RESUMEN

La edición anarquista fue una herramienta política e ideológica de primer orden, al tiempo que sirvió como elemento vertebrador del movimiento al desarrollarse en torno a grupos de afinidad muy activos y de una enorme capacidad organizativa. El Río de la Plata, especialmente Buenos Aires, fue un lugar central desde el que se irradió propaganda al movimiento libertario internacional, gracias a su amplia colectividad cosmopolita. Este artículo analiza la edición de libros y folletos en castellano en un periodo amplio que va de 1890 a 1939. La inscribe dentro de un circuito transnacional de militancia, de conexiones constantes con la península ibérica, abonando la hipótesis de la complementariedad entre la empresa editorial ácrata argentina y española en esta lengua, especialmente en el periodo de entreguerras, que, aunque convulso en ambos territorios, se benefició de la no coincidencia cronológica de situaciones de represión, lo que facilitó el trasiego de militantes y bienes culturales. Asoman en el relato algunos perfiles individuales muy laboriosos. Se vislumbra, a su vez, la configuración de redes de afinidad de largo recorrido que participaron del amplio trasvase político que se dio en el movimiento libertario del espacio atlántico y ayudaron a su supervivencia.

Palabras clave: Anarquismo; labor editorial; Argentina; España; Diego Abad de Santillán.

ABSTRACT

The anarchist editorial work was one of the most significant political and ideological tools used, at the same time it served as the backbone of the movement and developed around very active affinity groups, which had an enormous organizational capacity. The Río de la Plata region, especially Buenos Aires, was a central location used by the international libertarian movement to spread propaganda thanks to its large cosmopolitan community. This article analyzes the edition of books and brochures in Spanish between the time period from 1890 to 1939. This is inscribed within a transnational circuit of militancy, with constant connections with the Iberian Peninsula, confirming the hypothesis of the complementarity between the Argentine and Spanish publishing tasks in this language, particularly within the interwar period. This period, although convulsive in both territories, benefited from the chronological non-coinciding situations of repression, which facilitated the transfer of militants and propaganda. Some very laborious individual profiles appeared. In turn, we can see the make-up of long-distance affinity networks that participated in the broad political transfer that took place throughout the libertarian movement in the Atlantic and helped their survival.

Keywords: Anarchism; editorial work; Argentina; Spain; Diego Abad de Santillán.

Cómo citar este artículo / Citation: Migueláñez Martínez, M.ª (2019). Editar la anarquía desde el Río de la Plata. Alcances de la cooperación transfronteriza (1890-‍1939). Historia y Política, 42, 85-‍115. doi: https://doi.org/10.18042/hp.42.04

SUMARIO

  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. I. LIBROS ANARQUISTAS Y EDITORES TRANSNACIONALES
  4. II. DIFUNDIR LA ANARQUÍA. CIRCULACIÓN DE PEQUEÑAS OBRAS PROPIAS Y AJENAS (1890-‍1920)
  5. III. ORIENTAR LA ANARQUÍA: LA REVOLUCIÓN RUSA Y LA LABOR EDITORIAL (1918-‍1922)
  6. IV. TRADUCIR LA ANARQUÍA. LOS GRANDES PROYECTOS EDITORIALES PLATENSES (1922-‍1930)
  7. V. ESCRIBIR LA ANARQUÍA SIN DESCUIDAR EL VÍNCULO TRASATLÁNTICO (1930-‍1939)
  8. VI. A MODO DE CONCLUSIÓN
  9. NOTAS
  10. Bibliografía

I. LIBROS ANARQUISTAS Y EDITORES TRANSNACIONALES [Subir]

Editar libros y folletos era la «obsesión» de los libertarios y las libertarias. Lo hacían «persuadidos de que las palabras, de serles extirpada la espoleta, podían cuartear el mundo, y por eso muchas veces arraigaban en el oficio de tipógrafo o se esforzaron en montar imprentas que les eran una y otra vez confiscadas o destruidas» ‍[1]. Las letras aparecen frecuentemente definidas como las armas ideológicas que acompañan a la detonación editorial anarquista. Un lenguaje revolucionario de la cultura que presenta la lectura como primer paso en la formación del militante que posteriormente se convertirá en escritor o escritora.

Mi análisis de la labor editorial del movimiento anarquista argentino en el medio siglo que transcurre de 1890 a 1939 parte de una serie de estudios que ya han pensado su proyecto desde la historia cultural, la historia del libro y la historia intelectual, tanto en Argentina como en España

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1995
).

‍[2]
. Nombrar estas dos tradiciones historiográficas apunta a la bidireccionalidad necesaria entre las dos regiones anarquistas para entender lo que se imprimió en el Río de la Plata, al tiempo que deja fuera de este análisis la intensa producción platense de libros y folletos en yidis o italiano. Efectivamente, Argentina se convirtió en un lugar central desde el que se irradió el anarquismo mundial, fenómeno claramente vinculado a una activa y amplia colectividad cosmopolita. Me limito aquí al análisis de la edición de impresos en castellano, abonando la hipótesis de la complementariedad entre la empresa editorial ácrata argentina y española en esta lengua.

Como se puede desprender del listado de autores citado, el poliedro del empeño editorial anarquista ha sido intensamente explorado, aunque en las aristas se encuentra el germen de nuevas aproximaciones. Se ha destacado que fue un proyecto en parte compartido con la cultura dominante y las otras culturas de izquierda, pero también específico. Su especificidad radicaba en la heterogeneidad de los materiales que imprimía y en sus prácticas editoras descentralizadas, que no esporádicas o intermitentes, como a veces se ha subrayado. Esta característica al tiempo equilibró y desequilibró la balanza de la explosión editora. Si bien la dispersión permitió la supervivencia en momentos de debilidad y persecución política, también originó permanentes tensiones entre las diferentes corrientes del movimiento, que trataron de delimitar el corpus de lecturas y controlar los medios de producción ‍[3].

La edición ácrata se caracterizó por su enciclopedismo. Se publicaron libros de sociología, medicina, literatura o historia, junto a los y las autoras ácratas, aunque estos últimos eran mayoritarios y estaban cuidadosamente elegidos, para asegurar así el trasvase ideológico del internacionalismo libertario. Eran, por tanto, principalmente extranjeros, aunque también se han explorado las conexiones con la literatura local y, en el caso argentino, con la gauchesca y criollista ‍[4]. Todos ellos revelan la elasticidad, el eclecticismo y el afán divulgativo de un proyecto que no era meramente proselitista y que se insertaba dentro de otro más amplio: las actividades culturales desarrolladas en paralelo a la implantación del anarquismo en el movimiento obrero ‍[5]. Compartía con todas ellas su fe en una ciencia liberadora, iluminista y culta. «Es posible que esto engarce con los ideales racionalistas ilustrados cuya concurrencia en el anarquismo veía tan nítida el profesor Álvarez Junco, pero la intención iba más allá». Dado que «no se trataba de mejorar algunos aspectos de este mundo, sino de construir otro», el proyecto editorial libertario apuntó a una cultura alternativa. La existente «no sólo les resultaba insuficiente sino además claramente disuasoria» ‍[6].

Por un lado, la edición libertaria estaba guiada por la utilidad, ya sea propagandística, educativa o ética. El mensaje debía ser directo y claro. «No tenían cabida ni la técnica, ni la versificación, ni lo correcto, ni lo bello, ni lo artístico»

Ibid.: 59.

‍[7]
. Lily Litvak, sin embargo, reconoce una estética particular en ese «arte sin el arte», inseparable de su intención política: la belleza identificada como «la expresión de la más indestructible aspiración del hombre a ser libre». Y otros autores han estudiado las relaciones del anarquismo con el arte de vanguardia ‍[8].

La sencillez del discurso también ha sido problematizada. Los textos escogidos no eran siempre textos fáciles, lo que conecta también con el fundamental tema de la recepción del mensaje anarquista. Frente a la imagen de la creación libertaria de un público lector voraz de libros, resulta difícil estimar «cuánto costaba conseguir lectores para una literatura tan árida para aquellos trabajadores de escasa educación». Tenemos indicios sobre el consumo de estos bienes culturales, como son las amplias tiradas de muchas ediciones y su rápido agotamiento. Los anarquistas argentinos «también contaron con circunstancias favorables como la alfabetización que difundía el hábito de la lectura, la libertad de prensa y la relativa baratura de los costos», lo que no sucedió de igual manera para el caso español, sobre todo en los dos primeros aspectos ‍[9]. Sin embargo, la ardua tarea de ordenar las prácticas lectoras y orientar la lectura a través de la selección de los «buenos libros» y la creación de colecciones, bibliotecas, catálogos y otros dispositivos siempre chocó con ciertas resistencias ‍[10]. El público a veces se mostró menos comprometido de lo deseado, propenso a consumir literatura de ficción «vacía de contenido» y a otras «desviaciones» lectoras. De esta manera, podría decirse que la «teórica autonomía electiva» del lector libertario se veía lesionada por «un sistema cultural» que pretendía imponérsele. Existió una presión hacia el lector prosélito, que no podía ignorar ciertas lecturas, ni debía hacer otras. Pero también el anarquismo topó con la «rebeldía imprevista» de los lectores y las lectoras anarquistas ‍[11].

La edición de libros se ha perfilado como uno de los principales mecanismos de promoción de la lectura. Algunos autores empiezan a hacer hincapié en la idea del «circuito editorial anarquista», inspirada en la historia del libro y en historiadores franceses como Robert Darnton o Roger Chartier ‍[12]. El libro anarquista se estudia en su contexto de producción y consumo, pasando por su circulación. Exploran los sistemas de financiación, edición colectiva y distribución, sin olvidar los soportes materiales que le dieron vida, que buscaron siempre el abaratamiento de los costes para llegar a un público amplio y que registraron las intenciones propagandísticas de sus creadores. Resulta fundamental, por tanto, que el investigador inspeccione los ejemplares que sobrevivieron al paso del tiempo, sus prólogos, sus tapas, las marcas personales de aquellos que lo leyeron o hicieron circular, en busca de las huellas que dejó el circuito ‍[13].

En principio, era una labor no sujeta a la ley de la oferta y la demanda, lo que no quiere decir que no sostuviera una estrategia editorial, como se apreciará más adelante. Además, poseer (o encontrar la manera de utilizar) los medios de producción resultó fundamental. Continúa, además, la discusión sobre si estos autores, editores, traductores (mediadores culturales, también mediadoras) eran trabajadores que invirtieron su tiempo y dinero en las labores de impresión o fueron publicistas profesionales e intelectuales ‍[14]. La parte del león se la llevan, en cuanto a los trabajos más recientes, los análisis bibliográficos: qué se editó, quiénes, dónde, en qué cantidad, en qué idioma, cuáles fueron los precios de estas ediciones, entre otros aspectos.

