RESUMEN

El artículo demuestra el llamado a la acción violenta de los anarquistas del Partido Liberal Mexicano. Ubicados como reformistas que influyeron en la Constitución de 1917, los ácratas fueron transformados y colocados al servicio del Estado. En este escrito, basado en su publicación de nombre Regeneración, se abordan las razones de por qué solo con la desaparición violenta de burgueses, autoridades y clero se lograría la libertad y se establecería en el mundo la anarquía. El amor iba a predominar sin los enemigos defensores de la propiedad privada. Los tres monstruos de la humanidad debían ser eliminados, la guerra era a muerte, sin negociaciones ni medias tintas. Sin embargo, esta postura, que se mantuvo durante una década, se vio transformada exitosamente por Enrique Flores Magón, quien en años posteriores realizó acciones de construcción de memoria que minimizaron el objetivo expresado en Regeneración y logró la inclusión en la teleología revolucionaria como los precursores sociales de la Revolución mexicana, dejando de lado el tema de la violencia como único camino y el llamado al proletariado mundial a sumarse a una revolución que, en sus escritos, ya era comunista.

Palabras clave: Violencia; anarquía; amor a la humanidad; revolución mundial; Partido Liberal Mexicano; propaganda por el hecho.

ABSTRACT

The article demonstrates the call to violent action of the anarchists of the Mexican Liberal Party. Positioned as reformists, who influenced the 1917 Constitution, the anarchists were transformed and placed at the service of the State. In this writing, based on its publication Regeneración, the reasons why only with the violent disappearance of the bourgeoisie, authorities and clergy, freedom would be achieved and anarchy would be established in the world are addressed. Love would prevail, without the enemy defenders of private property. The three monsters of humanity had to be eliminated, the war was to the death, without negotiations or half measures. However, this stance, which was maintained for a decade, was successfully transformed by Enrique Flores Magón, in later years, carried out memory building actions that minimized the objective expressed in Regeneración and achieved the inclusion in the revolutionary teleology as the social precursors of the Mexican revolution, leaving aside the issue of violence as a call to the world proletariat.

Keywords: Violence; anarchy; love to humanity; world revolution; Mexican Liberal Party; propaganda by the deed.

Cómo citar este artículo / Citation: Samaniego López, Marco Antonio (2024). Para el derecho a vivir, el camino de la violencia. Historia y Política, 51, 249-‍275. doi: https://doi.org/10.18042/hp.2024.AL.02

La violencia, empleada por los trabajadores, es justa, porque se emplea en beneficio de la humanidad entera. Los problemas obreros son problemas humanos por excelencia, problemas que resultan de este hecho: la opresión, en cuya desaparición está interesada la justicia; la justicia, aspiración común a todos los seres humanos. La causa de los trabajadores es la causa de la humanidad.[1]

Celso Marquina, seudónimo de Ricardo Flores Magón. Abril de 1916.

El Partido Liberal Mexicano está levantado en armas en México luchando contra estos tres enemigos de la humanidad: Gobierno, Capital, Clero, y no depondrá las armas hasta que la tierra, la maquinaria de producción y los medios de transportación queden en las manos de todos y cada uno de los habitantes de México, hombres y mujeres, y hasta que hayan desaparecido el último burgués, el último representante de la Autoridad y el último sacerdote.

Regeneración, 1914-1916.

I. INTRODUCCIÓN[Subir]

Los anarquistas del Partido Liberal Mexicano entre 1910 y 1918 repitieron que el único camino para terminar con el capitalismo era la eliminación de la burguesía, los gobernantes y el clero. Esa propuesta tuvo como sustento la consideración ideológica que, de acuerdo con la racionalidad de sus textos, se estaba logrando en México y muy pronto en Estados Unidos: todos los medios de producción serían tomados, inevitablemente, por los trabajadores y quienes no se sumaran a ello debían ser eliminados. Por ello, la violencia era justa porque se empezaba a llevar a efecto el reparto de todo: tierras, fabricas, ferrocarriles, barcos. Los burgueses, los funcionarios y los sacerdotes, es decir, la clase parasitaria, la que engañaba a los trabajadores, si se les permitía vivir iban a reorganizarse para retomar lo que les había sido arrebatado con toda justicia. La gran revolución socioeconómica, la misma que estaba ya iniciada en México, era el ejemplo de la humanidad y todos los trabajadores debían sumarse hasta lograr el único final posible: el sol de la anarquía en todo el planeta.[2]

De acuerdo con Reinhardt Koselleck, la prognosis, es decir, la certeza de que existe una finalidad de la historia, un telos, es lo que explica la relación futuro-pasado.[3] El entrecruzamiento del tiempo cobra sentido cuando lo que se pretende es acelerar el futuro. Para el caso que aquí abordamos, la anarquía es un final inevitable. Su labor a través de Regeneración era crear conciencia de ese tiempo por venir, con todas sus bondades. No luchaban por una quimera, una utopía, sino por eventos que la ciencia había demostrado y que con las acciones armadas de los expropiadores, los comunistas, la gran venganza en contra de la burguesía se llevaría a efecto.[4] Era el momento de pagar por un pasado de privilegios, de excesos y mentiras que habían sido las estrategias de los aprovechados, los egoístas. Como apuntó de diversas maneras Ricardo Flores Magón, el anarquismo «es el ideal filosófico más alto, más noble, más puro que ha alcanzado la inteligencia humana».[5] La única forma de lograr una sociedad igualitaria era con la revolución económica que se estaba realizando, sin seguir lideres o jefes, sino gracias a los conscientes que, desde su perspectiva, repartían todo entre todos.

Por ello, los hombres que habían sacrificado todo por la anarquía, Gaetano Bresci, Michele Angiolillo, Mateo Morral, Leon Czolgosz, Ravachol, Émily Henry y Auguste Vaillant fueron presentados como ejemplo que seguir.[6] En diversos momentos en Regeneración y en Regeneración sessione italiana, editado por Ludovico Caminita en el segundo semestre de 1911, eran los héroes que pasaron de la idea a la acción y realizaron un aporte para el logro del objetivo: acabar con la autoridad, el clero y la burguesía. Ellos eran el ejemplo y quienes desearan participar en la gran revolución social debían seguir sus pasos. La nueva humanidad ya estaba surgiendo en México y era indispensable que el proletariado del mundo acudiera al llamado.[7] William McKinley, el expresidente de Estados Unidos, apuntó Caminita que merecía ser asesinado.[8]

Este planteamiento contrasta con la memoria construida a partir de la posrevolución, en la que los anarquistas del Partido Liberal Mexicano son ubicados como los precursores de la Revolución mexicana o, para destacar a Ricardo Flores Magón como el precursor, quien le dio una ideología al movimiento armado que impactó en la Constitución de 1917. Incluso, algunos autores indican que este personaje buscaba por medios pacíficos los cambios en beneficio de los trabajadores. El anarquismo es una palabra a la que no se le otorga significante y parece que, a pesar de dicha ideología, los ácratas del PLM luchaban por el capitalismo reformista.[9] Así, por ejemplo, José Revueltas, indica que «las actividades revolucionarias de los Flores Magón (Ricardo) y de los magonistas, el punto de arranque donde hay que colocar, a nuestro modo de ver, los antecedentes contemporáneos de una conciencia socialista, propia, nacional, de la clase obrera mexicana». Posteriormente, acusa a los autores que le dan significado al anarquismo de actuar en contra de Ricardo para hacerlo aparecer «como alguien que contraponía la lucha por la desaparición del Estado a las tareas históricas encomendadas al movimiento revolucionario de 1910-‍1917».[10] Es decir, quienes destacaban el anarquismo eran quienes estaban en contra de Ricardo, un supuesto socialista que no aparece en las páginas de Regeneraciòn.[11] De igual forma, numerosos autores minimizan la propuesta anarquista y concluyen que quienes destacan el anarquismo es para «desprestigiarlo», dado que, necesariamente, la ideología ácrata está en contra de la idea de patria.

