Ediciones Complutense Creative Commons BY

TEXTOS Y FUENTES ORIGINALES

Correspondencia entre Hélène Metzger Bruhl y Otto Neurath (1936-1939)

Juan Felipe Guevara Aristizábal
Responsable del estudio introductorio. Universidad Autónoma Metropolitana, México ORCID iD
Liliana Zapata Maldonado
Responsable de la traducción del alemán de las cartas de Otto Neurath. Universidad Nacional Autónoma de México, México
Violeta Aréchiga Córdova
Responsable de la traducción del francés de las cartas de Hélène Metzger Bruhl. Universidad Autónoma Metropolitana, México ORCID iD
Publicado: 17/01/2025

Resumen: Presentamos aquí la traducción al español de la correspondencia que mantuvieron Hélène Metzger Bruhl y Otto Neurath entre 1936 y 1939, junto con un breve estudio introductorio en el que se analizan tres factores: en qué consistía la filosofía científica, cómo llegó la obra del Círculo de Viena a Francia y por qué Metzger Bruhl se ganó la atención de Neurath. Estos tres ejes permiten contextualizar la correspondencia y plantear algunos de los temas que ella retoma de forma más detallada.

Palabras clave: Historia de las ciencias, filosofía de la ciencia, Positivismo lógico, Historicismo, filosofía científica.

ENG Hélène Metzger Bruhl and Otto Neurath's Correspondence (1936-1939)

Abstract: We offer the Spanish translation of Hélène Metzger Bruhl and Otto Neurath's correspondence, held between 1936 and 1939, with a brief introductory essay that analyzes three main factors: what was scientific philosophy, how did the work of the Vienna Circle arrived to France and why did Metzger Bruhl caught Neurath's attention. These three axes provide the context to understand the correspondence and introduce some of the topics that it unpacks in greater detail.

Keywords: History of science, Philosophy of science, Logical positivism, Historicism, scientific philosophy.

Sumario: 1. Introducción • 2. ¿En qué consistía la filosofía científica? • 3. ¿Cómo llegó la obra del Círculo de Viena a Francia? • 4. ¿Qué hizo Metzger-Bruhl para ganarse la atención de Neurath? • 5. Intercambio epistolar entre Hélène Metzger-Bruhl y Otto Neurath

Cómo citar: Guevara Aristizábal, J. F., Zapata Maldonado, L. & Aréchiga Córdova, V. (2025). Correspondencia entre Hélène Metzger Bruhl y Otto Neurath (1936-1939). Anales del Seminario de Historia de la Filosofía, 42(1), 227-242. https://dx.doi.org/10.5209/ashf.98252

Fuentes de financiación

Subvención del Departamento de Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa, para cubrir los gastos de la traducción del alemán.

Agradecimientos

Esta traducción no hubiera sido posible sin el trabajo de investigación y transcripción de Catarina Caetano da Rosa, quien no sólo compartió con nuestro equipo las copias de la correspondencia, sino que también autorizó el uso de su transcripción para tomarla como guía. Nuestro más sincero agradecimiento a ella por su generosidad y atención. Un especial agradecimiento a Alejandro Estrella por ayudarnos a encontrarle un hogar a esta traducción.

1. Introducción

Entre 1936 y 1939, Hélène Metzger Bruhl y Otto Neurath mantuvieron un intercambio epistolar acerca del estatus de la ciencia y la filosofía científica, de la historia de la ciencia, de las tradiciones filosóficas francesa y alemana (en particular sus divergencias) y de las diferentes perspectivas políticas que sostenían estos dos personajes allegados al socialismo.1 A continuación, ofreceré un breve contexto para comprender algunos de los puntos más relevantes discutidos en la correspondencia. En primer lugar, trataré particularmente aquello relacionado con el lugar de la filosofía científica en Francia y el área de influencia germana. En segundo lugar, esbozaré la manera en la que el pensamiento del Círculo de Viena se introdujo en Francia. Por último, describiré algunas de las críticas que realizó Metzger Bruhl al pensamiento vienés y que constituyeron la ocasión para el desarrollo de su correspondencia con Neurath.2

2. ¿En qué consistía la filosofía científica?

Comprender la recepción del Círculo de Viena en Francia implica reconocer un proyecto en el que convergían la formación y desarrollo de una filosofía científica. Este término, que a grandes rasgos identifica una preocupación profunda por construir alianzas entre la reflexión filosófica y el pensamiento científico, puede servirnos de forma genérica para hablar de otros como filosofía positiva, neopositivismo, positivismo lógico, positivismo absoluto o filosofía de la ciencia. Esto no quiere decir, por supuesto, que esos términos sean equivalentes entre sí; muy por el contrario, entre ellos hay divergencias considerables, si bien no será una línea a tratar en estas páginas.3

Es importante notar que hay dos tendencias principales: una ligada al mundo francés y otra de influencia germana. Del lado francés, encontramos figuras como Auguste Comte, Pierre Duhem y Henri Poincaré, todos ellos figuras intelectualmente influyentes para la Asociación Ernst Mach de Viena, conocida popularmente como el Círculo de Viena, tal y como lo atestigua su manifiesto, “La concepción científica del mundo”. A ellos tendríamos que sumar el nombre de Abel Rey, cuya tesis doctoral, La théorie de la physique chez les physiciens contemporains [La teoría física según los físicos contemporáneos, 1907], jugó un papel importante en el llamado Ur-Kreis de preguerra.4 Rey llegó incluso a encontrarse con los miembros del Círculo durante el congreso internacional de París de 1935, reconociendo la importancia de su proyecto a tal punto que, para 1937, ya usaba el mismo término con el que se había referido a su filosofía, positivismo absoluto, para hablar del Círculo. Desembocar en este feliz encuentro requirió la construcción de una tradición francesa propia en torno al proyecto de una filosofía científica, tal y como lo argumenta Anastasios Brenner, en la cual se encuentran varias vetas: una centrada en el desarrollo de un método científico legítimo para la historia; otra que daba lugar a reconocer que las distintas disciplinas científicas poseen métodos diferentes, con lo cual se barrunta la posibilidad de unas epistemologías regionales, y, por último, una metodología propia para la reflexión filosófica que siguiera de cerca el método empírico-experimental de las ciencias naturales.5

