RESUMEN
El presente trabajo pretende restituir a Francia un lugar en la tradición de las revoluciones liberales de 1820 y sus redes transnacionales, de las que a menudo se ha visto relegada, ampliando así el mapa de la proyección internacional de la revolución española y su Constitución gaditana. Su proximidad y lazos dinásticos no solo vinculaban el destino del Trienio español con los acontecimientos políticos en el país vecino, sino que el estudio de la prensa y las publicaciones del periodo a cargo de destacados intelectuales y hombres políticos demuestra que la discusión en torno a la llamada revolución de España, interpretada casi siempre en clave nacional, marcó el debate público francés del periodo porque Francia tampoco escapó al contacto transfronterizo de revolucionarios y conspiradores, ni a las intentonas insurreccionales de la oposición a la monarquía restaurada, que acabaron con la intervención militar auspiciada por la Santa Alianza.
Palabras clave: Trienio Liberal; Restauración; relaciones franco-españolas; Constitución de 1812; carbonarismo.
ABSTRACT
This work aims to restore France back into the tradition of the liberal revolutions of 1820 and their transnational networks, which has been usually neglected, so that the map of the international projection of the Spanish revolution and its Cadiz constitution can be rounded out. Its vicinity and dynastic ties link the fate of the Spanish Triennium to political events in the neighboring country, and the study of both press and publications of the period by leading intellectuals and political men shows that the discussion of the Spanish events, mostly interpreted in national terms, marked the French public debate of the period. For France neither avoided the cross-border contact of revolutionaries and conspirators, nor the insurrectionary attempts held by the opposition to the restored monarchy that ended with the final military intervention supported by the Holly Alliance.
Keywords: Spanish Liberal Triennium; Restoration; French-Spanish relations; Constitution of 1812; Carbonari secret society.
SUMARIO
El canciller Metternich afirmó en cierta ocasión que «la revolución española era peor
que la francesa de 1789», porque aquella había sido local pero esta «era europea»[1]. El ciclo revolucionario de 1820, que tuvo en España su pistoletazo de salida y epicentro
para la emulación política y militar más allá de sus fronteras, es tradicionalmente
conocido también como «ciclo mediterráneo» por oposición a las «revoluciones atlánticas»
del último cuarto del siglo xviii Hobsbawm ( Hobsbawm, E. (1987). Las revoluciones burguesas. Barcelona: Labor.
Castells Oliván ( Castells Oliván, I. (1989). La Constitución gaditana de 1812 y su proyección en los
movimientos liberales europeos del primer tercio del siglo xix. Trocadero: Revista de Historia Moderna y Contemporánea, 1, 117-132. Disponible en: https://doi.org/10.25267/Trocadero.1989.i1.08 Badía, J. F. (1991). Proyección exterior de la Constitución de 1812. Ayer, 1, 207-248.
Pero las aguas del Mediterráneo también bañan las costas francesas: entre 1820 y 1823
la revolución española invadió el corazón del debate público y marcó la agenda política
de sus Gobiernos, llegando a confundir la política exterior con los asuntos domésticos
En vísperas del alzamiento en Cabezas de San Juan, se publicaba en París una traducción
del Catéchisme politique de la constitution espagnole, con un prefacio anónimo en el que ya se anunciaba que «aquel código inmortal» de 1812
se hallaba, pese a las censuras de la Inquisición, «cada vez más presente en el corazón
de los españoles», y que con él los «españoles oprimidos habían dado al mundo el ejemplo
y la señal» Duvergier ( Duvergier, A. (1919). Catéchisme politique de la constitution espagnole, applicable à toute constitution
fondée sur les principes. Paris: A. Bobbé.
Aunque la nueva traducción del Catecismo político español y las palabras proféticas de su prefacio vieron la luz en 1819 de forma anónima, hoy
podemos atribuirlas al coronel Aimé Duvergier, antiguo oficial napoleónico y redactor
del periódico ultraliberal L’Aristarque des Spectacles, que publicó en los primeros meses de 1820, coincidiendo con el alzamiento, otra nueva
traducción al francés de la Constitución de Cádiz (a la vez que se ponía en circulación
la traducción de la Relation de l’expédition de Riego de Evaristo San Miguel). Poco después Duvergier se trasladaría a la frontera, donde
comenzaban a concentrarse las primeras tropas francesas en lo que más tarde se convertiría
en un «cordón sanitario», enrolándose allí en toda una campaña de propaganda a través
de canciones populares, hojas volantes y proclamaciones sediciosas contra los Borbones Nagy ( Nagy, L. (2018). Les premiers échos du pronunciamiento de 1820 dans la presse parisienne.
El Argonauta Español, 15. Disponible en: https://doi.org/10.4000/argonauta.2726 Nagy, L. (2019). Les mots de l’insurrection sur les Pyrenées: chansons et proclamations
séditieuses en circulation sur le cordon sanitaire durant le Trienio Liberal. Historia Constitucional, 20, 545-583. Disponible en: http://dx.doi.org/10.17811/hc.v0i20 Duvergier, A. (1820a). Constitution politique de la monarchie espagnole; promulguée à Cadix, le 19 de mars
1812. Traduite de l’espagnol par Aimé Duvergier. Paris: Corréard.
Ibid.: 5.
