RESUMEN
Europeísmo o europeísmos no es un falso dilema. El relato canónico de un proceso de integración europea diseñado por Monnet y desarrollado por las Comunidades está definitivamente cuestionado. Hay y hubo otras alternativas que no deben encajonarse bajo el epígrafe de euroescepticismo. La cooperación intergubernamental defendida por Gran Bretaña tuvo y tiene más recorrido del que se le ha querido reconocer, aunque por diversas razones no logró liderar el proceso de integración, en el que, por otra parte, nunca creyó. La Unión Occidental, patrocinada por los laboristas, y el Consejo de Europa, inspirado por Churchill, merecen una revisión histórica a la que este trabajo quiere contribuir.
Palabras clave: Cooperación intergubernamental; Gran Bretaña; euroescepticismo; Unión Occidental; Consejo de Europa.
ABSTRACT
Europeanism or Europeanisms is not a false dilemma. The traditional narrative of a process of European integration designed by Monnet and developed by the Communities is definitely questioned. There are and were other alternatives which may not be labeled as Euroscepticism. The intergovernmental cooperation defended by Great Britain had and has more way to go than the one that has been wanted to recognize but it failed to lead the integration process for several reasons, in which, by the way, it never believed. The Occidental Union, sponsored by the Labour, and the Council of Europe, inspired by Churchill, both deserve a historical review which this work modestly wants to contribute to.
Keywords: Intergovernmental Cooperation; Great Britain; euroscepticism; Western Union; Council of Europe.
El profesor Alois Erhart se convirtió en historia, como miembro, del think tank New Pact for Europe cuando se atrevió a proponer que la Unión Europea debía construir
una nueva capital en Auschwitz[1]. Sostenía el profesor que esa decisión serviría para mantener viva la memoria de
por qué se necesitaba una organización así y para recordar qué llevó a las generaciones
de fundadores y continuadores a crearla y preservarla: «¡Nunca más Auschwitz!». Su
propuesta, sin embargo, solo suscitó el desconcierto, cuando no la hilaridad de sus
ilustres y doctos colegas de think tank al más alto nivel comunitario[2]. La ficción recreada por Robert Menasse gira en torno a un proyecto de conmemoración
del cincuenta aniversario de la Comisión Europea actual. La trama coincide en el tiempo
con una de las mayores crisis vividas por el proceso de unificación europea: la desatada
por el resultado del referendo británico del 23 de junio de 2016, cuando el 51,9 %
del electorado que participó optó por la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Era el colofón de una década horribilis para el proceso de construcción europea, que se había iniciado con el naufragio del
proyecto constitucional y que había visto desatarse la mayor crisis económica y financiera
desde 1929. Quedaron al descubierto las deficiencias del sistema de gobernanza de
la moneda única. Se
agravaron las desigualdades sociales y territoriales y afloró una desafección importante
de la ciudadanía con el sistema institucional comunitario. Todo ello tuvo su traducción
en los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, cuando los votantes
enviaron a Estrasburgo a representantes de opciones políticas que no escogían cuando
de los Parlamentos y Gobiernos nacionales se trataba. Una tendencia que se ha consolidado
en las elecciones de 2019, con una participación del 50,95 % que no se alcanzaba desde
1994, aunque su vaticinado crecimiento se haya visto frenado. La década horribilis ha supuesto también el cuestionamiento profundo del relato clásico del proceso de
integración europea y la consolidación de relatos alternativos Moreno Juste ( Moreno Juste, A. (2016). El fin del relato europeo. La crisis del proceso de integración
y su impacto sobre las narrativas europeas. En S. Forner y H. C. Senante (eds.). La unidad europea. Aproximación a la historia de la Europa comunitaria (pp. 177-198). San Vicent del Raspeig: Universitat d´Alacant.
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European narrative. En G. Levi y D. Preda (eds.). Euroescepticisms. Resistance and Opposition to the European Community/European Union
(pp. 77-89). Bologna: Il Mulino.
Existe un cierto consenso en aceptar dos grandes enfoques a la hora de abordar el
proceso de construcción europea, no necesariamente excluyentes entre sí
El enfoque internacionalista liberal ha dado lugar a una serie de relatos que, conservando
un tronco común, tienen características propias. Uno de los que más audiencia ha conseguido
es, sin duda, el relato federalista gracias al activismo de sus actores intelectuales Rougemont ( Rougemont, D. (1948). L´Europe en jeu. Neuchâtel: La Baconnière.
