo; antifascismo; Segunda República española; historia transnacional.

ABSTRACT

This article analyses the creation of the Women’s World Committee Against War and Fascism and their relations with Spanish antifascist women. I propose to think historically about the implications of the anti-fascist women’s movement by highlighting the exchange networks created throughout the first third of the century, especially in the 1930s, which converged in the Women’s Committee against War and Fascism and which were fundamental in the civil resistance to the coup d’état of July 1936.

Keywords: Feminism; anti-fascism; Spanish Republic; transnational history.

Cómo citar este artículo / Citation: Blasco Lisa, Sandra (2024). El Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo y sus relaciones con España. Historia y Política, 51, 277-‍303. doi: https://doi.org/10.18042/hp.2024.AL.06

I. INTRODUCCIÓN[Subir]

La historia de género ha sido un campo de estudio prolífico que ha permitido rescatar sujetos subalternos y aportar una novedosa interpretación del pasado. Un campo de estudio que desde finales de los años noventa se ha caracterizado por una constante revisión, por una expansión global inédita y por una heterogeneidad teórica, compartida con el devenir de la disciplina.[2]

Uno de los aspectos por afianzar en la historiografía de género en España es el de historizar las experiencias del feminismo y conectarlas con el contexto internacional, con las organizaciones internacionales de mujeres y con los significados y prácticas que se dieron en otros países, sobre todo en aquellos que también se encontraban en la periferia europea, como el resto de países mediterráneos o los países de Europa del Este. Otra de nuestras tareas pendientes, a raíz de nuestra historia y lazos culturales comunes, es la de indagar en las fructíferas relaciones iberoamericanas del primer tercio de siglo.

Respecto al feminismo histórico del periodo de entreguerras, las historiografías de Europa occidental y oriental comparten el retraso en la aparición del género como categoría. Si en los países del Este se priorizó inicialmente la investigación de las mujeres dentro del comunismo, en Europa Occidental fue el estudio de las organizaciones y experiencias del sufragismo (utilizando como referencia el modelo anglosajón) lo que inicialmente suscitó mayor interés. En ambas historiografías vemos dos tendencias compartidas que se han mantenido en el tiempo a la hora de analizar el periodo de entreguerras: por un lado, el uso de antagonismos, en concreto me refiero al binomio feminismo burgués-feminismo proletario; por otro lado, la falta de estudios sobre el antifascismo, el pacifismo y el feminismo como culturas internacionalistas conectadas entre sí.[3]

En España, la historiografía apenas se ha interesado por el movimiento internacional antifascista de mujeres. Este movimiento fue, sin duda, uno de los movimientos de base más importantes de la primera mitad del siglo xx y tuvo una representación de diferentes ideologías. Su estudio entraña varias dificultades, como ha señalado Mercedes Yusta. Por un lado, la heterogeneidad ideológica de su composición dificulta la construcción del objeto historiográfico. Por otro, respecto al Comité Internacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, el androcentrismo, así como un menor interés por las mujeres comunistas en Occidente, ha reducido la trascendencia histórica del movimiento de mujeres a una suerte de estrategia de la Komintern y de la URSS.[4]

Aunque el antifascismo femenino durante la Guerra Civil y la posguerra española se ha estudiado en diversas investigaciones, es en el primer lustro de la década de los años treinta en donde vemos un menor énfasis historiográfico.[5] Este trabajo, por tanto, parte de las aportaciones de investigadoras como Mary Nash, Mercedes Yusta o María Dolores Ramos respecto al desarrollo del movimiento de mujeres antifascistas en España y tiene como objetivo ahondar en el movimiento antifascista español como parte del movimiento internacional, incidiendo en las relaciones de amistad, vínculos y transferencias de saberes y prácticas entre organizaciones, apoyo mutuo y solidaridad entre mujeres que identificaron a este movimiento social.

Respecto al Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, este ha comenzado a investigarse en algunos países europeos como Francia, Gran Bretaña, España o Yugoslavia.[6] Sin embargo, faltan investigaciones en perspectiva comparada e investigaciones que nos ofrezcan una perspectiva internacional del movimiento. Contamos con varios estudios sobre algunas de las líderes internacionales más relevantes (me refiero a las investigaciones sobre Gabrielle Duchêne o Bernadette Cattanéo, gracias al trabajo de Emmanuelle Carle y Lorraine Coons).[7] De igual modo, para el antifascismo en España y Latinoamérica son fundamentales las aportaciones de Mercedes Yusta y las biografías existentes de algunas líderes como Dolores Ibárruri, María Lejárraga o Isabel Oyarzábal. Es de especial relevancia, por la falta de estudios al respecto, el libro Queridas camaradas, coordinado por Mercedes Yusta y Adriana Valobra, sobre el movimiento trasnacional de mujeres comunistas iberoamericanas.[8]

La hipótesis de la que parto es que en los años treinta se formó un movimiento feminista y antifascista transnacional, que se consolidó fundamentalmente en los años 1934 y 1935, cuyo capital político y potencial movilizador fueron de los más relevantes del siglo xx. Un movimiento que asoció el valor político de la solidaridad con la emancipación de las mujeres y que tuvo en la defensa de la España democrática uno de sus principales puntos de anclaje.[9] Fue un movimiento que recogía la experiencia de movilización internacional de las mujeres del primer tercio del siglo xx, que acogió a mujeres de diferentes procedencias y que estaban unidas no solo por entender que había un peligro común (el fascismo), sino también por compartir un profundo sentimiento humanista anclado en valores como la justicia social, el progreso o la paz. En este acercamiento se priorizó la escucha y el respeto mutuo, se evidenciaron unos matices generacionales que compartían y también que la ideología era más fluida que las categorías políticas utilizadas para definir a los partidos políticos a los que pertenecían.

