RESUMEN
Este artículo analiza la intervención de las principales organizaciones empresariales españolas, la CEOE y Fomento del Trabajo, en el sistema político de la Transición. El esquema propuesto parte del contexto económico —final de los Treinta Gloriosos y auge del neoliberalismo— y político —contrarrevolución conservadora— de la década de los setenta en Occidente para estudiar los fundamentos ideológicos que impulsaron al patronato español a inmiscuirse en la financiación irregular de los partidos y a poner en marcha un amplio dispositivo de carácter reservado con el fin de orientar el voto hacia las formaciones de centro derecha. Para conocer las características de la estructura reticular creada para influir sobre el voto en el ciclo electoral 1980-1982, así como la responsabilidad de los grupos de presión económicos en la crisis del partido gubernamental, la UCD, me he servido de una documentación hasta ahora inédita: el fondo personal de Carlos Ferrer Salat, primer presidente de la CEOE.
Palabras clave: CEOE; Transición; neoliberalismo; organizaciones patronales; grupos de presión económicos.
ABSTRACT
This article examines the intervention of the main Spanish business organizations, the Spanish Confederation of Employers’ Organizations (CEOE) and Fomento del Trabajo, in the political system of the Transition. The proposed outline begins with both the economic context —the end of the Thirty Glorious Years and boom of neoliberalism— and the political context —conservative counterrevolution— of the 70´s in the West, in order to study the ideological foundations that led Spanish organizations to interfere with the irregular financing of political parties and launching an underground scheme a covert plan to influence the vote towards the centre-right parties. To understand the characteristics of the network structure created to influence the vote in the electoral cycle of 1980-1982, as well as the responsibility of economic pressure groups in the crisis of the Governing party, the Union of the Democratic Centre (UCD), I have used some previously unpublished documentation: the personal records of Carlos Ferrer Salat, first president of the CEOE. In light of the objectives and results of this strategy, the article evaluates the success of an intervention that raises some doubts about its possible incompatibility with the principles of representativeness, participation, and transparency on which liberal democracies are built.
Keywords: CEOE; Spanish transition to democracy; neoliberalism; business organizations; economic pressure groups.
Este artículo plantea una aproximación a los fundamentos ideológicos de la intervención
empresarial en el sistema político de la Transición, una intervención directa que,
como señaló Salvador Aguilar, no «tenía precedentes en sociedades de nuestro entorno»,
y que convirtió parcialmente a la organización-cúpula CEOE en «un elemento más del
sistema político»[1]. Para ello, me centraré en la participación de las organizaciones representativas
del empresariado español (la citada CEOE) y catalán (Fomento del Trabajo) en la financiación
de los partidos y en las campañas electorales del ciclo 1980-1982, a partir del análisis
de documentación inédita procedente del archivo personal del que fuera presidente
de ambas organizaciones, Carlos Ferrer Salat El fondo se encuentra en fase de inventario, razón por la cual los números de referencia
que se aportan son provisionales. El presente artículo ha sido posible gracias a la
colaboración de la familia de Carlos Ferrer Salat, que me ha permitido la consulta
de sus archivos. También quiero expresar mi agradecimiento a Fabián Márquez, cuyo
testimonio ha sido de gran ayuda.
Desde un plano teórico, este trabajo aborda un tema ampliamente estudiado por diferentes disciplinas de las ciencias sociales: la influencia que ejercen los grupos de interés económicos sobre la clase política y los procesos de toma de decisiones públicas en el orden institucional de los estados liberaldemocráticos. La acción empresarial organizada ocupa un papel destacado en las construcciones teóricas que han dominado los estudios en este ámbito. A efectos de este trabajo, resulta de indudable interés la discusión historiográfica sobre las características de la interacción entre empresarios y políticos o, para ser más precisos, los vínculos orgánicos entre ambas esferas y el posible dominio que ejercerían unos actores sobre los otros.
Desde una mirada retrospectiva, Mercedes Cabrera y Fernando del Rey lamentaban la
existencia de «una visión genérica del pasado», condicionada por una coyuntura política
—la España franquista—, «donde se hizo recaer sobre las oligarquías los males culpables
de lastrar el progreso y la democratización del país en los últimos doscientos años»
En opinión de Mercedes Cabrera, la «relativa incapacidad» de la patronal CEOE «para
influir en las decisiones de la política económica» habría abonado el terreno a una
intervención directa en los procesos electorales del período 1980-82 y a apoyar la
creación de una «gran derecha» política, «un factor más —no el único, ni probablemente
el decisivo— en la descomposición» del partido gubernamental
Salvador Aguilar matiza el rol desempeñado por la organización patronal en la consolidación
del sistema democrático, que respalda a partir de una «visión puramente instrumental
del mismo». Además, cuando se desciende a las bases empresariales, que «perciben la
realidad en términos exclusivamente de su propia empresa y a corto plazo», es fácil
percibir actitudes que reflejan desconfianza hacia la práctica democrática, que es
interpretada como una «imposición ajena y como una especie de gasto fijo de representación
de carácter superfluo»
La tesis de la primacía de la política ya había sido avanzada por Juan J. Linz al
atestiguar que «entre las características distintivas de la política de intereses
en España, quizá una de las más destacables sea que la política tiene precedencia
sobre los intereses». No obstante, para este ilustre sociólogo y pionero en el estudio
del empresariado español, esto no significaría «que grupos de intereses, económicos
y sociales, no ejerzan una influencia decisiva en el proceso de formación de políticas
(policies), sino que su institucionalización y legitimación tiene menos éxito que en otros
países»
Frente a la crítica de la instrumentalización, otros autores han defendido la existencia
en España de una alianza entre miembros de la burguesía financiera y empresarial junto
a otros representantes de los grupos sociales dominantes (políticos, aristócratas,
militares y jerarquía eclesiástica) que se sirve de las estructuras del Estado para
ejercer el poder y la hegemonía en el cuerpo social. Pioneros de este paradigma fueron
los estudios sobre «la trama del tejido social de las élites» y conceptos como el
del «bloque de poder» de uno de los historiadores españoles más influyentes del siglo
xx, Manuel Tuñón de Lara, a partir de una metodología multidisciplinar que adaptaba los
modelos teóricos de las ciencias sociales y un enfoque de raigambre marxista
Con relación al estudio de las élites, Juan Pro nos previene contra la postergación
de los «solapamientos significativos» entre la clase política y la empresarial: «Los
vínculos entre políticos y empresarios son muchas veces verdaderas alianzas», y cuando
«esas relaciones son suficientemente intensas, tenemos un grupo que actúa según una
lógica de grupo en ámbitos diversos como la política, los negocios, la relación social,
etc.». Para este autor, cuando se anula «al empresariado como posible actor colectivo con
capacidad de influir en la evolución histórica de España en el siglo xx», se está desviando sus actos («y las “culpas”») hacia otros actores (la clase política)
que podrían «considerarse igualmente entelequias carentes de una voluntad común o
de una identidad propia»
Las elevadas tasas de crecimiento registradas tras el fin de la Segunda Guerra Mundial dieron paso a finales de la década de 1960 a la aparición en los países desarrollados de síntomas de agotamiento del modelo de acumulación capitalista de inspiración keynesiana. La «sensación global de insatisfacción», en palabras de Josep Fontana, que presagia el final de los años dorados del capitalismo, se manifiesta en los movimientos de protesta social en los Estados Unidos y en la Europa no socialista, que a menudo se superponen e incluso desbordan las tradicionales formas de lucha de la clase obrera. Esta dinámica de enfrentamiento contra la autoridad, junto con la emergencia de nuevos actores colectivos organizados fuera de los cauces de participación habilitados por el sistema, pusieron en guardia a la intelligentsia capitalista.
La crisis económica mundial, que estalla en 1973 tras el alza de los precios del petróleo
por efecto de la guerra del Yom Kippur, impulsó la búsqueda de un nuevo orden económico
emparentado con el liberalismo clásico, que diera respuesta al desafío planteado por
la contracultura y la izquierda política, y permitiese liberar las correas del «capitalismo
embridado»
No obstante, el intervencionismo empresarial en la política interna de las sociedades europeas occidentales iba a tener su fundamentación teórica al otro lado del Atlántico. Esta geografía del pensamiento no fue producto del azar, pues a los Estados Unidos habían llegado desde el viejo continente los principales teóricos de la contrarrevolución conservadora en ciernes, como F. A. Hayek, L. Von Mises o Ayn Rand. En los años siguientes, una red de fundaciones y think tanks de ideología conservadora estudian la crisis de gobernabilidad de las economías desarrolladas y tratan de legitimar una mayor participación de los poderes económicos. La hipótesis de partida es sugestiva: la democracia sufre una crisis de legitimidad porque sus instituciones son incapaces de satisfacer unas demandas sociales en aumento. Esta «sobrecarga» estaría obligando a los Estados a un mayor intervencionismo y a un aumento de su capacidad recaudatoria, mientras se favorece una política de transferencia de rentas desde el capital al factor trabajo.