Ibid.: 7 y 4.
En medio de una convulsa atmósfera política, la insurrección de Cabezas de San Juan
entró de lleno así en la agenda del debate político del país vecino desde el primer
momento, tal y como muestra el estudio de la prensa diaria parisina llevado a cabo
por Laurent Nagy La Renommée, 24-1-1820, n.º 223, y 21-3-1820, n.º 250.
Le Moniteur universel, 18-1-1820, n.° 18.
Pero fue sin duda el periódico de tendencia liberal La Renommée, que había empezado a publicarse en el verano de 1819, el que puso su foco informativo
sobre el levantamiento, consagrando un artículo diario bajo la rúbrica «Affaires d’Espagne»
—incluso si para ello tenían que echar mano, en medio de la confusión, de meras conjeturas—.
«Vendido a gritos en las calles por los gaceteros desde buena mañana, los parisinos
supieron por este periódico que una revuelta nacional había triunfado y que Fernando
VII se había visto obligado a abandonar Madrid» La Renommée, 15-3-1820, n.° 225; Journal des débats, 25-9-1821.
La Renommée, 28-1-1820, n.° 227.
La Renommée, 1-4-1820, n.º 261.
La llegada de otro general como Espoz y Mina a Navarra se saluda en marzo desde las
páginas de este periódico (e incluso se falsean los hechos anunciando que el militar
liberal habría penetrado en Bayona al mando de «800 hombres» Y así cundió también el temor en las prefecturas de los Bajos Pirineos y Las Landas
ante los preparativos de una expedición que parecía estar reuniendo en Bayona armas,
caballos y hombres, con la colaboración de comerciantes españoles y financiado desde
Londres y París, tal y como hicieron saber en sendos informes al Director de Administración
y Policía en marzo de 1820 [cit. en Simal ( Simal, J. L. (2012). Emigrados. España y el exilio internacional, 1814-1834. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
La Renommée, 7 y 9-3-1820, n.º 236 y 238.
Moniteur Universel, 16-3-1820.
En aquellos primeros meses, las litografías del general Quiroga, Rafael del Riego
y los otros «inmortales» se vendían en una galería de héroes del Marchands de Noveautés parisino. Pero, sin duda, fueron el abad de Pradt —antiguo diputado de los Estados
Generales, exarzobispo, diplomático francés y reputado historiador de las relaciones
internacionales que ya en 1808 acompañó a Napoleón en las negociaciones de Bayona
y que publicó entonces unas Mémoires historiques sur la révolution d’Espagne (1816)—, el líder del liberalismo doctrinario François Guizot —defenestrado tras la
caída del Gabinete Decazes y futuro primer ministro orleanista— o el monárquico constitucionalista
conde de Lanjunais —diputado en la Convención, senador del Imperio y miembro de la
Cámara de Pares de la Restauración, desde donde se opuso duramente al gobierno reaccionario
de Villelè— los que con sus diferentes trabajos consagrados a los acontecimientos
en España dieron vuelo al debate en torno a 1820-1821. Sus nombres bastarían por
sí mismos para dar cuenta de la «viva curiosidad»
Sorprendido, tal y como se confiesa él mismo, de tener que dar cuenta en el breve
espacio de diez años de dos caídas de un mismo rey, el abad de Pradt redactaba en
1820 una nueva obra sobre esta «segunda revolución en España» a la que saludaba sin
embargo de manera encomiosa: «He aquí algo que acaba de operarse de una manera nueva
en los anales del mundo, con un éxito cuya rapidez iguala a su importancia»
Para comprender lo sucedido, la mayoría de estos autores se retrotraían a la historia
más reciente para así arrojar luz sobre el paso «de un trono arbitrario a uno constitucional,
de un trono de Oriente o África a un trono de la Europa moderna, porque el verdadero
trono de España llevaba seis años residiendo en las prisiones ceutíes» Ibid.: 9.
Ibid.: vi, 22, 151.
Lanjunais ( Lanjunais, J. D. Comte de (1821). Vues politiques sur les changemens à faire à la Constitution d’Espagne, afin de la
consolider, spécialement dans le royaume des Deux-Siciles. Paris: Badouin Frères.
Pradt, D. de (1820). De la révolution actuelle en Espagne, et de ses suites. Paris: Béchet.
Guizot, F. (1820). Du gouvernement de la France depuis la Restauration, et du ministère actuel, suivi
de notes sur les révolutions d’Espagne, de Naples et du Portugal. Paris: Ladvocat.
Pradt ( Pradt, D. de (1820). De la révolution actuelle en Espagne, et de ses suites. Paris: Béchet.
Guizot, F. (1820). Du gouvernement de la France depuis la Restauration, et du ministère actuel, suivi
de notes sur les révolutions d’Espagne, de Naples et du Portugal. Paris: Ladvocat.
