El siglo xix está de suerte. En los últimos años, especialmente gracias al aniversario del Trienio Liberal, la primera mitad de la época decimonónica se ha visto inmersa en una renovación de perspectivas, metodologías y estudios que han enriquecido el conocimiento histórico sobre este período. Como comentaba, las nuevas líneas de trabajo se han focalizado especialmente en los años de 1820 a 1823 por medio de nuevas publicaciones —El Trienio Liberal (1820-1823. Balance y perspectivas y El Trienio liberal (1820-1823): una mirada política— o dosieres especializados —El Trienio Constitucional (1820-1823): revolución y contrarrevolución, Ayer 2/2022—. Sin embargo, también se han publicado algunos trabajos fuera de este marco temporal que merecen ser reseñados. Uno de ellos es la obra Armas y votos. Politización y conflictividad política en España, 1833-1843, de la mano del historiador y divulgador Daniel Aquillué Domínguez. La obra se centra en la década entre 1833 y 1843. La selección temporal se justifica en la importancia que adquirió la cultura política progresista durante los primeros años de la monarquía constitucional española hasta el final de la regencia de Espartero y el inicio de la Década Moderada, un año en el que, como indica el propio autor, cambió la «manera de concebir la política».
La obra se estructura por medio de seis capítulos cuyo eje vertebrador es el estudio de la cultura política progresista y la violencia, ejercida a nivel político y social, durante los primeros años tras el fallecimiento de Fernando VII. La metodología utilizada por el autor es diversa. Aquillué se aproxima a los trabajos versados en las culturas políticas, al tiempo que introduce perspectivas del campo de la nueva historia militar por medio de análisis de espacios geográficos locales que dan lugar a lo que el propio autor indica como una «sucesión de microhistorias encajadas en marcos nacionales y euroamericanos». Aunque los datos y las fuentes proporcionadas son diversas y enriquecen en gran medida el conocimiento sobre el período, en ocasiones esta mezcla metodológica resulta demasiado heterogénea sin llegar a incorporar del todo los casos analizados en un marco a nivel nacional. No obstante, se agradece la decisión del autor por concentrarse en el análisis de acontecimientos a nivel micro por la novedad de las fuentes documentales y su presentación. El corpus documental lo encontramos tanto en la narrativa de la obra como por medio de un conjunto gráfico de fuentes recopiladas en el anexo de la obra. Gracias a ello, se puede percibir por medio de cartografías y gráficas la expansión de las diversas violencias acaecidas en la década analizada. Una recopilación documental y una puesta en escena de los datos totalmente útil para aquellos lectores poco conocedores de las regiones y localidades analizadas a lo largo de la obra.
Armas y votos ofrece una mirada alejada de las grandes capitales. La investigación configura una perspectiva gratificante para comprender cómo la revolución liberal fue un proceso a escala nacional, pero no solamente acaecido en las grandes poblaciones, sino que también se extendió por cada uno de los rincones de la geografía española. Gracias a ello, se pone en cuestión esa narrativa protagonizada por las élites como las únicas protagonistas en las transformaciones de la España liberal. Los documentos aportados por Aquillué ofrecen la otra cara de la moneda, la de la movilización popular, la de una fuerte politización social tanto en ambientes urbanos como rurales.
Los capítulos cuarto y quinto, titulados respectivamente «Los porqués de la apertura. Conflictividad políticas y presiones desde abajo» y «La forja de una cultura política liberal (progresista). De símbolos, héroes y mártires», son los que más destaco de la obra por la amplitud de fuentes y por las líneas de análisis seleccionadas por el autor. Aunque en el capítulo cuarto una gran parte del estudio se centra en el comportamiento electoral a nivel provincial y local, se agradece que el autor se aleje de la metodología cuantitativa y se aproxime más a un análisis cualitativo. El objeto de esta decisión es indagar en el desarrollo de «violencias horizontales» durante espacios alejados de lo que podríamos considerar un escenario totalmente violento como serían los enfrentamientos bélicos. Dentro de este capítulo, encontramos una compilación de los diversos tipos de enfrentamientos políticos y sociales que se desarrollaron a lo largo de la década estudiada desde fraudes electorales, conflictos entre la Milicia con diversas autoridades o entre los propios milicianos. Este tipo de disputas son denominadas en la obra «conflictos a ras del suelo» y conforman uno de los elementos de análisis más destacables de Armas y votos. Gracias a poner el foco en este tipo de «violencias horizontales» es posible aproximarse a la politización «desde abajo» por medio del estudio de casos concretos y nombres propios.