Con esta última arista de la historiografía del libro anarquista conecta mi investigación. Si bien este trabajo se reconoce deudor de todos los anteriormente mencionados, se propone un quiebre interpretativo: insistir en la cualidad de transfronterizo de ese circuito. Como ha subrayado Edoardo Souza Cunha para el periodo argentino de 1890 a 1905, «en todas las etapas del circuito nos encontramos con actores que, aunque no estuviesen en Buenos Aires, fueron decisivos para su funcionamiento» ‍[15]. Mi trabajo parte metodológicamente de algunas de las cuestiones que está poniendo de relieve la historia global, principalmente aquellas que permiten apreciar al movimiento anarquista como "el primer y más extendido movimiento transnacional del mundo, organizado desde abajo y sin partidos políticos formales", para sostener que el circuito editor libertario argentino y, por ende, el español, el italiano y otros, se configuraron en una escala más amplia

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). La bibliografía sobre el anarquismo en perspectiva transnacional es densa. Contempla diez años de estudios cuyos resultados han animado a ampliar la cronología y la geografía del movimiento libertario, con buenos ejemplos en Bantman y Altena (

Bantman, C. y Altena, B. (eds.) (2017): Reassessing the transnational turn. Scales of analysis in Anarchist and Syndicalist Studies. Oakland: PM Press.

2017
).

‍[16]
. Para la comprensión de su evolución en el tiempo y las novedades que va introduciendo, se debe tener en cuenta la coyuntura regional e internacional, y una serie de factores individuales que lo conectan con la circulación transfronteriza de militantes ácratas. Imposible no considerar aquí que durante todo el periodo contemplado se dio una falta de coincidencia de situaciones de represión entre España y Argentina, especialmente en las décadas de entreguerras, lo que facilitó el trasvase de militantes y esa cierta complementariedad en la promoción cultural anarquista atlántica. Es decir, el marco estatal sigue siendo importante en la historia del anarquismo, pero el movimiento trasvasó estratégicamente las fronteras, de forma cambiante y adaptativa, aunque continua.

Una parte del transnacionalismo pone el foco en quién y cómo se trasvasan esas fronteras, y sus consecuencias. De este modo, el estudio de redes cobra impulso metodológico en este artículo, subrayando el papel de los individuos como mediadores y protagonistas de la circulación de ideas. Ello implica procesos de recepción cultural sustentados por unas tramas complejas de «traductores, editores, distribuidores, libreros», sindicalistas, maestros, activistas de distintos temas, «roles que [pudieron] ser asumidos en forma simultánea por un mismo sujeto», masculino o femenino, en un periodo de «creciente movilidad geográfica» vinculado a la economía capitalista y a la represión ‍[17].

En el camino se tejió una urdimbre de editores libertarios. Estuvo formada por militantes muy dinámicos, y aquí dinamismo no implica necesariamente movilidad transfronteriza. Implica trabajo propagandístico. Hubo anarquistas «sedentarios» que quizá no se movieron, pero resultaron fundamentales para la actividad editorial o su posterior estudio historiográfico ‍[18]. Las barreras idiomáticas y culturales presentes en las comunidades libertarias, por muy cosmopolitas que fueran, se sobrepasaron por algunos individuos muy propensos a relacionarse. Habría que pensar que fueron cientos los militantes que pusieron en juego esas prácticas, dando lugar a una trama de iniciativas, muchas veces individuales. No obstante, la impronta especial de algunos aparece indefectiblemente en el relato. Es el caso, para este artículo, de los propagandistas José Prat y Diego Abad de Santillán. Por tanto, una última nota introductoria quiere llamar la atención sobre la presencia de mediadores culturales anónimos y, especialmente, mediadoras. Aunque una parte del circuito editorial que se describe estuvo controlada por hombres, ellas también participaron, de forma visible unas (Juana Rouco, América Scarfó, Luce Fabbri), invisible otras, e invisibilizada muchas, tanto por el relato historiográfico (principiando por el elaborado por el propio movimiento anarquista) como por su lenguaje androcéntrico que, pese a la cautela, no resulta fácil evitar.

II. DIFUNDIR LA ANARQUÍA. CIRCULACIÓN DE PEQUEÑAS OBRAS PROPIAS Y AJENAS (1890-‍1920)[Subir]

Los rastros de los primeros libros y folletos anarquistas difundidos en Argentina se difuminan a lo largo de toda la década de 1880, hasta llegar a los primeros que seguro fueron impresos en el medio local, fechados en 1891. Ante el hecho de que, en parte, las fuentes primarias de este artículo son los libros editados por el movimiento libertario rioplatense y su seguimiento a través de ediciones anteriores y posteriores, dentro y fuera del Río de la Plata, opto por recoger en la bibliografía final aquellos títulos que ilustran mejor los procesos transnacionales en la génesis y circulación de los emprendimientos libertarios. La información sobre estos (conservados o no) ha sido recopilada principalmente en los acervos documentales del Instituto Internacional de Historia Social, Ámsterdam (IIHS), y en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas, Buenos Aires (CeDInCI), y contrastada con otros estudios específicos ‍[19]. Se trata de un listado bibliográfico en permanente construcción. La abundancia de material obliga a que el resto del análisis bibliográfico sea citado de manera genérica, sin datos concretos de edición.

Esos primeros folletos reproducían monografías de autores europeos o extractos de sus obras, trabajos aparecidos en periódicos, conferencias y declaraciones ante los tribunales de militantes juzgados y condenados, con un inicial interés por hacer propaganda por y para las mujeres «proletarias», «hijas del pueblo», «muchachas que estudian» ‍[20]. Eran algo posteriores y enseguida simultáneos de la mucha folletería en francés, italiano y español que estaban distribuyendo Emile Piette y Fortunato Serantoni en su Librería Internacional y Librería Sociológica, respectivamente, así como los locales de redacción de los primeros periódicos: Il Socialista, La Questione Sociale, El Rebelde, L´Avvenire o La Protesta Humana. También de los primeros textos largos impresos en forma de fascículos en esos mismos periódicos. Acompañando a una pléyade de autores locales y, sobre todo, extranjeros y extranjeras, estaban los favoritos: Kropotkin, Malatesta y Reclus ‍[21]. El rápido agotamiento de las tiradas y las reediciones de estos tres autores, así como de las Declaraciones, marca un primer momento de auge editorial que llegaría hasta 1902.

Un análisis bibliográfico de esta labor editorial permite también asomarse a la manera en la que estaban circulando todos estos textos. Para ello he seleccionado los setenta y tres títulos localizados en castellano en Argentina entre 1891 y 1902. Fueron publicados por los siguientes grupos editoriales (específicos o vinculados a la prensa del momento): el Grupo Juventud Comunista Anárquica, que publicó cuatro textos (tres folletos y el primer libro anarquista editado en Argentina) entre 1891 y 1894; el Grupo La Expropiación, con seis folletos editados en 1895; el Grupo Los Ácratas, diez folletos publicados entre 1897 y 1900; la Biblioteca de La Questione Sociale puso a disposición del público lector ocho títulos entre 1895 y 1898, de los que contabilizo solo siete para mi listado, pues uno de ellos estaba en italiano; La Protesta Humana publicó su primer folleto en 1898, en una labor que continuaría hasta más allá de 1930, totalizando para este periodo ocho folletos; el Grupo El Rebelde fue responsable de cinco publicaciones entre 1899 y 1903; la imprenta Elzeviriana, propiedad del editor anarquista Pedro Tonini, imprimió siete títulos, y fue la responsable del segundo en formato libro al que se le daba curso desde Buenos Aires; de la Librería Sociológica, del también editor y librero Fortunato Serantoni (responsable también de la Biblioteca de La Questione Sociale ya mencionada), salieron diecinueve títulos entre 1898 y 1902, de los que registro los once que estaban en idioma castellano. Otros grupos del periodo publicaron un número menor de folletos. La Biblioteca Ácrata, El Obrero Panadero, la Imprenta Galileo y la Biblioteca Libertaria Ciencia y Progreso fueron responsables de dos títulos cada una, siendo los de esta última los primeros que se editaron fuera de Buenos Aires, en Rosario. Los siguientes grupos tiraron un único título: Biblioteca de la Escuela Moderna, Biblioteca de El Perseguido, Biblioteca Geopolita, Biblioteca Socialista Libertaria, Grupo Amor Libre (también de Rosario), Grupo de Propaganda Anarquista y una imprenta desconocida. Esta última permite insistir en la existencia de una gran demanda del libro ácrata y de la estrategia de algunos editores que aprovecharon el tirón. Se trataba de la tercera edición del popular Entre campesinos, de Errico Malatesta. La primera había sido realizada en 1892 por el Grupo Juventud Comunista Anárquica y previsiblemente reproducía una de las dos traducciones al castellano que se habían publicado en España. Los 2000 ejemplares no fueron suficientes y un año después una segunda edición ponía en circulación otros 5000. Por su cuenta, el propietario de la imprenta que les había dado curso editó 8000 nuevos números añadiendo algunos himnos y milongas anarquistas. De esta rápida manera, Malatesta, que continuaría editándose en Buenos Aires en los próximos años, había alcanzado los 15 000 ejemplares ‍[22].

De estos setenta y tres libros y folletos, veintitrés, esto es, un tercio, fueron tomados de ediciones que recientemente se habían hecho en España por la Agrupación de Propagada Socialista y El Productor, de Barcelona; por La España Moderna y La Idea Libre, de Madrid, o por el grupo Ni Dios ni Amo, de La Coruña, por mencionar solo algunos ejemplos. Sorprende la inmediatez con la que acontecían estas reediciones, como sucedió con La conquista del pan, de Kropotkin, el primer libro editado en Argentina, en 1894, inmediatamente después de su versión madrileña, y que dejó al grupo editor Juventud Comunista Anarquista en una grave situación financiera. Pese a las dificultades económicas, es evidente, como afirmó Juan Suriano, que los «altos costos de la importación» eran mayores y estaban impulsando un proyecto editorial propio. También que la actividad editorial se consolidaba a medida que el anarquismo aumentaba su influencia entre los trabajadores, al tiempo que contribuía a ese proceso ‍[23].

Pero el circuito editor también funcionó a la inversa, aunque en menor número de casos. Catorce de los títulos del inicial listado de setenta y tres (once si tenemos en cuenta que esos títulos se repiten) eran de cosecha argentina y fueron retomados por los grupos editores españoles, lo que quiere decir que desde la región austral también se aportó al circuito editor internacional. Es en el espacio de los títulos no reeditados desde España ni en España donde se encuentran los libros y folletos de autores o temáticas locales, en un número no despreciable, pero sí muy inferior a los extranjeros.

