e-ISSN: 1988-2564
NOTA CRÍTICA
Rodrigo Castro Orellana es un profesor e investigador ampliamente conocido por el trabajo muyvalioso realizado en torno a los escritos de Michel Foucault. Aportó estudios imprescindibles en el marco de la filosofía contemporánea. Sus análisis recorren líneas reflexivas muy diversas: de Odo Marquard a Wendy Brown, de Ernesto Laclau a León Rozitchner, de Judith Butler a Robert Castel. No se trata de un trabajo solamente individual. Junto a José Luis Villacañas Berlanga, Castro ha construido incansablemente una red iberoamericana e internacional de investigadores en torno a cuatro núcleos fundamentales: la revista Dorsal. Revista de estudios foucaultianos (dieciséis números aparecidos hasta ahora), el S.F.C (Seminario Foucault Complutense), Foucault Studies (de cuyo Comité editorial forma parte) y el Centre Michel Foucault de París (con el que ha extendido la cooperación internacional). Las actividades impulsadas por Rodrigo Castro han tenido una localización académica en la U.C.M. y una colaboración amplísima con Iberoamérica, si bien el Michel Foucault: 40 Years After (2024) ha multiplicado las colaboraciones congresuales con centros y universidades de todo el mundo, de Estados Unidos y Japón a Sudáfrica e Inglaterra. Al menos, dieciocho países han organizado conferencias y mesas de trabajo en torno a este cuarenta aniversario. La biblioteca de Filosofía de la U.C.M. ha organizado, además, una exposición bibliográfica sobre la obra de Michel Foucault, bajo la dirección de Rodrigo Castro Orellana.
Sus numerosos artículos y libros han culminado recientemente en Dispositivos neoliberales y resistencias donde no sólo desentraña las tácticas y estrategias múltiples del conglomerado cambiante y versátil del neoliberalismo hoy y las esperables resistencias a sus efectos normalizadores, sino también algunos secretos indescifrables en los fundamentos históricos del pensador francés –en qué medida existe un reducto trascendental no universalista en torno al concepto de “vida”– con una solvencia sumamente sugestiva. Esta es una de las aportaciones más brillantes de Rodrigo Castro. No pretende circunscribirse al análisis hermenéutico y filológico de los escritos arqueológico-genealógicos de Foucault pues concluye con una llamada al “intelectual herrero” para una contestación paciente y constante sin fecha concluyente ni lugar de llegada. Sin embargo, sabe que Foucault es herramienta política cuya intelección es de resultados prácticos explosivos y no sólo diseminadores. Y creo que la interpretación de los textos foucaultianos es su mejor aportación.
Castro se reivindica como parte de una línea praxeológica y no sólo hermenéutica a partir de los textos foucaultianos. Pretende contribuir a inventar un nuevo arte de gobierno socialista y evitar obsesionarse con la interpretación de un texto canónico. Sigue la distinción establecida por Francisco Vázquez en Cómo hacer cosas con Foucault. Instrucciones de uso (Dado Ediciones, 2012) entre análisis conceptuales concebidos como fin en sí mismo y su utilización en problemas empíricos concretos. El orden de la praxis va por delante en este sentido. Los estudios de Vázquez han sido sumamente reveladores de las mediaciones sociales, políticas y económicas de la filosofía española. No cabe mayor disolvente de la genialidad romántica que observar el dispositivo social –opulento, necesitado, seminarista, falangista, urbano, campesino, vaticanista, socialista, …– que fragua a los actores sociales de la filosofía. También José Luis Moreno Pestaña realizó un develamiento semejante del propio Foucault en Convirtiéndose en Foucault. Sociogénesis de un filósofo (Montesinos, 2006). El trabajo de esclarecimiento social de la filosofía en clave del sociólogo Bourdieu es impagable.
