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SUMARIO

  1. Notas

Este libro, editado por cuatro reconocidos expertos en la materia como Hugo García, Mercedes Yusta, Xavier Tabet y Cristina Clímaco, cuenta con la participación de dieciocho historiadores y de diecisiete ensayos que aportan síntesis y nuevos enfoques sobre el antifascismo a partir de un marco geopolítico diversificado: España, Italia, Francia, Portugal, Alemania y Gran Bretaña. En todos ellos, el antifascismo ha tenido un papel fundamental como movimiento sociopolítico y, sucesivamente, como objeto de estudio de los debates historiográficos hasta las fechas más recientes.

De entrada cabe decir que este libro se asoma al panorama historiográfico europeo del antifascismo para convertirse en un texto y compendio de referencia, pues ofrece un análisis meticuloso y acertado en la mayoría de sus ensayos, de este fenómeno a lo largo de todo su recorrido desde el período de entreguerras hasta hoy. Se aprecia, además, que no se pretende ofrecer «un nuevo paradigma antifascista» frente a los ataques de un revisionismo histórico que, a menudo, han intentado desvirtuar al antifascismo en cuanto objeto de estudio y obstaculizar su difusión en las prácticas políticas y de la memoria.

Este volumen se sitúa en el ritmo ascendente de la producción bibliográfica publicada en los últimos años sobre el antifascismo o, más bien, los antifascismos

Serge Wolikow, «Les gauches, l’antifascisme et le pacifismependant les années 1930», en Jean-Jacques Becker y Gilles Candar (coord.), Histoire des Gauches en France, XXe Siècle: à l’épreuve de l’histoire, vol. 2, Paris, La Découverte, 2004.

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, dado que en la década de los años veinte y treinta se difundieron diferentes maneras de entender lo que fue un sentimiento, una cultura política y, sobre todo, un amplio movimiento político y social. Esta amplitud de miras se refleja en el ensayo de Hugo García sobre el antifascismo español en los años treinta, donde se destaca el aspecto plural de la cultura del antifascismo y su heterogeneidad en los diversos contextos nacionales y, al mismo tiempo, su carácter de masa e incluyente con respecto a las diversas formas de entender el antifascismo en el seno de la izquierda.

En la primera parte del libro se abordan los principales temas y debates de la historiografía sobre el movimiento antifascista en los contextos europeos más relevantes. Se empieza el recorrido por un caso emblemático: la campaña de liberación del líder comunista alemán Ernst Thälmann, que es presentado por Anson Rabinbach de forma novedosa y reveladora. Después se abordan, en un estudio dedicado a Gran Bretaña escrito por Tom Buchanan, nuevas perspectivas para ampliar el marco del concepto «antifascismo». La acción del antifascismo en Portugal queda reflejado en la reconstrucción por Cristina Clímaco de un recorrido que inicia en 1926 y la propuesta de una interesante conexión con la España de la Guerra Civil. Sorprende, en fin, la presencia de un capítulo dedicado al antifascismo en Argentina, no por la falta de relevancia del ensayo de Andrés Bisso, que es considerable, sino porque queda algo aislado del marco general del antifascismo europeo. No aparece bien reflejada la importancia real que tuvo la acción y el movimiento antifascista en un contexto no afectado directamente, pese a la presencia de una amplia emigración europea, italiana especialmente, por el ascenso del fascismo.

Cabe destacar que esta obra se asoma al panorama historiográfico reconociendo desde el principio el amplio y acreditado recorrido bibliográfico existente sobre el antifascismo, destacando tanto en su introducción como en sus aportaciones individuales los logros historiográficos alcanzados por autores como Jacques Droz, Bruno Groppo, Alberto De Bernardi, Enzo Traverso, Claudio Natoli o Ferrán Gallego. Por lo tanto sería matizable la afirmación que hace Michael Seidman —y que reitera en su reciente libro sobre el antifascismo

Michael Seidman, Antifascismos, 1936-‍1945. La lucha contra el fascismo a ambos lados del Atlántico, Madrid, Alianza, 2017.

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— de que «historiadores y científicos» han ignorado el carácter inclusivo y la diversidad del antifascismo, que considera «la ideología más potente del siglo xx». Esta matización en nada disminuye el interés del capítulo que Seidman dedica al antifascismo del Frente Popular en Francia y su análisis novedoso de las distintas formas que adopta entre 1939 y 1945, entre las cuales distingue el antifascismo revolucionario promovido durante la Guerra Civil española y otro que adquiere un carácter conservador, counter-revolutionary. Observa cómo este último pudo haber influido en los límites de las políticas del Frente Popular, debilitado por las luchas de carácter nacional a la hora de frenar el expansionismo del nazismo y la llegada del frente de Vichy.