Un análisis de esos listados arroja un dato interesante: se repite un nombre, el de José Prat, como traductor y mediador cultural entre las dos orillas. Este anarquista de origen gallego, que llegó exiliado a Buenos Aires en 1897, donde permaneció por el espacio de un año, había realizado una labor importante para los grupos anarquistas El Corsario y Ni Dios Ni Amo, de La Coruña, que entre 1896 y 1897 publicaron la colección de libros y folletos Biblioteca El Corsario, compuesta de diez títulos, cinco de los cuales habían sido traducidos por Prat, y uno más era de su coautoría, mientras que el otro escritor era Ricardo Mella. Huyendo del proceso de Montjuic, podemos imaginar que Prat llegó a Buenos Aires con esos libros en la maleta, dos de los cuales fueron reeditados de inmediato por el grupo Los Ácratas: Entre campesinos, de Errico Malatesta, y Consecuencias del Estado, de Marcial Lores. Su labor se prolongó traduciendo a otros autores: para el mismo grupo de Los Ácratas, a Sebastien Faure; para la Biblioteca de La Protesta Humana, a Saverio Merlino; para la imprenta Elzeviriana, a Hamon; y para La Questione Sociale y la Biblioteca Sociológica de Fortunato Serantoni, a Ana María Mozzoni, Giovanni Rossi, Pietro Gori y Jean Grave. Se cierra el círculo si mencionamos que cinco de estos siete últimos títulos fueron reeditados después por grupos libertarios de la península ibérica: todos salvo los de Giovanni Rossi y Jean Grave ‍[24].

Otras dos reflexiones interesan en torno a la labor de José Prat. En primer lugar, este publicista formó parte de la disputa que entonces se estaba produciendo entre los grupos organizadores y antiorganizadores de Argentina, los que promovían la participación en el movimiento obrero y los que defendían un modelo de organización política extrasindical y, a veces, insurreccional, que se saldaría a favor de los primeros con la creación en 1901 de la Federación Obrera Argentina (después FORA, por Regional). Prat, muy próximo a los grupos organizadores, no tuvo problema en colaborar también con grupos antiorganizadores como Los Ácratas, mostrando que las fronteras entre estos se podían disipar en labores culturales como la que compartían con el gallego ‍[25]. En segundo lugar, Prat formó parte del momento de mayor tirada de libros dentro de este periodo ya de por sí auspicioso. Según Souza Cunha, entre 1898 y 1902 se publicaron más de la mitad de los títulos del ciclo 1890-‍1905

Ibid.: 180.

‍[26]
. Se puede hipotetizar que el atentado de Cambios Nuevos de Barcelona, en 1896, acontecimiento que condujo a José Prat a Buenos Aires y a la desarticulación posterior del movimiento libertario español, colaboró en este proceso, trasladando el peso del circuito editorial libertario en castellano al Río de la Plata.

Esa complementariedad entre la labor editorial anarquista argentina y española continúa en los años posteriores. A partir de 1902 el ritmo de la edición en la primera disminuyó. Los procesos de represión que siguieron a la huelga general de 1902, y posteriormente, en 1905 y 1910, no contribuyeron. No se consiguieron editar series de libros ni folletos y primaron los títulos sueltos asociados a publicaciones literarias y sociológicas. Hubo un cierto desarrollo del drama anarquista, muy conectado con la otra orilla del Atlántico e impulsado por las impresiones de Bautista Fueyo, editor de origen español. Símbolo de la decadencia fue la destrucción de su local, y del de La Protesta, en 1910. Sin embargo, la circulación del libro ácrata no cesó. La labor editorial de los grupos uruguayos contribuyó a ello. De ahí que el título de este artículo aluda a la edición en el Río de la Plata. El argentino y el uruguayo fueron dos proyectos que se complementaron a la perfección. Montevideo forma parte de un circuito que abría oportunidades para preservar la edición anarquista de la represión y convertirla en una labor continua, por transatlántica. Montevideo también imprimió particularidades al circuito, vinculadas a grupos e individualidades de gran valía como Orsini Bertani (para este periodo) o Luce Fabbri (más tarde), en las que el espacio reducido de este artículo no permite profundizar.

Pero merece la pena insistir en que las bibliotecas de los grupos y sindicatos argentinos y uruguayos se nutrieron muy principalmente, a partir de 1902, de las publicaciones españolas. Circularon libros y folletos con el sello de la Escuela Moderna de Ferrer, de Barcelona, así como de su Biblioteca de la Huelga General, asociada al periódico del mismo nombre. También de Tierra y Libertad, la Biblioteca Salud y Fuerza o El Productor de Barcelona, entre otros, sin perder de vista que las casas comerciales españolas, especialmente la valenciana Sempere (Prometeo desde 1914) o las barcelonesas Maucci y Presa, esta última responsable de Los Pequeños Grandes Libros, incluían a autores libertarios en unos catálogos que tuvieron gran éxito de venta en el Río de la Plata. El florecimiento de la industria editorial española en los años diez pudo desincentivar, en parte, a la rioplatense. Hasta la Revolución rusa.

III. ORIENTAR LA ANARQUÍA: LA REVOLUCIÓN RUSA Y LA LABOR EDITORIAL (1918-‍1922)[Subir]

Las grandes novedades de la edición ácrata argentina, junto a su apogeo, llegaron tras la Revolución rusa. El florecimiento de todas las tendencias del movimiento socialista internacional se acompañó de una proliferación de proyectos editoriales, cifrada en más de doscientos cincuenta títulos publicados en estas fechas, normalmente en pequeño formato. Si bien el anarquismo participó de esta explosión y en un inicio vinculó su renovación programática al bolchevismo, desde 1921 para las Ediciones de La Antorcha, de La Protesta, Argonauta o Fueyo, el gran acicate estuvo precisamente en impulsar una diferenciación ideológica tajante con aquella corriente y la del sindicalismo revolucionario ‍[27]. Una herramienta cobró entonces protagonismo: el libro

López Méndez, G., «La Guilda de Amigos del Libro y la reacción», La Protesta (LP), 17-05-1929.

‍[28]
.

Era más convincente, argüían. «El periódico de propaganda es bueno para despertar las conciencias […]. Pero el libro es insubstituible para dar fuerza interior a un movimiento y para conquistar adeptos, o educarlos, por la reflexión y por la penetración serena de la verdad y de los espíritus». Claro está que se referían al «libro bueno», a aquel «que por una razón u otra consideramos de gran utilidad». Este «no sólo es un tomo que pasa de cierto número de páginas, sino que tiene una vida interior, revela una personalidad, un alma, es susceptible de convertirse en nuestro amigo inseparable y favorito, en nuestro mejor consejero»

«El libro y la propaganda anarquista», La Protesta. Suplemento semanal (LPSS), 3-12-1923; At., «Los libros», ibid., 31-7-1922.

‍[29]
. Especialmente La Protesta, el diario de la colectividad anarquista argentina desde 1897, se apoyó en este pilar. El viejo paladín conseguía salir de forma diaria desde 1904, con imprenta propia, aunque con frecuentes interrupciones asociadas a los momentos de mayor tensión social y represión. La última había tenido lugar en enero de 1919, tras los sucesos de la Semana Trágica

La Semana Trágica argentina se produjo dentro del ciclo huelguístico de 1917-‍1922. Comenzó como una huelga en los talleres siderúrgicos Vasena y acabó en luchas callejeras y pogromos contra la población judía. Ha sido interpretada de manera desigual, como movimiento revolucionario o espontáneo. Véase las reflexiones de Falcón y Monserrat (

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).

‍[30]
. Volvió a la arena pública en octubre de ese mismo año, aunque las destrucciones materiales y las persecuciones de la policía y los grupos patrióticos la retornaron a la clandestinidad en abril de 1920. En su lugar aparecieron La Batalla, primero, y Tribuna Obrera, diaria, después. Cuando La Protesta volvió a la legalidad, en septiembre de 1921, su equipo de redacción estaba conformado por hombres de origen mayoritariamente español. Apolinario Barrera, nacido en la capital porteña, era la excepción. A él se sumaban Mariano Torrente y Joaquín Gómez, de origen gallego; Enrique Nido, de origen catalán; Emilio López Arango y Diego Abad de Santillán, asturiano y leonés, y un grupo de linotipistas que «lo sacrificaban todo» por el periódico y que juntos constituían «una vasta familia solidaria» en la que «se vivía y se sufría a gusto» ‍[31].

Fue este equipo el que se decidió a sistematizar la edición de obras anarquistas creando la editorial en 1922. Se propuso «llenar a toda costa» el vacío «de nuestra propaganda», a través de «un plan editorial vastísimo», compuesto de «las nuevas producciones del pensamiento revolucionario mundial» y de «los libros desconocidos» hasta ahora, o mutilados por las editoriales burguesas. «Fue necesario reponer las máquinas, renovar tipos, enriquecer en general los talleres». Se enorgullecían de que la puesta en escena de este «aparato de propaganda anárquica» del «que disponen pocos países en esta hora» hubiera sido posible precisamente en ese escenario de «desorientación general». El proyecto tenía, por tanto, mucho de reacción contra el declive experimentado por el anarquismo en el movimiento obrero. Ante «la claudicación dictatorial de los elementos “intelectuales” más conocidos en nuestra propaganda regional», afirmaban, «hemos quedado casi solos aferrados al pendón de nuestra intransigencia»

«Progresos de La Protesta», LPSS, 30-04-1923.

‍[32]
. Una intransigencia en torno a los principios del finalismo anarquista para la que formaron perfecto tándem con la FORA, la central sindical anarquista, de quien funcionaban como vocero oficioso, dando lugar a debates locales e internacionales que atravesaron toda la década ‍[33].

Para recuperar el escenario perdido, la editorial se complementó con el Suplemento, una publicación consagrada al adoctrinamiento ideológico que se editó de forma semanal desde enero de 1922 a junio de 1926 en un formato de ocho páginas y desde esa fecha hasta septiembre de 1930 en formato de revista quincenal de treinta y dos páginas. De nuevo, se proponían textos de reflexión teórica como mecanismo de elevación de la cultura revolucionaria y de «lucha contra la superficialidad de la época»

«Seis años»; «Un año más», y «Notas y comentarios. Al iniciar el nuevo año», La Protesta. Suplemento quincenal (LPSQ), 26-12-1927; 31-‍12-1928, y 01-‍1930.

‍[34]
. El formato elegido por el Suplemento era el del serial: la publicación de capítulos de las principales obras del pensamiento anarquista internacional. El folletín, al igual que el libro, alcanzó con el proyecto protestista un periodo de esplendor. «Las condiciones externas nos son hostiles», pero «la fe ha hecho el milagro de sostener esta tribuna a un nivel que no alcanzaron sus predecesoras». Se referían explícitamente al Martín Fierro, de 1904-‍1905; el Suplemento mensual de 1908, y La Obra, suplemento quincenal de 1915

«Entrando en el séptimo año», LPSQ, 20-1-1928.

‍[35]
. Es cierto que ninguno de ellos alcanzó la continuidad del Suplemento de entreguerras, ni su circulación, como también lo es que nunca se había realizado una labor editorial de la magnitud de la de los años veinte. De hecho, hasta 1921 La Protesta había impreso una veintena de folletos, cuyos títulos se repetían a base de reediciones. Al terminar la década, había conseguido estampar unos ochenta títulos más. Cabe buscar una explicación de por qué publicistas de la talla de Alberto Ghiraldo, Eduardo Gilimón o Rodolfo González Pacheco, por mencionar a aquellos que sostuvieron los suplementos arriba mencionados y los principales grupos editores del diario anarquista previos a 1920, no se dedicaron al fomento del libro de igual manera que Diego Abad de Santillán y compañía.