Propongo seguir la estela de otras investigaciones que se están realizando al respecto en otros países de Europa y Latinoamérica, como es el caso de las investigaciones de Merche Yusta y Adriana Valobra o Francisca de Haan e Isidora Grubački, para ampliar la visión transnacional del movimiento de mujeres, así como el marco conceptual utilizado para analizar el feminismo del periodo de entreguerras. Podemos decir que en España hay una gran variedad de feminismos en intersección con otras ideologías que formaron el Comité de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, a saber: republicanismo, socialismo, anarquismo, librepensamiento laico, pacifismo, feminismo católico…[10] Por ello, este artículo propone analizar la ideología no como un corpus estable e inmóvil que polariza la experiencia de las mujeres en el pasado, sino como unos significados que son modificables y que cambian según los contextos históricos y experiencias que posibilitan esos significados. En el movimiento de mujeres del periodo de entreguerras se vivió una puesta de largo del feminismo como un humanismo y este implicó una reflexión integral de los objetivos del movimiento frente al fascismo y el capitalismo, aspectos que eran compartidos incluso por aquellas mujeres que no formaban parte del movimiento obrero.[11]

Sabemos que los años treinta para España tuvieron algo de extraordinario políticamente. Fueron años de una gran emocionalidad debido al avance de las políticas progresistas, pese a ser un momento de fortalecimiento de los grupos de extrema derecha en Europa. A su vez, fue un periodo de movilización y conquista de derechos para las mujeres españolas, así como de consolidación de los vínculos internacionales forjados con las organizaciones de mujeres que operaban desde principios de siglo.[12]

El artículo está estructurado de la manera siguiente: en primer lugar, exploraré la configuración de ese movimiento mundial de mujeres a partir del acercamiento de dos organizaciones que fueron por antonomasia las que destacaron por su compromiso antifascista en los años treinta: la Women’s International League for Peace and Freedom (WILPF) y la Internacional Comunista (IC). A su vez, destacaré la implicación de las mujeres españolas en este movimiento, desgranando la creación del Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo en España. En segundo lugar, analizaré el Congreso Internacional de Mujeres, celebrado en París en agosto de 1934, como un hito del movimiento, vivido como un triunfo del feminismo internacionalista y pacifista. Finalmente, en tercer lugar pondré en valor las redes de solidaridad creadas a lo largo del primer tercio de siglo, especialmente en los años treinta, que confluyeron en el Comité de Mujeres contra la Guerra y que fueron fundamentales en la resistencia civil frente al golpe de Estado de julio de 1936.

II. LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL MOVIMIENTO DE MUJERES ANTIFASCISTAS ESPAÑOLAS[Subir]

La organización del antifascismo como movimiento de masas en los años treinta tuvo su origen en dos reuniones internacionales que se celebraron en 1932 y 1933: el Congreso Mundial contra la Guerra, celebrado en Ámsterdam en agosto de 1932, y el Congreso Internacional de Trabajadores Antifascistas celebrado en la sala Pleyel de París en 1933. De las resoluciones de ambos surgió el denominado Pacto Ámsterdam-Pleyel, un acuerdo en defensa de la paz y la democracia frente a la amenaza de los fascismos y que, finalmente, se denominó Comité Mundial Conjunto contra la Guerra Imperialista y el Fascismo, presidido por Henri Barbusse. Se trataba de una organización de masas compuesta por diferentes secciones (trabajadores, jóvenes, estudiantes, mujeres…) y que tuvo un gran éxito internacional.[13]

Dos organizaciones internacionales fueron adalides del Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo: la WILPF y la Sección de Mujeres de la Internacional Comunista. En primer lugar, debemos destacar la decisión de la Ejecutiva WILPF de sumarse a organizaciones internacionales mixtas. Una tendencia que fue aumentando desde la Conferencia pro Desarme de 1932, orquestada por la Sociedad de Naciones y que se consolidó tras el Congreso de Zurich de 1934. En dicho congreso se puso de manifiesto el interés de una nueva generación de pacifistas por converger en el ámbito internacional con otras mujeres progresistas y organizaciones mixtas con el propósito de aunar fuerzas contra la guerra y el imperialismo.[14]

De las líderes de WILPF sin duda fue la presidenta de la Sección Francesa, Gabrielle Duchêne, el nexo más importante entre el pacifismo internacionalista y la Internacional Comunista gracias a su amistad y cercanía ideológica con varias de sus líderes.[15] Fue Duchêne quien presentó una declaración al Comité Ejecutivo de WILPF, argumentando que la organización debía basarse no en un pacifismo ortodoxo, sino en la defensa de la paz, yendo a las causas que impedían esa paz. Defendió que el capitalismo no era compatible con la paz permanente y que el fascismo no era sino una “manifestación de autodefensa del capitalismo”.[16]

En segundo lugar, fue la Internacional Comunista y la Sección de Mujeres de la misma quienes enarbolaron la bandera de la unidad de todas las mujeres progresistas como estrategia útil frente al fascismo y la guerra. En 1933, Jorge Dimitrov (secretario de la III Internacional) encomendó a la comunista belga Bernadette Cattanéo trabajar en pro de una organización mundial que aglutinase a las mujeres antifascistas. Así fue como, en unión de estas dos iniciativas, surgió el Comité Mundial de Mujeres Contra la Guerra y el Fascismo, también conocido como Rassemblement Mondial des Femmes (RMF). El epicentro del Comité se situó en París, Gabrielle Duchêne se convirtió en su presidenta y Bernardette Cattanéo en secretaria.[17]

En enero de 1934 el Comité Mundial de Mujeres hizo un llamamiento a las mujeres del mundo, de todas las tendencias ideológicas y confesionales, para que se uniesen al movimiento antifascista mundial y asistiesen al Congreso que se celebraría en París en el verano de ese año. En el caso de España, fue a mediados del año 1933 cuando llegó a Madrid una delegada de la Sección Francesa del Comité Mundial contra la Guerra y el Fascismo para invitar a las españolas a crear una sección propia y asistir como tal al Congreso.[18] Dicha delegada se reunió con las mujeres de la Comisión Femenina del PCE, entre las que destacaban Dolores Ibárruri, Irene Falcón y Encarnación Fuyola.[19] La delegada francesa les pidió que contactasen con las mujeres socialistas y republicanas para crear un frente unitario. De este modo se formó en julio de 1934 el Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo en España. Su presidenta de honor fue Catalina Salmerón, un nombramiento con una gran carga simbólica por ser hija del líder político de la Primera República española de 1873:

Con la colaboración sincera y cordial de las mujeres republicanas y con algunas socialistas organizamos el Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo […] las mujeres comunistas íbamos a los centros republicanos donde se reunían las mujeres inscritas en ellos, hablábamos y discutíamos cordialmente con ellas, exponiendo nuestros puntos de vista sobre la situación y sobre la política general de los Gobiernos de la República.[20]

El trabajo político que desarrollaron en el Comité permitió que se evidenciase lo que inicialmente era una intuición: que las posiciones de los partidos políticos a los que pertenecían estaban más alejadas que la ideología de las propias militantes. Como recuerdan Dolores Ibárruri o Irene Falcón, así como algunas socialistas como Isabel Oyarzábal o Margarita Nelken, la relación entre ellas fue sincera y cordial, las reuniones potenciaron una interesante y necesaria reflexión política conjunta, además de reconocerse mutuamente. En palabras de Ibárruri «hallamos mujeres que nada tenían que envidiar a los dirigentes de sus partidos ni por su capacidad política ni por su compresión de los problemas vitales de España ni por su decisión de luchar contra el peligro reaccionario y fascista que iba condensándose y perfilándose en nuestro país».[21]

Fotografía 1.