Esta es una de las tesis principales del célebre estudio encargado en 1975 por la
Comisión Trilateral al grupo compuesto por los sociólogos Michael Crozier y Joji Watanuki,
junto al conocido politólogo Samuel Huntington, quienes alarmados por la «disgregación
de intereses» en el cuerpo social y la participación creciente de la ciudadanía, recomendaron
imponer limitaciones al sistema liberal democrático; un análisis planteado desde presupuestos
economicistas que venía a ser, en palabras de Foucault, la «definición del costo económico
del ejercicio de las libertades»
La puesta en marcha de programas de orientación neoliberal exigía la implicación de
los poderes económicos. Esta fue la principal contribución de otro informe, en esta
ocasión encargado en 1971 por la Cámara de Comercio norteamericana al jurista Lewis
Powell, un abogado corporativo en camino de convertirse en figura destacada del conservadurismo
americano desde la Corte Suprema. El Manifiesto capitalista de Powell
No obstante, la habilidad de Powell consistió en incitar a la movilización de los
hombres de empresa, tanto empresarios a título individual como la tecnoestructura
de managers y directivos, que habían respondido a esta agresión ignorando el problema; había llegado
el momento de pasar a la acción política directa, asumiendo un papel más activo en
la defensa de la libertad económica, cuya restricción precipitaría la del resto de
libertades. Para ello, el informe planeaba la ejecución de un vasto programa de acción
dirigido por las organizaciones profesionales y financiado por las grandes empresas.
El plan establecía ámbitos prioritarios donde neutralizar la infiltración de la propaganda
subversiva: la comunidad universitaria, el sistema judicial, la cultura y la vida
política. Respecto de esta última, «there should be not the slightest hesitation to
press vigorously in all political arenas for support of the enterprise system. Nor
should there be reluctance to penalize politically those oppose it» «The attack on the free enterprise system», agosto de 1971. Una versión traducida
al castellano en
Los años setenta vieron el surgimiento de un clima de solidaridad empresarial internacional;
no en vano el capitalismo tuvo que enfrentarse en estos años a problemas similares
como resultado de un crecimiento anémico y del fenómeno hasta entonces cuasi desconocido
de la estanflación La crisis en el contexto español en Rojo ( Rojo, L. Á. (1987). La crisis de la economía española, 1973-1984. En J. Nadal, A.
Carreras, C. Sudrià (comps.). La economía española en el siglo xx. Una perspectiva histórica (pp. 190-200). Barcelona: Ariel.
García Delgado, J. L. y Serrano, J. M. (1990). De la primera crisis energética a las
elecciones del 77: tiempo de incertidumbre. En J. L. García Delgado (dir.). Economía española de la transición y la democracia (pp. 3-22). Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas.
Fuentes Quintana, E. (1989). Tres decenios de la economía española en perspectiva.
En J. L. García Delgado (coord.). España, economía (pp. 1-75). Madrid: Espasa Calpe.
Francia es uno de los países donde se desarrolla de forma prematura la crisis del
capitalismo. Los sucesos del Mayo del 68 servirán para instruir a una desorientada
clase empresarial sobre los peligros de una «crisis de civilización», como la denominó
André Malraux, larvada durante los años del gaullismo. Los efectos de esa crisis que
pocos previeron motivaron en los cuarteles de la avenue Pierre-I-de-Serbie Sede histórica del CNPF. Boltanski y Chiapello ( Boltanski, L. y Chiapello, E. (2002). El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid: Akal.
En el ámbito político, el peligro de una unión de la izquierda francesa en el llamado
«programa común de gobierno», y su posible efecto sobre la aplicación de políticas
de ajuste, obligó a un notable esfuerzo de la clase capitalista. Las elecciones presidenciales
de 1974 celebradas tras la muerte de Georges Pompidou estuvieron precedidas de una
intensa campaña de movilización del voto y agitprop patronal en contra de las opciones marxistas, sin contar con las generosas subvenciones directas a los partidos del centro derecha
Años después, la resonante victoria de Mitterrand en las presidenciales de 1981, pese
a la nueva campaña empresarial en apoyo de Giscard, no fue interpretada por el patronato
español como una advertencia acerca de los riesgos de involucrarse a fondo en la arena
política. Como señaló más tarde uno de los presidentes del CNPF, Yvon Gattaz, la toma
de posición del empresariado en contra del candidato socialista no solo no funcionó
como habían diseñado los estrategas patronales, sino que sirvió para levantar una
barrera infranqueable entre el CNPF y el presidente electo
La trayectoria de la organización cúpula del empresariado español presenta desde su
creación en 1977 paralelismos con su homóloga francesa, con quien comparte una fluida
relación y unos adversarios comunes. La etapa de Carlos Ferrer Salat al frente de
la CEOE (1977-1984) coincide con un significativo incremento de la injerencia del
mundo económico en el sistema político, terminando así con la «marginalidad privilegiada»
adoptada por los hombres de negocios dentro de la maquinaria de poder franquista
La crisis internacional y su correlato en España agudizaron la imagen negativa que
arrastraba la figura del empresario, «al que se identificaba como uno de los principales
sostenedores y beneficiarios del franquismo»
El principal argumento que esgrimió la patronal fue acusar al Gobierno de no haber
contado con los agentes sociales en la elaboración de los pactos La actitud empresarial ante los Pactos de la Moncloa, en Cabrera ( Cabrera, M. (2011). Los Pactos de la Moncloa: acuerdos políticos frente a la crisis.
Historia y Política, 26, 81-110.
Nosotros [CEOE], por el contrario, entendíamos que, siendo el punto clave de las medidas económicas el de la moderación salarial, los límites máximos deben ser fijados imperativamente por el Gobierno […]. La moderación salarial es algo muy difícil de aceptar y, para ello, se debe mentalizar a las personas en una política de austeridad. Esto solo puede hacerse por los poderosos medios de comunicación social que nadie más que los Gobiernos pueden mover.
El Ejecutivo, que se comprometió en la reunión a no indexar los salarios, debía abstenerse
de desplazar el problema a las empresas: «En el momento en que nos sentáramos a negociar
con las centrales sindicales y les dijéramos que ni siquiera el 17 % podemos pagar
y que solo es posible ofrecer 10 o 12 puntos menos que el aumento del coste de la
vida, la reacción antiempresarial e irreprimible será muy fácil y podría salpicar
al Gobierno» Informe confidencial de la reunión celebrada el día 27-7-1977 en el Ministerio de
Trabajo. Archivo personal de Carlos Ferrer Salat (en adelante ACFS), caja 18.
Además de la coyuntura económica y política, el avance del paradigma neoconservador,
junto con el rearme moral del empresario que se estaba operando en Occidente, influyeron
en el alumbramiento del nuevo hombre de negocios español. Algunos de los elementos
más característicos de la retórica del laissez-faire, hábilmente combinados con alusiones a una justicia social de reminiscencias cristianas,
están presentes en dos panegíricos de temática empresarial que aparecen casi de manera
simultánea en las páginas de La Vanguardia, cuando la transición democrática está dando sus primeros pasos. En el primero de ellos,
el economista catalán Ramón Trías Fargas advertía al empresariado de las consecuencias
de proseguir con su aislamiento del proceso político, pues parecía más interesado
en tomar «acciones defensivas el día de mañana en vez de ser la vanguardia del cambio
desde ahora». En medio de la incertidumbre provocada por una clase política empeñada
en demostrar su fidelidad a los principios del Movimiento, Trías Fargas cree llegado
el momento para que los hombres de negocios, caracterizados aquí como heraldos de
la libertad y agentes del cambio siguiendo el enfoque schumpeteriano, abandonen «una
alianza que no les conviene» e influyan sobre los poderes públicos para el advenimiento
de una «democracia entera, lisa y llana» «Empresarios de toda España: uníos», La Vanguardia, 11-4-1976.
Con tres semanas de diferencia —la cronología apunta al estado de desorientación en
el que vive instalada la clase capitalista—, aparece el célebre artículo de Luis María
Ansón «La rebelión de los empresarios» «La rebelión de los empresarios», La Vanguardia, 2-5-1976.
La influencia del artículo de Ansón en la génesis de la nueva patronal es confirmada
por uno de los fundadores de CEOE, Eduardo Bueno, en ABC, 30-11-1983.
