RESUMEN
Este artículo busca estudiar el modo en el que sobrevivió el mito liberal en torno a Rafael del Riego después de su muerte en 1823 en España y en otros países europeos dada la gran proyección internacional que tuvo el personaje. Su alzamiento en 1820 en defensa de la Constitución de 1812 se convirtió en emblema de la libertad de todos los períodos posteriores al Trienio Liberal en España. Su humillante final, tanto en su detención y juicio como después de la ejecución por horca en la plaza de la Cebada de Madrid, dio comienzo a una leyenda que sobrevivió, con altibajos, durante décadas dentro del imaginario liberal. Dentro del modelo napoleónico que representó, las obras que elaboraron un culto en torno a él y los actos que lo plasmaron fueron abundantes y variados, además de provenir de contextos geográficos diferentes.
Palabras clave: Rafael del Riego; mitos políticos; liberalismo; modelo napoleónico; decembristas.
ABSTRACT
This article aims to study how the liberal myth on Rafael del Riego survived after his death in 1823 in Spain and other European countries, since that personality had a big international repercussion. His uprising in 1820 defending the 1812 Constitution became an emblem of liberty in all posterior periods beyond the Liberal Triennium in Spain. His humiliating ending during his detention and trial and after his execution on the gallows in Madrid’s plaza de la Cebada started a legend which survived, with twists and turns, for decades inside liberal collective imagination. Related to the Napoleonic model he represented, the works that built a cult around him and the acts which expressed that cult were numerous and varied, and they came from different geographical contexts.
Keywords: Rafael del Riego; political myths; liberalism; Napoleonic model; decembrists.
Casi inmediatamente después del éxito del pronunciamiento del 1 de enero de 1820 en
Las Cabezas de San Juan, muchos liberales europeos miraron hacia el Mediterráneo,
especialmente a España, marcando así la importancia de las ideas y eventos del sur
en el devenir del liberalismo del continente[1]. Con el tiempo, Riego se convirtió en uno de los mayores ejemplos que imitar dentro
de un contre-monde liberal (o Internacional Liberal, dependiendo del autor) de mártires vivientes Delpu ( Delpu P. M. (2018). Eroi e martiri. La circolazione delle figure celebri della rivoluzione
napoletana nell’Europa liberale, 1820-1825. Rivista Storica Italiana, 130 (2), 587-614.
Bruyère-Ostells, W. (2015). Internationale libérale ou contre-monde libéral? Des degrés
et des espaces d’opposition aux Restaurations. En J. C. Caron y J. P. Luis (coords.).
Rien appris, rien oublié? Les Restaurations dans l’Europe postnapoléonienne (1814-1830)
(pp. 367-380). Rennes: Presses Universitaires de Rennes. Disponible en: https://doi.org/10.4000/books.pur.96124 Citado por Reichardt ( Reichardt, R. E. (2002). La Revolución francesa y la cultura democrática. La sangre de la libertad. Madrid: Siglo XXI.
Con esa sacralización de la política (por encima de la sacralización del poder)
Este artículo pretende profundizar en las obras que explican la persistencia de Riego
como un referente político positivo tanto en España como en otros países, dejando
por tanto a un lado las críticas recibidas, como las que aparecen en obras del Marqués
de Miraflores
Su figura ha representado los ideales de lucha por la libertad en el imaginario político
español por encima de otros casos, como Lacy o Torrijos (entre los que al mismo tiempo
fue «eslabón» fundamental Cañas de Pablos ( Cañas de Pablos, A. (2016). Personificando la Revolución. Espartero: carisma en la
Revolución de 1840 y su llegada a la Regencia. Vínculos de Historia, 5, 270-289. Disponible en: https://doi.org/10.18239/vdh.v0i5.213 Shubert, A. (2018). Espartero, el Pacificador. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
Sánchez, R. (2018). El héroe romántico y el mártir de la libertad: los mitos de la
revolución en la España del siglo xix. La Albolafia, 13, 45-66.
Dado que —desde la Revolución francesa— muerte y política estaban intrínsecamente
relacionadas, los héroes del xix solían compartir el rasgo de un final trágico, ya sea en una batalla o tras una dura
condena
Si bien este artículo se centra en la evolución de la mitificación post mortem de Riego, no puede obviarse que desde su papel en el pronunciamiento de 1820 el militar
había ostentado la figura de mito, casi máximo, de la revolución española, por encima
de sus compañeros Quiroga (de mayor rango militar), López Baños y Arco-Agüero, en
un claro de proceso de heroización individual gracias al «liderazgo moral» Álvarez Junco ( Álvarez Junco, J. (2009). Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo xix. Madrid: Taurus.
En 1823, los franceses que dirigían la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis
tenían claro que Riego era la pieza más valiosa entre las filas liberales. Constituía
un símbolo revolucionario absoluto, por lo que se convirtió en objetivo principal
desde el primer momento. Ese carácter simbólico explica que los franceses no tuviesen
con él las consideraciones que sí se dieron en el caso de otros militares españoles.
