RESUMEN

Las siguientes páginas describen la evolución de una serie de asociaciones dedicadas a la promoción de la cultura en San Sebastián durante el franquismo. Se ha tratado de reconstruir lo que sucedió con parte del tejido asociativo que se mantuvo en la ciudad durante las décadas de la dictadura, poniendo especial interés en el tipo de cultura que promovían y la imagen de España que se reflejaba en su actividad. Una de las cuestiones que se plantean es el peso de las identidades regionales en este contexto. Se parte de la hipótesis de que a través del estudio de sus prácticas culturales podemos llegar a conocer los procesos de adquisición de identidades, nacionales o regionales, que se desarrollaron en los espacios asociativos del carlismo, las casas regionales y el Círculo Cultural Guipuzcoano. Los resultados del estudio muestran hasta qué punto se trata de tres modelos asociativos diferentes, que dieron lugar a procesos de identificación e imágenes de la nación diversos, si bien el ingrediente regional forma parte de todos ellos.

Palabras clave: Asociacionismo; identidad nacional; regionalismo; franquismo.

ABSTRACT

The following pages describe the evolution of a series of associations devoted to the promotion of culture in San Sebastian during the Franco regime. I have tried to reconstruct the evolution of the associative network that was maintained in the city during the decades of dictatorship, focusing on the kind of culture they promoted and the image of Spain that their cultural activity reflected. One of the questions these pages try to answer is the role played by regional identities in this context. The hypothesis put forward here is that through the study of cultural practices we can shed light on the processes of acquisition of identities —national or regional—, which developed in the associative networks of Carlism, Regional Associations and the Guipuscoan Cultural Circle. The outcome of this research shows to what extent these were three different associative models, which promoted diverse identifications and images of the nation, although the regional ingredient was present in all of them.

Keywords: Associative networks; national identity; regionalism; Francoism.

Cómo citar este artículo / Citation: Lamikiz Jauregiondo, A. (2017). Espacios para una cultura desde abajo: asociacionismo donostiarra e imágenes de la nación durante el franquismo. Historia y Política, 38, 129-‍159. doi: https://doi.org/10.18042/hp.38.05

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SUMARIO

  1. Resumen
  2. Abstract
  3. I. INTRODUCCIÓN
  4. II. ESPACIOS DE SOCIABILIDAD, CULTURA Y PROCESOS DE IDENTIFICACIÓN
  5. III. ESPACIOS ASOCIATIVOS EN SAN SEBASTIÁN DURANTE EL FRANQUISMO
    1. 1. Asociacionismo carlista
    2. 2. Casas regionales
    3. 3. El círculo Cultural Guipuzcoano
  6. IV. CONCLUSIONES
  7. Notas
  8. Bibliografía

I. INTRODUCCIÓN[Subir]

El 13 de septiembre de 1936 las tropas sublevadas entraron en San Sebastián. A partir de esa fecha buena parte de la actividad cultural y recreativa desarrollada hasta entonces desapareció como consecuencia del control y la represión ejercidos por el bando vencedor. Las actividades culturales llevadas a cabo por aquellos que se mantuvieron leales a la república fueron censuradas y prohibidas y sus asociaciones clausuradas. En este contexto, ¿cuál fue la situación de las asociaciones que pretendían realizar una actividad cultural durante aquellas primeras décadas del franquismo? ¿Qué sucedió con aquellos grupos y asociaciones que en principio no se oponían o incluso apoyaban al nuevo régimen?

Las siguientes páginas pretenden describir el transcurrir de la vida asociativa y cultural de San Sebastián durante las décadas del franquismo, desde la posguerra hasta el inicio de la Transición

Estas páginas son parte de una investigación desarrollada en el marco del proyecto «La nación desde la raíz. Nacionalismo español y sociedad civil en el siglo xx» (HAR 2012-‍37963-C02-02), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España. Agradezco a los participantes en este proyecto sus comentarios y sugerencias a la hora de enfocar y desarrollar mi contribución al mismo.

[1]
. Se trata de reconstruir lo que sucedió con parte del tejido asociativo que se mantuvo durante las primeras décadas de la dictadura y su posterior evolución, poniendo especial atención en el tipo de cultura que promovían y la imagen de España que se reflejaba en su actividad

Esta investigación se enmarca dentro de los recientes estudios acerca de la sociabilidad en la España contemporánea y su papel en la formación de identidades colectivas y movilización social y política. En ese ámbito destacan entre otros los trabajos de Maza Zorrilla (

Maza Zorrilla, E. (2011). Asociacionismo en la España Franquista. Valladolid: Universidad de Valladolid.

2011
); Arnabat y Duch (

Arnabat, R. y Duch, M. (coords.) (2014). Historia de la sociabilidad contemporánea: del asociacionismo a las redes sociales. Valencia: Universidad de Valencia.

2014
).

[2]
.

La Orden de 28 de julio de 1939 disolvía todas las asociaciones constituidas con posterioridad al 17 de julio de 1936 cuya finalidad fuese el mantenimiento de círculos de recreo

Orden de 28 de julio de 1939 disponiendo la disolución de todas las asociaciones constituidas con posterioridad al 17 de julio de 1936, que tengan por finalidad única o principal el mantenimiento de círculos de recreo, cualesquiera que sea su denominación, BOE, 15 de agosto de 1939.

[3]
. En 1941 un nuevo decreto impedía constituir nuevas asociaciones sin aprobación del Ministerio de la Gobernación y quedaban prohibidas todas las asociaciones que tuviesen fines contrarios a los Principios Fundamentales del Movimiento

Decreto de 25 de enero de 1941: modificaciones al régimen de asociaciones. Archivo General de la Administración, Gobernación, 388. Un decreto bastante restrictivo que reguló la constitución de asociaciones hasta la entrada en vigor de la Ley de Asociaciones de 1964.

[4]
. Según este decreto, se reservaba al gobernador civil la facultad de nombrar los miembros de la junta directiva de las asociaciones, por lo que estas debían presentar una propuesta que el gobernador civil aprobaría tras la comprobación de los correspondientes informes solicitados a Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET-JONS). Esta nueva legislación limitó de manera considerable el espacio de actuación de las asociaciones que desarrollaban su actividad durante esos años, cuando no las hizo desaparecer.

Sin embargo, con posterioridad a la legislación arriba mencionada se fueron creando nuevas asociaciones que tenían por objeto la promoción de la cultura en San Sebastián. No todas ellas tenían las mismas características ni promovían el mismo tipo de cultura: algunas pretendían ser sobre todo lugares de reunión y celebración; otras tenían como objetivo la promoción de un ambiente cultural en la ciudad que pudiera satisfacer la demanda de los intelectuales donostiarras de la época, y alguna más se constituyó para dar continuidad a iniciativas disueltas por la nueva legislación franquista. Todas ellas declaraban el fin explícito de cultivar y promover una cultura que definían como española. Este tipo de asociaciones apenas han sido investigadas hasta ahora, ya que el interés de los investigadores se ha centrado principalmente en el estudio de culturas alternativas a la oficial y ello los ha llevado a fijarse en grupos relacionados con el movimiento obrero o el nacionalismo vasco, dejando de lado aquellos espacios dedicados a una cultura que en principio parecía más acorde con la oficial.

II. ESPACIOS DE SOCIABILIDAD, CULTURA Y PROCESOS DE IDENTIFICACIÓN[Subir]

Tal y como declaraban expresamente en sus estatutos, las discusiones políticas quedaban excluidas de la vida de estas asociaciones, cuyo objetivo era crear un espacio en el que promover actividades recreativas y culturales al margen de cualquier actividad política. Sin embargo, la hipótesis que se plantea en estas páginas es que su actividad cultural reflejaba sus actitudes políticas: una mirada a las expresiones y prácticas culturales desarrolladas en el ámbito de lo cotidiano nos permite comprender cómo su actividad en el ámbito asociativo cultural y recreativo reflejaba su idea de la nación

Esta hipótesis es producto de mis anteriores investigaciones en el ámbito de la sociabilidad y las identidades nacionales durante el franquismo (

Lamikiz Jauregiondo, A. (2005). Sociability, culture and identity: Associations for the promotion of an alternative culture during the Franco regime (Gipuzkoa, 1960s-1970s) [tesis doctoral inédita]. European University Institute.

Lamikiz, 2005
). Perspectiva que conecta asimismo con la propuesta que Archilés (

Archilés, F. (2013). Lenguajes de nación. Las «experiencias de nación» y los procesos de nacionalización: propuestas para un debate. Ayer, 90, 91-‍114.

2013
) plantea en su investigación acerca del papel de las «experiencias de nación» en los procesos de nacionalización.

[5]
.

Partiendo como Michael Billig de las «pequeñas palabras»

Billig (

Billig, M. (2014). Nacionalismo banal. Madrid: Capitán Swing.

2014
): 289. En la misma línea están las investigaciones de Tim Edensor (

Edensor, T. (2002). National Identity, Popular Culture and Everyday Life. Oxford: Berg.

2002
), así como Frykman y Löfgren (

Frykman, J. y Löfgren, O. (1996). Force of habit: Exploring everyday culture. Lund: Lund University Press.

1996
). Edensor (

Edensor, T. (2002). National Identity, Popular Culture and Everyday Life. Oxford: Berg.

2002: 69
) insiste en el interés de investigar las maneras en que la nación se reproduce en lo cotidiano, en los hábitos del día a día y los actos irreflexivos a través de los cuales las personas se inscriben en un espacio concreto. Por otra parte, Frykman y Löfgren (

Frykman, J. y Löfgren, O. (1996). Force of habit: Exploring everyday culture. Lund: Lund University Press.

1996: 9-‍11
) describen la manera en que los hábitos se interiorizan en la interacción con los demás miembros del grupo, permitiéndoles conectar con el mismo y formar parte de determinadas comunidades culturales.

[6]
, esta investigación indaga en aquello que a menudo pasa desapercibido por lo familiar que resulta. Coincido con la propuesta de Alejandro Quiroga de explorar cómo los individuos adquieren unas determinadas identidades nacionales a base de experimentarlas en su día a día, a través de la cultura, el consumo o las actividades de ocio. De las tres esferas que Quiroga identifica a la hora de analizar los procesos de nacionalización —pública oficial, semipública y privada— [7], el estudio de la sociabilidad formal que nos ocupa se situaría en la esfera semipública, desde la que podemos acercarnos a ámbitos de nacionalización alternativos, en los cuales se transmiten identidades nacionales diversas y a veces enfrentadas. Como afirma Quiroga, el discurso oficial no siempre se corresponde con las experiencias cotidianas de los ciudadanos, en cuyo caso estos crean un relato nacional alternativo que explique su realidad de un modo más adecuado [8]. Son, por tanto, los propios sujetos quienes construyen sus identidades, por lo que no los podemos considerar meros receptores de identidades fijas prediseñadas por las élites o instituciones oficiales. De hecho, no hay identidades fijas, sino que estas se crean y transforman en la experiencia cotidiana, a través de las prácticas culturales mediante las que los sujetos se expresan y dan sentido a esos procesos de identificación

En la actualidad es ampliamente aceptada la concepción de la identidad colectiva como resultado de un permanente proceso de identificación, idea propuesta hace ya varias décadas por autores como Bauman (

Bauman, Z. (1996). From Pilgrim to Tourist – or a short History of Identity. En S. Hall y P. Du Gay (eds.). Questions of Cultural Identity (pp. 18-36). London: Sage.

1996
) o Bhabha (

Bhabha, H. (1990). Interview with Homi Bhabha. The Third Space. En J. Rutherford (ed.). Identity. Community, Culture, Difference (pp. 207-221). London: Lawrence & Wishart.

1990
), que permite además centrarse en el sujeto como agente activo en esos procesos.

[9]
.

Por otra parte, y teniendo en cuenta el peso del nacionalismo vasco y el carlismo en Guipúzcoa, nos podemos preguntar hasta qué punto su visión influyó en la manera de imaginar la nación española desde las provincias vascas. Como nos recuerdan Núñez Seixas y Moreno Luzón, el españolismo se moldeó en constante tensión con los movimientos nacionalistas subestatales, alimentándose ambos mutuamente [10]. Parece pues lógico pensar que tanto la visión carlista de una unidad nacional compuesta por diversas regiones, como la necesidad de hacer frente al nacionalismo vasco, influyeron en las propuestas regionalizadoras que surgieron en aquellos años.