IV. TRADUCIR LA ANARQUÍA. LOS GRANDES PROYECTOS EDITORIALES PLATENSES (1922-‍1930)[Subir]

El periodo de esplendor del libro libertario argentino se ha explicado en relación al contexto cultural local de los años veinte. Las editoriales anarquistas acompañaron a una masificación generalizada de la industria del libro, que ensayó nuevas técnicas de impresión que abarataron costes y nuevas estrategias de publicidad que ampliaron su consumo. Este devenir permitió a la historiadora Luciana Anapios matizar la idea del abrupto declive del movimiento libertario argentino en esta década. Pese a las múltiples tensiones internas, la edición de periódicos, revistas y libros fue muy fecunda, beneficiándose también de una cierta libertad de prensa, al menos mayor que en periodos posteriores, lo que también explica sus características y la evolución del proyecto, como se verá más adelante ‍[36].

Sería necesario, sin embargo, tener en cuenta otros aspectos normalmente ausentes del relato, que conectan la labor editorial anarquista argentina con la esfera internacional. Al menos tres, cuya importancia es difícil de jerarquizar. En primer lugar, el empeño protestista, así como el de Argonauta o el de Fueyo, coincidió con el de un movimiento libertario internacional en plena sacudida. La lava de aquel volcán se deslizaba por un eje que podemos situar entre Moscú, Berlín y París, por el que transitaban libertarios expulsados de otros contextos más reaccionarios o/y los seducidos por el prestigio de la Revolución bolchevique y sus propuestas internacionales (la III Internacional y la Internacional Sindical Roja), hasta que también aquella les despojara, físicamente o emocionalmente, de la inicial atracción. Este magma dio lugar a la creación en Berlín, en diciembre de 1922, de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), heredera del ala libertaria de la I Internacional. Pero sobre todo propició la cooperación internacional en materia de propaganda, donde surgieron muchas vocaciones historiográficas que trataron de poner en valor el pasado de las luchas libertarias, confrontado con el fiasco dictatorial leninista. Los protestistas se relacionaron, al menos, con el grupo editor Golos Truda, en Rusia; con la editorial Der Syndikalist, de Berlín, animada por «los camaradas de la FAUD, una equivalente de nuestra FORA», especialmente con Fritz Kater; y con la Oeuvre International des Editions Anarchistes, de París, una organización auspiciada por Sebastien Faure y su Revue Anarchiste, y conducida por Severin Ferandel

«El libro y la propaganda anarquista», LPSS, 3-12-1923. Los libros en ruso y en alemán llegan a Buenos Aires: «Editorial y librería La Protesta», ibid., 10-12-1923, y carta de Apolinario Barrera a Diego Abad de Santillán, Buenos Aires, 24-‍11-1923. IIHS, Archivo Diego Abad de Santillán (ADAS), carpeta 20. Para los contactos internacionales en Francia, véase Garner (2018) y Berry (2016).

‍[37]
. Como símbolo de una época, de la misma manera que el paladín de Faure se convirtió en una revista políglota mensual con secciones en francés, italiano y español entre 1924 y 1925, el proyecto de Ferandel buscaba proporcionar a los «errantes» y «proscritos» del ideal, «editados en una lengua que ellos comprendan, los libros, folletos y publicaciones que les hablen de la revolución por la cual batallan»

Ferandel, «La Obra Internacional de ediciones anarquistas», LP, 24-06-1924.

‍[38]
.

Igual de relevante resultó, para el proyecto protestista, la imposibilidad del mercado editorial anarquista español de dar salida a esa ebullición cultural que se estaba gestando. Anteriormente, la bonanza hispana había podido desalentar la producción de libros ácratas desde el Río de la Plata. Relevar a este proveedor pudo surtir el efecto contrario. «En esta hora en que las ideas anarquistas son las únicas que quedan en pie, es urgente que principiemos en toda América nuestra ofensiva ideológica»

Carta de Nicolás T. Bernal a Diego Abad de Santillán, 26-‍5-1925. IIHS, ADAS, 25.

‍[39]
, proponían desde Buenos Aires. Al decir del veterano editor anarquista Tomás Herreros, en la España de Primo de Rivera (1923-‍1930), «y especialmente en Barcelona, es imposible editar nada». Tampoco las circunstancias eran propicias para «la expedición de libros de nuestro campo

Cartas de Tomás Herreros a Diego Abad de Santillán, Barcelona, 7-‍3-1925 y 05-‍11-1924. También cartas de Santiago Costa y Pedro Sierra, entre otras las de 1-‍2-1926 y 22-‍5-1926, respectivamente. Ibid., 143, 69 y 263.

‍[40]
. Desde el otro lado del Atlántico, el administrador de La Protesta solía referir la buena salida comercial que tenía el diario y su Suplemento en la península, al tiempo que criticaba la calidad de lo que se editaba en esas tierras. «España es un buen mercado, pero a cambio las editoriales, si así se les puede llamar, remiten cuanta tontería se imprime por allí. En estos días escribiré a todos suspendiendo el cambio: si quieren libros que manden pesetas»

Carta de Apolinario Barrera a Diego Abad de Santillán, Buenos Aires, 22-‍8-1923, ibid., 20.

‍[41]
.

La situación en España también queda bien retratada cuando miramos a lo que se editó durante esta década. Los proyectos de mayor continuidad fueron La Revista Blanca, en Barcelona, o Generación Consciente, en Valencia, que imprimieron fundamentalmente novela o se ocuparon de temas más transversales, como la medicina y la sexualidad, demostrando que las revistas con un cariz cultural salvaban mejor la censura. Tomás Herreros, desaparecida su imprenta Germinal, se dedicó durante la dictadura a la Colección Inquietud, priorizando también la literatura. Federico Urales lo tenía claro cuando afirmaba que «en general, el secreto de nuestro éxito está en la baratura y en el género literario». Aunque es cierto que la estrategia de Montseny apuntaba sobre todo a las características socioculturales de los lectores, el contexto represivo también estaba muy presente. «Un libro de ideas exclusivamente, sin pasión ni sentimiento, es muy difícil de colocar y si es de 400 páginas, menos, porque ha de ser caro para el lector español; y mayormente en estos tiempos de crisis política y económica» ‍[42].

En tercer lugar, resultaron fundamentales los mediadores culturales que hicieron llegar al Río de la Plata el material que no pudo ser absorbido por la edición libertaria española. Destacaron algunos individuos, como Diego Abad de Santillán, emigrado de niño a Argentina, en 1905, aunque su primer contacto con el anarquismo se produjo en España en torno a la huelga general de 1917. Ya en la cárcel madrileña conoció a Tomás Herreros, con quien compartirá labor editorial transatlántica vitalicia. A su regreso a una Santa Fe donde llegaban los huidos de las intensas huelgas y represiones de 1919, como Emilio López Arango, redactor principal de la clausurada La Protesta, lanzó, junto a este y José Torralvo, otro libertario de origen andaluz, la revista La Campana, la primera publicación de orientación anarquista en la que participó. Pronto volvieron a Buenos Aires para refundar La Protesta y pronto, en 1922, Santillán se trasladó, en nombre de aquel grupo de redacción mayoritariamente compuesto por españoles, a Berlín, «foco de convergencia de los revolucionarios de oriente y de occidente» ‍[43]. En torno a los congresos y actividades de la AIT, y las relaciones casi familiares que se establecieron entre los miembros de aquella comunidad cosmopolita, Santillán estrechó lazos con los anarcosindicalistas austriacos y alemanes (Max Nettlau, Pierre Ramus, Augustin Souchy, Rudolf Rocker y Fritz Kater, cuya hija, Elisa, se convirtió en su compañera); con los exiliados rusos (Emma Goldman, Alexander Berkman, Alexander Shapiro o Piotr Archinof); con militantes italianos (Luigi Fabbri, Armando Borghi, Ugo Fedeli); con los franceses ya mencionados, además de Jean Grave, y con los españoles exiliados (Eusebio Carbó o Valeriano Orobón Fernández) o los que se aferraban a la península, a los que Santillán contactaba por temas editoriales (Federico Urales, Tomás Herreros, Santiago Costa o Pedro Sierra, quien se empeñaba desde Gijón en sacar adelante las obras completas del recientemente desaparecido Ricardo Mella buscando la colaboración de los protestistas, aunque también, confesaba, «tipográficamente», las ediciones de estos «deja[ba]n que desear»

Carta de Pedro Sierra a Diego Abad de Santillán, 24-‍10-1925. IIHS, ADAS, 263.

‍[44]
).

Textos de estos anarquistas se publicaron en Argentina, en La Protesta o en Argonauta, que también contaba con Santillán como mediador. Registraron las novedades que estaba incorporando la industria editorial generalista, aquellas que buscaban atraer a un público variado, a través de colecciones metódicas y cuidadas. El proyecto de La Protesta se ordenaba en torno a las Obras Completas de Mijaíl Bakunin, «poniendo sus pensamientos al alcance del proletariado revolucionario de habla española», pues hasta entonces solo habían circulado en francés en la versión preparada por James Guillaume para la editorial Stock. «Quisiéramos —afirmaban— que esta obra diera definitivamente la consagración a nuestra editorial». A las obras de Bakunin pretendían agregar la historia de su vida, en cuatro volúmenes de unas cuatrocientas páginas cada uno, escritos por Max Nettlau. Esto último no fue posible, pero sí otros muchos libros que aparecieron clasificados o anunciados bajo epígrafes como «Colección de pensadores y propagandistas del anarquismo», «Filosofía del Anarquismo», «Antimilitarismo y antinacionalismo», «Utopías libertarias» o «Folletos de propaganda general»

Bakunin (

Bakunin, M. (1924-1928; 1937-1938). Obras completas. 5 tomos. Buenos Aires: La Protesta; Barcelona: ETYL.

1924-1928
). Las citas en Abad de Santillán, D., «Bakunin», LP, 14-06-1926 y carta de Apolinario Barrera a Diego Abad de Santillán, 22-‍08-1923. IIHS, ADAS, 20. Las colecciones en «Editorial La Protesta», LPSQ, 25-10-1927.

‍[45]
.

La Ética, de Pietr Kropotkin, por su parte, se pensó como «indispensable para dar mayor atractivo y solidez» a la colección de Argonauta. Su autor le había dado forma definitiva poco antes de morir, en 1922, y según los grupos libertarios que desde Moscú y Berlín preparaban su edición representaba su obra más acabada. «Ud. sabe que los editores burgueses de España e Indias han estado asesinando hasta ahora las obras de Kropotkin. Y lo siguen haciendo impunemente», planteaban desde Buenos Aires. «No queremos que ocurra otro tanto con las obras inéditas y hasta desearíamos encargarnos en castellano, de acuerdo con el Comité Central, en la edición definitiva de las obras completas». La Ética fue posible, con un contenido, decían, «bastante mejorado sobre las ediciones rusa y alemana»; pero no las obras completas de Kropotkin, como tampoco otros proyectos de más largo recorrido que planteó la editorial Argonauta: una colección de «Memorias Revolucionarias» y otra de «Anales» de historia de los movimientos libertarios del mundo

Kropotkin (

Kropotkin, P. (1925). Ética. Origen y evolución de la moral. Buenos Aires: Argonauta.