Acabar con el hombre era acabar también con el símbolo, y por ello posteriormente
Fernando VII premió a Araque, el comandante interino que lo detuvo, con el cargo de
tesorero de las Nuevas Poblaciones del departamento de La Carlota Decretos del Rey Nuestro Señor, 29-12-1823: 6
En sus últimos momentos en libertad estuvo acompañado por el británico George Matthewes,
el piamontés Vincenzo Virginio (miembro de la Legión de Honor y antaño al servicio
de Napoleón) y varios portugueses, además de otros soldados españoles
Su captura en el cortijo de Baquerizones, cerca de Arquillos (Jaén), tras una traición
del aldeano Diego López Lara, y su posterior traslado lo transformaron en la diana
hacia la que se dirigían la ira y actos de venganza de quienes se oponían a las políticas
liberales de los años precedentes. Transcurrieron más de dos meses entre su partida
de Málaga (3 de septiembre de 1823), su detención (15-16 de septiembre) y su ejecución
en Madrid (7 de noviembre). En ese trayecto fue maltratado e insultado en las localidades
que recorría la comitiva. No importaba a qué hora saliesen en cada traslado: siempre
encontraban personas con barro y piedras, encabezadas por curas y monjes Matthewes ( Matthewes, G. (1824). The last military operations of General Riego. London: s. e.
Se anularon los decretos de amnistía del liberado Fernando VII que conservaban todos
los grados, honores, sueldos y empleos. La reacción contra los liberales fue salvaje
y Riego era uno de los objetivos principales. En las Cortes que habían aprobado trasladar
al rey hubo noventa «síes», y solo él fue condenado por esa decisión, lo cual además
suponía una aplicación retroactiva de la norma. Esto es, se le juzgó y condenó por
hechos que eran legales cuando sucedieron. Con una clara intencionalidad política,
en el irregular juicio fue sentenciado a muerte, pero de una forma habitualmente reservada
a los plebeyos
Tras su estancia en prisión, el día de la ejecución, vestido con una saya negra, fue
arrastrado en una cesta por el suelo de las calles de la capital camino del patíbulo.
Esa humillación pública ante mortem se produjo en mitad de un entorno marcado por el «silencio sobrecogedor» de la gente Ibid.: 72.
Causa del General Don Rafael del Riego ( Causa del General Don Rafael del Riego (1835). Madrid: Vicente de Santos.
La sentencia recogía que su cuerpo sería descuartizado y que sus restos serían repartidos
entre los lugares más importantes de su trayectoria política y militar («donde el
traidor Riego ha avivado el fuego de la revolución y manifestado su pérfida conducta»):
Sevilla, la isla de León, Málaga (por su actuación «antirreligiosa» allí en el verano
de 1823)
En realidad, fue el principal chivo expiatorio
Un héroe vivo podía generar cierta desconfianza, pues siempre podía fallar o equivocarse.
El mito pervive mucho más respecto al héroe muerto que ha sufrido un martirio como el de Riego, quien se había sacrificado en pos de la fe política de la libertad
y que había alcanzado las dimensiones de culto. Si en los años del Trienio encarnó
el temor de la Santa Alianza a la propagación del modelo constitucional español, tras
su muerte inspiró una abundante literatura reivindicativa en la que se mezclaban los
ideales políticos de un liberalismo radical con los ingredientes románticos presentes
en un caso como el suyo: por un lado, un héroe ejemplar que se entrega en sacrificio
a su patria; por otro, una víctima de la España inquisitorial, vestigio de un mundo
cruel y tenebroso
Lógicamente, los Gobiernos posteriores al Trienio Liberal rechazaron cualquier reconocimiento
hacia Riego. Sirva de muestra la condena a presidio para un zapatero madrileño tras
descubrirse que había colocado en su casa un trozo de la lápida de la Constitución
destruida en 1823 bajo un retrato de Riego junto a una vela encendida, aunque no fue
el único condenado en circunstancias similares Mosquera ( Mosquera, A. (2003). Rafael del Riego. La Coruña: Ateneo Republicano de Galicia.
El impacto del militar asturiano fue de tal calibre que en los decretos de disciplina
soldadesca aparecía explícitamente la prohibición de pronunciar las palabras «Viva
Riego» Diario de Madrid, 17-10-1824.
Gomis ( Gomis, J. M. (1828). Colección de canciones patrióticas. S. l.: s. e.
Las condiciones cambiaron con la Regencia de María Cristina (1833-1840). El conflicto con los carlistas empujó a la Corona a una aproximación a los liberales, quienes trataron de hacer de Riego un mito común aglutinador. El Gobierno tomó algunas medidas para contentarlos, como diversas amnistías para exiliados de 1814 y 1823 y la entrega de ministerios a varios de ellos.