Este escrito plantea, en términos de Paul Ricoeur, como olvido y memoria manipulada, que se puede explicar que una narrativa central en los anarquistas del PLM quedara marginada y desplazada. Como apunta Ricoeur, «las estrategias del olvido se injertan directamente en este trabajo de configuración: siempre se puede narrar de otro modo, suprimiendo, desplazando los momentos de énfasis, refigurando de modo diferente a los protagonistas de la acción al mismo tiempo que los contornos de la misma».[12]

En 1931, con la publicación de Veinte años después, Enrique Flores Magón desplazó al anarquismo por un socialismo en el que su propuesta era el programa del Partido Liberal Mexicano de julio de 1906. Dicho programa, del cual Juan Sarabia fue el principal redactor, se convirtió en el rostro de los «precursores sociales de la Revolución mexicana», quienes lucharon en contra de Porfirio Díaz. Por tanto, ellos eran los que debían recibir el reconocimiento correspondiente. Para ello, se apoyó en quienes no fueron ácratas y del silencio de Antonio de Pío Araujo —a quien mencionamos en este escrito en repetidas ocasiones— para sostener ese discurso y presentarse como reformistas y patriotas. En años siguientes se reconoció a Ricardo en esa dimensión y surgieron testigos que ratificaron dicha postura, mismos que no conocieron o participaron del olvido de la propuesta ácrata. Destaca Ethel Duffy, quien en 1937 indicó que los ácratas del PLM eran patriotas y años después publicó un libro en el que el anarquismo no aparece.[13]

En este trabajo se aborda el tema de la violencia como el camino para terminar con los tres monstruos de la humanidad: Gobierno, capital y clero, los mismos que debían ser eliminados para vivir en la anarquía. La lucha de clases terminaría con la eliminación de la propiedad privada y para ello era indispensable eliminar a sus defensores. Si bien en algunos escritos se llama a estos a sumarse al trabajo colectivo que debe imperar, en la mayoría se plantea que el camino era su eliminación. El terror implantado por el capitalismo y sus perros guardianes debía ser combatido con el terror. No debía darse tregua a los enemigos del proletariado y permitir que hicieran a un lado los logros que para ellos eran evidentes: la toma de la tierra y los medios de producción que ya se estaban realizando en México, donde el pueblo, desde 1911, imponía el comunismo anárquico. Ese avance era imparable y basados en la ciencia, el derecho a la vida era la recompensa para todo el proletariado del mundo.

Identificados bajo el «magonismo», «los precursores», «el precursor», numerosos autores han dejado fuera la propuesta anarquista para presentar a un grupo de seguidores de Ricardo Flores Magón, que bajo las siglas del PLM lucharon en contra de Díaz. Crean una ficción en la que se intentó una revolución «alternativa», «otra revolución» o una utopía «magonista» en el Distrito Norte de la Baja California, pero fue derrotado por una conspiración en su contra.[14] En los años siguientes, la narrativa se limita a indicar los encarcelamientos y se deja de lado lo que se afirmó en Regeneración: la revolución en México ya era anarquista, uniría a los trabajadores del mundo y terminaría con el capitalismo, objetivo del movimiento anarquista en el que estaban comprometidos y por el cual, cuando menos hasta 1918, estaban dispuestos a dar su vida en cumplimiento con el ideal.[15]

Señalamos dicho momento dado que Enrique Flores Magón, luego de la muerte de Ricardo, aceptó y promovió el sindicalismo, negocio su liberación con el Gobierno estadounidense, que lo acusaba por ser uno de los anarquistas más peligrosos, y a finales de la década de 1920, en compañía de su hermano Jesús Flores Magón, aceptaba que eran «magonistas» y reconocía al Gobierno mexicano. En la década de 1930 logró constituir oficialmente a los precursores de la revolución como un grupo reconocido por el Gobierno, afiliado al Partido Nacional Revolucionario, y solicitó ayuda para otros revolucionarios que participaron en los movimientos de 1906 y 1908.[16] Dicho de manera sencilla, en términos ideológicos era otro Enrique Flores Magón que logró imponer una narrativa acompañado de los liberales que habían pertenecido al PLM, pero sin hacer referencia a los anarquistas y, por supuesto, a los numerosos escritos que él mismo publicó en Regeneración de 1911 a 1918.

¿Por qué es relevante destacar esta aparente contraposición entre el amor a la humanidad y una apología de la violencia como único camino para terminar con el capitalismo e imponer la anarquía en todo el mundo? La razón es la intención de indicar que Regeneración se publicó en Los Ángeles, California, por lo que su sola emisión era contraria a la ley de Estados Unidos, dado que el anarquismo era delito. Anarquistas de Kansas, San Francisco, Nueva York o los más conocidos de Paterson, Nueva Jersey, vivieron la persecución de diversas formas desde principios del siglo xx. Publicaciones como Cronaca Sovversiva de Barre, Vermont, L´Era Nuova, La Questions Sociale y El Productor, de Paterson, Nueva Jersey, The Demostrator, de Home, Washington, Mother Earth de Nueva York o The Blast, de San Francisco, California, fueron perseguidas y sus editores encarcelados.[17] Francis Widmar, Luigi Galleani, Ludovico Caminita y Alexander Berkman fueron anarquistas convencidos de la violencia para lograr el objetivo de terminar con la burguesía y el Estado. Emma Goldman en algunos momentos también lo apoyó, aunque expresó dudas al respecto. Goldman influyó en Regeneración al proponer al anarquista William C. Owen para la página en inglés, además de sostener el llamado a sumarse a la exitosa revolución expropiadora que ya se realizaba. Widmar, Galleani, Caminita y Berkman impulsaron el asesinato de figuras públicas; este último fue quien trató de asesinar al empresario Henry Clay Frick en 1892. Luego de catorce años en prisión, al salir de la cárcel apoyó a los anarquistas del PLM. Widmar y Galleani fueron encarcelados en varios momentos por sus publicaciones, lo mismo que Ludovico Caminita, quien, por su llamado a la violencia, vivió el proceso persecutorio que culminó con el cierre de La Questione Socialle en 1908.[18] Caminita fue el editor de Regeneración sessione italiana, la misma que entre agosto y noviembre de 1911 proclamó el fin del capitalismo y el heroísmo de Bresci, Angiolillo, Mateo Morral, Leon Czolgosz, Ravachol, Émily Henry y Auguste Vaillant, ya mencionados. A esos héroes apelaron en los años siguientes Ricardo y Enrique Flores Magón, así como Antonio de Pío Araujo.

Estas relaciones son las que han quedado relegadas en la teleología sobre los anarquistas del PLM que son transformados en reformistas. Por ello, señalamos que publicar Regeneración con su constante llamado a la violencia para destruir al Gobierno, el capitalismo y toda forma de creencia religiosa, es parte de un marco más amplio. En el semanario se repite el mensaje porque cada número se publica en medio de presiones legales o en persecución. Antonio de Pío Araujo, en 1912-‍1913, escribió escondido durante un año debido a una orden de presentación en su contra, mientras Ricardo y Enrique Flores Magón, Anselmo L. Figueroa y Librado Rivera estaban encarcelados. Ubicar los números de 1911 a 1918 como etapa puede crear la idea de que tiene una continuidad. Sin embargo, deseamos destacar que los ácratas del PLM estaban amenazados permanentemente por las autoridades e, incluso, por grupos de ciudadanos vigilantes que consideraban al anarquismo como un enemigo por su universalidad que se contrapone al sentido de nacionalismo. Además, el abogado general de Estados Unidos, George W. Wickersham, los perseguía particularmente desde 1908, cuando había ocupado el cargo equivalente en el oeste de Texas. Por ello, Regeneración fue una publicación constantemente amenazada, dada su propuesta revolucionaria que incluía al pueblo de Estados Unidos porque desde su perspectiva eran explotados de manera semejante al proletariado mexicano.