1925
); cartas de Luis Juano Guerrero a Diego Abad de Santillán, 24-‍11-1922, 19-‍09-1922 y 22-‍07-1925. IIHS, ADAS, 137.

‍[46]
.

Como parte de esas colecciones aparecieron importantes primicias de la época, muchas de las cuales se traducían de la recién impresa versión alemana hecha por Der Syndikalist ‍[47]. Santillán versionó muchas de ellas, como también otras obras que se estaban reeditando, para lo que se esgrimían variados motivos ‍[48]. Podía tratarse de primeras ediciones en castellano, como Cartas a una mujer sobre la anarquía, un pequeño opúsculo publicado a principios de siglo por Luigi Fabbri, quien agradecía se le hubiera pedido un «consentimiento del que entre nosotros no hay necesidad»

Fabbri (

Fabbri, L. (1923). Cartas a una mujer sobre la anarquía. Buenos Aires: La Protesta.

1923
); «Cartas a una mujer sobre la anarquía», LPSS, 6-8-1923.

‍[49]
. Podían perfeccionar versiones anteriores, como las Conferencias de Kropotkin, «las más completas que se hayan publicado», para la que se traducían «de una edición francesa, capítulos que le faltaban a la edición de los “pequeños grandes libros”» hecha en España

Kropotkin (

Kropotkin, P. (c. 1923). Conferencias. El Estado, su rol histórico. El Estado moderno. Buenos Aires: La Protesta.

c. 1923
); carta de Apolinario Barrera a Diego Abad de Santillán, 20-‍12-1922. También en «Editorial La Protesta», LPSS, 2-7-1923.

‍[50]
. Si la que se completaba era una traducción impresa en una editorial burguesa, no se perdía la oportunidad para criticar su labor. «Hemos hecho esta edición para evitar que los compañeros fuesen engañados por los editores inescrupulosos que cercenaban caprichosamente los capítulos, hasta reducir el libro a la mitad de su contenido», afirmaban sobre Palabras de un rebelde, también de Kropotkin. La nueva era «una edición responsable»

Kropotkin (

Kropotkin, P. (1928). Palabras de un rebelde. Buenos Aires: La Protesta.

1928
); «Editorial La Protesta. Dos nuevos libros», LPSQ, 19-12-1928.

‍[51]
. Podían dar curso a revisiones. «En cuanto a En el Café (nueva edición) hace tiempo que la tenemos nuevamente corregida por Malatesta»

Malatesta (

Malatesta, E. (1926). En el café. Buenos Aires: La Protesta.

1926
). Lo mismo sucedió con el clásico Entre campesinos, de quien publicaron en 1932 la versión que su autor había reformulado en Italia en los años veinte: Malatesta (

Malatesta, E. (1932). Entre campesinos. Buenos Aires: La Protesta.

1932
).

‍[52]
. Otras veces se esgrimían meras razones de utilidad propagandística, como con Artistas y rebeldes, de Rudolf Rocker ‍[53]. Y, simultáneamente a todas ellas, aparecían motivos más espurios, como los económicos: sabían que algunos libros más comerciales podían financiar la salida de otros que lo eran menos o su coste de producción era más elevado. «Dudamos del éxito financiero de las obras de Bakunin. Estos libros se venderán a muy largo plazo. En cambio Mi comunismo y Malatesta son títulos que resolverán favorablemente la situación económica planteada por otros títulos»

Carta de Apolinario Barrera a Diego Abad de Santillán, 6-‍7-1923. IIHS, ADAS, 20.

‍[54]
.

La edición anarquista, por tanto, seguía conservando los rasgos que le eran propios. En primer lugar, la ausencia de un espíritu de lucro, por mucho que La Protesta funcionara como una empresa, que pagaba salarios y se financiaba a través del precio fijo de su diario y de las impresiones de trabajos de terceros. De hecho, las corrientes disidentes criticaron estas formas comerciales, pero puesto que no eran los únicos que las utilizaban (también Argonauta, Fueyo o el grupo Ideas, de La Plata), lo que se estaba amonestando, en realidad, era más complejo: el proceso de centralización del discurso por parte de la FORA y su órgano político La Protesta. Los protestistas no eran partidarios del sistema de suscripción que sí utilizaba Argonauta; confiaban en que «un libro nos pagará el papel del siguiente», proyectando un título cada tres meses. «En esta suposición no se tiene en cuenta la acumulación de trabajos, periódicos, etc., que periódicamente se nos presenta», como efectivamente sucedía; ni el problema del almacenamiento, «y movernos de aquí no será posible por ahora»; ni «la tolerancia que hemos debido observar para algunos de los obreros u operadores de la “tipograf”. Al cambiar la máquina debimos, para no despedir a uno, enseñarle la linotipo»

Cartas de Apolinario Barrera a Diego Abad de Santillán, 1-‍11-1923, 12-‍10-1923, 18-‍6-1924, 3-‍9-1924. IIHS, ADAS, 20.

‍[55]
. Al final, efectivamente, sí que se ensayó un proceso de suscripción que permitiera agrupar el esfuerzo editor del movimiento y que en realidad dejaba constancia de las dificultades y de la dura resistencia que ejercieron los anarquistas frente a otras corrientes que le disputaban la «identidad política de los trabajadores y frente a la cultura de masas que avanzaba en ofertas culturales y de entretenimiento» ‍[56]. Así, en 1928, los protestistas ensayaron un sistema, el de la Guilda de Amigos del Libro, importado de Alemania, que consistía en cuotas mensuales por las que sus miembros obtenían reducciones en el precio de los libros al tiempo que ayudaban a su edición y difusión. «Hoy por hoy, en lo relativo a la iniciativa de la Editorial, es mucho más deseable una concentración, por no decir centralización, que no una dispersión, un desmenuzamiento de fuerzas. […] Nos parece que representa un derroche inútil el esfuerzo de los pequeños grupos aislados que editan folletitos sin plan ni orientación alguna»

«Cosas nuestras. Una obra colectiva de superación intelectual y de propaganda. A los suscriptores de la Editorial», LP, 14-5-1927.

‍[57]
.

Aquí aparece el otro rasgo inseparable de la edición en los años veinte: respondían a un programa eminentemente político. Su objetivo era «un tanto restringido», aseveraban los de Argonauta: «Publicar escritos doctrinarios del comunismo anárquico». Los protestistas reafirmaban que era «una obra de cultura revolucionaria y no una empresa comercial»

Luis Juano Guerrero a Diego Abad de Santillán, 30-‍12-1922. IIHS, ADAS, 137; «Una obra de información y de cultura revolucionaria», LPSQ, 19-9-1927.

‍[58]
. Como tal, dejaron huella de las luchas partidistas de la época, tanto en el manejo de los recursos, como en su programa político. Los comentarios bibliográficos anexados a las ediciones insistían en el combate al comunismo, al tiempo que daban curso a su versión de los acontecimientos en Rusia ‍[59]. «Un movimiento que produce obras como Johan Most […] no es un movimiento anacrónico, como dicen los dictadores de Moscú, sino un movimiento repleto de vida y de esperanzas, que crece sin cesar en difusión y en profundidad"

Se refieren al libro de Rocker (

Rocker, R. (1927). Johann Most, la vida de un rebelde. Buenos Aires: La Protesta.

1927
); «Los grandes libros. Johann Most, la vida de un rebelde», LPSS, 12-5-1924.

‍[60]
. Cobra sentido el ejercicio de lectura bajtiniana de la propaganda anarquista que propone la socióloga Laura Fernández Cordero, así como la importancia de explorar la materialidad de los documentos (prólogos, introducciones, portadas). No importa que esa propaganda repitiera autores y textos, este «ejercicio de re-citación de la doctrina», que tenía intención de «monologizarla», debe tener en cuenta «que toda enunciación supone en sí misma un acontecimiento irrepetible» ‍[61]. Para los protestistas, cualquier edición (novedad o reedición) tenía intencionalidad política. «Bakunin es una personalidad que no puede ser silenciada por los adversarios de la libertad, como tampoco puede ser silenciado Marx por amigos y enemigos. […] Y ¡cuántos de los que tomen los libros de Bakunin como enemigos terminarán de leerlos con un cambio completo de su mentalidad!»

Abad de Santillán, D., «Bakunin», LP, 14-6-1926.

‍[62]
.

La labor editorial así caracterizada generaba simbología anarquista e internacionalista en tiempo real, como sucedió con los recientemente fallecidos Ricardo Mella (véase más arriba) o Ricardo Flores Magón, cuyas obras salieron en México como resultado de la colaboración editorial transatlántica. El mérito de Flores Magón estaba en «conservar la brújula en medio de los hechos de la revolución» mexicana. «Tenía un ideal y no se ha desviado un momento de él, y eso es tanto más notable, cuanto que la revolución rusa nos ha demostrado la fragilidad de tantas convicciones»

Abad de Santillán, D., «Bibliografía», LPSS, 13-10-1924. Para la relación editorial Argentina-México, véase Rosa (2008).

‍[63]
. De la misma manera, algunas lecturas no tenían cabida en este programa político. «Libros hermosamente escritos, consideraciones geográfico-literarias que tienen su valor», como los de Reclus, habían perdido vigencia. «Su influjo en esta época es nulo»

Carta de Diego Abad de Santillán a Santiago Costa, 5-‍1-1926. IIHS. ADAS, 69.

‍[64]
. Pese a las peticiones constantes de Pedro Sierra, no se tradujo la Correspondencia del geógrafo francés, recientemente publicada. Preferían transcribir en el Suplemento «aquellas cartas más susceptibles de interesar a nuestros amigos y las que pueden ser utilizadas aún para la orientación de nuestra propaganda»

Cartas de Pedro Sierra a Diego Abad de Santillán, 18-‍11-1925 y 31-‍3-1926. IIHS, ADAS, 263; «Bibliografía», LPSS, 30-03-1925.

‍[65]
. Tampoco se quiso editar la obra del individualista francés Han Ryner. «Sin haber perdido una sola partícula del aprecio que nos merece […], nos abstenemos de vulgarizar sus escritos al ver formarse una escuela ryneriana. El rynerismo nos repugna como nos repugnan todas las capillas […]; castra las energías viriles de muchos elementos anarquistas»

Abad de Santillán, D., «Bibliografía», ibid., 25-5-1925.

‍[66]
. En este sentido, fue un programa político realmente urgente. Y ambicioso.

V. ESCRIBIR LA ANARQUÍA SIN DESCUIDAR EL VÍNCULO TRASATLÁNTICO (1930-‍1939)[Subir]

La correspondencia de Diego Abad de Santillán muestra que aquellas ambiciones desbordaron la capacidad de los grupos argentinos. Esto, y la posibilidad de activar las relaciones de la red editorial transnacional que se había ido configurando, explica que algunos libros cuya edición se persiguió en los años veinte vieran la luz en la España primorriverista, pese a las dificultades mencionadas, especialmente en torno a la colaboración con el editor Santiago Costa. No fueron muchos títulos, pero sí relevantes, y traducidos en gran parte por Santillán ‍[67]. También se publicó en España El anarquismo en el movimiento obrero, de este último y López Arango. Los talleres protestistas no podían darle salida inmediata, como la urgencia propagandística requería. «Aquí las cosas van a paso de tortuga, pues la Editorial La Protesta tardará mucho en cumplir su programa». Finalmente se imprimió en la Tipografía Cosmos, que estaba conectada con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), cuyo modelo organizacional criticaba. «Es mejor que el bombazo parta de Europa, para que lo oigan los que se empeñan en cerrar los oídos a nuestras continuas advertencias»

Abad de Santillán y López Arango (

Abad de Santillán, D. y López Arango, E. (1925). El anarquismo en el movimiento obrero. Barcelona: Cosmos.