La realidad que se observa en algunas de las asociaciones estudiadas en estas páginas es reflejo de la compleja situación de una provincia en la que convivían diferentes concepciones acerca de la organización territorial del país, a las que los discursos oficiales no fueron indiferentes. Su experiencia en las provincias vascas llevó a las autoridades franquistas a poner en valor la región, siempre desde su vertiente más cultural y vaciándola de cualquier posible interpretación política. Las autoridades trataron de imponer su propia visión de la cultura vasca, dotándola de una imagen basada en lo folclórico y políticamente inocuo, a fin de contrarrestar los efectos del nacionalismo vasco [11].

Diversos autores coinciden en reconocer el valor de la región en el ámbito cultural

Aizpuru (

Aizpuru, M. (2014b). Regionalismo, vasquismo, nacionalismo en el tardofranquismo. Hermes, 46, 54-‍63.

2014b: 54
), para quien la región apenas ha tenido importancia en el sistema político español, reconoce su valor en el ámbito cultural. Por su parte, cuando reflexiona sobre el concepto de regionalismo, Núñez Seixas (

Núñez Seixas, X. M. (2014). La región y lo local en el primer franquismo. En S. Michonneau y X. M. Núñez Seixas (eds.). Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo (pp. 127-153). Madrid: Casa de Velázquez.

2014: 128
) nos recuerda que existen formas de regionalismo cuyo principal vehículo de expresión es cultural, por encima de reivindicaciones políticas.

[12]
, y es precisamente en ese ámbito donde desarrollan su actividad las asociaciones objeto de este estudio: más allá de divisiones administrativas oficiales, muchas personas vivían su experiencia de la provincia o región en las casas regionales o en las asociaciones carlistas, donde las identificaciones locales y o regionales, expresadas a través de prácticas culturales, sí tuvieron su peso

Para Núñez Seixas (

Núñez Seixas, X. M. (2014). La región y lo local en el primer franquismo. En S. Michonneau y X. M. Núñez Seixas (eds.). Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo (pp. 127-153). Madrid: Casa de Velázquez.

2014: 152-‍153
) la dimensión regional y local fueron elementos fundamentales a la hora de imaginar la nación durante el franquismo, si bien esa imaginación territorial no estaba exenta de las contradicciones derivadas de unas esferas de identificación variadas e inestables —geometrías variables— que ni siquiera funcionaban igual en los diversos territorios del Estado.

[13]
.

¿Qué imagen de la nación se construyó en la posguerra? ¿Se impuso una visión oficial, o había otras visiones que convivieron, o acaso compitieron, con la oficial? Las prácticas culturales llevadas a cabo en los espacios de sociabilidad formal que tuvieron a su disposición los habitantes del San Sebastián de la posguerra y su desarrollo en las décadas posteriores constituyen un espacio idóneo para indagar estas cuestiones.

III. ESPACIOS ASOCIATIVOS EN SAN SEBASTIÁN DURANTE EL FRANQUISMO

Cuando no conste otra fuente, debe entenderse que la información referente a las asociaciones presentadas en estas páginas se ha obtenido de los respectivos expedientes existentes en el Registro de Asociaciones del Gobierno Vasco: Circulo de España (AS.RPG 3597-‍120), Asociación de Estudios Vicente Manterola (AS.RPG 3635-‍3), Centro Burgalés de Guipúzcoa (AS.RPG 255), Casa de Galicia de Guipúzcoa (AS.RPG 200), Círculo Riojano (AS.RPG 225) y Círculo Cultural y Ateneo Guipuzcoano (AS.RPG 260).

[14]
[Subir]

1. Asociacionismo carlista[Subir]

El ámbito asociativo carlista es un buen ejemplo del control que el nuevo régimen ejerció sobre la sociabilidad formal, ya que las iniciativas asociativas carlistas fueron estrechamente vigiladas por las autoridades franquistas, que no dudaron en censurar cualquier intento de disidencia.

Tras el decreto de unificación en abril de 1937, el 1 de febrero de 1938 se creó en San Sebastián el Círculo de España, asociación en la que se reunían los carlistas de la ciudad, a semejanza de los círculos surgidos en otras ciudades españolas para dar continuidad a la red asociativa carlista. Los socios del antiguo Círculo Tradicionalista serían ahora miembros de la recién creada asociación. Por otra parte, el Círculo de España surgía con una estrecha dependencia de Falange, ya que una de las condiciones era que los socios fuesen patriotas españoles, de buena conducta y afiliados a FET-JONS, además de contribuir con una cuota mensual a esta última institución

Estatutos de la sociedad cultural recreativa Círculo de España (1938).

[15]
. La presidencia de honor del Círculo correspondía asimismo al jefe provincial de FET-JONS. Los miembros de la primera junta directiva eran líderes el carlismo que en aquellos años ocupaban posiciones relevantes en las instituciones provinciales, como José Eizaguirre —presidente de la Diputación en 1937— y Antonio Paguaga —alcalde de San Sebastián desde finales de 1937—.

Los fines propuestos por esta nueva entidad eran el estudio y la divulgación de la cultura y el arte, especialmente aquellas expresiones consideradas como la tradición de su ser nacional, tanto desde el punto de vista civil como religioso, nacional como regional. Pero es difícil saber hasta qué punto se cumplieron estos objetivos iniciales, pues apenas hay información referente a los primeros años de la asociación. Parece que el Círculo desarrolló su actividad como lugar de reunión de los carlistas de San Sebastián con relativa normalidad. Durante los primeros años de posguerra algunos de sus miembros participaron en iniciativas culturales que pretendían subrayar la contribución de Guipúzcoa a la historia de España: destacaron la propuesta en 1939 de José Eizaguirre, presidente de la Diputación de Guipúzcoa, de crear una colección de libros que divulgasen la historia bélica de la provincia en defensa de la Madre España [16], y la propuesta en 1941 por parte de Elías Querejeta de crear el Centro de Cultura de Guipúzcoa Esteban de Garibay, con el objetivo de vigorizar las actividades culturales en la provincia y «salvaguardar los valores eternos de una Provincia que tanto se ha destacado a lo largo de los siglos en el engrandecimiento de España»

En octubre de ese mismo año la Diputación aprobó las bases para la realización del proyecto, tras lo cual no se volvió a hablar de él. Según Calvo (

Calvo, C. (1994). Poder y consenso en Guipúzcoa durante el franquismo (1936-‍1951) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca.

1994: 452
), se trató de una iniciativa personal de Elías Querejeta que desapareció cuando fue nombrado a finales de 1941 gobernador civil de Murcia.

[17]
.

Estas iniciativas coincidieron con una época en la que aumentó el interés histórico por los marinos guipuzcoanos al servicio del imperio español, convertidos en símbolo de la lealtad y españolismo de los guipuzcoanos. La insistencia en la lealtad de la provincia a España coincide con el momento en que el carlismo comenzaba a considerarse como vencido entre los vencedores [18]: las posibilidades de restaurar los fueros como parte de la España tradicional regionalizada se esfumaban y ello avivó su descontento [19].

Más directamente relacionada con la actividad del Círculo estaba la organización de la fiesta de los Mártires de la Tradición. El Círculo se encargaba, bajo la supervisión de las autoridades, de organizar una conmemoración que era tradicional en el carlismo y que tras la guerra había adquirido una renovada relevancia. La bandera española ondeaba a media asta en los edificios oficiales y los balcones se engalanaban con los colores nacionales y crespones negros en señal de duelo

«Los Mártires de la Tradición», Unidad, 10-03-1941.

[20]
; al mediodía, tras una misa solemne, algún miembro de la directiva del Círculo de España pronunciaba un patriótico discurso. Precisamente, cuando a comienzos de la década de 1940 comenzaron las disputas entre carlistas y falangistas

A estas disputas se refiere Luengo (

Luengo, F. (1990). La formación del poder local franquista en Guipúzcoa (1937-‍1945). Gerónimo de Uztariz, 4, 83-‍95.

1990: 90-‍92
) cuando menciona que en 1941 se inició un nuevo período de depuraciones que afectó a los militantes del Movimiento, lo cual incrementó el descontento y las tensiones internas. Las mayores tensiones se dieron en 1942, cuando Fernando Aramburu, joven tradicionalista por aquel entonces presidente de la Diputación de Guipúzcoa, solicitaba al ministro secretario del Movimiento, José Luis Arrese, la devolución del concierto económico, cuya derogación entibiaba el apoyo del tradicionalismo guipuzcoano.

[21]
, que derivaron en varios incidentes entre 1942 y 1945, se observan cambios en esta celebración: a partir de 1940 hubo dos celebraciones de la fiesta de los Mártires de la Tradición en San Sebastián, una oficial organizada por FET-JONS y otra carlista bajo la iniciativa del Círculo de España

Esta conmemoración dual fue resultado de los intentos por parte del franquismo de apropiarse de la fiesta de los Mártires de la Tradición, que los carlistas celebraban desde finales del siglo anterior (

Canal, J. (2000). El carlismo: dos siglos de contrarrevolución en España. Madrid: Alianza.

Canal, 2000
): 345.

[22]
. Ante la decisión de las autoridades franquistas de reducir los actos al mínimo posible —se limitaron a una misa funeral y desaparecieron los discursos y cualquier tipo de ritual—, el tradicionalismo continuó celebrando la fiesta mediante una misa, rezo del rosario en los locales del Círculo y una sesión de radio consistente en conferencias pronunciadas por personalidades carlistas.

Pero durante la celebración de 1942 aumentó la tensión entre el carlismo y las autoridades franquistas. Como en años anteriores, la Delegación Nacional de Propaganda había permitido los actos, exceptuando una conferencia en euskera. Sin embargo, algo debió suceder porque el día siguiente a la celebración la Jefatura Provincial de FET-JONS informó de que el secretario del Círculo de España, Antonio Sutil, había leído ante los micrófonos de Radio San Sebastián un discurso que había sido previamente censurado por el Departamento de Propaganda. El jefe provincial estaba seguro de la mala fe de quien había leído el discurso, ya que él mismo le había explicado los motivos para censurar el texto, y pedía que se le diese un castigo ejemplar. El texto, que había sido entregado a Sutil por el cura párroco de Oyarzun y por José Eizaguirre, hacía referencia al significado de la fiesta de los Mártires como una fiesta para todos los españoles:

Una de las manifestaciones de esta compenetración de Rey y pueblo, es la Fiesta de los Mártires de la Tradición que hoy celebramos y que D. Carlos instituyó en memoria y sufragio de los Cruzados de la Causa y para perpetuar su espíritu en las generaciones venideras. Ellos, como ha dicho el Generalísimo Franco, han guardado LAS ESENCIAS DE LA HISPANIDAD y lo han hecho en lucha secular contra el liberalismo extranjerizador. Si en España no fueron completamente arrasadas las instituciones patrias, se debe al espíritu de sacrificio y a la tenacidad indomable de las masas carlistas, que a través de un siglo de pelear incesante, dentro y fuera de la legalidad, son acreedoras a la admiración de las gentes y el respeto y el homenaje de toda alma bien nacida

Circulo de España (AS.RPG 3597-‍120).

[23]
.

Los autores del discurso, que se autodefinían como carlistas, españoles y antiliberales, defendían un régimen que consideraban auténticamente español, con un poder limitado tanto por el derecho divino como por las Cortes. Además de citar a Juan Vázquez de Mella, se declaraban defensores de la monarquía y el derecho tradicional y se mostraban críticos con la tiranía y el abuso de poder de los gobernantes. Precisamente esta última parte del discurso había sido censurada.

Meses más tarde, el gobernador civil confirmaba la frialdad y hostilidad de los socios del Círculo de España y no ocultaba su disgusto ante la escasa participación de la población de San Sebastián en las fiestas conmemorativas de la liberación de la ciudad

Informe de la Dirección General de Seguridad, 30 de septiembre 1942. Citado por Calvo (

Calvo, C. (1994). Poder y consenso en Guipúzcoa durante el franquismo (1936-‍1951) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca.

1994: 314
). Los enfrentamientos entre carlistas y falangistas que se produjeron en Tolosa y Bilbao en ese año provocaron una significativa pérdida de poder político del carlismo, que hasta entonces había conservado su predominio en Guipúzcoa (

Luengo, F. (2000). En la memoria cercana: 1936-‍2000. En M. Artola (ed.). Historia de Donostia-San Sebastián (pp. 387-478). Hondarribia: Nerea.

Luengo, 2000: 419
).