En un acto de gran profundidad política, en octubre de 1835 la regente firmó un real
decreto en el que se rehabilitaba la memoria de Riego y se reconocía que su condena
había sido errónea, además de establecer protección hacia la familia del general (su
viuda había fallecido en 1824; en su testamento dejaba su espada «para la nación española»
cuando estuviera «debidamente representada» Eco del Comercio, 19-8-1836: 2-3.
El General don Rafael del Riego, condenado a muerte ignominiosa en virtud de un decreto posterior al acto de que se le acusó, y por haber emitido su voto como Diputado de la Nación, […] fue una de aquellas víctimas que en los momentos de crisis diose el fanatismo con la segur de la justicia. […]. No debe permitirse que la memoria de aquel general quede mancillada con la nota del crimen ni su familia sumergida en la orfandad y la desventura. […]
Artículo 1º El difunto general don Rafael del Riego es repuesto en su buen nombre, fama y memoria.
Artículo 2º Su familia gozará de la pensión de viudedad que le corresponda según las leyes.
Artículo 3º Esta familia queda bajo la protección especial de mi amada hija Doña Isabel
II, y durante su menor edad bajo la mía Gaceta de Madrid, 1-11-1835.
Al mes siguiente, Vicente de Santos, el hijo de quien había defendido a Riego en su
proceso (Faustino Julián de Santos) publicó las actas de la causa. Esta norma fue
el detonante de dicha publicación, ya que al final de la obra aparece el propio decreto
de la regente. Indica que los beneficios de dicha publicación irían destinados a cubrir
«los gastos de la guerra [carlista], para hacer un obsequio al héroe de las Cabezas» Causa del General Don Rafael del Riego ( Causa del General Don Rafael del Riego (1835). Madrid: Vicente de Santos.
Ibid.: 2.
Así, 1835 fue el primer año en el que las efemérides de los periódicos rescataron
la ejecución de Riego, caracterizado en ese momento como «malhadado» o «mártir» Revista Española, 7-11-1835: 4; El Español, 14-11-1835: 3.
Ramírez Aledón ( Ramírez Aledón, G. (2011). El clero español en el exilio londinense. En D. Muñoz Sempere
y G. Alonso García (eds.). Londres y el liberalismo hispánico (pp. 35-58). Madrid; Frankfurt del Main: Iberoamericana Vervuert. Disponible en: https://doi.org/10.31819/9783954879137-003
Como consecuencia, el himno de Riego, «por sí solo capaz de resucitar a los muertos»,
reapareció en la prensa (muy agitada antes y después de la decisión respecto a Riego
y sus verdugos, algunos de ellos con cargos oficiales en ese momento) Revista Española, 3-10-1835: 2; Eco del Comercio, 9-10-1835: 4.
Poco después de la reposición de su buena reputación, el Congreso aprobaba que el nombre de Rafael del Riego, junto al de otras «víctimas sacrificadas por el despotismo» apareciese en una lápida de las Cortes. El preámbulo del dictamen de la comisión encargada explica el motivo de aquellos cuyo nombre iba a ocuparla, destacando las palabras dedicadas a Riego, el primero que merecía estar presente. Hacen hincapié en el juicio injusto que sufrió por parte de los absolutistas:
Hay una lápida vacía, igual á otra que comprende los nombres ilustres de Daoiz, Velarde, Álvarez, Porlier, Lacy y Álvarez Acevedo, y no parece que deban ser más en número los que se inscriban en aquella.
El primer nombre llamado á ocuparla es, sin duda alguna, el del ilustre y malogrado
general D. Rafael del Riego, no solo porque siendo el objeto de la gratitud y estimación
del partido nacional, fué la primera víctima sacrificada por el despotismo, sino porque
habiendo sido asesinado jurídicamente por un voto que dió como Diputado, y que fué
posteriormente declarado criminal, deben las Córtes apresurarse, honrando su memoria,
á volver por la inviolabilidad de los representantes de la Nación, conculcada horriblemente
en su persona Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes. Dictamen de la Comisión de Premios,
relativo á honrar la memoria de las víctimas sacrificadas por el despotismo desde
el año de 1823, 23-9-1837.
Los demás personajes incluidos en la misma lápida fueron el Empecinado, Salvador Manzanares, Antonio Miyar, Mariana Pineda y José María de Torrijos. La misma comisión aprobó la búsqueda de los restos mortales de todos ellos y su traslado a la iglesia de San Francisco el Grande, que se convertiría en el panteón nacional español, proyecto que no se llevó a cabo.
En ese momento se popularizaron dichos como «ser más liberal/más valiente que Riego»,
al tiempo que surgía una vertiente religiosa en torno al uso del militar asturiano
como símbolo, ya que existieron otros elementos útiles como coordenadas para situar
la posición de la figura de Riego, como el santoral o las recreaciones: el día de
san Rafael se celebró en su memoria durante años después de su muerte, en un sentido
similar al san Napoleón (15 de agosto) en Francia Stites ( Stites, R. (2014). The Four Horsemen. Riding to Liberty in Post-Napoleonic Europe. Oxford: Oxford University Press.