La estrategia política de la CEOE durante la Transición presentó dos vectores fundamentales:
impedir o retrasar el acceso al poder de las izquierdas en los distintos niveles de
la nueva configuración territorial e impulsar la reorganización de las fuerzas conservadoras
en el proyecto de la «gran derecha», con los elementos moderados de UCD salvados del
naufragio del partido gubernamental, más el personal reunido en AP en torno a Manuel
Fraga
El ciclo 1980-82 marcará el momento culminante de la intervención patronal en la
vida política española, una influencia que había ido en aumento desde los primeros
Gobiernos democráticos de la UCD. Existen pocas dudas sobre la responsabilidad de
los círculos financieros y empresariales en el clima de fronda desatado contra Adolfo
Suárez, al que acusaron de aplicar un marcado sesgo socialdemócrata en su programa
de gobierno. La CEOE observó con interés la inquietud que provocaba en sectores de
la sociedad de marcada tendencia conservadora la deriva que estaba tomando el proceso
transicional en temas como la descentralización autonómica, el pluralismo político
o la violencia terrorista, una situación que condujo a que determinados cenáculos
de poder, donde se reunían militares, políticos, periodistas y representantes del
mundo de los negocios, anhelaran un «golpe de timón» de impostada constitucionalidad
que corrigiese la política seguida hasta entonces La presencia empresarial en la trama civil del 23-F en García Crespo ( García Crespo, G. (2016). Enero de 1981: entre el «golpe de timón» y el golpe de Estado.
Un documento revelador. Historia del Presente, 28, 157-171.
Bolaños, R. (2012). La involución militar durante la Transición. El golpe de Estado del 23-F [tesis doctoral inédita]. Universidad Autónoma de Madrid.
Cercas, J. (2009). Anatomía de un instante. Barcelona: Mondadori.
Guerra, A. (2005). Cuando el tiempo nos alcanza. Madrid: Espasa Calpe.
San Martín, J. I. (2006). Apuntes de un condenado por el 23-F. Madrid: Espasa.
La participación del gran capital en la financiación de la función política partió
de la propia debilidad de los partidos para equilibrar una contabilidad que a duras
penas alcanzaba a cubrir una parte de los gastos de organización y aquellos derivados
de las actividades electorales. En cierto modo, se trató de una relación deseada por
ambas partes, pues venía a paliar un problema de autofinanciación que por añadidura
también sufrían otros partidos del entorno democrático europeo Castillo ( Castillo, P. del (1985). La financiación de partidos y candidatos en las democracias occidentales. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas.
Ruíz-Rico, G. (2015). El control sobre la financiación de los partidos políticos:
un desafío permanente para el legislador. Teoría y Realidad Constitucional, 35, 281-308. Disponible en: https://doi.org/10.5944/trc.35.2015.14920
No es difícil ver ciertos paralelismos en las actitudes empresariales durante la Transición, aunque con un desenlace diferente. Si la crisis económica, el miedo a la clase obrera, la ausencia de un «partido de los patronos» o la desconfianza hacia el reformismo del nuevo personal político fueron elementos comunes a ambos períodos, la reacción de los líderes empresariales tras el fin del franquismo se orientó más hacia la participación en el juego democrático y no tanto a la búsqueda de soluciones de corte autoritario —Gobiernos de «salvación nacional» al margen—.
El procedimiento de financiación de los partidos y sus cuadros dirigentes, fuera de
los cauces establecidos para ello, se puso en marcha con ocasión de las primeras elecciones
generales celebradas en junio de 1977 mediante donaciones y créditos no reembolsables
a las fuerzas afines El mecanismo de financiación en Díaz-Varela y Guindal ( Díaz-Varela, M. y Guindal, M. (1990). A la sombra del poder. Barcelona: Tibidabo.
Powell, Ch. (2001). España en democracia, 1975-2000. Barcelona: Plaza y Janés.
Se ha señalado el «abandono» que sufre UCD desde 1980 por los poderes económicos como
uno de los factores que explicarían su ocaso Jáuregui ( Jáuregui, F. (1987). La derecha después de Fraga. Madrid: El País.
Álvarez de Miranda, F. (2013). La España que soñé. Madrid: La Esfera de los Libros.
Morán, G. (2009). Adolfo Suárez. Ambición y destino. Barcelona: Debate.
Diario personal de Carlos Ferrer Salat (en lo sucesivo DPCFS), apunte del día 3-3-1981.
A pesar de que la elección de Calvo-Sotelo fue recibida en el auditorio empresarial
de manera favorable (no en vano el anterior vicepresidente para Asuntos Económicos
era «uno de los suyos»), la simpatía inicial fue dando paso al desencanto, término
recurrente en aquellos años, sobre todo a partir de las negociaciones del Acuerdo
Nacional de Empleo (ANE) y la subvención del Gobierno a UGT y CC. OO. a cuenta del
patrimonio sindical. Este episodio creó una profunda brecha entre la CEOE y el presidente,
mientras el ministro «socialdemócrata» de Economía, Juan Antonio García Díez, era
convertido en diana de las invectivas patronales Las relaciones entre patronal y gobierno en Calvo-Sotelo ( Calvo-Sotelo, L. (1990). Memoria viva de la transición. Barcelona: Plaza y Janés.
La crisis abierta entre el Ejecutivo y la confederación empresarial antes del verano
fue parcialmente resuelta en los siguientes meses, aunque las opciones de Calvo-Sotelo
para liderar el centro derecha español, nunca descartadas por la cúpula patronal,
quedaron comprometidas. También preocupaban en la CEOE las conexiones del presidente
del Gobierno con lobbies económicos como el Círculo de Empresarios Círculo de Empresarios ( Círculo de Empresarios (2013). 35 años de contribución a la sociedad española, 1977-2012. Madrid: Círculo de Empresarios.
¿Podemos afirmar que el partido que dirigió la transición a la democracia quedó huérfano
del apoyo del mundo empresarial? No exactamente. De otro modo, sería difícil explicar
que UCD no dejase de recibir fondos canalizados a través de CEOE hasta su disolución
en 1983. Asimismo, una ruptura abierta con Calvo-Sotelo no parecía la mejor opción
para controlar el aparato del partido, donde los suaristas aún mantenían amplias cuotas
de poder, ni para evitar un acuerdo con los socialistas. Tampoco parecía una maniobra
inteligente romper con el Ejecutivo mientras se negociaban importantes reformas en
materias de interés —fiscal, laboral, energía, comunicación— para el sector privado,
sin olvidar las negociaciones para la adhesión a la CEE La intervención empresarial en las negociaciones para la integración de España en
la Comunidad Europea es analizada en profundidad en García Crespo ( García Crespo, G. (2019). El precio de Europa. Estrategias empresariales ante el Mercado Común y la Transición
a la democracia en España. Granada: Comares.
«Entrevista con el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo», 3-11-1981. DPCFS.
El mismo rey Juan Carlos transmitió a Ferrer Salat sus dudas sobre si era mejor que
UCD y AP se presentasen por separado o coaligados. Además, «el monarca se mostró preocupado
por la lamentable situación de UCD. Estimaba que Calvo-Sotelo y Adolfo Suárez deben
colaborar. Deben trabajar conjuntamente. Pero que Adolfo Suárez no debe tener protagonismo
político […]. Se mostró preocupado por que ganaran las izquierdas las próximas elecciones.
Cree que las Fuerzas Armadas no tolerarían un Gobierno socialista. Ello podría acabar
con el Gobierno, con la Monarquía y con la democracia» «Audiencia de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos», 11-12-1981. DPCFS.
Sin embargo, dentro de la cúpula patronal nadie se engañaba respecto de las posibilidades
reales de UCD para repetir legislatura. Tras la dimisión de Suárez y la celebración
del II Congreso de Palma, en la planta noble de la CEOE se elaboraron planes para
una «disolución controlada» del partido con vistas a la formación de la «gran derecha»,
mediante una criba de las familias políticas presentes en sus centros de poder (Gobierno,
grupo parlamentario y partido). La solución que contaba con más apoyos preveía la
salida del sector socialdemócrata y de algunos dirigentes suaristas, como el citado
Agustín Rodríguez Sahagún o Rafael Calvo Ortega (que dirigían el partido después del
congreso) Celebrado los días 6-8 de febrero de 1981. El resultado de este segundo congreso
de la organización es interpretado por Jonathan Hopkin ( Hopkin, J. (1999). El partido de la Transición. Ascenso y caída de la UCD. Madrid: Acento.
Alonso-Castrillo, S. (1996). La apuesta del centro. Historia de la UCD. Madrid: Alianza.