Tampoco la dimensión internacional de los acontecimientos escapaba a ninguno de estos
autores, y será de hecho la clave interpretativa en muchas de estas obras
La prensa ultra y conservadora se hizo igualmente eco de las noticias de España —«asunto
de moda, de espíritu de partido o de especulación»— desde el primer momento, y lo
hizo desde una perspectiva internacional, asociando los eventos de Cabezas de San
Juan al «jacobinismo europeo» y a una supuesta «federación revolucionaria continental»
que tendría instalado en París al comité director responsable de fomentar el plan
insurreccional de Cádiz Le Drapeau blanc, 1-2-1820, n.° 32 y 29-1-1820, n.° 29.
Chateaubriand ( Chateaubriand, F. R. de (1820). De l’Espagne. Le Conservateur, 29-1. Paris: Bureau du Conservaeur.
A la figura inevitable de Chateaubriand, delegado en el congreso de Verona y clave para la intervención final en España de los Cien Mil Hijos de San Luis, se fueron sumando más voces críticas ante la evolución de los acontecimientos españoles y de acuerdo a las circunstancias tanto domésticas como internacionales que amenazaban la estabilidad europea. Entre ellas destacan el tan famoso como polémico análisis de la Constitución gaditana, desde postulados reaccionarios y absolutistas, del suizo Carl Ludwing von Haller (De la constitution des Cortès d’Espagne), traducido al francés precisamente en 1820; y, tras la intervención de las tropas francesas, las reservas del monárquico liberal Duvergier de Hauranne (Coup d’oeil sur l’Espagne, 1824) al por entonces ultramonárquico vizconde de Martignac (Essai historique sur la révolution d’Espagne et sur l’intervention de 1823, 1832), que acompañó al duque de Angoulême en la expedición española como comisario civil, aunque fue evolucionando hacia posturas más moderadas y nombrado posteriormente primer ministro de Francia por el rey Carlos X.
Pese a las posiciones más críticas de estos autores, todos ellos reconocieron sin
embargo lo feliz del estreno revolucionario en 1820. Así, Martignac concedía que el
restablecimiento constitucional no encontró ninguna seria resistencia; incluso Chateaubriand,
refiriéndose a los españoles como «árabes cristianos», hablaba años más tarde de «la
resurrección de un pueblo allá donde no había más que un hatajo de mendigos» Martignac ( Martignac, J. B. S. G. de (1832). Essai historique sur la révolution d’Espagne et sur l’intervention de 1823, par M. le vicomte de Martignac. Paris: A. Pinard.
Chateaubriand, F. R. de (1838/1851). Congrès de Vérone. Guerre d’Espagne. Négociations: colonies espagnoles. Paris : Delloye E. et V. Pénaud.
Chateaubriand ( Chateaubriand, F. R. de (1838/1851). Congrès de Vérone. Guerre d’Espagne. Négociations: colonies espagnoles. Paris : Delloye E. et V. Pénaud.
Martignac, J. B. S. G. de (1832). Essai historique sur la révolution d’Espagne et sur l’intervention de 1823, par M. le vicomte de Martignac. Paris: A. Pinard.
Duvergier de Hauranne ( Duvergier de Hauranne, P. (1824). Coup d’oeil sur l’Espagne. Paris: Baudoin Frères.
Martignac, J. B. S. G. de (1832). Essai historique sur la révolution d’Espagne et sur l’intervention de 1823, par M. le vicomte de Martignac. Paris: A. Pinard.
Todos estos autores no dudaron, además, en comparar el proceso español con la revolución
acaecida en Francia décadas antes: Duvergier de Hauranne señalaba que los mismos que
hicieron de la revolución de 1789 un proceso sangriento (el clero secular, los campesinos
y el pueblo de las ciudades) amenazaban ahora con volver igualmente sangrienta la
contrarrevolución en España. Chateaubriand también destaca, al señalar la «copia servil»
que encarnaba la revolución íbera con respecto a su progenitora francesa, esa división
en la sociedad española entre el pueblo del campo, unido por la fe religiosa y la
costumbres, y «los liberales, gente supuestamente más ilustrada, pero debido a eso menos petrificada por los prejuicios
o consolidada por la virtud: el contacto con los extranjeros […] les ha vuelto accesibles
a nuestros vicios y a los principios de nuestra revolución». Comentando el asesinato
del cura de Tamajón a golpes de martillo, convertido después en emblema de la sociedad
secreta de la Orden del Martillo, llega incluso a comparar el uso de esa herramienta
como insignia en las solapas con las botonaduras revolucionarias en forma de pequeñas
guillotinas
Entre 1822 y 1823 la condena a una «constitución democrática impuesta por una revuelta
militar» Journal des Débats, 20-1-1823: 2.
Chateaubriand ( Chateaubriand, F. R. de (1838/1851). Congrès de Vérone. Guerre d’Espagne. Négociations: colonies espagnoles. Paris : Delloye E. et V. Pénaud.
Chateaubriand, F. R. de (1861a). Opinion sur le projet de loi relatif à la suspension
de la liberté individuelle. Œuvres uvres complètes de Chateaubriand, vol. VIII: Politique. Opinions et discours.
Paris: Académia.
Chateaubriand, F. R. de (1861c). Discours sur la loi relative à l’emprunt de cent
millions, prononcéà la chambre des députés le 25 février 1823. Œuvres complètes de Chateaubriand, vol. VIII: Politique. Opinions et discours. Paris: Académia.
