Fe, modernidad y política. Los congresos eucarísticos internacionales. Madrid, 1911-Barcelona, 1952 es la primera monografía de la historiadora Natalia Núñez Bargueño, fruto de la reelaboración de una de sus dos tesis doctorales. La autora, actualmente en posesión de un contrato Marie Sklodowska-Curie que disfruta en la Universidad de Lovaina, presenta en esta monografía el estudio más completo y riguroso que se ha publicado sobre los dos primeros congresos eucarísticos internacionales (CEI) celebrados en España. Núñez Bargueño estudia cómo los CEI de Madrid (‍1911) y Barcelona (‍1952) reflejaron y, al mismo tiempo, influyeron en las dinámicas políticas, religiosas, sociales y culturales de su tiempo. Es decir, los CEI tenían en teoría el doble propósito de celebrar y expandir el culto a la Eucaristía y contribuir a redefinir la orientación de la misión de la Iglesia en el mundo, pero sus implicaciones fueron siempre de mayor trascendencia.

La investigación de Núñez Bargueño se inserta en un campo historiográfico en auge durante las últimas décadas: la intersección entre religión, política y modernidad. Aprovechando la riqueza bibliográfica que existe en España sobre el proceso de secularización, la autora presenta los esfuerzos de la Iglesia católica por intentar mantener su influencia en la esfera pública en una época en la que se sentía amenazada por el auge de las ideas laicistas y seculares y la acción de los Gobiernos liberales. De esta forma, el libro demuestra que la Iglesia española no solo mantuvo su relevancia en la sociedad (aunque en parte con fórmulas y estrategias diferentes a las utilizadas anteriormente), sino que también buscó adaptarse y responder a los desafíos de la modernidad. La autora también destaca cómo los CEI sirvieron como plataformas para la construcción de redes transnacionales de activismo católico, facilitando la difusión de ideas y estrategias entre diferentes contextos nacionales. Esta perspectiva permite apreciar parcialmente la complejidad y la diversidad de las respuestas de la Iglesia católica a los desafíos de la modernidad en distintas regiones del mundo. Para ello, Núñez Bargueño utiliza una actualizada, amplia y rica bibliografía, tanto española como internacional.

Una de las contribuciones más destacadas de la obra es el enfoque en la dimensión política de los CEI. Si bien estos eventos son tradicionalmente vistos desde una óptica devocional al reunir a miles de fieles, tanto clérigos y religiosos como seglares (hombres, mujeres, jóvenes) de todo el mundo, Núñez Bargueño demuestra que también fueron escenarios de negociación política y afirmación de poder. Por ejemplo, la celebración del CEI en Madrid en 1911 se llevó a cabo en un contexto de tensión entre la Iglesia y el Estado debido a las políticas del Gobierno del liberal José Canalejas, que buscaban reducir el poder y la influencia social de la Iglesia. Esto provocó que el congreso, entre otras muchas cosas, fuese presentado por los católicos como un marco ideal en el que demostrar la fortaleza de la Iglesia y su resistencia ante los «ataques» que sufría por parte del Gobierno español, aprovechándose del escenario que le ofrecía uno de los primeros eventos internacionales de masas celebrados en la capital del país. La perspectiva política permite comprender mejor las complejidades de la relación Iglesia-Estado en España en dos contextos internacionales de enorme transformación social, como fueron las primeras décadas del siglo xx y el periodo post Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, en mi opinión es importante destacar (y que me permita la autora la licencia) que el análisis de ambos congresos sensu stricto es casi lo menos trascendental de la obra desde el punto de vista historiográfico. El motivo es que frecuentemente los CEI sirven como excusa a la autora para analizar de forma sincrónica fenómenos trascendentales de la sociedad de su tiempo que, lógicamente, tuvieron una evolución diacrónica. En primer lugar, la perspectiva de género está presente a lo largo de toda la obra (no solo en aquellos apartados dedicados específicamente tanto a las feminidades como a las masculinidades) y su contribución es muy valiosa para este campo historiográfico. En segundo lugar, la cuestión urbana está siempre presente, al ser la ocupación del espacio público uno de los objetivos principales de los organizadores de los CEI, por lo que la autora hace aportaciones de relevancia a este campo. En tercer lugar, el tema nacionalista tiene especial trascedencia porque ambos CEI van a ser entendidos por las autoridades eclesiásticas españolas como una oportunidad de oro para demostrar a los católicos del mundo, y en especial al papa, la viveza del catolicismo en el país. Es decir, desde su perspectiva se jugaban el honor de ser vistos desde el exterior como una de las naciones católicas por excelencia. Por último, aunque en este caso de forma más limitada, los CEI son leídos por la autora desde la perspectiva de las disputas entre Madrid y Barcelona por la primacía dentro del país. En cualquier caso, la autora también tuvo presente que los CEI tuvieron influencia en otros muchos ámbitos, como el turismo o la diplomacia.

En definitiva, esta obra es una aportación significativa al estudio de la historia contemporánea, tanto española como global, que ofrece una nueva perspectiva sobre la interacción entre religión, política, sociedad y cultura en dos periodos de la historia española en los que los Gobiernos, las autoridades eclesiásticas y la sociedad en su conjunto afrontaba cambios sociales y políticos de gran magnitud. El libro asegura al principio que intenta contribuir a la renovación de los estudios de la religión y del catolicismo. Y vaya si lo consigue.