RESUMEN
Este artículo tiene por objetivo describir y explicar el marco ideológico de la primera generación de la organización armada germano occidental de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), poniendo este marco en relación con los trabajos que sobre el papel del sujeto revolucionario hiciera el movimiento del 68 en la República Federal de Alemania. Para ello, y primeramente, se ha abordado de manera sucinta la cuestión de la subjetividad en el propio movimiento del 68, considerando para ello la importancia de las herencias teóricas de la Escuela de Frankfurt. Seguidamente, y a partir del análisis de los textos más importantes de la primera generación de la RAF, se ha tratado de desentrañar qué entendía la RAF por sujeto revolucionario y qué relación guardaban sus valoraciones a este respecto con lo desarrollado por el movimiento del 68. Desde este análisis, se ha constatado que, en un primer momento, la primera generación fijó a la clase obrera como el sujeto de su propuesta de revolución, rechazando lo teorizado por el movimiento del 68. Con posterioridad, la RAF volvería a los planteamientos antiautoritarios tan propios del movimiento del 68 y de las propuestas sobre la subjetividad relacionadas con la Escuela de Frankfurt.
Palabras clave: Fracción del Ejército Rojo; Ulrike Meinhof; el 68 alemán; sujeto; Hans-Jürgen Krahl.
ABSTRACT
The aim of this article is to explain the ideological framework of the first generation of the Red Army Faction (RAF), a West-German armed organization. This framework will be linked to the question of subjectivity developed by the student movement in The Federal Republic of Germany in 1968. In order to achieve a logical explanation for these questions, firstly, we will consider summarizing the intellectual connection between the student movement and the theories developed by the Frankfurt School. Secondly, we will analyse the most important theoretical papers of the first generation of the Red Army Faction. As for the main results of this analysis, we could say that this terrorist group adopted a classical position on the problem of subjectivity. In other words, at the beginning of its history, the RAF considered the German working class as the Revolutionary Subject. Then, thanks to the theoretical works of one of the most charismatic leaders of the group, Ulrike Meinhof, the RAF finally embraced the anti-authoritarian paradigm, which has a clear relationship with the student movement of ’68 and the Frankfurt School philosophers.
Keywords: Red Army Faction; Ulrike Meinhof; German «68 year»; subject; Hans-Jürgen Krahl.
La primera generación de la RAF surgió al finalizar el período convulso de 1968, que en el caso de la República Federal de Alemania comenzó a gestarse en 1962 y estallaría propiamente en 1967, tras el asesinato del estudiante Benno Ohnesorg por parte de la policía federal. El marco de la acción colectiva de este período de protesta fundamentalmente estudiantil se construyó a partir de la primigenia solidaridad con los procesos de descolonización en África, Asia y América Latina. Si bien en un principio fue solidaridad, la entrada de los viejos miembros de la colectividad Subversive Aktion (fundamentalmente de la sección berlinesa del conocido como Anschlag-Gruppe) en el sindicato estudiantil SDS y la propia y cada vez más importante presencia de protestas de estudiantes extranjeros en Alemania Federal, hicieron que este respaldo se convirtiera esencialmente en una proyección teórica de lucha[2]. Es decir, pasó a ser una solidaridad entre las luchas y no una simple expresión de solidaridad con un determinado pueblo a miles de kilómetros de distancia. La imbricación entre la corriente teórica de la Escuela de Frankfurt —fundamentalmente en lo referido a la crítica a la modernidad y el progreso, al triunfo de la razón como elemento sustentador del dominio y al cuestionamiento clave de la subjetividad obrera sustituida ahora por las luchas descolonizadoras en los países del Tercer Mundo— y el movimiento estudiantil del 68 germano, configuró un nuevo marco ideológico-cultural para el desarrollo de la acción colectiva de este movimiento. Así, y dejando a un lado la mera solidaridad retórica que se había concebido hasta entonces, el movimiento del 68 alemán comenzó a reivindicar y a asumir el cambio en la relación de protagonismo en el desarrollo de la lucha revolucionaria por la emancipación. Es decir, en la medida en que la modernidad capitalista habría garantizado el dominio, la cosificación, la explotación y la propia integración sistémica de la subjetividad revolucionaria vista por Marx y Engels, la clase obrera, el nuevo grito del dolor, parafraseando a Adorno, y con él la esperanza de superarlo se emitía desde fuera de los contornos del viejo Estado del bienestar. Esto es, desde los pueblos del Tercer Mundo.
La RAF es una de las muchas herencias del 68 alemán, pero es un fenómeno a su vez
radicalmente nuevo. No puede, por tanto, encorsetarse simplemente como resultado del
68, al igual que el 68 no culmina sin más en terrorismo. Sin embargo, es bien cierto
que la primera generación de la RAF, aquella generación de militantes fundadora y
líder de la organización desde su constitución en 1970 y hasta 1974 Sobre la cuestión cronológica y generacional de la RAF, véase: Straßner ( Straßner, A. (2003). Die dritte Generation der „Roten Armee Fraktion«. Entstehung, Struktur, Funktionslogik
und Zerfall einer terroristischen Organisation. Wiesbaden: Westdeutscher/GWV. Disponible en: https://doi.org/10.1007/978-3-322-91007-3
El 68 no había resuelto una de las cuestiones claves abiertas dramáticamente durante
el mismo proceso de lucha: ¿quién debía ser el sujeto revolucionario? Las propuestas
de la Escuela de Frankfurt en este sentido concreto, y, más específicamente, la obra
de Herbert Marcuse de el Hombre Unidimensional, dieron pie a imaginar una clase obrera, otrora subjetividad revolucionaria, integrada
en el sistema capitalista y convertida, de forma paralela, en una especie de aristocracia
obrera gracias, en buena medida, al imperialismo occidental. Los estudiantes en su
conexión y apoyo a las luchas del Tercer Mundo podían asumir esa entronización subjetiva
por un tiempo
¿Cómo relacionar esta descripción histórico-filosófica con el plano de la subjetividad
y su debate en el 68? La Dialéctica negativa adorniana, que daba el contrapunto a una dialéctica sintética que habría de acabar
de forma irremediable en totalitarismo (en el exterminio de la diferencia), señalaba
el camino a una fijación subjetiva netamente distinta a una suficientemente pulida
subjetividad revolucionaria como la clase obrera. En otro sentido, hacía concebir
la subjetividad revolucionaria desde todo lo negado de la historia. El líder estudiantil
del 68 germano-occidental y doctorando de Adorno, Hans-Jürgen Krahl, llegó incluso,
tal y como ya hicieran por las mismas fechas los filósofos obreristas italianos, a
descartar la dialéctica entendiéndola ella misma como un reducto hegeliano inspirador
de la catástrofe totalitaria. Tanto Krahl como los obreristas italianos (así como,
el historiador, E.P. Thompson) llegaron entonces a considerar la cuestión de la organización
espontanea como el elemento esencial en «la constitución de una subjetividad transformadora» Maiso ( Maiso, J. (2018). Ascenso y caída del movimiento antiautoritario alemán. En torno
a la figura de Hans-Jürgen Krahl. En E. Chamorro y A. Garrido (eds.). Fue sólo un comienzo. Pensar el 68 hoy (pp. 215-239). Madrid: Dado.