Chateaubriand, F. R. de (1861b). Discours sur l’intervention en Espagne, prononcéà
la chambre des pairs, en mai 1823. Œuvres complètes de Chateaubriand, vol. VIII: Politique. Opinions et discours. Paris: Académia.
La diferencia de opiniones con que el restablecimiento constitucional español fue
recibido en los distintos Gabinetes europeos (de las felicitaciones de Gran Bretaña
al rechazo frontal de Rusia, que pidió al resto de miembros de la Santa Alianza que
no reconocieran al rey constitucional, pasando por la ambigüedad de Prusia y Austria),
fue igualmente evocado tanto por Martignac como por Chateaubriand, especialmente concernidos
por la reacción de su propio Gobierno: el futuro primer ministro aducía la inquietud
del rey de Francia que, pese a que las relaciones entre ambos países no habían sido
fáciles desde 1815, seguía unido por lazos de familia e intereses de vecindad a Fernando
VII, y que se sentía igualmente amenazado por las consecuencias de tal revolución
en territorio francés, donde a menudo figuraban militares entre los conspiradores.
Alegaba igualmente que Luis XVIII trató de interceder en varias ocasiones con disposiciones
conciliadoras que propiciaran en el país vecino un sistema de gobierno más moderado,
pero que sus consejos nunca fueron escuchados
Porque para Chateaubriand, igual que ocurría años antes con el abad de Pradt, la revolución
española no era un caso aislado y confinado a la península, sino que era un fenómeno
europeo; no existen en Europa naciones extranjeras las unas a las otras, clamaba el
autor de las Memorias de ultratumba, y los propagandistas españoles se regocijaban al ver cómo su obra se extendía más
allá de sus fronteras. Y de esa difusión, claro está, le preocupaba especialmente
su penetración en Francia, el «contagio moral» al que tan a menudo alude Chateaubriand ( Chateaubriand, F. R. de (1861c). Discours sur la loi relative à l’emprunt de cent
millions, prononcéà la chambre des députés le 25 février 1823. Œuvres complètes de Chateaubriand, vol. VIII: Politique. Opinions et discours. Paris: Académia.
Chateaubriand, F. R. de (1838/1851). Congrès de Vérone. Guerre d’Espagne. Négociations: colonies espagnoles. Paris : Delloye E. et V. Pénaud.
Si les dijese a ustedes que la revolución española, situada en la frontera de Francia,
despierta entre nosotros intereses y recuerdos funestos; si les dijese que Francia,
apenas recobrada de una revolución de treinta años, se halla más expuesta que ningún
otro Estado a recaer en el mal que durante tanto tiempo la ha atravesado; que las
calamidades que han pesado sobre nosotros nos obligan a hacer todos los esfuerzos
posibles para prevenir su retorno; que en el nombre de la revolución española se intenta,
desde todas las gacetas revolucionarias de Europa, excitar a nuestros soldados a la
revuelta; que incluso en Madrid, a la vista del gobierno, se imprimen en francés horribles
periódicos de los que no me atrevería a leerles a ustedes fragmentos desde esta tribuna,
¿me negarían entonces el poder de todas esas influencias?
Y es que el vizconde, artífice último de la intervención en España, reconocería después
que, ya en 1822, desde su embajada en Londres y ante los preparativos para el Congreso
de Verona, «mi cabeza estaba llena de los asuntos de España y soñaba con un plan por
el honor de Francia» Chateaubriand ( Chateaubriand, F. R. de (2004). Mémoires d’outre-tombe. Paris: Garnier.
A la hora de comentar las noticias de España, todos los autores reconocieron el papel
fundamental de la Constitución en el corazón de esos acontecimientos, ya fuera desde
el entusiasmo del abad de Pradt («Es en nombre de la constitución que toda España
se ha conmovido […] un poder universal e incontestable») o la gravedad del juicio
del vizconde de Martignac al comentar la invasión de 1823: «La intervención tuvo por
causa primera, de la que derivan todas las restantes, la constitución de 1812» Basabe ( Basabe, N. (2012). Diez años de la Constitución de Cádiz en el debate político francés:
1814-1824. Historia Constitucional, 13, 23-27. Disponible en: http://dx.doi.org/10.17811/hc.v0il3.324 Fernández Sarasola, I. (2011). La Constitución de Cádiz. Origen, contenido y proyección internacional. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Simal, J. L. (2017). Circulación internacional de modelos políticos en la era posnapoleónica:
cultura, debate y emulación constitucionales. Revista de Estudios Políticos, 175, 269-298. Disponible en: https://doi.org/10.18042/cepc/rep.175.09
Irrumpió en el debate político ya en 1814, con dos traducciones simultáneas, la del
español afincado en París Manuel Núñez de Taboada (exiliado afrancesado autor de uno
de los primeros diccionarios francés-español/español-francés) y la del conde de Lasteyrie,
que durante su exilio pasó un par de largas temporadas en España Núñez de Taboada ( Núñez de Taboada, E. (1814/1820). Constitution politique de la monarchie espagnole, promulguée à Cadix le 19 mars 1792
(sic), précédée du Rapport de la Commission des Cortès chargée de présenter le Projet de
Constitution, traduit de l’Espagnol en Français par E. Núñez de Taboada, Directeur de l’Interprétation
générale des langues. Paris: Firmin Didot.