Del lado germano parlante, el proyecto de una filosofía científica se encuentra ligado a la respuesta negativa que tuvo el predominio de la filosofía hegeliana durante la primera mitad del siglo XIX en detractores como Jakob Fries y Friedrich Herbart, la cual se conecta con personajes posteriores como Hans Reichenbach y los miembros del Círculo de Viena, pasando por otros como Hermann Lotze, Hermann von Helmholtz, Wilhelm Wundt o Franz Brentano. Un hito importante sería la fundación en 1877 de la Vierteljahrschrift für wissenschaftliche Philosophie [Revista trimestral de filosofía científica], por parte de Richard Avenarius, quien permaneció en el cargo de editor principal hasta su muerte en 1896, y por cuyo comité de redacción pasaron figuras como Ernst Mach o Wundt. Este proyecto creció con un interés más cercano al desarrollo de las matemáticas y la psicología, de forma tal que se pudiera hablar de una psicología eminentemente empírica y cuantitativa.6 En este recorrido hay un recrudecimiento significativo de la oposición a la metafísica en cuanto carácter propiamente científico de la filosofía.

Pese a los puntos de convergencia notorios, centrados en la relevancia del método científico para la reflexión filosófica, existía una diferencia radical centrada en el carácter eminentemente histórico de la vertiente adoptada por Rey, en el que la historia de las ciencias jugaba un papel determinante en la reflexión filosófica acerca de las mismas. Si bien la tradición alemana y austríaca no estuvo muy alejada de esta veta a principios del siglo XX, la emigración de la mayor parte de los miembros del Círculo de Viena, el fin de la segunda gran guerra y la profesionalización de la filosofía de la ciencias en los Estados Unidos e Inglaterra condujeron a un estrechamiento de miras que acarreó consigo la pérdida de relevancia de la historia.7 Como veremos más adelante, el lugar de la historia de las ciencias es uno de los principales temas de disputa entre Metzger-Bruhl y Neurath.

3. ¿Cómo llegó la obra del Círculo de Viena a Francia?

La recepción del Círculo de Viena en Francia está atravesada por dos episodios importantes: la publicación de una serie de panfletos que presentaban en francés traducciones parciales de textos escritos por miembros del Círculo u otros autores allegados y la organización y realización en 1935 del Congreso internacional de filosofía científica que tuvo lugar en París. Vale la pena apuntar que para cuando se dieran estos dos episodios a mediados de los treintas, el Círculo constituía ya una diáspora debido al exilio de una buena parte de sus miembros, siendo Moritz Schlick y Friedrich Waismann los únicos que permanecían por entonces en Viena.8

Entre 1932 y 1936 se publicaron siete traducciones al francés de textos escritos por distintos miembros del Círculo de Viena o aliados: Reichenbach, La Philosophie scientifique (1932); Rudolf Carnap, L’ancienne et la nouvelle Logique (1933); Philipp Frank, Théorie de la connaissance et physique moderne (1934); Schlick, Les Énoncés scientifiques et la réalité du monde extérieur (1934); Carnap, La Science et la métaphysique devant l’analyse du langage (1934); Hans Hahn, Logique, mathématiques et connaissance de la réalité (1935), y Frank, La Fin de la physique mécaniste (1936). La aparición de estas traducciones fue producto del esfuerzo de Marcel Boll, quien editó, recomendó, mantuvo la correspondencia necesaria con los autores y seleccionó a los traductores. Además, cada una de estas traducciones incluía un breve prefacio en el que Boll presentaba a cada autor, ofreciendo una breve semblanza académica, y situaba la obra en el contexto de su pensamiento.9 El traductor de los primeros seis textos fue Charles-Ernest Vouillemin, figura polémica en este proyecto por su mezcla de neotomismo y filosofía científica que llevó a Boll a escoger a un traductor diferente para el último texto de la serie, además de escribir una columna pública en contra de la interpretación cristiana de Vouillemin, usando una carta de Frank en la que se oponía a dicha concepción.10 Además de estas traducciones, se publicaron otras de artículos, junto con reseñas y respuestas, en revistas académicas como la Revue de Synthèse o Scientia.11