Negri, A. y Hard, M. (2003). El trabajo de Dionisos. Una crítica de la forma-Estado. Madrid: Akal.
En aquel momento, Krahl imaginó la emergencia del capitalismo tardío como una reformulación
general del antagonismo social, ya que bajo el nuevo capitalismo surgiría un nuevo
trabajador, un trabajador intelectual, encarnado en su época por los estudiantes.
Este hecho, en opinión de Krahl, descartaba las posibilidades de conferir la tradicional
escisión realizada por Lenin entre esfera económica y conciencia, ya que el viejo
proletariado industrial, aquel al que Lenin deseaba concienciar desde fuera, desde
una posición intelectualista tenía ya entre sus compañeros de clase a los propios
intelectuales
nunca hubiera articulado la crítica de la economía política como un análisis desmitificador
de las formas de falsa conciencia necesariamente inducidas por las relaciones capitalistas
[…] con el materialismo histórico como un análisis del tempos, condiciones y modos
de la lucha de clases […]. La ausencia de mediación entre lo subjetivo y lo objetivo
determina la posibilidad de pensar la revolución como un acto de autodeterminación
[…]. Marx es sencillamente incapaz de indicar y estudiar las condiciones subjetivas
de la ruptura revolucionaria
Para Krahl, estas condiciones subjetivas devenían de la organización autodeterminada y autónoma de la lucha, de la actividad crítico-práctica.
Con Adorno, Krahl marcó una serie de divergencias que deben resaltarse. Krahl, lejos
de articular la posibilidad a partir de Adorno de asumir un nosotros desde la no-identidad, es decir de pensar una subjetividad basada en la no-identidad
como inherentemente dada en la modernidad capitalista, realzó la capacidad de su constitución
positiva a partir de la acción Carlos Altamira ha descrito esta posibilidad subversiva de la dialéctica negativa
—que recogerán los autores del Open Marxism— de la siguiente manera: «Se trata de la presencia del sujeto negado en el objeto
de negar, donde la relación entre sujeto y objeto no se resuelve mediante un distanciamiento
y la separación autónoma [óptica de Krahl y de los obreristas italianos] del sujeto
en relación al objeto […] sino mediante la disolución de esa relación», Altamira ( Altamira, C. (2006). Los marxismos de fin de siglo. Buenos Aires: Biblos.
Oberle, E. (2018). Theodor Adorno and the Century of Negative Identity. Stanford: Stanford University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1515/9781503606074 El triunfo de esta facción accionista antiautoritaria de los estudiantes, que se
había gestado desde los tiempos de la vieja organización de la Subversive Aktion,
se produjo con la presentación en 1967, en el 22 Congreso del SDS, del programa de
Rudi Dutschke y Krahl titulado «La negación exige mentalidad guerrillera». La acción
organizada frente a la organización para la acción se presentaba en este sentido como
estrategia general de superación de las viejas formaciones del movimiento obrero,
que habrían sido convertidas en el capitalismo de la segunda posguerra en meros elementos
de estabilización del sistema. En 1964, Dutschke, que militaba en aquella época en
la facción berlinesa de la Subversive Aktion, conocida como el Anschlag-Gruppe, señaló
que «la madurez revolucionaria no cae de forma natural del cielo, sino que es […]
expresión […] de la esclarecedora actividad revolucionaria de la vanguardia […]. La
fuerza base de la sociedad futura, la cual es obrada por la vanguardia, puede ser
solo parte de esa gente que se experimenta y se entiende a sí misma como sujeto-objeto
idéntico». Klimke ( Klimke, M. (2010). The Other Alliance: Student Protest in West Germany and the United States in the Global
Sixties. New Jersey: Princeton University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1515/9781400832156 Slobodian, Q. (2012). Foreign Front: Third World Politics in Sixties West Germany. Durham; London: Duke University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1215/9780822395041 Kraushaar, W. (2017). Der blinden Flecken der RAF. Pössneck: Klett-Cotta.
Kailitz, S. (2007). Von den Worten zu den Waffen? Frankfurter Schule, Studentenbewegung, RAF und die Gewaltfrage.
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Dutschke, R. (1964). Das Verhältniss von Theorie und Praxis. Anschlag, 1, 23-27.
en la medida en que el sujeto, la sustancia pensante de los filósofos, es objeto,
en la medida en que forma parte del objeto, ya es práctico. La irracionalidad de la
praxis [...] reanima infatigablemente la apariencia de la separación absoluta de sujeto
y objeto [...]. Esta hostilidad a la teoría se convierte en el punto débil de la praxis
[...]. El paso a la praxis sin teoría es motivado por la impotencia objetiva de la
teoría y multiplica esta impotencia mediante el aislamiento y la fetichizacion del
momento subjetivo del movimiento histórico, de la espontaneidad [...]. La praxis oportuna
hoy sería sólo el esfuerzo de salir de la barbarie. [...]. A muchos les parece plausible
la excusa que contra la totalidad bárbara ya sólo valen los medios bárbaros [...].