Para algunos autores la persecución a los anarquistas surge con el triunfo de la Revolución rusa en 1917, pero nosotros planteamos que fue permanente desde 1903, solo que en 1918-‍1920 se incrementó. En 1908 se prohibió a Ricardo Flores Magón escribir desde la cárcel debido a que se encontraron ejemplares de Cronaca Sovversiva entre un grupo de detenidos en Texas.[19] Entre los documentos había escritos en código por Ricardo en la cárcel de Los Ángeles, California.

II. SE TRATA DE DEVOLVER EL TERROR CON EL TERROR[Subir]

Una síntesis sobre lo que más se insiste en Regeneración es la siguiente. El sistema capitalista, apoyado en la existencia de la propiedad privada, el peor mal de la humanidad, había provocado una condición de terror hacia el proletariado, los verdaderos productores de la riqueza social. Ellos eran los dueños de los medios de producción, quienes mediante el robo habían sido despojados por la burguesía. Los propietarios burgueses, es decir, los ladrones, con ayuda de los gobernantes, los perros guardianes del capital, consolidaron un sistema que iba a desaparecer como efecto de las acciones armadas. Por ello, el objetivo de la revolución que ya triunfaba era expropiar, con las armas en la mano, todo aquello que era de los trabajadores.

Era necesario devolver el terror de los burgueses con el terror. Los defensores de la propiedad privada crearon la ley para mantener sus privilegios. El Gobierno era el instrumento mediante el cual los ricos disponían del derecho a la vida de los desheredados y, por tanto, la única libertad que existía era la de los burgueses que se utilizaba «para explotarnos y robarnos y humillarnos y de violar a las mujeres de nuestra clase». La burguesía estaba aterrorizada ante el avance de la anarquía y se requería que los conscientes ayudaran de inmediato. «¿Que muere todo gobierno? ¡Tanto mejor! ¿Que hay nihilismo aterrador? ¡En buena hora! Pero ese nihilismo no aterra a los de abajo, sino a los de arriba».[20]

Desde los primeros meses de 1911, el escenario para los ácratas del PLM era el llamado a los trabajadores del mundo a sumarse a las acciones que el pueblo mexicano ya había puesto en marcha. La justicia prevalecía por los revolucionarios que en Yucatán ejecutaban a los verdugos; las cabezas «que ves rodar están cargadas de culpas». Posteriormente afirmó Ricardo Flores Magón, en el poblado de Peto, en Yucatán, se había ajusticiado a las autoridades locales.[21]

Ante el ejemplo que se daba en México, se llamó a apoyar la gran tragedia universal que se realizaba entre las dos clases sociales, propietarios contra proletarios. El resultado sería una nueva humanidad que fundara en terreno sólido «la sociedad nueva de justicia y amor».[22] Ricardo Flores Magón, en su interpretación sobre los acontecimientos en México, luego de revisar las notas de la prensa demostraba el avance de los revolucionarios en los pueblos de Veracruz, Jalisco, Morelos, Puebla, Durango, Tlaxcala o San Luis Potosí, donde se eliminaba a las autoridades, se liberaba a los prisioneros y, sobre todo, se sometía a la burguesía. En abril de 1911, al ubicar los numerosos revolucionarios como ejemplo, hizo una pregunta: «¿Qué será cuando los revolucionarios liberales recibamos el apoyo de todos los desheredados del mundo?»[23]. Emma Goldman, en esos mismos días, indicaba a medios estadounidenses que el apoyo a la revolución debería ser inmediato. La humanidad estaba pendiente de los avances en México.

Ante las negociaciones de paz que realizaban representantes de Francisco I. Madero en mayo de 1911, Enrique Flores Magón delineó su inutilidad porque la revolución era la venganza contra el sistema social odioso y los revolucionarios que habían tomado conciencia no se detendrían con reformas políticas que de nada servían. El derecho a vivir era su meta y la ayuda que estaba por llegar asombraría al mundo.[24] Los ricos eran arrasados en los campos, haciendas y fábricas. La estúpida sociedad burguesa alentaba a los cobardes esbirros, pero esa táctica iba a recrudecer los odios y entonces «no digo que solamente los niños y las mujeres de los burgueses y sus sostenedores serán masacrados por los proletarios enfurecidos, sino que hasta los fetos de esa canalla serán descuartizados». Los burgueses lo buscaban, apuntó Enrique, «exterminio quieren y exterminio tendrán. Ellos precipitan la venida del 93 de Francia, ¡Bienvenido !¡ Viva la revolución social!».[25] Ricardo Flores Magón, en ese mismo ejemplar, planteó una frase que se repite con frecuencia: «Al que se oponga a la expropiación ¡fusiladlo! Al que os diga que después del triunfo se os va a poner en posesión de la tierra ¡fusiladlo! Al que nombre autoridades en los lugares conquistados ¡fusiladlo! Fusilad a todos esos, porque son ambiciosos ¡Muera la autoridad! ¡Muera el capital! ¡Mueran los jefes!».[26]

La guerra era a muerte y no habría paz hasta que se eliminara por completo a los tres monstruos de la humanidad. Antonio de Pío Araujo en enero de 1912 apuntó que no habría la paz que solicitaba Madero, Bernardo Reyes o los hermanos Vázquez Gómez. Ellos utilizaban la patria y la bandera para propiciar que los rebeldes se suicidaran. Esa paz solicitada por burgueses y sacerdotes no iba a llegar porque eran sanguijuelas que no producen nada a la comunidad: «¡Guerra!, ¡guerra sin tregua! responde el labrador desde los surcos, el minero desde las entrañas de la tierra, el trabajador de sección desde la vía férrea».[27] Ricardo Flores Magón, en ese mismo ejemplar, indicó que el movimiento era sin lideres ni jefes, sin nadie que diera ordenes ni hiciera leyes. Cuando se consiguiera la libertad económica, era porque había desaparecido el ultimo burgués y el ultimo representante de la autoridad.[28]

La rebelión, la sangre y la muerte de los burgueses no era por el placer de matar, sino por los siglos de explotación y miseria que se había generado con la conquista de los españoles. Los indígenas habían sido brutalmente despojados por los bandidos. Por ello había que tomar toda la tierra sin excepción, «desconociendo títulos y papelotes, papelotes y títulos que debéis quemar juntamente con las leyes que los hacen valer».[29] Los trabajadores debían declarar la guerra a muerte a todos los ricos «y tomad todo lo que ellos poseen para que, de hoy en adelante, tierras, minas, fábricas y talleres sirvan para el uso y disfrute de todos, hombres y mujeres». Luego de tomar lo que les corresponde por medio de las armas, era necesario hacer «acopio de dinamita y nitroglicerina. Contra la fuerza brutal de nuestros verdugos, debemos emplear la fuerza bruta también».[30]

No había que hacer huelgas, luchar por incremento de salarios o por las uniones de trabajadores, sino por la expropiación, la única solución a los problemas del proletariado. Imponer la anarquía y repartir a cada cual según su necesidad, es decir, el verdadero orden, dado que el robo y el despojo eran la tragedia universal que iba a modificarse con la participación de los trabajadores del mundo. Como apuntó de Pío Araujo, había que terminar con el bandidaje, «suprimid autoridades, a ajusticiar a los burgueses, y sobre todo a expropiar». Las propiedades de los ricos y el clero, así como todos los medios de comunicación debían ser gratis.[31]

México iba en camino al comunismo y nadie podría detener el avance de los expropiadores. Madero, incapaz de gobernar, sería derrotado por Bernardo Reyes a su regreso al país, pero esto provocaría que los hambrientos reanudarían la batalla y «la lucha de clases adquirirá caracteres de catástrofe, el sol mexicano alumbrará montañas de cráneos de burgueses, de políticos mandones; ríos de sangre correrán en la montaña, en el valle, hasta que sobre las ruinas de un sistema incapaz de garantizar al ser humano la libertad y el bienestar, quede triunfadora la bandera roja y el sol mexicano alumbre las frentes de los plebeyos libres ya de toda clase de tiranos».[32]