[24]
. A esta hostilidad respondió el Gobierno Civil sustituyendo a algunos miembros de la junta directiva del Círculo de España —entre ellos Antonio Sutil—, preocupado porque el Círculo de España pudiese perder el patriotismo y españolismo que le había caracterizado hasta entonces. Al parecer se había detectado cierto espíritu insolidario con cuanto representaba el Movimiento Nacional en algunos miembros de la junta directiva y se ponía como ejemplo su falta de solidaridad al negarse a dar un donativo para el aguinaldo a la División Azul

Calvo (

Calvo, C. (1994). Poder y consenso en Guipúzcoa durante el franquismo (1936-‍1951) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca.

1994
): 315. Canal (

Canal, J. (2000). El carlismo: dos siglos de contrarrevolución en España. Madrid: Alianza.

2000: 349
) por su parte afirma que la brecha entre el carlismo y las autoridades franquistas aumentó cuando en 1941 Fal Conde proclamó la neutralidad carlista en la guerra mundial y se negó a autorizar la participación de carlistas en la División Azul.

[25]
. El gobernador civil señalaba a determinados sectores denominados «falcondistas»

Sector del carlismo que mostró su oposición al franquismo siguiendo la línea de confrontación impuesta por Manuel Fal Conde, jefe delegado del Consejo Nacional de la Comunión Tradicionalista hasta su destitución en 1955 (

Canal, J. (2000). El carlismo: dos siglos de contrarrevolución en España. Madrid: Alianza.

Canal, 2000: 349
).

[26]
, que habían utilizado el Círculo para sus reuniones clandestinas.

En marzo de 1943, con motivo de la celebración de la fiesta de los Mártires de la Tradición, se colocó en el interior de los locales del Círculo una placa en memoria de los socios caídos durante la guerra. A la inauguración asistió el gobernador civil, quien esta vez consideró que los socios se entregaron con absoluta sinceridad, dando muestras de adhesión al Caudillo. A partir de entonces, los miembros del Círculo acudieron a las conmemoraciones franquistas y en octubre su presidente aceptó el nombramiento de diputado provincial. Calvo interpreta esto como una señal de que la nueva política de represión consiguió debilitar la oposición «falcondista» [27]. Sin embargo, esta oposición no despareció con tanta facilidad, pues a pesar de la percepción favorable del gobernador civil, la celebración de aquel año no estuvo libre de incidentes. Los denominados «falcondistas» habían provocado a otros miembros del Círculo, increpándoles que ellos no eran verdaderos carlistas, invitaron a beber a los allí presentes y entonaron cánticos carlistas, a los que siguieron enfrentamientos verbales. Mientras tanto, los miembros leales a las autoridades gritaban: «¡Viva Franco! ¡Viva España! ¡Viva Alemania!», a lo que los «falcondistas» respondían con vivas a Fal Conde. Los ánimos se caldearon bastante y estuvieron a punto de llegar a las manos, hasta que un grupo de sacerdotes consiguió apaciguarlos.

Durante los meses siguientes las tensiones continuaron: las autoridades tuvieron que retirar de los salones del Círculo un elemento decorativo que había sido colocado de manera subrepticia y sin conocimiento de la junta directiva, y poco más tarde se proponía la sustitución del conserje, Pedro Goñi, por repartir propaganda clandestina. Al parecer, la disidencia dentro del Círculo de España se mantuvo, ya que en 1945 varios miembros de la asociación fueron detenidos tras ser sorprendidos pegando pasquines de tipo «falcondista». Hechos que estaban probablemente relacionados con los incidentes que tuvieron lugar en Pamplona el 3 de diciembre, cuando militantes tradicionalistas afines al «falcondismo» se enfrentaron a la policía. Hubo varios cientos de detenidos y se cerró el Círculo carlista, donde al parecer se habían encontrado armas [28]. Aquel día había miembros del Círculo de España de San Sebastián en Pamplona.

Apenas hay noticias de la actividad del Círculo a partir de 1946. En 1947 varios miembros se dieron de baja y se nombró a una nueva junta directiva que expresamente declaraba su lealtad a España. El sector «falcondista» debilitado ante el fracaso de su estrategia— [29] seguía vetado por las autoridades y el número de socios descendió notablemente. La depuración de la disidencia y la introducción de elementos franquistas en las celebraciones de la memoria del tradicionalismo lograron disminuir la influencia del sector «falcondista», haciendo más visible el apoyo de aquellos carlistas dispuestos a colaborar con las autoridades. Probablemente, una vez purgada la asociación de los miembros más conflictivos, esta continuó siendo un centro de reunión y recreo para aquellos sectores del carlismo más afines al régimen.

Años más tarde se constituyó la Asociación de Estudios Vicente Manterola, una asociación creada en 1965 en honor al célebre eclesiástico y político carlista nacido en San Sebastián en 1833 y centrada en el ámbito cultural. Según los estatutos, los fines de esta asociación eran fomentar y divulgar el conocimiento histórico sobre la participación de los vascos en la formación y realización de las empresas históricas españolas. Por medio de conferencias y publicaciones, se pretendía difundir la historia, la cultura, y el folclore vasco, así como su contribución al acervo cultural español. A pesar de que varios de los miembros de esta nueva asociación eran también miembros del Círculo de España

Era el caso de Antonio Arrue, Gabriel Zubiaga y Pablo Iturria, que había sido además vicepresidente del Círculo de España.

[30]
, prefirieron crear una nueva asociación en lugar de desarrollar esta iniciativa en el Círculo, influidos probablemente por la desconfianza que les provocaba el control a que estaban sujetos los miembros del mismo.

Comenzaron por realizar varios homenajes a personajes relevantes de la historia del País Vasco, además de promover el traslado de los restos de Vicente Manterola, que daba nombre a la asociación. En 1966 celebraron la conmemoración del segundo centenario del fallecimiento del Padre Larramendi —escritor, folklorista y precursor del foralismo—, así como una conferencia de Elías de Tejada —promotor de los círculos culturales Vázquez de Mella y cercano a Fal Conde en la década de 1940—. En 1967 se celebraron los actos de traslado de los restos de Vicente Manterola, así como la celebración del centenario del nacimiento de Iztueta, folklorista, escritor e historiador guipuzcoano. A partir de esa fecha la actividad de la asociación fue decayendo hasta que se disolvió en octubre de 1970 debido a las dificultades que habían tenido que afrontar.

La evolución de la actividad del carlismo parece sugerir un estrecho control por parte de las autoridades, muy preocupadas por el mantenimiento del consenso dentro del bando de los vencedores. Interesaba sobre todo que el carlismo, sector hegemónico de la derecha guipuzcoana, se reconociese en el nuevo régimen [31]. A pesar de estas maniobras, la disidencia se mantuvo a lo largo de las décadas, a juzgar por la actitud de destacados miembros del carlismo guipuzcoano y sus constantes tensiones con las autoridades. De todos modos, las iniciativas promovidas por los sectores carlistas carecieron de la vitalidad necesaria para tener continuidad en el tiempo. Se limitaron a momentos concretos en los que surgieron una serie de iniciativas aisladas, que pronto parecían agotarse, incapaces de proponer una alternativa cultural lo suficientemente sólida.

2. Casas regionales[Subir]

Los centros o casas regionales establecidos en Guipúzcoa agrupaban a aquellas personas originarias de una misma provincia o región residentes en Guipúzcoa. Si bien en la inmediata posguerra este modelo asociativo no tuvo gran desarrollo, adquirió especial importancia en la provincia a partir de finales de la década de 1950 y mediados de 1960.

Durante las décadas de la dictadura se crearon en diversas ciudades de Guipúzcoa dieciocho casas regionales que agrupaban a personas procedentes de nueve regiones diferentes. Este fenómeno debe relacionarse con el importante proceso de industrialización que tuvo lugar en la provincia y el aumento considerable de la inmigración proveniente de otras provincias españolas. Entre 1940 y 1975 Guipúzcoa casi dobló su población y San Sebastián creció más de un 50 %, en buena parte debido a la inmigración [32]. Los principales núcleos que acogieron la creación de casas regionales coinciden con los núcleos urbanos más industrializados de la provincia.

Ocho de las mencionadas casas regionales o provinciales registradas en Guipúzcoa durante la dictadura estaban establecidas en San Sebastián: dos de ellas se habían constituido con anterioridad a la guerra civil —el Centro Burgalés de Guipúzcoa (1916) y la Casa de Galicia de Guipúzcoa (1931)— y el resto fueron constituidas en las décadas posteriores —el Círculo Riojano (1944)

En el archivo del Gobierno Civil consta que el Círculo Riojano se registró en 1931, en cuyo caso la sociedad constituida en 1944 sería una continuación de la anterior, pero esta información no consta en el Registro de Asociaciones. Junto con el Círculo Riojano encontramos varias casas regionales registradas al inicio de la Segunda República que no aparecen en el registro actual: la Casa Salmantina, la Casa de Andalucía (1931) y la Casa de Madrid (1931) (

Luengo, F. (1999). San Sebastián. La vida cotidiana de una ciudad. De su destrucción a la ciudad contemporánea. Donostia: Txertoa.

Luengo, 1999: 147-‍150
).

[33]
, el Casal de Cataluña (1959), la Casa de Valencia (1962), la Casa de Álava en Guipúzcoa (1973), la Asociación Casa de Navarra (1976) y el Centro Extremeño de Guipúzcoa (1978)—.

Si bien no parece que haya habido una política consciente de promoción de casas regionales por parte de las autoridades, cabe señalar que a principios de la década de 1960 —coincidiendo con el momento en que este tipo de iniciativas se multiplicaban en la provincia—

De las 121 asociaciones culturales registradas en Guipúzcoa entre 1940 y 1979, cerca del 80 % fueron constituidas durante las dos últimas décadas, especialmente a partir de la segunda mitad de la década de 1960 (

Lamikiz Jauregiondo, A. (2005). Sociability, culture and identity: Associations for the promotion of an alternative culture during the Franco regime (Gipuzkoa, 1960s-1970s) [tesis doctoral inédita]. European University Institute.

Lamikiz, 2005: 65
).

[34]
se desarrollaron una serie de debates en el marco del Consejo Nacional del Movimiento en los que se planteó el interés de promover casas regionales en las distintas regiones de España. En su preocupación por contrarrestar la amenaza del separatismo, algunos miembros de las ponencias que se presentaban en el Consejo proponían otorgar a las casas regionales una función integradora como representantes de una patria común

Política de unidad. Estudio crítico del separatismo (AGA, CNM, 9839). Según este informe, a fin de promover el mutuo entendimiento y simpatía entre las diversas regiones, el folclore y la literatura de las provincias vascas y catalanas debía promoverse en el resto del país, mientras que en las provincias vascas y catalanas era la literatura y el folclore andaluz o gallego lo que se debía promover.

[35]
. Pero también puede pensarse que eran la experiencia y el conocimiento de la actividad de los centros regionales los que inspiraban esta política, y no al revés.

Por lo que respecta a sus fines, los centros regionales declaraban que estos eran exclusivamente recreativos y culturales; quedaban expresamente prohibidas las discusiones políticas. Probablemente entre sus miembros había personas de diversas ideologías, pero en ningún caso destacaron por tener algún tipo de actividad contraria al régimen. En cuanto a su actividad cultural, esta debe entenderse más cercana al ámbito de la cultura popular y lo puramente recreativo, ya que buena parte de su actividad consistía en la organización de bailes y festivales, juegos de mesa o la asistencia al bar, que a menudo constituía la propia sede de la asociación. En el bar solía haber un televisor alrededor del cual los miembros se reunían para ver los partidos de fútbol. También había asociaciones que pretendían cumplir con una función educativa, e incluso algunas de ellas contaban con una biblioteca. Muchas de estas asociaciones cumplían además una función asistencial de apoyo a paisanos en apuros.

La proliferación de casas regionales en esos años refleja los cambios socioeconómicos que tuvieron lugar en la provincia de Guipúzcoa durante las décadas de 1950 y 1960: el desarrollo económico atrajo a numerosas personas provenientes de otras provincias españolas y provocó importantes transformaciones en el paisaje urbano donostiarra. Estos cambios coincidieron además con el resurgir de la identidad vasca y el movimiento por la recuperación de su cultura. La combinación de ambos fenómenos influyó sin duda en el surgimiento de este tipo de asociaciones, que eran concebidas como un modo de adaptarse a la vida en la nueva provincia, creando redes de apoyo entre paisanos a la vez que se mantenía el contacto con sus lugares de origen. Las casas regionales respondían a la necesidad de mantener las identificaciones regionales, y la rápida propagación de estos centros puede ser interpretada como un signo de la fuerza que la identidad regional tenía en aquella época.