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El relato (neo)funcionalista, heredero de la teorización política de Mitrany y Haas Monnet ( Monnet, J. (2010). Memorias. Madrid: Encuentro.
Una buena presentación teórica de esta corriente en Forner y Senante ( Forner, S. y Senante, H. C. (2016). Visiones y realidades de la integración europea.
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Bitsch ( Bitsch, M. Th. (1996). Histoire de la construction européenne de 1945 à nos jours. Bruxelles: Complexe.
Por su parte, el enfoque derivado de la corriente teórica del realismo ha tenido en
Alan Millward a su primer y gran valedor. Frente a la tendencia a ver la integración
europea como el progresivo proceso de erosión de la soberanía nacional y el empoderamiento
de instituciones posnacionales, Millward afirma que la lógica de todo el entramado
institucional generado en los años centrales del pasado siglo responde a una estrategia
de consolidación del Estado nación como concepto organizativo Deighton ( Deighton, A. (ed.) (1995). Building Postwar Europe. National Decision-Makers and European Institutions, 1948-63.
Basingstoke: Macmillan. Disponible en : https://doi.org/10.1007/ 978-1-349-24052-4 Deighton, A. (2017). L’intérêt national britannique de la Seconde Guerre mondiale
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El fin del monopolio del relato clásico ha permitido prestar atención a otros europeísmos
que no gozaron de fortuna, coincidiendo con el auge de lo que en los medios de comunicación
y en las agendas políticas se ha llamado euroescepticismo. En realidad, la consolidación
de esta palabra es un éxito del relato canónico de la integración europea, al connotar
negativamente a quienes defienden otros europeísmos posibles o ninguno. No existe
una definición acabada del término euroescepticismo Muchos atribuyen su autoría al diario The Times, que lo incluye en su número del 11 de noviembre de 1985 Le Dréau ( Le Dréau, Ch. (2009). Introduction L’identité européenne des eurosceptiques : l’énigme
Philippe Chalamont. Les cahiers Irice, 2 (4), 5-17. Disponible en: https://doi.org/10.3917/lci.004.0005
Si el concepto de euroescepticismo no es excesivamente preciso, su momento auroral
tampoco. Están los que defienden una visión guadiánica y afirman que aparece por vez primera en los años cincuenta del pasado siglo, en el
seno tanto de la izquierda conectada con Moscú como del nacionalismo de derechas y
de los sectores industriales orientados al proteccionismo y temerosos de los efectos
de la liberalización económica, para aletargarse durante décadas como consecuencia
del éxito de la integración comunitaria y emerger en los últimos veinte años al calor
de las crecientes dificultades de esa misma integración
Desde la perspectiva historiográfica, avivada por el doble rechazo al Tratado Constitucional
de franceses y holandeses y el de los irlandeses al Tratado de Lisboa, el euroescepticismo
convive con términos como europesimismo Coudenhove-Kalergi ( Coudenhove-Kalergi, R. (2010 [1923]). Paneuropa. Madrid: Ediciones Encuentro.
Guieu y Le Dréau ( Guieu, J. M. y Le Dréau, Ch. (dirs.). (2009). Anti-européens, eurosceptiques et souverainistes. Une histoire des résistances à l’Europe
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Levi, G. y Preda, D. (eds.) (2019). Euroscepticism. Resistance and Opposition to the European Community/European Union.
Bologna: Il Mulino.
Se suele identificar euroescepticismo con la oposición al modelo de integración que
representan las Comunidades Europeas, admitiendo, eso sí, que las formulaciones alternativas
al proceso de integración comunitaria se remontan a los primeros años de la posguerra.