También sería Boll el responsable de introducir a otro personaje importante en la historia de la entrada y recepción del Círculo de Viena a Francia. En calidad de editor del Larousse ilustrado, Boll le encargó a Louis Rougier un artículo sobre la filosofía científica del Círculo de Viena, que sería de gran relevancia en su momento en Francia y que le permitiría a Rougier entrar en contacto directo con Schlick (además de pedirle una foto).12 Gracias a esto, tanto Boll como Rougier se convertirían en los co-organizadores del Congreso internacional de filosofía científica que tendría lugar en París en 1935. Sin embargo, el trato entre los dos fue difícil y desembocó en una fuerte disputa que alejó a Boll de la organización del evento.13 Al final, la organización del congreso recayó en las manos de Rougier y Neurath, si bien su relación tampoco estuvo desprovista de fricción. Quizá la más importante de ellas tuvo que ver con el nombre del congreso, pues para Neurath era importante que el esfuerzo de congregar a tantos intelectuales de diversas nacionalidades se realizara en pro de la ciencia unificada. Sin embargo, Rougier, conocedor de la atmósfera francesa, le señaló que dicho apelativo estaba muy ligado al Círculo de Viena, razón por la cual los franceses podían no tomárselo a bien y resultar contraproducente. En su lugar, Rougier sugirió que el congreso abanderara la empresa de la filosofía científica gracias a que esta última, en lugar de señalar una particularidad de la escuela austríaca, “implicaba una relación con las escuelas filosóficas tradicionales y la metafísica que se le asociaba”.14

Luego de años de preparación y negociación, el congreso finalmente tuvo lugar entre el 12 y el 23 de septiembre en la Sorbona, donde se reunieron cerca de 160 intelectuales, científicos y filósofos.15 La conferencia ofrecía lo que muchos partidarios de la filosofía científica veían como el principal rasgo de la ciencia: una actitud de cooperación y trabajo mancomunado a pesar de las diferencias de opinión que pudiera haber entre las partes.16 Pese a ello, el resultado no fue para nada el esperado. Al congreso faltaron algunas de las grandes luminarias de la filosofía francesa, como Gaston Bachelard y Leon Brunschvicg. En general, el Círculo de Viena no logró entablar los lazos que esperaba con Francia, donde una actitud reticente hacia dicha escuela se expandió, no sólo por las diferencias filosóficas e históricas, sino también por sus asociados en Francia. Por un lado, y como se mencionó anteriormente, la vinculación que hacía Vouillemin de la filosofía científica con el cristianismo no fue bien recibida; por otro, la vida política de Rougier, quien se convertiría en uno de los padres del neoliberalismo francés, tampoco ayudó a que la filosofía científica de corte germano alzara vuelo en territorio francés.17

4. ¿Qué hizo Metzger-Bruhl para ganarse la atención de Neurath?

En 1935 Metzger-Bruhl publicó dos textos en la revista Archeion en los cuales sentaba con claridad su postura con respecto al Círculo de Viena. El primero de ellos fue una reseña de los panfletos que editó y publicó Boll; el segundo, una reflexión crítica sobre el Congreso de filosofía científica de 1935. Antes que ella, otros franceses habían criticado y mostrado su desacuerdo con el Círculo de Viena o sus allegados, como lo hicieran Bachelard y Jean Cavaillès. Este último, informado de los más recientes avances de la lógica, tildó la propuesta del análisis lógico del lenguaje de “realista ingenuo” y de “concepción totalitaria de la ciencia”.18

En su reseña de las traducciones al francés, una de las primeras cosas que señala Metzger-Bruhl es la violencia con la que Boll se refiere al pensamiento francés en contraposición al alemán: “¿Acaso es realmente necesario que desde el prefacio sea tan agresivo con los lectores franceses?”.19 Para Boll el medio intelectual francés se encuentra por debajo del germano y eso lo achaca, en parte, al predominio de la historia. De ahí que la reseña se centre principalmente en las carencias históricas de la escuela de Viena, como le llama, y que vincule la historia con la metafísica. Su lectura encuentra en las obras traducidas una cruzada contra la metafísica que atraviesa la filosofía clásica, misma que parecieran juzgar de forma parcial, deformándola y convirtiéndola en un chiste. Para ella, sin embargo, no tomarse en serio la historia de la filosofía tiene por resultado hablar de una revolución en el pensamiento donde realmente no la hay. Por si fuera poco, la violencia de la que acusa a Boll también se extiende a los miembros del Círculo: “Entonces, si los adversarios no se encuentran, si el vencedor no puede hacerle daño al vencido que con miedo se esconde, ¿para qué se buscó el combate? […] Es nuestro deseo de corazón que la escuela de Viena logre su objetivo de demolición mediante un trabajo de construcción”.20

La reflexión sobre el congreso sigue líneas similares, si bien la importancia de las diferentes tradiciones, francesa y germana, juega un papel importante. Para Metzger-Bruhl, las novedades que reclama la escuela de Viena son ya parte de la historia de su tradición filosófica, de modo que la importancia que se le otorga a las definiciones había sido ya un tema importante durante el periodo de las Luces. Aunado a ello, continúa haciendo énfasis en los modos agresivos de su empresa y el carácter autoritario que se desprende de ellos: “No nos dejemos afectar por su actitud de perseguidos filosóficos, mientras ellos mismos persiguen a los filósofos que precedieron a la escuela de Viena y a los filósofos de hoy que no se inclinan ante sus decretos”.21 Al final, el efecto de esta filosofía es obtener “el acuerdo de todos los hombres gracias al encarcelamiento o la destrucción de los que no se han convencido”.22

Para un socialista convencido como Neurath, estas críticas tuvieron que haber causado un gran revuelo, si bien no las leyó antes de ponerse en contacto con ella. Según lo que expresa Metzger-Bruhl en la primera carta de esta correspondencia, Neurath se puso en contacto con ella para pedirle estas reseñas de las que probablemente se enteró por otras personas. Una vez que las recibe y lee, comienza un intercambio que se extiende desde 1936 hasta 1939, en el que predominan los temas anteriormente mencionados: la novedad de la propuesta filosófica del Círculo de Viena, el lugar de la historia en la reflexión filosófica acerca de la ciencia, las diferencias entre las tradiciones filosóficas francesa y germana, la política y el tono con el cual se expresan los miembros del Círculo acerca de aquellos con quienes no concurren. A lo largo de estas cartas, es probable que Neurath estuviera tratando de reclutar una aliada luego del fracaso que significó el congreso en términos de congregar y afianzar una comunidad internacional de cooperación filosófica, si bien el significado exacto de esa unidad difería entre ellos.23 Si para Neurath la unidad era la única alternativa posible de llegar a una nueva filosofía puesta al servicio de la sociedad, para Metzger resultaba insatisfactoria la unidad en cuanto dominio en el que había que encerrar a filósofos e intelectuales, a expensas de una colaboración basada en la “investigación profunda” del trabajo de esas otras personas.