La CEOE mantenía por entonces una relación de patronazgo con la Fundación Humanismo
y Democracia, entidad creada en 1977 y dirigida por la familia democristiana de UCD.
«Estrategia de cara a las próximas elecciones [generales]». ACFS, caja 20. En virtud
de ciertas referencias presentes en el documento, su datación probable debe situarse
en los primeros meses del Gobierno Calvo-Sotelo.
Ante un hipotético fracaso en la toma del control de UCD, los democristianos, junto
con algunos independientes y los miembros de la facción liberal bajo la dirección
de Ignacio Camuñas, podrían concurrir, gracias al manejo adecuado de sus vías de financiación,
«en candidaturas unitarias en fórmula análoga a Alianza Democrática Portuguesa» Ibid. Reunión con Calvo-Sotelo, 13-4-1981. APCFS. Reunión con F. Pastor, 30-4-1981. APCFS.
En 1980, con ocasión de los primeros comicios autonómicos en Cataluña, se dio el paso
definitivo en la estrategia de intromisión empresarial dentro de la esfera electoral.
En efecto, desde la dirección patronal se entendió que, dada la incapacidad de los
partidos afines para frenar el avance de la izquierda, había llegado el momento de
una intervención activa en las elecciones. El encargo recayó en la centenaria patronal
Fomento del Trabajo, que «estableció el modo y manera de hacer política y de relacionarnos
en el mundo empresarial con partidos y dirigentes políticos que todavía perduran» ABC, 11-6-1981.
Aunque hoy sabemos que aquellas elecciones significaron un giro importante del mapa electoral catalán y el inicio del proyecto de nacionalismo interclasista de inspiración conservadora de Jordi Pujol, los últimos resultados obtenidos por el Partit dels Socialistes de Catalunya en la doble cita electoral de 1979 (generales y municipales), donde fue la primera fuerza política, junto con los sondeos de las semanas previas, presagiaban una cómoda victoria —sin alcanzar la mayoría— a su cabeza de lista, Joan Reventós. Con el precedente de los pactos de izquierdas en los ayuntamientos, los socialistas catalanes preparaban el terreno para una reedición del «bloque de progreso» con Josep Benet y los comunistas del PSUC.
Junto con el predominio de la izquierda, los pronósticos avanzaban un fuerte retroceso del partido gubernamental en las urnas catalanas, tras el fracaso de la política autonómica de UCD en el referéndum andaluz. En el horizonte, crecía el riesgo de un repliegue de los partidos «nacionales» en el mapa político de las autonomías que habían optado por la «vía rápida» del art. 151, posibilidad que iba a plasmarse en las elecciones al Parlamento Vasco celebradas una semana antes que las catalanas, donde UCD y PSOE cedieron ante el empuje del PNV de Garaikoetxea.
Para entonces, el presidente de Fomento y hombre influyente en la cúpula de CEOE,
Alfredo Molinas, había decidido liderar una operación de lobby político para decantar el voto hacia las opciones del centro-derecha catalán y evitar
el efecto desestabilizador de un eventual Gobierno de orientación marxista. Ciertamente,
como demuestra un análisis de la campaña, las posibilidades de que un eventual Govern de izquierdas acometiese un proceso de socialización de la economía o incluso de supresión
de la propiedad privada eran casi nulas, pero esta circunstancia no detuvo la estrategia
del miedo patrocinada por Fomento y la CEOE. Ernest Lluch, miembro destacado del Círculo
de Economía, intentó tranquilizar a la burguesía catalana señalando que los socialistas
aplicarían «un esquema de coordinación y aplicación plenamente compatible con la economía
de mercado» Tele/eXpres, 14-3-1980.
La previsible victoria de Reventós, contemplada por el mismo Jordi Pujol, quien atisbaba
un pacto postelectoral con el PSC, también era vista en términos de crisis de confianza
del empresariado: un triunfo de las izquierdas provocaría un estado de «decaimiento
general» tras una intensa movilización de las fuerzas empresariales, situación que
podría complicarse si el nuevo Govern tomaba «represalias» contra la patronal. Pero ni las llamadas a la moderación dentro
del mundo empresarial ni una posible fórmula postelectoral sociovergente terminaron
de convencer a Molinas, quien viajó a París para recabar el consejo técnico del CNPF,
que contaba con una amplia experiencia en el terreno del «dopaje» electoral La asistencia proporcionada por el CNPF es confirmada por el periodista y político
Manuel Milián Mestre ( Milián, M. (2016). Els ponts trencats. Barcelona: Pòrtic.
Casi 400 millones es el cálculo que hacen los periodistas económicos Díaz-Varela
y Guindal ( Díaz-Varela, M. y Guindal, M. (1990). A la sombra del poder. Barcelona: Tibidabo.
Lewis Powell había intuido que la coordinación y la planificación de la acción empresarial,
junto con una movilización sostenida de importantes recursos, serían esenciales para
influir en la arena política y en la ciudadanía. Aunque en su análisis del teatro
de operaciones norteamericano Powell había reservado a la Cámara de Comercio el mando
ejecutivo, dentro del marco de representación corporativa en España ese papel solo
podía recaer en las nuevas organizaciones patronales, que además contaban con el apoyo
económico proporcionado por la banca, dada la escasez de los recursos propios. La
estrategia electoral de Fomento partía de una realidad incómoda: buena parte del empresariado
catalán había votado a los socialistas en anteriores consultas. Por este motivo, el
objetivo principal de la denominada «campaña de sensibilización empresarial» consistía
en convencer al empresario de que tomara «conciencia de la necesidad de ejercer su
derecho al voto y lograr el mayor número posible de votos no marxistas» «Campaña de sensibilización empresarial para las elecciones al Parlamento de Cataluña»,
diciembre de 1979. ACFS, caja 16.
«Cataluña—80. Informe sobre coyuntura electoral», enero de 1980. ACFS, caja 16. Este
extenso estudio fue realizado por una consultora con sede en Madrid, por lo que es
previsible que el contacto fuese establecido desde la CEOE.
La amenaza que representaba un Gobierno de ideología marxista para el sistema de libertades
en Occidente impregnó buena parte de los mensajes electorales de Fomento, que identificaban
una relación causa-efecto entre los ataques al modelo económico capitalista y la mutilación
del conjunto de libertades de la ciudadanía. Aquí hallamos uno de los ejemplos donde
el paralelismo con los argumentos contenidos en el Memorándum Powell es más estrecho: si en este se asevera que «As the experience of the socialist and
totalitarian states demonstrates, the contraction and denial of economic freedom is
followed inevitably by Governmental restrictions on other cherished rights», en el
folleto editado por Fomento titulado «El futuro está en tus manos» (con una tirada
de 679 000 ejemplares), se asegura que «los procesos socializadores acaban siempre
suprimiendo las libertades. No se conoce un solo caso —uno solo— en la historia de
la Humanidad de libertad política sin libertad económica». Si en opinión del jurista
conservador, «whatever the causes of diminishing economic freedom may be, the truth
is that freedom as a concept is indivisible», el pasquín patronal subraya, sirviéndose
del mismo epíteto, que «la libertad es indivisible, no admite ser tomada por parcelas» Este y otros anuncios pueden consultarse en los números de la revista Horizonte empresarial editada por Fomento correspondientes a los primeros meses de 1980. Más sorprendente
resulta el hecho de que también se pueden encontrar en algún dossier del archivo histórico
de la patronal francesa en Roubaix.
El control de los medios de comunicación era determinante para el éxito de la operación.
En las reuniones mantenidas con los principales accionistas de los grupos de comunicación
más influyentes, se les advirtió de la socialización de los beneficios y de la pérdida
del control sobre sus empresas que se derivaría de un triunfo de las opciones marxistas…
Dada la importancia asignada a este sector, en la oficina de campaña circularon informes
con análisis de agencias de noticias, diarios, y cadenas de radio y televisión, donde
quedaba reflejada la ideología de editores, directores y subdirectores, la posición
de cada medio (marxista o no marxista) y la posible actitud que se esperaba de ellos
en lo relativo a la campaña empresarial (neutra, favorable o desfavorable). A modo
de ejemplo, el cómputo de la prensa en Barcelona arrojaba los siguientes datos: de
diez medios analizados, cinco tenían una ideología predominante «marxista» (El Periódico, Mundo Diario, Tele Exprés, Cataluña Exprés, Hoja del Lunes), de los que cuatro tenían una actitud desfavorable y solo uno «neutral» (Hoja del Lunes), mientras que en el grupo de los «no marxistas» (La Vanguardia, Avui, El Correo Catalán, Diario de Barcelona, El Noticiero Universal) dos de ellos eran favorables (Diario de Barcelona y El Noticiero Universal) y los tres restantes eran vistos como medios con una actitud neutral. En cuanto
a las emisoras de radio, el análisis de sus servicios informativos mostraba que los
mayores apoyos estarían en Radio Nacional de España, Radio Juventud y Radio España,
mientras que la emisora de la Cadena Ser en Barcelona y Radio Miramar eran considerados
medios hostiles «Campaña de sensibilización empresarial para las Elecciones al Parlamento de Cataluña
[…]», cit.