Las referencias al término «región» comenzaron a aparecer en aquellos centros creados en la década de 1930. Es significativo que en los estatutos del Centro Burgalés (1916), único registrado con anterioridad a esa década, no se hacía mención a la región. En este primer momento se utilizó el término paisanaje, en referencia a la procedencia común y consiguiente identidad local. En 1931 se creó la Casa de Galicia, y es entonces cuando encontramos referencias directas a la región: los objetivos de la asociación eran promover la convivencia fraterna de todos los hijos de Galicia, fomentando las tradiciones y cultura de su región. A ella se referían como «patria tradicional», siempre formando parte de la unidad nacional. La asociación debía ser intermediaria entre Galicia y las demás regiones de España, contribuyendo a la cordial ayuda entre las mismas.

Los estatutos del Círculo Riojano creado en 1944 parecen copiar al pie de la letra el texto de la Casa de Galicia, cuando insisten en la idea de la Rioja como «rica joya de España», una más entre sus diversas regiones. El objetivo de esta asociación era intensificar las relaciones de fraternidad, cooperación y mutuo auxilio entre los riojanos residentes en San Sebastián, reforzando los lazos con su «patria chica», siempre sobre la base de la unidad nacional. Más explícitos aún eran los estatutos de la casa de Galicia de 1953: «Todas las regiones españolas forman parte de la unidad histórica de España. Entendemos que amando a la Región se ama a la Patria, amar a Galicia es amar a España»

Casa de Galicia de Guipúzcoa (AS.RPG 200).

[36]
.

A pesar de lo que declaraban en sus estatutos, pocas eran las referencias a la unidad nacional en el día a día de estas asociaciones, en contraste con la presencia de las referencias a la región. Sin embargo, hay algunos detalles que hacen referencia a ese sentimiento nacional, como la solicitud en 1963 del Centro Burgalés de permiso para izar la bandera española en días señalados, la existencia de banderas nacionales en los locales de los centros regionales, la recurrente identificación entre el amor a la región y el amor a España en la Casa de Galicia.

Volviendo a la identificación regional, la idea de que la asociación era una especie de prolongación de la región en Guipúzcoa se mencionaba con frecuencia: debía ser ante todo un lugar en el que pasar el tiempo de ocio entre paisanos. Esta identificación regional se mantenía tanto mediante el estrecho contacto que tenían con sus provincias de origen, como a través de la creación en la propia asociación de un ambiente lo más cercano posible a dichas provincias. Existían diversas maneras de mantener los lazos con la «patria chica»: los socios acudían a la sociedad a leer la prensa local de sus regiones, ya que estas asociaciones estaban por lo general suscritas a diarios de sus provincias de origen; a veces se organizaban excursiones a la provincia de origen, o se colaboraba con instituciones de caridad de las localidades de las que provenían los socios. Incluso a la hora de resolver sus problemas económicos, tendían a solicitar préstamos para la adquisición de locales sociales a las cajas de ahorros de sus respectivas provincias. La conexión con la «patria chica» no se limitaba pues a gestos simbólicos, sino que alcanzaba aspectos mucho más prácticos.

Por otra parte, los socios trataban de recrear en la asociación un ambiente que les acercara a sus provincias de origen: para ello decoraban el local con banderas, mapas, cuadros y fotografías de sus provincias e incluso se ponía música de la región para crear un ambiente más agradable, y en algunos casos podían consumirse en el bar de la asociación productos típicos de la región

Un ejemplo de ello es un inventario de mobiliario de la Casa de Galicia en 1941, en el que figuran instrumentos como una gaita gallega, un bombo y un tambor, así como dos banderas gallegas y una nacional, mapas, cuadros de otros centros gallegos y de diversos lugares de Galicia, e incluso escudos de las provincias gallegas.

[37]
. En una ocasión en la Casa de Galicia se propuso incluso traer tierra de las cuatro provincias gallegas para plantar algunos tiestos con flores y decorar así el local en los días de fiesta. Y, por supuesto, una de las actividades que más expectación creaban era la celebración de las fiestas patronales de las regiones de origen, como el día de Santiago Apóstol en Galicia o la Virgen de los Desamparados en Valencia. Se organizaban comidas y se realizaban exhibiciones de baile y música regionales a cargo de los propios socios, y en algún caso incluso se invitaba a otras peñas o sociedades procedentes de la región.

Cuando en 1950 la Casa de Galicia propuso crear una nueva sede en Trintxerpe, uno de sus principales argumentos era crear un ambiente apropiado para acoger a sus paisanos. Teniendo en cuenta que casi el 80 % de la población de aquella localidad era gallega, y que muchos de ellos eran marineros jóvenes que al regresar de sus trabajos en el mar no encontraban más distracción que los bares y el cine, se consideraba que la asociación podía ofrecerles un ambiente diferente y actividades de ocio más apropiadas.

Refiriéndose a las asociaciones andaluzas en Cataluña, Martín Díaz afirma que estos centros tenían un carácter mucho más cerrado que abierto al exterior: más que dedicarse a la difusión de la cultura, eran un lugar en el que personas de un mismo origen compartían una serie de vivencias que los mantenían en contacto con su comunidad de origen [38]. De manera similar, los centros regionales guipuzcoanos trascenderían la función recreativa para tratar de satisfacer un específico modo de vida asociativa fuertemente enraizado en la cultura autóctona. Las tardes de fútbol en la asociación, las reuniones alrededor de comida típica de su tierra, escuchar música de la región, las conversaciones con paisanos e incluso la lectura de prensa de sus provincias los conectaba con lo que percibían como realidad cultural de sus regiones de origen, dotándoles de una identidad propia. Las casas regionales y provinciales constituyen un buen ejemplo del papel fundamental de lo cotidiano en la formación de identidades colectivas que apuntábamos en la introducción a estas páginas.

Por lo demás, no parece que los contactos entre las distintas casas regionales fuesen demasiado intensos. La Casa de Galicia fue la más activa en este sentido: a veces invitaban a representantes de otros centros a sus celebraciones; otras veces buscaban contactos con centros gallegos de otras zonas, e incluso con la Federación de Casas Regionales de España en Madrid. Cabe destacar la iniciativa surgida en 1962 de crear una Casa de las Regiones en Irún con el fin de establecer un hogar común para cuantos españoles deseasen cooperar en la práctica de actividades que permitiesen un mejor conocimiento mutuo

Casa de las Regiones de Irún (1962) (AS. RPG 202). Esta asociación estaría en el origen de la Federación Guipuzcoana de Centros Regionales, a la que se incorpora en 1985.

[39]
.

Como en muchas otras asociaciones, le década de 1970 coincidió con un momento de crisis en los centros regionales: a las dificultades para atraer a nuevos socios se añadían los problemas económicos. Resultaba especialmente difícil encontrar socios comprometidos que quisieran formar parte de la junta directiva. En 1970 el Centro Burgalés de Guipúzcoa tenía dificultades para hacer frente a los gastos que suponía la sociedad; al parecer las cuotas no eran suficientes y debían dinero a la Caja de Ahorros de Burgos. La propuesta de que los socios adquiriesen obligaciones para hacer frente a los gastos no fue bien acogida y al final optaron por vender su local social para comprar otro más económico.

Una forma de hacer frente a los problemas económicos fue solicitar que las casas regionales fuesen declaradas sociedades de utilidad pública. Entre 1970 y 1972 varios centros regionales fueron declarados de utilidad pública, de acuerdo con el Decreto 1440 de 20 de mayo de 1965, por el cual se dictaban normas complementarias de la Ley de Asociaciones de 1964. Ser reconocida de utilidad pública suponía una serie de exenciones, así como preferencia en la concesión de crédito oficial y en la distribución de subvenciones, además de ayuda y asesoramiento por parte de la Administración. Otra de las respuestas a los problemas económicos de esos años fue la instalación en los locales sociales de bingos, que proliferaron con la legalización del juego en esos años. A partir de 1977 tanto el Centro Burgalés como el Círculo Riojano y la Casa de Galicia instalaron juegos de bingo que les permitieron hacer frente a sus deudas o adquirir un local social.

En cuanto a la falta de dinamismo y compromiso de los socios, en 1972 un socio del Círculo Riojano comentaba la necesidad de acudir con más asiduidad a la asociación, ya que cada vez acudían menos socios y el Círculo languidecía por el desinterés y la falta de relevo de la juventud. Otro socio respondió que eso era algo que ocurría en varias sociedades de la ciudad, en las que se notaba falta de asociados. El presidente de la asociación comentaba que la asistencia de asociados había disminuido considerablemente, ya que los que causaban baja por fallecimiento o traslado no eran sustituidos por nuevos socios. En su opinión, las nuevas formas de vivir, la televisión y el aumento de las facilidades para viajar, entre otros, dificultaban la asistencia al Círculo; la solución pasaba por atraer a una nueva generación de socios jóvenes que diesen dinamismo a la asociación. La documentación consultada indica que este era un problema que se repetía en muchas asociaciones por esas fechas y que, efectivamente, tenía más que ver con los cambios en los modos de vida y ocio de esos años que con dinámicas internas de la asociación.

3. El círculo Cultural Guipuzcoano[Subir]

En verano de 1936 se perdía el rastro del Ateneo creado hacia 1870 por un grupo de jóvenes liberales de la ciudad. Falange instaló su sede en los locales contiguos, se requisó su biblioteca y se perdió la documentación referente a la asociación [40]. Ocho años más tarde, en verano de 1944, se creó el Círculo Cultural y Recreativo Guipuzcoano, que en septiembre de aquel año pasó a llamarse Círculo Cultural Guipuzcoano. Los fines de la nueva asociación eran el recreo y distracción de sus socios, así como la difusión de la cultura general, organizando para ello conferencias científicas, literarias, artísticas, conciertos y sesiones de cineclub. Bajo el significativo título de «A las puertas de una nueva Era», la conferencia inaugural corrió a cargo del catedrático de Derecho Político en la Universidad de Sevilla Ignacio María Lojendio, natural de San Sebastián y perteneciente a una conocida familia de diplomáticos y religiosos afines al régimen.

Apenas hay documentación referente a los primeros años del Círculo Cultural Guipuzcoano, cuya actividad parece transcurrir sin problemas. Los miembros de su junta directiva eran aprobados por el gobernador civil sin reservas, lo que sugiere que eran considerados de buena conducta. De hecho, entre los nuevos miembros se encontraban Andrés Redondo Ortega —hermano de Onésimo Redondo y fundador de las JONS junto a él— y Miguel Sagardía —hijo de Antonio Sagardía, que había participado en la guerra en la columna de su padre y sería vicepresidente de la Diputación de Guipúzcoa en 1952—.

En esos primeros años del Círculo Cultural su presidente fue Leandro Martín Santos, diputado provincial y presidente del Colegio de Médicos, que en 1963, recordando los inicios de su andadura declaraba:

Nacimos en años de la posguerra cuando la juventud comenzaba a adquirir conciencia de su valor y de su responsabilidad y a ella ofrecimos un ámbito de convivencia con los hombres de las generaciones anteriores. Nacimos cuando en el mundo las actividades intelectuales estaban impregnadas de pasión política, para hacer aquí en San Sebastián una política nueva y distinta: la política de la cultura

Ibid., 165. Militar y médico formado en África, donde al parecer conoció y trabó amistad con Franco, participó en la Guerra Civil como médico militar en el bando nacional y era una persona bastante cercana al régimen (

Mina, J. (2015). De paseo por el San Sebastián de Luis Martín-Santos. Donostia: Erein.

Mina 2015: 9
).

[41]
.

Ya en el primer número del boletín del Círculo se hacía referencia a la necesidad de acabar con la orfandad cultural que sufría la ciudad. Entre los socios y las personas que frecuentaban el Círculo se encontraban los intelectuales del San Sebastián de la época, que veían en el Círculo la vía para desarrollar lo que consideraban una cultura de calidad.

