RESUMEN
Este artículo analiza la trayectoria de la revista Historia y Política en sus primeros cincuenta números y la inserta en el marco de la evolución de la historiografía española durante los últimos veinticinco años. Se estudia la construcción de la relevancia de la revista a través de la calidad de su contenido, muy sintonizado con muchas preocupaciones historiográficas vigentes, y a través de la integración en el modelo de visibilidad marcado por la bibliometría. En este sentido, la historia de la revista puede utilizarse para reflexionar sobre las tendencias presentes en la reciente historiografía contemporaneísta española.
Palabras clave: Historiografía; historia política; historiografía española; revistas académicas.
ABSTRACT
This paper analyses the history of the academic journal Historia y Política throughout its first fifty issues and inserts it within the evolution of Spanish historiography during the last twenty-five years. The construction of the journal’s relevance is studied both in its content, heavily shaped by ongoing historiographical interests, and in its adaptation to a bibliometric visibility model. In this sense, the journal’s history can be used to reflect upon the current Spanish Modern and Contemporary historiography.
Keywords: Historiography; political history; Spanish historiography; academic journals.
Como es bien sabido, la historiografía profesional y disciplinaria surgió en el contexto de configuración de los Estados nación liberales, tocada por la aspiración cientificista del positivismo decimonónico y en el marco más amplio de la creación de las culturas nacionales[2]. Entre otras cosas, esto implicó un despliegue institucional dominado por las cátedras universitarias y una inspiración en las ciencias naturales. En este sistema, la revista científica ocupaba un lugar destacado de validación e intercambio. Los ejemplos de Annales (1929) o Past and Present (1952) atestiguan la enorme relevancia del medio de publicación y de las conexiones que lo atraviesan, a veces hasta el punto de articular paradigmas historiográficos enteros[3]. De esta forma, no resulta disparatado que, junto con los más tradicionales balances basados en problemas o debates específicos, la historia de la historia haya reconocido el valor de esas plataformas profesionales como marcos útiles para la reflexión historiográfica en tanto que factor condicionante, facilitante y, con frecuencia, decisivo en el trabajo de los historiadores e historiadoras[4].
La historiografía española participó y participa de todo esto: matriz nacionalista, aspiración científica, institucionalización académica (por ejemplo, la fundación del Anuario de Historia del Derecho Español, en el seno del Centro de Estudios Históricos, es de 1924, o sea, previa a la revista de Marc Bloch y Lucien Febvre). No obstante, también sabemos que la Guerra Civil y el franquismo comprometieron su participación en los grandes paradigmas historiográficos del siglo xx (materialismo histórico, Annales, cuantitativismo). Habiéndose instalado, en la mayoría de los casos, en dinámicas de recepción, no ha sido hasta la fragmentación inspirada por la caída de los paradigmas y el postmodernismo que, con retraso acumulado y una cierta dependencia externa, esa integración en los estándares y preocupaciones internacionales pudo materializarse a finales del siglo xx[5].
Por supuesto, siendo la historiografía inseparable de sus coordenadas materiales, este proceso no escapó del tropo de «búsqueda de la modernidad» tan transversal y persistente en el siglo xx español[6]. Así, en el año 2000 Gonzalo Pasamar reconocía los avances realizados desde la transición en ese sentido, incluyendo las conexiones internacionales y la densificación asociativa (por ejemplo, la Asociación de Historia Contemporánea se funda en 1988, y su revista asociada, Ayer, publica su primer número en 1991). Sin embargo, también realizaba un balance de los aspectos negativos: «La escasez de investigadores que no se ocupan exclusivamente de la historia doméstica; los rasgos actuales del sistema universitario, que multiplican la dispersión; el escaso impulso hacia la construcción de síntesis y hacia la elaboración teórica, y, además, la excesiva autocomplacencia del gremio español, poco acostumbrado a las críticas»[7].
Este artículo toma ese punto de partida y trata las prácticas historiográficas de este último cuarto de siglo en España, desde la situación dibujada por Pasamar hasta la actualidad. Pero lo hace a través del acotado promontorio de una de esas plataformas historiográficas, la revista Historia y Política. Ideas, Procesos y Movimientos Sociales, que en este año 2023 publica su número cincuenta. Por lo tanto, el balance será forzosamente limitado, incompleto y posicionado en función de las circunstancias de la propia revista (una revista editada en Madrid e interesada en la política). Creemos, empero, que un estudio centrado en su trayectoria refleja ciertas tendencias más generales (lo cual permite realizar el balance) y, a su vez, revela con más claridad la contribución de la revista a esas tendencias.
En primer lugar, trataremos el momento fundacional. Después, nos aproximaremos a la historia de la publicación de forma contextualizada y orientada por las dos tareas, diferentes aunque interconectadas, a las que toda revista académica debe enfrentarse continuamente (y, en cierto modo, toda historiografía en su conjunto). Por un lado, la calidad y relevancia de lo publicado, la capacidad para reflejar los debates de la profesión, en diferentes escalas y momentos, y para tener un papel en ellos. Por otro, la visibilidad de esa calidad, la cual, en un mundo crecientemente globalizado de hiperproducción científica, métricas y formalización, ha acabado inextricablemente ligada a indicios de calidad expresados en bases de datos, índices basados en citas y sellos de prácticas editoriales.
En el año 1999, un grupo de profesores y profesoras del área de conocimiento de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de las Facultades de Ciencias Políticas y Sociología de las Universidades Complutense de Madrid y Nacional de Educación a Distancia fundó la revista Historia y Política[8]. El proyecto tenía la asistencia editorial de Biblioteca Nueva y, en su número de presentación, se muestra una conciencia evidente de haber surgido en un momento de «pluralismo» y «flexibilidad» en el que la época de la hegemonía de los «viejos paradigmas» había quedado atrás. Además, hay una orientación temática clara:
Quienes decidimos lanzar esta revista creemos que el diálogo entre ciencias sociales e historia es fructífero para unas y otra […]. De ese diálogo […] nos interesa, preferentemente aunque no exclusivamente, el de la historia y la política. Nos interesa porque […] no nos cabe duda de que la política —la historia política— menospreciada, al menos teóricamente, por quienes se sentían portavoces de la historia científica, ha recuperado con todos los honores y desde muy diversas perspectivas, el lugar central que le corresponde.