La primera guerra carlista (1833-1840) incrementó la importancia política de los
militares, como muestra el ejemplo de Espartero y su ascenso posterior como contrapoder,
pero también hasta su llegada a la regencia. Fue comparado con Riego y el primero
sirvió de referente para la publicación de una serie de biografías de generales liberales
«víctimas de atroz perfidia y que perecieron en defensa de la libertad», iniciada,
evidentemente, por la de Riego El Guardián Nacional, 10-7-1840: 4.
Con el himno incluso se celebraban en el madrileño Teatro del Príncipe acontecimientos
como el Abrazo de Vergara El Corresponsal, 5-9-1839: 4.
Eco del Comercio, 23 y 30-9-1840: 2 en ambos casos.
El Correo Nacional, 17-10-1840: 4.
Durante los homenajes a Espartero en el otoño de 1840, al iniciarse su regencia provisional,
el simbolismo liberal hizo acto de presencia en la escenografía de las calles de Madrid
con Riego y otras referencias históricas comunes que conectaban ambos eventos. Los
elementos son esclarecedores: el atrezo de la celebración estaba formado por los lemas
«Libertad, Independencia Nacional, Constitución y Trono Constitucional» junto a los
de «Heroísmo y Patriotismo.» Se hacía directa la vinculación entre las trayectorias
individuales de los héroes y las libertades patrias. Por otro lado se encontraban
los retratos colocados en transparentes de Isabel II y Espartero junto a los nombres
de los héroes por la libertad, muchos de ellos ya nombrados, y lugares de la memoria
liberal (Empecinado, Riego, Torrijos, Maldonado, Daoíz…; Bilbao, Luchana, Zaragoza…) Ameller y Castillo ( Ameller, V. y Castillo, M. (1853). Los mártires de la libertad española: sea historia de las personas notables del partido
liberal de nuestro país que han parecido en el cadalso, o sucumbido víctimas de la
tiranía a causa de sus convicciones políticas. Madrid: Imp. de Luis García.
Un ejemplo de acto que condensa algunos de los términos centrales de la mitificación
de Riego se halla en un discurso en un homenaje en Madrid en el decimoséptimo aniversario
de su muerte (7 de noviembre de 1840), convertido en un acto en memoria de los «mártires
sacrificados por la libertad y la independencia nacional». En él, el regente provisional
intervino con unas breves palabras. Su mensaje es esclarecedor acerca de la importante
existencia de un conjunto de héroes que inspiraban a la nación en su «búsqueda de
libertad» (las mayúsculas figuran así en la fuente original) Alocución del Duque de la Victoria en la función fúnebre que se celebra el 7 de noviembre
[de 1840] en memoria del ilustre general RIEGO y demás mártires sacrificados por la libertad
é Independencia nacional. Archivo de Villa de Madrid. Archivo de Secretaría. Acontecimientos políticos, tomo
I, 3-465-67.
Los monumentos que se erijen á la memoria de los hombres ilustres sacrificados por la LIBERTAD é independencia de su Patria, si ofrecen un digno ejemplo que seguir á las generaciones presente y futuras, son tambien el tributo mas glorioso para los héroes, cuyas virtudes cívicas los colocan en el templo de la inmortalidad. […]
Ellos regaron con su sangre el árbol de la LIBERTAD, haciendo que […] cobijase bajo su sombra, á la noble y honrada progenie de Pelayo.
Hoy, Señores, nos toca honrar las cenizas del inmortal RIEGO, del héroe que (…) hizo resonar el grito eléctrico de LIBERTAD. Pero […] el caudillo fue presa del voraz encono de los tiranos, y en este sitio y en dia que, hoy es aniversario, sufrió el terrible sacrificio con otros mártires de la LIBERTAD.
En este fragmento aparecen varios elementos recurrentes en el imaginario liberal a la hora de construir el relato sobre los mártires que habían dado su vida por la causa de la libertad. El primero de ellos es la constante repetición del vocablo «libertad», dándole un valor central en el discurso político. Además, el hecho de transcribirlo en mayúsculas dirige la atención hacia el término. Un segundo componente se halla en el vínculo entre libertad e independencia de la patria, que lleva directamente a su felicidad. La libertad funcionaba como credo supremo en un sentido casi religioso, al tiempo que ejercía una protección sobre los españoles. Además, era el eje central del sistema y Riego, al sacrificarse por ella, mostró la más alta de las virtudes cívicas y realizó la máxima ofrenda posible a ese culto. Finalmente, siempre que se habla de héroes modélicos a los que imitar aparecen ídolos previos que sirven como precedente, formando una especie de saga prolongada desde muy atrás. En la alocución de Espartero, el elegido es Pelayo, uno de los símbolos fundacionales del nacionalismo español.
