En 1998, la recientemente desaparecida editorial Biblioteca Nueva sacaba a la venta la obra Gutiérrez Mellado. Un militar del siglo xx (1912-1985). Su autor, el coronel de Infantería en la reserva y doctor en Historia Contemporánea Fernando Puell de la Villa, había sido colaborador y amigo del biografiado, fallecido menos de tres años antes. Pero más allá del reciente fallecimiento del militar y su cercanía personal con el autor, la obra reflejaba todas las dinámicas que definían a España en ese momento: una economía boyante que crecía al 4,4 %; una sociedad estable y no polarizada, cuya paz solo era rota por el persistente problema de ETA, y una visión compartida por la inmensa mayoría de los españoles de que el proceso de cambio político conocido como la Transición había sido un éxito colectivo que nos había dotado de etapa de paz y prosperidad más larga de nuestra historia, nos había homologado con los países de nuestro entorno y nos había convertido en modelo para otras naciones que tuvieron o tendrían dinámicas políticas similares. Puell reflejó este conjunto de procesos en su obra, presentando una visión positiva y sin aristas de uno de los protagonistas de este periodo. Así, a lo largo de las 217 páginas del libro, el autor analizaba la vida del capitán general (honorario) Manuel Gutiérrez Mellado, desde su nacimiento hasta su muerte, desmontando todos los mitos que habían servido para criticar su figura cuando fue vicepresidente del Gobierno para Asuntos de la Defensa —su papel en la Guerra Civil como agente del Servicio de Información y Policía Militar (SIPM) o el asesinato del comandante de la Guardia Civil Isaac Gabaldón el 28 de julio de 1939—. Pero, a la vez, obviaba otras dinámicas donde su papel había sido controvertido. Así, por ejemplo, no profundizaba en la enemistad que sus reformas le había acarreado con la mayor parte de los miembros del estamento militar, en la tensión que habían provocado o en su incapacidad para el mando. Igualmente, ignoraba acontecimientos básicos de este periodo, como la legalización del Partido Comunista de España (PCE) el 9 de abril de 1977 o el modelo de funeral que estableció para los miembros de las Fuerzas Armadas asesinados por los distintos grupos terroristas —en la más estricta intimidad y sin colocar la bandera nacional sobre el ataúd—, origen de graves enfrentamientos entre el Gobierno y los militares —un ejemplo fue el funeral de dos policías y un guardia civil asesinados por los GRAPO el 29 de enero de 1977 en el Hospital Gómez Ulla, de Madrid— con el argumento de que se trataba de «sucesos ambos suficientemente conocidos y que no merece la pena volver a recrear» (p. 198).
En 2019, Alianza Editorial ha publicado una nueva obra del mismo autor con el título Gutiérrez Mellado y su tiempo. Aunque podía considerarse de una versión actualizada y ampliada de la anterior, realmente se trata de un libro nuevo porque ni su tamaño —el doble de páginas— ni las tesis que desarrolla se identifican con las que se recogían en su investigación anterior. Tal vez porque el contexto en que ha salido a la venta es muy distinto que el de 1998, pues desde comienzos del siglo xxi en nuestro país se han puesto en marcha un conjunto de dinámicas —ruptura del consenso que definió la Transición, polarización social, inestabilidad política, corrupción, crisis territorial, etc.— que han puesto en tela de juicio la Transición por un importante sector de la población española. En este sentido, Puell presenta una visión controvertida del biografiado y de algunos acontecimientos que tuvieron lugar en este periodo, pero sin rechazar el carácter positivo del proceso de cambio político que tuvo lugar entre 1975 y 1981. Igualmente, la obra se beneficia de los avances en la investigación académica del periodo histórico en el que se desarrolló la vida de Gutiérrez Mellado (1912-1995), producidos desde 1998.
Esta nueva obra puede dividirse en tres partes claramente diferenciadas. La primera corresponde al periodo de la vida del biografiado que transcurre entre su nacimiento y el final de la Guerra Civil (pp. 41-174). En la misma, el autor hace una descripción rica y detallada del origen social de Gutiérrez Mellado, su estancia en la Academia de Artillería de Segovia, su vinculación con la tradición corporativa de ese cuerpo y sus destinos militares durante la II República. No obstante, destacan dos dinámicas. La primera, su papel en la sublevación que comienza el 17 de julio de 1936, en la que como teniente de ideología falangista destinado en el Regimiento de Artillería a Caballo tiene un papel activo (pp. 117-134). La segunda, sus actividades como agente del SIPM durante el conflicto civil, que quedan detalladamente explicadas apoyándose en las obras realizadas por Sara Núñez de Prado y Javier Cervera y en las investigaciones de archivo realizadas por el propio autor, y que permiten conocer de forma muy precisa el funcionamiento de este servicio y la organización de la Quinta Columna en Madrid (pp. 135-174).