Por otro lado, el manifiesto señala que «otras especialidades», como la historia social o la historia económica, «tienen ya sus propias publicaciones»[9].
Los objetivos se completaban con la voluntad de evitar la publicación de trabajos exclusivamente sobre la política durante la época contemporánea y exclusivamente sobre España. Significativos del espíritu con el que se funda la revista, estos compromisos resultaban audaces en el contexto en el que se realizaban, dado el encuadramiento de las áreas de conocimiento al que los profesores de la universidad española deben forzosamente adscribirse[10] y algunas de las tendencias de la historiografía española, todavía muy arraigadas. Estas incluyen, entonces y ahora, el acomodo localista, la reproducción del relato nacional (español, pero también catalán, gallego, vasco) y el desconocimiento de lo existente fuera de él, que solo se visita de forma selectiva para dar un recubrimiento «comparativo» o «global» a un problema que se sigue pensando e investigando, esencialmente, desde los marcos mentales e institucionales del Estado nación español (o del correspondiente nivel de gobierno regional).
Por supuesto, el compromiso más destacable de todos fue la construcción de un espacio de diálogo con las ciencias sociales, que viene a recoger el guante de lo señalado por Pasamar sobre la reflexión teórica. Huelga decir que dicha interpelación teórica no consiste en intentar iniciar todo trabajo con Foucault, Marx o Bourdieu (o con los tres a la vez). Como bien sabe todo historiador informado, es más bien mantener la tensión por el sentido, entender que el conocimiento no consiste en la mera acumulación o descripción de fuentes, que no es necesariamente proporcional al número de páginas que se hayan llenado, y que hay un compromiso epistémico del que hay que dar cuenta al final de todo.
La profundidad y fuerza sugestiva de las aspiraciones contrasta con lo habitual de la forma: una revista departamental universitaria. A simple vista, la fundación de Historia y Política no fue nada extraordinario. De forma paralela a las revistas asociativas, las revistas vinculadas a departamentos se habían vuelto comunes ya a la altura de los años noventa, normalmente incluyendo más de un área asociada. Por ejemplo, veinte años antes, en 1979, se había fundado Investigaciones Históricas, Época Moderna y Contemporánea en la Universidad de Valladolid, y en 1980, Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, en la Universidad Complutense de Madrid (Cuadernos de Historia Contemporánea se escindió en 1988). En 1983, las áreas de Historia de la Universidad de Salamanca crearon cada una su Studia Historica. En 1988 se fundó Historia Contemporánea en la Universidad del País Vasco, etc. Igualmente, la revista tuvo una estructura de dosier temático y de miscelánea, con reseñas y posibles estados de la cuestión (lo cual también resulta bastante usual en el contexto español), así como una periodicidad semestral. Originalmente había una diferenciación entre las reseñas y las noticias bibliográficas, más breves estas últimas, pero no se ha mantenido en el tiempo.
Un análisis más detallado permite, sin embargo, apreciar algunas características no tan usuales (especialmente para el momento). Desde el principio hubo una apuesta por la revisión por pares ciegos, ahora ya generalmente extendida por exigencia de bases de datos y sellos de calidad. Por otra parte, ya hemos mencionado el diálogo con las ciencias sociales. Es razonable pensar que hay una relación con las características del área de sus promotores. Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos no es un área común en las universidades españolas, y, de existir, no suele estar adscrita a la Facultades de Historia, Geografía e Historia o Filosofía y Letras, sino a las de Ciencias Políticas, Sociología y Ciencias Sociales. Aunque muchos de sus miembros tienen formación histórica y su actividad investigadora está plenamente conectada con sus colegas de Historia Contemporánea, su contexto docente es diferente, con una cotidianeidad mucho más proclive al contacto entre disciplinas (de hecho, el Consejo de Redacción se abrió inicialmente al área de Ciencia Política y ha venido incorporando académicos/as de áreas de conocimiento diferentes a la de sus miembros fundadores).
Finalmente, el carácter departamental de la revista que hemos señalado es también un tanto sui generis. Primero, porque Historia y Política se fundó realmente como revista interdepartamental, ya que implicó a profesores/as de la misma área, pero de dos universidades diferentes (ver tabla 1). Es cierto que los miembros de su Consejo de Redacción, los reseñadores/as (con frecuencia, investigadores en el tema del libro) y los/as coordinadores/as de los dosieres temáticos han procedido mayoritariamente de universidades y centros de investigación madrileños. Ese sesgo ha tendido a reducirse en los artículos. No obstante, como veremos en el siguiente epígrafe, las decisiones editoriales muestran un comportamiento muy alejado del mencionado localismo y de la mera instrumentalización de la revista para volcar los trabajos de los miembros de su equipo editorial, lo cual fue rasgo demasiado frecuente de los primeros momentos de tantas revistas departamentales españolas.
Números | Director/a | Secretario/a |
---|---|---|
01 (1999)-03 (2000) | José Luis Gómez Navarro (UNED) y María Luisa Sánchez-Mejía (UCM) | — |
04 (2000)-15 (2006) | Mercedes Cabrera (UCM) y Santos Juliá (UNED) | Hugo García (UCM) |
16 (2006) | Santos Juliá (UNED) y Fernando del Rey (UCM) | |
17 (2007)-21 (2009) | Santos Juliá (UNED) | Diego Palacios Cerezales (UCM) |
22 (2009)-28 (2012) | José Álvarez Junco (UCM) | |
29 (2013)-33 (2015) | Julio de la Cueva Merino (UCLM) | |
34 (2015)-35 (2016) | Mercedes Cabrera (UCM) | |
36 (2016) | Julio de la Cueva Merino (UCLM) Óscar Bascuñán Añover (adjunto, UCM) |
|
37 (2017)-40 (2018) | Óscar Bascuñán Añover (UCM) | |
41 (2019) | Óscar Bascuñán Añover (UCM) Pilar Mera Costas (adjunta, UCM) |
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42 (2019)-45 (2021) | Pilar Mera Costas (UCM) | |
46 (2021)- | Miguel Martorell (UNED) | Alberto Cañas de Pablos (UCM, UA) |
Fuente: elaboración propia.