Si bien no me adentraré en los detalles y posibles interpretaciones de la correspondencia, a continuación, las y los lectores encontraran la traducción al español correspondiente.24 Queda a su criterio y juicio, elaborar conclusiones y preguntas que se puedan derivar de esta lectura.

5. Intercambio epistolar entre Hélène Metzger-Bruhl y Otto Neurath25

La publicación de la correspondencia entre Otto Neurath y Hélène Metzger-Bruhl, que a continuación se presenta, está fundamentada en las cartas originales de Hélène Metzger-Bruhl y en las copias al carbón de Otto Neurath, que el Noord-Hollands Archief en Haarlem ha conservado bajo el número de referencia 267 y que amablemente ha puesto a nuestra disposición a través de fotocopias. La “fundación del Círculo de Viena” en Ámsterdam se ha complacido en dar su consentimiento para la publicación de los documentos. La transcripción reproduce fielmente las peculiaridades del original (respecto a la ortografía, puntuación, subrayado, mayúsculas y espaciados). En algunos casos extraordinarios, se han agregado las letras faltantes dentro de corchetes.

  1. 25 de junio de 1936

    De Hélène Metzger-Bruhl (París) para Otto Neurath (La Haya)

    Señor:

    Le envío en este mismo correo los artículos de la revista Archeion en los que aclaré mi posición con respecto a la Escuela de Viena.

    Recuerdo haberlo visto en París en 1935 y lo saludo cordialmente.

    Hélène Metzger Bruhl

  2. 4 de julio de 1936

    De Otto Neurath (La Haya) para Hélène Metzger-Bruhl (París)

    Estimada señora Metzger-Bruhl,

    Le agradezco sus amables líneas y su envío. Con qué ironía tan vivaz se libra usted de la pesadilla del empirismo lógico. Qué bien que no haya necesidad de traducir la afable lengua francesa a la áspera lengua alemana. Desgraciadamente, en París no tuve el gusto de conocer sus sistemáticas objeciones hacia nuestro trabajo colectivo. Quizá, podría usted de vez en cuando compartirme más detalles acerca de este tema, completando así el drama satírico que esta vez se encuentra al principio.

    Quisiera recordarle que los textos de ERNST MACH sobre la historia de la ciencia fueron los que en primer lugar nos influenciaron, y junto a ellos también los de POINCARÉ y DUHEM, cuya postura histórica tuvo un fuerte impacto sobre nosotros. Por el contrario, nosotros consideramos todo, por así decirlo, desde la perspectiva de la historia de la ciencia, especialmente nuestro propio trabajo. Justamente, en nuestro reciente congreso en Copenhague, PHILIPP FRANK hizo hincapié en que EINSTEIN, como él mismo destaca, fue inspirado por reflexiones sobre la lógica de la ciencia hechas por MACH para desarrollar algunas de sus ideas decisivas, de la misma manera en que ahora los representantes del empirismo lógico vuelven a considerar plenamente a la mecánica cuántica, etc., dentro de su argumento empírico, mientras que la filosofía tradicional, generalmente defiende concepciones del pasado frente a las modernas. Para todos nosotros sería muy beneficioso que en alguna ocasión aportara pruebas sobre el hecho de que los filósofos “puros” modernos han tenido una influencia significativa en el desarrollo de la ciencia moderna. Nosotros consideramos especialmente influyentes a: MACH, POINCARÉ, DUHEM, RUSSELL, ENRIQUES etcétera, pero no incluimos a BRADLEY, HEIDEGGER, etcétera. Evidentemente, nuestros modestos textos no pretenden señalar, particularmente, las deficiencias de la filosofía pura, aunque sí es posible encontrar suficiente al respecto en la Ley causal y sus límites de FRANK o en La sintaxis lógica del lenguaje de CARNAP. Casi creo que, prácticamente, dichas evidencias podrían cuantificarse estadísticamente de manera aproximada con ayuda de una tabla de frecuencias absolutas MÁS-MENOS, herramienta que usted ve más como un medio para poner notas escolares. Esta técnica, que nos facilita controlar el desarrollo desde múltiples dimensiones, la utilicé por primera vez con éxito en un breve trabajo que realicé sobre la historia de la óptica, ya que existe la tendencia a inclinarse demasiado hacia la “dicotomía”, lo que se evita al usar dicha tabla.

    A partir de su reseña el lector podría tener la impresión de que me he comprometido a hacer un análisis histórico, mientras que, en la página 12 se afirma explícitamente: “quien no hará un análisis histórico del mismo”. Este breve texto circunstancial debería hacer una descripción biográfica, por así decirlo, sobre la postura de nuestro Círculo (una AUTObiografía sería demasiado honorífica para mí, porque, por ejemplo, me he ocupado más detalladamente de Schröder y Couturat, pero no de Frege, cosa que sí hizo Carnap, etc., etc.) y el entorno inmediato en el que surgió. Lamentablemente, todavía hace falta un análisis histórico del movimiento en su conjunto, lo cual sería muy interesante. Tal vez, este provenga de nuestros críticos más severos, cuya opinión detallada sobre nuestro exhaustivo trabajo en conjunto, esperamos con tanto interés.