Relacionado con esta dinastía de héroes, aunque las figuras históricas extranjeras fueron empleadas como referencia,
el protagonismo se lo llevaron los liberales históricos españoles, cuyo elenco se dividía en tres grupos fundamentalmente: los comuneros (Bravo,
Padilla y Maldonado), los insurrectos aragoneses (Lanuza, De Heredia y De Luna) y
finalmente los Claris, rebeldes catalanes contra Felipe IV en 1640
El hecho de que esta obra anónima fuese publicada originariamente en francés indica
el interés que había en el país vecino por la figura de Rafael del Riego. Es más,
en ella Riego era divinizado como «un nuevo Marte», dios de la guerra, y se le atribuían capacidades taumatúrgicas a la hora de impulsar
acciones políticas en los militares: «Riego se constituye un Bonaparte: habla con
un gesto, su aliento da valor» Ibid.: 47-48.
Poemas, romances, canciones… Riego quedó fijado en obras literarias de todo tipo,
aunque con menor intensidad en comparación con el período anterior. Existieron excepciones,
como la litografía de Carlos Múgica dentro de la serie Álbum del Ejército (Múgica, C. (1846). D. Rafael del Riego. Madrid: Lit. de J. Donon.1846)
El auténtico regreso se produjo con la Revolución de 1854, cuando el himno, «que tan
vivo entusiasmo despierta entre los buenos liberales» El Clamor Público, 18-7-1854: 1.
El Grito de la Libertad, 16-7-1854:2; 17-7-1854: 3-4. El Clamor Público, 18-7-1854: 1.
El teatro de ese momento también recuperó la figura del militar de Tuña. En 1854 apareció Don Rafael del Riego, drama popular en cinco jornadas y en prosa, de Ramón de Valladares y Saavedra, político y diplomático progresista, que en cinco actos recorre el Trienio Liberal, dedicando un abundante espacio a las cuestiones de la «traición» y del «martirio glorioso». Un breve soliloquio del propio Riego menciona lo importante del total sacrificio personal por la causa de la libertad recurriendo a terminología religiosa ya vista y cómo eso contribuía a hacer más fuerte el mito del personaje:
Una religión sin mártires es un sol sin rayos […]. A la voz de Riego, no habrá enemigos que no se rindan, esclavos que no rompan sus cadenas, pueblos que no se levanten contra sus tiranos! La memoria de Riego será la espresion (sic) mas exacta del partido que encierra el porvenir; la muerte de Riego estará siempre clamando venganza […]. Vean ustedes si Riego debe morir; vean ustedes si no es digno de regocijo este acto, cruel sí, pero glorioso para todos los liberales!
[Cuando Riego abandona la escena camino del cadalso, su confidente Torbellino concluye:]
Su muerte será la vida de los libres […]. Riego muere, pero Riego vivirá siempre!!
Por otro lado, en enero de 1856 se estrenó en Madrid la obra El triunfo del pueblo libre en 1820, de los políticos y periodistas republicanos Antonio de Cabrera y Romualdo de Lafuente,
en la que Riego, «un alma angelical», aparece como un salvador romántico y nada ambicioso,
que solo se mueve para librar al país del yugo de la tiranía De Cabrera y De Lafuente ( De Cabrera, A. y De Lafuente, R. (1856). El triunfo del pueblo libre en 1820. Drama histórico contemporáneo. Madrid: Imp. de C. González.
Ibid.: 9, 55.
Er día que en capiya
metieron a Riego
los suspiros que daban sus tropas
yegaban ar sielo.
Mataron a Riego
ya Riego murió
como se biste de negro luto
toa la nasión
Así pues, su recuerdo pervivía y continuaba funcionando como símbolo de determinados
valores casi medio siglo después de morir. Por otro lado, aunque su relevancia política
no era precisamente patente en los años finales del reinado de Isabel II, tampoco
fue olvidado en la política activa. Es llamativo que Narváez lo nombrase explícitamente
y se mostrase en 1864 dispuesto a «ser más liberal de Riego», retirando para su provecho
el elemento progresista del capital simbólico del asturiano Diario de Sesiones de Cortes, 11-12-1861. Se expresó en un sentido similar diez años después, ver De Olózaga ( De Olózaga, S. (1871). Estudios sobre elocuencia, política, jurisprudencia, historia y moral. Madrid: A. de San Martín.
Su figura reapareció como referencia política movilizadora durante la Revolución de
1868, ya en la proclama del 23 de septiembre. En ella, los revolucionarios se dirigían
a los gaditanos como «¡Pueblo de Muñoz Torrero, de Riego y de Argüelles!» Diario de Córdoba, 23-9-1868: 1.
La Correspondencia de España, 30-9-1868: 3.
Crónica de Badajoz, 3-10-1868: 2; El Eco de Gerona, 4-10-1868: 3; La Paz de Murcia, 12-10-1868: 1; Diario de Mahón, 21-10-1868: 3.