1925
); carta de Emilio López Arango a Diego Abad de Santillán, Buenos Aires, 18-‍11-1924. IIHS. ADAS, 165.

‍[68]
. Es un buen símbolo de los muchos debates y transferencias entre España y Argentina que acompañaron a esta labor editorial transatlántica, entre otros, el desplazamiento del modelo de «trabazón» que defendía La Protesta, el vínculo irrenunciable entre el movimiento obrero y la ideología anarquista, que se introdujo en España a través de El Productor (Barcelona, 1925-‍1926) y acabó desembocando en la creación de organizaciones específicas: la Federación Anarquista Ibérica (FAI), en 1927, y la Federación Anarco Comunista Argentina (FACA), en 1935 ‍[69].

Se había lubricado así el camino de la edición ácrata en España en los años treinta. Mientras se expandía la labor cultural de Estudios, en Valencia, heredera de la mencionada Generación Consciente, y La Revista Blanca, en Barcelona, más vinculadas a la difusión de literatura y a obras de divulgación científica, el libro urgente de combate político, según el modelo protestista, se trasladó a esta última ciudad de la mano de Diego Abad de Santillán, enriqueciendo colecciones como la «Biblioteca Universal de Estudios Sociales», «Cuadernos de Educación Social» o «Sexual», con nuevas colaboraciones internacionales con base en las antiguas. La proclamación de la II República y el recrudecimiento de la situación política en el resto de Europa habían convertido a Barcelona en la capital del internacionalismo anarquista. Los libros salían impresos en Santiago Costa, con sellos cruzados de la editorial Tierra y Libertad, Solidaridad Obrera, Guilda de Amigos del Libro o Maucci, aunque con esta última «se enfriaron un poco las relaciones, no sólo a causa de la situación insegura, sino porque Nettlau no se mostraba muy favorable a que diésemos nuestra literatura a una casa burguesa»

Carta de Diego Abad de Santillán a Luigi Fabbri, 26-‍12-1934. IIHS. Archivo Luigi Fabbri (ALF), 51.

‍[70]
.

Santillán arribó a Barcelona en los primeros meses de 1934. Ingresó en la CNT a través del Sindicato de Artes Gráficas de Barcelona y en la FAI a través del grupo Nervio, que fundó junto con sus excompañeros de redacción de La Protesta, Ildefonso González Gil y Manuel Villar. Se hizo cargo del periódico Tierra y Libertad, portavoz del Comité Regional de Cataluña de la FAI, para poco a poco hacerlo depender del Comité Peninsular de la FAI, en un proceso de centralización de la prensa que ya había puesto en práctica en Buenos Aires ‍[71]. Pocos meses después, emprendió la publicación de Tiempos Nuevos, suplemento de Tierra y Libertad. Se esforzó en revitalizar la labor editorial de esta última. Aunque la editorial de los grupos de Cataluña existía desde hacía tiempo, «su verdadero auge y esplendor editorial empezó a adquirirlos tras la llegada de Santillán a Barcelona» ‍[72]. Como reflejo de todo ello, se puede mencionar la publicación de los últimos escritos de Luigi Fabbri, que murió en Montevideo en 1935. «Tu libro está agotándose», le decía Santillán, «daremos en breve La vida de Malatesta, de la que espero tan buen éxito como de El pensamiento». «Como no he tenido un céntimo ni lo tendré, para emprender esas ediciones he tenido que hacer mil combinaciones», solicitar créditos. «Si nos fracasa me fusilarán los acreedores, después de haberme salvado del fusilamiento por Uriburu»

Cartas de Diego Abad de Santillán a Luigi Fabbri, 26-‍12-1934 y 5-‍7-1935. IIHS. ALF, 51.

‍[73]
.

Este bagaje editorial fue trasladado, a partir de finales de 1937, a Ediciones Tierra y Libertad, más conocida como ETYL, la editorial unificada del Movimiento Libertario. De aquellos años, Santillán recordó con nostalgia la reedición de las Obras de Bakunin: «Se hicieron 7 tomos; el séptimo, el más sugestivo, discursos y artículos de propaganda, con un prólogo de Nettlau que era una obra maestra […] quedó encuadernado, y nada se ha vuelto a saber de eso»

Carta de Diego Abad de Santillán a Antonia Fontanillas, Madrid, 20-‍4-1977, en Fontanillas (

Fontanillas, A. (1992). Diego Abad de Santillán, evocación. Anthropos, 138, 65-68.

1992
): 66-‍67.

‍[74]
. Además de las Obras de Bakunin, en las colecciones de Tierra y Libertad y ETYL salieron reediciones de libros protestistas (o de Argonauta), de Kropotkin, Archinoff, Malatesta o Faure, junto con nuevos escritos de Fabbri o Rocker, muchos de ellos traducidos o prologados por Santillán ‍[75].

También se reeditaron obras recientemente impresas por Nervio o Imán, las editoriales de filiación anarquista que surgieron en Argentina en la década de 1930, tras el golpe de Estado de José Félix Uriburu. La primera fue fundada en 1931. Allí participó Diego Abad de Santillán, así como una nueva generación de hombres y mujeres vinculados a la organización específica que se estaba gestando (la FACA, todavía Comité Regional de Relaciones Anarquistas). Nervio formaba parte de un proyecto editorial renovado que pretendía producir sus propias reflexiones y no limitarse a transcribir las de otros. Como manifestó Santillán en una cita varias veces repetida, hasta entonces «se han divulgado ideas, no se han pensado; el movimiento argentino fue vehículo excelente, pero no se ha ofrecido al mundo mucho de original. […] No se ha trabajado con un criterio que llamaríamos regional en el terreno del pensamiento» ‍[76]. Juan Suriano llegó a la misma conclusión cuando apuntó a la escasa producción propia. Los «mediadores doctrinarios», como llamó a los publicistas argentinos, «se limitaban a traducir e interpretar un tanto mecánicamente a los pensadores europeos». Aunque todo ejercicio de «re-citación» de la doctrina implicaba un nuevo posicionamiento, lo cierto es que Nervio intentó revertir esa tendencia y fomentar la producción propia. Se publicaron libros contra la guerra y el fascismo, y sobre la historia de la FORA y el movimiento anarquista. El resto, hasta sumar la quincena, se dedicaron a esbozar cuestiones sociales, políticas y económicas desde la perspectiva local. Mucha importancia tuvo el análisis del capitalismo argentino y su régimen político. Como ejemplo de ello, Santillán publicó allí los textos de contenido económico que prefiguraron las ideas que luego defendió en el muy difundido El organismo económico de la revolución, publicado ya en Tierra y Libertad de Barcelona. Estas reflexiones abandonaban el espontaneísmo anarquista defendido anteriormente ‍[77].

Imán, editorial creada en 1934, también prefirió la edición de estudios políticos y económicos, además de una gran novedad para la edición ácrata argentina: las novelas, apostando por jóvenes escritores latinoamericanos de gran éxito posterior (Jorge Amado, por ejemplo). También editaron textos científicos sobre sexualidad y psicología, muchos de autores locales, que conectaban con el proyecto editorial de Estudios, en Valencia. Como aquel, Nervio e Imán aumentaron la calidad de sus ediciones y registraron novedades técnicas, como las atrayentes composiciones de sus portadas ‍[78].

Ambos proyectos muestran dos tendencias generales importantes. En primer lugar, que Argentina seguía siendo un espacio editorial propicio para la cultura de izquierdas a pesar de la represión que siguió al golpe de Estado de Uriburu. Pero, para que ello fuera posible, en segundo lugar, tuvieron que adaptar sus prácticas editoras. Mientras la clausura de locales, el secuestro de periódicos, la detención de los grupos editores y los juicios por asociación ilícita hacían declinar el proyecto editorial protestista, en paralelo al declive de la línea ortodoxa del movimiento representada en la FORA, Nervio e Imán salvaron mejor la censura. Se repetía la situación ya vista en España en la década anterior: la represión hacía aparecer emprendimientos de acusado carácter cultural. Y el anarquismo transatlántico podía seguir contando con un proyecto editorial potente basado en la colaboración de sus dos orillas. La Guerra Civil española pondría a prueba, de nuevo, esta estrategia. Los pocos textos que lograron salir en Nervio a partir de 1936 y los todavía bastantes que editó Imán estuvieron dominados por esta temática. Volvían a ser libros de urgencia, facilitados por la presencia en España de militantes de la FACA, que ocuparon puestos de responsabilidad en la propaganda faísta a través del grupo Nervio, y salvaron el control de la prensa gracias a la movilización amplísima a que dio lugar este acontecimiento en el Río de la Plata ‍[79].

VI. A MODO DE CONCLUSIÓN[Subir]

Durante los cincuenta años revisados en este artículo, los anarquistas publicistas aprendieron un oficio al ritmo de unas conexiones transatlánticas en gran parte acicateadas por las circunstancias políticas de ambas orillas. Esta complementariedad contó con agentes muy dinámicos, como José Prat o Diego Abad de Santillán, pero el circuito editorial requirió de otros muchos «anarquistas sedentarios» que conocían el arte de imprimir y de camuflar la propaganda política. Cuando en 1939 la edición afrontó una nueva dispersión, ese oficio les permitió seguir viviendo, materialmente hablando.

Resulta sintomático que muchos de los militantes anarquistas que, poco a poco, y no sin dificultades, fueron retornando a Argentina desde España, desde los campos de concentración franceses o desde otros lugares en los que se exiliaron en primera instancia, tuvieran como profesión, en las décadas siguientes, la edición de libros. Fueron asalariados de empresas ajenas al movimiento libertario (burguesas, como Losada, Fondo de Cultura Económica, Ediar, Sudamericana, Emecé), pertenecientes a un mundo editorial que se enriqueció enormemente con el colapso del mercado español, la llegada de sus editores exiliados y la creación de catálogos más universales para conquistar a la ampliada clientela latinoamericana ‍[80]. Fue el caso de Santillán y otros compañeros cenetistas y faístas. Imposible pensar que aquellos luchadores sociales no imprimieron un cierto cariz revolucionario a esa faceta cultural, ya fuera impulsando estudios sobre el movimiento obrero u ordenando colecciones según las distintas facetas del pensamiento social. La mayoría de ellos, además, colaboraron en los periódicos y revistas que los otros compañeros y las otras compañeras de Argentina editaban en Buenos Aires. Y no dejaron de apoyar la labor de las editoriales afines al movimiento libertario que se fueron constituyendo como herencia de las mencionadas en estas páginas: Américalee, La Obra, Tupac, Reconstruir o Proyección, hasta los años ochenta. Editoriales, por cierto, muy activas, que contribuyeron al periodo más floreciente del mundo librero argentino. La impresión de algunos de los proyectos gestados en las conexiones de las décadas precedentes y entonces fracasados, como la Historia de la Revolución francesa de Kropotkin, muestra que la labor editorial anarquista, lejos de ser esporádica o intermitente, consistió en una serie de proyectos, a veces personales, cuyos frutos no siempre se recogieron de manera inmediata ‍[81].