En referencia al ambiente cultural de aquellos años, José Ángel Ascunce describe a un grupo de intelectuales preocupados por la cultura tratando de crear un espacio para desarrollar sus inquietudes en un ambiente de nula actividad cultural. En aquella época el Círculo era un factor de cultura que no llegaba a calar en la población donostiarra, ya que la «buena cultura» pasaba sin pena ni gloria por la ciudad [42]. El Círculo respondía a los deseos de un grupo de intelectuales de promover una cultura con mayúsculas; no en vano entre sus primeros promotores encontramos al director del instituto de segunda enseñanza de la ciudad, José María Royo Villanova, así como a los catedráticos del mismo instituto José Berruezo y Manuel Agud Querol.

En estos años de posguerra se observa una buena relación con las autoridades. Cuando se fundó el Círculo Cultural Guipuzcoano en 1944, se nombraron socios honorarios a los gobernadores civil y militar, al presidente de la Diputación, al presidente de la Audiencia, al alcalde y al delegado de Hacienda, lo que denota su interés por acercase a las instituciones. El Círculo Cultural contó desde el principio con la ayuda de las autoridades: tanto la Diputación como el gobernador civil les concedieron ayudas económicas, se les cedió un local social en un edificio oficial de la calle Andia 13 —en un palacete en pleno centro de la ciudad, junto a la Concha—, e incluso se accedió a devolverles los libros del antiguo Ateneo que habían sido confiscados y depositados en el Museo de San Telmo. Ya en esos años varios miembros del Círculo participaban en la Junta del Patronato del Museo de San Telmo, como Miguel Sagardía y Javier Arbide. Por otra parte, desde 1949 el Círculo Cultural Guipuzcoano participó en el sistema de representación por tercios presentando candidatos a diputado provincial a miembros de la asociación, algo que se mantuvo a lo largo de las siguientes décadas. En aquellos años, no pocos de sus miembros estaban afiliados a Falange.

En cuanto a la actividad cultural que se llevó a cabo en el Círculo Cultural Guipuzcoano, además de las conferencias y conciertos que se organizaban, hay que mencionar la existencia de una importante biblioteca y una hemeroteca suscrita a los principales periódicos y revistas del país. Desde el comienzo de su actividad se impartían clases de idiomas, entre ellos inglés, francés, alemán y euskera —estas últimas impartidas por Elvira Zipitria y Koldo Mitxelena—. Entre las actividades del Círculo también había un grupo de teatro, que en el futuro representaría obras de gran actualidad —O’Neill, Tennessee Williams, Arthur Miller o incluso Alfonso Sastre—. El cineclub era otra de las actividades que tuvo mucho éxito, y poco más tarde llevaría al Círculo Cultural a colaborar con la Semana Internacional de Cine de San Sebastián. Las colaboraciones del Círculo con otras instituciones también le llevaron a organizar una sección de cultura hispano-británica en 1949, y más adelante una sección de cultura hispano-francesa en colaboración con el Instituto Francés de la ciudad. Colaboraron así mismo con la Universidad de Valladolid en la organización de unos cursos de verano que serían los precursores de los actuales. En un ámbito más recreativo se enmarcaban las partidas de ajedrez y los bailes que se organizaban en la sociedad, a semejanza de los que se organizaban en otras asociaciones de la época.

Cabe preguntarse si las actividades culturales llevadas a cabo en el Círculo Cultural Guipuzcoano reflejaban un ámbito de identificación nacional o respondían más bien a una identidad regional o local. En principio parece que la temática de las conferencias, conciertos y exposiciones respondía más bien a cuestiones de ámbito nacional, si bien siempre se trataba de insertar la perspectiva local. Si se presentaba un ciclo de poesía española, se incluía alguna conferencia sobre poetas locales; si se hablaba de historia de España, también se hacía alusión a la historia de la ciudad. Los temas vascos no tenían demasiado protagonismo, aparecían por lo general incluidos en el marco nacional. Aunque hay que destacar algunas iniciativas dedicadas específicamente al País Vasco, como el curso de Alta Cultura Vasca organizado en 1946 o el Certamen de Paisajes Vascos que se organizó con regularidad desde mediados de la década. Ambas iniciativas se deben interpretar en el contexto de los intentos por parte de sectores afines al régimen de presentar una imagen de la cultura vasca estereotipada y convertida casi en objeto de museo, muestra de una región más de la España tradicional

Los títulos de las conferencias organizadas en el marco del mencionado curso dan la sensación de pretender, a partir de una visión muy tradicional de la cultura vasca, entroncar lo vasco con lo español. Se tratan cuestiones de derecho en las provincias vascas, elementos vascos en la literatura castellana, filología vasca, prehistoria, etc. En el caso del certamen de pintura, en él se reunían los pintores paisajistas y costumbristas de la época, como Echandi o Eloy Erenchun (

Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.

Mina, 2008: 183
).

[43]
. Al menos hasta bien entrada la década de 1960, los temas vascos que se trataban en las conferencias y actividades iban en la línea de unir la historia vasca a la española. En la línea del discurso cultural de buena parte de la derecha vasca no nacionalista de la época, el tema de los marinos vascos al servicio del imperio español era recurrente.

Cuando en 1944 se publicó el primer boletín del Círculo, editado por José Berruezo, se mencionaba que su objetivo era contribuir al renacimiento cultural de la «patria» [44]. Durante esos años, numerosas conferencias versaron en torno a temas de la historia y literatura españolas, adquiriendo el siglo de oro especial protagonismo. En 1948 el inicio del curso en el Círculo coincidió con la celebración del 12 de octubre y se celebró esta fecha con un acto en el que participaron el presidente Leandro Martín-Santos, José Berruezo y el gobernador civil, que presidió el acto bajo el lema «Exaltación de la Hispanidad». No hay más referencias a la celebración de esta fiesta en años posteriores.

A principios de la década de 1950 se observan algunas novedades. En 1952 se dio un cambio importante en la denominación de la asociación, añadiéndose de nuevo la palabra «Ateneo» al nombre oficial de la entidad. El cambio se justificaba por la evolución de los tiempos y sugería que no era el único caso; ya hacia 1949 había referencias al Nuevo Ateneo de Bilbao. Según Mina, esta era sobre todo una manera de retomar la tradición liberal que había caracterizado al anterior Ateneo, aunque también se puede entender como señal de su aspiración de constituir un lugar de reunión para la élite intelectual de la ciudad

Según Luengo (

Luengo, F. (2000). En la memoria cercana: 1936-‍2000. En M. Artola (ed.). Historia de Donostia-San Sebastián (pp. 387-478). Hondarribia: Nerea.

2000: 428
) el Círculo reunió a la mayoría de las personalidades de la cultura donostiarra de las décadas de 1950 y 1960.

[45]
. No en vano el Círculo atrajo a personajes conocidos del ámbito intelectual de la época, como el escritor y abogado Juan de Guelbenzu, el médico Ignacio María Barriola, José Miguel de Azaola, Carlos Santamaría o José de Arteche. Muchos de ellos no eran necesariamente afines al régimen, pero se acercaban al Círculo y participaban activamente en él, como participaban de otras tertulias organizadas en aquellos años. Varios autores se refieren, por ejemplo, a las tertulias literarias que tenían lugar en la «rebotica» de la sala de lectura de la biblioteca de la Diputación, organizadas por el bibliotecario José de Arteche

Idoia Estornés, hija del editor Bernardo Estornés, comenta que los contertulios se solían reunir en un ambiente bastante tradicional, nunca acompañados de mujeres ni ningún «izquierdoso», pero sí de numerosos religiosos, y hablaban de temas por lo general poco comprometedores. Junto a Arteche, en aquellas tertulias se reunían Fausto Arocena, José Miguel de Azaola, Manuel Agud Querol, Koldo Mitxelena, José Berruezo, José María Busca Isusi, Antonio Valverde, Mariano Ciriquiain, y Miguel Pelay Orozco entre otros (Estornés, 2013: 155-‍156). Véase también Luengo (

Luengo, F. (2000). En la memoria cercana: 1936-‍2000. En M. Artola (ed.). Historia de Donostia-San Sebastián (pp. 387-478). Hondarribia: Nerea.

2000
): 429.

[46]
.

Durante la década de 1950 el gobernador civil seguía aprobando sin problemas las propuestas de composición de la junta directiva que le llegaban desde el Círculo Cultural, lo que indica que confiaba en los miembros de la asociación. Esta seguía disfrutando de los locales cedidos por las autoridades en el palacete de la calle Andia 13, y tanto el número de socios como la calidad de las actividades llevadas a cabo sugieren que era una entidad consolidada [47]. Todo parece indicar que la actividad de la asociación se desarrollaba de acuerdo con lo que las autoridades esperaban de ella.

Sin embargo, diversos autores afirman que ya en esta época el Círculo Guipuzcoano comenzaba a ser un espacio en el que se adivinaba cierta disidencia. Según Félix Luengo, en esa época los locales del Ateneo fueron punto de encuentro para intelectuales de gran pluralidad ideológica, incluyendo sectores de la oposición política de izquierdas, en cuyas tertulias y actos encontraron la oportunidad de expresar sus ideas en un ambiente de mayor libertad. En ellos se fraguó la reorganización de la izquierda política donostiarra. En opinión de Mina, el Círculo llevó al límite las posibilidades de la libertad de expresión invitando a personas e incluyendo conferencias que no necesariamente estaban bien vistas por las autoridades

Luengo (

Luengo, F. (2000). En la memoria cercana: 1936-‍2000. En M. Artola (ed.). Historia de Donostia-San Sebastián (pp. 387-478). Hondarribia: Nerea.

2000
): 428. Mina (

Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.

2008: 198
) cita a autores sospechosos como Martín-Santos, Celaya, Otero o Azaola, sugiriendo que en el Ateneo se llevaba a cabo una actividad soterrada de intercambio de ideas prohibidas.

[48]
.

Es muy posible que en los salones del Círculo coincidiesen y trabasen amistad jóvenes que con el tiempo formarían parte de una emergente oposición al régimen. Eso es lo que parecen sugerir las palabras de José Ramón Recalde cuando habla de las reuniones en el Círculo Cultural Guipuzcoano, en las que hablaban sobre la idea de construir una Europa democrática que les ayudase a superar el estrecho marco de la dictadura

Recalde (

Recalde, J. R. (2004). Fe de vida. Barcelona: Tusquets.

2004
): 68. Recalde, nacido en 1930, pertenecía a una generación más joven y sería dirigente de ESBA, sección vasca del FLP —los «felipes»— a principios de la década de 1960.

[49]
. Los recuerdos de Recalde hacen referencia a la creación dentro del Círculo Cultural Guipuzcoano del Seminario de Estudios Europeos, iniciativa promovida por el escritor de talante liberal José Miguel Azaola a principios de la década de 1950, en los años en los que residió en San Sebastián. En años anteriores Azaola había dado diversas conferencias acerca del proceso de construcción de la comunidad europea. Fue también Azaola, junto con otro asiduo al Círculo, Carlos Santamaría, uno de los promotores en San Sebastián del movimiento católico progresista Pax Christi, que a principios de la década de 1960 merecía la atención del gobernador civil de Guipúzcoa, por considerarlo un grupo que debía ser vigilado

Memoria del Gobierno Civil de Guipúzcoa del año 1961 (AGA, Gobernación, 11318).

[50]
.

Otro de los indicadores de cambio hacia mediados de la década fue la decisión del Círculo de sustituir la suscripción a El Alcázar por la del diario Madrid, que en la década siguiente sería referente de corrientes aperturistas [51]. Por otra parte, desde mediados de la década de 1950 el sacerdote euskalzale —promotor de la lengua vasca— Nemesio Etxaniz se encargó de las clases de euskera en el Ateneo e impartió varias conferencias. Estas iniciativas, que sugerían una apertura y diversidad de actitudes dentro de las actividades de la asociación, dejaron probablemente una impronta en los jóvenes que se acercaron a las tertulias del Círculo en aquellos años.

Sin embargo, no se observan grandes cambios en la dirección del Círculo Cultural y Ateneo Guipuzcoano durante los primeros años de la década de 1960. Las juntas directivas se seguían confirmando sin problemas, y a principios de la década continuaban en sus cargos miembros tan poco sospechosos de aperturismo como Andrés Redondo y Miguel Sagardía. De hecho, la junta directiva llevaba años sin entregar la obligada documentación anual a las autoridades; una prueba más de la falta de control sobre esta asociación, caso excepcional en el contexto asociativo guipuzcoano.