Este libro tiene la valentía, pues, de presentar no solo los «méritos» del antifascismo sino también sus límites. En esta dirección vemos cómo las conclusiones del estudio de Hugo García no dejan de subrayar una de las facetas menos gloriosas dentro de las visiones del antifascismo cuando se refiere a la violencia represiva en la zona republicana, y de cómo estos hechos no pueden justificarse bajo la casilla «cultura de guerra».

Sorprende en el libro que la categoría histórica de transnacionalidad, tan necesaria en el estudio de un fenómeno transnacional como es el antifascismo, se asome tímida y solo finalmente de la mano de Giulia Albanese y su análisis de las razones de la crisis de las instituciones liberales. Es un estudio importante porque, si bien la historiografía se ha dedicado con detenimiento a ver los límites del liberalismo, se ha interesado mucho menos en comparar los vínculos trasnacionales entre los movimientos y grupos que se enfrentaron al ascenso del fascismo en el sur de Europa y a estudiar si estos vínculos podrían dar algunas claves de lectura en la afirmación de los regímenes autoritarios. Este ensayo deja abierta una pregunta crucial en los estudios del antifascismo e invita a reflexionar sobre la importancia que podría tener, para interpretar la derrota de los partidos y sindicatos de izquierda, su resistencia a las dictaduras autoritarias en los años veinte, así como la falta de diálogo transnacional entre las diferentes organizaciones de trabajadores y en el movimiento de izquierda.

Otro de los méritos del libro, lógico siendo una de sus editoras Mercedes Yusta, es la atención prestada al antifascismo femenino/feminista transnacional europeo, que ya cuenta con una abundante bibliografía tanto sobre el asociacionismo femenino como sobre las reconstrucciones de nuevos perfiles de mujeres que formaron parte de esta cultura política. El primer ensayo sobre antifascismo de género es el de Isabelle Richet, que pone sobre la mesa problemas de orden metodológico e historiográfico en la relación entre mujer y antifascismo, rescatando a las mujeres del binomio antifascistas y partisanas o heroínas de la resistencia. La autora subraya la necesidad, tras la caída del paradigma antifascista, de rescatar a las mujeres activistas de la amnesia que se ha versado sobre ella y hace un recorrido en el caso italiano sobre la exclusión de las mujeres del denominado Tempio della virilità —título del libro de Patrizia Gabrielli

Patrizia Gabrielli, Tempio della virilità, L’antifascismo, il genere, la storia, Franco Angeli, Torino, 2008.

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— en el encuentro fallido entre historia de las mujeres, gender history e historia del antifascismo.

El ensayo de Mercedes Yusta subraya la importancia de organizaciones como la Unión de Mujeres Españolas Antifascistas y la Federación Democrática Internacional de Mujeres en el desarrollo del antifascismo y, al mismo tiempo, destaca cómo se ha minimizado la importancia en la historiografía francesa y española de unos discursos y características propias del antifascismo femenino, dándole casi el estatus de «una subcultura»

Mercedes Yusta, Madres coraje contra Franco: la Unión de Mujeres Españolas en Francia del antifascismo a la Guerra Fría (1941-‍1950), Madrid, Cátedra, 2009.

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. El capítulo evidencia las intersecciones entre las distintas políticas culturales como el feminismo y el antifascismo, desmonta la identificación entre antifascismo y comunismo en los años treinta y defiende los elementos propios del antifascismo (el pacifismo y el maternalismo feminista) hasta cuando en los inicios de la Guerra Fría estallaron las dificultades de la conjunción entre feminismo y marxismo.