Esta perspectiva histórica tiende a subestimar, cuando no a ignorar, el papel jugado
por las otras instituciones europeas nacidas después de 1945. El entramado institucional
creado no se reduce a las Comunidades y su evolución, sino que contiene otras alternativas
hoy desnaturalizadas, como la OECE, devenida en Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico (OCDE); orilladas, como el Consejo de Europa a pesar de su
probada resiliencia; o extinguidas, como la Unión Occidental (UO) y su heredera la
Unión Europea Occidental (UEO), al igual, por cierto, que la Comunidad Europea del
Carbón y del Acero (CECA). La historiografía sobre la unificación europea ha centrado
su atención sobre la historia de éxito que supuso la vía de la integración y ha tendido
a ignorar o a esquivar la historia resiliente de la vía de la cooperación, incorporándola,
en no pocas ocasiones, como parte integrante de la primera Bossuat ( Bossuat, G. (1994). Histoire des constructions européennes au XXe : bibliographie thématique commentée
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Superado el relato unilateral del proceso de construcción europea, es conveniente volver a los orígenes y analizar las opciones perdedoras. Sin duda, ello es inseparable del interrogante que se abre en relación con la causa de por qué Gran Bretaña dilapidó su enorme capital político sobre los demás gobiernos de la Europa Occidental y no supo traducirlo en un liderazgo efectivo del proceso de unificación que se desencadenó en la posguerra. Nos centraremos en los dos foros iniciales que fueron el escenario básico de la opción de cooperación intergubernamental británica: la Unión Occidental (UO), apadrinada por el laborista Bevin, y el Consejo de Europa, inspirado por el tory Churchill.
Pero conviene recordar que la apuesta británica por el modelo de cooperación intergubernamental
en Europa tenía un claro precedente en su respuesta al Memorando Briand, en 1930.
Ya entonces el Gobierno laborista rechazó la creación de nuevas instituciones al margen
de la Sociedad de Naciones que pudiesen minar la soberanía de los Estados, alterar
su tradicional política de equilibrios en Europa o dificultar las relaciones con la
Commonwealth His Majesty’s Government in the United Kingdom ( His Majesty’s Government in the United Kingdom (1930). European Federal Union. Text
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Los laboristas, en el poder, tienen sus ideas para el futuro europeo y no pasan por
una solución federal, a pesar de la famosa frase «Europe must federate or perish»,
escrita por Attlee en 1939 Greenwood ( Greenwood, S. (1983). Return to Dunkirk: The Origins of the Anglo-French Treaty of
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Con este telón de fondo, el 22 de enero de 1948 Bevin pronuncia un importante discurso
sobre Europa en los Comunes Gavín ( Gavín, V. (2008). What kind of Europe within the Atlantic Community? Britain and the
European Defence Community 1950-54. En V. Aubourg, G. Bossuat and G. Scott-Smith (eds.).
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Address given by Ernest Bevin…: 8 y 14.
«A new policy?» from The Manchester Guardian (23 January 1948). Disponible en:
La Unión Occidental en la que piensa Bevin debería asociar estrechamente en la cooperación
económica a los territorios de África y Asia que son o han sido gobernados por los
países europeos y al conjunto de la Commonwealth como mejor manera de ayudarles en
su progreso económico, tanto en su beneficio como en el de Europa. La vinculación
entre la Unión Occidental y la Commonwealth y demás países de África y Asia no es
exclusiva de los laboristas. Un prominente tory del círculo íntimo de Churchill, como Robert Boothby, también la defenderá en una
intervención en Radio Luxemburgo, pocas semanas después del discurso de Bevin, al
igual que la idea de constituir una tercera fuerza mundial con los países europeos
y sus imperios, capaz de mediar entre el colectivismo y el individualismo, salvaguardando
los valores de la civilización occidental y la paz mundial Charla de Robert Boothby en Radio Luxemburgo (7 marzo de 1948). Caja ME 338. Archivos Históricos de la Unión Europea (Florencia).
Labour Party ( Labour Party (1948). Feet on the ground. A study of Western Union. London: Labour Party.
La Unión Occidental (UO), oficialmente llamada Organización del Tratado de Bruselas,
es la primera organización gubernamental europea tras la Segunda Guerra Mundial. Británicos
y franceses hubiesen preferido acuerdos de defensa bilaterales con cada uno de los
países del Benelux y remitieron propuestas de tratados separados a cada uno de los
tres Gobiernos. Por su parte, esos Gobiernos acordaron actuar conjuntamente para poder
equilibrar las fuerzas y proponen un tratado que rompa con la estrategia de la bilateralidad
y se aproxime más a los acuerdos regionales, ya ensayados por los países americanos
en el Tratado de Río (2 de septiembre de 1947), en sintonía con la estrategia de los
EE. UU. Así mismo, entienden que el acuerdo debe incluir objetivos de cooperación
económica que tengan como horizonte una unión económica y aduanera completa, aunque
no sea a corto plazo, para lo que sería imprescindible crear organismos permanentes
que aseguren esa coordinación Mémorandum du Benelux au sujet de l’union et de la consolidation de l’Europe occidentale
(19 février 1948). Disponible en:
Los laboristas, a pesar de los recelos iniciales de Bevin, concebían a la UO como
la organización capaz de permitir la plena incorporación de la Alemania Occidental
a las dinámicas comunes, una vez que ya formaba parte de la OECE, lo que serviría
para mantener las relaciones amistosas con la Alemania reconstruida Ibid.: 20.