Lasteyrie, C. P. (1814). Constitution politique de la monarchie espagnole promulguée à Cadix le 19 mars 1812.
Paris: Dentu.
Grégoire ( Grégoire, H. (1814). De la constitution française de l’an 1814. Paris: A. Égron.
Rouyer, C. M. (1814). Mon dernier mot, ou Lois, proclamations et déclarations suivant leur ordre chronologique,
en réponse à plusieurs brochures qui ont paru depuis le 6 avril jusqu’au 20 mai; précédé
de quelques maximes relatives à l’économie politique, et terminée par des notes. Paris: s/n.
Pero sin duda fueron los acontecimientos de 1820 los que pusieron, esta vez con mucha
más intensidad, al texto gaditano en el punto de mira, con una explosión de nuevas
ediciones y comentarios. La traducción de Núñez de Taboada conoció dos nuevas reimpresiones,
a las que se sumó otra traducción distinta del anteriormente citado coronel Aimé Duvergier Núñez de Taboada ( Núñez de Taboada, E. (1814/1820). Constitution politique de la monarchie espagnole, promulguée à Cadix le 19 mars 1792
(sic), précédée du Rapport de la Commission des Cortès chargée de présenter le Projet de
Constitution, traduit de l’Espagnol en Français par E. Núñez de Taboada, Directeur de l’Interprétation
générale des langues. Paris: Firmin Didot.
Núñez de Taboada, E. (1821). Constitution militaire de la monarchie espagnole, adoptée par les Cortès nationales
de 1821. Paris: s/n.
Duvergier, A. (1820a). Constitution politique de la monarchie espagnole; promulguée à Cadix, le 19 de mars
1812. Traduite de l’espagnol par Aimé Duvergier. Paris: Corréard.
Pero la crítica no solo llegó desde las obligadas filas ultras; también los liberales la sometieron a un severo escrutinio. Alcalá Galiano en sus
Memorias dejó ya testimonio de la negativa opinión que la Constitución gaditana le merecía
a Madame de Staël, abanderada del liberalismo anglófilo, cuando al coincidir con ella
en Londres en el invierno de 1813-1814 le espetó, sin más preámbulo: «¿Sabe usted,
señor, que su constitución es muy mala?» Alcalá Galiano ( Alcalá Galiano, A. (1886) [2008]. Memorias de D. Antonio Alcalá Galiano. Madrid: Visor.
En el periodo de 1820-1823, y en el contexto de una Europa restaurada, la crítica
a las limitaciones del poder real se volvió así un topos generalizado, incluso en los autores más progresistas, como es el caso del abad de
Pradt, que si bien persistía en su idea de la Constitución de Cádiz como «modelo para
el mundo», precisamente por eso matizaba sus posturas de 1814: «Le corresponde a España
convertirse ahora en la salvadora de la monarquía, incluso para Europa […] [y] sin
veto absoluto, no existe ya la monarquía; un rey obligado deja de ser un rey»
En el bando opuesto, el conservador Journal de Débats, en su particular campaña por dar a conocer el código gaditano y advertir de sus peligros,
sentenciaba ya en marzo de 1820 que la Constitución «reduce el poder monárquico al
del dogo de Venecia» Journal des Débats, 18-3-1820.
Chateaubriand ( Chateaubriand, F. R. de (2004). Mémoires d’outre-tombe. Paris: Garnier.
Journal des Débats, 20-1-1823; Martignac ( Martignac, J. B. S. G. de (1832). Essai historique sur la révolution d’Espagne et sur l’intervention de 1823, par M. le vicomte de Martignac. Paris: A. Pinard.
El sistema unicameral consagrado por las Cortes de Cádiz, calificado por Auvray de
«oligarquía demagógica» Pradt ( Pradt, D. de (1820). De la révolution actuelle en Espagne, et de ses suites. Paris: Béchet.
Lanjuinais ( Lanjunais, J. D. Comte de (1821). Vues politiques sur les changemens à faire à la Constitution d’Espagne, afin de la
consolider, spécialement dans le royaume des Deux-Siciles. Paris: Badouin Frères.
Martignac, J. B. S. G. de (1832). Essai historique sur la révolution d’Espagne et sur l’intervention de 1823, par M. le vicomte de Martignac. Paris: A. Pinard.
Si bien las traducciones de 1814 no incluyeron el Discurso preliminar de Agustín de Argüelles, este fue recuperado en 1820 y empezó a llamar la atención
de algunos comentaristas como el abad de Pradt, que veía en ese alegato en favor de
la tradición feudal un anacronismo en las sociedades modernas: «Se quiso constituir
la España de hoy con las leyes de antaño»
Y a pesar de todas estas críticas, Francia, con su preponderancia y proyección intelectual en todo el continente, contribuyó de forma decisiva (y tal vez a su pesar) a la difusión del texto gaditano: no en vano fue el primer país en traducirlo y fueron aquellas las ediciones que mayoritariamente circularon por Europa.