Congreso Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo. Madrid, julio de 1934

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Fuente: «Contra la guerra y el fascismo», Ahora, 17 de julio de 1934, p. 15.

En España se vivía un contexto político de dificultades para los partidos de izquierdas, sobre todo tras la victoria de las derechas en 1933 y el ascenso de grupos fascistas como Falange Española, cuyo discurso comenzaba a atraer a miles de jóvenes. La situación de necesidad y la sincera voluntad de trabajar conjuntamente permitió que hubiese un reconocimiento mutuo entre mujeres —más allá del recelo de los partidos políticos— y que la constitución de este comité se viviese como una válvula de oxígeno frente a la represión. Fue una iniciativa que llenó de esperanza e ilusión al movimiento de mujeres.[22]

En España, el Primer Congreso de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo se celebró el 14 y 15 de julio de 1934. Algunas de las asistentes fueron las comunistas Dolores Ibárruri, Irene Falcón, Encarnación Fuyola, Lucía Barón, Elisa Úriz y Carmen Loyola. De las mujeres adscritas al republicanismo y el socialismo destacaron Victoria Kent, Clara Campoamor, Isabel Oyarzábal, Consuelo Álvarez o María Lejárraga. Asistieron también intelectuales no adscritas políticamente a ningún partido, como Rosa Chacel, así como más de sesenta delegadas representantes de los comités regionales que se habían creado en varias provincias españolas.

Se hizo un llamamiento de unión contra el imperialismo y la guerra y se aprobó la constitución de un comité que representase a las españolas en el Congreso Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo de París. Se aprobaron también una serie de iniciativas que representaban los valores comunes que guiaban el Comité: mujeres de una misma generación que coincidan en la unión entre la política y el feminismo en un contexto de derrumbe de las democracias liberales europeas ante el avance de los fascismos a los cuales identificaban con el imperialismo, la explotación humana y la guerra.

Algunas de las demandas que se aprobaron fueron: la lucha contra el capitalismo y la elevación del nivel del proletariado; la igualdad salarial entre hombres y mujeres; el derecho al aborto; el derecho al trabajo para las mujeres casadas; la denuncia de la represión a la que eran sometidos los antifascistas (se aprobó hacer campaña en favor de la liberación del político comunista alemán Ernst Thälmann, arrestado por la Gestapo en 1933), y se priorizó el trabajo político frente a la guerra, en concreto contra la guerra que España mantenía con Marruecos en su particular encrucijada colonial.[23]

La republicana Victoria Kent recalcó en su discurso que, aunque era de sobra conocida su posición pacifista, en este caso la lucha antifascista «debía ir unida a la ofensiva contra la guerra, por cuanto el fascio cristaliza todos los peligros guerreros en un afán imperialista». Margarita Nelken, por su parte, recordó que si se estaba en contra de la guerra, se debía estar también en contra del fascismo y que este «en esta etapa histórica que vivimos, no es sino la defensa desesperada del capitalismo, o sea, de lo que fatalmente conduce a la guerra».[24] Finalmente, Dolores Ibárruri recordó en el aniversario del inicio de la Gran Guerra los peligros del capitalismo y sus contradicciones, asociados a un posible nuevo conflicto en suelo europeo: «Teniendo en cuenta que en los momentos en que se va a celebrar el XX aniversario del enorme crimen que fue la guerra europea, las contradicciones del capitalismo hacen inevitable un nuevo conflicto cuyas nubes precursoras han aparecido ya. Las mujeres, sin distinción de clases ni credo ni ideologías, tienen que luchar con todas sus fuerzas —no ya de una manera sentimental— contra estos propósitos capitalistas».[25]

III. EL CONGRESO MUNDIAL CONTRA LA GUERRA Y EL FASCISMO (PARÍS, AGOSTO DE 1934)[Subir]

El Congreso Mundial contra la Guerra y el Fascismo se celebró en París del 3 al 7 de agosto de 1934. En 1934 se cumplía el vigésimo aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial y se eligió celebrar el congreso en agosto coincidiendo con la ocupación de Bélgica y Francia. Un momento cargado de simbolismo que fue además utilizado como prefacio del report oficial del Congreso, en el cual se lanzaba un aviso frente al resurgir de las políticas realistas en las relaciones internacionales: «Nous alertons toutes celles qui peuvent nous entendre, parce que nous voyons distintictement que la vie et l’ avenir des peuples sont en jeu en 1934, comme ils l’ont été en 1914 et plus encore qu’en 1914. Nous, les femmes, nous voyons l’humanité menacée par un cataclysme sans pareil».[26]

Asistieron al Congreso 1100 delegadas de diferentes países, edades, razas, confesiones e ideologías, que fueron agrupadas en varios grupos de trabajo (profesionales del campo, de la enseñanza, de la salud, amas de casa, trabajadores de la industria, intelectuales, mujeres que representaban a las colonias, etcétera). Muchas provenían de sindicatos, de partidos políticos, de organizaciones pacifistas y feministas, del cristianismo de base… Muchas eran simpatizantes antifascistas y acudieron a título individual. El Congreso fue definido como un evento de difícil descripción por la emoción y el entusiasmo desbordante de las delegadas y por la gran afluencia de simpatizantes a las sesiones plenarias, asistencia que rebasó todas las expectativas. Entre delegadas y simpatizantes llegó a haber más de 2500 personas. El report oficial del Congreso destacó al respecto el esfuerzo organizativo, bajo la coordinación de Gabrielle Duchêne, que permitió que algunas de las sesiones plenarias fueran traducidas simultáneamente a tres idiomas y dio cabida, además, a numerosas sesiones de los grupos de trabajo.

El Congreso sirvió para reflexionar sobre las causas y el significado del ascenso de los fascismos en Europa, del peligro que suponía su ideario para las mujeres y las clases trabajadoras del mundo. Como explica Katherine Marino en el libro Feminism for the Americas, esta conferencia lanzó y amplió nuevas formas de comprender el trabajo político de las mujeres y levantó la conciencia de las feministas del mundo sobre la necesidad de enfrentar el racismo, fascismo e imperialismo como luchas interconectadas. Así, podemos decir que de los valores que alentaban a las mujeres antifascistas del periodo de entreguerras se deduce un trabajo político motivado por una solidaridad interseccional.[27]

Durante el primer tercio del siglo xx, el movimiento de mujeres había tenido una fuerza y crecimiento sin precedentes. Sin embargo, era un movimiento que se estaba debilitando en el mundo, especialmente en Europa. Específicamente, se pusieron de manifiesto las consecuencias que estaban teniendo las políticas sociales del fascismo. Arriesgando sus vidas y saliendo ilegalmente de sus países, mujeres de Alemania, Italia o Grecia viajaron a París y dieron a conocer al mundo el retroceso de derechos y libertades para las mujeres y para la clase trabajadora que sus países habían experimentado.

