La historia conceptual ha experimentado en las últimas décadas un auge significativo en el mundo occidental, en tanto que propone un acercamiento a la comprensión de los procesos históricos a través de los usos y de los significados atribuidos al lenguaje, más allá del contenido específico que este tenga. En concreto, y a diferencia de otras corrientes surgidas a partir del giro lingüístico de los años setenta, en esta corriente historiográfica la atención se centra en la semántica histórica de los conceptos, en tanto que cristalización —aunque siempre mutable— de la forma en que las sociedades se percibieron y se explicaron a sí mismas. Como los lenguajes —de forma parcialmente independiente del idioma en que se expresen— se formularon a partir de realidades relativamente similares dentro de un mismo marco cultural, la historia conceptual, casi desde sus orígenes, surgió con una vocación decididamente comparativa en la medida en que analizar las mutaciones semánticas de un mismo concepto en distintas latitudes permitía comprender la forma en que en cada uno de esos espacios se había incorporado el contenido semántico y simbólico de dicho concepto.
El libro de que es objeto esta reseña es una muestra —sin duda, de excelente calidad— del ejercicio de esa historia conceptual en el espacio atlántico iberoamericano, tanto desde el punto de vista práctico y comparativo como desde la reflexión teórica. Un ejercicio que comenzó hace ya casi dos décadas a través del proyecto Iberconceptos, coordinado por Javier Fernández Sebastián desde la Universidad del País Vasco, y que, de manera previa a este volumen, ha dado como resultado —entre otras— dos obras que se han convertido ya en referencia: los dos tomos del Diccionario político y social del mundo iberoamericano, aparecidos en 2009 y 2014 respectivamente.
Como continuación de aquellos trabajos, en Horizontes de la historia conceptual en Iberoamérica los editores y autores del libro han querido darle una vuelta de tuerca a este estudio de los conceptos, añadiendo nuevos elementos tanto a la praxis histórica como a la reflexión teórica y metodológica. Si, por un lado, una parte de los textos que conforman este volumen ya no siguen el recorrido semántico de los conceptos en aquellos territorios que tras la disolución de la Monarquía Hispánica dieron lugar a las naciones modernas, sino que presentan un planeamiento abiertamente trasnacional, por otro, en las propuestas metodológicas también se plantea la hibridación de la historia conceptual con otras corrientes historiográficas a fin de explorar nuevas posibilidades que enriquezcan la investigación.
Así pues, Horizontes de la historia conceptual en Iberoamérica, al mismo tiempo que es una continuación de trabajos previos es también una propuesta de reformulación de la historia conceptual a partir de una revisión crítica de lo ya hecho y de una prospección sobre lo que se podría hacer. A este doble propósito responde la división interna de la obra en los dos grandes bloques que se anuncian en el subtítulo del libro: «Trayectorias» e «Incursiones», precedidos de una introducción que enmarca el contenido del volumen y explica su génesis, y seguidos de un sugerente epílogo firmado por Javier Fernández Sebastián, que presenta una breve e interesante historia de la transferencia semántica del concepto horizonte, desde el campo de la geografía al uso metafórico que generalmente se le da en las ciencias sociales o en la historia.
Los trabajos recogidos en la sección «Trayectorias» pretenden mostrar, como señalan los editores en la introducción, los problemas conceptuales a los que se enfrentaron las comunidades políticas entre los siglos xviii y xix para nombrar, describir e intentar incidir en las realidades cambiantes que les rodeaban, pues, como advierten varios de los autores siguiendo a Koselleck, los conceptos no solo tienen una función indicativa, sino también performativa. En este sentido, varios de los textos que conforman esta sección analizan algún concepto o problemática, como el de las identidades, que aborda Fátima Sa e Melo Ferreira, o las relaciones entre la religión y la política, del que se ocupa Elisa Cárdenas Ayala, y plantean su recorrido histórico a escala iberoamericana, lo que permite observar las diferentes respuestas y percepciones que suscitaron esos fenómenos complejos y globales, de acuerdo a las circunstancias concretas en las que se encontraban los actores políticos y sociales que participaron en estos debates. Pero, además de este tipo de investigaciones, en esta sección también se incluyen otros trabajos, que en algunos casos son un balance crítico de lo ya hecho dentro de la historia conceptual, como el de Fabio Wasserman, relativo a las relaciones entre temporalidad e historia de los conceptos a partir de la experiencia de Iberconceptos; el de Noemí Goldman, sobre la traducción y su influencia en la definición conceptual de una comunidad, así como la original aportación de Gonzalo Capellán sobre la construcción visual del concepto de democracia, que evidencia cómo las representaciones iconográficas contribuyeron a incrementar la semántica histórica de los conceptos fundamentales.
Por su parte, la sección «Incursiones» tiene en general un talante más teórico y metodológico, aunque también se incluyen trabajos de carácter empírico, como el de Gabriel Entin sobre el empleo de metáforas y referencias bíblicas como elemento conformador de los discursos y del pensamiento republicano en Hispanoamérica desde la época colonial y hasta el inicio de las revoluciones de independencia. El grueso de los trabajos, sin embargo, se centran en proponer formas de enriquecer la historia conceptual a través de su hibridación con otras corrientes historiográficas, como hace, por ejemplo, João Pimenta al señalar las posibilidades que se podrían abrir mediante la combinación de esta con la historia de las formas colectivas de vivir y percibir el tiempo, a fin de crear una metodología que permitiera tanto conceptualizar la vida social como dotar de una mayor amplitud social a la historia de los conceptos. En un sentido algo distinto, la aportación de Francisco Ortega, en abierto diálogo con la bibliografía reciente, reflexiona críticamente sobre la diferencia entre concepto y categoría dentro del quehacer del historiador, subrayando la necesidad de distinguir atentamente el sentido que se le asigna a cada uno de estos términos, para evitar incurrir en errores históricos. Junto a estos trabajos, también se incluyen en esta sección otros que dialogan con los grandes teóricos y críticos de la historia de los conceptos. Sería el caso, por ejemplo, del capítulo de Luis Fernández Torres, quien, a partir del análisis de algunos de los pilares fundamentales sobre los que se apoya el planteamiento de Koselleck, propone que en la obra del filósofo alemán habría una dimensión antropológica de la temporalidad, todavía no suficientemente explorada; o de la colaboración de Elías J Palti, que reflexiona sobre la crítica filosófica de Blumenberg a la teoría kosellekiana de la historia de los conceptos.
En suma, Horizontes de la historia conceptual en Iberoamérica, cuya riqueza y complejidad exceden con mucho lo señalado en esta reseña, pone en evidencia, por un lado, la diversidad de enfoques con los que puede ser tratada la historia conceptual, abriendo cada uno de ellos nuevos ángulos para el análisis; y, por otro, cómo la historia comparada, como advirtió Marc Bloch hace casi un siglo, además de ampliar la comprensión de los procesos históricos, puede ser uno de los mecanismos que permita aquilatar los excesos de nacionalismo que con frecuencia acechan tanto a la historia como a la política.