    [Otto Neurath]

  3. Sin fecha [6 o 7 de julio de 1936]

    De Hélène Metzger-Bruhl, miembro de la Academia Internacional de Historia de la Ciencia, Calle Pauquet 21 (París 16°), para Otto Neurath (La Haya)

    Señor:

    Recibí su amable carta y los artículos, que leeré con cuidado en vacaciones. Quédese sobre todo con toda mi ligera ironía respecto a que es totalmente inútil y quizás dañino publicar en Francia panfletos propagandísticos demasiado “populares”; desde el siglo XVIII nuestra literatura, siguiendo a Voltaire, se burla de la metafísica trascendente con mucho más humor de lo que lo pueden hacer sus opúsculos traducidos del alemán; por otra parte, desde Pascal y todavía más desde Condillac, se repite que una ciencia es un lenguaje bien formado. – En resumen, aquí se dedican mucho a la teoría del conocimiento científico; seguramente usted ha leído las obras de Emile Meyerson con quien no hay que estar de acuerdo en todo para darse cuenta de que es concienzudo y conoce bien la ciencia; si el idioma no es demasiado difícil para los extranjeros, podrían leer los trabajos de Brunschwicg y Bachelard, de Poirier y muchos otros si es necesario, para ver que en realidad (o en ilusión) la filosofía que se hace aquí se apoya en la cultura científica… no he leído a Bradley ni a Heidegger y como usted no nombra a nadie, entiendo que culpa (al parecer) a todos los filósofos.

    Le escribiré con más detalles si le interesa y espero haberle prestado un servicio.

    Recuerdos sinceros, HMB

  4. 9 de julio de 1936

    De Otto Neurath (La Haya) para Hélène Metzger-Bruhl (París)

    Estimada señora Metzger-Bruhl,

    Muchas gracias por sus amables líneas. Acepto con mucho gusto su gentil sugerencia sobre profundizar en los detalles, porque considero muy importante el hecho de que los distintos grupos interesados en la concepción global de la historia de la ciencia puedan conocerse mejor entre sí. Los argumentos externos de otros autores pueden ser extraídos de los textos con bastante facilidad, pero difícilmente se puede acceder a su “esencia”, que se esconde “entre líneas”. Es importante tener en cuenta, que usted y otros franceses consideran nuestras publicaciones como panfletos de propaganda popularizadora. Algunos de ellos son, ciertamente, traducciones de artículos que han surgido dentro del marco de discusiones especializadas. Mi propia publicación tenía como objetivo esclarecer, entre otras cosas, de dónde podría provenir la idea de que cierta forma lógicamente sistematizada y críticamente agudizada del empirismo lógico pueda haberse desarrollado precisamente en Europa central. En Estados Unidos, Inglaterra y Francia, donde impera el sentido común y un empirismo cotidiano generalmente aceptado prevalece, existen menos motivos para oponerse a la metafísica. No se debe ser tan cuidadoso con lo que ya se tiene como con lo que se quiere obtener. Por cierto, la idea de elaborar estas traducciones proviene de nuestros amigos franceses y, además, parecen haber sido bien recibidas, de lo contrario, no se hubiera continuado con las publicaciones subsecuentes. Personalmente, me resulta muy atractivo este método en el que, a través de panfletos, los principales representantes de la ciencia viva informan de manera breve, allanando el camino para la lectura seria de publicaciones más extensas.

    Cuando hablamos de metafísicos y filósofos “puros”, nosotros pensamos fundamentalmente en el idealismo especulativo, más o menos desde FICHTE hasta HEIDEGGER, desde SCHELLING hasta NICOLAI HARTMANN, desde SCHOPENHAUER hasta SPRANGER, considerando que Nietzsche, al igual que Schopenhauer, resultan científicamente muy estimulantes en muchos aspectos. En Francia no existen escuelas metafísicas predominantes, como mucho, habrá pequeños grupos. Para ustedes, D´ALEMBERT es claramente una parte fundamental de su sistema de ideas y un claro elemento de su formación, mientras que en Europa central ha sido tomado ya sea de –forma negativa– “un simple ilustrado” o de –forma positiva– “una especie de revolucionario”, pero, en cualquier caso, no es algo común. En los textos del Círculo de Viena, rara vez encontrará que se haga mención de algún pensador francés de otra manera que no sea positiva. Creo que BERGSON podría ser el único que figura con pensamiento de tipo metafísico, algo a lo que ustedes no pondrán objeción. MEYERSON sólo ha sido mencionado de manera honorífica dentro de nuestro Círculo y en nuestras publicaciones, ya que, aunque nosotros no compartimos su posicionamiento metafísico, ni su rechazo a nuestra postura, reconocemos la gran aportación de su análisis detallado y la profunda erudición que ha puesto al servicio del análisis de la ciencia. Así mismo, consideramos a BACHELARD muy cercano a nosotros, igual que a algunos otros que están en su misma sintonía, aunque es probable que el análisis lógico-científico, que consideramos importante en este momento, le resulte menos interesante. Entre los sociólogos, psicólogos, etcétera, de Francia, existe tal cantidad de hombres con actitud empirista, que una postura contraria llamaría la atención. Qué relación tan estrecha tiene, por ejemplo, Lévy-Bruhl con nosotros. Es verdad que, en la producción alemana, no existe alguien cuyo trabajo pueda ser análogo al de COMTE. Por supuesto, el hecho de que en su obra hay elementos metafísicos presentes, nos queda bastante claro, pero por lo general, tiene una postura empirista.