En plena resaca del triunfo de la Gloriosa, Riego fue recordado por el diario demócrata
La Discusión como «glorioso mártir de la libertad» en el 45.º aniversario de su ejecución. Se anunciaba
la celebración de misas y la colocación de un altar en el lugar de la misma en honor
de aquel «cuyo nombre ocupará siempre un preferente lugar en el corazón de los buenos
liberales» La Discusión, 7-11-1868: 3.
En cuanto al himno, fue interpretado desde el primer momento en la capital gaditana
y en numerosas ciudades como Madrid, Málaga o Reinosa. Ante la posibilidad de que
se quedase como un símbolo hueco, con gran capacidad movilizadora inicial, pero sin fuerza al paso de los días, cabeceras
como La Paz de Murcia advertían a sus lectores de que no se dejasen «embriagar con las patrióticas notas
del himno de Riego» y que permaneciesen alerta para garantizar el éxito del movimiento
revolucionario. Igual se expresó el Diario de Mahón reproduciendo una proclama repartida a nivel local que concluía con las palabras de
Riego «¡Menos vivas y más fuego!» La Paz de Murcia, 1-10-1868: 1; Diario de Mahón, 6-10-1868: 3.
Joaquín Costa lo comparaba en la década de 1870 con «antiguas víctimas de la tiranía
española» como Padilla, junto a aquellos que habían participado en revueltas en Nápoles,
Piamonte, Portugal, Brasil y Grecia, incidiendo en la transnacionalidad del movimiento
de 1820. Bolívar aparecía junto a Riego como una de las «dos grandes figuras de nuestra
historia» en su Historia crítica de la revolución española (1874) Stites ( Stites, R. (2014). The Four Horsemen. Riding to Liberty in Post-Napoleonic Europe. Oxford: Oxford University Press.
Gil Novales, A. (1987). La fama de Riego. En A. Gil Novales (ed.). Ejército, pueblo y Constitución. Homenaje al General Rafael del Riego (pp. 365-383). Madrid: Trienio.
Con la Restauración fueron mayoritarios los juicios no tan positivos hacia Riego.
El contexto político marginaba su figura; si bien su efigie reaparecía en momentos
puntuales Le Temps, 1-1-1880: 1. Tras una misa en honor de Prim, medallones de Riego, Padilla, el Empecinado
y el propio Prim presidieron un acto de homenaje en el Congreso.
Uno de los elementos que diferencian a Riego de otros héroes mitificados españoles
fue su posteridad internacional, con la que ninguno de ellos ha contado
En el Reino Unido se había exiliado su ya mencionado hermano Miguel y llegó a plantearse
la erección de una estatua en su honor El Restaurador, 30-12-1823: 4.
Ibid.: 963-964.
El Gobierno británico también fue criticado por el London Spanish Committee por no
haber apoyado a España
Por su parte, la publicación radical The Black Dwarf publicó: «La malicia con que se trató a Riego rara vez ha sido igualada en los anales
del despotismo […]. Había, hay, muchos españoles valiosos, pero solo había un Riego» Gil Novales ( Gil Novales, A. (1987). La fama de Riego. En A. Gil Novales (ed.). Ejército, pueblo y Constitución. Homenaje al General Rafael del Riego (pp. 365-383). Madrid: Trienio.
Sánchez Martín, V. (2016). Rafael del Riego. Símbolo de la revolución liberal [tesis doctoral]. Universidad de Alicante. Disponible en: https://bit.ly/3u69IEl
En 1825 se estrenó en el Royal Coburg Theatre la obra Spanish Martyrs or Death of Riego, de Milner, quien, aunque con algunas inexactitudes históricas, narra la vida del general
durante el Trienio A Spanish Officer ( A Spanish Officer. (1823). Memoirs of the life of Don Rafael del Riego. London: W. J. Partridge.
Sanz Testón, G. (1996). Liberales asturianos en Inglaterra, 1814-1846. Gijón: Sociedad Cultural Gijonesa.
Muestra del elevado interés que generaba la figura de Riego es el éxito de la publicación,
por parte de su compañero de detención y prisión George Matthewes tan pronto como
llegó a Londres tras su liberación en abril de 1824, de sus recuerdos de esa etapa
junto a una carta a la viuda del «virtuoso Riego», al que calificó como «mártir desinteresado
que luchó por la causa de la patria y por sus libertades»
El mito de Riego reapareció en 1830, cuando el periodista político William Carpenter
sacó a la luz al «asesinado Riego» al suponer que España invocaría pronto su espíritu
ante el éxito de la revolución que había llevado a Luis Felipe al trono de Francia.
Es decir, en una nueva interconexión de héroes individuales, el nuevo rey francés
servía de acicate para que los españoles, considerados como herederos de Riego, tomasen
el ejemplo de este para llevar a España un sistema como el recién instaurado en París.