Felices españoles: la libertad os ha sido devuelta en el momento en el que a nosotros
nos es arrebatada; vuestros calabozos se vacían y los nuestros van a llenarse; vuestros
exiliados vuelven con confianza sus miradas hacia la patria, mientas los nuestros
miran con espanto hacia las carreteras que conducen fuera de Francia; os merecéis
todo el bien que os está pasando, pero ¿por qué crímenes, debido a qué infortunios
merecemos nosotros todos esos males que nos amenazan? La Renommée, 18-3-1820, n.º 247.
La revolución española fue vista desde el primer momento por muchos franceses como
una amenaza para la estabilidad de la nación y su Gobierno, hasta el punto de que,
como ya hemos visto, autores como Guizot o Chateaubriand no dudaron en vincular los
acontecimientos que se sucedían a uno y otro lado de la frontera, convencidos de que
la naturaleza de los hechos españoles les concernía igualmente, puesto que la desestabilización
de la monarquía española podía tener consecuencias directas sobre sus intereses. También
la prensa francesa se valió de aquel suceso extranjero adaptándolo a las circunstancias
nacionales, por lo que Laurent Nagy no duda incluso en hablar de «sincronía transpirenaica»
o «doble temporalidad»
Aunque hubo ya algún que otro intento insurreccional contra la monarquía restaurada
previo a 1820 (como en Grenoble en 1816 o en Lyon en 1817), el asesinato del duque
de Berry —hijo del Conde de Artois (futuro Carlos X), sobrino del rey y destinado
a heredar el trono— a manos de un obrero talabartero de inclinación bonapartista llamado
Louis-Pierre Louvel el 13 de febrero de 1820 supuso un durísimo impacto en la opinión
pública francesa y para la legitimidad dinástica. Pese a que el magnicida Louvel declaró
siempre haber actuado en solitario y nunca se pudo probar, pese a los denodados empeños
policiales y judiciales, la existencia de otros cómplices o conspiración en la sombra
alguna Malandain ( Malandain, G. (2000). La conspiration solitaire d’un ouvrier théophilanthrope: Louvel
et l’assassinat du Duc de Berry en 1820. Revue Historique, 302, 2 (604), 367-393. Disponible en: https://www.jstor.org/stable/40956653 Malandain, G. (2011). L’introuvable complot. Attentat, enquête et rumeur dans la France de la Restauration.
Paris: EHESS.
Coincidiendo con el acatamiento de la Constitución por parte de Fernando VII y del
arranque de las nuevas Cortes, la nueva ley de prensa francesa del 31 de marzo reintrodujo
un estricto sistema de censura y acabó en la práctica con la gran mayoría de las publicaciones
periódicas liberales francesas. La destrucción de este y otros derechos fundamentales,
las restricciones electorales, así como la vulneración de la Charte de 1814, llevó a los diputados liberales a abandonar la Cámara en el mes de junio.
Y así, la oposición, toda vez que vio cerradas las puertas de los canales legales
habituales, buscó a partir de entonces una respuesta en la clandestinidad: las sociedades
secretas, la conspiración y la insurrección militar
La primavera de 1820 trajo un segundo Gobierno de Richelieu, y en junio tuvieron lugar las primeras revueltas y protestas estudiantiles en las calles de París contra las medidas autoritarias del nuevo Gobierno. La primera conspiración de envergadura estalló ese mismo verano, en lo que se conoce como el complot del 19 de agosto o el «complot del Bazar Français», por el nombre del establecimiento comercial parisino en el que se daban cita los conjurados: unidades militares puestas de acuerdo en la capital y la región este (Lyon, Grenoble, Alsacia) y que penetraron hasta la misma Guardia Real, con coroneles como Fabvier o Caron al mando y que habrían tenido por objetivo la toma del poder y el establecimiento de un nuevo Gobierno provisional en Vincennes, previsiblemente con el diputado marqués de Lafayette a la cabeza. La conspiración se desbarató por la infiltración gubernamental y las propias vacilaciones de los protagonistas, circunstancias ambas que concurrirían en todas las intentonas posteriores, y el juicio subsiguiente no hizo sino polarizar las posiciones políticas.
En el núcleo de todo ese entramado de oposición conspirativa entre 1821 y 1823 estuvo
la Charbonnerie, sociedad secreta que tomó prestado el nombre y las tácticas de sus
homólogos italianos con el objetivo de la toma revolucionaria del poder (en los documentos
incautados durante la conspiración del 19 de agosto ya se hablaba de «imitación de
los carbonarios de Nápoles» Vaulabelle ( Vaulabelle, A. T. de (1858). Histoire des deux restaurations. Paris: Perrotin.
En diciembre de 1821 se instauró el Gobierno ultra de Villèle, con el reaccionario
ultracatólico Corbière a la cabeza de un Ministerio de Interior que veía ahora sus
funciones ampliadas, y Franchet d’Esperey, vinculado a la sociedad secreta ultra Les
Chevaliers de la Foi, al mando de una Police générale encargada del orden y la seguridad
pública, capaz de imponerse a toda la Administración y que desarrolló durante los
siguientes años una labor de vigilancia y espionaje sistemáticos —lo cual sirvió en
buena medida para desbaratar hasta media docena de planes insurreccionales de cierta
envergadura que entre diciembre de 1821 y la primavera de 1822 tuvieron lugar
Aunque en la primavera de 1822 aún se calculaba la existencia de unos 800 000 carbonarios
en todo el país Spitzer ( Spitzer, A. B. (1971). Old Hatreds and Young Hopes. The French Carbonari against the Bourbon Restoration.