Además de la movilización entre sus afiliados, Fomento buscaba combatir la abstención
con una llamada al conjunto de los ciudadanos «responsables», a los que se pedía que
se convirtieran en «agentes concienciadores». La información debía ser «singularizada»
según se tratase de empresarios, asociaciones de vecinos y amas de casa, clubes deportivos,
gremios o maestros (a los que se enviaron seis mil cartas personalizadas). Aunque
el rico entramado asociativo civil catalán era monitorizado desde Fomento, se dejaba
en manos de los llamados colaboradores cualificados (editores, periodistas, economistas,
escritores, políticos…) la misión de inducir un estado de opinión general que alertase
acerca «de una ruptura radical y fuerte si ganasen los partidos marxistas, entre la
Cataluña tradicional e histórica de una sociedad libre y democrática, a una sociedad
estatificada y planificada de acuerdo con la ideología marxista» Ibid.
Aunque se intentó en lo posible evitar la identificación de la campaña empresarial
con un partido determinado, circunstancia que habría derivado en denuncias ante la
Junta Electoral, como sucedió más tarde en las elecciones andaluzas, nadie podía desconocer
qué formación contaba con las simpatías de la patronal. El doble discurso de Jordi
Pujol, que revitalizaba el catalanismo conservador y que pretendía atraer a los segmentos
populares con llamadas a la superación de marcos ideológicos y a la unidad del pueblo
por encima de la lucha de clases, se situaba en las coordenadas del proyecto de sociedad
industrial avanzada «posideológica» que comenzaba por entonces a vislumbrar el aparato
ideológico patronal. «Son miles y miles los obreros que, a base de esfuerzos titánicos,
se han transformado en autopatronos y en pequeños empresarios. Una sociedad que permite
que el que vale salga adelante y se promocione no puede ser calificada de sociedad
de lucha de clases. En todo caso, de sociedad competitiva, es decir, que valora al
hombre por su voluntad de lucha y de progreso», advertía uno de los anuncios de propaganda
electoral pagado con fondos empresariales. La solución a la crisis no estaba «en volver
la vista a sistemas que no han conseguido solventar sus propios problemas y proporcionar
una vida próspera a sus ciudadanos, sino en luchar solidariamente, empresarios y obreros» «Suprimamos la empresa…¿y después?». La Vanguardia, 15-3-1980.
En cuanto a la política económica, Fomento aceptaba el tono reivindicativo de Pujol
cuando defendía una mayor asunción de competencias en materia comercial y fiscal junto
con una mejora del programa de inversiones estatales, siempre que esta actitud no
pusiera en riesgo la unidad de mercado con el resto de regiones y el marco único de
relaciones laborales. Lo cierto es que en la patronal catalana tenían sus propios
planes acerca de cuáles deberían ser los vectores económicos del nuevo Gobierno de
la Generalitat. Se daba por hecho que la Administración catalana, en parte por la
herencia recibida, no dispondría en los siguientes cuatro años «de la discrecionalidad
de gasto que implica la Autonomía» y que, en todo caso, la crisis no podría «financiarse
ni con incremento de impuestos ni con emisión de deuda». En cambio, sí se esperaba
del Govern que saliese de las urnas la exigencia continua del «cumplimiento de los programas
de inversión pública del Estado en Cataluña», que afrontase «las dificultades que
en los últimos años el planeamiento urbanístico ha impuesto a la construcción» y una
denuncia permanente en Madrid de «todos aquellos defectos de la Administración central
que dificultan la actividad económica privada» «Reflexiones sobre un programa económico de la Generalitat», Fomento del Trabajo,
s. f. ACFS, caja 15.
El inesperado éxito cosechado en Cataluña reforzó la confianza empresarial y animó a la patronal española a repetir la «fórmula Molinas» en las siguientes consultas. Las elecciones celebradas en las comunidades gallega y andaluza, junto con las generales de octubre de 1982, estuvieron precedidas de un intenso trabajo de prospección social. La CEOE ordenó la creación de un grupo de trabajo reducido para coordinar las operaciones de cada región. Capitaneado por Fabián Márquez (estrecho colaborador de Martín Villa en la OSE y hombre de la absoluta confianza de José María Cuevas), Miguel Ángel del Río (procedente también del «vertical») y el sociólogo Pedro Arriola, el equipo ya había adquirido experiencia en la «orientación» del voto en las elecciones sindicales de esos años, donde consiguieron con indudable acierto que la central UGT neutralizara la ventaja de CC. OO.
Según los informes internos remitidos a la dirección de CEOE, entre los años 1981
y 1983 se procedió a desplegar en las provincias más importantes los denominados Grupos
Operativos Regionales —GORES en el argot patronal— para movilizar el voto moderado.
La nueva misión diseñada por el equipo demoscópico de Márquez, que venía a complementar
la financiación de los partidos, mantuvo un carácter reservado, siendo únicamente
conocida en toda su amplitud por un reducido núcleo de dirigentes de la entidad La implicación de GADES en las campañas electorales en El País, 4-9-1982. Los informes que se citan en este artículo, muchos de los cuales no estaban
firmados, seguían un conducto confidencial: se remitían directamente a José María
Cuevas, quien se los hacía llegar al presidente Ferrer Salat. También estaban al corriente
varios miembros de la cúpula directiva y los bancos, que financiaron las operaciones.
Entrevista a Fabián Márquez, 16-5-2018. Por otra parte, la relación del gabinete
de asesores de Márquez con la dirección de la patronal y su formulación estratégica
es en estos momentos muy estrecha. Sirva como muestra que, más allá del desempeño
en el departamento laboral o en el diseño de las campañas electorales, la labores
de este grupo incluían la realización de estudios e informes para las conferencias
y artículos del presidente y el secretario general Cuevas, asistencia que posteriormente
también se ampliaría al partido de Manuel Fraga.
Aunque las urnas ofrecieron resultados dispares, la valoración realizada por la cúpula
de CEOE fue positiva. En las elecciones a la Xunta, la patronal gallega movilizó «hasta
1000 personas que iban cada día haciendo la campaña». Además, los grupos operativos
«actuaron con gran eficiencia» «Elecciones para el Parlamento de Galicia», octubre de 1981, DPCFS.
Frente a lo sucedido en anteriores comicios, la campaña para las autonómicas andaluzas
trasladaría la contienda electoral a un escenario de gran virulencia, con denuncias
ante las juntas electorales por una actuación de la patronal andaluza (CEA) que, a
juicio de los partidos de izquierdas, vulneraba la legalidad electoral. La estrategia
seguida por los empresarios, con constantes y directas acusaciones a los socialistas
de pretender la revolución social, se convirtió en una campaña de solidaridad y promoción
de los valores que encarnaba el hombre de empresa. Para Ferrer Salat, el presidente
de la CEA, Manuel Martín Almendros, «era un héroe del empresariado, un héroe de la
defensa de la libertad de expresión […]. No solo aguantaba con perfecta fortaleza
esta situación difícil, sino que al contrario le alentaba más […]. El empresariado
se daba cuenta de esta actitud de gallardía en defensa de todos los empresarios andaluces
y del empresariado español» «Campaña electoral para elegir a los diputados del Parlamento andaluz», 15-5-1982.
DPCFS.
La campaña del miedo tuvo finalmente un efecto «bumerán», al lanzar en brazos del
PSOE «a unos 200 000 antiguos votantes centristas y a una parte indeterminada de los
172 000 simpatizantes perdidos por los andalucistas» Según estas encuestas, un elevado porcentaje de pequeños empresarios (en torno al
40 %) «no distinguía entre UCD y PSOE»; además, muchos de ellos expresaban su intención
de votar socialista, pues se consideraba a la formación de Felipe González «un partido
más de orden que UCD», mientras el partido gubernamental «los cocía a impuestos».
«Campaña electoral para elegir a los diputados del Parlamento andaluz […]».
Entrevista a Fabián Márquez.