A su vez, confirmaron que se estaba viviendo una gran ofensiva internacional contra la que se conoció en los años veinte como la mujer moderna y contra la «liberación de la ancestral esclavitud conyugal» que muchas de ellas habían conseguido. En diferentes países se estaba instalando un discurso reaccionario que intentaba privar a la mujer del derecho al trabajo en igualdad de condiciones que los hombres, poniendo en cuestión su autonomía («Il mit à jour le mensonge de la présentation, idyllique du mot d’ordre des fascistes et des réactionnaires de tous les pays: “Retour de la femme au foyer”») o se argüían motivos fundados en la tradición para legislar salarios más bajos para las mujeres.[28] Por el contrario, el informe de las delegadas de la URSS fue recibido con júbilo. El discurso de Elena Stásova, líder de la Internacional Comunista y presidenta del Socorro Rojo Internacional (SRI), fue escuchado con esperanza. Sobre todo, al desgranar cómo en la Unión Soviética las mujeres podían acceder en igualdad de condiciones que los hombres a cualquier tipo de profesión, así como a todas las formas de enseñanza. Además, se habían igualado los derechos políticos y civiles para ambos.[29]

Otro de los ejes centrales fue el análisis de las causas del ascenso de los fascismos. En el periodo de entreguerras era fácil concluir que el capitalismo tenía una versión extrema y que solo la unión del progresismo internacional podría salvar a Occidente del derrumbe de los valores del liberalismo. Por ello, se incidió en el modus operandi del capitalismo, basado en la guerra y el expolio, cuyas políticas habían conducido al aumento de las desigualdades sociales. Fue contundente el discurso de Gabrielle Duchêne, quien habló del fascismo como una gobernanza incompatible con la paz, por lo que instó al movimiento de mujeres a posicionarse frente a sus Gobiernos si no colaboraban en detener el avance del fascismo y la guerra en el mundo.[30]

Las delegadas españolas, lideradas por Dolores Ibárruri —la cual también asistió como representante de Portugal— transmitieron su preocupación por el auge del fascismo y por una posible guerra imperialista en suelo español. Dieron a conocer al Congreso su unión frente a ello y su trabajo político. Un trabajo consolidado en la primera mitad del año 1934 a partir de huelgas contra los recortes salariales, manifestaciones por la liberación de Thälmann, contra el imperialismo español en Marruecos o acciones de protesta simbólica contra el fascismo, entre las que destacaron el boicot a los barcos nazis derribando la bandera de la esvástica. Unas acciones y una voluntad política que habían culminado en la creación del Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra cuyo trabajo político que se comprometían a continuar a su vuelta de París:

In spanish speaking countries the fight against Fascism is developing, there is most savage repression and wage-cuts. Women struggle side by side with the men in Spain. They demostrate for the release of thalmann boycott the german ships, and tear down the swastika flag. The capitalist imperialists are preparing for war. Spain would be drowned in such a war. The revolutionaries of Spain will know how to transform the imperialist war into a war for freedom.[31]

En definitiva, podemos decir que el Congreso estuvo lleno de aprendizajes y que fue vivido como un éxito del movimiento de mujeres, del internacionalismo y de la paz. Bernadette Cattanéo recordaba el privilegio de haber podido asistir a «le plus gran Congrés de femmes que le monde ait jamais connu» y Monica Whateley, sufragista británica, integrante del movimiento No more War, militante del Partido Laborista y líder de la campaña Six Point Group[32] apuntó que £en effet, le Congrés nous a enthousiasmés et il nous a montré que le travail en commun de femmes ayant des opinions différentes est possible tout en gardant ses propres convictions».[33] Cattanéo afirmaba, a este respecto, que «el tiempo de la “política de capilla” había terminado» y que todos los que no querían ni el fascismo ni la guerra habían dejado atrás sus diferencias y se habían unido contra un peligro común.[34] Finalmente, como expresaba Gabrielle Duchêne, este congreso había sido solo el comienzo y era necesario expandir su espíritu a nuevos círculos todavía despolitizados: «Ce rassemblement n’est qu’un commencement. Le lien qui s’est créé doit être resserré, la collaboration qui s’est établie dans des heures d’enthousiasme doit être non seulement maintenue, mais dévelopéé. L’action si heuresement comemencée doit maintenant d’elargir, atteindre de nouveaux milieux».[35] Un aspecto, el de la visibilidad de los comités nacionales y de la acción política frente al fascismo en cada país, por el que el comité español destacó por sus iniciativas, organización y buenas relaciones trasnacionales, tal y como veremos a continuación.

IV. SOLIDARIDAD FRENTE AL FASCISMO ANTES DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA[Subir]

En este epígrafe mostraré algunos de los vínculos, intercambios y redes de apoyo del Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo con las mujeres españolas. Hubo un importante trabajo político previo a la Guerra Civil que debe ser analizado con mayor profundidad, ya que más allá de los arquetipos que cautivaron a la izquierda mundial en la Guerra —como el de la imagen heroica del ama de casa convertida en miliciana o la labor asistencial de las mujeres en la retaguardia—, el movimiento de mujeres contaba con una estrategia y unas redes propias antes de la misma.

La relación de amistad con algunas de las líderes europeas venía de años atrás. Por ejemplo, en 1932 la Lliga catalana per la Pau i la Llibertat, ligada a la WILPF Internacional, celebró una serie de actos contra la guerra y en favor del desarme, así como una campaña de recogida de firmas para la Conferencia pro Desarme de la Sociedad de Naciones de ese año. Estos actos, en consonancia con el resto de secciones nacionales que componían la WILPF, fueron precedidos de una serie de conversaciones y visitas de feministas internacionales a España. En concreto, en octubre de 1931, el n.º 17 de Evolució (la revista oficial de la Lliga) anunciaba la visita de Gabrielle Duchêne a Barcelona, la cual dio una conferencia sobre la paz y el desarme.[36] Por esta vía se forjó la relación de amistad entre Montserrat Graner (presidenta de la Lliga catalana per la Pau i la Llibertat) y Mme Duchêne, amistad que se vio fortalecida con la constitución del comité antifascista catalán en 1934. Se denominó Comitè Femení contra la Guerra i el Feixisme y Montserrat Graner formó parte del mismo junto con otras mujeres catalanas destacadas en el movimiento de mujeres de Cataluña, como Lina Òdena (de las Juventudes Comunistas) o Elisa Úriz (del PSOE).[37] Gabrielle Duchêne también visitó en 1932 a las madrileñas que habían fundado la Liga Femenina Española por la Paz (LFEP), estrechando su relación de amistad con Clara Campoamor, María Lejárraga e Isabel Oyarzábal.[38]

Por su parte, las mujeres comunistas estaban en contacto con militantes importantes como la líder belga Bernadette Cattanéo o la francesa María Rabaté. Cattanéo fue quien promovió la creación del Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo en España a partir de su relación con Dolores Ibárruri y Dolors Bargalló. Además, durante la Guerra Civil española se hizo cargo del Comité de Coordinación de ayuda a la España republicana junto con otras mujeres que pertenecían al Comité Francés de Mujeres contra la Guerra, como Isabelle Blume o María Rabaté.