Es más, la historiadora Idoia Estornés recuerda en sus memorias cómo a principios de la década de 1960, en su época de estudiante deseosa de entrar en los ambientes culturales de la ciudad, se acercó al Círculo. Pero este no debió de causarle gran impresión, ya que comenta de él que había surgido a iniciativa de la «intelectualidad orgánica local» y que a las nuevas generaciones les resultaba un mundo estanco, opaco, que «olía a Apparat» [52]. Los jóvenes preferían la Asociación Artística Guipuzcona o la Asociación de Cultura Musical, en las que se reunía la intelectualidad más alejada del régimen.

En 1966 hubo cambios importantes en la junta directiva de la asociación, varios miembros dimitieron y Javier Arbide sustituyó en la presidencia del Círculo a Leandro Martín-Santos. A partir de esas fechas los socios se referían ya directamente a la asociación como Ateneo, adoptando el emblema del antiguo Ateneo en enero de 1967 [53]. El carácter de las actividades organizadas se mantenía, si bien los cambios que se estaban dando en la sociedad vasca dejaron su huella: Lourdes Iriondo, miembro del grupo promotor de la nueva canción vasca Ez Dok Amairu, dio un recital en 1967, y en verano de 1968 se otorgó el premio Ateneo a la película Ama Lur

El grupo de música Ez Dok Amairu estaba formado por una serie de jóvenes provenientes del nacionalismo vasco que simbolizaron el movimiento de recuperación de la cultura vasca de la segunda mitad de la década de 1960. Defendían la promoción de una cultura moderna en euskera que tenía que ver muy poco con la representación tradicional de lo vasco hasta entonces aceptada por las autoridades y que servía de vehículo de expresión a una nueva generación de nacionalistas vascos que emergía en esos años. En cuanto a la película Ama Lur, cabe destacar el éxito que tuvo entre unas audiencias deseosas de ver reflejada en el cine esa nueva y moderna visión de la cultura e identidad vascas (

Lamikiz Jauregiondo, A. (2003). Ambiguous culture: contrasting interpretations of the Basque film ‘Ama Lur’ and the Relations between Centre and Periphery in Franco’s Spain. National Identities, 4 (3), 291-‍306. Disponible en: https://doi.org/10.1080/1460894022000026141.

Lamikiz, 2003
).

[54]
. Por otra parte, destaca el notable éxito de la conferencia dada por el premio Nobel Miguel Ángel Asturias en junio de 1968, en la que ensalzó el papel de los poetas que ponían su voz al servicio del pueblo. El auditorio se fundió en un fervoroso aplauso ante unas palabras que adquirían especial significado en el contexto de la dictadura [55]. El Ateneo no parecía impermeable a lo que sucedía en las calles: en 1970 el director del cineclub fue detenido, la policía requisó la multicopista del Ateneo y en diciembre de aquel año varios socios pidieron que se enviase un telegrama a Franco solicitando clemencia para los condenados en el juicio de Burgos, a lo que la junta directiva se negó aduciendo que el Ateneo no participaba en cuestiones políticas

Ibid., 249.

[56]
. Es curioso que todas estas actividades citadas por Javier Mina en su libro no dejaran absolutamente ningún rastro en la documentación remitida a las autoridades. Da la sensación de que quienes enviaban la documentación al Gobierno Civil se encargaban de dar una imagen mucho más complaciente de lo que era en realidad. No en vano el presidente se esforzaba por mantener una estrecha relación con las autoridades.

Hacia 1970, cuando se acababan de celebrar los veinticinco años de labor cultural del Ateneo, y después de organizar el congreso de ateneos y asociaciones culturales a nivel nacional en sus salones, comenzaron a aflorar los problemas económicos. Ese mismo año participaron en una reunión convocada por la Comisión de Cultura de la Diputación a la que acudieron diversas entidades culturales de la provincia con el fin de crear una Junta Provincial de Cultura. Contrasta en esos años la insistencia en la alta calidad de las actividades culturales organizadas, con los cada vez más graves problemas económicos que la asociación debía afrontar. Sobre todo, si tenemos en cuenta el notable descenso de actividad que se desprende de la lectura de sus actas. Ante las dificultades económicas, se apelaba insistentemente al prestigio del Ateneo donostiarra a nivel estatal, y se volvía a subrayar el apoyo recibido del Ministerio de Información y Turismo y del delegado provincial Alberto Clavería. El presidente del Ateneo aseguraba que era gracias a sus asiduas visitas a Madrid por lo que las autoridades les daban su apoyo.

Sin embargo, las dificultades no desaparecían y en 1975 el presidente reconoció que había que dar paso a la juventud. Pero el cambio se hacía esperar y tuvieron que pasar algunos años hasta que una nueva generación de miembros del Ateneo se hizo con las riendas del mismo. Mientras tanto, en 1976 la asociación siguió con su actividad cultural y se aceptó la propuesta del socio Manuel Agud Querol de participar junto con la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País en las gestiones para conseguir que la Facultad de Filosofía y Letras se instalase en San Sebastián. Hacía ya más de una década que Agud Querol, junto con otros asiduos al Ateneo como Carlos Santamaría e Ignacio María Barriola, participaba en la comisión impulsora de la universidad vasca.

Por otra parte, el Círculo seguía esforzándose por mantener excelentes relaciones con las autoridades, ya que en 1976 se decidió nombrar socios de honor a Marcelino Oreja, Alberto Clavería y José Ramón Aparicio

Parece bastante significativo que en pleno proceso de transición a la democracia se nombre socios honorarios a Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Clavería, delegado de Información y Turismo, y José Ramón Aparicio, ex subjefe provincial del Movimiento y director de Radio Nacional de España en San Sebastián. En febrero de 1977 este último promovía junto con Javier Arbide la alianza electoral Guipúzcoa Unida. «Guipúzcoa Unida, nuevo partido de la derecha vasca», El País, 03-02-1977.

[57]
. Quizá estos nombramientos estuviesen relacionados con la necesidad de buscar apoyos para el mantenimiento de la asociación, ya que en 1977 tenían un déficit de 184 000 pesetas, debido a que no se había percibido, como en años anteriores, una importante subvención oficial a fondo perdido. Al presidente Javier Arbide, empeñado en su estrategia de viajar a Madrid y realizar gestiones en el Ministerio de Cultura a fin de lograr apoyos para hacer frente a un déficit que iba en aumento, no le quedaba otro remedio que reconocer que se encontraban en un momento de transición. Los tiempos habían cambiado, y a ello había que añadir la disminución del número de socios del Ateneo, bien por fallecimiento de algunos socios, o bien porque miembros en edades avanzadas preferían ingresar en clubs de pensionistas y jubilados.

Mientras tanto, jóvenes miembros del Ateneo comenzaron a reclamar un ambiente más juvenil y ante las dificultades para renovar las vacantes de la junta directiva, en 1979 se decidió constituir una comisión gestora permanente. Entre los jóvenes que propusieron su candidatura para integrar la comisión gestora se encontraban el escultor Ricardo Ugarte, el escritor Javier María Sada, el miembro del Consejo General Vasco Ángel García Ronda, el pintor Tomás Hernández, el director de orquesta José Luis Salbide, la poeta Julia Ochoa y los escritores Félix Maraña y Raúl Guerra Garrido. Como representantes del sector más joven de la asociación, su proyecto era recuperar la pujanza de décadas anteriores, cambiando la imagen de la entidad y dando un nuevo rumbo al Ateneo. En junio de 1979 un artículo aparecido en el diario Unidad comentaba:

Nueva savia, nuevos nombres y, sobre todo, mucha juventud vinculada con la cultura en sus distintas ramas ha pasado al Ateneo con ganas de hacer cosas. […] esta es la postura que nosotros apoyamos aun cuando las circunstancias parezcan adversas, aun cuando no haya dinero y aun cuando parezca difícil, en estos tiempos, promocionar la Cultura, con mayúscula, abierta a todas las tendencias y, al mismo tiempo, al margen de todas las ideologías, en este caso políticas, sin que ello suponga no estar comprometidos con ellas

«Inaugurado hace 63 años el Ateneo Guipuzcoano», Unidad, 30-06-1979.

[58]
.

Una nueva etapa se abría para el Ateneo, en la cual una generación más joven se hacía cargo de la asociación a fin de crear un centro de cultura viva y dinámica, que diese respuesta a las necesidades culturales de la provincia de Guipúzcoa y todo Euskadi [59].

IV. CONCLUSIONES[Subir]

La inmediata posguerra no fue una época favorable para nuevas iniciativas asociativas. La década de 1940 fue la época de mayor control de la red asociativa y su actividad, algo que observamos no sólo en la nueva legislación que se aplicó al ámbito asociativo, sino en la práctica del control que las autoridades franquistas ejercieron sobre la actividad de las asociaciones. Apenas se crearon nuevas asociaciones en los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil, probablemente debido al férreo control que el régimen ejerció sobre toda actividad no directamente dependiente de sus instituciones oficiales. De las asociaciones estudiadas en estas páginas, solo el Círculo de España se creó en 1938 como continuación del asociacionismo carlista; en el caso del Ateneo y del Círculo Riojano —ambos existentes con anterioridad a la guerra pero cuyo rastro se pierde en el Registro de Asociaciones—, sus sucesoras no se crearon hasta 1944, cuando se aprobó la constitución del Círculo Riojano y el Círculo Cultural Guipuzcoano. Es significativo que en todos los casos se escogió la denominación de «círculo», lo cual indica su interés por conectar con las iniciativas asociativas conservadoras de épocas anteriores.

A partir de principios de la década de 1950, la suerte de estas asociaciones varió. Mientras en algunos casos su actividad disminuyó de manera considerable hasta casi desaparecer —es el caso del carlismo—, otras mantuvieron una intensa actividad cultural hasta bien entrada la década de 1970, cuando muchas de ellas entraron en crisis. Los cambios sociales de esos años transformaron los hábitos sociales y recreativos de los socios, señalando el agotamiento de los anteriores modelos asociativos. En el caso del Ateneo, las transformaciones sufridas a finales de la década de 1970 anunciaban el comienzo de una nueva época. Es quizá el caso de las casas regionales el que mejor sobrellevó los cambios durante la Transición.

Se trata por tanto de tres modelos asociativos distintos con evoluciones diversas. Su constitución responde a necesidades y objetivos muy diferentes y las identidades se viven de manera diferente, desde la más politizada —el Círculo de España— hasta aquellas cuya actividad se desenvolvió más en lo cotidiano —las casas regionales—.

El caso del Círculo de España muestra el férreo control a que fueron sometidas las asociaciones cuando había la más mínima sospecha de disidencia. Si bien fue una de las primeras en crearse, también resultó ser una de las primeras en perder su dinamismo una vez que las autoridades la depuraron de aquellos elementos considerados como una amenaza. Su actividad cultural tampoco fue demasiado relevante, y una vez que los miembros promotores vieron que no serviría a sus fines, dejaron de interesarse por ella. El fracaso del carlismo como alternativa política tampoco ayudó. Respecto a su actividad cultural, cuando no fue utilizada para mostrar su disidencia —la fiesta de los Mártires de la Tradición—, el ámbito asociativo cercano al carlismo se centró en subrayar su lealtad otorgando protagonismo a la contribución de la provincia a la común historia de España.

Un caso diferente fue el del Círculo Cultural y Ateneo Guipuzcoano. En contraste con la anterior, constituye un ejemplo de iniciativa asociativa que apenas se controla, porque se confía en sus miembros. Durante las décadas de la dictadura hubo un estrecho contacto con las autoridades, de las que constantemente recibieron apoyo; pocas asociaciones disfrutaron en aquella época de similares ventajas. En cuanto a su actividad cultural, respondió a la necesidad de saciar la sed de cultura con mayúsculas que había entre los intelectuales de la ciudad, especialmente aquellos más cercanos al régimen. En ese sentido, la visión de la cultura que promovieron desde el Círculo Cultural y Ateneo Guipuzcoano se caracterizó en general por su afinidad a la cultura oficial de la época. Sin embargo, en algunos momentos hubo espacio para visiones más progresistas.

Las casas regionales constituyen un modelo asociativo diferente, más cercano al ámbito de lo recreativo y la cultura popular que las iniciativas antes mencionadas, con una actividad muy centrada en la propia región o provincia, ya que su principal objetivo era conectar a los miembros con su «patria chica». Y parece que tuvieron éxito en su objetivo, pues fueron las que mejor se adaptaron a los cambios, siendo capaces de atraer a mucha más gente. Con una actividad bastante menos politizada que en otros casos, sufrieron un menor control por parte de las autoridades.