Pensar esta imbricación entre la labor editorial y la política, de España a Argentina y viceversa, puede contribuir a una historia del anarquismo en el conjunto de los países de habla hispana, enlazando con una profusión historiográfica reciente e innovadora sobre el anarquismo en el hemisferio occidental. El diálogo historiográfico transatlántico vuelve a ser provechoso porque conectaría con los muchos estudios que se están haciendo sobre las dinámicas grupales y de afinidad en el entorno del anarquismo español ‍[82]. Desde la función organizativa que se le atribuye a la labor editorial como vertebradora de una parte importante del movimiento ácrata se podría penetrar en los focos (distintos al rioplatense y español, aunque relacionados) en los que se nuclearon los grupos que, a lo largo y ancho del continente americano, tuvieron la pluma como arma de una revolución por la cultura.

NOTAS[Subir]

[1]

Ferrer ( ‍Ferrer, C. (2017). Folletos anarquistas en papel veneciano. Ecopolítica, 18, 2-45.2017): 17.

[2]

Para Argentina: Abad de Santillán ( ‍Abad de Santillán, D. (1938). Bibliografía anarquista argentina. Timón, 3, 178-184.1938); Anapios ( ‍Anapios, L. (2016). Prensa y estrategias editoriales del movimiento anarquista en la Argentina de entreguerras. Anuario del Instituto de Historia Argentina, 16, 1-20. 2016); Domínguez ( ‍Domínguez, L. (2017). Un itinerario por los proyectos editoriales del anarquismo en Argentina: cambios, maniobras y permanencias. Izquierdas, 33, 21-41.2017,  ‍Domínguez, L. (2019). El anarquismo argentino. Bibliografía, hemerografía y fondos de archivo. Buenos Aires: Anarres.2019); Graciano ( ‍Graciano, O. (2012). La escritura de la realidad. Un análisis de la tarea editorial y del trabajo intelectual del anarquismo argentino. Izquierdas, 12, 72-110. 2012); Nettlau ( ‍Nettlau, M. (2001) [1927]. Contribución a la bibliografía anarquista de la América Latina hasta 1914. En Certamen Internacional de La Protesta, Buenos Aires, La Protesta, 1927. Buenos Aires: CeDInCI. 2001); Pérez et al. ( ‍Pérez, P.; Villasenín, H. y Jofre, L. (2006). Las armas y las letras. Un recorrido por las ediciones anarquistas. La Biblioteca, 4-5, 416-426. 2006); Rosa ( ‍Rosa, M. F. de la (2006). Las relaciones entre el anarquismo mexicano y el argentino. Temas de Historia Argentina y Americana, 9, 69-83.2006), y Suriano ( ‍Suriano, J. (2001). Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910. Buenos Aires: Manantial.2001). Para España: Civantos ( ‍Civantos Urrutia, A. (2017). Leer en rojo. Auge y caída del libro obrero (1917-1931). Madrid: Fundación Anselmo Lorenzo.2017); Litvak ( ‍Litvak, L. (2001). Musa libertaria. Arte, literatura y vida cultural del anarquismo español (1880-1913). Madrid: Fundación Anselmo Lorenzo. 2001); Madrid y Soriano (inédito); Madrid ( ‍Madrid, F. (2007). Solidaridad Obrera y el periodismo de raíz ácrata. Badalona: Ediciones Solidaridad Obrera. 2007); Navarro ( ‍Navarro Navarro, F. J. (2004). A la revolución por la cultura: prácticas culturales y sociabilidad libertaria en el país valenciano (1931-1939). Valencia: Universidad de Valencia. 2004); Nettlau ( ‍Nettlau, M. (1897). Bibliographie de l´anarchie. Bruselas; París: Bibliothèque des Temps Nouveaux. 1897), y Tavera ( ‍Tavera, S. (1995). Revolucionarios, publicistas y bohemios: los periodistas anarquistas (1918-1936). En B. Hofmann, P. J. Tous, M. Tietze (coords.). El anarquismo español y sus tradiciones (pp. 377-392). Madrid: Iberoamericana. 1995).

[3]

Anapios ( ‍Anapios, L. (2011). Una promesa de folletos. El rol de la prensa en el movimiento anarquista en la Argentina (1890-1930). A Contracorriente, 8, 1-33.2011) y Fernández Cordero ( ‍Fernández Cordero, L. (2013). Un ejercicio de lectura sobre el concierto de la prensa anarquista a partir de Mijaíl Bajtin (Argentina, 1895-1925). Adversus, 10, 68-91. 2013).

[4]

Minguzzi ( ‍Minguzzi, A. (2014). La revista Ideas y Figuras de Buenos Aires a Madrid (1909-1919). Estudios e índices. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. 2014) y Ansolabehere ( ‍Ansolabehere, P. (2011). Literatura y anarquismo en Argentina (1879-1919). Rosario: Beatriz Viterbo. 2011).

[5]

Oved ( ‍Oved, I. (1978). El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina. México: Siglo xxi.1978); Suriano ( ‍Suriano, J. (2001). Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910. Buenos Aires: Manantial.2001), y Zaragoza ( ‍Zaragoza Ruvira, G. (1996). Anarquismo argentino (1876-1902). Madrid: Ediciones de la Torre.1996).

[6]

Civantos ( ‍Civantos Urrutia, A. (2017). Leer en rojo. Auge y caída del libro obrero (1917-1931). Madrid: Fundación Anselmo Lorenzo.2017): 48 y 22.

[7]

Ibid.: 59.

[8]

Litvak ( ‍Litvak, L. (2001). Musa libertaria. Arte, literatura y vida cultural del anarquismo español (1880-1913). Madrid: Fundación Anselmo Lorenzo. 2001): 42.

[9]

La cita en Suriano ( ‍Suriano, J. (2001). Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910. Buenos Aires: Manantial.2001): 139.

[10]

Las formas de ordenación de la lectura, en Stefano ( ‍Stéfano, M. di (2013). El lector libertario. Prácticas e ideologías lectoras del anarquismo argentino (1898-1915). Buenos Aires: Biblos.2013): 46-‍52.

[11]

Vidal ( ‍Vidal, D. (2013). La rebeldía imprevista del público libertario de hace un siglo. Ipotesi, 17, 101-114.2013): 102-‍103; véase también Quiroga ( ‍Quiroga, N. (2004). Prácticas políticas y cambio cultural: anarquistas autodidactas hacia mediados de la década de 1940. Estudios Iberoamericanos, 30, 139-160.2004).

[12]

Souza Cunha ( ‍Souza Cunha, E. A. (2018). Edição e circulação de impressos anarquistas em Buenos Aires (1890-1905) [tesis inédita]. Universidade de São Paulo.2018).

[13]

Hoyt ( ‍Hoyt, A. D. (2014). Hidden Histories and Material Culture: The Provenance of an Anarchist Pamphlet. Zapruder World, 1. Disponible en: https://bit.ly/2Ishylx2014).

[14]

Para la primera opción: Litvak ( ‍Litvak, L. (2001). Musa libertaria. Arte, literatura y vida cultural del anarquismo español (1880-1913). Madrid: Fundación Anselmo Lorenzo. 2001) o Madrid ( ‍Madrid, F. (2007). Solidaridad Obrera y el periodismo de raíz ácrata. Badalona: Ediciones Solidaridad Obrera. 2007); para la segunda: Suriano ( ‍Suriano, J. (2001). Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910. Buenos Aires: Manantial.2001); di Stéfano ( ‍Stéfano, M. di (2013). El lector libertario. Prácticas e ideologías lectoras del anarquismo argentino (1898-1915). Buenos Aires: Biblos.2013), y Tavera ( ‍Tavera, S. (1995). Revolucionarios, publicistas y bohemios: los periodistas anarquistas (1918-1936). En B. Hofmann, P. J. Tous, M. Tietze (coords.). El anarquismo español y sus tradiciones (pp. 377-392). Madrid: Iberoamericana. 1995), aunque el debate incluye matices según la cronología y los espacios considerados.

[15]

Souza Cunha ( ‍Souza Cunha, E. A. (2018). Edição e circulação de impressos anarquistas em Buenos Aires (1890-1905) [tesis inédita]. Universidade de São Paulo.2018): 35-‍38.

[16]

Moya ( ‍Moya, J. (2009). Anarchism. En A. Iriye y P.-Y. Saunier (eds.). The Palgrave Dictionary of Transnational History. From the mid-19th Century to the Present Day (pp. 39-41). Houndmills: Macmillan.2009). La bibliografía sobre el anarquismo en perspectiva transnacional es densa. Contempla diez años de estudios cuyos resultados han animado a ampliar la cronología y la geografía del movimiento libertario, con buenos ejemplos en Bantman y Altena ( ‍Bantman, C. y Altena, B. (eds.) (2017): Reassessing the transnational turn. Scales of analysis in Anarchist and Syndicalist Studies. Oakland: PM Press.2017).

[17]

Tarcus ( ‍Tarcus, H. (2013). El marxismo en América Latina y la problemática de la recepción transnacional de las ideas. Temas de Nuestra América, 54, 35-86.2013): 54 y Rosenthal ( ‍Rosenthal, A. (2011). Radical Border Crossers: The Industrial Workers of the World and their Press in Latin America. Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, 22, 39-70.2011): 43.

[18]

Craib ( ‍Craib, R. (2017). Sedentary Anarchists. En C. Bantman y B. Altena (eds.). Reassessing the transnational turn. Scales of analysis in Anarchist and Syndicalist Studies (pp. 139-156). Oakland: PM Press. 2017).

[19]

Souza Cunha ( ‍Souza Cunha, E. A. (2018). Edição e circulação de impressos anarquistas em Buenos Aires (1890-1905) [tesis inédita]. Universidade de São Paulo.2018) y Madrid y Soriano (inédito).

[20]

Esto último en referencia a Mozzoni y Rossi ( ‍Mozzoni, A. M. y Rossi, G. (1895). A las muchachas que estudian; La unión libre. Buenos Aires: Biblioteca de la Questione Sociale. 1895); Rossi ( ‍Rossi, G. (1896). Un episodio de amor en la Colonia socialista Cecilia. Buenos Aires: Biblioteca de la Questione Sociale. 1896), y Gustavo ( ‍Gustavo, S. (1896). A las proletarias. Buenos Aires: La Questione Sociale. 1896), entre otros.