En el discurso de los líderes empresariales se hicieron frecuentes las alusiones a
la falta de legitimidad de la clase política y el parlamentarismo. En una de sus intervenciones
con mayor carga ideológica, Ferrer Salat reconocía que «la política es algo demasiado
importante para dejarla solo en manos de los políticos profesionales o de los burócratas» Discurso de C. Ferrer Salat ante la asamblea general de CEOE con motivo de su segunda
reelección en la presidencia de la organización, 9-9-1981. Archivo Histórico de CC.
OO., Fondo Consejo Confederal, sig. 44.01.
Montero, Gunther y Torcal ( Montero, J. R., Gunther, R. y Torcal, M. (1999). Legitimidad, descontento y desafección.
El caso español. Estudios Públicos, 74, 107-149.
No obstante, esta desconfianza hacia la política expresada por la dirección de la CEOE no era indiscriminada. El objetivo prioritario de su estrategia política siempre radicó en frenar las perspectivas electorales del PSOE, incrementadas como consecuencia, según la visión patronal, de la penetración cultural de los valores de la izquierda en la sociedad postfranquista. Para ello, era imprescindible convencer a la opinión pública española, siguiendo el nuevo discurso neoliberal ensayado en el Reino Unido y los Estados Unidos, de que la libertad era preferible a la igualdad, de que era necesaria una bajada de los impuestos o bien de que un aumento del gasto público sería ineficaz para combatir el desempleo o la pobreza (interpretada esta como un fenómeno natural por autores con gran predicamento en la derecha económica española como Hayek o Friedman). Una misión que no parecía sencilla en una coyuntura de recesión económica y destrucción de puestos de trabajo, y menos aún cuando en España seguía pendiente la construcción de un Estado del bienestar moderno.
La llegada de Reagan a la Casa Blanca a comienzos de 1981 fue algo más que un factor estimulante para la nueva clase dirigente patronal: aportaba la justificación y el procedimiento necesarios para implantar un estado de ánimo generalizado que facilitase la infiltración de los valores de la derecha. El grupo de asesores de la CEOE conocía con exactitud cómo se había formado alrededor del partido conservador norteamericano una amplia red de patronazgo ideológico en torno a organizaciones civiles como el American Enterprise Institute y la Fundación Heritage, un modelo que se pretendía implantar en España:
Se ha demostrado (la experiencia americana, con la llegada de Reagan al poder, es
un buen ejemplo) que «sin teoría conservadora no puede haber movimiento conservador»;
es decir, que cualquier partido político necesita de una amplia infraestructura que
le alimente conceptualmente y que, mediante la creación de imagen oportuna, permita
la penetración de los movimientos conservadores en la opinión pública, afianzando
su influencia en los grupos sociales propicios «Notas para una Fundación», febrero de 1983. ACFS, caja 21.
Estos think tanks eran los principales centros irradiadores del renovado pensamiento conservador. Más
allá de su actividad principal como «centros de creación de ideología», existían otras
funciones que podían importarse, como la preparación de «políticos prometedores»,
la instrumentación de «operaciones de marketing conservador» o la organización de
campañas «Planteamiento estratégico para los próximos años de Alianza Popular», junio de 1983.
ACFS, caja 21.
Entrevista a Fabián Márquez.
Para la intelligentsia empresarial, la convicción en las fuerzas propias que demostró en estos momentos la
CEOE derivaba de su rápido reconocimiento como organización hegemónica en la defensa
de los intereses empresariales (rompiendo de este modo con la fragmentación de etapas
anteriores), pero también era el resultado de su habilidad en el ámbito de las relaciones
sociolaborales para «manipular y operar sobre los sectores más delicados de [la] sociedad,
el empresariado y la clase obrera, en defensa de un interés primordial: la consolidación
social y el rechazo de la sistemática lucha de clases, como primera y única explicación
del devenir social» «Creación de los Grupos Operativos Regionales», Madrid, 17-2-1981. ACFS, caja 19.
La convergencia entre la CEOE y UGT en el marco de la concertación social iniciada
en 1979, primera tentativa de un sistema de «mesogobiernos económicos» como vía para
aplicar una política antiinflacionista, reducir la conflictividad laboral y legitimar
la economía de mercado «Creación de los Grupos Operativos Regionales», cit.
Desde otro ángulo, el pacto con la UGT presentó para la confederación empresarial
nuevas perspectivas en su estrategia de «conformar la expresión política de la derecha
y la necesaria transformación de la izquierda para […] racionalizar los distintos
modelos de comportamiento» de un sistema —democrático— que se estaba configurando
«aparentemente a espaldas de la voluntad empresarial» Ibid.
Estos encuentros se intensifican en el otoño de 1980, cuando la situación de Suárez
es más precaria y aumentan en los cenáculos de la capital los rumores de pactos para
la formación de un nuevo Gobierno. En las reuniones que mantiene la CEOE con la Ejecutiva
socialista, los dirigentes patronales tantean el terreno de posibles acuerdos a tres
bandas (CEOE-UGT-PSOE) en materia económica, laboral y sindical. Al parecer, el PSOE
transmitió su disposición a adoptar el plan de medidas contra el paro que la patronal
había presentado a UGT y desarrollar de manera inmediata los acuerdos en los ámbitos
donde gobernase. Además, el programa económico que esbozan Miguel Boyer, Enrique Barón
y Ernest Lluch en estos encuentros, con menciones a la recuperación del excedente
empresarial, el fomento del ahorro y un avance pausado de la integración en el Mercado
Común, es acogido favorablemente por los interlocutores de la CEOE Apuntes de Ferrer Salat de las reuniones celebradas los días 4-9-1980 y 10-9-1980.
En estos encuentros están presentes las cúpulas de PSOE (González, Solana, Boyer,
Barón, Lluch), UGT (Redondo y Zufiaur) y CEOE (junto al presidente, asisten José M.ª
Cuevas, Carlos Pérez de Bricio y José Luis Cerón). ACFS, caja 15.
Sin embargo, este diálogo no servirá para acortar la distancia que aún separaba la
estrategia del patronato español y el proyecto político del PSOE. El mismo Carlos
Ferrer Salat afirmará que hay que excluir cualquier solución basada en el engaño,
pues el objetivo del principal partido de la oposición no es otro que «la socialización
del sistema económico y fiscal […] con acciones concretas que determinarán inevitablemente
la asfixia de la iniciativa privada, en provecho de un sector público burocratizado
e ineficaz» «Discurso de C. Ferrer Salat ante la asamblea general de CEOE […]», cit. Nota de Ferrer Salat sobre la reunión celebrada con Felipe González el 2-2-1981
en el restaurante El Parrillón. ACFS, caja 15.
El vaticinio de González y la debilidad del Gobierno de Calvo-Sotelo impulsaron a
la dirección del patronato a concebir una operación de «ingeniería social» para impedir
el triunfo del PSOE. En su mencionado discurso ante la asamblea de CEOE, el presidente
Ferrer Salat hará una llamada a la acción ante sus bases y anticipará que la atención
de la patronal y de sus organizaciones confederadas estará puesta en «movilizar a
todos los empresarios y a las fuerzas sociales que comparten nuestra concepción política,
económica y social en apoyo de las opciones electorales y de los líderes que asuman
expresamente este compromiso en una acción de gobierno coherente y eficaz» «Discurso de C. Ferrer Salat ante la asamblea general de CEOE […]», cit.
Los grupos operativos desplegados en territorio nacional, compuestos por «un ejército
directo y propio de la CEOE» reclutado entre antiguos contactos de los sindicatos
verticales, tenían asignada una doble misión. En primer lugar, «captar y recoger toda
la información colectiva e individual sociológica […] para que a través de esos datos
[se establezca] en el futuro y a corto plazo una programación política de presencia
de la derecha real en los futuros comicios». En una segunda fase, se trataría de fijar
en los distintos territorios «los correspondientes nexos de coordinación entre todas
las personas, instituciones, asociaciones, empresas y entidades que, en el supuesto
de una confrontación electoral bipolar, previsiblemente estarían dispuestas a apoyar
la alternativa política de la derecha». La operación facilitaría «conectar el amplio
mundo de las organizaciones empresariales con las clases y sectores conexos […] fácilmente
vinculables a la defensa de un programa común» y que incluían desde maestros (a través
de sindicatos profesionales como AMPE) y padres de familia católicos, a funcionarios,
directivos de empresa, miembros de las cámaras de la propiedad urbana, profesionales,
amas de casa, etc. La idea, ensayada en Cataluña, era formar una estructura reticular
de grupos e intereses concordantes para dirigir el voto en un sentido definido, un
programa ambicioso que perseguía «la modificación de los espacios políticos en España,
mediante los cambios en su base sociológica» «Informe de tareas llevadas a cabo, así como de acciones a realizar en el futuro»,
inicios de 1982. ACFS, caja 21.