La justicia, gracias a los revolucionarios que en México implantaban el comunismo, se estaba logrando a pasos agigantados. En un discurso pronunciado en noviembre de 1911 como parte de la conmemoración de los eventos de mayo de 1886, Ricardo Flores Magón indicó que la justicia se estaba realizando. ¡Todo o nada! Era el grito de los revolucionarios que iban al comunismo. Por el hierro y por el fuego destruían a quienes se habían impuesto por el hierro y por el fuego. Indicó que «la fuerza es el derecho de los hartos ¡pues que sea la fuerza el derecho de los hambrientos!». En México se hacían pedazos las leyes que solapaban los crímenes de los de arriba, se incendiaban los archivos donde estaban los papeles que sancionaban el robo «y ejecutan a las autoridades defensoras del privilegio y ponen la reata en el pescuezo de los que hasta ayer fueron amos de los pobres». Los revolucionarios repartían todo entre todos y entregaban la libertad a quienes habían sido oprimidos por generaciones. Matar burgueses, funcionarios y sacerdotes era un acto de justicia, era el resultado de sus acciones opresoras que habían provocado la muerte de los verdaderos productores de la riqueza social.[33]

1. Que desparezca la mitad de la humanidad, no importa, la otra mitad será sana[Subir]

La referencia a la frase utilizada como apartado fue publicada en Regeneración por el anarquista cubano Santiago Sánchez.[34] Si bien no se trata de los editores de la publicación, ilustra una postura que se insiste durante una década: era el momento y había que sacrificarlo todo para que otros vivieran el resultado de la lucha. A la burguesía le correspondía sufrir por todos los males que habían provocado. No les había importado robar, asesinar y violar a las hijas de los trabajadores. Dejaron morir de hambre y angustia a los proletarios, por lo que el sufrimiento que padecían en la revolución «es insignificante si se compara con el sufrimiento que por siglos y siglos ha venido soportando la clase trabajadora». Ya era justo que «derramasen lágrimas de sangre los señores de la burguesía».[35] Francisca J. Mendoza, fundamental en varios momentos de Regeneración, en el marco de los éxitos que se indicaban como constantes en términos del avance del comunismo, señaló que los bandidos despreciables estaban por recibir su merecido, dado que el pueblo estaba despertando y el «reinado de vuestros excesos y desenfrenos está próximo a tocar su fin. No pierdo la esperanza de ver a los trabajadores llevando en la punta de sus picas las cabezas de los burgueses, los frailes y tiranos».[36]

Antonio de Pío Araujo, al enterarse de la ley de suspensión de garantías implementada por Madero, indicó que se fusilaría en el acto a todos los soldados que cayeran en sus manos, así como a los jefes y generales que fueran arrestados.

Y no esperen piedad ni misericordia todos los que favorezcan el presente estado de cosas. Ni el viajero de comercio, ni el diarista burgués, ni el obrero inconsciente nos encontraran clementes. Todos los que no están con nosotros están contra nosotros. La neutralidad la traducimos como cobardía o por simpatía al enemigo. Son fieras, son animales carniceros los que nos combaten. Son especies zoológicas que para nuestra salvación y la de la humanidad debemos exterminar. [37]

Por tanto, en el campo de batalla los anarquistas en armas solo dejarían cadáveres. Los ejemplos que seguir eran Bresci, Angiolillo y Mateo Morral, ya mencionados. Todo debía acelerarse ante el comunismo que avanzaba imparable. Todos los que argumentaran por la patria serían hechos a un lado. William C. Owen, anarquista que editaba la página en inglés de Regeneración, indicó que los hombres en armas luchaban por amor al mundo y la humanidad. El colombiano Juan Francisco Moncaleano indicó en noviembre de 1912 que el pueblo se levantaría «cansado de soportar vuestro férreo yugo y aplastara para siempre a sus verdugos y tiranos». El pueblo realizaría la gran venganza.[38] De Pío Araujo señaló que todo aquel que se opusiera al comunismo, «que es nuestro ideal y el único ideal que salvara a los habitantes de México, debe ser fusilado sin piedad».[39] Sin la destrucción de las autoridades no se obtendría la libertad.

El triunfo de los comunistas estaba cercano, apuntó de Pío Araujo, y las escenas de la Revolución francesa se iban a repetir, ya que los revolucionarios surianos se encargarían de «erigir una guillotina en la ciudad de México para cortar todas las cabezas de los ricos». Con ello, se abriría el camino de la paz, pero no una paz burguesa, sino proletaria, es decir, sin nadie gobernando.[40] Todos, maderistas, porfiristas, barristas y pretorianos serían triturados por los comunistas triunfantes. Moncaleano, a principios de 1913, ubicó como ejemplo al ácrata Manuel Pardiñas, quien en noviembre anterior dio muerte a José Canalejas, presidente del Gobierno español. Pardiñas, con su sacrificio, era un «girón de luz que alumbra el sendero de las venganzas justicieras». Su sangre, al caer sobre la tierra, «se transformó en bandadas de mariposas incendiadas que fueron a adornar la estatua de la libertad». Pardiñas transformó su pistola en cincel «al disparar sobre la cabeza de un verdugo, opacó el sangriento sol de los burgueses. Imitarte es ser justiciero, seámoslo». [41]

En ese contexto, en febrero de 1913, Madero fue destituido y asesinado por Victoriano Huerta. Ese evento era para ellos la prueba de que el pueblo mexicano, comunista por tradición, no permitiría el ascenso de ningún Gobierno. Era el momento de continuar con la guerra a muerte al capitalismo, antes de que cualquier Gobierno se pudiera fortalecer. Margarita Ortega, anarquista que residía en el Distrito Norte de la Baja California, escribió el texto Ante la tumba de Madero. Inició con la siguiente afirmación: «Has muerto ya, asesino, harto de sangre proletaria; pero con tu asquerosa vida no pagas la preciosa sangre que derramaste durante tu tiranía. ¡Maldita sea mil veces tu memoria!». Posteriormente, enfatizó el sufrimiento por la muerte de su hija, Rosaura Gortari, quien falleció en el desierto, en camino a Yuma, Arizona, Estados Unidos. El culpable era Madero, quien mandó perseguirlas por ser libertarias. Su hija, desde su dolorosa agonía, «animaba a sus hermanos que sufrían las consecuencias de tu desmesurada ambición, a que se quitaran el yugo que nos habías puesto a los pobres». En recuerdo de su ángel, Margarita Ortega escribió: «Te mando mis maldiciones hasta la asquerosa fosa que cubre tus inmundos despojos. Bien muerto seas. Todo lo que se opone a la libertad, la igualdad y la fraternidad, debe desaparecer».[42] El pueblo mexicano, comunista, moría en los campos de batalla con la certeza de que miles de proletarios del mundo se unirían a la gran lucha social. Los capitalistas temblaban de miedo porque los comunistas mexicanos se «extendían como mancha de aceite por toda la faz de la tierra, los barrerá a todos, llámense sultanatos, reinos, imperios o republicas».[43]

Félix Díaz, Victoriano Huerta, Bernardo Reyes, así como los ocupantes de la Casa Blanca, en Washington, tendrían su merecido. Los primeros dos eran fieras humanas ensangrentadas que, por los eventos de febrero de 1913 —la decena trágica que culminó con la muerte de Madero—, estaban condenados por sus crímenes y eran digno de ser puestos fuera de la humanidad. La muerte de Bernardo Reyes, frente al Palacio Nacional el 9 de febrero, había sido un bello espectáculo «para ser esculpido en mármoles y perpetuado en memoria de la justicia proletaria». Los hermanos Vázquez Gómez, Félix Díaz, Manuel Mondragón, Pascual Orozco y cualquier otro que pretendiera gobernar, recibiría el mismo trato. Los ocupantes de la Casa Blanca, William H. Taft, Philander C. Knox y el abogado general George T. Wickersham, eran bandidos «con las manos bañadas de sangre de millares de trabajadores», iban a recibir su merecido, como Sadi Carnot, Canalejas y Cánovas, todos ellos ajusticiados por anarquistas.[44] Por ello, al pueblo americano, al que habían llamado a las armas en diversos momentos, le indicaron que debían luchar en su país, tanto para protestar por la intervención que se considera como un hecho como por ser hermanos en desgracia: los dos pueblos vivían el capitalismo brutal. Los dos debían luchar juntos porque la propiedad privada estaba en China, Turquía, Italia o Estados Unidos. Apuntó Moncaleano: «Obrero americano: el mundo proletario os observa y espera que cumplas con tu deber». [45]