Minutes of the Second Meeting of the United States-United Kingdom-Canada Security
Conversations, Held at Washington, March 23, 1948. Office of the Historian. Department of State. Disponible en:
Keynes ( Keynes, J. M. (1988). Ensayos de persuasión. Barcelona: Crítica.
El modelo alternativo que proponen es la cooperación intergubernamental en aquellos
campos que cada país decida y una asociación indefinida y flexible frente a modelos
de constituciones escritas y rígidas que dificultan las adaptaciones a las circunstancias,
algo así como una Commonwealth europea
Para la unificación europea, lo más trascendente de la UO fue su proceso de institucionalización
y sus primeras realizaciones, como precedentes de futuro. El Consejo Consultivo, integrado
por los ministros de Exteriores, fue el órgano clave que, como veremos, sirvió para
avanzar en el entramado organizativo de Europa hasta el anuncio del Plan Schuman.
En su primera reunión, en París en abril de 1948, amén de la creación de una Comisión
Permanente, con reuniones semanales en su sede de Londres La Comisión, integrada por cinco embajadores, amén de estudiar todos aquellos asuntos
que le delegue el Consejo, como por ejemplo el Pacto Atlántico, también se encargaba
en sus inicios de organizar consultas regulares sobre las cuestiones del orden del
día de la Asamblea General de la ONU. Note d’orientation de la Commission permanente sur l’Union occidentale (Londres, 21 décembre 1948): 2. Disponible en:
De este Comité de Defensa dependerá un Comité de Jefes de Estado Mayor y un Comité
Militar, formado por delegados y adjuntos, que actúa como órgano permanente entre
las reuniones trimestrales del Comité de Defensa. Así mismo, se creó también un Comité
de Armamento y Equipamientos. Un Secretariado General era el encargado de coordinar
los trabajos de todos estos comités. Note d’orientation de la Commission permanente…: 3-4.
En el mismo año 1948 ya se habían creado cuatro comités: el Militar, el Económico
y Financiero, el Cultural y el de Asuntos Sociales. Note d’orientation de la Commission permanente…: 2.
En esta misma esfera de la institucionalización, conviene señalar la profusión de
comités, subcomités y grupos de expertos que se crean en los primeros años y que alcanzaban
el número de veinte en 1951 Accord entre le Secrétariat Général du Conseil de l’Europe et le Secrétariat de l’Organisation
du Traité de Bruxelles: 3. Disponible en:
Rapport présenté à la Commission des Affaires Générales par le Secrétaire Général
de la Commission Permanente du Traité de Bruxelles sur la coopération sociale dans
le cadre du Traité de Bruxelles (13 mars 1950): 13-21. Disponible en:
Analizada la importancia del proceso de institucionalización de la UO, vayamos al
balance de resultados de sus actuaciones. El Tratado de Bruselas recogía como ámbitos
competenciales el militar, el económico, el social y el cultural. Su recorrido militar
autónomo fue muy breve. El 19 de diciembre de 1950, los seis comités de ese ámbito
y su secretariado fueron incorporados a la OTAN, por decisión del Consejo Consultivo
de la UO. En el ámbito económico, el trasvase a la Oficina de Finanzas y Economía
de la OTAN fue ligeramente más tardío, en abril de 1951 Note sur l’Organisation du Traité de Bruxelles soumise à la commission par M. Mackay,
Rapporteur : 1. Disponible en:
Rapport présenté à la Commission des Affaires Générales par le Secrétaire Général…
sur la coopération sociale…: 31-38.
Rapport d’activité de l’Organisation du Traité de Bruxelles du mois de mai 1948 au
mois de septembre 1952 : 494. Disponible en:
Ibid.: 495.
Ibid.: 496-495.
Rapport présenté à la Commission des Affaires Générales par le Secrétaire Général…
sur la coopération sociale…: 39-43.