Tras la experiencia del terror nacionalsocialista y estalinista y a la vista de la
perduración de la represión totalitaria, lo que hace cincuenta años y durante una
fase breve pudo parecerle justo a la esperanza abstracta e ilusoria de un cambio total,
la violencia, se ha quedado enredado inextricablmente en lo que habría que cambiar
[...]. La dialéctica se echa a perder como sofística en cuanto se concentra de manera
pragmatista en el siguiente paso, más allá del cual llega desde hace tiempo el conocimiento
de la totalidad
El accionismo, la praxis reivindicada por Marx en las Tesis sobre Feuerbach, era, pues, para Adorno una indeseable solución sintética de la dialéctica; la práctica
impedía su crítica, negándose así la misma actividad revolucionaria Para Adorno, en opinión de Silvia Schwarzböck, «los activistas pensantes (así los
llama Adorno: «denkende Aktionisten») proclaman la unidad de teoría y praxis, cuando
en realidad ellos mismos marcan la tendencia al predominio de la praxis y a la difamación
de la teoría. En Marx, la doctrina de esa unidad estaba animada por la posibilidad
presente —ya entonces no realizada— de la acción. La situación de fines de la década
de 1960 sería exactamente la contraria: se reclaman acciones en virtud de la imposibilidad
de la acción. El problema, de todos modos, empezaría con la decimoprimera tesis sobre
Fuerbach. El modo autoritario en que Marx la enuncia indica para Adorno que su autor
no estaba demasiado seguro de su contenido. Si bien Marx, en su juventud, había exigido
—contra Hegel— la crítica sin excepciones de todo lo existente, en la tesis 11 renegaba
de ella. La primacía de la praxis detuvo la crítica iniciada por los jóvenes hegelianos»,
Schwarzböck (2008): 130.
Kraushaar en Kraushaar ( Kraushaar, W. (2006). Entschlossenheit: Dezisionismus als Denkfigur. Von der antiautoritären
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Tras la muerte de Adorno en agosto de 1969, Krahl le dedicó una dura necrológica,
acusándole de estar cohibiendo las potencialidades de su filosofía por la experiencia
del miedo al fascismo: «De aquí que no lograra Adorno traducir su pasión privada por
el sufrimiento de los condenados de esta tierra en un partidismo organizado de la
teoría emancipatoria de los oprimidos». El «terrible pasado» habría obnubilado «la
mirada» al viejo teórico, reduciendo su teoría crítica a meras «formas contemplativas»
y a la «tradicionalización» de su filosofía Feinmann, ( Feinmann, J. P. (2008) ¿Qué es la filosofía? Buenos Aires: Prometeo.
Entre 1969 y 1970, tres de las más importantes figuras del debate intelectual del período fallecieron o se retiraron de la primera línea. Adorno murió en 1969. A penas un año después, Krahl, su discípulo y ferviente crítico, fallecía en un accidente de tráfico. En 1968 Dutschke sufrió un grave atentado que lo retiró del liderazgo del movimiento estudiantil. En este contexto, y con la llegada del Partido Socialdemócrata al poder a fines de 1969, el movimiento estudiantil comenzó a declinar. El reflujo del movimiento, que había entrado en una oleada obrerista durante los últimos años frente a la propuesta tercermundista-antiimperialista de los decrecientes antiautoritarios, trajo consigo la formación de nuevas organizaciones políticas de izquierda. Surgieron así los denominados K-Gruppen, que desde la postura de la izquierda radical y el tradicionalismo leninista trataron de ofrecer nuevas alternativas vanguardistas, los colectivos autonomistas y, finalmente, los grupos armados como la Fracción del Ejército Rojo (RAF), que estaba liderada por un grupillo de ciertos sectores marginales y profundamente accionistas del extinto movimiento estudiantil (Andreas Baader o Gudrung Ensslin) y varias figuras de cierto relumbrón intelectualista (Ulrike Meinhof o Horst Mahler).
El análisis de los textos de esta primera generación de militantes de la RAF revela
bien a las claras las adherencias ideológicas al respecto de la cuestión subjetiva.
En este sentido, los primeros textos de la organización mostraron un inicial momento
de apego al obrerismo (más adelante se detallará en qué consistía este) y a un accionismo
explícitamente violento inspirado en la teoría foquista Gierds ( Gierds, B. (2006). Che Guevara, Régis Debray und die Focustheorie. En W. Kraushaar
(ed.). Die RAF und der linke Terrorismus. Tomo I (pp. 182-204). Hamburgo: HIS-Verlag.
Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.
Bordas Martínez, J. (2015). Tupamaros. Derrota militar, metamorfosis política y victoria electoral. Madrid: Dykinson.
Lamberg, R. (1971). La guerrilla urbana: Condiciones y perspectivas de la «segunda
ola» guerrillera. Foro Internacional, 3 (43), 421-443.
El primer texto de cierto calado de esta primera generación fue el denominado El concepto de la guerrilla urbana, hecho público en abril de 1971. En este escrito se explicitó no solo una evidente solidaridad antiimperialista (calificando ya a la República Federal como una metrópoli), sino la aceptación de los métodos dados en dichas luchas como vías a adoptar en países como la República Federal. El accionismo de las luchas estudiantiles no fue tanto reverenciado como elemento a partir del cual pensar una formación subjetiva desde el movimiento (opción de Krahl y de los autonomistas italianos), sino como la única vía para capacitar la formación de una vanguardia a partir de la cual poder desintegrar (desalienar) a la clase obrera. En este sentido, hay un iniciático planteamiento esquemáticamente marcusiano. Las luchas de los considerados «frentes periféricos» (los grupos marginalizados) motivarían y excitarían la lucha del «frente principal». Esto es, la lucha de la clase obrera. Los estudiantes son vistos así por la RAF, y al modo gramsciano, como un intelectual colectivo el cual, inspirado en la solidaridad con el Tercer Mundo y con las formas de la acción de lucha internacional, abría las posibilidades, mediante la praxis, de la conversión del proletariado en clase para sí. Es decir, de capacitar su concienciación a partir de la acción.
Desde las facciones antiautoritarias del movimiento estudiantil las luchas del Tercer Mundo se habían observado como vías netamente superadoras del esquematismo de la clase obrera como subjetividad dada y subjetividad revolucionaria; la existencia del Tercer Mundo era la evidencia del antagonismo dentro del sistema mundo. Sus acciones inspiradas en el antiimperialismo no se comprendían solamente como una vía de desintegración de la clase obrera, sino como un momento constitutivo de una subjetividad diferente, polimórfica, basada en la composición unitaria a partir de la acción de las demandas del común y la destrucción de las bases de desigualdad entre las poblaciones del mundo (la desintegración de la clase desde la eliminación de las causas que provocan su aristocratización: el imperialismo). Para la RAF de la primera generación, y en este texto concreto, tal disquisición es aún demasiado avanzada. Según la organización armada el movimiento estudiantil fracasó no tanto por no hacer presente esa constitución subjetiva, sino por no llevar a cabo una praxis que tuviera posibilidades de ampliar la lucha al campo obrero. El origen pequeño burgués del movimiento estudiantil habría tenido la culpa de esta insuficiencia:
El movimiento estudiantil se vino abajo cuando su forma de organización específicamente estudiantil/pequeño burguesa, el «campo antiautoritario», se demostró incapaz de desarrollar una práctica adecuada en cuanto a sus objetivos, porque no podía producirse una ampliación de su espontaneidad ni hacia las empresas ni en una guerrilla urbana capaz ni en una organización socialista de masas. Se vino abajo cuando la chispa del movimiento estudiantil —a diferencia de Italia o Francia- no se convirtió en el incendio de la pradera de las luchas de clases ampliadas.