Fotografía 2.

Bernadette Cattanéo y Dolores Ibárruri en 1934

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Fuente: Fonds Bernadette Cattanéo, CHS, DR.

Es de interés señalar la cercanía entre las mujeres antifascistas ibéricas y latinoamericanas, un aspecto que sigue siendo un vacío historiográfico que cubrir. Citaré como ejemplos dos de los casos que más han llamado mi atención. A la creación del Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo en España asistieron algunas de las mujeres destacadas del feminismo internacional, entre ellas la doctora uruguaya Paulina Luisi, creadora del Consejo Nacional de Mujeres de Uruguay en 1916, ligada al International Council of Women (ICW) y de la Alianza de Mujeres Uruguayas en 1920, organización que estaba representada en la International Woman Suffrage Alliance (IWSA). Paulina era una líder con gran reconocimiento internacional, a caballo entre el feminismo iberoamericano y anglosajón, que tenía amistad con algunas líderes del sufragismo, como Emily Green Balch o Carrie Chapman Catt. Conocía también a la española Belén de Sárraga desde 1910, cuando ambas representaron a Uruguay en el Congreso de Mujeres de Argentina, y fue representante en varias ocasiones de las mujeres portuguesas gracias a su amistad con la también doctora Adelaide Cabete.[39] Es una figura sin duda importante en el feminismo iberoamericano e internacional, que fue reconocida en varias ocasiones por el feminismo español. Luisi dio mítines y conferencias en la España de los años veinte y treinta, dando visibilidad a dicha unión iberoamericana de mujeres que desembocó en su asistencia al Comité Nacional contra la Guerra y el Fascismo.[40]

Otro ejemplo es el de la participación de la escritora de la generación del 27 María Teresa León, junto con la escritora y abogada cubana Ofelia Domínguez Navarro, en el primer acto del Frente Único pro Derechos de la Mujer (FUPDM), que se celebró en el Teatro Hidalgo de la Ciudad de México en agosto de 1935.[41] El Frente Único estaba integrado por «una singular alianza de organizaciones políticas». Fue una organización interpartidista e interclasista, «expresión del movimiento femenil más relevante de la primera mitad del siglo xx» y se constituyó como el Comité Nacional Mexicano del Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo.[42] De entre sus líderes destacó Consuelo Uranga, líder comunista reconocida internacionalmente que mantuvo contacto de forma permanente con las antifascistas españolas. El investigador Jesús Vargas explica en el libro Consuelo Uranga, la Roja, que Consuelo llegó a perder a un hijo porque durante los últimos meses del embarazo tuvo «una actividad extenuante», organizando a los voluntarios mexicanos «que se integraron en las brigadas internacionalistas que partían a España a brindar su apoyo a los republicanos contra el fascismo».[43]

Durante la segunda mitad del año 1934, la visibilidad y acciones del comité español estuvieron al alza y hubo un respaldo internacional a las protestas de las españolas: apoyo frente a la política colonial y la represión gubernamental, así como frente a grupos fascistas como Falange Española. Como ha señalado Mercedes Yusta, «en España el antifascismo femenino adoptó rápidamente el tono de una movilización combatiente». [44] Una de las primeras acciones políticas tras el Congreso de París tuvo lugar a finales de agosto de 1934, a raíz del envío de reservistas a Marruecos. Al respecto, se realizaron varias manifestaciones contra el imperialismo gubernamental y contra la guerra que tuvieron una gran repercusión en varias ciudades del país.

Es necesario destacar la labor de difusión internacional en medios de comunicación, particularmente en las revistas de los comités nacionales. La revista Woman To-day y especialmente la revista Les Femmes dans l’action mondiale, del comité inglés y francés respectivamente, publicaron varios artículos en apoyo al antifascismo español entre 1934 y 1935. Estos apoyos se intensificaron con el inicio de la Guerra Civil, cuando algunas escritoras y militantes antifascistas, editoras de estas revistas, viajaron a España para incorporarse al bando republicano. Otros grupos cercanos al comité, como el Six Point Group, hermanados con las españolas, recaudaron fondos de ayuda en su país.[45]

Especialmente relevante fue la relación de las españolas con el comité de mujeres francés. Una relación cultivada a lo largo de los años a partir de los vínculos con la presidenta Mme Duchêne o Bernadette Cattanéo, pero también gracias a la asidua colaboración de las españolas, como Dolores Ibárruri o Margarita Nelken en la revista Les Femmes dans l’action mondiale. Además, Nelken, junto a Isabelle Blume (de Bélgica) y Paulina Luisi (de Uruguay), ayudó al comité francés a organizar el Congreso Mundial de París.[46] Posteriormente, tras la llamada revolución de Asturias y la dureza con que esta fue reprimida por parte del poder gubernamental, el Comité contra la Guerra y el Fascismo en España fue prohibido. Dolores Ibárruri y Veneranda Manzano fueron encarceladas y Margarita Nelken tuvo que exiliarse en Francia, donde recibió el apoyo material y moral de la sección francesa.[47]

Fotografía 3.

Isabel Oyarzábal visitando a Dolores Ibárruri en la cárcel Modelo

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Fuente: Ibárruri (‍1962: 192)[48].

La revista Les Femmes dans l’action mondiale fue un altavoz de la actividad de las españolas en los años 1934 y 1935. La asiduidad de las noticias que aparecen sobre España, así como el respeto por el trabajo político de las españolas destacan entre sus páginas. Entre agosto y octubre de 1934 se realizaron numerosas actividades por parte del comité español, muchas de las cuales se recogen en la revista. Se hicieron exposiciones y concursos de dibujos contra el rearme, recogidas de firmas contra la guerra y el fascismo, así como huelgas y manifestaciones contra la represión gubernamental del Gobierno y por la liberación de los presos antifascistas. Este proceso culminó con la denuncia de la represión de los obreros asturianos en 1934 (en la huelga general conocida como Revolución de Asturias) y con la organización de comités de ayuda para las familias que habían perdido algún ser querido.