La segunda parte se corresponde con la carrera militar de Gutiérrez Mellado durante el franquismo (pp. 175-304). Puell explica de forma detallada estos «años oscuros» de la vida del biografiado, sometido a las penurias económicas de un Ejército pobre que obligaba a sus integrantes a buscarse un segundo trabajo que les permitiese sacar adelante a sus familias. Precisamente, esta situación provocó que Gutiérrez Mellado abandonase la profesión de las armas entre 1956 y 1963 para probar suerte en el mundo de los negocios (pp. 214-218). No obstante, y más allá de esta situación, que fue anecdótica en la vida del biografiado, de esta etapa destacan dos dinámicas explicadas con profundidad por Puell. La primera, la vinculación de Gutiérrez Mellado con el teniente general Manuel Díez-Alegría en el Centro Superior de Estudios de la Defensa (CESEDEN) y en el Alto Estado Mayor (AEM) entre 1971 y 1975. El autor realiza un detallado análisis de estos años, claves en el devenir posterior de España, pues se pusieron las bases para un proceso de reforma militar cuyo objetivo era subordinar las Fuerzas Armadas al poder civil, situación que no existía en el franquismo, donde los ejércitos constituían un poder autónomo dentro de la estructura del Estado. Ese sería posteriormente el objetivo fundamental del biografiado cuando se convirtió en vicepresidente del Gobierno para Asuntos de la Defensa. Paralelamente, explica también cómo en este periodo Gutiérrez Mellado —como Díez-Alegría y otros militares— llegó a la conclusión de que el franquismo era inviable sin Franco, y que sería necesario un proceso de reforma del sistema político vigente, tutelado por las Fuerzas Armadas a través de un vicepresidente militar (p. 268). De hecho, ambas reformas —política y militar— tendrían que desarrollarse paralelamente para que tuviesen éxito y permitiesen a España homologarse con los países de nuestro entorno (p. 269). Precisamente, Arias Navarro, protagonista del primer intento de reforma del régimen, le ofreció la subsecretaria de la Presidencia del Gobierno para que realizara esa reforma militar, cargo que el biografiado rechazó (p. 270). La segunda dinámica analizada por Puell de este periodo que merece destacarse por su importancia en la vida del biografiado son los años comprendidos entre 1974 y 1976 (pp. 279-303), un periodo convulso en la historia de España. El autor explica con detalle cómo desde la muerte del general Franco, Gutiérrez Mellado fue reconocido como el militar que debía pilotar la reforma militar que sería paralela al proceso de cambio político. Así, analiza el ofrecimiento de la vicepresidencia del Gobierno que le hizo Arias Navarro, y que el biografiado no podía aceptar porque su empleo —general de división— le impedía dar órdenes a sus compañeros tenientes generales.
La tercera parte de la obra es la más interesante y cubre desde su ascenso a teniente general, consecuencia del accidente que costó la vida al capitán general de la IV Región Militar, Salvador Bañuls, el 5 de marzo de 1976 —de no haberse producido este hecho luctuoso, Gutiérrez Mellado se hubiera tenido que retirar del Ejército el 30 de abril de ese mismo año porque los generales de división lo hacían a los 64 años mientras que los tenientes generales lo hacían a los 66, y no hubiera podido ser vicepresidente del Gobierno— hasta el golpe de Estado del 23-F. Constituye, sin duda, la parte más importante de esta obra y la que más ha cambiado en relación con el libro de 1998. En este sentido, Puell realiza un profundo análisis de la labor política del capitán general en estos años, especialmente a partir de su nombramiento como vicepresidente del Gobierno el 22 de septiembre de 1976. De su estudio debe destacarse, sin duda, la explicación precisa y detallada de la dinámica de reformas militares que puso en marcha Gutiérrez Mellado —desaparición de los ministerios militares, creación del Ministerio de Defensa, prohibición de la participación en actividades políticas por parte de militares en situación de actividad, creación de la Junta de Jefes de Estado, elaboración de unas nuevas ordenanzas, etc.—, que supusieron el principio del fin del poder militar en España, condición sine qua non para la consolidación del sistema democrático en España, y que constituye el mayor legado del biografiado (pp. 421-454). Pero, a la vez, también desarrolla los aspectos más discutidos y controvertidos de este periodo, que definieron las relaciones entre Suárez y Gutiérrez Mellado, por un lado, y la élite militar por otro. Así, el autor aborda con detalle la reunión que Adolfo Suárez sostuvo con los principales mandos militares el 8 de septiembre de 1976, aceptando que el presidente del Gobierno prometió no legalizar el PCE, promesa que incumplió posteriormente (pp. 323-333), o el proceso de legalización de este partido (pp. 379-388). No obstante, el aspecto más relevante, clave para comprender —junto a otras dinámicas— el progresivo auge del involucionismo en el seno de las Fuerzas Armadas que culminó con el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, es la descripción que el autor realiza de la figura de Gutiérrez Mellado como vicepresidente del Gobierno: su visión del Ejército; los choques que sostuvo con sus compañeros más conservadores, a algunos de los cuales cesó de forma fulminante por incidente más o menos graves; el aislamiento al que fue sometido por la mayoría de los miliares, y la campaña de acoso y derribo que sufrió por parte de la extrema derecha (pp. 344-366). Este análisis, omitido en su mayor parte en su obra anterior, constituye sin duda una de las mayores aportaciones de la obra de Puell, pues permite comprender las consecuencias negativas derivadas de la dinámica reformista puesta en marcha por el biografiado.
La obra finaliza con una descripción de los últimos años de vida del capitán general y del legado de su figura. De esta parte es destacable el análisis que hace Puell de su papel en la Fundación de Ayuda a la Drogadicción y los homenajes que recibió en sus últimos años de vida, donde fue reconocido como una de las figuras indiscutibles del proceso de cambio político, por lo que fue ascendido al máximo empleo militar, el de capitán general con carácter honorífico, y se le concedió un marquesado un año antes de su fallecimiento, que tuvo lugar como consecuencia de un accidente de tráfico el 15 de diciembre de 1995 (pp. 489-513).
En conclusión, se puede decir que Fernando Puell ha escrito una obra académica crítica, pero a la vez objetiva y, por tanto, imprescindible para comprender el siglo xx español en general y el proceso de cambio político que se desarrollo en España entre 1975 y 1981 de forma particular, a través de la figura de uno de sus protagonistas. Su mayor aportación, sin duda, es el análisis de su papel como vicepresidente del Gobierno para Asuntos de la Defensa, con sus luces y sus sombras.