Añadió además que al no ser los estudiantes «el sujeto revolucionario, no podía permitirse
la mediación organizativa». La praxis y la praxis armada como factor de diferenciación
con respecto a los estudiantes y los K-Gruppen se volvían de manera incuestionable en un símbolo que ejemplificaba el camino que
debían seguir los trabajadores. La práctica se elevaba al mismo tiempo que se descartaban
las lecturas. De esta forma, y siguiendo los derroteros propraxis de Krahl, la RAF
señaló que «sin práctica la lectura del Capital no es más que estudio burgués»
En el siguiente texto teórico, conocido como La lucha armada en Europa Occidental Este texto fue traducido por Pedro Madrigal al castellano y publicado en 1981 por
la editorial Icaria bajo el título El moderno Estado capitalista y la estrategia de la lucha armada (ver nota completa en el listado de referencias). Para el presente artículo se ha
optado por usar dicha traducción.
Grupo Baader-Meinhof. Fracción del Ejército Rojo ( Grupo Baader-Meinhof. Fracción del Ejército Rojo. (1981) [1971]. El moderno Estado capitalista y la estrategia de la lucha armada (traducción del alemán, Pedro Madrigal). Barcelona: Icaria.
Ibid.: 70.
Precisamente a tenor de la cuestión estudiantil, la RAF marcó un salto importante
en su análisis, ya que pasó de considerar al estudiantado parte de la pequeña burguesía
a ver en él un sector poblacional en fase de proletarización Ibid.: 44-45.
Ibid.: 112.
La organización, por tanto, avanzó desde su propuesta esquemática sobre la clase obrera
(industrial) integrada, asumiendo de forma paralela las propuestas en torno a la formación
del general intellect. Los estudiantes no eran ya una simple intelligentsia marxista errada en sus métodos de lucha, sino una clase obrera en potencia que manifestaba,
en su inserción progresiva en el proceso productivo tardocapitalista, su descontento.
Sin embargo, ante esta evidencia la RAF no extrajo las mismas conclusiones que los
filósofos autonomistas italianos: que, dada la elevación de una nueva clase obrera
intelectual, no era necesaria ya la mediación vanguardista en el proceso de lucha.
La propuesta de vanguardia hecha por la RAF era, no obstante, y en líneas generales,
entendida a partir de la concepción de Rosa Luxemburgo como una organización constituida
no tanto para preceder y proceder a la lucha, sino como una organización constituida
desde la misma lucha. La RAF debía promover estas luchas, ejemplificarlas a partir
de la violencia para lograr «un revolucionamiento entre las masas» y organizar desde
este punto la futura vanguardia Ibid.: 116. Pese a ello, la revista anarquista Agit-883 publicó en diciembre de 1971 un artículo bastante duro en donde se argumentaba que
la RAF había acabado asumiendo los principios organizativos leninianos, descartando
así la posibilidad de la autoorganización obrera, lo cual, en esencia, los desconectaba
del movimiento antiautoritario. En: «Rote Armee Fraktion: Leninisten mit Knarren»,
Agit-883, Rote Armee Fraktion: Leninisten mit Knarren (1971). Agit 883, 6-12-1971. Disponible en: https://bit.ly/3qLRHJq
Como ha indicado Jens Benicke, los primeros textos teóricos de la RAF marcaron una
tendencia que buscaba superar la raíz del movimiento antiautoritario, atravesado por
la teoría crítica, a partir fundamentalmente de las lecturas de Marx, Lenin y Mao.
De estos tres autores extrajeron los primeros militantes de la organización la necesidad
de la acción. Esta, al modo sartreano, se revelaba como la asunción de una responsabilidad
ante el mundo circundante; la admisión de la libertad incondicionada. La herencia
antiautoritaria, con lo propio de la escuela frankfurtiana y las críticas a la misma
(Krahl) Y de la misma escuela de la autonomía obrera italiana.
Siguiendo a Benicke puede indicarse que la RAF marcó en estos primeros textos, y a través de las ideas anteriores, una línea disruptiva al respecto de otros grupos obreristas que cayeron en la tradicional concepción vanguardista:
La RAF, aunque determina como sujeto revolucionario al proletariado, no tiene como
factor prioritario la organización de la clase trabajadora alemana tal y como podía
ocurrir al respecto de los K-Gruppen. La RAF es pues de la opinión de que [la clase trabajadora] se halla integrada en el
sistema a través de la manipulación de la clase dirigente y sus medios, y que solo
por medio de acciones ejemplificadoras y generadoras de conciencia [bewußtseinsschaffende Aktionen] puede ser recobrada
La organización fue atacada, consiguientemente, por los K-Gruppen, para quienes la RAF habría asumido el precepto frankfurtiano de clase integrada
El distanciamiento con respecto a los K-Gruppen vino aumentado por el giro tercermundistia-antiimperialista experimentado por la RAF
a partir de 1972. En este sentido, la RAF, que había iniciado su andadura siendo una
organización que buscaba la desintegración de la clase a partir de una praxis antiimperialista,
comenzó, a partir de su texto teórico de mayo de 1972 Servir al pueblo. Guerrilla urbana y lucha de clases a verse como un colectivo en apoyo directo a las luchas antiimperialistas del Tercer
Mundo desde la considerada metrópoli. Es decir, desde la República Federal de Alemania.