De Pío Araujo, ante lo que se consideraba la oportunidad de unir al proletariado de ambos países, destacó la crueldad del imperialismo estadounidense, que, de tratar de incidir en los eventos expropiadores en México, tendría que enfrentarse en su propio país a la venganza de los trabajadores de Norteamérica, quienes saldrían triunfantes por el derecho a vivir. Preguntó: «¿Quiere sangre el capitalismo yankee? Sangre, sangre le daremos en su propia casa. Es preferible morir matando burgueses yankees que seguir laborando, esclavos de este bandidaje».[46] Regeneración, apuntó, no luchaba por la evolución de la sociedad, sino para tomarlo todo a sangre y fuego y «seguirá sosteniendo la lucha que por medio de la violencia hacen nuestros hermanos que pelean en México bajo la bandera de tierra y libertad».[47] La lucha en contra de la propiedad privada y su engaño, el reparto agrario, costaría muchas vidas, pero arrastraría al Estado, la Iglesia y la burguesía, «pero será lo que pueda abrir paso a la regeneración del pueblo».[48]

De Pío Araujo, luego de la aprehensión de José María Rangel en 1913, por el delito de asesinar a un sheriff, publicó como respuesta a las declaraciones del gobernador texano Oscar Colquitt, que el proletariado mexicano en Texas, unido a los miembros de la Industrial Workers of the World, estaban listos para el enfrentamiento con los fusiles en la mano. José García apuntaba que los efectos de los eventos en Texas llegarían hasta Groenlandia y el Canal de Panamá. Era necesario construir trincheras, llenarlas de explosivos, dejar que «el enemigo las tome y cuando las corone, volarlas». [49] La población negra —como utiliza el término— de Texas debía secundar el movimiento lo antes posible. El mismo autor propuso que a través de una onda atmosférica, por descubrirse a través de la investigación científica, se lograría descomponer el aire que respiraban las autoridades texanas. Preguntó: «¿No investigan los asesinos de sus semejantes el perfeccionamiento de los instrumentos de matar?» Con ese descubrimiento se terminaría el problema de la autoridad, principal enemigo de la humanidad.[50] De Pío Araujo afirmó que, si se encarcelaba a Rangel, «centenares de texanos rodarán por los suelos, la cuchilla revolucionaria mexicana cortara la cabeza de cuanto gringo bandido texano logre capturar».[51] Aquí apuntamos que Rangel fue encarcelado y liberado en 1926, luego de que este solicitara el perdón.

2. El golpe sagrado de la dinamita[Subir]

Yo no necesito de dioses explotadores, de patrias falsas ni de gobiernos explotadores; lo que quiero son fusiles, cartuchos, dinamita y hombres conscientes para destruir esa trilogía maldita que componen el Gobierno, el capital y el clero.

Un anarquista de Morenci, Arizona, una de las zonas mineras de cobre más importantes en esos años, le dedicó las palabras citadas al sacerdote del lugar, indicándole que huya, «cuidando de no levantar con tus inmundos pies la huella que seguiremos los libertarios para ajusticiarte».[52]

A principios de 1914 salieron de la cárcel Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa y Ricardo y Enrique Flores Magón. Los primeros meses de ese año fueron los momentos más álgidos del movimiento en contra de Victoriano Huerta, cuando el constitucionalismo encabezado por Venustiano Carranza era el mayor referente, con claras divisiones que pronto se hicieron evidentes. En ese contexto, la debilidad de la estructura de Gobierno era para los anarquistas la condición ideal para no permitir la llegada de ningún Gobierno, y que los expropiadores que aparecían en las páginas de Regeneración —y remarcamos la idea de «en las páginas de Regeneración»— realizaran la labor de implantar el comunismo anárquico. El inicio de la Primera Guerra Mundial acentuó la idea de que era posible la revolución mundial.

Ricardo Flores Magón apeló constantemente a los ácratas de Europa y Estados Unidos, demostrando en sus escritos que los expropiadores en México realizaban la inmensa labor de implantar el comunismo. La falta de ayuda de los anarquistas los hacia responsables ante la historia de no colaborar en la tarea que los indígenas habían emprendido. Todos debían sumarse a la causa y no claudicar, como muchos parecían hacerlo al no apoyar el gran movimiento expropiador. Hombres como Rafael Buelna, en Sinaloa, si bien no era anarquistas, hacían más por la lucha en contra del capitalismo que los europeos teorizantes. Los comunistas anárquicos habían perecido por millares, «ora en los combates, ora traicionados, ora sorprendidos en la montaña, en la llanura, en la ciudad, en el cuartel enemigo al que fueron a propagar nuestro Ideal entre los soldados inconscientes».[53] Estos expropiadores estaban entremezclados entre los grupos revolucionarios, en espera de la ayuda de los que dudaban en Europa. Ante ese ejemplo, la pregunta constante era: ¿por qué los ácratas del mundo no se sumaban a la lucha que ya estaba en marcha?

Ellos estaban orientando la revolución hacia el comunismo anárquico como la única forma posible para los desheredados del mundo, «el fusil, la dinamita y la expropiación». La lucha no era con los jefes revolucionarios, sino contra los jefes que pretendían erigirse em gobernantes. Los revolucionarios mexicanos eran el ejemplo para el mundo y a todos los que no permitieran la expropiación había que matarlos. Nada digno podía venir de los verdugos del pueblo.

El gobierno, quien quiera que sea el que lo represente, sirve solamente para arrancaros del seno de vuestras familias y haceros soldados que defienden, no a los humildes, que protejan, no a los pobres, sino a vuestros mismos verdugos, los ricos y los gobernantes.

Y si podéis agarrar a Carranza por las barbas hacedlo y colgadlo sin pérdida de tiempo del primer mezquite o huizache que encontréis a la mano; afilad buen vuestros cuchillos para cortarle el pescuezo a Villa y a todos los jefecillos carrancistas que se opongan a vuestra obra justiciera de tomar posesión de toda la riqueza. [54]

Pancho Villa, ubicado por los anarquistas del PLM como asesino, cínico y violador, debía ser ajusticiado: «Afilad vuestro puñal y en la primera oportunidad, partid en dos el corazón de esa fiera que se llama Francisco Villa».[55] Emiliano Zapata, en el caso de que se volviera autoritario, «no faltará un puño firme que le dé una puñalada por la espalda, por traidor; pero la rendición de un felón nunca ha sido la muerte de un ansia intensamente sentida».[56] Por ello, los combatientes debían volverse contra sus jefes y gritar con toda la fuerza de sus pulmones: «¡Muera la Constitución!».[57]

El pueblo debía matar a todo aquel que les hablara de patria, esa invención de la burguesía que existía para dividir a los trabajadores. Debían terminar con la farsa, «matad a Huerta, Carranza, a Villa, a todo aquel que os hable de Patria, de ley, de gobierno paternal, y como hombres aprovechad los fusiles que tenéis en la mano para arrebatar del rico la tierra, las casas […]».[58] Por ello, el deber de todos los hombres en armas, incluidos los soldados a las órdenes de Carranza, era matar a todo aquel que se considere superior a él.