Tras el Congreso de París, se produjo una gran movilización de las mujeres antifascistas contra la maniobra de movilización de reservistas a la guerra colonial que planeaba el Gobierno. Estas protestas se realizaron en diferentes ciudades del país, entre las que destacaron Madrid, Barcelona y Zaragoza.[49] Como recordaba Dolores Ibárruri en sus memorias:

Nada más volver del Congreso de París, las delegadas españolas conocieron la noticia de una movilización de reservistas a Marruecos. Rápidamente reaccionó nuestra organización y en unas horas, venciendo dificultades que parecían insuperables y gracias al entusiasmo de las mujeres republicanas y socialistas, a despecho de las ordenes de las direcciones de sus partidos, se organizó en Madrid una manifestación de protesta contra la movilización de reservistas, en la que participaron millares de mujeres.[50]

En Barcelona se realizó una gran manifestación y se enviaron tres telegramas de protesta: uno a la embajada de Alemania exigiendo la liberación de Thälmann y de todos los presos antifascistas; un segundo a la embajada de Japón como protesta por sus provocaciones de guerra contra la URSS y, finalmente, una tercera al Gobierno central de Madrid demandando la liberación de los que se cifraban en más de 20 000 presos políticos en España.[51]

En Madrid se realizó una gran manifestación seguida por millares de mujeres, encabezadas por las obreras de la Fábrica de Tabacos y por Catalina Salmerón, que marcharon contra la movilización de reservistas. La revista Les Femmes dans l’action mondiale se lamentaba entre sus páginas de la terrible represión de la policía, montada a caballo y golpeando a mujeres y niños. Dolores Ibárruri así lo recordaba también en sus memorias: «Los guardias de la policía montada lanzaban sus caballos sobre nosotras. Las mujeres, sin arredrarse, volvían a reagruparse y continuábamos marchando por las calles de la capital. Fueron detenidas numerosas manifestantes y conducidas a la Dirección General de Seguridad».[52]

Fotografía 4.

Manifestación contra la guerra y el fascismo en Barcelona, agosto 1934

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Fuente: Bernadette Cattanéo: «Les espagnoles aux prises avec la garde civile», Les Femmes dans l’action mondiale, 2 (1º année), octubre 1934.

De igual modo, Bernadette Catanéo resaltaba para la revista Les Femmes dans l’action mondiale la impresionante huelga de Zaragoza (una huelga general que ya duraba más de tres meses) y la solidaridad de las mujeres de otras provincias, como las mujeres de Barcelona, que habían enviado los enseres necesarios para que las familias pudieran mantener la protesta ante la carestía de alimentos y medicinas. «Les femmes lancérent un appel de solidarité aux autres femmes espagnoles. Le lendemain, 1400 automoviles dont 600 de Barcelona, arrivèrent à Saragosse pour emporter les malades, les faibles, les enfants et permirent ainsi aux ouviriers de continuer leur lutte».[53] Cattanéo reflexionaba al respecto y afirmaba que en Francia era necesario secundar y aprender de esa gran organización y «generosidad» de las «hermanas» españolas, tanto entre ellas como con el movimiento obrero. «En France aussi nous devons savoir utiliser les immenses trésors de dévouement et de générosité qui existent partout chez nos soeurs. A l’example des femmes espagnoles nous devons seconder, tous les jours, la lutte âpre et dure de nos compagnons, de nos frères et de nos enfants».[54]

Fotografía 5.

Manifestación contra la guerra y el fascismo en Zaragoza, 27 de agosto de 1934

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Fuente: Fondo Fotográfico Miguel Marín Chivite.

La represión de la Revolución de Asturias también afectó al Comité de Mujeres Antifascistas. Fue ilegalizado y algunas de sus principales líderes represaliadas, como Dolores Ibárruri y la socialista Veneranda Manzano, que fueron encarceladas por su implicación en la revolución, al igual que otras mujeres del Comité, como la diputada Margarita Nelken, que tuvieron que exiliarse. Muchas otras militantes del Comité contra la Guerra, como Isabel Oyarzábal o María Lejárraga, trabajaron ayudando a los presos en las cárceles y a las familias represaliadas. Desde Francia, donde fue acogida por el Comité Francés de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, Nelken denunció la represión que sufrían los antifascistas en España por el Gobierno de Lerroux-Gil Robles en varios artículos publicados en la revista Les Femmes dans l’action mondiale.[55] A su vez, el comité francés organizó la campaña «Contre le fascisme, aide et droit d’asile» como fondo de ayuda para los niños asturianos y realizó protestas contra el Gobierno francés por la devolución de algunos militantes antifascistas que se habían exiliado cruzando la frontera. Exigían derecho de asilo para los españoles, que el Gobierno francés los acogiese bajo su protección y hacían un llamamiento a las mujeres francesas para que continuasen y multiplicasen las manifestaciones de solidaridad con España: «Les femmes travailleuses, réunies á l’ appel du Comité National des femmes contre la Guerre et le fascisme, saluent le peuple espagnol en lutte pour sa liberté. Cette lutte est la nôtre».[56]

Estos intercambios internacionales del movimiento de mujeres antifascistas complejizan nuestra conceptualización histórica sobre el feminismo desde una perspectiva transnacional. Las relaciones de amistad y la solidaridad que desarrollaron, fruto de un análisis político integral, así como su compromiso con el movimiento de mujeres antifascistas español, nos han permitido complejizar el antifascismo de los años treinta del siglo xx y conocer las redes que tejieron desde el feminismo a partir unos valores compartidos.

V. CONCLUSIONES[Subir]

En los años treinta, el antifascismo fue defendido por el movimiento internacional de mujeres con una intensidad inusitada. La pluralidad ideológica del Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo y la transversalidad de sus objetivos políticos nos obliga a plantear una terminología analítica más fluida para conocer la experiencia colectiva del feminismo durante esa década. El Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo realizó un análisis de la realidad social y un trabajo político integral cuyo discurso señaló la hibridación de las relaciones de poder en el mundo.

El contexto político-económico, tras la crisis económica de 1929 y el avance de los fascismos en Europa, sirvió de catalizador del compromiso solidario del movimiento de mujeres. Este movimiento se nutrió de las organizaciones internacionales que existían previamente, a partir de contactos personales, amistades y transferencias entre mujeres y organizaciones que venían desarrollándose desde comienzos de siglo. Estas relaciones se fortalecieron cuando la paz, la justicia social y los avances conseguidos en forma de derechos y libertades estaban en juego.