Aunque de diversas maneras, en todas estas asociaciones el regionalismo estaba presente: muy politizado en el caso del carlismo, menos politizado y más cultural e identitario en el caso de las casas provinciales y regionales, mucho más difuminado en el caso del Círculo Cultural Guipuzcoano —donde prevalecía la visión oficial y las peculiaridades regionales parecían más bien anecdóticas—. En todos los casos, la identificación regional parece ser un ingrediente de su visión de lo español. A la hora de explicar esta presencia no nos podemos olvidar de la situación en el País Vasco, ya que las culturas políticas existentes en estas provincias hacían difícil imaginar un proyecto nacional que ignorase la región. Desde el contexto guipuzcoano, para muchos la identidad regional parecía perfectamente compatible con la nacional.

Esta es una idea que llegó incluso a los debates del Consejo Nacional del Movimiento. Según algunos de los consejeros, el concepto de regionalismo podía ser positivo si era explicado con inteligencia: un regionalismo descrito como armónico e integrador, que reuniese los elementos positivos de cada región española

Ideas expresadas en la cuarta ponencia del IX Consejo Nacional del Movimiento, en la que se creó una comisión formada principalmente por gobernadores civiles de las provincias vascas y otras personalidades de procedencia falangista y carlista (

Aizpuru, M. (2014a). Nacionalismo vasco, separatismo y regionalismo en el Consejo Nacional del Movimiento. Revista de Estudios Políticos, 164, 87-‍113.

Aizpuru, 2014a: 92-‍93
).

[60]
. Sugerían promover en las distintas regiones españolas las características de las demás regiones con el objetivo de generar un mutuo entendimiento y afecto por la patria común. Las expresiones culturales de las diversas regiones españolas se debían presentar como partes integrantes de una síntesis española. En esta línea iba la propuesta del exgobernador civil de Vizcaya, José Macián, que planteó impulsar las casas regionales como forma de contrarrestar el peso del sentimiento nacionalista

Conocedor del contexto de las provincias vascas, Macián advertía que dichas organizaciones no debían quedar al albur de la iniciativa privada, sino que su creación y sostén debía ser una de las actividades políticas más destacadas del Movimiento Nacional, financiando su aparición y desarrollo (

Aizpuru, M. (2014a). Nacionalismo vasco, separatismo y regionalismo en el Consejo Nacional del Movimiento. Revista de Estudios Políticos, 164, 87-‍113.

Aizpuru, 2014a: 100
).

[61]
. Pero no parece que este regionalismo integrador tuviese demasiado éxito en el ámbito político. Había quienes temían que impulsar centros regionales en las provincias vascas sería contraproducente y acabaría reforzando el sentimiento diferencial de unos y otros. Independientemente de este debate, las páginas anteriores muestran que la actividad de las casas regionales se desarrolló más por su propia iniciativa que por los apoyos que pudieron recibir de las autoridades.

Para concluir, coincido con Moreno Almendral cuando afirma que habría que tener en cuenta a una mayoría silenciosa calificada de apolítica, que dio forma a su sensibilidad nacional española de forma más profunda y duradera en experiencias diferentes a las instancias más formales y claramente relacionadas con el régimen [62]. A los ejemplos que menciona —la misa, la mili, la tertulia, la televisión, la radio o el partido de fútbol dominical—, yo añadiría la participación en actividades recreativas y culturales como las presentadas en estas páginas.

Esta aproximación desde abajo nos ha ofrecido la oportunidad de acercarnos a unas realidades que son bastante más complejas de lo que parecían en un principio. En muchas de las asociaciones estudiadas se observa un discurrir entre lo nacional, lo regional y lo local que nos remite a la geometría variable de identificaciones propuesta por Núñez Seixas. Es más, la perspectiva cercana muestra una variedad de visiones de la cultura y el ser español: un común sentimiento nacional que se expresaba de maneras muy diversas, demostrando que, a pesar de convivir en la misma ciudad, las realidades sociales en las que actuaban parecen haber estado bastante distantes una de otra.

Bibliografía

Notas[Subir]

[1]

Estas páginas son parte de una investigación desarrollada en el marco del proyecto «La nación desde la raíz. Nacionalismo español y sociedad civil en el siglo xx» (HAR 2012-‍37963-C02-02), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España. Agradezco a los participantes en este proyecto sus comentarios y sugerencias a la hora de enfocar y desarrollar mi contribución al mismo.

[2]

Esta investigación se enmarca dentro de los recientes estudios acerca de la sociabilidad en la España contemporánea y su papel en la formación de identidades colectivas y movilización social y política. En ese ámbito destacan entre otros los trabajos de Maza Zorrilla (Maza Zorrilla, E. (2011). Asociacionismo en la España Franquista. Valladolid: Universidad de Valladolid.2011); Arnabat y Duch (Arnabat, R. y Duch, M. (coords.) (2014). Historia de la sociabilidad contemporánea: del asociacionismo a las redes sociales. Valencia: Universidad de Valencia.2014).

[3]

Orden de 28 de julio de 1939 disponiendo la disolución de todas las asociaciones constituidas con posterioridad al 17 de julio de 1936, que tengan por finalidad única o principal el mantenimiento de círculos de recreo, cualesquiera que sea su denominación, BOE, 15 de agosto de 1939.

[4]

Decreto de 25 de enero de 1941: modificaciones al régimen de asociaciones. Archivo General de la Administración, Gobernación, 388. Un decreto bastante restrictivo que reguló la constitución de asociaciones hasta la entrada en vigor de la Ley de Asociaciones de 1964.

[5]

Esta hipótesis es producto de mis anteriores investigaciones en el ámbito de la sociabilidad y las identidades nacionales durante el franquismo (Lamikiz Jauregiondo, A. (2005). Sociability, culture and identity: Associations for the promotion of an alternative culture during the Franco regime (Gipuzkoa, 1960s-1970s) [tesis doctoral inédita]. European University Institute.Lamikiz, 2005). Perspectiva que conecta asimismo con la propuesta que Archilés (Archilés, F. (2013). Lenguajes de nación. Las «experiencias de nación» y los procesos de nacionalización: propuestas para un debate. Ayer, 90, 91-‍114.2013) plantea en su investigación acerca del papel de las «experiencias de nación» en los procesos de nacionalización.

[6]

Billig (Billig, M. (2014). Nacionalismo banal. Madrid: Capitán Swing.2014): 289. En la misma línea están las investigaciones de Tim Edensor (Edensor, T. (2002). National Identity, Popular Culture and Everyday Life. Oxford: Berg.2002), así como Frykman y Löfgren (Frykman, J. y Löfgren, O. (1996). Force of habit: Exploring everyday culture. Lund: Lund University Press.1996). Edensor (Edensor, T. (2002). National Identity, Popular Culture and Everyday Life. Oxford: Berg.2002: 69) insiste en el interés de investigar las maneras en que la nación se reproduce en lo cotidiano, en los hábitos del día a día y los actos irreflexivos a través de los cuales las personas se inscriben en un espacio concreto. Por otra parte, Frykman y Löfgren (Frykman, J. y Löfgren, O. (1996). Force of habit: Exploring everyday culture. Lund: Lund University Press.1996: 9-‍11) describen la manera en que los hábitos se interiorizan en la interacción con los demás miembros del grupo, permitiéndoles conectar con el mismo y formar parte de determinadas comunidades culturales.

[7]

Quiroga (Quiroga, A. (2013). La nacionalización en España. Una propuesta teórica. Ayer, 90, 17-‍38.2013).

[8]

Quiroga (Quiroga, A. (2013). La nacionalización en España. Una propuesta teórica. Ayer, 90, 17-‍38.2013): 31.

[9]

En la actualidad es ampliamente aceptada la concepción de la identidad colectiva como resultado de un permanente proceso de identificación, idea propuesta hace ya varias décadas por autores como Bauman (Bauman, Z. (1996). From Pilgrim to Tourist – or a short History of Identity. En S. Hall y P. Du Gay (eds.). Questions of Cultural Identity (pp. 18-36). London: Sage.1996) o Bhabha (Bhabha, H. (1990). Interview with Homi Bhabha. The Third Space. En J. Rutherford (ed.). Identity. Community, Culture, Difference (pp. 207-221). London: Lawrence & Wishart.1990), que permite además centrarse en el sujeto como agente activo en esos procesos.

[10]

Moreno Luzón y Núñez Seixas (Moreno Luzón, J. y Núñez Seixas, X. M. (2013). Introducción. Los imaginarios de la nación. En J. Moreno Luzón y X. M. Núñez Seixas (eds.). Ser españoles. Imaginarios nacionalistas en el siglo xx (pp. 9-19). Barcelona: RBA.2013): 13.

[11]

En esa línea, los miembros del Consejo Nacional del Movimiento debatieron sobre la conveniencia de contrarrestar el separatismo mediante una revalorización del discurso acerca de la región (Lamikiz Jauregiondo, A. (2003). Ambiguous culture: contrasting interpretations of the Basque film ‘Ama Lur’ and the Relations between Centre and Periphery in Franco’s Spain. National Identities, 4 (3), 291-‍306. Disponible en: https://doi.org/10.1080/1460894022000026141.Lamikiz, 2003).

[12]

Aizpuru (Aizpuru, M. (2014b). Regionalismo, vasquismo, nacionalismo en el tardofranquismo. Hermes, 46, 54-‍63.2014b: 54), para quien la región apenas ha tenido importancia en el sistema político español, reconoce su valor en el ámbito cultural. Por su parte, cuando reflexiona sobre el concepto de regionalismo, Núñez Seixas (Núñez Seixas, X. M. (2014). La región y lo local en el primer franquismo. En S. Michonneau y X. M. Núñez Seixas (eds.). Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo (pp. 127-153). Madrid: Casa de Velázquez.2014: 128) nos recuerda que existen formas de regionalismo cuyo principal vehículo de expresión es cultural, por encima de reivindicaciones políticas.

[13]

Para Núñez Seixas (Núñez Seixas, X. M. (2014). La región y lo local en el primer franquismo. En S. Michonneau y X. M. Núñez Seixas (eds.). Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo (pp. 127-153). Madrid: Casa de Velázquez.2014: 152-‍153) la dimensión regional y local fueron elementos fundamentales a la hora de imaginar la nación durante el franquismo, si bien esa imaginación territorial no estaba exenta de las contradicciones derivadas de unas esferas de identificación variadas e inestables —geometrías variables— que ni siquiera funcionaban igual en los diversos territorios del Estado.

[14]

Cuando no conste otra fuente, debe entenderse que la información referente a las asociaciones presentadas en estas páginas se ha obtenido de los respectivos expedientes existentes en el Registro de Asociaciones del Gobierno Vasco: Circulo de España (AS.RPG 3597-‍120), Asociación de Estudios Vicente Manterola (AS.RPG 3635-‍3), Centro Burgalés de Guipúzcoa (AS.RPG 255), Casa de Galicia de Guipúzcoa (AS.RPG 200), Círculo Riojano (AS.RPG 225) y Círculo Cultural y Ateneo Guipuzcoano (AS.RPG 260).

[15]

Estatutos de la sociedad cultural recreativa Círculo de España (1938).

[16]

Calvo (Calvo, C. (1994). Poder y consenso en Guipúzcoa durante el franquismo (1936-‍1951) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca.1994): 450.

[17]

En octubre de ese mismo año la Diputación aprobó las bases para la realización del proyecto, tras lo cual no se volvió a hablar de él. Según Calvo (Calvo, C. (1994). Poder y consenso en Guipúzcoa durante el franquismo (1936-‍1951) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca.1994: 452), se trató de una iniciativa personal de Elías Querejeta que desapareció cuando fue nombrado a finales de 1941 gobernador civil de Murcia.

[18]

Canal (Canal, J. (2000). El carlismo: dos siglos de contrarrevolución en España. Madrid: Alianza.2000): 342.

[19]

Núñez Seixas (Núñez Seixas, X. M. (2014). La región y lo local en el primer franquismo. En S. Michonneau y X. M. Núñez Seixas (eds.). Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo (pp. 127-153). Madrid: Casa de Velázquez.2014): 135.

[20]

«Los Mártires de la Tradición», Unidad, 10-03-1941.