La magnitud de la operación se patentiza al reparar en la exhaustividad de los informes
en aspectos como la adscripción ideológica de las entidades civiles susceptibles de
ser captadas (colegios profesionales, asociaciones de vecinos, patronatos cívicos,
casas regionales, clubes deportivos, etc.) o la información de carácter organizativo
de las mismas (número de afiliados, organigrama, recursos económicos, instalaciones…).
«Teníamos la información de quién era quién en todo el país» recuerda Fabián Márquez Entrevista a Fabián Márquez.
La segunda finalidad del dispositivo consistía en articular y aumentar la afiliación del entramado asociativo del empresariado en las principales regiones. Ciertamente, la operatividad de estos grupos coordinados desde Madrid descansaba en el apoyo logístico que les proporcionaba la propia estructura local que convenía reforzar. A modo de ejemplo, la celebración de reuniones de trabajo con los «notables» provinciales y otras actividades de apoyo, como el envío de propaganda o las campañas de recaudación, se realizaban desde las territoriales.
A efectos de mejorar la coordinación, se formaron comisiones integradas por la élite
local, con amplia representación del mundo de los negocios y la Administración, y
cuyos miembros ostentaban o habían desempeñado cargos de relevancia dentro de la comunidad
(presidentes de cámaras de comercio, delegados de Hacienda, directores de sucursales
bancarias, concejales, exgobernadores civiles, dirigentes de sindicatos «independientes»,
presidentes de clubes deportivos, etc.). El informe de una de estas reuniones de «notables»
celebrada en Tarragona evidencia la profunda imbricación entre empresarios y políticos
a la hora de confeccionar las listas electorales de los partidos del centro derecha.
Describe también cómo se «produjeron ataques vehementes contra UCD y CiU» mientras
se detecta una creciente afiliación a AP del sector empresarial, lo que lleva a algunos
de los presentes a plantear que CEOE apoye en solitario a AP contra el criterio establecido
en la operación: «El intento se venció porque nuestros planteamientos son coherentes
y no pueden ser rebatidos. Los restantes asistentes, e incluso los representantes
de AP, reconocieron que nuestra postura era lógica» «Seguimiento plan de actividades en Cataluña y Baleares», marzo de 1982. ACFS, caja
21.
Ibid.
La operación de los denominados grupos operativos regionales se dio por concluida
tras las elecciones del 28-O y el aplastante triunfo de González El dispositivo continuó en marcha en algunas regiones, como Madrid, donde la patronal
CEIM activó el Plan de Actuación Especial (PAE) con vistas a las elecciones autonómicas
de mayo de 1983.
Frente a otras etapas de nuestra historia reciente, los estudios sobre las organizaciones
empresariales durante la Transición y el período democrático son aún escasos, a pesar
de lo cual coincido con Ángeles González cuando señala que «determinar el papel que
desempeñaron los empresarios en el proceso transicional y su participación en el denominado
pacto social […] resulta a todas luces necesario para obtener una visión más ajustada
del tipo de democracia resultante en España»
La realidad que atestiguan unos parcos resultados en la estrategia electoral diseñada por la dirección de la principal organización patronal no debería inducirnos a juzgar como desdeñables los efectos de la injerencia empresarial en el sistema de partidos políticos y en las campañas electorales de este período, una intervención que plantea dudas acerca de su posible incompatibilidad con los principios de representatividad, participación y transparencia sobre los que se ha erigido la democracia española.
A pesar de los buenos datos obtenidos por las formaciones liberal-conservadoras apoyadas
por el empresariado en Cataluña y Galicia, las amplias victorias cosechadas por el
PSOE en Andalucía y, sobre todo, en las generales de octubre, que marcan el inicio
de la larga presidencia de Felipe González, fueron interpretadas por la patronal como
el fin de una época. Aunque no se alcanzó en 1982 el objetivo básico perseguido por
la derecha económica, cabría preguntarse si fracasó del mismo modo el proyecto a medio
y largo plazo trazado por los ideólogos de la CEOE: «Trascender el campo estricto
de la derecha, toda vez que la aspiración más civilizada […] de la clase dirigente
del país debe proyectarse hacia un centro amplio que, desde la derecha a la izquierda
moderada, garanticen una adecuada gobernación del mismo, sin poner en quiebra o peligro
el modelo de sociedad basado en la libre empresa» «Creación de los Grupos Operativos Regionales», cit.
Ciertamente, la estrategia seguida por los dirigentes empresariales debe entenderse en un contexto amplio donde están presentes elementos internos, como la evolución del proceso transicional, las transformaciones de la estructura productiva o los cambios en el mercado laboral, junto con otros de carácter extrínseco como la crisis global del capitalismo, el ciclo revolucionario portugués y la revitalización del movimiento conservador a ambos lados del Atlántico. Las élites empresariales van a experimentar un proceso de aculturación a partir de la recepción y asimilación de las nuevas corrientes del pensamiento conservador y el paradigma neoliberal, cuya fundamentación teórica aporta elementos de análisis que son aplicados a la realidad española y legitiman la intervención en el sistema político de las organizaciones patronales.
Que la participación del empresariado como actor colectivo es decisiva en la misma
gobernabilidad del sistema es un hecho que no puede ser ignorado. Nada hay de excepcionalidad
en esta particular cogestión del dominio político, pues, como dedujo Wright Mills,
«si hay intervención gubernamental en la economía organizada en grandes empresas,
también hay intervención de esas empresas en los procedimientos gubernamentales»
[1] | |
[2] |
El fondo se encuentra en fase de inventario, razón por la cual los números de referencia que se aportan son provisionales. El presente artículo ha sido posible gracias a la colaboración de la familia de Carlos Ferrer Salat, que me ha permitido la consulta de sus archivos. También quiero expresar mi agradecimiento a Fabián Márquez, cuyo testimonio ha sido de gran ayuda. |
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[38] | |
[39] |
La presencia empresarial en la trama civil del 23-F en García Crespo ( García Crespo, G. (2016). Enero de 1981: entre el «golpe de timón» y el golpe de Estado. Un documento revelador. Historia del Presente, 28, 157-171.2016); Bolaños ( Bolaños, R. (2012). La involución militar durante la Transición. El golpe de Estado del 23-F [tesis doctoral inédita]. Universidad Autónoma de Madrid.2012): 99-102, y Cercas ( Cercas, J. (2009). Anatomía de un instante. Barcelona: Mondadori.2009): 55-59. Algunos protagonistas han apuntado a una intervención directa de dirigentes de CEOE: Guerra ( Guerra, A. (2005). Cuando el tiempo nos alcanza. Madrid: Espasa Calpe. 2005): 309 y San Martín ( San Martín, J. I. (2006). Apuntes de un condenado por el 23-F. Madrid: Espasa.2006): 490. |
[40] |
Castillo ( Castillo, P. del (1985). La financiación de partidos y candidatos en las democracias occidentales. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas.1985). Un análisis de la legislación en materia de financiación de los partidos, en Ruíz-Rico
( Ruíz-Rico, G. (2015). El control sobre la financiación de los partidos políticos:
un desafío permanente para el legislador. Teoría y Realidad Constitucional, 35, 281-308. Disponible en:
|
[41] |
Cabrera y Rey Reguillo ( Cabrera, M. y Rey Reguillo, F. (2002). El poder de los empresarios. Política y economía en la España contemporánea (1875-2000). Madrid: Taurus.2002): 231. |
[42] |
El mecanismo de financiación en Díaz-Varela y Guindal ( Díaz-Varela, M. y Guindal, M. (1990). A la sombra del poder. Barcelona: Tibidabo.1990): 61. Charles Powell ( Powell, Ch. (2001). España en democracia, 1975-2000. Barcelona: Plaza y Janés.2001: 193) señala la importancia de las contribuciones de las grandes empresas del sector eléctrico, las cuales, según mis estimaciones, debían de superar las de la banca. |
[43] |