A partir de la lucha contra el imperialismo, la RAF esperaba, desde el mismo centro
de ese poder imperial, lograr arrasar el proyecto reformista de la socialdemocracia
y los sindicatos germano occidentales, y la principal causa de la integración de la
clase obrera alemana en el sistema: su proceso de aristocratización Como ha escrito Passmore, Meinhof, la autora del documento, no excluyó en el texto
la exposición de la miseria social dada en la propia RFA por la época ( Passmore, L. (2011). Ulrike Meinhof and the Red Army Faction: Performing Terrorism. New York: Palgrave-Macmillan. Disponible en: https://doi.org/10.1057/9780230370777
las Leyes de Núremberg no están hoy en vigencia. Sí parecen estar vigor por el contrario
las normas contra los estudiantes iraníes, contra los trabajadores griegos, turcos,
españoles, que llegan de países con regímenes fascistas. Las multinacionales sacan
provecho de la presencia del fascismo en estos países, establecen aquí [en la RFA]
a los trabajadores que el fascismo allí les ofrece. Éstos escapan de la presión de
una pena de muerte […] Dem Volk dienen. Stadtguerilla und Klassenkampf (1972) en Hoffmann ( Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.
La RAF señaló, por tanto, que la inmigración obrera a Alemania Federal era sustentada
y provocada por las grandes multinacionales germano-occidentales. Estas, mediante
su instalación y apoyo armado a los regímenes fascistas de la periferia del sistema
mundo, se proveían no solo de mano de obra barata in situ, sino que provocaban una emigración por motivación política y económica, la cual era,
al mismo tiempo, aprovechada en el centro capitalista a través de la división de clase Ibid.: 127.
Ibid.: 120.
Ante esta perspectiva general, la RAF pedía a las izquierdas del país el dejar a un
lado las disquisiciones entorno a la política nacional para centrarse en dinámicas
de lucha internacional; «el hecho de pensar que la clase obrera germano occidental
y Berlín occidental solo puedan pensar de acuerdo a una perspectiva nacional, no tiene
en cuenta que el capital internacional piensa y actúa de forma internacional». Una
izquierda así, ahondaría en la división y no aspiraría en ningún caso a hacer comprender
a la clase obrera la realidad del capitalismo Ibid.: 115.
Ibid.: 121.
Siguiendo a Mario Neumann y Sandro Mezzadra, se usa el concepto de «multicultural»
para hacer referencia a una composición de la clase basada, y de manera amplia en
la Alemania Federal, en trabajadores inmigrados. Esta clase, destacada por la RAF,
comenzó a ser la protagonista, a partir de los años setenta de los conflictos huelguísticos
espontáneos desarrollados en los entornos industriales más importantes del país germano
occidental. Véase: Mezzadra y Neumann ( Mezzadra, S. y Neumann, M. (2019). Clase y diversidad. Sin trampas. Iruñea-Pamplona: Katakrak.
Birke, P. (2010). 60 Pfennig nicht genug. Muss eine Mark. Wilde Streiks und Gewerkschaften
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DGB-Bildungszentrum.
Un mes después de aquel texto, la RAF, que en el primero de sus escritos teóricos había fijado su enemistad más preponderante con el empresariado y con los extractos más importantes del funcionariado del Estado capitalista, comenzó, motivada por su propio giro tercermundista, a realizar una serie de atentados contra las bases militares norteamericanas en la República Federal; sería la conocida como Ofensiva de Mayo. En esta ofensiva, y como reducto de su teoría iniciática, también se atacó a jueces y a la sede del grupo editorial Springer en Hamburgo.
Se dibujaba, no obstante, en la RAF, y a partir de este momento, la elaboración de
una nueva filosofía de la historia que confería a la República Federal un papel subordinado
frente a la política imperialista del líder del mundo capitalista, los Estados Unidos Schweizer ( Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.
Klimke, M. y Mauschbach, W. (2006). Auf der äußeren Linie der Befreiungskriege. Die
RAF und der Vietnamkonflikt. En W. Kraushaar (ed.). Die RAF und der linke Terrorismus. Tomo I (pp. 620-643). Hamburgo: HIS-Verlag.
Dicha filosofía de la historia estructurada por la primera generación de militantes
tuvo su representación más acabada quizás con el texto Fragmentos de Aclaración de la Cuestión y en su apartado de «Historia de la RFA» (también conocido como «Vieja historia de
la izquierda en la RFA»).
Anschlag auf das Hauptquartier der US-Army in Frankfurt/M (1972) en Hoffmann ( Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.
Desde esta adopción del paradigma antiimperialista, el grupo se desligó progresivamente de la fijación subjetiva en la clase obrera para centrarse en una dinámica que ponía el acento en la lucha entre pueblos imperialistas y pueblos sometidos al imperialismo. De manera lógica, esta lucha general y prioritaria tenía una confluencia en las propias dinámicas de la lucha de clases dentro de la RFA. Pero para la RAF, comenzó a ser evidente que sin la resolución victoriosa a escala internacional de los pueblos del Tercer Mundo, cualquier lucha por la emancipación en la RFA resultaba una confrontación baldía. La lógica de la RAF era pues la siguiente: la escala nacional de la lucha de clases debe ponerse en cuestión si esta se ve subvertida por las dinámicas internacionales del capital internacional y del propio Estado nacional al servicio de este primero. La vía de la deslocalización para el logro del abaratamiento del trabajo, el incentivo al flujo de trabajadores de la periferia al centro y el apoyo militar del centro a la periferia como garantía de manutención de las dos primeras medidas, serían, en efecto, influjos directos sobre las relaciones de producción en la misma metrópoli. De manera consecuente, la RAF entendió que la única forma de comenzar cualquier lucha emancipadora en la RFA era la de hacer posible la victoria de los pueblos del Tercer Mundo, ya que la victoria de estos ayudaría a quebrar la nueva dinámica abierta por el capitalismo en su fase posfordista.
En septiembre del año 1972, el grupo proliberación de palestina, Septiembre Negro,
realizó durante los Juegos Olímpicos de Múnich una acción de secuestro contra los
deportistas israelíes alojados en la villa olímpica. La acción, que buscaba la liberación
de varios centenares de presos palestinos y de los miembros más descollantes de la
RAF, Ulrike Meinhof y Andreas Baader (detenidos en junio), se saldó con el asesinato
de once atletas de la delegación israelí y con el monumental fracaso de la operación
de rescate policial orquestada por el Gobierno Federal alemán. Ulrike Meinhof, presa
en el penal de Ossendorf (Colonia), escribió entonces desde su celda un texto que
vino a afianzar las propuestas antiimperialistas y que fue publicado sin ser discutido
por otros líderes de la organización, que más tarde se distanciarían de él Aust ( Aust, S. (2008). Baader-Meinhof: The Inside Story of the R.A.F. London: The Bodley Head.
Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.
Passmore, L. (2011). Ulrike Meinhof and the Red Army Faction: Performing Terrorism. New York: Palgrave-Macmillan. Disponible en: https://doi.org/10.1057/9780230370777 Winkler, W. (2008). Die Geschichte der RAF. Hamburg: Rowohlt.
La operación del Septiembre Negro fue reverenciada por Meinhof, que describió la acción
simultáneamente como antiimperialista y antifascista. La acción, que habría puesto
en evidencia la escasa voluntad revolucionaria en el interior de la República Federal Die Aktion des Schwarzen September in München en Hoffmann ( Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.
Ibid.: 153.
En opinión de Wolfgang Kraushaar, Meinhof efectuaba, a través de su texto y sus propias
declaraciones —como testigo en el juicio contra Mahler, realizadas en diciembre de
ese mismo año— una recomposición general de su ataque contra Israel, excluyendo la
posibilidad de ser atacada como antisemita. Para Meinhof —en línea con lo expresado
por Žižek— Auschwitz no representaba más que la articulación ideológica de un pensamiento
onírico latente, el momento utópico anticapitalista. Los judíos eran convertidos en
los Geldjuden (algo así como «judíos adinerados») y el Holocausto era visto como una deformación
ideológica de un genuino anticapitalismo Žižek ( Žižek, S. (2008). En defensa de la intolerancia. Madrid: Sequitur.
Lehto-Bleckert, K. (2010). Ulrike Meinhof, 1934-1976. Ihr Weg zur Terroristin. Marburg: Tectum.
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Becker, J. (2014). Hitler´s Children. The story of Baader-Meinhof terrorist gang. Bloomington: Author House.
Como ha destacado Jens-Christian Wagner, el trabajo forzoso establecido en los campos
nazis sólo capacitaba una depuración de los pecados políticos, pero no así una «mejora»
de los prisioneros «raciales». Aunque oficiosamente el trabajo los reeducaría (Arbeit macht Frei), en realidad de este solo se obtenía un final: el exterminio. El trabajo forzoso, aunque
no formara parte de un programa de exterminio establecido antes de la guerra, era,
en este grupo racializado, ciertamente calificable como exterminio a partir del trabajo
(annihilation through labour). De esta disparidad de la significación del trabajo se obtiene, de seguir la interpretación
de Meinhof, que el trabajo forzoso en los campos servía para hacer constar a los izquierdistas
todo el poder del dominio capitalista y a su vez obtener una resolución capitalista
al propio capitalismo: el exterminio del símbolo de su usura congénita ( Wagner, J. C. (2010). Work and extermination in the concentration camps. En J. Caplan
y N. Wachsmann (eds.). Concentration Camps in Nazi Germany. The New Histories (pp. 127-148). London; New York: Routledge.
Meinhof, en la misma línea del texto Servir al pueblo, presentó a las multinacionales como un poder protegido por los regímenes dictatoriales
presentes en la periferia del sistema, a los cuales, y desde el centro, se venderían
armas y tecnología encaminada a reprimir los procesos de liberación popular-nacional
dados en aquellos países. Por tanto, el comienzo de toda posibilidad de emancipación
social mundial se iniciaba allí, pues era en ese núcleo de la producción capitalista
donde se determinaban la totalidad de las relaciones de producción. En este sentido,
la periodista criticó lo que denominó el oportunismo de la izquierda en la Alemania
Federal, al no concebir la posibilidad de abrir la lógica revolucionaria desde el
eslabón periférico. Meinhof reclamó recordar a estas izquierdas el precepto leniniano
de la «aristocracia obrera», asumiendo ya de forma evidente que el grito de dolor
constitutivo de la subjetividad desde la perspectiva adorniana se oía desgarradamente
no solo, pero si más nítidamente, en los países del Tercer Mundo. De la asunción constitutiva
de lo negado, del desquite de todo lo afirmado por el régimen satelizado de turno
para componer el sujeto periférico ideal, se componía así un nosotros en negativo John Holloway definió este sujeto como sigue: «nosotros somos la no-identidad. La fuerza que rebasa, la fuerza que contradice toda identificación,
la fuerza que desborda es la subjetividad, nosotros». En Holloway ( Holloway, J. (2007) ¿Por qué Adorno? En J. Holloway, F. Matamoros y S. Tischler (coords.).
Negatividad y Revolución (pp. 11-16). Buenos Aires: Herramienta.
Die Aktion des Schwarzen September in München en Hoffmann ( Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.
El sistema en la metrópoli ha logrado hundir de tal forma a las masas en la mierda
que esta parece haber perdido el sentido de su situación de explotación y opresión,
como mero objeto del sistema imperialista [...]. El sujeto revolucionario en la metrópoli
es la gente que se pasa 24h al día bajo el Diktat [...]. Si los pueblos del Tercer
Mundo son la vanguardia de la revolución antiimperialista, esto significa: que ella
es de manera objetiva la gran esperanza de la gente de la metrópoli para su propia
liberación, esa es nuestra tarea: crear la unidad entre las luchas emancipadoras de
los pueblos del Tercer Mundo y la nostalgia por la emancipación allí donde emerja
en la metrópoli: en las escuelas, en las Hochschulen, en las fábricas… Ibid.: 166-167.
Pese a sus explicaciones, la periodista no fijó de manera evidente la subjetividad
revolucionaria metropolitana como derivada del dolor propio (principal reproche de
Negt). El sujeto metropolitano, según Meinhof, ya era incluso incapaz de pensar en
su proceso de alienación, del cual, a su vez, extraía la única posibilidad de su felicidad
a través del mero entretenimiento y el consumo de la cultura de masas. El Tercer Mundo,
posiblemente como ya se hiciera en el movimiento del 68, representaba no solo un lugar
ejemplificador para las acciones armadas y el lugar de inicio de la lucha de clases
internacional, sino un espacio para pensar la regresión anhelante del sujeto metropolitano.