Esa dinámica de heroísmos cruzados incluyó en ese caso a Polonia, país que «señalaría
la tumba» de otro militar carismático, Kościuszko, que había luchado por un sistema
constitucional
Por tanto, los liberales del Reino Unido no eran ajenos a lo que sucedía en España, sin duda en parte gracias a la labor de los exiliados españoles allí. Las publicaciones relativas a la revolución española también contribuyeron a difundir la imagen del Riego héroe y asociarla a la lucha por la libertad en España.
En el país que había enviado a los Cien Mil Hijos de San Luis, y en el mismo año 1823,
se publicó anónimamente un Procès du général Raphael del Riégo La Quotidienne, 23-12-1823: 3; Le Drapeau Blanc, 18-5-1824: 1.
Por otro lado, el general de Vaudoncourt tuvo un rol destacado en este proceso de
alimentación del mito de Riego. Veterano de guerra, había combatido bajo las órdenes
de Napoleón en la campaña de Rusia, había emigrado a España y era conocido de Riego,
a quien de hecho propuso una campaña francoespañola para «liberar» el país vecino
El Dictionnaire de la pénalité dans toutes les parties du monde connu recogía los insultos que había padecido Riego cuando fue arrastrado y ejecutado Belmontet ( Belmontet, L. (1831). Observations d’un patriote sur la brochure de M. de Châteaubriand, au sujet du bannissement
des Bourbons. Paris: Levavasseur.
Capefigue, B. (1833). Histoire de la Restauration et des causes qui ont amené la chute de la branche aînée
des Bourbons. Paris: Duféy et Vézard.
La Tribune des départemens, 20-8-1830: 1; Gazette de France, 24-1-1831: 2.
Gazette nationale ou le Moniteur universel, 3-4-1848: 4-5.
Avanzado el siglo, cuando el sitio prusiano sobre París era ya inminente tras su victoria
en Sedán, Víctor Hugo, que por entonces se situaba en posiciones políticas próximas
al liberalismo avanzado, Le Rappel, 18-9-1870: 1.
Aún fue rescatado en un acalorado debate de la Cámara municipal parisina en torno
a eliminar o no la denominación de Trocadero (así llamada por la batalla de tal nombre
contra los liberales españoles en 1823) y cambiarla por la de Riego para una plaza
de la ciudad en los años ochenta del siglo xix Bulletin municipal officiel de la Ville de Paris, 25-11-1886.
Le Temps, 29-5-1888: 2.
En suma, si bien en Francia sus menciones fueron más longevas que en Reino Unido debido sin duda a la apelación al mito en los momentos de inestabilidad política del período en el país galo, su figura no se libró de caer en un definitivo declive.
El tercer y último caso internacional tratado es el de Rusia. La decisión de incluirlo, aparte de su relevancia por sí mismo, está basada en que dicho país ha sido menos estudiado por la historiografía en castellano.
El país de los zares no escapó a la tendencia de Riego de convertirse en un personaje
de fama internacional. Su ejecución causó un gran impacto en los liberales rusos,
tanto por el sufrimiento padecido como por el cambio de criterio que había demostrado
Fernando VII en el proceso, considerado como cobarde incluso por algunos moderados Stites ( Stites, R. (2016). Decembristas con acento español. Cuadernos de Historia Contemporánea, 38, 15-30. Disponible en: https://doi.org/10.5209/CHCO.54288 Rabow-Edling, S. (2012). The Decembrist movement and the Spanish Constitution of 1812.
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Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores.
El interés ruso hacia Riego, el ejército español y la revolución alcanzó su máximo en diciembre de 1825, en una situación de vacío de poder generado tras la muerte del zar Alejandro I, sin descendencia masculina, el primer día de ese mes y la primaria proclamación del teóricamente legítimo Constantino, de pensamiento liberal, como nuevo zar, sucesión que no llegó a formalizarse.
Se había ocultado a la población el casamiento de Constantino con una condesa polaca,
que lo excluía de la línea de sucesión, situación refrendada por un manifiesto del
propio Constantino de 1822 que, además, iba firmado por el difunto Alejandro. Ante
las dudas de la sucesión, mediante carta oficial reiteró tal posición, considerándose
súbdito de su hermano menor, el autócrata Nicolás Ibid.: 127.
El nombre del militar asturiano servía de clara inspiración para los conspiradores
rusos y aparecía en las reuniones preparatorias de los miembros de la Sociedad del
Norte como «algo sagrado, profundamente venerado y reverenciado, que solamente algún
desequilibrado era capaz de ofender»
En cuanto a las referencias expresas hacia Riego, fueron diversas. Uno de los soldados,
Aleksandr Bulatov, alardeó en aquellos días ante su hermano, defendiendo que si no
participaba él en la revuelta «podrían aparecer otros Riegos» Zviguilsky ( Zviguilsky, A. (1987). Riego y los masones rusos. En A. Gil Novales (ed.). Ejército, pueblo y Constitución. Homenaje al General Rafael del Riego (pp. 272-275). Madrid: Trienio.