El llamado a los anarquistas era la congruencia entre la idea y la acción. Los teorizantes europeos o se sumaban o eran traidores a la causa. El ejemplo estaba en los trabajadores mexicanos que, apuntó Enrique Flores Magón, van y toman, «machacando cráneos de ricos, autoridades y frailes. ¡Benditos ellos, que siendo ya hombres, y no más esclavos resignados entre el fragor de la batalla rugen altivos, Tierra y Libertad!».[59] Los expropiadores mexicanos, —Zapata entre ellos, en una actitud cambiante— tomaban todo sin preguntar, arrasando con la burguesía, abriéndoles el cráneo en dos y con la hoz: «Cortemos las cabezas de burgueses y tiranos». Cualquiera que quisiera estar arriba de otros, a derribarlo. Al burgués, había que quitarle la bolsa y la vida, porque «si dejamos con vida un solo burgués, él sabrá arreglárselas de modo de ponernos tarde o temprano otra vez el pie en el pescuezo».[60]

Todo en manos de todos, sin propiedad privada era la revolución social a que ellos se refieren en numerosas ocasiones: «El puñal, la dinamita, el veneno, todo es bueno para desembarazarse de gobernantes y de aspirantes a gobernantes».[61] Era la única forma de que se obtendría la paz, con el derecho a vivir de todos por igual. La Revolución mexicana, era el espectáculo más grandioso que habían contemplado la historia de las edades; indicaba Ricardo Flores Magón: «Hoy para cada burgués tenemos un puñal; para cada gobernante tenemos una bomba». Cada burgués, ante el avance imparable de los expropiadores, debía franquear las fronteras del país, «si no quiere balancear de un poste de telégrafo».[62]

La caída de Victoriano Huerta y el inicio de la guerra mundial ratificaba para ellos que no habría paz porque la revolución mundial estaba en marcha. Los hombres que los habían acusado de ladrones por el llamado a la expropiación y de asesinos por convocar a la eliminación de la burguesía y la autoridad vivirían las consecuencias de no escuchar sus consejos. Pagaría el pueblo estúpido por su obstinada obsesión de mantener Gobiernos, pero con la guerra y el hambre se darían cuenta de que los salvajes les destrozaban las espaldas y ellos aumentaban los caudales de sus verdugos. Por ello, apuntó Ricardo: «¡Que siga la guerra! ¡Que el espectáculo horrible de la muerte, la desolación, el hambre, la ruina sacuda a los pueblos aletargados con el narcótico de las banderas, de las patrias y de las religiones, y que comprendan al fin que es insensato destrozarse por enriquecer a los burgueses y mantener parásitos llamados gobernantes!».[63]

Contrario a lo apuntado por Revueltas, y en buena medida por la historiografía sobre el tema, para los ácratas del PLM la misión histórica de los trabajadores era la expropiación de todos los medios de producción. Enrique Flores Magón confiaba en que se mantendrían con el ideal de trasformar el sistema social, aunque habría momentos dolorosos. Ricardo, apuntaba, que a todo aquel que le mostrara la boleta electoral a un proletario «húndele el puñal en el pecho, porque te hace objeto de un escarnio, porque quiere que tú mismo designes el verdugo que ha de tenerte en la esclavitud». [64]

En 1915, la continuidad de Regeneración estuvo comprometida varios meses. Al reiniciarse en octubre, Ricardo Flores Magón planteó el tema de la violencia como la explicación de los avances de la humanidad. Sin la violencia el revolucionario era estéril, estaría en los libros que no sirven para nada; la Bastilla fue tomada a sangre y fuego, no con libros. Por la violencia se habían impuesto los avances tecnológicos y los derechos del hombre. «¡Viva la violencia!», concluyó.[65]

3. Idea y acción[Subir]

El 16 de septiembre de 1916, luego de varios meses entre tribunales y de encarcelamiento por publicar llamados a la violencia en Los Ángeles, California —particularmente por promover el asesinato de Carranza—, Ricardo Flores Magón llamó a no celebrar la independencia porque era una mentira. En esa edición se publicó «Canto a la acción», texto escrito por el anarquista francés Emily Henry. El mencionado, en 1894, colocó una bomba en un café de Paris con el objetivo de atacar civiles, no funcionarios de Gobierno, como había sido el caso de otros eventos precedentes.

En la introducción del texto, el editor —es de suponerse que es Ricardo— indicó que Henry llevó a cabo la acción revolucionaria en el sentido correcto. Para efectuar el progreso se necesitaba del brazo para que se convirtiera en hecho. Henry tuvo el valor de traducir su pensamiento en acción. En el documento escrito por Henry, y leído en el juicio de 1894, este afirmó que construyó y colocó la bomba porque no había víctimas inocentes, «la burguesía toda, vive de robar a los desgraciados y, por lo tanto, toda ella debe pagar por los daños de su crimen». Los culpables de su acción era los funcionarios que servían a los burgueses. Ellos, «sin estar revestidos de ninguna función, sin embargo, son los que las instituyen; los buenos burgueses son los que viven en la ociosidad a costa de trabajo de los obreros, deben sufrir su parte en las represalias. Y no solo ellos, sino todos aquellos que están satisfechos con el actual estado de cosas; todos los que aplauden los actos del gobierno y se hacen sus cómplices […]».[66]

Henry apuntó que las masacres eran realizadas por los burgueses. Quienes responden a esa violencia burguesa «matan tan brutalmente cuanta más sea la brutalidad usada con ellos». Él no tuvo respeto por la vida, pero fue porque «la misma burguesía es siempre la primera en provocar la fuerza usándola contra los débiles y desheredados». Los asesinos no podían tratar a otros como asesinos. Por ello, no solicitaba piedad, la guerra contra la burguesía estaba en marcha. Iba con orgullo a morir, pero seguro de que los «muertos de hambre empiezan a conocer el camino de vuestros grandes cafés». En esta línea, los editores de Regeneración reafirmaban lo que hemos destacado en este escrito. Para ellos era todo o nada, no reformas inútiles ni constituciones.

Para el momento de la publicación, septiembre de 1916, Luigi Galleani y varios de los anarquistas eran identificados por varios ataques con bomba e intentos de asesinato en Estados Unidos. Alexander Berkman y Emma Goldman desarrollaban una intensa actividad en contra de la participación en la guerra mundial. Entre 1914 y 1919, diferentes anarquistas revindicaban alrededor de 59 muertes.[67] Si bien esto no indica que todas fueran un acto directo, es una cifra que permite identificar el contexto. Galleani fue con quien establecieron contactos desde 1908, cuando menos. En 1911, alrededor de cincuenta anarquistas italianos llegaron al poblado de Tijuana, declarado comunista en días previos.[68] Al poco tiempo las diferencias entre los ácratas fueron intensas y parte de los reclamos a los teorizantes, como los ubicó sobre todo Ricardo. A finales de 1914, galleanistas hicieron estallar una bomba enfrente del edificio de la Bolsa de valores de Wall Street. De igual forma, intentaron asesinar a un juez, así como dinamitar la iglesia de San Patricio, también en Nueva York. Nestor Dondoglio, un cocinero identificado como seguidor de Galleani, trató de envenenar a doscientas personas en un restaurante. Alfonso Fagotti apuñaló a un policía en Boston, Massachussets. Todo ello, sumado al llamado en contra de la participación en la guerra mundial, provocó que Galleani y otros de sus seguidores se trasladaran a Monterrey, Nuevo León, por un corto periodo. Galleani era un referente del FBI por un folleto de 46 páginas, elaborado en 1908, titulado La Salute è in voi!, donde explicaba cómo hacer una bomba. Ricardo Flores Magón, por su parte, publicó en varias ocasiones una adaptación al explicar cómo construir lo que llamó la flecha Regeneración. [69]

El 22 de julio de 1916, en Preparedness Day, evento realizado en San Francisco, California, con motivos patrióticos en relación directa con la guerra mundial, estalló una bomba que mató a diez personas e hirió a cuarenta. El desfile apoyaba el ingreso en la guerra, que para ese momento había generado la muerte de varios millones de personas. La bomba fue preparada con trozos de metal para maximizar el daño.