El Comité Nacional contra la Guerra y el Fascismo consiguió aunar una amplia representación de mujeres progresistas en España. Fue clave tanto en la organización del Congreso Mundial de París como en las acciones frente al fascismo a nivel nacional. La solidaridad internacional entre mujeres, en forma de interés y respeto por el trabajo político desarrollado por las españolas en el primer lustro de los años treinta, fue un apoyo fundamental frente al fascismo y la represión gubernamental. Así pues, este artículo nos ha permitido aproximarnos a la profundidad que tuvo el compromiso del movimiento internacional de mujeres con el antifascismo, compromiso que fue fundamental en la defensa de la España republicana tras el golpe militar de 1936.

NOTAS[Subir]

[1]

Una versión preliminar de este artículo se presentó en el Seminario Permanente México-España del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México. FJC2020-043741-I / MCIN/AEI / 10.13039/501100011033.

[2]

Blasco (‍2020: 167).

[3]

Artwińska y Mrozik (‍2020) y Yusta (‍2013: 227-‍247).

[4]

Yusta (‍2013: 228).

[5]

Nash (‍1981, ‍1999). Para el contexto de la Guerra Civil, véase Ramos (‍2019).

[6]

Véase Calver (‍2019) y Grubački (‍2020).

[7]

Carle (‍2004: 291-‍314) y Coons (‍1999: 121-‍147).

[8]

Valobra y Yusta (‍2017).

[9]

Branciforte (‍2009: 27-‍52).

[10]

Falta por investigar el nexo entre el Comité Mundial contra la Guerra y el Fascismo y las librepensadoras laicas. A partir de la investigación realizada junto a Carmen Magallón sobre la Women’s International League for Peace and Freedom (WILPF) y sus conexiones con las españolas y latinoamericanas en el primer tercio del siglo xx, sabemos que, como pacifistas, las librepensadoras confluían en el deseo de internacionalizar el pensamiento y acción de las mujeres en la búsqueda de una emancipación común. Aspectos que se evidencian en la unión de estas mujeres, como Rosario de Acuña o Belén de Sárraga, con otras europeas y latinoamericanas o en los intentos de vincular sus organizaciones y líneas de acción en España con las organizaciones internacionales de mujeres. De igual modo, a partir del librepensamiento se produjo un acercamiento a las mujeres proletarias, una unión que se evidencia en organizaciones como la Asociación General Femenina (organización a la que pertenecieron, entre otras, Rosario Acuña, Mercedes Vargas y Ángeles López de Ayala) o la Sociedad Progresiva Femenina y la implicación de mujeres como Ángeles López de Ayala, Teresa Claramunt y Amalia Domingo Soler. Blasco y Magallón (‍2020); Sánchez Ferre (‍1989: 929-‍946), y Pradas (‍2006).

[11]

Sabemos que las mujeres a las que tradicionalmente hemos clasificado dentro de un feminismo de clase media-alta crearon organizaciones propias e intentaron conectar internacionalmente. La Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), la UME, la Sociedad Concepción Arenal o el Consejo Supremo Feminista intentaron conectar con la WILPF o la International Woman Suffrage Alliance (IWSA). Además, desde el contexto de la Primera Guerra Mundial se habían producido acercamientos entre las mujeres de clase media urbana y el feminismo obrero, laico y librepensador. Así pues, es en el significado dado al trabajo y evolución política de las feministas, y no desde las categorías asociadas a su origen de clase, desde donde comprendemos mejor la complejidad de su pensamiento y conocemos sus objetivos comunes, como la defensa de los derechos de las mujeres de clase trabajadora, la defensa de la educación e instrucción femenina o el rechazo al colonialismo y la guerra.

[12]

Fagoaga (‍1985); Aguilera y Lizárraga (‍2010), y Blasco y Magallón (‍2020).

[13]

Henri Barbusse fue un reconocido escritor francés, militante del Partido Comunista. Como presidente del Comité Mundial dio decenas de conferencias entre 1933 y 1934 para difundir el mensaje de unidad y la necesidad de participación de la sociedad civil en el Comité Mundial contra la Guerra y el Fascismo. Visitó España en representación del Comité Mundial a comienzos de 1933 y dio una conferencia propagandística en el Teatro Español de Madrid. Margarita Nelken: «Mis últimos encuentros con Barbusse», Claridad, septiembre de 1935, p. 12. Braskén y Copsey (‍2021).

[14]

Everard y De Haan (‍2017: 175-‍176).

[15]

Coons (‍1999).

[16]

Gabrielle Duchêne: «Is capitalism compatible with lasting peace?», Pax International, july-august 1934, p. 2.

[17]

La cercanía de algunas de las impulsoras del Comité con la Unión soviética y la influencia del comunismo en la creación del mismo generó tensiones entre los grupos pues una parte consideraba que dicha cercanía podía ser interpretada como una manipulación política soviética sobre los diferentes partidos comunistas nacionales, tal y como ha explicado Mercedes Yusta. Yusta (‍2019).

[18]

En el Comité mundial de mujeres y especialmente en la sección francesa había una gran preocupación por la evolución de la situación política en España. En noviembre de 1933, en el semanario Lu dans la presse universelle, Gabrielle Duchêne escribía un artículo titulado “L’Espagne. Au seuil du fascisme?” y en él se lamentaba de la elocuencia de los resultados electorales en España que daban una amplia victoria al bloque reaccionario, por lo que se preguntaba si, en unos meses, Europa no tendría que lamentar la existencia de otro país fascista más. Gabrielle Duchêne, «L’Espagne. Au seuil du fascisme?» Lu dans la presse universelle, 1933. BDIC-Fons Gabrielle Duchêne, F delta Res 81. García (2017: 85).

[19]

A partir del IV Congreso de 1932, el PCE propició una estrategia de movilización de las masas femeninas (que se materializó con la creación de una Comisión Femenina del partido) y, a partir de 1934, dicha estrategia proselitista se extendió a las mujeres socialistas y republicanas con el objetivo de formar un frente común antifascista. Yusta (2013).

[20]

Ibárruri (‍1962: 173-‍174).

[21]

Íd.

[22]

Valobra y Yusta (‍2017: 53).

[23]

«Clausura de los Congresos de jóvenes y de mujeres contra la guerra y el fascismo», El Sol, 17 de julio de 1934, p. 4.

[24]

M. P., «Mujeres representantes de diversas clases sociales e incorporadas a distintos credos políticos expresan su deseo de unirse a la Cruzada Femenina Mundial contra la Guerra y el Fascismo», Heraldo de Madrid, 12 de julio de 1934, p. 16.

[25]

«Contra la guerra y el fascismo», Ahora, 17 de julio de 1934, p. 15.

[26]

Informe de Bernadette Cattanéo en el Congreso del Comité Nacional de Mujeres Contra la Guerra y el Fascismo de diciembre de 1935 (‍Guerra, 2012).