Es decir, el Tercer Mundo representaba un territorio de inspiración para el regreso a la vida comunitaria en una metrópoli arrasada por
la modernidad (de la cual era hijo el sujeto cosificado) y, a su vez, un tiempo que detenía el progreso que había engendrado Auschwitz. La lucha de liberación nacional
de los pueblos sometidos al imperialismo, se observaba, por tanto, desde la óptica
frankfurtiana de la que bebía Meinhof, y en relación a la cuestión subjetiva, como
una imagen dialéctica. Una imagen que era desiderativa, la expresión del inconsciente
colectivo la cual no anhelaba un mero pasado anticuado, sino la reivindicación de
una prehistoria sin clases. Las luchas de los pueblos sometidos al imperialismo serían,
así, «cristalizaciones objetivas del movimiento histórico» García ( García, L. I. (2015). Una política de las imágenes: Walter Benjamin, organizador del
pesimismo. Escritura e Imagen, 11, 111-133. Disponible en: https://doi.org/10.5209/rev_ESIM.2015.v11.50968 Tischler, S. (2013). Tres notas sobre el sujeto anticapitalista polimórfico. Acta Sociológica, 62, 31-43. Disponible en: https://doi.org/10.1016/S0186-6028(13)70998-8 Vargas, V. (2012). El problema del tiempo histórico y la imagen dialéctica en Walter
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Die Aktion des Schwarzen September in München en Hoffmann ( Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.
Schwarzböck ( Schwarzböck, S. (2008). Adorno y lo político. Buenos Aires: Prometeo.
Schweizer ( Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.
En 1973, los líderes más importantes de la primera generación de la RAF comenzaron
a realizar sucesivas huelgas de hambre desde su encierro. Leith Passmore o el propio
Kraushaar han indicado que los presos y organizaciones afines tales como la Rote Hilfe
(Socorro Rojo) o los «comités contra la tortura de los presos políticos en la RFA»
iniciaron un proceso progresivo de mimetización de su situación penitenciaria con
la vivida por los judíos en los campos nazis Kraushaar ( Kraushaar, W. (2006). Antizionismus als Trojanisches Pferd. Zur antisemitischen Dimension
in den Kooperationen von Tupamaros West-Berlin, RAF und RZ mit den Palästinensern.
En W. Kraushaar (ed.). Die RAF und der linke Terrorismus. Tomo I (pp. 676-695). Hamburgo: HIS-Verlag.
Hundirse [morir] o nadar. Esa es la ley del sistema. Con ella se hace el beneficio.
Cada niño, cada mujer, cada hombre, todos amenazados, acojonados [eingeschüchtert],
paralizados, machacados para su escarmiento. Toda alternativa en el sistema tiene
reservada una putada: o vivir bajo las condiciones del capital o morirse de hambre,
ser un andrajoso marginal o suicidarse [...]. Quien no alimenta esta alternativa,
quien tras 10 o 15 años no interioriza esta adaptación a la socialización en los procesos
de explotación del capital, quien tenga aún la cabeza llena de pájaros, la protesta
en el pico y la resistencia en los músculos [...] será un enfermo [...], el cual será
criminalizado o se le calificará lisa y llanamente loco [...]. Cuanto más fuerte es
el pueblo y más agita la moral del sistema, el concepto de propiedad y la crisis actual,
cuando la cuestión de la nación armada no sea mera música pretérita, sino materialmente
presente, entonces más importantes se revelan las cárceles, cuya racionalidad ha estado
siempre y está directamente dirigida a aterrorizar de forma abierta al proletariado
—a exterminar [vernichten]—. En su extremo esto fueron Treblinka, Majdanek o Sobibor [...]. Las cárceles y los
campos de exterminio respectivamente como penúltimas y últimas medidas contra todo
tipo de resistencia Die Aktion des Schwarzen September in München en Hoffmann ( Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.
A decir de Passmore, durante la época se produce, en este sentido, una mutación del
término imperialismo. Así, si bien «en los primeros textos de la RAF, el imperialismo
fue un término vago utilizado para referirse a menudo a las acciones de EE. UU. en
Vietnam, siendo el término antiimperialismo intercambiable por el de antiamericanismo.
En prisión, Meinhof desarrolló su propio significado del concepto a partir del trabajo
del científico social Dieter Senghaas» Meinhof ( Meinhof, U. (1978). Carta de una presa en la galería de la muerte y últimos escritos. (traducción P. Madrigal). Barcelona: Icaria.
La visualización de la lógica del exterminio en un país como la RFA, considerado imperialista
y, a su vez, títere de la estrategia imperialista global de los Estados Unidos, seguía
aquí nuevamente una proyección frankfurtiana que ya había sido asumida por los estudiantes
durante el ciclo del 68. Estos se habían considerado una minoría, una subjetividad
en negativo constituida de las luchas y en la reivindicación de una naturaleza que
idealmente debían (auto-)reprimir si querían integrarse como sujetos —cosificados—
del sistema Como ha indicado Schwarzböck ( Schwarzböck, S. (2008). Adorno y lo político. Buenos Aires: Prometeo.
Hernández Pacheco ( Hernández Pacheco, J. (1996). Corrientes actuales filosofía. La escuela de Fráncfort. La filosofía hermenéutica.
Madrid: Tecnos.
Slobodian, Q. (2012). Foreign Front: Third World Politics in Sixties West Germany. Durham; London: Duke University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1215/9780822395041
Cabe señalar una última particularidad a tenor de la discusión subjetiva en el seno
de la RAF. Las antes referenciadas huelgas de hambre de los presos pueden ser interpretables
no desde una simple lógica exterminativa, que se derivaría más propiamente de las
medidas carcelarias como el aislamiento y la alimentación forzosa, sino desde una
perspectiva combatiente. Como señaló Adorno, en los campos de concentración ya no
hay «una muerte del individuo», sino del «ejemplar»
Si tú nos abandonas, eres un cerdo que divide y nos aíslas para sobrevivir [...].
Si tú no continúas la huelga de hambre con nosotros, sería mejor y más honesto si
dijeras (si tu aún conoces lo que es la honestidad): «Yo vivo. Abajo la RAF. Viva
el sistema de los cerdos» [...]. La victoria o la muerte, dicen las gentes de todas
partes. Este es el lenguaje de la guerrilla —también de su reducida dimensión por
estos lares: es decir, con la vida se está tanto como con la muerte—. Los hombres
(como nosotros) que se resisten a finalizar su lucha, o vencen o mueren, en lugar
de perder o morir [...]. El revolucionario en la lucha expresa todo el amor por la
vida, despreciando así la muerte Meins [1974] der letzte Brief von Holger Meins. En Texte: der RAF ( Texte: der RAF (1977). Malmoe: Verlag Bo Cavefors. Disponible en: https://socialhistoryportal.org/raf/5659
Muy oportunamente, el filósofo Christoph Türcke ha destacado que esta adscripción
al martirio de la RAF, la asunción del precepto «luchar hasta la muerte», era una
virtud burguesa inserta ya en un movimiento antiautoritario y en todo el movimiento
del 68, que se destacaba por tratar de eliminar los elementos de autoridad, firmeza
o compromiso Löwy ( Löwy, M. (2018). El romanticismo revolucionario de Mayo del 68. Sin Permiso, 24-02-2018. Disponible en: https://bit.ly/3dzBNxQ Losurdo, D. (2019). El marxismo occidental. Cómo nació, cómo murió y cómo puede resucitar. Madrid: Trotta.