En el año 2007, Historia y Política pasó a coeditarse con el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC), lo cual, desde luego, supuso un salto de calidad formal, pero también marcó un hito en la historia de la revista. Al final, el objetivo de cualquier proyecto editorial académico es alcanzar una solidez formal y de contenido que le permita cumplir su función en la producción y difusión de conocimiento. Ciertamente, valorar la calidad es algo espinoso, pero la clave está en entender el círculo virtuoso que se establece entre publicar buen contenido y atraer más contenido de buena calidad. Para bien o para mal, junto con las buenas decisiones y prácticas editoriales, los indicios y el prestigio percibido desde fuera son fundamentales en esta búsqueda interminable.
En el epígrafe siguiente abordo la cuestión desde la perspectiva de la visibilidad, del impacto cuantitativo asociado a la revista. En esta parte, adopto un punto de vista más cualitativo y ligado al análisis de los contenidos, en el que entiendo la calidad no como atención recibida, sino como valor intrínseco en la aportación al debate historiográfico. Mientras la lucha por la visibilidad se plantea contra los demás en un modelo de competencia, la lucha por la calidad es más bien un combate contra sí mismo. Mi tesis es que Historia y Política ciertamente ha tenido éxito en convertirse en una revista de calidad, como por otra parte ha ocurrido con otras revistas departamentales o de asociación. En mi opinión, lo especial es que lo ha hecho desarrollando un perfil de contenidos particularmente útil para los historiadores e historiadoras españolas, adaptado a las necesidades de cada momento y que ha sabido explotar su nicho temático —la historia política, en claro auge desde los años noventa del siglo pasado— combinando rigor y accesibilidad.
Desde sus inicios la revista ha estado atenta a los debates producidos tanto dentro como fuera de España. Ha traducido al castellano textos ya publicados de autores no españoles, a veces incluso de carácter ensayístico o periodístico (especialmente en los primeros números), o ha encargado a autores locales estados de la cuestión o textos de síntesis, muchas veces sobre temas no españoles[12]. Según el dominio del inglés se ha ido extendiendo y los requisitos hacia un modelo de investigación basado en el paper estandarizado se han ido implantando (ver epígrafe siguiente), este formato ha sido cada vez menos común y en los últimos números la gran mayoría de los artículos han sido artículos de investigación originales.
Historia y Política ha reflejado los sesgos de preferencia en la historiografía, pero no se ha dejado llevar por ellos. Es encomiable su defensa del siglo xix como periodo objeto de investigación, en un contexto en el que algunas universidades ya imparten cursos titulados Historia Contemporánea que comienzan en el siglo xx o incluso al final de la Segunda Guerra Mundial. Su apuesta por una historia de España no provinciana y, más importante aún, una historiografía española que practique la historia comparada, global y transnacional, así como la historia de países diferentes a España, ha dado sus frutos. Estos se han concretado, especialmente, en artículos y dosieres temáticos sobre América Latina, Francia y Portugal[13]. Como es lógico, las reseñas han permitido una cobertura más amplia (historiografías estadounidense, alemana, británica, etc.) y a la vez quirúrgica (intentando mantener el criterio de calidad y relevancia también en la obra que se reseña). Por supuesto, una parte de todo esto depende de la respuesta de los autores, pero otra tiene que ver con las políticas editoriales y la estandarización de la producción y evaluación científica (vid. infra). Actualmente, las reseñas son encargadas ex professo por el Consejo de Redacción, no se permiten más de dos autores por artículo[14] y existe una lista de espera independiente para los artículos con autores vinculados a las instituciones editoras (UCM, UNED, CEPC). Además, la política de dosieres temáticos es coherente con estos principios (especialmente en la última década).
A lo largo de su trayectoria, la revista ha permanecido fiel a su perfil fundacional. La tendencia general de los artículos, notas y reseñas publicadas ha sido, efectivamente, la de la historia política. Es importante señalar que por historia política no debe entenderse exclusivamente un agrupamiento de objetos de estudio —la historia de lo político como historia de la polis, del poder y sus fenómenos asociados—, sino también un enfoque historiográfico, claramente renovado ya en los años noventa, que valida la acción humana (incluyendo la individual) como objeto de investigación preferente y recela de las estructuras entendidas como marcos superiores, determinantes o disociados de ella[15]. El giro cultural que ha afectado también a la historia social se vio desde el principio asumido y reflejado. Manteniendo esa coherencia temática, la empresa de la internacionalización ha ido asociada a la publicación de trabajos originales de autores no españoles (ciertamente una minoría aún hoy) y, ocasionalmente, en lengua inglesa.
Dentro de la historia política pueden distinguirse algunos patrones en los que la revista se centra con gran solvencia, que aparecen en dosieres, miscelánea y reseñas, y que conectan con preocupaciones que han articulado la agenda reciente de la historiografía contemporaneísta en España. En la conformación de estas tendencias es imposible obviar el ascendiente de José Álvarez Junco y de Santos Juliá, catedráticos de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en la UCM y la UNED (respectivamente, desde 1983 y 1989), y también vinculados a la revista (de hecho, ambos fueron directores). Dada su relevancia en la historiografía española y su papel esencial en algunos debates clave, no solo como promotores sino como participantes plenos y autores de contribuciones de innegable relevancia[16], es imposible no ver una conexión con la frecuente cobertura de, por un lado, la historia de los nacionalismos, los Estados, y las identidades nacionales y regionales, y, por otro, la historia de las dictaduras y democracias en el siglo xx, que en España pasa de manera insoslayable por discutir sobre el franquismo, sus orígenes, su final y sus legados en la transición posterior y el régimen político surgido de ella.
En lo que llevamos de siglo xxi, ambas temáticas han reflejado una suerte de continuo enfrentamiento en la opinión pública y la academia españolas, lo cual se ha interrelacionado con los conflictos en torno al movimiento memorialista, los nacionalismos subestatales y el secesionismo, la crisis sistémica de la democracia española a partir de 2011 y, en cierto modo, con debates más profundos sobre la naturaleza de la historia como disciplina[17]. En este sentido, la revista también ha publicado artículos y reseñas de autores discrepantes con las posiciones de Álvarez Junco y Juliá, o incluso de autores con los que estos han protagonizado polémicas directas[18]. Es evidente que esto ha sido fundamental para salvaguardar el pluralismo de la revista y conectarla con su comunidad de autores-lectores más habitual (nuevamente, la utilidad y la oportunidad). Visto desde una perspectiva de conjunto, pienso que también ha contribuido a fortalecer la precaria densidad teórica de la historiografía española y a combatir el aislamiento que con frecuencia aqueja al trabajo académico.