    Sin embargo, esta situación de “rechazo”, ha motivado un trabajo positivo, y si usted observa, por ejemplo, La ley causal y sus límites de FRANK o La sintaxis lógica del lenguaje de CARNAP, entonces verá que se ha logrado más que, simplemente, transmitir la idea de que el análisis del lenguaje es importante. Creo que esta idea puede remontarse a Condillac y Pascal, pero, en Francia no condujo hacia una elaboración sistemática, que ustedes, u otros, quisieran criticar desde ciertos puntos de vista. Sin embargo, está presente como un hecho histórico y debe ser valorado como tal. No basta, creo yo, con juzgar que ciertos elementos del discurso de CARNAP, por ejemplo, resultan extraños, ya, que representan un amplio método analítico de trabajo, que para nosotros es esencialmente relevante. Yo mismo resalto siempre que no se nos debe clasificar como críticos rigurosos antimetafísicos [!], sino de una manera positiva, como personas que trabajamos por la unificación de la ciencia. Cuando los estadounidenses comienzan a hablar de un “Movimiento por la unificación de la ciencia” dan en el blanco de manera muy acertada sobre el estado de la cuestión.

    Estamos deseosos por obtener pronto amplia información sobre el desarrollo moderno del empirismo lógico en Francia, tema que Boll ya ha abordado en sus obras de manera histórica en múltiples ocasiones. Para mí sería muy interesante escuchar su opinión detallada al respecto. En Francia no existe una tendencia a formar grupos, por lo que es necesario tener más en cuenta las personalidades individuales, pero aun así cabe señalar que se puede identificar cierta dirección en el desarrollo, que está cerca del empirismo lógico. Será un placer ocuparme de los detalles, siempre que el tiempo me lo permita. De cualquier forma, le estaré muy agradecido por cada una de las misivas de nuestra correspondencia y con la esperanza de que nuestras conversaciones también puedan ser de utilidad para otros.

    Saludos cordiales,

    [Otto Neurath]

  5. 19 de julio de 1936

    De Hélène Metzger-Bruhl, Thackeray Hotel, Great Russell Street (Londres) para Otto Neurath (La Haya)

    Estimado señor:

    No quiero esperar mi regreso a París para responder su amable carta, pero como la carta misma no me llegó a Londres, no sé si mi memoria será lo suficientemente fiel como para que la conversación epistolar continúe. – Debo confesarle ante todo que no soy empirista, es decir, que no creo que la experiencia baste por sí misma; la experiencia no existiría en un mundo en el que no hubiera “pensantes”; incluso el lenguaje científico no tendría significado alguno y se quedaría en un simple “ruido” análogo al que hacen los pericos si no lo completáramos insertando en él nuestro pensamiento…

    Por otro lado, en el momento en que intentamos un experimento tenemos ya, espontáneamente, una visión del mundo que ese experimento va a rectificar o aprobar. – Es por ello que no podemos evitar la metafísica dialéctica y que para no hacer metafísica alguna haría falta callarnos del todo, lo cual sería desagradable para seres parlanchines como nosotros los humanos.

    Quisiera hacerle notar que esa metafísica dialéctica no tiene nada que ver con la del poeta, el predicador o el periodista. – No se trata de saber cuál es la esencia de la nada o de si la inquietud es el fondo del ser –.

    Al parecer usted confunde nuestras investigaciones acerca del significado y el valor del saber de la teoría científica (más allá del hecho bruto, única realidad dada), por ejemplo, y los problemas mencionados sobre los que no tengo nada que decir.

    Cuando Boyle le preguntó a la naturaleza “¿la luz es una sustancia o un accidente?”, pesó los cuerpos sometidos a la acción del fuego (y que según él no se quemaban); ya que estos cuerpos aumentaron de peso, Boyle concluyó que habían asimilado luz y que la luz es una sustancia (con peso). Todas las teorías químicas hasta Lavoisier y Thomson y todas (o casi todas) las teorías de la luz de Newton a Young o Fresnel fueron influidas por esta forma de plantear la pregunta.

    Tiene usted razón al querer un lenguaje claro y no equívoco (el equívoco renace fácilmente debido a la inadecuación del lenguaje al pensamiento o a la experiencia); yerra (según yo) al confundir su ideal o su objetivo con un procedimiento técnico.

    Incluso puedo añadir que en Francia no existen partidos de filosofía; un partido filosófico sería necesariamente autoritario y fascista y cada uno de nosotros querría situar su juicio en el centro del pensamiento de aquél.

    He escrito demasiado y quizás no muy claramente para un extranjero. Discúlpeme y dígame al domicilio siguiente, donde pasaré el mes de agosto, si desea leer un libro mío sobre los conceptos científicos o sobre la filosofía de la materia en Lavoisier.

    HMB

    Madame Metzger Bruhl – Avenida Aristide Briand 3 – Chatou – S & O.