Las realizaciones en el ámbito cultural tienen su idea más original en la creación
de un documento de identidad cultural destinado a facilitar los viajes sin fines comerciales
de profesionales de diversos campos culturales. Las ventajas previstas variaban en
cada país, pero tenían como objetivo tarifas reducidas de transporte, entradas gratuitas
o reducidas en museos, conciertos, teatros y exposiciones, facilidades en la obtención
o prolongación de permisos de residencia, adquisición de divisas extranjeras o alojamiento.
El documento entró en vigor el 1 de mayo de 1950 Note du service d’information de l’Organisation du traité de Bruxelles (Union occidentale),
du 14 mai 1950, sur la carte d’identité culturelle, appelée à faciliter les échanges
culturels entre les cinq États membres de l’Union occidentale. Rapport d’activité de l’Organisation du Traité de Bruxelles…: 523.
Como hemos indicado, el Consejo Consultivo de la UO sirvió de foro en los últimos
meses de 1948 y primeros de 1949 para los debates sobre la creación de dos organizaciones
de calado: la OTAN y el Consejo de Europa. El Pacto Atlántico comenzó su andadura
en las conversaciones mantenidas por Bevin, Truman y Marshall los días 17 y 18 de
diciembre de 1947 en Washington. En ellas, Bevin planteó la oportunidad de constituir
una spiritual federation of the west sin organizaciones formales y siguiendo el modelo británico de entendimientos no escritos
e informales. Incluiría a Gran Bretaña, Francia, Italia y otros países de la Europa
Occidental, a los Dominios y a EE. UU. The Chargé in London (Gallman) to the Secretary of State. London, December 22, 1947.
Office of the Historian. Department of State. Disponible en:
Minutes of the First Meeting of the United States-United Kingdom-Canada Security Conversations,
Held at Washington, March 22, 1948. Office of the Historian. Department of State. Disponible en:
Minutes of the Third Meeting of the United States-United Kingdom-Canada Security Conversations,
Held at Washington, March 24, 1948. Office of the Historian. Department of State. Disponible en:
Tras la aprobación de la llamada Resolución Vandenberg, por parte del Senado el 11
de junio de 1948, que abría la puerta a la implicación directa americana con acuerdos
regionales nacidos al amparo de la Carta de las Naciones Unidas, las conversaciones
pasaron a ser públicas con representantes de los cinco países de la OU, Canadá y EE.
UU. a partir del 6 de julio The Secretary of State to the Embassy in France Washington, June 23, 1948-8 p. m.
Office of the Historian. Department of State. Disponible en:
El Consejo Consultivo fue también el foro de negociación en donde se acordó la estructura
institucional del Consejo de Europa y las competencias atribuidas al mismo. En julio
de 1948 franceses y belgas defienden el establecimiento de una asamblea electa con
poderes supranacionales, lo que desata las iras de Bevin, que anuncia que tal cosa
sería abrir la caja de Pandora y acoger a un número indeterminado de caballos de Troya
No obstante, la realidad se impuso. En su primera sesión, la Asamblea reclamó poder
debatir y acordar sobre cualquier asunto y, por supuesto, establecer libremente su
orden del día. La reforma del estatuto del Consejo en 1951 le concedió ambos derechos.
Pero antes, a lo largo de 1950 y 1951, se debatió sobre el camino que seguir para
lograr una unión política europea, preferiblemente de carácter federal. En marzo de
1950, los 35 diputados laboristas que conformaban en Westminster el Grupo Parlamentario
por una Europa Socialista En el polo opuesto, defendiendo la renuncia a crear instituciones solo para Europa
Occidental que agrandaban el enfrentamiento y la división con la Europa comunista,
se encontraban los 45 diputados laboristas del Keep Left y su órgano The New Statesman ( Marx, R. (1997). Enjeux intérieurs et choix internationaux en Grande-Bretagne (1948-1949).
En M. Th. Bitsch (ed.). Jalons pour une histoire du Conseil de l’Europe (pp. 39-51). Bern: Peter Lang.
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pour information aux membres de la commission des Affaires générales. Disponible en:
Esta propuesta fue pronto desautorizada por el Comité Ejecutivo Nacional del Partido
Laborista Manifesto by the National Executive Committee of the British Labour Party on European
unity (May 1950). Disponible en.