En la mencionada línea temática sobre autoritarismo y libertad pueden insertarse también algunos subtemas que se han tratado desde un marco cronológico mucho más amplio: la opinión pública, la violencia política y las políticas de la violencia, así como las ideologías y las culturas políticas. La religión y la política, las relaciones internacionales, la historia militar y la historia de género (a menudo en intersección con la religión o la nación) constituyen también patrones que se corresponden con grandes líneas de la historiografía a principios del siglo xxi y que resultan visibles en Historia y Política, tanto en los artículos más citados (ver tablas 2 y 3) como en el conjunto de los números de la revista.
Número | Título | Autoría |
---|---|---|
34 (2015) | Modernizadores y tecnócratas. Estados Unidos ante la política educativa y científica de la España del desarrollo | Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla |
37 (2017) | La Falange es un modo de ser (mujer): Discursos e identidades de género en las publicaciones de la Sección Femenina (1938-1945) | Ángela Cenarro |
37 (2017) | El descanso del guerrero. La transformación de la masculinidad excombatiente franquista (1939-1965) | Ángel Alcalde |
27 (2012) | «Para influir en la vida del Estado futuro»: Discurso —y práctica— falangista sobre el papel de la mujer y la feminidad, 1933-1945 | Toni Morant i Ariño |
25 (2011) | Familia y política. masculinidad y feminidad en el discurso democrático isabelino | Florencia Peyrou |
34 (2015) | Una utopía secular. La teoría de la modernización y la política exterior estadounidense en la Guerra Fría | Óscar J. Martín García |
34 (2015) | La nación católica en el liberalismo. Las perspectivas sobre la unidad religiosa en la España liberal, 1808-1868 | Jesús Millán María Cruz Romeo |
35 (2016) | Las figuras de la «raza»: de la España mayor a la comunidad iberoamericana. Perspectivas (post)imperiales en el imaginario español | David Marcilhacy |
31 (2014) | De heroínas viriles a madres de la Patria. Las mujeres y el nacionalismo vasco (1893-1937) | Nerea Aresti |
28 (2012) | Conjugando los tiempos presentes. Figuras temporales de la contrarrevolución española (1789-1814) | Francisco J. Ramón Solans |
Fuente: elaboración propia.
Número | Título | Autoría |
---|---|---|
03 (2000) | Católicos en la calle: la movilización de los católicos españoles, 1899-1923 | Julio de la Cueva Merino |
37 (2017) | La Falange es un modo de ser (mujer): Discursos e identidades de género en las publicaciones de la Sección Femenina (1938-1945) | Ángela Cenarro |
17 (2007) | De la monarquía católica a la nación de los católicos | José María Portillo Valdés |
31 (2014) | De heroínas viriles a madres de la Patria. Las mujeres y el nacionalismo vasco (1893-1937) | Nerea Aresti |
12 (2004) | Entre el progreso y la virgen del Pilar. La pugna por la memoria en el centenario de la Guerra de la Independencia | Javier Moreno Luzón |
25 (2011) | Familia y política. masculinidad y feminidad en el discurso democrático isabelino | Florencia Peyrou |
26 (2011) | «No fue aquello solamente una guerra: fue una revolución». España y la Primera Guerra Mundial | Miguel Martorell Linares |
37 (2017) | El descanso del guerrero: La transformación de la masculinidad excombatiente franquista (1939-1965) | Ángel Alcalde |
17 (2007) | Memoria y política en el liberalismo progresista | María Cruz Romeo Mateo |
13 (2005) | Marianne y España: la identidad nacional en la Primera República española | Marie-Angèle Orobon |
Fuente: elaboración propia.
La revista recoge la importancia de la monografía en el trabajo historiográfico. Esto no solo es visible en la amplia sección de reseñas. Muchos de sus artículos y dosieres (ver tabla 4) proceden de autores que han publicado libros relevantes en el campo o bien constituyen el embrión o parte del desarrollo de monografías posteriores[21]. Creo que esta tendencia, perceptible tanto en los primeros números como en los más recientes, en autores consolidados y más jóvenes, es otra muestra de acierto editorial. La búsqueda de especialistas contribuye a construir trayectorias, fortalece grupos de investigación y puede entenderse como un indicio predictivo. Que lo publicado en la revista tenga un desarrollo posterior, a veces particularmente brillante, puede considerarse como una prueba de que se han tomado las decisiones adecuadas.
Número | Tema | Coordinación |
---|---|---|
01 (1999) | La política de la historia | — |
02 (1999) | Estado e identidades nacionales en la España Contemporánea | — |
03 (2000) | La religión y la política | — |
04 (2000) | Escándalos políticos en España | — |
05 (2001) | Golpes de Estado | — |
06 (2001) | Pi y Margall y el federalismo en España | Ángel Duarte |
07 (2002) | Portugal contemporáneo | Diego Palacios Cerezales |
08 (2002) | Intelectuales y política en la España contemporánea | Miguel Martorell |
09 (2003) | Poder político y poder económico en España | Mercedes Cabrera y Fernando del Rey |
10 (2003) | Genocidios y crímenes contra la humanidad | Carmen López Alonso |
11 (2004) | México: historia, ideas y cultura política | Roberto Breña |
12 (2004) | Nacionalismo español: las políticas de la memoria | Javier Moreno Luzón |
13 (2005) | No hubo | — |
14 (2005) | El nacionalismo catalán: mitos y lugares de memoria | Jordi Canal |
15 (2006) | El nacionalismo vasco: mitos, conmemoraciones y lugares de la memoria | Javier Ugarte |
16 (2006) | Nuevas miradas sobre la Guerra Civil | Hugo García |
17 (2007) | El liberalismo español | Manuel Suárez Cortina |
18 (2007) | Las derechas: tecnócratas, liberales y neocons | Fernando del Rey Reguillo |
19 (2008) | 1808. Crisis y soberanía | José María Portillo Valdés |
20 (2008) | Las izquierdas en la España democrática | Manuel Pérez Ledesma |
21 (2009) | Unión Europea: actores políticos, proyectos y ciudadanía | Pilar Folguera |
22 (2009) | Homenaje a Rafael del Águila | Elena García Guitián |
23 (2010) | Migraciones en el mundo contemporáneo | Blanca Sánchez Alonso |
24 (2010) | Las independencias americanas, la revolución española y el enfoque atlántico | Roberto Breña |
25 (2011) | El primer republicanismo español | Florencia Peyrou |
26 (2011) | Crisis. Ayer y hoy | Pablo Martín-Aceña |
27 (2012) | Pensamiento político falangista en los años 40 y 50 | Zira Box |