En diciembre de 1916, en un texto publicado en Regeneración, se llamó una vez más al proletariado estadounidense a sumarse a la lucha, dado que el capitalismo se desmoronaba ante los eventos que se desarrollaban en el mundo. La bomba de San Francisco, escribió Ricardo Flores Magón, había sido puesta ahí por una «mano valerosa. ¡fue el pueblo oprimido el que la puso!». Había sido el pueblo que ya no quería soldados ni mantener a sus propios verdugos, tampoco deseaban guerra con sus hermanos proletarios ni la militarización del país. La antorcha de la revolución estaba incendiándose y había que protestar por todos los prisioneros. El edificio negro del capitalismo se desmoronaba.[70] Bajo el esquema prevaleciente, la ley se utilizaba solo para sembrar «el terror entre los trabajadores y afianza el reino de la tiranía y la explotación». Los mexicanos, apuntó Enrique Flores Magón, ya estaban respondiendo como se debía, «con el rugir de la metralla y el estruendo de la dinamita». Los hermanos americanos no respondían aún, pero al incrementarse el crimen, tarde o temprano, se levantarían porque, de no hacerlo, entonces perecerían.[71] Los anarquistas no se rendirían nunca, apuntó Ricardo, porque no era posible ayudar a ningún gobernante que mantuviera el régimen de propiedad privada.

En los siguientes meses, sobre todo con la entrada de Estados Unidos a la guerra, los comentarios en el sentido de la inevitable revolución mundial se multiplicaron. La patria, que solo servía para dividir a los trabajadores, estaba amenazada y terminaría por morir «en los corazones proletarios, con grave peligro para la burguesía, pues no encontraría ya soldados que defendieran sus riquezas disfrazadas con el nombre de la patria». [72] En tres años, con tanto crimen, se había avanzado poderosamente y pronto llegaría el triunfo del proletariado mundial. Entre fines de 1917 y principios de 1918, Ricardo y Enrique Flores Magón tuvieron conflictos que provocaron que Enrique abandonara Regeneración, con la idea de unirse con Ludovico Caminita, uno de los hombres que formaron parte de la junta en 1910-‍1911. Sin embargo, Caminita se convirtió en informante del FBI; facilitó nombres, fechas y datos específicos al director del organismo, Edgar J. Hoover, quien al parecer tuvo particular deferencia por él.[73] El nombre de Enrique Flores Magón apareció en las audiencias del senado estadounidense, mencionado directamente por el abogado general de Estados Unidos, Mitchell Palmer, como uno de los anarquistas más peligrosos.[74] Junto con él, se destacaron los nombres de Ludovico Caminita, Francis Widmar, Emma Goldman, Alexander Berkman y Luigi Galleani, con quienes, efectivamente, había colaborado. Cabe señalar que Palmer, como juez, fue un objeto de uno de los atentados realizados por ácratas seguidores de Galleani.

III. CONCLUSIÓN[Subir]

Enrique Flores Magón, a partir de la década de 1930, escribió y actuó para construir a los precursores de la Revolución mexicana y, desde un discurso patriótico, presentarse como los autores del programa del Partido Liberal Mexicano de julio de 1906, un programa democrático, patriota y reformista.[75] La guerra a muerte contra la burguesía, los funcionarios y el clero se modificó exitosamente para ser incluidos en la teleología de la Revolución mexicana, en construcción en ese momento.

En las ediciones de 1910 a 1918, imperó el llamado a sumarse al proletariado mundial como parte de la estrategia de los anarquistas del PLM. Ser presentados como sindicalistas, reformistas, anarcosindicalistas, patriotas o precursores de la Revolución mexicana ha generado una idea equívoca sobre el comunismo anárquico que ellos defendían en el periodo aquí destacado. Por ello, la idea de que era el momento de darlo todo por amor a la humanidad significó la justificación constante de que la violencia era el único camino de terminar con los males de la humanidad: Gobierno, capital y clero.

Por otra parte, destacamos el hecho de que la violencia proclamada por los ácratas del PLM se encuentra en un contexto de violencia llevada a cabo por los jefes revolucionarios con miles de muertos. De igual forma, la Guerra Mundial es un escenario en el que las naciones involucradas dieron muerte a millones de personas, superando por mucho las acciones de los anarquistas de diversos lugares del mundo. La diferencia era la razón por la cual se luchaba: unos para destruir los monstruos de la humanidad —Gobierno, capital y clero—, otros para sostenerlo y, en el caso ruso, para transfórmalo en función del socialismo.

La propuesta de los ácratas del PLM ha sido casi eliminada por la historiografía sobre la revolución. Como apuntamos, este escrito sostiene, contrario a la construcción teleológica de la Revolución mexicana, que ellos se sostuvieron en contra de la patria, el Estado y las reformas sociales que después se les atribuyeron. Construir forzadamente a Ricardo Flores Magón como patriota y símbolo de la izquierda en México fue resultado de un conjunto de circunstancias, dentro de las cuales Enrique Flores Magón fue parte sustantiva como productor de memoria social.

Es de advertirse que en la escasa bibliografía que se anota en este trabajo no existe un artículo o libro que aborde el tema, a pesar de la centralidad que desempeñó en la estrategia de los ácratas del PLM. Dicho olvido es resultado de la actividad en sentido contrario que se ha generado sobre ellos, para destacar una persona y construir en torno a Ricardo un culto que contradice la lucha anarquista por la cual desarrollaron su actividad. El olvido, intencionalmente creado, permitió el reconocimiento de quienes participaron en la lucha revolucionaria, pero no la interpretación y el contexto en que pretendieron, de manera explícita, terminar con el capitalismo, toda forma de gobierno y creencia religiosa.

Como apunta Ricoeur, los trabajos de la memoria no son casuales, sino resultado de las condiciones de intersubjetividad que logran imponer determinados grupos.

Los hechos son imborrables y no puede deshacerse lo que se ha hecho, ni hacer que lo que ha sucedido no suceda, el sentido de lo que pasó, por el contrario, no está fijado de una vez por todas. Además de que los acontecimientos del pasado pueden interpretarse de otra manera, la carga moral vinculada a la relación de deuda respecto al pasado puede incrementarse o rebajarse, según tengan primacía la acusación, que encierra al culpable en el sentimiento doloroso de lo irreversible, o el perdón, que abre la perspectiva de la exención de la deuda, que equivale a una conversión del propio sentido del pasado. Podemos considerar este fenómeno de la reinterpretación tanto en el plano moral como en el del simple relato, como un caso de acción retroactiva de la intencionalidad del futuro sobre la aprehensión del pasado.[76]

Las huellas del pasado no constituyen memoria. Solo la actividad produce memoria y, por tanto, obliga a dialogar sobre un momento traumático que, evocado en el presente, genera la ruptura de un discurso que se ha constituido en memoria social, que se formaliza en parte de la construcción de la nación y, por tanto, de los héroes que son base sustancial de las evocaciones de orden político que justifican y legitiman el actuar.

Los anarquistas del PLM, bajo el estigma de los precursores como logro de Enrique Flores Magón, produjeron una memoria social que se constituyó en parte de la construcción del Estado posrevolucionario: patriotas, reformistas, enemigos de Díaz, es decir, lo que como ácratas atacaron y condenaron. Los anarquistas del PLM intentaron crear conscientes que realizaran la revolución mundial y llamaron al proletariado estadounidense y europeo a terminar el problema con la eliminación de la burguesía, la autoridad y el clero. Ricardo Flores Magón, Anselmo L. Figueroa, Modesto Díaz, Tomas Sarabia, Práxedis G. Guerrero y otros no imaginaron que años después serían observados y construidos como parte del Estado, reformistas, capitalistas y constitucionalistas. Como parte de los trabajos de la memoria, basándose en la evidencia plasmada en Regeneración, permite hacer la distinción de que la evolución y las reformas eran para ellos una forma de sostener a los enemigos en el poder. La violencia, partirle la cabeza en dos a los tres monstruos de la humanidad, la única forma de terminar con el peor enemigo: la propiedad privada.