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Historia Constitucional, 13, 143-161.
En conclusión, la perspectiva de una constricción de las libertades en el país y el ejemplo que aportaban el éxito inicial de Riego y sus penosas circunstancias finales generaron una estrategia de actuación que encendió los ánimos y las acciones de los revolucionarios, además de inspirar obras de todo tipo en Rusia, con el general asturiano y el mito de 1820-1823 como referentes a los que aspirar.
Antes de desaparecer públicamente en la última centuria, con la excepción del himno que lleva su nombre, tras su muerte Rafael del Riego alcanzó un nivel de mitificación política desconocido hasta entonces en España. Más allá de la actividad política civil que desarrolló, verdaderamente escasa, fueron las consecuencias políticas de su comportamiento público lo que lo mantuvo en el recuerdo. Su papel simbólico fue crucial en la España del primer tercio del siglo, alzándose como el personaje con más carisma del país hasta el ascenso político de Baldomero Espartero, con el que fue comparado y quien perduró más (a nivel nacional) porque los efectos del triunfo de este en la guerra fueron más duraderos y él mismo los sobrevivió.
El papel de la prensa, de especial relevancia en este artículo para el caso español, recoge las manifestaciones más populares del culto a Riego. Los textos periodísticos, a través de crónicas de los periodos estudiados, aportan luz sobre proclamas, discursos o marchas, enriqueciendo el corpus de información para comprender la evolución del mito, así como la apelación al mismo en la Regencia de Espartero, el Bienio Progresista o los meses inmediatamente posteriores a la Septembrina.
El sufrimiento padecido en la ejecución que terminó con su vida contribuyó a que este grand homme se consolidase en el panteón de liberales ilustres de la patria. Pero ese fenómeno no se limitó a las fronteras españolas, puesto que también encarnó fuera de ellas el heroísmo y la lucha por la libertad, cuestión reflejada en este artículo para los casos británico, francés y ruso. Las noticias que llegaban a las capitales europeas acerca de la política vengativa de Fernando VII en 1823 generaron un importante rechazo en los ambientes liberales de distintos países, lo que ayudó colateralmente a ensanchar el mito de Riego mártir fuera de su país, convertido en el héroe español decimonónico con mayor proyección internacional.
De ese modo, distintos focos de la Internacional Liberal postnapoleónica, herederos del legado que la Revolución francesa había dejado en la cultura política europea, tuvieron al militar asturiano como miembro de su cosmogonía, y al que apelar a la hora de llevar a cabo sus acciones en pos de la libertad, que funcionaba como auténtica brújula para el comportamiento político de numerosos miembros de ese grupo. Así pues, dicha red transnacional de soldados que se había extendido tras la caída definitiva de Napoleón en 1815 también se vio afectada por el fenómeno de la apelación a Riego como símbolo prolibertad. No mencionados en este artículo, pero también importantes son los ejemplos de Italia, Portugal o Alemania, así como las antiguas colonias españolas en América. Estos casos internacionales son tan amplios que podrían centrar un artículo por sí mismos.
Desaparecido el invasor francés, la lucha por la libertad se convirtió para muchos europeos en un culto cívico, si bien el uso concreto que se hacía de Riego se adaptaba en cada caso a las necesidades propias de cada contexto nacional y de cada momento político específico. Sus miembros sintieron de forma directa la pérdida del héroe de Las Cabezas de San Juan, ya que Riego era un referente central de legitimidad de acción para sus miembros. Constituía un ejemplo muy valioso para una situación aún frágil para el liberalismo europeo.
Con independencia del grado de implicación de cada país estudiado en las revoluciones de 1820, la figura de Riego estuvo presente de forma directa en ellos especialmente a través de biografías, pero también en obras de ficción de todo tipo. No obstante, desde poco después de los acontecimientos de 1823 el interés por él fue declinando.
Por otro lado, la diferencia más importante entre las vertientes interna e internacional del mito de Riego se situó en que mientras persistía como ejemplo para el liberalismo en España durante las décadas posteriores a su muerte, si bien intermitentemente en función de las circunstancias políticas, en el resto del mundo su recuerdo se diluyó gradualmente a partir de la década de 1830 hasta casi desaparecer, salvo las muy contadas excepciones vistas.
En suma, puede afirmarse que Rafael del Riego sirve como figura de referencia a la hora de estudiar cómo eran ensalzados los militares mártires de la libertad sobre la base de su implicación política en la lucha por lograr tal meta durante el siglo xix en el contexto europeo y cómo se construía en torno a ellos un mito en el que convergían cualidades atribuidas, reales o no, con una leyenda basada en acciones y comportamientos políticos. Ese proceso de canonización cívica individual que atravesó no fue el único, pero sí se alzó como claro antecedente de otros muchos casos posteriores de generales políticos.
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