28 (2012) | Entre la acción y la obra: ideas, conflictos e identidades de los católicos franquistas | Javier Muñoz Soro |
29 (2013) | El teatro político en la España del xix | Gregorio de la Fuente Monge |
30 (2013) | La construcción histórico-política del territorio: el caso hispano-portugués | Heriberto Cairo María Lois |
31 (2014) | Las reinas y la legitimidad de la Monarquía en España, siglos xvii-xx | Rosa Ana Gutiérrez Lloret Alicia Mira Abad Mónica Moreno Seco |
32 (2014) | Repensando la Gran Guerra: aportes historiográficos para investigadores españoles | Francisco Veiga |
33 (2015) | Los intelectuales españoles frente a la Gran Guerra: horizontes nacionales y europeos | Maximiliano Fuentes Codera, Ángel Duarte |
34 (2015) | Modernización made in USA y su impacto en el ámbito iberoamericano | Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla |
35 (2016) | América y la identidad española en el siglo xx | Marcela García Sebastiani, Marisa González de Oleaga |
36 (2016) | Culturas de Estado en la península ibérica | Juan Pan-Montojo Juan Pro |
37 (2017) | Identidades de género en el catolicismo, el falangismo y la dictadura de Franco | Ángela Cenarro |
38 (2017) | Franquismo e identidad nacional española: una mirada desde abajo | Xosé M. Núñez Seixas |
39 (2018) | Imagen pública del poder. Escándalos y causas célebres en Europa (siglos xix-xx) | Pol Dalmau Isabel Burdiel |
40 (2018) | Gitanos: una historia negada | María Sierra |
41 (2019) | La violencia política en la primavera de 1936: debates y propuestas | José Antonio Parejo Fernández |
42 (2019) | Redes transnacionales del anarquismo en América: los militantes y sus publicaciones | Amparo Sánchez Cobos, Susana Sueiro Seoane |
43 (2020) | Los ingenieros y el poder en la España contemporánea | Darina Martykánová |
44 (2020) | La Unión Europea ante el espejo: entre el europeísmo y el antieuropeísmo, pasando por el euroescepticismo | Guillermo Á. Pérez Sánchez |
45 (2021) | El Trienio Liberal español, modelo transnacional de pedagogía política | María Luisa Sánchez-Mejía Nere Basabe |
46 (2021) | Politización y movilización social antes del sufragio universal masculino | Oriol Luján Diego Palacios Cerezales |
47 (2022) | La guerra después de la guerra, 1939-1949 | Javier Rodrigo |
48 (2022) | El centroderecha en la travesía hacia la democracia liberal en la península ibérica | Ángeles González-Fernández |
49 (2023) | Microhistoria global desde España, 1840-1940 | Stephen Jacobson |
50 (2023) | Monográfico especial n.º 50 | Marisa González de Oleaga Javier Zamora Bonilla |
Fuente: elaboración propia.
Por supuesto, en casi veinticinco años de trayectoria no todas las vicisitudes de la lucha por la calidad han sido favorables. Parece que en la historiografía española no puede instalarse la reseña de múltiples obras, siendo difícil la catalogación (y reconocimiento) de un híbrido entre un estado de la cuestión y una reseña individual. Pese a su objetivo de poner en diálogo historia y ciencias sociales, Historia y Política ha acabado siendo esencialmente una revista de historia, con muy pocos artículos teóricos (en cierto modo, probablemente sea esta la deficiencia señalada por Pasamar que todavía permanece con más fuerza en el conjunto de la comunidad de historiadores en España). Finalmente, la voluntad de estudiar la política en la historia de manera transversal, cubriendo varias épocas históricas, era (y es) muy loable, pero apenas se ha desarrollado. El predominio de las áreas de Historia Contemporánea e Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos es abrumador.
Desde un punto de vista estrictamente teórico, está claro que la visibilidad es un bien necesario para cualquier publicación académica. La gran conversación que produce y sostiene el conocimiento, tantas veces cacofónica, desigual y caótica, no puede producirse si los canales de contacto entre los agentes tienen unos anchos de banda muy pequeños, los códigos son ininteligibles o directamente su existencia es desconocida para otra parte de la comunidad.
En el momento de fundación de Historia y Política, el concepto de visibilidad hasta entonces dominante para las publicaciones humanísticas ya estaba desapareciendo. Este esencialmente consistía en ser más o menos citadas, conocidas y bien consideradas por el mayor número posible de historiadores. En su lugar, estaba desplazándose hacia otra concepción mucho más cuantitativa y formalizada, más cercana a las prácticas de otras disciplinas como la economía o la ciencia política, así como a las de nichos historiográficos más expuestos a ellas y precozmente independizados en la asunción de este modelo considerado más científico (por ejemplo, la historia económica).
De esta forma, la visibilidad como resultado (inter)subjetivo de una calidad imprecisa, no tan decisivamente dependiente de la plataforma de publicación, se ha visto oscurecida por una visibilidad entendida como calidad prometida, más a priori que a posteriori, fuertemente dependiente de elementos tangibles como las citas recibidas por la plataforma de publicación (lo cual, de hecho, genera dinámicas de competición entre las revistas registradas en un mismo campo, por ejemplo, a través del sistema de jerarquización en cuartiles). Como se ha señalado, el nuevo sistema, aparte de entender la calidad de una manera discutible, es muy proclive a introducir a los académicos en dinámicas productivistas, de corto plazo, bastante dañinas en lo personal y generadoras de escaso valor añadido para las sociedades que nos financian[22].
La implantación plena de este sistema en las disciplinas históricas ha sido relativamente reciente, pero tiene visos de haber venido para quedarse. Su asunción por parte de las agencias de calidad y los baremos de puntuación para la dotación de plazas en las universidades ha consolidado el modelo en apenas dos décadas[23]. Su utilidad para combatir desafueros, la endogamia profesional, limitar el exceso de autoestima de algunos académicos, la improductividad de otros y generar incentivos concretos y reconocibles para todos son algunas de las virtudes que se le señalan. En este sentido, podría decirse que la visibilidad como calidad vicaria basada en signos externos no está totalmente separada de la calidad como valor intrínseco.