El trabajo La filosofía española. Herederos y pretendientes. Una lectura sociológica (1963-1990) (Abada editores, 2009) de Francisco Vázquez aclaró la matriz de formación de la filosofía española, corrió sus velos y afrontó sus traumas seculares de la “transición filosófica”. Clarificar el origen de las familias filosóficas de nuestro país es una aportación valiente. Como sugestivo fue el develamiento de Vázquez de la racionalidad sexual española en Sexo y Razón. Una genealogía de la moral sexual en España (siglos XVI-XX) (Akal, 1997) con Andrés Moreno. Esclareció de donde veníamos y adonde íbamos. El propio Max Weber no desdeñó la revelación sociológica de la vida en los prostíbulos en pie de igualdad con el análisis de Poesía y Verdad de Goethe, la Biblia o ese sesudo libro titulado El Capital. El análisis sociológico cualitativo de la filosofía nos ha quitado velos cegadores e innecesarios en muchas materias, a veces consideradas espurias.
Sin embargo, los estudios críticos de Rodrigo Castro sobre el neoliberalismo y sus líneas de contrataque son los de un filósofo. Rodrigo Castro sabe que la filosofía ha sido un comentario de los textos durante toda su historia. En última instancia, Séneca no diferencia entre la dedicación a los conceptos y la actuación ética. En uno de los considerados por Foucault más soberbios textos de la historia humanística, Las cartas morales de Lucilius, se señala que conocer la sofisticada Teoría de las Ideas de Platón vale no por la erudición que encierra y el esfuerzo que supone su manejo sino porque, mientras se la estudia, se obra bien, sin malicia alguna. Que Platón y Foucault tuvieran una vocación política principalmente no les apartó de un trabajo intelectual que era ya propiamente una ascética moral, acción intelectual en el mundo. Foucault huyó de cualquier escolasticismo y apuntó a la acción siempre –la teoría como “caja de herramientas”– sin olvidar un trabajo filosófico con unos textos enraizados en la tradición filosófica, psicológica, económica, biológica, médica, … inagotable1. Los trabajos sobre feminismo, diversidad sexual, pandemia, literatura, … son tan foucaultianos como los netamente filosóficos –Hegel, Nietzsche, Binswanger, Freud, Fichte, …– dentro del esfuerzo de Foucault por ser otro a través de la escritura. Pero no más. Rodrigo Castro apela a esta actividad en Foucault: “¿Qué es la actividad filosófica si no el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿No consiste, en vez de legitimar lo que ya se sabe, en emprender el saber cómo y hasta donde sería posible pensar distinto?”. Escribir para perder el rostro con cada nuevo libro será una constante en el trabajo intelectual de Foucault.
Teoría y praxis están, indisociablemente, unidas en el libro de Rodrigo Castro. Sabe que el “cuidado del nosotros” republicano puede ser un flanco descuidado por Foucault pero que no hay un “nosotros” político que no pase por el “cuidado de uno”. Rodrigo Castro ya disolvía el error tópico de encuadrar a Foucault dentro del neoliberalismo en “La invención de Foucault como “pensador neoliberal”. Una respuesta a Michel C. Behrent y Daniel Zamora”2.
En Dispositivos neoliberales y resistencias, Rodrigo Castro establece un diálogo filosófico, principalmente, con José Luis Villacañas que es contestado en el epílogo de este último: “Una fenomenología del neoliberalismo y una nueva ética” (pp. 245-264). Se trata de localizar la versatilidad del neoliberalismo en su multiplicidad de formas y apuntar las líneas de ataque a sus letales efectos desde un postulado vitalista. Ambos comparten que el escepticismo ante cualquier universal filosófico no excluye, ni mucho menos, una visión fenomenológica, que desmenuce una realidad estrecha y coactiva como la neoliberal, si se abre paso con una práctica liberadora. El lector encontrará en este texto qué reconciliación cabe de la visión del neoliberalismo como un dispositivo sin razón central determinante en todas las esferas de la acción social, conglomerado de fuerzas, costelación móvil e inestable de la diversidad de dispositivos, en la visión de Rodrigo Castro, y su análisis como teología política en Neoliberalismo como teología política. Habermas, Foucault, Dardot, Laval y la historia del capitalismo contemporáneo (Ned, 2020) de José Luis Villacañas. Se trata de un diálogo, más que de una discusión, muy sugestivo. Rodrigo Castro reconoce a José Luis Villacañas haber realizado la genealogía del neoliberalismo como tecnología de gobierno que, incomprensiblemente, faltaba con correcciones y fortalecimientos al trabajo de Foucault.