La segunda parte del libro coincide en sus contenidos con el subtítulo del libro: History, memory and politics 1922 to the present, pues se indagan los distintos usos públicos de la memoria y los discursos del antifascismo desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la persistente aparición de nuevas tendencias revisionistas y debates mediáticos. Además, se aborda el tema de las políticas públicas de la memoria, controvertidas y no siempre acertadas. Filippo Focardi hace referencia a los «nuevos» días y actos de conmemoración en Italia, como el día de las Foibe celebrado el día 10 de febrero desde 2004. Este bloque de ensayos destaca por llegar hasta hoy, tocar temas acuciantes de las políticas recientes de los Gobiernos y sus justificaciones teóricas revisionistas a la hora de actuar en detrimento de una memoria donde domina la equidistancia en la evaluación de la violencia y los errores del fascismo y el antifascismo. Los ensayos de Stéfanie Prezioso y Enzo Traverso dejan clara la necesidad de diferenciar los conceptos «revisionismo» y «revisión». Más discutible es la insistencia en las narrativas de las resistenze nacionales, que hace inclinar a veces los ensayos hacia el binomio resistencia igual a antifascismo, dejando por momentos de lado el marco de referencia.

Los ocho ensayos presentados en esta parte abordan, excepto dos de ellos, algunos de los ámbitos nacionales ya analizados en el primer bloque (Francia, Italia, España y Portugal) y constituyen, en cierto modo, una continuación lógica y argumentada de lo analizado con respecto a los años del «antifascismo histórico (1934-‍1939)», siguiendo la clasificación de Gilles Vergnon

Gilles Vergnon, «¿Historizar el antifascismo? Retorno sobre una cuestión», en Aurora Bosh e Ismael Saz, Izquierdas y derechas ante el espejo.Culturas políticas en conflicto, Valencia, Tirant Humanidades, 2016.

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. Desde los años de entreguerras se llega a analizar la evolución historiográfica del antifascismo y los «usos y abusos», como acertadamente afirma José María Faraldo, de su aplicación política e historiográfica.

El análisis de los antifascismos desde la posguerra encuentra en los contextos analizados en el libro muchos puntos de contacto. En el caso de los ensayos de Gilles Vergogn, de Prezioso y de Focardi encontramos una cierta cohesión con los textos dedicados a Francia e Italia en la sección anterior y nos señalan cómo el antifascismo se convirtió en ambos casos en un elemento constitutivo en las respectivas políticas republicanas de la posguerra, cuando el antifascismo se convirtió en algo consustancial de los debates públicos y mediáticos sobre las políticas de la memoria, adquiriendo un creciente protagonismo en las tendencias revisionistas. Los ensayos de Focardi y Prezioso son una demostración de la necesidad de desafiar la historiografía revisionista y las tendencias neofascistas y, al mismo tiempo, constituyen una honesta admisión de los límites de la izquierda al no haber sabido llevar adecuadamente a los debates públicos la defensa del antifascismo, como ha señalado Focardi en su libro Il Cattivo tedesco el il bravo italiano

Filippo Focardi, Il Cattivo tedesco e il bravo italiano. La rimozione delle colpe della seconda guerra mondiale, Bari, Laterza, 2013

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. Esta carencia habría favorecido la victoria de los «Dan Brown» en la historia italiana —en referencia a Gianpaolo Pansa— al identificar la resistencia exclusivamente con la guerra civil y al llamar la atención sobre la creación en Italia de una memoria basada en el paradigma de la autovictimización.

Javier Muñoz Soro, con un título sugerente de lo que va a tratar en su ensayo, In Search of the Lost Narrative —título que podríamos aplicar a muchos de los contextos que se analizan en este segundo bloque— nos presenta, en perfecta continuidad con el recorrido y debate del antifascismo de los ensayos anteriores sobre España, una esclarecedora aproximación al presente, especialmente en lo que se refiere a las reflexiones sobre los debates públicos e historiográficos sobre el antifascismo a partir de mediados de la década de los noventa, cuando, como dice el autor «la memoria de la guerra y de la dictadura volvieron con fuerza» tras el «pacto del silencio» de la transición. El autor, sin anquilosar el análisis al contexto español, subraya cómo la vuelta a estos debates sobre el antifascismo, y en parte su banalización, fue común a muchos países de Europa occidental. En Portugal, por ejemplo, como nos describe magistralmente Luciana Sotelo, se dio un proceso de «trivialización del régimen de Salazar». El surgir, subrayado por Muñoz Soro, de lo que se define como «neofranquismo-pseudorrevisionismo» no ha sido un proceso ausente en Italia, como ya ha demostrado Focardi, tras la crisis del paradigma antifascista. España experimentó por las mismas fechas, en parte como consecuencia de la crisis del antifascismo en Italia

Sergio Luzzato, La crisi dell’antifascismo, Torino, Einaudi, 2004.

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, la llegada del revisionismo. Este ha defendido, como subraya Traverso en su ensayo Antifascism between Collective memory and Historical Revisions retomando el término de Ricardo Robledo de «equiviolencia», una culpabilidad compartida e igualada.