El rendimiento de Historia y Política en esta lucha por la visibilidad ha sido destacado y esto se debe sin duda al empeño y trabajo del equipo editorial a lo largo de la historia de la revista, además de la capacidad de los artículos publicados para recibir citas. También refleja la inserción creciente de las revistas académicas de historia en las prácticas editoriales estandarizadas y en los índices de impacto internacionales. Por supuesto, las dos estrategias más evidentes para facilitar la visibilidad son la digitalización de los números y pasar de la suscripción al acceso abierto. Este proceso culminó en el año 2021, aunque la revista ya se había dejado de editar en papel en 2016.
Las primeras bases de datos implantadas masivamente en las revistas de historia españolas fueron las dependientes de características editoriales. La base Latindex (Sistema Regional de Información en línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal, gestionada por la Universidad Nacional Autónoma de México) informa del cumplimiento de una serie de estándares formales y de contenido (por ejemplo, si se comunica quién desempeña la dirección, si se usan revisores externos, si se incluyen resúmenes en dos idiomas, etc.). En su última versión, Historia y Política cumplía 35 de 36 criterios en su edición en línea y 32 de 33 en su edición impresa[24]. De forma paralela, la revista se indexó en otras bases de datos que hacían honor a su sentido más básico y se planteaban más como un instrumento para encontrar contenidos que como uno para comparar revistas. Por ejemplo, la estadounidense Historical Abstracts, fundada en 1954 y actualmente gestionada por EBSCO, contiene Historia y Política desde el primer número.
Los estándares editoriales que se requerían para ser admitido en estas bases han ayudado a crear una suerte de lenguaje común sobre la apariencia y funcionamiento de las revistas académicas. En cierto modo, esto puede valorarse positivamente (por ejemplo, en el control de la endogamia editorial o para facilitar la difusión de la investigación), pero su capacidad de discriminación y jerarquización es limitada. Además de su pobre adaptación a dinámicas competitivas, los estándares son más una indicación de mínimos, orientativa para autores y lectores, que una representación del impacto de los contenidos publicados. De ahí que muchas bases de datos originalmente basadas en ellos no tardaran en desarrollar índices de impacto.
Probablemente, el sello de calidad de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) ha acabado siendo el sistema más asentado en España, al menos en las ciencias sociales y humanidades. Entre otras cosas, esto se debe a que es empleado por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación (ANECA). Desde su primera convocatoria en el año 2007, el sello se vincula a una serie de estándares formales y prácticas editoriales. Además, tiene otra parte dependiente de las citas recibidas y otros criterios de visibilidad, como la indexación en bases de datos internacionales. De hecho, a partir de 2018 se publica un Ranking de visibilidad e impacto con el creciente número de revistas que han recibido el sello. Historia y Política lo obtuvo en la quinta convocatoria (2016), en las categorías de Historia y de Ciencias Políticas y Sociología. Que el trámite se completó en un momento en el que la revista ya tenía una calidad general consolidada lo demuestra el hecho de que en cuanto se puso en marcha un ranking, los resultados fueron muy buenos: en la categoría de Historia, la revista quedó en la posición 13/58 (C1) en 2018, 10/59 (C1) en 2019, 8/84 en 2020 (C1) y 26/84 en 2021 (C2)[25].
Algo parecido se muestra en otro de los grandes referentes españoles: el Índice Dialnet de Revistas (IDR), dependiente de una fundación gestionada por la Universidad de La Rioja. En todas las ediciones del índice, de 2016 a 2021 (último disponible en el momento en el que escribo estas líneas), la revista se encuentra de forma consistente en el primer cuartil de la categoría Historia (con alrededor de trescientas revistas indexadas), y también en el de Ciencias Políticas (con unas ochenta revistas en total). El IDR proporciona una lista de los títulos citantes, lo que da una idea cualitativa aproximada de quién valora más los contenidos de la revista. Si observamos las diez primeras (omitiendo las autocitas), la lista contiene algunas de las grandes revistas de la historiografía contemporaneísta española: Ayer, Historia Contemporánea, Pasado y Memoria, Hispania, Historia Social, Revista de Estudios Políticos, Studia Historica. Historia Contemporánea, Cuadernos de Historia Contemporánea, Hispania Nova, Rúbrica Contemporánea (el orden de los títulos es según el número de citas totales realizadas a Historia y Política, de mayor a menor)[26].
El endurecimiento y crecimiento de la visibilidad cuantificada en las revistas españolas puede seguirse por estas métricas. Con todo, siempre ha habido un contraste con las principales bases de datos internacionales (aunque, ciertamente, no tan acusado como cabría esperar teniendo en cuenta el estereotipo del aislamiento intelectual hispánico). SCOPUS, propiedad de Elsevier, se fundó en 2004 y sirve de base para el SJR (SCImago Journal Rank). En ese año, figuran 670 revistas en la categoría History, de las cuales 16 eran españolas (entre ellas ya figuraba Historia y Política, lo cual es bastante precoz para las revistas de historia contemporánea; el primer título era Historia Agraria). Por supuesto, sería esperable una diferencia numérica sustancial con las 162 estadounidenses o las 225 británicas. El sesgo en favor de aquellos entornos académicos de lengua inglesa es evidente. Pero también existe una distancia con las 55 de los Países Bajos (muchas de ellas en lengua inglesa), las 43 de Francia, las 47 de Alemania y, en menor medida, las 26 de Italia[27]. Si lo comparamos con la situación en 2021, el posicionamiento de las revistas españolas de historia es mejor: de casi un 2,4 % a algo más de un 7,6 % del total de revistas indexadas (en ese campo). Además, el aumento de la presencia es mayor que el conjunto de las revistas españolas de todas las disciplinas, que pasa de representar un 1,2 % en 2004 a un 2,6 % en 2021. De esta forma, podría decirse que los avances de visibilidad de las revistas de historia españolas han sido superiores a los de la ciencia española en su conjunto. Se refleja así el cambio de modelo en la historiografía española ya referido, pero también se revela que los éxitos de esa internacionalización siguen siendo modestos. De esta forma, la interrelación no implica necesariamente influencia. Conocer lo último es ciertamente mejor que ignorarlo, pero no es lo mismo que haber participado en su creación[28].