Mientras que el capítulo cuarto se centra más en la tipología de conflictos mencionada, el quinto capítulo nos aproxima a la dimensión cultural de estos enfrentamientos a través del estudio de la simbología de la cultura liberal progresista. Concretamente, el foco se ha centrado en ceremonias públicas donde se exaltaban símbolos del progresismo como el Himno de Riego o figuras como Torrijos durante la organización y el desarrollo de celebraciones cívicas con las que se iba conformando una memoria colectiva materializada en la circulación de estampas y grabados, entre otras prácticas culturales. Esta parte de la construcción de la cultura progresista ha sido más estudiada en las últimas décadas, y por ello me ha faltado en este ámbito la aproximación al patrimonio artístico, concretamente el eclesiástico, dentro de lo que podríamos denominar como hace el autor «la cultura combativa y la reafirmación del espacio público». Durante el período analizado hubo bastantes conflictos en el ámbito del patrimonio artístico eclesiástico a raíz de la desamortización de Mendizábal. Esta puede ser una línea muy interesante de trabajo que se enmarca perfectamente en las nuevas perspectivas en torno a las violencias políticas. Es cierto que en los anexos encontramos «conflictos eclesiásticos» acaecidos en los pueblos zaragozanos, pero estos se limitan a la violencia física que se desarrolló contra el clero; otro tipo de violencia es la que se desarrolló contra sus bienes y esto también es una línea de trabajo que puede dar interesantes frutos en el futuro.
He de destacar que este capítulo quinto se aproxima a los últimos avances en cuanto al estudio de las ceremonias, exequias, uso de símbolos y el papel de los mártires políticos que se han desarrollado recientemente en la historiografía española y francesa. El autor analiza elementos clave del progresismo como el uso popular del Himno de Riego, un trabajo también abordado por la investigadora Marie-Angèle Orobon, quien además profundiza en los vínculos de este himno con La marsellesa; hubiera sido interesante en la obra de Aquillé observar si estas conexiones también se mantuvieron a nivel local o es algo que solamente quedaba relegado a las grandes capitales de provincia.
Por otro lado, se agradece que entre los nuevos trabajos dedicados a la construcción de las culturas políticas se preste atención al papel de las mujeres, no solamente como imágenes icónicas, figuras heroicas para una parte del liberalismo, sino como como movilizadoras y creadoras del simbolismo político como se observa en el estudio de Aquillé. Además de relatar la consolidación de Mariana Pineda como heroína del progresismo liberal, un punto interesante del estudio es el análisis de las actuaciones promovidas por las mujeres desconocidas, como por ejemplo las viudas, cuyas acciones las convirtieron en «actoras políticas por sí mismas», «guardianas del legado y memoria de sus maridos mártires de la libertad», como expresa el propio autor del estudio.
En resumen, la obra nos aproxima a otra mirada sobre la revolución liberal española alejada de las élites y en la que la movilización popular es la protagonista. Esta perspectiva es la que recorre y fortalece la teoría central que conecta cada uno de los apartados de la obra y se argumenta por medio de fuentes de diversa índole; un corpus analítico con el que se demuestra la riqueza documental que podemos encontrar en los archivos locales y municipales. Como comenzaba esta reseña, el siglo xix está de suerte, gracias a trabajos como Armas y votos observamos la renovación historiográfica aplicada al período decimonónico y percibimos los nuevos caminos que nos ofrece el estudio de este tiempo histórico, esencial para comprender la España actual, y del que todavía queda mucho por conocer.