Cambridge: Harvard University Press.
Simal, J. L. (2012). Emigrados. España y el exilio internacional, 1814-1834. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Vaulabelle ( Vaulabelle, A. T. de (1858). Histoire des deux restaurations. Paris: Perrotin.
Le National, 22-9-1830.
Del otro lado, la efectividad del aparato policial monárquico y su sistema de seguridad
y espionaje, heredado en buena medida del Imperio, funcionó —a pesar de algún que
otro solapamiento jurisdiccional— con coherencia y resolución, dando muestra de un
vigor que, a diferencia de otras experiencias sudeuropeas, supo frenar la amenaza.
Tampoco el soldado francés, si bien representante de un pasado imperial glorioso y
a menudo autoproclamado «instrumento del futuro triunfo de la causa de la libertad
y la democracia universal» Girardet ( Girardet, R. (1998). La societé militaire, de 1815 à nos jours. Paris: Perrin.
Castells Oliván ( Castells Oliván, I. (1989). La Constitución gaditana de 1812 y su proyección en los
movimientos liberales europeos del primer tercio del siglo xix. Trocadero: Revista de Historia Moderna y Contemporánea, 1, 117-132. Disponible en: https://doi.org/10.25267/Trocadero.1989.i1.08 Spitzer, A. B. (1971). Old Hatreds and Young Hopes. The French Carbonari against the Bourbon Restoration.
Cambridge: Harvard University Press.
Lo cual no significa que durante esos tres años no se intentara. La historiografía
existente acerca de las revoluciones liberales de 1820 en el sur de Europa suele dejar
de lado a Francia, centrándose en los casos donde sí se impuso, siquiera transitoriamente.
Pero el país galo, referente por entonces de la restauración monárquica, tampoco fue
ajeno al contagio: la carbonería, que como ya hemos señalado, tuvo una nada desdeñable implantación allí,
pertenece a la historia internacional de las sociedades secretas no solo por sus conexiones
directas con conspiradores extranjeros, sino también como uno de los aspectos clave
de una más amplia respuesta internacional a las realidades políticas de la Europa
posrevolucionaria. De origen italiano, la carbonería influyó de forma determinante
en Francia y también alcanzó a España
La presencia de elementos foráneos en los focos insurreccionales y el refugio que
muchos de los rebeldes hallaron al otro lado de las fronteras apuntan sin duda en
esa dirección. Aun sin compartir enteramente la teoría de Metternich de la «Internacional
Jacobina», el Gobierno y su policía reconocieron desde el primer momento la amenaza
que suponía la presencia de revolucionarios extranjeros en suelo francés y la interconexión
internacional de las subversiones para su seguridad doméstica: una nota en enero de
1821 de Claude Mounier, subsecretario del ministro del Interior, ya había apuntado:
«Varios indicios nos llevan a creer que la facción revolucionaria prepara algo. Existe
una perfecta unidad y comunicaciones muy activas entre los liberales de París, Madrid,
Lisboa, Turín y Londres» Ibid.: 60.
Pero el vínculo de rebeldes y emigrados fue sin duda más allá del innegable ascendente
italiano (desarrollado, a su vez, por emulación de la revolución española). Un opúsculo
publicado en París en el verano de 1820 se empeñaba en negar los extendidos rumores
que atribuían a los conspiradores del Bazar Français la intención de tomar el Palacio
de las Tullerías para imponer al monarca la Constitución española; en febrero de 1821,
el prefecto de Bouches-du-Rhône informaba de que muchos individuos exhibían por las
calles de Marsella símbolos de los constitucionalistas españoles, como sombreros decorados
con una «cinta verde con la inscripción española Constitución o muerte»; hojas volantes con canciones y proclamas subversivas circulaban entre las clases populares
en la zona pirenaica aprovechando el cordón sanitario y, todavía en 1823, Chateaubriand
seguía argumentando que, si bien no había habido ningún español ante los tribunales
franceses hasta el momento, tenía noticias de que el diputado Nantil, en ese momento
desplazado a España, se había jactado allí de querer llevar a cabo en Francia un golpe
de Estado «a lo Quiroga» [D. V. T.] ( [D. V. T.] (1820). Conspiration de 1820. Précis historique et réflexions. Paris: Marchands des Nouveautés.
Nagy, L. (2019). Les mots de l’insurrection sur les Pyrenées: chansons et proclamations
séditieuses en circulation sur le cordon sanitaire durant le Trienio Liberal. Historia Constitucional, 20, 545-583. Disponible en: http://dx.doi.org/10.17811/hc.v0i20 Chateaubriand, F. R. de (1861d). Discours sur la loi relative à l’emprunt de cent
millions prononcéà la Chambre des Pairs le 15 mars 1823. Œuvres complètes de Chateaubriand, vol. VIII: Politique. Opinions et discours. Paris: Académia.