Historia y Política recibe en SJR un índice de impacto que permite a sus primeros números oscilar entre el segundo y el tercer cuartil en la categoría History. Después, tiene un periodo sin índice hasta 2010, cuando recupera el segundo cuartil. En las ediciones siguientes hay oscilaciones, aunque el cuartil más común es el segundo. Los últimos años muestran una subida (salvo en los números más recientes): C1 en 2019, C1 en 2020, C2 en 2021. Considerando el largo plazo, este progreso en la visibilización de la revista refleja el progreso general de las revistas españolas, aunque otros títulos, incluidos los de indexación más tardía, muestran una constancia mayor en los cuartiles (por ejemplo, Ayer). Interpretar la irregularidad es difícil, dado que las citaciones son indicadores atrasados (la probabilidad de que los últimos números hayan llegado a su máximo de citas en el espacio temporal de cálculo del índice parece menor en historia que en otras áreas) y tienen, como ya hemos indicado, una relación problemática con la calidad real (además de múltiples vicisitudes en la elaboración, como por ejemplo el cómputo).
El otro gran índice internacional actual, el Journal Citation Reports de Web of Science (que apareció como tal en línea en 1997, actualmente gestionado por Clarivate), es mucho más restrictivo en el tratamiento de las revistas de ciencias sociales y humanidades[29]. En él, Historia y Política tiene una trayectoria parecida al SJR en la categoría History (Social Science Citation Index), aunque algo más rebajada. Desde 2010 (año del primer factor de impacto en la versión electrónica) oscila entre el C3 y C4, y sus momentos más altos son en el segundo cuartil, en 2015, 2018 y 2019. En términos comparativos, aquí observamos también cierta precocidad en la indexación. En 2010 había solo 43 revistas indexadas en History, de las cuales cuatro eran españolas (en orden de índice de impacto, de mayor a menor: Historia y Política, Revista de Historia Económica, Trabajos de Prehistoria, Anuario de Estudios Medievales). En 2021, el número total había ascendido a 494, siendo 54 españolas. En porcentajes, se ha pasado de un 9,3 % a un 10,3 % en la categoría History. Como ocurre con el SJR, la visibilidad de la historiografía española es mejor que la del conjunto de todas las disciplinas, que van de ocupar un 1,2 % en 2010 a un 3,3 % en 2021.
Un estudio comparado de la evolución de los cuartiles arrojaría más luz sobre el rendimiento, pero superaría el sentido y los objetivos de este artículo. Con lo explorado hasta ahora es innegable que Historia y Política refleja los éxitos y limitaciones de la historiografía española en asumir el modelo de visibilidad cuantificada e internacionalizada, en gran medida alcanzado en la última década y sin perder el castellano como lengua de trabajo. Con algunas diferencias respecto a otros títulos españoles (más precoz pero más irregular, con todavía margen para mejorar su factor de impacto y las citas recibidas por revistas en inglés), ha demostrado su capacidad para salir bien parada de esa lucha por la visibilidad en la que la academia se ha instalado.
Cerca de su cuarto de siglo de vida, la revista Historia y Política ha conseguido cumplir gran parte de sus objetivos fundacionales: historiar la política de manera teóricamente informada, desnaturalizar los marcos nacionales a través de su estudio y contribuir a integrar la historiografía española en comunidades historiográficas más amplias, internacionales y transnacionales, tanto en términos de objeto de estudio como de preocupaciones, metodologías y conexiones entre sus practicantes.
A la vez, la revista ha sabido adaptarse a la implantación del modelo de visibilidad cuantitativa basado en índices de impacto, gracias a la toma de decisiones adecuadas (como el pluralismo de la línea editorial, la publicación en abierto o la incorporación del avance en línea) y también a la propia calidad de los artículos. Muchos de estos textos han formado parte indispensable de algunos debates clave en el contemporaneísmo español reciente: los nacionalismos, las violencias políticas y las diferentes formas de autoritarismo, el género o las intersecciones entre ellos.
Ambos logros han sido esenciales para explicar la relevancia actual de la revista en el conjunto de la historiografía española y, más en particular, en el campo de la renovada historia política. En este sentido, he argumentado que la trayectoria de la revista refleja y a la vez contribuye a la mejora general de la situación de partida señalada en la introducción. Por supuesto, tal transformación no se ha debido solo a las revistas científicas (incluidas otras que, al contrario que Historia y Política, han prestado más atención a las escalas locales y regionales, han conseguido atraer a más historiadores de periodos anteriores al contemporáneo, han conseguido una posición más central en virtud de su carácter misceláneo). También ha habido cambios en las fuentes de financiación y las plantillas de los centros de investigación, desarrollados en un marco de enorme tensión (especialmente como consecuencia de la crisis económica iniciada en 2008 y las diferencias intergeneracionales), transformaciones en el mercado editorial, con el auge de las editoriales universitarias, y una mejora sustancial del perfil y habilidades internacionales de los investigadores. Esto último parece a veces sorprendente dada la poca verticalidad del sistema educativo español (al menos para los estudios históricos): resulta muy eficaz en proporcionar estudios de manera masiva, pero es relativamente horizontal y disperso en la concentración del talento y los escasos recursos materiales.
En este sentido, los desafíos futuros de Historia y Política no son muy diferentes de los de la historiografía española en el marco de la ciencia globalizada: a) mantener su visibilidad de una manera estable, en un escenario de competencia cada vez más difícil; b) gestionar el posible colapso del sistema de financiación de la ciencia, que en el caso de las revistas se fundamenta con frecuencia en el trabajo gratuito de los revisores y de la totalidad o parte del equipo editorial, y c) mantener su conexión con los intereses de la comunidad académica de la que más se alimenta y a la que más sirve, pero a la vez intensificar las convergencias con otros nichos historiográficos, nacionales (en el caso de que la revista no haya renunciado a ser relevante para historiadores de la Edad Antigua, Media o Moderna), internacionales y transnacionales (para lo cual la adopción del inglés acabará antes o después sobre la mesa, con independencia de las potencialidades del espacio latinoamericano). Además, el mismo carácter temático de la revista se verá aceptado por un posible (aunque de momento improbable) agotamiento de la historia política como interés historiográfico, especialmente en su relación con la historia cultural, o quizás la aparición de nuevos temas y la pérdida de relevancia de aquellos que han sido hasta ahora su objeto de interés más frecuente.