Jáuregui ( Jáuregui, F. (1987). La derecha después de Fraga. Madrid: El País.1987): 87; Álvarez de Miranda ( Álvarez de Miranda, F. (2013). La España que soñé. Madrid: La Esfera de los Libros.2013): 233, y Morán ( Morán, G. (2009). Adolfo Suárez. Ambición y destino. Barcelona: Debate.2009): 245. |
[44] |
Diario personal de Carlos Ferrer Salat (en lo sucesivo DPCFS), apunte del día 3-3-1981. |
[45] |
Las relaciones entre patronal y gobierno en Calvo-Sotelo ( Calvo-Sotelo, L. (1990). Memoria viva de la transición. Barcelona: Plaza y Janés.1990): 157-177. |
[46] |
Círculo de Empresarios ( Círculo de Empresarios (2013). 35 años de contribución a la sociedad española, 1977-2012. Madrid: Círculo de Empresarios.2013): 176-178. |
[47] |
La intervención empresarial en las negociaciones para la integración de España en la Comunidad Europea es analizada en profundidad en García Crespo ( García Crespo, G. (2019). El precio de Europa. Estrategias empresariales ante el Mercado Común y la Transición a la democracia en España. Granada: Comares.2019). |
[48] |
«Entrevista con el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo», 3-11-1981. DPCFS. |
[49] |
«Audiencia de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos», 11-12-1981. DPCFS. |
[50] |
Celebrado los días 6-8 de febrero de 1981. El resultado de este segundo congreso de la organización es interpretado por Jonathan Hopkin ( Hopkin, J. (1999). El partido de la Transición. Ascenso y caída de la UCD. Madrid: Acento.1999: 243) como el punto de partida para la construcción de una alternativa electoral a UCD a partir de sus sectores conservadores y con el patrocinio de CEOE, que no ve más opción que el «desmantelamiento» del partido. Si atendemos al testimonio de Alberto Oliart, varias veces ministro durante los gabinetes de Suárez y Calvo-Sotelo, la negativa de este último a expulsar a los socialdemócratas del Gobierno sería el momento en el que la derecha económica decidió provocar la «ruptura controlada» de UCD. Alonso-Castrillo ( Alonso-Castrillo, S. (1996). La apuesta del centro. Historia de la UCD. Madrid: Alianza.1996): 551. |
[51] |
La CEOE mantenía por entonces una relación de patronazgo con la Fundación Humanismo y Democracia, entidad creada en 1977 y dirigida por la familia democristiana de UCD. |
[52] |
«Estrategia de cara a las próximas elecciones [generales]». ACFS, caja 20. En virtud de ciertas referencias presentes en el documento, su datación probable debe situarse en los primeros meses del Gobierno Calvo-Sotelo. |
[53] |
Ibid. |
[54] |
Reunión con Calvo-Sotelo, 13-4-1981. APCFS. |
[55] |
Reunión con F. Pastor, 30-4-1981. APCFS. |
[56] |
Márquez ( Márquez, F. (2012). José María Cuevas o la aventura de la CEOE. Madrid: Cinca.2012): 293. |
[57] |
ABC, 11-6-1981. |
[58] |
Tele/eXpres, 14-3-1980. |
[59] |
La asistencia proporcionada por el CNPF es confirmada por el periodista y político Manuel Milián Mestre ( Milián, M. (2016). Els ponts trencats. Barcelona: Pòrtic.2016: 386), que participó activamente en la «Operación Fomento». |
[60] |
Casi 400 millones es el cálculo que hacen los periodistas económicos Díaz-Varela y Guindal ( Díaz-Varela, M. y Guindal, M. (1990). A la sombra del poder. Barcelona: Tibidabo.1990: 79) de la «Operación Fomento». |
[61] |
«Campaña de sensibilización empresarial para las elecciones al Parlamento de Cataluña», diciembre de 1979. ACFS, caja 16. |
[62] |
«Cataluña—80. Informe sobre coyuntura electoral», enero de 1980. ACFS, caja 16. Este extenso estudio fue realizado por una consultora con sede en Madrid, por lo que es previsible que el contacto fuese establecido desde la CEOE. |
[63] |
Este y otros anuncios pueden consultarse en los números de la revista Horizonte empresarial editada por Fomento correspondientes a los primeros meses de 1980. Más sorprendente resulta el hecho de que también se pueden encontrar en algún dossier del archivo histórico de la patronal francesa en Roubaix. |
[64] |
«Campaña de sensibilización empresarial para las Elecciones al Parlamento de Cataluña […]», cit. |
[65] |
Ibid. |
[66] |
«Suprimamos la empresa…¿y después?». La Vanguardia, 15-3-1980. |
[67] |
«Reflexiones sobre un programa económico de la Generalitat», Fomento del Trabajo, s. f. ACFS, caja 15. |
[68] |
La implicación de GADES en las campañas electorales en El País, 4-9-1982. Los informes que se citan en este artículo, muchos de los cuales no estaban firmados, seguían un conducto confidencial: se remitían directamente a José María Cuevas, quien se los hacía llegar al presidente Ferrer Salat. También estaban al corriente varios miembros de la cúpula directiva y los bancos, que financiaron las operaciones. Entrevista a Fabián Márquez, 16-5-2018. Por otra parte, la relación del gabinete de asesores de Márquez con la dirección de la patronal y su formulación estratégica es en estos momentos muy estrecha. Sirva como muestra que, más allá del desempeño en el departamento laboral o en el diseño de las campañas electorales, la labores de este grupo incluían la realización de estudios e informes para las conferencias y artículos del presidente y el secretario general Cuevas, asistencia que posteriormente también se ampliaría al partido de Manuel Fraga. |
[69] |
«Elecciones para el Parlamento de Galicia», octubre de 1981, DPCFS. |
[70] | |
[71] | |
[72] |
«Campaña electoral para elegir a los diputados del Parlamento andaluz», 15-5-1982. DPCFS. |
[73] | |
[74] |
Según estas encuestas, un elevado porcentaje de pequeños empresarios (en torno al 40 %) «no distinguía entre UCD y PSOE»; además, muchos de ellos expresaban su intención de votar socialista, pues se consideraba a la formación de Felipe González «un partido más de orden que UCD», mientras el partido gubernamental «los cocía a impuestos». «Campaña electoral para elegir a los diputados del Parlamento andaluz […]». |
[75] |
Entrevista a Fabián Márquez. |
[76] |
Discurso de C. Ferrer Salat ante la asamblea general de CEOE con motivo de su segunda reelección en la presidencia de la organización, 9-9-1981. Archivo Histórico de CC. OO., Fondo Consejo Confederal, sig. 44.01. |
[77] |
Montero, Gunther y Torcal ( Montero, J. R., Gunther, R. y Torcal, M. (1999). Legitimidad, descontento y desafección. El caso español. Estudios Públicos, 74, 107-149.1999): 128-129. |
[78] |
«Notas para una Fundación», febrero de 1983. ACFS, caja 21. |
[79] |
«Planteamiento estratégico para los próximos años de Alianza Popular», junio de 1983. ACFS, caja 21. |
[80] |
Entrevista a Fabián Márquez. |
[81] |
«Creación de los Grupos Operativos Regionales», Madrid, 17-2-1981. ACFS, caja 19. |
[82] |
Pérez Díaz ( Pérez Díaz, V. (1987). El retorno de la sociedad civil. Madrid: Instituto de Estudios Económicos.1987): 74-94. |
[83] |
«Creación de los Grupos Operativos Regionales», cit. |
[84] |
Ibid. |
[85] | |
[86] |
Apuntes de Ferrer Salat de las reuniones celebradas los días 4-9-1980 y 10-9-1980. En estos encuentros están presentes las cúpulas de PSOE (González, Solana, Boyer, Barón, Lluch), UGT (Redondo y Zufiaur) y CEOE (junto al presidente, asisten José M.ª Cuevas, Carlos Pérez de Bricio y José Luis Cerón). ACFS, caja 15. |
[87] |
«Discurso de C. Ferrer Salat ante la asamblea general de CEOE […]», cit. |
[88] |
Nota de Ferrer Salat sobre la reunión celebrada con Felipe González el 2-2-1981 en el restaurante El Parrillón. ACFS, caja 15. |
[89] |
«Discurso de C. Ferrer Salat ante la asamblea general de CEOE […]», cit. |
[90] |
«Informe de tareas llevadas a cabo, así como de acciones a realizar en el futuro», inicios de 1982. ACFS, caja 21. |
[91] |
Entrevista a Fabián Márquez. |
[92] |
«Seguimiento plan de actividades en Cataluña y Baleares», marzo de 1982. ACFS, caja 21. |
[93] |
Ibid. |
[94] |
El dispositivo continuó en marcha en algunas regiones, como Madrid, donde la patronal CEIM activó el Plan de Actuación Especial (PAE) con vistas a las elecciones autonómicas de mayo de 1983. |
[95] | |
[96] |
González Fernández ( González Fernández, Á. (2015). «Una sociedad con libertades». La Confederación Española de Organizaciones Empresariales y la Constitución de 1978. Individu et nation [en línea], 6. 2015): 47. |
[97] |
«Creación de los Grupos Operativos Regionales», cit. |
[98] |
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