[21]

Los autores favoritos de la edición anarquista, en Suriano ( ‍Suriano, J. (2001). Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910. Buenos Aires: Manantial.2001); Navarro ( ‍Navarro Navarro, F. J. (2004). A la revolución por la cultura: prácticas culturales y sociabilidad libertaria en el país valenciano (1931-1939). Valencia: Universidad de Valencia. 2004), y Finet ( ‍Finet, H. (2005). L´influence de la pensé d´Elisée Reclus dans la formation du mouvement anarchiste argentine. En Elisée Reclus, écrire la terre en libertaire. Orthez: Editions du Temps Perdu. 2005).

[22]

Souza Cunha ( ‍Souza Cunha, E. A. (2018). Edição e circulação de impressos anarquistas em Buenos Aires (1890-1905) [tesis inédita]. Universidade de São Paulo.2018): 138; Malatesta ( ‍Malatesta, E. (1892). Entre campesinos. Buenos Aires: Grupo Juventud Comunista Anarquista.1892,  ‍Malatesta, E. (1893a). Entre campesinos. Buenos Aires: Grupo Juventud Comunista Anarquista.1893a,  ‍Malatesta, E. (1893b) Entre campesinos. Buenos Aires: s.n.1893b).

[23]

Kropotkin ( ‍Kropotkin, P. (1894). La conquista del pan. Buenos Aires: Grupo Juventud Comunista Anarquista.1894); Suriano ( ‍Suriano, J. (2001). Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910. Buenos Aires: Manantial.2001): 114; Souza Cunha ( ‍Souza Cunha, E. A. (2018). Edição e circulação de impressos anarquistas em Buenos Aires (1890-1905) [tesis inédita]. Universidade de São Paulo.2018): 137-‍138, 180.

[24]

Etiévant y Lores ( ‍Etiévant, G. y Lores, M. (1897). Declaraciones del anarquista; Consecuencias del estado. Buenos Aires: Los Ácratas.1897); Faure ( ‍Faure, S. (1897). Los crímenes de dios. Buenos Aires: Los Ácratas. 1897); Gori ( ‍Gori, P. (1898). La anarquía ante los tribunales. Buenos Aires: Librería Sociológica. 1898); Grave ( ‍Grave, J. (1899). Enseñanza burguesa y enseñanza libertaria. Buenos Aires: Librería Sociológica.1899); Hamon ( ‍Hamon, A. (1897). Psicología del socialista anarquista. Buenos Aires: Elzeviriana. 1897); Malatesta ( ‍Malatesta, E. (1897). Entre campesinos. Buenos Aires: Los Ácratas. 1897); Merlino ( ‍Merlino, S. (1898). ¿Por qué somos anarquistas? Buenos Aires: Biblioteca de La Protesta Humana.1898); Mozzoni y Rossi ( ‍Mozzoni, A. M. y Rossi, G. (1895). A las muchachas que estudian; La unión libre. Buenos Aires: Biblioteca de la Questione Sociale. 1895), y Rossi ( ‍Rossi, G. (1896). Un episodio de amor en la Colonia socialista Cecilia. Buenos Aires: Biblioteca de la Questione Sociale. 1896).

[25]

Souza Cunha ( ‍Souza Cunha, E. A. (2018). Edição e circulação de impressos anarquistas em Buenos Aires (1890-1905) [tesis inédita]. Universidade de São Paulo.2018): 152-‍154.

[26]

Ibid.: 180.

[27]

El apoyo inicial del anarquismo a la Revolución rusa en Doeswijk ( ‍Doeswijk, A. (1998). Entre camaleones y cristalizados: los anarcobolcheviques rioplatenses [tesis doctoral]. Universidad de Campinas.1998) y Pittaluga ( ‍Pittaluga, R. (2015). Soviets en Buenos Aires. La izquierda de la Argentina ante la revolución en Rusia. Buenos Aires: Prometeo.2015); la explosión editorial y el número de folletos en Domínguez ( ‍Domínguez, L. (2017). Un itinerario por los proyectos editoriales del anarquismo en Argentina: cambios, maniobras y permanencias. Izquierdas, 33, 21-41.2017): 35.

[28]

López Méndez, G., «La Guilda de Amigos del Libro y la reacción», La Protesta (LP), 17-05-1929.

[29]

«El libro y la propaganda anarquista», La Protesta. Suplemento semanal (LPSS), 3-12-1923; At., «Los libros», ibid., 31-7-1922.

[30]

La Semana Trágica argentina se produjo dentro del ciclo huelguístico de 1917-‍1922. Comenzó como una huelga en los talleres siderúrgicos Vasena y acabó en luchas callejeras y pogromos contra la población judía. Ha sido interpretada de manera desigual, como movimiento revolucionario o espontáneo. Véase las reflexiones de Falcón y Monserrat ( ‍Falcón, R. y Monserrat, A. (1998). Una vez más la Semana Trágica: estado de la cuestión y propuestas de discusión. Cuadernos del CIESAL, 4, 35-50. 1998).

[31]

Abad de Santillán ( ‍Abad de Santillán, D. (1977). Memorias, 1897-1936. Planeta: Barcelona. 1977): 55; para la historia de La Protesta, véase: Anapios ( ‍Anapios, L. (2016). Prensa y estrategias editoriales del movimiento anarquista en la Argentina de entreguerras. Anuario del Instituto de Historia Argentina, 16, 1-20. 2016); Suriano ( ‍Suriano, J. (2001). Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910. Buenos Aires: Manantial.2001); Quesada ( ‍Quesada, F. (1974). La Protesta. Una longeva voz libertaria. Todo es historia, 82-83, 74-96. 1974); Colombo ( ‍Colombo, E. (1999). El Suplemento de La Protesta. En Los desconocidos y los olvidados. Historias y recuerdos del anarquismo en la Argentina (pp. 63-83). Montevideo: Nordan.1999), y Andreu ( ‍Andreu, J. (1985). Lectures anarchistes: la «Librería» de La Protesta. Cahiers du Monde Hispanique et Luso-Brésilien, 45, 101-106. 1985).

[32]

«Progresos de La Protesta», LPSS, 30-04-1923.

[33]

Anapios ( ‍Anapios, L. (2011). Una promesa de folletos. El rol de la prensa en el movimiento anarquista en la Argentina (1890-1930). A Contracorriente, 8, 1-33.2011) y Migueláñez ( ‍Migueláñez Martínez, M. (2018). Más allá de las fronteras. El anarquismo argentino en el periodo de entreguerras [tesis doctoral inédita]. Universidad Autónoma de Madrid. 2018).

[34]

«Seis años»; «Un año más», y «Notas y comentarios. Al iniciar el nuevo año», La Protesta. Suplemento quincenal (LPSQ), 26-12-1927; 31-‍12-1928, y 01-‍1930.

[35]

«Entrando en el séptimo año», LPSQ, 20-1-1928.

[36]

Anapios ( ‍Anapios, L. (2016). Prensa y estrategias editoriales del movimiento anarquista en la Argentina de entreguerras. Anuario del Instituto de Historia Argentina, 16, 1-20. 2016).

[37]

«El libro y la propaganda anarquista», LPSS, 3-12-1923. Los libros en ruso y en alemán llegan a Buenos Aires: «Editorial y librería La Protesta», ibid., 10-12-1923, y carta de Apolinario Barrera a Diego Abad de Santillán, Buenos Aires, 24-‍11-1923. IIHS, Archivo Diego Abad de Santillán (ADAS), carpeta 20. Para los contactos internacionales en Francia, véase Garner (2018) y Berry (2016).

[38]

Ferandel, «La Obra Internacional de ediciones anarquistas», LP, 24-06-1924.

[39]

Carta de Nicolás T. Bernal a Diego Abad de Santillán, 26-‍5-1925. IIHS, ADAS, 25.

[40]

Cartas de Tomás Herreros a Diego Abad de Santillán, Barcelona, 7-‍3-1925 y 05-‍11-1924. También cartas de Santiago Costa y Pedro Sierra, entre otras las de 1-‍2-1926 y 22-‍5-1926, respectivamente. Ibid., 143, 69 y 263.

[41]

Carta de Apolinario Barrera a Diego Abad de Santillán, Buenos Aires, 22-‍8-1923, ibid., 20.

[42]

Navarro ( ‍Navarro Navarro, F. J. (2004). A la revolución por la cultura: prácticas culturales y sociabilidad libertaria en el país valenciano (1931-1939). Valencia: Universidad de Valencia. 2004); Siguán ( ‍Siguan Bohemer, M. (1981). Literatura popular libertaria. Trece años de «La Novela Ideal» (1925-1938). Península: Barcelona.1981), y Madrid y Soriano (inédito); carta de Federico Urales a Diego Abad de Santillán, Barcelona, 26-‍5-1925. IIHS, ADAS, 279.

[43]

Abad de Santillán ( ‍Abad de Santillán, D. (1977). Memorias, 1897-1936. Planeta: Barcelona. 1977): 72. El contacto con Herreros en Iñíguez ( ‍Iñiguez, M. (2001). Esbozo de una enciclopedia histórica del anarquismo español. Madrid: Fundación Anselmo Lorenzo.2001). Sobre Santillán, véase Casanova ( ‍Casanova, J. (2004). Diego Abad de Santillán, memoria y propaganda anarquista. Historia Social, 48, 129-147.2004); Navarro Comas ( ‍Navarro Comas, R. (2007). Propaganda y periodismo político en tiempos de guerra. Diego Abad de Santillán y la afinidad anarquista (1919-1939) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca. 2007), y Migueláñez ( ‍Migueláñez Martínez, M. (2013). Diego Abad de Santillán (1897-1983): los viajes doctrinarios de un anarquista transnacional. En M. Pérez Ledesma (ed.). Trayectorias trasatlánticas (Siglo xx): personajes y redes entre España y América (pp. 163-198). Madrid: Polifemo. 2013).

[44]

Carta de Pedro Sierra a Diego Abad de Santillán, 24-‍10-1925. IIHS, ADAS, 263.

[45]

Bakunin ( ‍Bakunin, M. (1924-1928; 1937-1938). Obras completas. 5 tomos. Buenos Aires: La Protesta; Barcelona: ETYL.1924-1928). Las citas en Abad de Santillán, D., «Bakunin», LP, 14-06-1926 y carta de Apolinario Barrera a Diego Abad de Santillán, 22-‍08-1923. IIHS, ADAS, 20. Las colecciones en «Editorial La Protesta», LPSQ, 25-10-1927.

[46]

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[47]

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Para estas dos editoriales véase especialmente Anapios ( ‍Anapios, L. (2016). Prensa y estrategias editoriales del movimiento anarquista en la Argentina de entreguerras. Anuario del Instituto de Historia Argentina, 16, 1-20. 2016) y Graciano ( ‍Graciano, O. (2012). La escritura de la realidad. Un análisis de la tarea editorial y del trabajo intelectual del anarquismo argentino. Izquierdas, 12, 72-110. 2012). Sobre las conexiones hispano-argentinas en el discurso médico anarquista: Ledesma Prietto ( ‍Ledesma Prietto, N. (2016). «La revolución sexual de nuestro tiempo». El discurso médico anarquista sobre el control de la natalidad, la maternidad y el placer sexual. Argentina, 1931-1951. Buenos Aires: Biblos. 2016).

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