  6. 23 de agosto de 1936

    De Otto Neurath (La Haya) para Hélène Metzger-Bruhl (Chatou)

    Estimada señora Metzger-Bruhl,

    Le agradezco mucho su carta desde Londres. Estoy totalmente de acuerdo con usted en que deberían distinguirse, por así decirlo, los distintos tipos de metafísica dentro del discurso que tiene lugar entre nosotros. De cierto modo, los diferentes tipos son para el empirismo lógico de un solo tipo, sin embargo, admitiría que hay un tipo de enunciados metafísicos que no permiten ser transformados en nuestro lenguaje más estricto y quizás son reflejos de reflexiones psicológicas (este es el caso de Heidegger, etcétera), mientras que existe otro grupo, que por lo visto sí permite ser transformado parcialmente, de manera que se obtienen enunciados generales sobre la lógica o la teoría de la ciencia. Este último tipo de metafísica es el que es especialmente importante para usted. Solo nos queda demostrar que, en nuestra área, nosotros podemos expresar de manera “legítima” mucho de lo que ustedes consideran importante, pero eso que nosotros no podemos usar de manera “legítima”, tampoco puede usarse de manera beneficiosa para formular un razonamiento lógico. Esta es una tarea bastante clara. Naturalmente, hay muchas ocasiones en las que una resolución simplemente no es alcanzable.

    Me encantaría conocer más detalladamente sus apreciaciones acerca de La Ley causal y sus límites de FRANK, ya que, clarifica nuestro punto de vista en muchos aspectos y también menciona algunos autores franceses. Sería importante mostrar, mediante tantos ejemplos concretos como sea posible, lo que nuestra concepción logra.

    Evidentemente, nosotros reconocemos que dentro de los enunciados de la ciencia surgen términos que no son aplicables a los enunciados “empíricos”.

    Por ejemplo, el hecho de que la teoría de la probabilidad conoce los conjuntos “finitos” o “infinitos”, no significa que estemos sugiriendo la existencia de la infinitud empírica externa. Más bien diríamos lo siguiente: en la teoría de la probabilidad están presentes los conjuntos finitos e infinitos dentro de las fórmulas, de las cuales se obtiene cierto resultado y a este resultado de las fórmulas se les asocia a enunciados que son protocolos o son controlados por protocolos. Dentro de estos enunciados, se habla de conjuntos, pero la división en “finitos” e “infinitos” no aparece. Hempel (con la aprobación de Mises, por cierto) ha publicado información muy esclarecedora sobre este punto. Desde esta perspectiva, es evidente que en la teoría es posible que aparezcan fórmulas que no pueden ser asignadas paso a paso a protocolos. Quizás, a través de esta afirmación ya se abarcarían muchas de las cosas que usted desearía discutir. Lo que usted propone sobre la “experiencia”, el “pensador”, etcétera, ciertamente puede considerarse en gran parte dentro de la psicología empírica o dentro de la ciencia empírica, pero el resto será irresoluble, es decir, en nuestra terminología, el término “pensée” es siempre un término cuestionable. Por ello, yo intentaría sustituirlo regularmente por otro, ya sea por: “en estado de pensamiento” o por otros “enunciados”, etcétera. Me encantaría conocer a fondo su postura frente a Boyle. No me he dedicado mucho a estudiarle, pero he tenido la impresión de que teóricamente no termina de decidir de manera clara hacia dónde se dirige y deja todo abierto a la posibilidad. No me parece que la hipótesis que propone, en la que intenta sostener que los procesos luminosos están vinculados a las variaciones en el peso, contenga algo metafísico. Solamente quiere decir que un grupo de observaciones determinadas está asociado a otro grupo de observaciones. Cuando los simpatizantes de la teoría del flogisto pensaban que el acto de respirar, etcétera, era un tipo de combustión, sí se trataba de una tesis empírica, que también representaba a los seguidores de la teoría del oxígeno (Lavoisier y otros), sólo con la diferencia de que los seguidores del flogisto suponían una disminución del peso cuando el flogisto abandonaba dicho cuerpo, mediante el proceso de “calcinación”. Mientras que, Lavoisier, tras el proceso de oxidación del mercurio, determinó una disminución de la masa al volver a pesar el cuerpo. En el ámbito de la química, es una tesis empírica contra otra tesis empírica. Y de forma muy similar también sucede en el ámbito de la óptica. Sería un gusto que usted desde su postura particular, pudiera hacer un par de comentarios acerca de mi breve trabajo sobre la historia de la óptica. Creo que en el ámbito de la historia de la ciencia podríamos entendernos sin mucho esfuerzo, porque yo traduciría a nuestro lenguaje sus eventuales enunciados teñidos de metafísica, a los que quizás, solo faltaría hacerles algunas añadiduras. También me gustaría saber qué opina respecto a la antítesis “lenguaje” – “experiencia”. Supongo que esto también podría ser expresado por nosotros, por un lado, hablando de lenguaje impreciso, etc., y por el otro, de los enunciados más rigurosos, considerando que los últimos resultan más “pobres” que el primero. Y en esta diferencia radica la cuestión, ya sea que usted lo llame experiencia y lenguaje o que nosotros lo llamemos complemento del lenguaje I y complemento del lenguaje II, es menos importante, así como era mucho menos importante que se hablara de la longitud de onda media en una teoría y del intervalo del “accessus” en otra.