[27]

Marino (‍2019: 128).

[28]

Gabrielle Duchêne, «Le Congrès Mondial des Femmes», Les Femmes dans l’action mondiale, octubre 1934, p. 2.

[29]

El relato de Gabrielle Duchêne también nos indica el caluroso aplauso que recibió la delegada Stásova al nombrar las numerosas instituciones que se habían creado en la Unión Soviética para proteger los derechos de las mujeres, incluyendo su derecho a la maternidad y la crianza sin pérdida de derechos económicos o laborales, así como para proteger la infancia.

[30]

Gabrielle Duchêne, «Le Congrès Mondial des Femmes».

[31]

«The World Congress of Women against War and Fascism held a Paris. Delegates’ report», August 3rd to 7th 1934, p. 6. International Institut of Social History (IISG), Estelle Sylvia Pankhurst Papers, ARCH01029.291.

[32]

Six Point Group fue una campaña iniciada en los años veinte y que tuvo una gran trascendencia en el periodo de entreguerras y en la Segunda Guerra Mundial. Tenía como objetivo modificar la legislación británica en seis puntos. Entre estos se encontraba la igualdad salarial entre hombres y mujeres, el derecho al trabajo para las mujeres casadas, derechos para las madres solteras y las viudas o una legislación específica contra el maltrato infantil, entre otros.

[33]

«Une lettre de Monica wheteley», Les Femmes dans l’action mondiale, octubre 1934.

[34]

«Nous avions cependant pensé que le temps de la politique de chapelle etait révolu et que tous ceux et celles qui ne veulent ni le fascisme ni la guerre étaeint decidées a s’unir devant le danger commun». Bernadette Cattanéo, «Les socialistes avec nous», Les Femmes dans l’action mondiale, octubre 1934.

[35]

Gabrielle Duchêne, «Le congrès Mondial des Femmes».

[36]

Blasco y Magallón (‍2020: 133-‍134).

[37]

A finales de julio se celebró en el barrio de Sants el primer mitin contra la guerra y el fascismo. Hablaron Lina Ódena, Elisa Úriz (quien había asistido al congreso de Madrid de comienzos de julio, en donde se había constituido el Comité Español de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo), así como Dolores Ibárruri e Irene Falcón, que propusieron que las catalanas acompañasen a las españolas en el Congreso de París. Finalmente, habló Ángela Graupera, la cual había vuelto recientemente de un viaje por los Balcanes y explicó los desastres de la guerra en ese territorio a partir de sus propias vivencias (‍García, 2017: 89).

[38]

La Liga Femenina Española por la Paz (LFEP), representada por Clara Campoamor, también asistió a la conferencia impartida por Duchêne sobre la paz y el desarme en Barcelona. Tras la conferencia, Campoamor se reunió con las feministas internacionales invitándolas a visitar Madrid. Junto a Duchêne asistieron la pacifista alemana Frida Perlen y la delegada de la sección sueca Greta Engvist. De este modo se estrechó la relación entre las pacifistas internacionales y la LFEP, de la cual Isabel Oyarzábal era su presidenta (‍Blasco, 2017: 323-‍334).

[39]

La relación de hermandad entre España y Portugal se evidencia también en el hecho de que, en el Congreso Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, Dolores Ibárruri representó a las mujeres portuguesas. Esta cesión representativa era habitual entre los grupos de mujeres. En situaciones diversas, bien por motivos económicos o por motivos políticos, las portuguesas habían estado representadas por mujeres latinoamericanas con un mayor poder adquisitivo, como era el caso de Paulina Luisi, o, en este caso, debido a la situación política tras instauración del Estado Novo, por una mujer reconocida internacionalmente, como Dolores Ibárruri (‍Amorós, 2021).

[40]

Paulina Luisi viajó a España en enero 1933 y dio una conferencia en el Ateneo de Madrid sobre «La maternidad y enfermedades de las que hay que defender a la prole». Un aspecto que preocupaba al feminismo del primer tercio del siglo xx, como era la protección de la infancia, la higiene y la educación sexual o la maternidad. Una lección a la que asistieron los alumnos y alumnas de las Escuelas Normales y las enfermeras de Madrid (‍Blasco y Magallón, 2020: 178).

[41]

Ofelia Domínguez Navarro supo de la existencia del Congreso Mundial de París gracias a la comunista mexicana Consuelo Uranga. Consuelo, una de las fundadoras del Partido Comunista Mexicano, conocida como la Roja, fue la delegada mexicana del Congreso Mundial contra la Guerra y el Fascismo. A su vuelta a México organizó el Frente Único y, de igual modo, organizó el Frente Único de Mujeres contra la Guerra, la Intervención y el Fascismo en Cuba (‍Vargas, 2017: 99).

[42]

Oikion (‍2018).

[43]

Vargas (‍2017: 99).

[44]

Yusta (‍2019: 236).

[45]

Jackson (‍2002: 141).

[46]

Marino (‍2019).

[47]

Negrete (‍2020). Para saber más del apoyo del antifascismo francés a España a raíz de la represión de octubre de 1934, ver Ceamanos (‍2010).

[48]

Isabel Oyarzábal fue ministra plenipotenciaria de la II República española y embajadora en el exilio. En relación a las amistades entre mujeres de diferentes ideologías, debemos destacar que durante su estancia en Estocolmo Isabel conoció a la comunista Alexandra Kollontai, con quien tuvo una profunda relación de amistad que se extendió durante los años cuarenta. Ver más en: Blasco (‍2018: 157-‍176) y Oyarzábal (‍2010).

[49]

«¡Abajo la guerra imperialista! Imponente manifestación de mujeres contra la guerra y el fascismo», Mundo Obrero, 25 de agosto de 1934.

[50]

Ibárruri (‍1962: 174-‍175).

[51]

Bernadette Cattanéo: «Les espagnoles aux prises avec la garde civile», Les Femmes dans l’action mondiale, 2 (1º année), octubre 1934.

[52]

Ibárruri (‍1962: 175).

[53]

Bernadette Cattanéo: «Les espagnoles aux prises avec la garde civile […]»

[54]

Íd.

[55]

Margarita Nelken publicó varias crónicas en la revista Les Femmes dans l’action mondiale a raíz de la represión contra el movimiento obrero y las mujeres antifascistas: «Femmes d’Espagne», marzo 1935, p. 10; «Une combattante des Asturies», junio de 1935, p. 11.

[56]

Léo Wanner: «Avec les espagnols. Contre le fascisme, aide et droit d’asile», Les Femmes dans l’action mondiale, noviembre 1934, p. 6.

Bibliografía[Subir]

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