Como ya había predicho el diario La Renommée en marzo de 1820 con el que abríamos este apartado, muchos de los conspiradores franceses
también se vieron obligados a buscar asilo en España, que durante aquellos años se
convirtió en refugio de numerosos emigrados europeos
Ya en el invierno de 1821 los carbonarios franceses, que veían España como el lugar
ideal desde el que organizar sus tentativas insurreccionales, enviaron un emisario
en misión secreta para que estableciera relaciones entre el Comité Director parisino
y las Cortes: el excapitán y pariente político de Argüelles François Husson, que primero
desde Bayona y luego desde Irún logró poner en contacto a Riego, Espoz y Mina, Moreno
Villa o el mismo Argüelles con los diputados liberales Manuel, Girardin o Lafayette,
miembros todos de una misma «sociedad secreta transnacional» Nagy ( Nagy, L. (2005). Les hommes d’action du parti libéral français et les révolutions
européennes. En J. Y. Mollier, M. Reid y J. C. Yon (dirs.). Repenser la Restauration (pp. 45-57). Paris: Nouveau Monde Éditions.
Nagy, L. (2014). L’émissaire de la charbonnerie française au service du Trienio Liberal.
Historia Constitucional, 15, 223-254. Disponible en: http://dx.doi.org/10.17811/hc.v0i15.403 Simal, J. L. (2012). Emigrados. España y el exilio internacional, 1814-1834. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Cuando un mes más tarde Berton fue finalmente detenido en Normandía, en su bolsillo
guardaba una carta de Delon proveniente también de España. Todavía en abril de 1823,
algunos supervivientes de los complots enviados a través de Inglaterra por el comité
de París y encabezados por el coronel Fabvier intentaron sin éxito detener sobre el
Bidasoa al cuerpo expedicionario francés que partía para España a restablecer la legitimidad
monárquica. Durante la guerra se organizaron batallones compuestos de refugiados franceses
como el Regimiento Napoleón II en Barcelona (con el exoficial de marina Reynauld)
o en Vizcaya (con Caron al mando), o los Lanceros Franceses de la Libertad en Madrid;
el coronel Fabvier siguió luchando del lado de los liberales españoles hasta la derrota
final, y acabó enrolándose en la guerra de Independencia griega, donde llegó a comandar
el ejército regular griego en Navarino Nagy ( Nagy, L. (2014). L’émissaire de la charbonnerie française au service du Trienio Liberal.
Historia Constitucional, 15, 223-254. Disponible en: http://dx.doi.org/10.17811/hc.v0i15.403
La propia naturaleza clandestina de todos estos movimientos conspirativos dificulta
una mayor profundización en su conocimiento, más allá de las propias fuentes policiales
y algunas memorias aisladas publicadas posteriormente por parte de sus exintegrantes
a partir de 1830, además de la escasa bibliografía existente Bibliografía concentrada además mayoritariamente entre finales del xix y principios del xx. Estudios más recientes, como el de Fureix ( Fureix, E. (2002). Un rituel d’opposition sous la Restauration: les funérailles libérales
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Vaudoncourt ( Vaudoncourt, F. G. (1835). Quinze ans d’un proscrit. Paris: Duffrey.
Los acontecimientos de España entre 1820 y 1823, tal y como hemos visto, no dejaron
indiferentes a los franceses y se vieron directamente relacionados y entremezclados
con los acontecimientos nacionales: «En cualquier momento, una revolución en España
hubiera causado una gran sensación en Francia; pero las circunstancias en las que
nos hallamos añaden ahora a la liberación de la península un grado aún más alto de
interés», sentenciaba Aimé Duvergier en su prefacio de 1820 a la Constitución española
publicada en París Ibid.: 7.
Probablemente no resulte acertado hablar tanto de «influencia» de los acontecimientos de un país sobre otro (a pesar de las palabras de Chateaubriand), ni las coincidencias cronológicas apunten a una conexión necesaria, como sí a un contexto transnacional favorable de contestación importante al concierto de Viena, que halló también en Francia, aunque la historiografía sobre la materia no suela recalar mucho allí, su escenario de representación. Las intentonas insurreccionales por parte de militares liberales franceses fracasaron, como también caerían a la postre los regímenes constitucionales meridionales que inauguraron el liberalismo del siglo xix, pero la «solidaridad internacional liberal» a la que daba la bienvenida el diario La Renommée aquel 18 de marzo de 1820 no dejó de movilizarse en Europa durante aquellos tres años, en los que Francia vivió a la sombra del archievocado «miedo al contagio», rumor infundado o interesado en ocasiones, pero también frecuentemente probado por las relaciones y contactos entre conspiradores de uno y otro lado de la frontera.
Porque aquella amenaza de contagio atacaba directamente a la precaria estabilidad
del régimen de la Carta de 1814 (pacto entre el viejo y el nuevo orden), y aunque
provocó en última instancia la final intervención a cargo de las tropas de los Cien
Mil Hijos de San Luis comandados por el duque de Angoulême, también puso en evidencia
sus contradicciones Ibid.: 8-9.
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