Los ensayos de Muñoz Soro y de Traverso con respecto a España e Italia describen caminos a menudo paralelos sobre el antifascismo a partir de los noventa, con la diferencia de que en España el antifascismo fue reducido a la irrelevancia política durante un largo tramo de su historia en el franquismo y la transición, y en Italia, no. Los dos ensayos discrepan en un aspecto: el encasillamiento que hace Traverso a la aportación de algunos historiadores españoles que han debatido «sobre las luces y sombras de la República» etiquetándolos como revisionistas y reabriendo viejos debates sobre este «falso revisionismo académico», como, al revés, lo define Soro. Un tema que creo que podría haberse dejado de lado cuando el problema real, como se destaca en ambos ensayos, es que la historiografía está todavía en busca de un relato del antifascismo —in search of the lost narrative— que ha sido desde mediados de los años noventa tergiversado y diluido por la difusión de la equivalencia en la memoria, tanto en libros como en actos políticos, memoriales, debates públicos y medios de comunicación. Llegando así aquella grey zone que rememora Traverso y de la cual nos hablaba Primo Levi a propósito de ejecutores y víctimas

Primo Levi, The Drowened and the Saves, Nueva York, 1988.

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.

Por último, algunas consideraciones sobre los dos primeros ensayos que componen esta segunda parte del libro que he dejado para el final dado que se alejan un poco del marco geográfico de referencia y que, sin embargo, quedan perfectamente justificados. Me refiero a los capítulos de Robert S. Coale y de José María Faraldo, que destacan por la centralidad que adquiere el término antifascismo tanto en los discursos de los American volunteers que participaron en la Guerra Civil como en el caso del uso del término en el bloque soviético. Resulta de especial interés el ensayo de José María Faraldo por el exhaustivo recorrido que hace de los «usos y abusos» de los conceptos de fascismo y antifascismo en el contexto soviético, desde sus orígenes hasta la persistencia de estos discursos tras la caída de la URSS, y su última aplicación al caso de Ucrania. La gradual identificación del concepto de nacionalismo con el de fascismo en el caso ucraniano se convierte en un estudio de caso de cómo las prácticas de la memoria han operado en esta dirección. Este ensayo nos demuestra la versatilidad de los conceptos que, desde el antifascismo triunfalista de la segunda posguerra, ha llegado a su versión más revisionista para legitimar una intervención militar como la de Ucrania.

En conclusión, este libro ofrece una excelente puesta al día de los estudios sobre el antifascismo, pero también de los riesgos de sus usos, aplicaciones y tergiversaciones nacionales. A la luz de unos estudios que viajan paralelos en sus análisis, quizás un enfoque transnacional y comparativo de los distintos ámbitos tomados en cuenta nos hubiese ofrecido unas claves interpretativas aún más esclarecedoras para explicar los parecidos de los procesos historiográficos y políticos más allá de los confines nacionales.

Notas[Subir]

[1]

Serge Wolikow, «Les gauches, l’antifascisme et le pacifismependant les années 1930», en Jean-Jacques Becker y Gilles Candar (coord.), Histoire des Gauches en France, XXe Siècle: à l’épreuve de l’histoire, vol. 2, Paris, La Découverte, 2004.

[2]

Michael Seidman, Antifascismos, 1936-‍1945. La lucha contra el fascismo a ambos lados del Atlántico, Madrid, Alianza, 2017.

[3]

Patrizia Gabrielli, Tempio della virilità, L’antifascismo, il genere, la storia, Franco Angeli, Torino, 2008.

[4]

Mercedes Yusta, Madres coraje contra Franco: la Unión de Mujeres Españolas en Francia del antifascismo a la Guerra Fría (1941-‍1950), Madrid, Cátedra, 2009.

[5]

Gilles Vergnon, «¿Historizar el antifascismo? Retorno sobre una cuestión», en Aurora Bosh e Ismael Saz, Izquierdas y derechas ante el espejo.Culturas políticas en conflicto, Valencia, Tirant Humanidades, 2016.

[6]

Filippo Focardi, Il Cattivo tedesco e il bravo italiano. La rimozione delle colpe della seconda guerra mondiale, Bari, Laterza, 2013

[7]

Sergio Luzzato, La crisi dell’antifascismo, Torino, Einaudi, 2004.

[8]

Primo Levi, The Drowened and the Saves, Nueva York, 1988.