En este contexto, ¿qué papel debe jugar el Consejo de Europa? La Asamblea debe seguir siendo consultiva, sin poderes legislativos y, sobre todo, debe dejar de intentar ser la oposición no oficial a los Gobiernos nacionales en su conjunto, a riesgo de esterilizar al Consejo de Europa y hacerlo inservible. La Asamblea puede y debe centrarse en recomendar al Comité de Ministros convenciones que redunden en el pleno empleo y la justicia social en el conjunto de Europa Occidental, siguiendo el modelo de la OIT, que careciendo de poderes legislativos ha logrado con su prestigio armonizar al alza los estándares y condiciones de vida de la clase trabajadora. Para los laboristas, el principal escollo para la unidad europea es la divergencia en las legislaciones sociales nacionales. Así, el Consejo de Europa podría armonizarlas y dar un impulso a la unidad, al tiempo que consolidaría la democracia y se ganaría para la causa europeísta a la clase trabajadora.
Winston Churchill es uno de los principales y primeros adalides del proceso de unificación
europea que se desarrolla tras la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente, Churchill
lanzó su idea de los Estados Unidos de Europa como una estructura dentro del marco
de la Organización de Naciones Unidas (ONU), siguiendo la estela de la propuesta de
Briand en el marco de la Sociedad de Naciones. Reforzar a la ONU parecía estar en
sintonía con los intereses tanto de la URSS como de los EE. UU. Pero cuando se crea
la Comisión Económica para Europa para organizar la ayuda a la reconstrucción del
continente en 1947, la coyuntura de la Guerra Fría ha cambiado. Ahora los EE. UU.,
escarmentados por la experiencia de una UNRRA que, en 1946, servía para financiar
a los países de la órbita soviética con dinero americano, rechazan participar y ponen
en marcha su propio programa de reconstrucción, el Plan Marshall Mazower ( Mazower, M. (2017). Governar o mundo. Lisboa: Edições 70.
Dejando al margen sus discursos de Bruselas (16 de noviembre de 1945, en el que justamente
defendió los Estados Unidos de Europa en el marco de la ONU), Metz (14 de julio de
1946, en donde realizó un llamamiento a Francia para liderar el proceso) o Zúrich
(19 de septiembre de 1946, con el entendimiento franco-alemán como gran novedad) Churchill ( Churchill, W. (2016). Europa Unida. Dieciocho discursos y una carta. Madrid: Encuentro.
Churchill llegará a aceptar, incluso, la cesión de algún grado de soberanía durante
sus intervenciones en el Congreso de Europa, en La Haya, en mayo de 1948. Sin embargo,
las notas privadas que redacta su yerno Duncan Sandys denotan hasta qué punto había
en todo ello una estrategia calculada para no enajenarse el apoyo del grueso federalista
del naciente Movimiento Europeo, arriesgándose así a perder una espléndida plataforma
que le permitía jugar activamente en el tablero internacional fuera de las obligaciones
e hipotecas gubernamentales
Churchill será uno de los seis diputados tories con asiento en su Asamblea Consultiva, junto con otros destacados miembros del UEM
como Macmillan, Maxwell-Fyfe, Sandys o Boothby. En ese foro los conservadores de Estrasburgo,
como se les llamará, intentarán presentarse como el partido europeo británico, frente
a los laboristas que han abandonado sus esencias internacionalistas por un fuerte
nacionalismo, e intentarán convertirlo en el epicentro de su modelo de cooperación
intergubernamental como vía para alcanzar la unidad europea Proposition de resolution présentée par M. Sandys (Strasbourg, le 22 août 1950). Disponible en:
Projet de resolution sur la défense europeenne présenté par M. Sandys (Strasbourg, le 20 novembre 1950). Disponible en:
Commission des affaires generales. Sixième Session. Proces-verbal de la 4ème séance tenue le mardi 21 novembre à 10 h. au siège du Conseil
de l’Europe. Disponible en:
Churchill ya no acudirá a la tercera sesión de la Asamblea en 1951, y cuando ese mismo
año vuelva a ocupar el 10 de Downing Street concederá amplios poderes en la dirección
de la política exterior a su ministro Eden, muy poco entusiasta de las anteriores
proclamas europeístas de los tories de Estrasburgo Official minutes of the debates at the Consultative Assembly of the Council of Europe
(16-17 May 1952). Disponible en:
Breve reseña de The Daily Mail sobre el discurso de Madariaga en el lunch-time del United European Forum (2 de abril de 1952). Instituto José Cornide de Estudios
Coruñeses. Fondo documental Salvador de Madariaga (IJC-FSM). Caja 169/4.