[21]

A estas disputas se refiere Luengo (Luengo, F. (1990). La formación del poder local franquista en Guipúzcoa (1937-‍1945). Gerónimo de Uztariz, 4, 83-‍95.1990: 90-‍92) cuando menciona que en 1941 se inició un nuevo período de depuraciones que afectó a los militantes del Movimiento, lo cual incrementó el descontento y las tensiones internas. Las mayores tensiones se dieron en 1942, cuando Fernando Aramburu, joven tradicionalista por aquel entonces presidente de la Diputación de Guipúzcoa, solicitaba al ministro secretario del Movimiento, José Luis Arrese, la devolución del concierto económico, cuya derogación entibiaba el apoyo del tradicionalismo guipuzcoano.

[22]

Esta conmemoración dual fue resultado de los intentos por parte del franquismo de apropiarse de la fiesta de los Mártires de la Tradición, que los carlistas celebraban desde finales del siglo anterior (Canal, J. (2000). El carlismo: dos siglos de contrarrevolución en España. Madrid: Alianza.Canal, 2000): 345.

[23]

Circulo de España (AS.RPG 3597-‍120).

[24]

Informe de la Dirección General de Seguridad, 30 de septiembre 1942. Citado por Calvo (Calvo, C. (1994). Poder y consenso en Guipúzcoa durante el franquismo (1936-‍1951) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca.1994: 314). Los enfrentamientos entre carlistas y falangistas que se produjeron en Tolosa y Bilbao en ese año provocaron una significativa pérdida de poder político del carlismo, que hasta entonces había conservado su predominio en Guipúzcoa (Luengo, F. (2000). En la memoria cercana: 1936-‍2000. En M. Artola (ed.). Historia de Donostia-San Sebastián (pp. 387-478). Hondarribia: Nerea.Luengo, 2000: 419).

[25]

Calvo (Calvo, C. (1994). Poder y consenso en Guipúzcoa durante el franquismo (1936-‍1951) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca.1994): 315. Canal (Canal, J. (2000). El carlismo: dos siglos de contrarrevolución en España. Madrid: Alianza.2000: 349) por su parte afirma que la brecha entre el carlismo y las autoridades franquistas aumentó cuando en 1941 Fal Conde proclamó la neutralidad carlista en la guerra mundial y se negó a autorizar la participación de carlistas en la División Azul.

[26]

Sector del carlismo que mostró su oposición al franquismo siguiendo la línea de confrontación impuesta por Manuel Fal Conde, jefe delegado del Consejo Nacional de la Comunión Tradicionalista hasta su destitución en 1955 (Canal, J. (2000). El carlismo: dos siglos de contrarrevolución en España. Madrid: Alianza.Canal, 2000: 349).

[27]

Calvo (Calvo, C. (1994). Poder y consenso en Guipúzcoa durante el franquismo (1936-‍1951) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca.1994): 316.

[28]

Villanueva (Villanueva, A. (1997). Los incidentes del 3 de diciembre de 1945 en la Plaza del Castillo de Pamplona. Príncipe de Viana, 212, 629-‍650.1997): 629-‍650.

[29]

Canal (Canal, J. (2000). El carlismo: dos siglos de contrarrevolución en España. Madrid: Alianza.2000): 355.

[30]

Era el caso de Antonio Arrue, Gabriel Zubiaga y Pablo Iturria, que había sido además vicepresidente del Círculo de España.

[31]

Calvo (Calvo, C. (1994). Poder y consenso en Guipúzcoa durante el franquismo (1936-‍1951) [tesis doctoral inédita]. Universidad de Salamanca.1994): 196-‍197.

[32]

Luengo (Luengo, F. (2000). En la memoria cercana: 1936-‍2000. En M. Artola (ed.). Historia de Donostia-San Sebastián (pp. 387-478). Hondarribia: Nerea.2000): 431.

[33]

En el archivo del Gobierno Civil consta que el Círculo Riojano se registró en 1931, en cuyo caso la sociedad constituida en 1944 sería una continuación de la anterior, pero esta información no consta en el Registro de Asociaciones. Junto con el Círculo Riojano encontramos varias casas regionales registradas al inicio de la Segunda República que no aparecen en el registro actual: la Casa Salmantina, la Casa de Andalucía (1931) y la Casa de Madrid (1931) (Luengo, F. (1999). San Sebastián. La vida cotidiana de una ciudad. De su destrucción a la ciudad contemporánea. Donostia: Txertoa.Luengo, 1999: 147-‍150).

[34]

De las 121 asociaciones culturales registradas en Guipúzcoa entre 1940 y 1979, cerca del 80 % fueron constituidas durante las dos últimas décadas, especialmente a partir de la segunda mitad de la década de 1960 (Lamikiz Jauregiondo, A. (2005). Sociability, culture and identity: Associations for the promotion of an alternative culture during the Franco regime (Gipuzkoa, 1960s-1970s) [tesis doctoral inédita]. European University Institute.Lamikiz, 2005: 65).

[35]

Política de unidad. Estudio crítico del separatismo (AGA, CNM, 9839). Según este informe, a fin de promover el mutuo entendimiento y simpatía entre las diversas regiones, el folclore y la literatura de las provincias vascas y catalanas debía promoverse en el resto del país, mientras que en las provincias vascas y catalanas era la literatura y el folclore andaluz o gallego lo que se debía promover.

[36]

Casa de Galicia de Guipúzcoa (AS.RPG 200).

[37]

Un ejemplo de ello es un inventario de mobiliario de la Casa de Galicia en 1941, en el que figuran instrumentos como una gaita gallega, un bombo y un tambor, así como dos banderas gallegas y una nacional, mapas, cuadros de otros centros gallegos y de diversos lugares de Galicia, e incluso escudos de las provincias gallegas.

[38]

Martín Díaz (Martín Díaz, E. (1990). Las asociaciones andaluzas en Cataluña y su función de reproducción de la identidad cultural. En J. Cucó y J. J. Pujadas (coords). Identidades colectivas. Etnicidad y sociabilidad en la Península Ibérica (pp. 255-268). Valencia: Generalitat Valenciana.1990): 258.

[39]

Casa de las Regiones de Irún (1962) (AS. RPG 202). Esta asociación estaría en el origen de la Federación Guipuzcoana de Centros Regionales, a la que se incorpora en 1985.

[40]

Mina (Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.2008): 158.

[41]

Ibid., 165. Militar y médico formado en África, donde al parecer conoció y trabó amistad con Franco, participó en la Guerra Civil como médico militar en el bando nacional y era una persona bastante cercana al régimen (Mina, J. (2015). De paseo por el San Sebastián de Luis Martín-Santos. Donostia: Erein.Mina 2015: 9).

[42]

Ascunce (Ascunce, J. A. (2007). Sociología cultural de una ciudad, San Sebastián: 1950-‍1960. Mundaiz, 73, 41-‍70.2007): 68-‍69.

[43]

Los títulos de las conferencias organizadas en el marco del mencionado curso dan la sensación de pretender, a partir de una visión muy tradicional de la cultura vasca, entroncar lo vasco con lo español. Se tratan cuestiones de derecho en las provincias vascas, elementos vascos en la literatura castellana, filología vasca, prehistoria, etc. En el caso del certamen de pintura, en él se reunían los pintores paisajistas y costumbristas de la época, como Echandi o Eloy Erenchun (Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.Mina, 2008: 183).

[44]

Mina (Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.2008): 172.

[45]

Según Luengo (Luengo, F. (2000). En la memoria cercana: 1936-‍2000. En M. Artola (ed.). Historia de Donostia-San Sebastián (pp. 387-478). Hondarribia: Nerea.2000: 428) el Círculo reunió a la mayoría de las personalidades de la cultura donostiarra de las décadas de 1950 y 1960.

[46]

Idoia Estornés, hija del editor Bernardo Estornés, comenta que los contertulios se solían reunir en un ambiente bastante tradicional, nunca acompañados de mujeres ni ningún «izquierdoso», pero sí de numerosos religiosos, y hablaban de temas por lo general poco comprometedores. Junto a Arteche, en aquellas tertulias se reunían Fausto Arocena, José Miguel de Azaola, Manuel Agud Querol, Koldo Mitxelena, José Berruezo, José María Busca Isusi, Antonio Valverde, Mariano Ciriquiain, y Miguel Pelay Orozco entre otros (Estornés, 2013: 155-‍156). Véase también Luengo (Luengo, F. (2000). En la memoria cercana: 1936-‍2000. En M. Artola (ed.). Historia de Donostia-San Sebastián (pp. 387-478). Hondarribia: Nerea.2000): 429.

[47]

Mina (Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.2008): 197.

[48]

Luengo (Luengo, F. (2000). En la memoria cercana: 1936-‍2000. En M. Artola (ed.). Historia de Donostia-San Sebastián (pp. 387-478). Hondarribia: Nerea.2000): 428. Mina (Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.2008: 198) cita a autores sospechosos como Martín-Santos, Celaya, Otero o Azaola, sugiriendo que en el Ateneo se llevaba a cabo una actividad soterrada de intercambio de ideas prohibidas.

[49]

Recalde (Recalde, J. R. (2004). Fe de vida. Barcelona: Tusquets.2004): 68. Recalde, nacido en 1930, pertenecía a una generación más joven y sería dirigente de ESBA, sección vasca del FLP —los «felipes»— a principios de la década de 1960.

[50]

Memoria del Gobierno Civil de Guipúzcoa del año 1961 (AGA, Gobernación, 11318).

[51]

Mina (Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.2008): 212.

[52]

Idoia Estornés (Estornés, I. (2013). Cómo pudo pasarnos esto. Crónica de una chica de los 60. Donostia: Erein.2013): 151.

[53]

Mina (Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.2008): 232.

[54]

El grupo de música Ez Dok Amairu estaba formado por una serie de jóvenes provenientes del nacionalismo vasco que simbolizaron el movimiento de recuperación de la cultura vasca de la segunda mitad de la década de 1960. Defendían la promoción de una cultura moderna en euskera que tenía que ver muy poco con la representación tradicional de lo vasco hasta entonces aceptada por las autoridades y que servía de vehículo de expresión a una nueva generación de nacionalistas vascos que emergía en esos años. En cuanto a la película Ama Lur, cabe destacar el éxito que tuvo entre unas audiencias deseosas de ver reflejada en el cine esa nueva y moderna visión de la cultura e identidad vascas (Lamikiz Jauregiondo, A. (2003). Ambiguous culture: contrasting interpretations of the Basque film ‘Ama Lur’ and the Relations between Centre and Periphery in Franco’s Spain. National Identities, 4 (3), 291-‍306. Disponible en: https://doi.org/10.1080/1460894022000026141.Lamikiz, 2003).

[55]

Mina (Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.2008): 240.

[56]

Ibid., 249.

[57]

Parece bastante significativo que en pleno proceso de transición a la democracia se nombre socios honorarios a Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Clavería, delegado de Información y Turismo, y José Ramón Aparicio, ex subjefe provincial del Movimiento y director de Radio Nacional de España en San Sebastián. En febrero de 1977 este último promovía junto con Javier Arbide la alianza electoral Guipúzcoa Unida. «Guipúzcoa Unida, nuevo partido de la derecha vasca», El País, 03-02-1977.

[58]

«Inaugurado hace 63 años el Ateneo Guipuzcoano», Unidad, 30-06-1979.

[59]

Mina (Mina, J. (2008). El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián. Donostia: Txertoa.2008): 261.

[60]

Ideas expresadas en la cuarta ponencia del IX Consejo Nacional del Movimiento, en la que se creó una comisión formada principalmente por gobernadores civiles de las provincias vascas y otras personalidades de procedencia falangista y carlista (Aizpuru, M. (2014a). Nacionalismo vasco, separatismo y regionalismo en el Consejo Nacional del Movimiento. Revista de Estudios Políticos, 164, 87-‍113.Aizpuru, 2014a: 92-‍93).

[61]

Conocedor del contexto de las provincias vascas, Macián advertía que dichas organizaciones no debían quedar al albur de la iniciativa privada, sino que su creación y sostén debía ser una de las actividades políticas más destacadas del Movimiento Nacional, financiando su aparición y desarrollo (Aizpuru, M. (2014a). Nacionalismo vasco, separatismo y regionalismo en el Consejo Nacional del Movimiento. Revista de Estudios Políticos, 164, 87-‍113.Aizpuru, 2014a: 100).

[62]

Moreno Almendral (Moreno Almendral, R. (2014). Franquismo y nacionalismo español: una aproximación a sus aspectos fundamentales. Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea, 12. Disponible en: https://e-revistas.uc3m.es/index.php/HISPNOV/article/view/1874/898.2014): 21.

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