Foucault, M. (1998). Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI.
A lo largo del presente artículo se ha tratado de observar las proyecciones filosófico- ideológicas de la primera generación de la Fracción del Ejército Rojo. Tal y como se ha explicado, la primera generación de militantes vino hondamente marcada por cuestiones que no se habían resuelto del todo durante el ciclo del 68. Al igual que otras organizaciones surgidas en período de declive de ese último movimiento, la irresuelta cuestión de la subjetividad fue solucionada por los fundadores de la RAF con un evidente giro obrerista. Tal giro ya se había producido en el ocaso de la acción colectiva estudiantil y fue el fundamento para la creación de agrupaciones tales como los K-Gruppen. Los primeros escritos obreristas de la RAF guardaban, no obstante, dentro de una reverberación de la práctica guerrillera propia de los movimientos antiimperialistas, una significación netamente heredera del movimiento estudiantil y más particularmente con el marco de acción colectiva antiautoriario. Este marco, rechazado por los K-Gruppen, tuvo a su vez nítidas relaciones con las propuestas de los filósofos de la Escuela de Frankfurt. Desde estas perspectivas, la acción armada se concibió como una vía ejemplificadora que mostraría simultáneamente a la clase trabajadora la opresión sistémica (a partir del dolor que la represión podía causar cuando el sistema era atacado violentamente) y sus propias potencialidades revolucionarias. Así pues, la violencia ayudaría en primer lugar a desintegrar a la clase a partir del dolor que la reacción del sistema provoca sobre quien se rebela contra él. Haría constatar la inherente contradicción/ negatividad de la clase dentro del sistema, haciendo emerger un nosotros antagónico. En segundo lugar, la constancia entre los trabajadores de la existencia de una violencia ejercida desde sus intereses, ayudaría a estos a canalizar una pulsión de desquite de la presión sistémica, de la voluntad de separarse de la irracionaldiad del dominio, que a menudo acababa expresándose de forma xenofóbica.
A partir de 1972, la RAF comenzó a adentrarse en una senda antiimperialista de la que no saldrá, salvo un breve período entre 1975 a 1978, hasta su disolución en 1998. Desde este plano, el texto Servir al pueblo sirvió para plantear un esquema general a través del cual se observó la necesidad de repensar desde un punto de vista internacional la lucha de clases en la República Federal de Alemania. Solo desde la perspectiva de apoyo a las luchas emancipadoras periféricas —lugar que sustentaría la totalidad de las relaciones de producción capitalistas— se lograría desintegrar a la clase obrera en el considerado centro metropolitano, esto es, Estados Unidos o la Alemania Federal. La RAF, en este sentido, mantuvo aún el esquematismo marcusiano de sus primeros escritos, pero puso el acento en la inevitabilidad de la lucha solidaria con los movimientos de liberación antiimperialistas. Desintegrar era igual a hacer perder las condiciones para la aristocratización obrera en el centro del sistema; es decir, atacar el imperialismo. Krahl y la facción antiautoritaria del movimiento de 1968 habían imaginado que con las luchas en apoyo del Tercer Mundo no solo se subvertían las bases para el mantenimiento del modo de producción capitalista, sino que emergía de la misma praxis solidaria una nueva constitución subjetiva emancipada en la imaginada metrópoli. Meinhof comenzó en su escrito La acción de septiembre negro a incardinar sus posiciones a estos planteamientos frankfurtianos del 68. Así, las luchas en el Tercer Mundo comenzaron a ser pensadas no solo desde los dos ejes anteriores, esto es, como ejemplos para la estrategia y como necesarios puntos de partida para imaginar la lucha de clases en Alemania (y en el occidente capitalista), sino como espacios para pensar la emancipación (la deconstrucción) del formado sujeto —moderno— metropolitano. Este sujeto, que podía relacionarse con la idea de la clase integrada, sería un sujeto que como tal era formado sobre la represión de su naturaleza, de sus pulsiones, del miedo a la muerte. Un sujeto, pues, cosificado que buscaría permanentemente una pérdida de control momentáneo, un retorno fugaz a su condición presubjetiva, que una vez consumido reforzaría las condiciones de su cosificación. El Tercer Mundo representaría la posibilidad de abrir genuinamente las puertas a la emancipación. El espacio periférico y sus luchas de liberación nacional de manera más específica, concebidos así como imágenes dialécticas que hacían romper el continuum histórico del progreso que había engendrado al sujeto moderno. Si el sujeto moderno metropolitano se formaba a partir de la represión, de la adecuación a la identidad ideal del concepto, la posibilidad de la lucha, tal como lo explicó Meinhof, se hallaba en la inervación de lo negado, de la nostalgia por entroncar en todos los ámbitos con todo lo perdido en la formación subjetiva y aquello que lo volvía presente: el modo de vida comunitario por el que se lucharía en la periferia del sistema. La RAF, desde una óptica adorniana, fue consciente que esa reivindicación de lo negado suponía la posibilidad de una mayor represión contra ese nosotros negativo gestante. Aquel que se revelaba, que no se dejaba pulir, era exterminable. En esta lógica ya asumida por el estudiantado en 1968, los militantes de la primera generación de la RAF concibieron su encarcelamiento como un acto exterminador, genocida. Al sistema imperialista, puesto en un brete por la evidencia armada de un sujeto, un nosotros, inadaptado y desgarrado, solo le quedaría así la eliminación de los opositores. Algunos militantes, como Holger Meins, indicaron una vía de escape a esa perspectiva: la autoeliminación. La asunción de la posibilidad de la muerte como precio a pagar por reivindicar lo negado, valdría así de vuelta la superación de la subjetividad formada de la represión. La felicidad auténtica, no paradójica, lograda, por tanto, de la desposesión al sistema de su poder coactivo sobre los cuerpos.
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