La genealogía de la resistencia, postulada por Rodrigo Castro, queda abierta frente a la completa obturación de la vida extendida por el neoliberalismo. Si el neoliberalismo logra dominar todas las esferas de nuestra vida, la sublevación ha de ser un hecho extensible a sus efectos, nos dice el autor, hasta construir una ontología de la resistencia. Su descripción del poder pastoral de los hombres como poder heterogéneo, incitador, autolimitado y discreto, desde el Capítulo I de la obra comentada, es plausible. Ciertamente, vivimos en un mundo sometido por un poder que, tanto reparte venenos (reprime), como agita las aguas de la piscina con frenesí (incita), para que, supuestamente, no se estanquen sus líquidos, según la descripción que ya hiciera Quevedo en su caracterización del poder pastoral en el siglo XVII. La versión actual de esta imparable incitación pasa por la subordinación del Estado al mercado acelerado, dentro de un razonamiento de Rodrigo Castro, que suscribe a Foucault. Se multiplica y extiende una subjetividad funcional al ritmo vertiginoso y las exigencias crematísticas del mercado. La pandemia COVID-19 aparece aquí como maximización de una sociedad hipervigilada, programada y ocupada en la industria del ocio ante el horror vacui de un sujeto definitivamente autocontrolado y ocupado. Todo gesto es escrutado en un campo artificial de visibilidad que coadyuva al éxito comercial.
Uno de los pasajes más acertados del libro se dedica al tránsito de las sociedades celulares panópticas (en la programación social de Jeremy Bentham) a la sociedad de control o pospanóptica con la universalización de los mecanismos electrónicos de vigilancia en el empleo, en la producción, en el consumo, en la interiorización psíquica del control y la responsabilización de circunstancias que superan a los individuos. Ya no vivimos en sociedades panópticas (jerárquicas) sino sinópticas (horizontales) que dan el control a una mayoría que contempla encantada a la minoría anómala. La familiarización, la escolarización, la psiquiatrización, la hospitalización, la terapia psicoanalítica y el cuidado comercial e industrial del cuerpo, en general, son medios históricos de tratamiento y normalización de individuos, primero, y de poblaciones, después, dentro de un dispositivo diversificado y extenso, muy bien analizado por Rodrigo Castro en su reciente publicación. A cualquier lector le resultará inquietante su descripción de los mecanismos de una “tanatopolítica” que precariza, enferma y mata toda vida que no sea rentable. Cualquier alteridad sin utilidad es vivida por todos como un peligro, una patología, a eliminar. Los espacios inmunitarios proliferan, dentro de su comprensión, bajo pretexto de evitar cualquier contagio. Su análisis de la privatización en el individuo de las públicas contradicciones del sistema capitalista es sumamente esclarecedor. Cada vez más las aporías y perturbaciones de la gubernamentalidad capitalista pasan a ser responsabilidad del sujeto que no supo ser “empresario de sí mismo”. La angustia y desestabilización individual ante el propio riesgo y la necesaria compraventa de seguridades atravesará al propio lector de Dispositivos neoliberales y resistencias. Le temblará la mano con que sujete el libro en la primera parte: “Gobiernos”.