En todo caso, el balance de estos primeros cincuenta números es sin duda positivo e invita al optimismo sobre la capacidad Historia y Política para afrontar estos desafíos y jugar un papel relevante en la historiografía del futuro. De ser así, todos los interesados por «el diálogo entre la historia y la política» lo agradeceremos.
[1] |
Proyecto PID2020-116449GB-I00, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, España. Agradezco a Mariano Esteban de Vega sus comentarios al borrador del texto, a Miguel Martorell la información que me proporcionó sobre el funcionamiento de la revista y a los revisores/as anónimos sus observaciones, que también ayudaron a mejorar el manuscrito original. |
[2] |
Moradiellos (1994: 31-42); aplicado a España, Pasamar y Peiró (1987) y Peiró (2013, 2017). |
[3] |
Véase el proceso en las visiones generales de Iggers (1997), Hernández Sandoica (2004) y Woolf (2011). También en Porciani y Raphael (2010). Sobre la teoría de la historia que ha quedado después de esta transformación, puede verse una intervención propositiva en Paul (2016). |
[4] |
Tres ejemplos en Goldie (2008), Esteban de Vega (2009) y Esteban de Vega (2018). Algunos de los primeros monográficos de la revista Ayer tenían un formato intermedio entre ambos modelos, ya que repasaban lo más relevante de lo producido en el año anterior. |
[5] |
Véanse las actas del primer congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, editadas en Morales Moya y Esteban de Vega (1996). Esta coincidencia entre, por un lado, la perceptible mejora de las condiciones y tamaño del gremio y, por otro, la fragmentación disciplinaria de tendencias, métodos y objetos de estudio, generó una cierta confusión en la historiografía española de finales del siglo xx. Su superación ha ocupado buena parte de los esfuerzos en las últimas décadas. Vid. Pérez Garzón (2009) y Rodrigo (2017). |
[6] | |
[7] |
Pasamar (2000: 248). |
[8] |
José Luis Gómez Navarro, María Luisa Sánchez-Mejía, Andrés de Blas Guerrero, Mercedes Cabrera Calvo Sotelo, Rafael Cruz, Carmen Iglesias, Santos Juliá, Miguel Martorell, Fernando del Rey Reguillo y Javier Varela. |
[9] |
Como Historia Social o la Revista de Historia Económica. |
[10] |
Ciertamente, la limitación cronológica, esencial en el encuadramiento, está ausente en el área de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos, y las limitaciones temáticas o metodológicas, que sí están más presentes en esta área que en Historia Contemporánea o Historia Moderna, difícilmente perjudican un proyecto dedicado a la relación entre política e historia. |
[11] |
UNED: Universidad Nacional de Educación a Distancia; UCM: Universidad Complutense de Madrid; UCLM: Universidad de Castilla-La Mancha; UA: Universidad de Alicante. |
[12] |
Un ejemplo de cada caso en el primer número: Sternhell (1999) y Moreno Luzón (1999). |
[13] |
Entre otros, los dosieres temáticos de los números 7, 11, 24, 30, 34, 35, 36 y 42; los artículos de Sánchez Cervelló (2002); Cebolla y Requena (2010); Lion Bustillo (2013); Tavares de Almeida et al. (2016); Basabe (2021), o Martínez Vilches (2021). |
[14] |
Sobre la autoría múltiple, véase Silva (2005). |
[15] |
Cfr. Burdiel (2014). |
[16] |
Álvarez Junco y Cabrera (2011) y Moreno Luzón y del Rey (2013). Sobre Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo, catedrática de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la UCM y otra de las grandes figuras del proyecto que ha estado presente desde el principio y que ha ejercido la dirección durante más de diez números, véase del Rey y Martorell (2022). |
[17] | |
[18] |
Algunos ejemplos, limitándonos tan solo a los artículos: Humlebæk (2004) y Aguilar Fernández y León Cáceres (2022) sobre la polémica de la memoria histórica, o Domínguez (2019), cuyas posiciones sobre la existencia de un pensamiento nacional en los reaccionarios de principios del siglo xix tienen una difícil conciliación con lo sostenido en la primera y tercera parte de Álvarez Junco (2001). Lo mismo puede decirse de quien esto escribe para el caso de Moreno Almendral (2021). |
[19] |
Actualizado a 23-01-2023. |
[20] |
Actualizado a 23-01-2023. |
[21] |
Algunos ejemplos de entre los muchos que se podrían señalar y excluyendo monografías colectivas: Álvarez Junco (1999 y 2001), Juliá (1999, 2002 y 2004), Boyd (1997 y 1999), Rodrigo (2003 y 2008) y nuevamente el monográfico del número 47 (2022) coordinado por este autor, Storm (2004 y 2016), Eastman (2005 y 2012), Portillo Valdés (2006) y el monográfico del número 19 (2008), Ofer (2006 y 2009), Simal (2008 y 2012), Burdiel (2010 y 2018), Andreu Miralles (2011 y 2021), Shubert (2015 y 2019), San Narciso Martín (2020 y 2022), Cañas de Pablos (2021 y 2022), etc. |
[22] |
Vid. Berg y Seeberg (2016) y Schekman (12 de diciembre de 2013). |
[23] |
No sin críticas, incluso desde la propia bibliometría. Por ejemplo, Aguillo (2022). |
[24] |
Versión 1.0. Disponible en: https://tinyurl.com/ytpbusj9 (último acceso: 01/09/2022). |
[25] |
Disponible en: https://tinyurl.com/mx7ym9r (último acceso: 25/09/2022). |
[26] |
Disponible en: https://tinyurl.com/4k23b66a (último acceso: 25/01/2023). |
[27] |
Datos extraídos de: https://www.scimagojr.com. Es importante señalar que el SJR no solo computa las citas, sino que también intenta ponderar el prestigio de las revistas (último acceso: 21/10/2022). |
[28] |
Por ejemplo, si observamos qué revistas citan Historia y Política en Scopus veremos que la mayoría de ellas son, hasta la fecha, títulos también españoles o latinoamericanos. Por lo tanto, aunque la revista esté en un índice internacional, su impacto fuera del circuito historiográfico en español es todavía limitado. En menor medida, algo similar pasa con Ayer o con Historia Contemporánea. |
[29] |
Datos obtenidos de: https://jcr.clarivate.com (último acceso: 21/10/2022). |
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