NOTAS[Subir]

[1]

«Carranza traiciona a la revolución», Regeneración, 15-4-1916: 1.

[2]

Samaniego (‍2019a: 91-‍120).

[3]

Koselleck (‍2003).

[4]

Samaniego (‍2020: 241-‍274).

[5]

«Notas al vuelo» Regeneración, 6-5-1911: 2.

[6]

François Claudius Koënigstein, Ravachol, de origen francés, se adjudicó pertenecer al anarquismo y realizó atentados con bombas. En 1892 fue sentenciado a muerte. Su sobrenombre de Ravachol fue conocido en México y Estados Unidos. Gaetano Bresci, formado en Paterson, Nueva Jersey, fue el asesino del rey de Italia Humberto I. Michele Angiolillo, anarquista italiano que asesinó en 1896 al presidente del Consejo de Ministros de España, Antonio Cánovas del Castillo. Mateo Morral, anarquista español que intento matar en 1905 y 1906 al rey Alfonso XIII. En 1906, el día de la boda del rey, Morral hizo estallar una bomba; no daño al rey, pero mató a veinticinco personas. Leon Czolgosz, un joven de veintitrés años que dijo ser anarquista, el 6 de septiembre de 1901 en la ciudad de Buffalo, atacó al presidente de Estados Unidos William McKinley, quien murió dos semanas después. Más adelantes trataremos los casos de Emily Henry y Auguste Valliant.

[7]

«29 di juglio», Regeneración sezione italiana, 29-7-1911: 1.

[8]

«6 Di Settembre di 1911», Regeneración sezione italiana, 9-9-1911: 1.

[9]

Blaisdell (‍1962); Cockroft (‍1971); Taylor (‍1991); Ward (‍1992), y Lomnitz (‍2016).

[10]

Revueltas (‍1980: 201-‍206).

[11]

Samaniego (‍2019b: 219-‍245).

[12]

Ricoeur (‍2000: 572).

[13]

Duffy (‍1960).

[14]

Abad (‍1925); Barrera (‍1955); Bartra y Barrera (‍2018); Torres Parés (‍1990), y Hernández (‍1984).

[15]

Samaniego (‍2021: 241-‍274).

[16]

Flores Magón (‍2019: 11-‍79).

[17]

Zimmer (‍2015).

[18]

«Editor makes protest», The Evening Star, 25-2-1908-|9; «Apeals is denied», The Evening Star, 26-3-1908: 2; «Reds drop editor», New York Tribune, 8-3-1908: 1; «Caminita arrested in Buffalo», New York-Daily Tribune, 25-3-1908: 4. La nota es destacada por los insultos a la nación que se realiza en los escritos de Caminita.

[19]

W. H. H. Liewellyn, asistente especial de la fiscalía de Estados Unidos, Charles J. Bonaparte, al secretario de Estado, Elihu Root, 29 de octubre de 1908, National Archives, Washington, Departament of Justice, exp. 1, f. 553.

[20]

«La burguesía aterrorizada», Regeneración, 30-3-1912: 1.

[21]

«Cada día se hace más profundo el sepulcro de la tiranía», Regeneración, 18-3-1911: 1-‍3.

[22]

«Manifiesto a los trabajadores de todo el mundo», Regeneración, 8-4-1911: 1. El documento, firmado el 3 de abril, fue publicado en otros medios ácratas.

[23]

«La marcha ascendente de la revolución», Regeneración, 8-4-1911: 3.

[24]

«El movimiento avanza», Regeneración, 20-5-1911: 2.

[25]

«Revolucionarias», Regeneración, 2-3-1912: 2.

[26]

«Muera el vasquismo», Regeneración, 2-3-1912: 1.

[27]

«1912», Regeneración, 27-1-1912: 1.

[28]

«Notas al vuelo», Regeneración, 27-1-1912: 3.

[29]

«La de suspensión de garantías», Regeneración, 27-1-1912: 1

[30]

«A los trabajadores mexicanos», Regeneración, 1-7-1911: 1.

[31]

«No hay que dar tregua», Regeneración, 19-8-1911: 3.

[32]

«La lucha de clases», ibid.: 2.

[33]

«Discurso», Regeneración, 11-11-1911: 1.

[34]

«Muchos lectores, pero poco observadores», Regeneración, 8-12-1913: 1.

[35]

«Jeremiadas», Regeneración, 1-6-1912: 1.

[36]

« ¡Paso a la revolución social!», Regeneración, 17-8-1912: 2.

[37]

«La ley de suspensión (sic) de garantías», Regeneración, 24-8-1912: 1.

[38]

«No claudicaré», Regeneración, 19-10-1912: 1.

[39]

«El fracaso de Félix Díaz», Regeneración, 16-11-1912: 1.

[40]

«El negrero de parras», ibid.: 1.

[41]

«Corona roja», Regeneración, 25-1-1913: 3.

[42]

«Ante la tumba de Madero», Regeneración, 3-5-1913: 3.

[43]

«La intervención americana y la voracidad yankee», Regeneración, 1-2-1913: 1.

[44]

«El gobierno maderista ha muerto», «Bernardo Reyes», «El descenso», Regeneración, 22-2-1913: 1. Las tres notas están en la misma sección.

[45]

«Manifiesto al pueblo americano», íd.

[46]

«Sangre, sangre», Regeneración, 10-5-1913: 1-‍3.

[47]

«La campaña contra Regeneración», ibid.: 3.

[48]

«El origen de la revolución en México», Regeneración, 2-8-1913: 1.

[49]

«Dos notas», Regeneración, 13-12-1913: 1.

[50]

«Investiguemos», íd.

[51]

«Acción en Texas en caso de una convicción”, Regeneración, 8-11-1913:1.

[52]

«Filipica al cura de Morenci», Regeneración, 30-8-1913: 3.

[53]

«Para los que dudan», Regeneración, 14-2-1914: 1.

[54]

«Afilad vuestros cuchillos», ibid.: 3.

[55]

«Contra Máximo Castillo», ibid.: 2.

[56]

«El zapatismo», Regeneración, 18-11-1911: 1.

[57]

«Muera la Constitución», Regeneración, 28-2-1914: 1.

[58]

«Por la patria», Regeneración, 18-5-1914: 1.

[59]

«¡Pobres los que lloran…!», Regeneración, 18-4-1914: 3.

[60]

«La intervención americana», Regeneración, 13-6-1914: 2.

[61]

«Hacia la paz», Regeneración, 27-6-1914: 3.

[62]

«El miedo de la burguesía es la causa de la intervención», Regeneración, 11-7-1914: 1.

[63]

«La crisis mundial», id.

[64]

«A última hora», Regeneración, 7-11-1914: 2.

[65]

«La violencia», Regeneración, 2-10-1914: 1.

[66]

«Canto a la acción», Regeneración, 16-9-1916:1.

[67]

Zimmer (‍2015: 136).

[68]

Samaniego (‍2017: 1123-‍1175).

[69]

«Tierra y Libertad», Regeneración, 2-9-1911: 3.

[70]

«La Rusia americana», Regeneración, 16-12-1916: 1.

[71]

«Caplan en peligro», Regeneración, ibid.: 2.

[72]

«En marcha», Regeneración, 1-10-1917: 1.

[73]

Zimmer (‍2015: 154-‍155).

[74]

United States Senate, 66 Congress, (‍1920).

[75]

Samaniego (‍2019b: 193-‍218).

[76]

Ricoeur (‍1999: 49).

Bibliografía[Subir]

[1] 

Abad de Santillán, Diego (1925). Ricardo Flores Magón. Apóstol de la revolución mexicana. Ciudad de México: Grupo Cultural Ricardo Flores Magón.

[2] 

Barrera, Florencio (1955). Historia de la Revolución mexicana. La etapa precursora. Ciudad de México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.

[3] 

Bartra, Armando y Barrera, Jacinto (2018). La revolución magonista. Cronología narrativa. Ciudad de México: Para Leer en Libertad. Disponible en: http://tinyurl.com/y2emc4k3.

[4] 

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