Quien aborde la segunda parte, “Resistencias”, se internará en el arcano de Foucault. Rodrigo Castro conoce de primera mano los debates más fértiles posibles de Foucault. Así es con su obra en general, si bien, más específicamente, con Seguridad, territorio, población. Curso del Colegio de Francia 19771978 y Nacimiento de la biopolítica. Curso del Colegio de Francia 1978-1979. El debate reconstruido entre Ernesto Laclau y Chantal Mouffe con los textos políticos –Historia de la locura en la época clásica (1961) y Vigilar y castigar (1975)– y epistemológicos –Las palabras y las cosas (1966)– de Foucault es abordado desde el pensamiento del “afuera”, el antagonismo radical de las fuerzas y los límites y posibilidades de la articulación de las luchas y resistencias en torno a un lenguaje compartido, y el problema de la hegemonía más allá de las diferenciaciones en la subjetividad. Foucault no habría incurrido en la “fobia al Estado” del antiinstitucionalismo de la alternativa populista. Y esta conclusión de Rodrigo Castro nos da, sin duda, un respiro.
Me ha resultado particularmente interesante el desarrollo de Rodrigo Castro de un pensamiento fundamentalmente escéptico en Foucault. Así es porque encierra un viaje teórico a un lugar insondable de su pensamiento. Paul Veyne, principalmente, ha fraguado esta línea escéptica contra la existencia de cualquier universal o trascendental en los escritos de Foucault. Es una línea heurística que Rodrigo Castro sigue en la radicalización del programa escéptico. Foucault llevó la limitación del conocimiento a sus consecuencias prácticas contra cualquier universal antropológico, expresa Castro. Su ontología histórica reveló la contingencia de las subjetividades como históricas y abrió una actitud experimental en cuanto al sujeto. Postuló una praxis filosófica creadora de la individualidad. En semejante presupuesto, el capítulo VII de este libro me parece especialmente sugestivo. En torno a una subjetividad autopoiética, Castro pretende una prioridad ontológica de la resistencia sobre los mecanismos de poder. Y el camino elegido es bien original: indagar en los silencios premeditados de Foucault, prioritariamente sobre su concepto de “vida”. La incomprensión de Foucault de la teoría freudiana le habría llevado a no entender la superación psicoanalítica del narcisismo, hasta padecerlo en su versión del “cuidado de si”. Y, además, habría un arcano, hasta cierto punto indescifrable, en la premeditadamente no explícita “ontología vitalista” de Foucault. Por vía de la ontología ausente de Georges Canguilhem y la normatividad orgánica de Kurt Goldstein, Rodrigo Castro se interna en lo que considera más íntimo de la teoría de Foucault. Y, ciertamente, íntimo o fundamental es. Ambas teorías justificarían una necesidad orgánica de la resistencia interna a la exterioridad del poder. Rodrigo Castro argumenta plausiblemente que, aunque la vida no sea, ni mucho menos, un trascendental antropológico habría un trascendental particular, un residuo trascendental, en el “vitalismo” de Foucault.
Así, la autopoiesis sería resistencia consustancial, configuración de un dispositivo interno, corporal y psíquico, sobre todo, respecto del exterior, para la supervivencia y la diferenciación orgánica de un cuerpo sano, que responde y resiste al exterior. El arcano foucaultiano sería un semitrascendental: abrirse en el interior dentro del dolor externo. Como arcano, su comprensión completa escapa al intelecto, baila sobre conceptos, hipótesis y abstracciones. Rodrigo Castro se bate con un arcano y, como tal, lo considera, hasta cierto, punto insondable. Pero el lector de Dispositivos neoliberales y resistencias encontrará una explicación plausible, muy bien razonada y excelentemente armada bibliográficamente de los fundamentos de la genealogía de Foucault. Por la gran importancia de tal pensamiento y el gran interés del análisis de Rodrigo Castro, este es un libro imprescindible para la filosofía contemporánea. Léanlo.
Julián Sauquillo, Michel Foucault, Saber, poder y subjetivación, Madrid, Alianza Editorial, 2017, 584 pp..↩︎
Rodrigo Castro Orellana, “La invención de Foucault como “pensador neoliberal”. Una respuesta a Michel C. Behrent y Daniel Zamora”, Para una crítica del neoliberalismo: Foucault y el nacimiento del neoliberalismo (Rodrigo Castro Orellana y Emmanuel Chamorro Sánchez (Coordinación)), Madrid, Lengua de Trapo, 2021, 538 pp., pp, 119-155.↩︎