La Unión Occidental y el Consejo de Europa no fueron el último intento de unir Europa
en torno al modelo de cooperación intergubernamental. El Acuerdo Europeo de Libre
Comercio (AELC) supuso una reedición frustrada de esta apuesta. El propio Gobierno
conservador era consciente de que era la oposición al arancel exterior común el factor
de cohesión negativa que unía a los siete países del AELC Intervención del Vizconde de Amory, Canciller del Exchequer. European Free Trade Association (14 December 1959). House of Common Hansard. Vol.
615. Col. 1059. Disponible en:
Intervenciones del Vizconde de Amory y de Roy Jenkins, aunque este último no deja de insistir en que los Seis apuesten por un modelo mucho
más político y no una mera cooperación económica. European Free Trade Association
(14 December 1959). House of Common Hansard. Vol. 615. Col. 1069, 1075-1076. Disponible
en:
Intervención de John Cronin. European Free Trade Association (14 December 1959). House of Common Hansard. Vol.
615. Col. 1102. Disponible en:
En Gran Bretaña, nos encontramos con un uso instrumental del europeísmo por parte del líder de la oposición, sin menosprecio de la sinceridad de su apuesta por la unificación como forma de contener al comunismo y preservar los valores de la civilización occidental, y con una visión del Gobierno laborista lastrada por una superoferta ideológica que pretendía salvaguardar las conquistas socialistas amenazadas en un contexto continental de Gobiernos de derecha.
¿Por qué Gran Bretaña no lideró el proceso de unificación del que emerge el entramado
institucional de la actual UE? Varias fueron las razones. En primer lugar, porque
tanto laboristas como conservadores seguían aferrados a la consideración del Reino
Unido como una potencia mundial, idea reafirmada con su ingreso en el club nuclear
en 1952, que no podía conformarse con integrarse y liderar a la Europa Occidental.
En segundo lugar, porque la defensa de su Imperial Preference System, que estaba justificado,
a sus ojos, con los datos de su balanza comercial, resultaba incompatible con el modelo
de uniones aduaneras europeas, patrocinado por los EE. UU. y rápidamente adoptado
por Francia y el Benelux. En tercer lugar, porque el concepto de federalismo implícito
en el modelo de las Comunidades que surgen del Plan Schuman, aceptable para importantes
sectores de opinión de la Europa continental afectados por la deslegitimación que
la guerra trajo para muchos de sus Estados y favorables a una cierta identidad europea,
choca con el refuerzo del orgullo nacional que esa misma guerra supuso para el pueblo
y el establishment británicos, reacios, en consecuencia, a cualquier cesión de soberanía
No obstante, eso no quiere decir que el europeísmo basado en la cooperación intergubernamental
no fuese una apuesta firme de los británicos. Apuesta, por otra parte, apoyada por
los países escandinavos con una importante tradición de cooperación entre sus Gobiernos,
especialmente en el ámbito cultural Diverses questions culturelles et scientifiques. Annexe 2. La coopération culturelle
des Pays Scandinaves, Doc. 83, 22 août 1950 http://www.assembly.coe.int/nw/xml/XRef/Xref-XML2HTML-FR.asp?fileid=136&lang=FR
. (consultado 26/09/2019).
¿Cómo no ver influencia de la vía de la cooperación intergubernamental en la oficialización
del método abierto de coordinación, tras la Estrategia de Lisboa (2000)? Conviene
reparar que este método de trabajo, extendido en la actual UE, deja fuera de juego
al Parlamento y al Tribunal de Justicia y le concede a la Comisión una mera función
supervisora. Un método articulado sobre la base de encontrar soluciones comunes que
se traducen en legislación vinculante y en el intercambio de buenas prácticas, no
muy lejano todo ello a la forma de trabajo que se describía para el funcionamiento
de los comités sociales y culturales de la UO Accord entre le Secrétariat Général du Conseil de l’Europe et le Secrétariat de l’Organisation
du Traité de Bruxelles: 5.
La defensa de los derechos humanos, bandera esencial del Consejo de Europa y de su Tribunal de Estrasburgo, constituyeron una excepción. Churchill y los suyos sí defendieron la supranacionalidad como garantía de unos valores que entendían amenazados por el Gobierno intervencionista laborista, que aprobó la Convención Europea de Derechos Humanos que dejaba fuera los derechos económicos y sociales, convencido de la mayor efectividad de la OIT para garantizarlos frente al Tribunal de Estrasburgo, maniatado por la Comisión Europea de Derechos Humanos hasta la reforma que entró en vigor en 1998.
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