    El hecho de que en Francia exista una tendencia reducida a formar grupos es algo que he enfatizado al final de la misiva del 9 de julio, sin embargo, pensaría que ciertas líneas evolutivas pueden distinguirse. Precisamente en Francia, un centralismo “silencioso” está siempre presente, principalmente debido al predominio de París sobre todas las cosas, incluso en la ciencia. La postura positivista, por ejemplo, tiene diversas ramificaciones, pero su línea empírica siempre puede apreciarse claramente. La formación de grupos – usted menciona que la formación de partidos en la filosofía tiene cierta relación con otras dimensiones sociales, pero su hipótesis de que están vinculados con organizaciones autoritarias o fascistas creo que no se sostiene. Yo pienso, por ejemplo, en las escuelas filosóficas griegas que estaban bastante bien organizadas con sus directores escolares, etcétera, donde casi cada filósofo era asociado a una escuela determinada, existía la tradición escolástica, etcétera, sin embargo, no se puede decir que las opiniones de los epicúreos, los estoicos, los cínicos, los platónicos, etc., etc., estuvieran siquiera cerca de percibirse como autoritarias o fascistas en el sentido que usted ha sugerido, aunque se relacionaran con unas u otras dimensiones sociales, pero no porque fueran escuelas o partidos filosóficos. Los epicúreos eran[,] filosóficamente hablando, antiautoritarios, si es que eso se puede decir, y en algunos periodos, los cínicos eran casi anarquistas.

    A menudo, la formación de grupos no significa otra cosa más que el hecho de que la cooperación comienza a ser algo importante, que el reparto del trabajo se vuelve imprescindible. Por ejemplo, si muchos trabajan codo a codo por el empirismo lógico, porque se percibe como una empresa científica adecuada, entonces la característica común de sus fundamentos es ciertamente obvia. ¿Cómo es posible, entonces, que físicos, cuyos fundamentos son tan distintos, puedan colaborar unos con otros? Desde luego este tipo de cooperación no es imprescindible para la filosofía que no tiene importancia científica y es más probable una postura individualista. Pero, si en el ámbito filosófico (preferiría no utilizar el término filosofía), tomamos en serio el carácter científico, entonces es casi imposible cooperar de otra manera que resaltando la similitud. Yo no pensaría que la comunidad de partidarios de la teoría de la relatividad o los de la mecánica cuántica, o los adeptos de la teoría del análisis del mercado, etcétera, para los que la cooperación es algo evidente, estuvieran más cerca de un orden social autoritario o fascista debido a su cooperación. Me encantaría que me enviara algunos ejemplos, porque esta cuestión me interesa incluso de manera puramente estadística. Usted encontrará con mucha frecuencia una inclinación autoritaria y fascista en individuos metafísicos que trabajan en solitario sin una formación académica. De manera similar, partidarios con opiniones opuestas, incluso antifascistas, provienen a menudo de la misma escuela. Frank enfatiza esto con bastante frecuencia, tanto en su Ley causal y sus límites, como en su Fin de la física mecanicista.

    Usted me plantea una difícil elección. Por un lado, me interesaría mucho ver los términos científicos discutidos por usted en relación con nuestra correspondencia, pero también por otro lado, me interesa que discutamos sobre cómo aborda lo aportado por Lavoisier, porque el concepto de materia brinda la oportunidad de mostrar si se enfatizan los elementos de una teoría que conducen a protocolos o los elementos, por así decirlo, “indiferentes” que ahora se están tratando de eliminar por completo. Creo que lo mejor sería que usted fungiera como mi representante y tomara la decisión. Ya que usted conoce ambos trabajos suyos y hacia dónde se dirigen mis intereses. Parto de la hipótesis de que conozco el último, pero no el primero.

    En cualquier caso, muchas gracias de antemano. Dado que el 2 de septiembre voy por unas semanas a los Estados Unidos, apreciaría mucho tener su texto como lectura de viaje, mientras cruzo el océano.

    Me despido cordialmente de usted.

    [Otto Neurath]

  7. Entre el 23 de agosto y el 2 de septiembre de 1936

    De Hélène Metzger-Bruhl (París) para Otto Neurath (La Haya)

    [Esta carta no ha sido documentada]

  8. 2 de septiembre de 1936

    De Otto Neurath (La Haya) para Hélène Metzger-Bruhl (París)

    Muy estimada señora Metzger Bruhl,

    Disculpe que le escriba de prisa, pero mañana me voy de viaje. Le comento que estoy muy agradecido por haber recibido los dos libros que me envió y ya los he empacado como lectura de viaje. Asimismo, me alegra mucho tener dos libros suyos, uno “general” y otro “particular”. El libro de Burtt lo pediré llegando a Nueva York. Ya el título me incita a su lectura. Pero debo reconocer por adelantado que la ciencia moderna tiene un origen metafísico, lo cual se aprecia con especial claridad en el caso de Newton, de quien no solo pienso en las burdas formulaciones sobre el espacio absoluto. Aunque, de forma simultánea, añadiría que este origen metafísico no es imprescindible.

    Le estoy muy agradecido por haberme compartido algunos fragmentos de su vida. Dado que usted ha estado tan involucrada en el tema de la óptica, me interesa enormemente conocer de manera más precisa qué le parece mi tratado sobre la historia de la óptica (evidentemente, breve en contenido), precisamente desde su perspectiva anti-empirista. Ahora bien, he notado que, en sus comentarios, da a la palabra “empírico” una connotación muy diferente a la que nosotros asociamos el término, de la misma forma en la que usted se asombra con nuestras asociaciones cada vez que escuchamos la palabra “filosófico”.

    Creo que podemos ponernos de acuerdo en un lenguaje común para discutir nuestros respectivos puntos de vista. En cuanto pueda, retomaré a Boyle, a quien curiosamente, recuerdo como alguien no tan decidido en lo teórico, sino más bien como alguien que ha realizado diversos trabajos individuales fructíferos, de los que se deduce cierta postura. Pero, de la misma forma que en la carta anterior, digo esto con mucha cautela, ya que no me he ocupado de estudiar a Boyle a profundidad. De entrada, admito que la postura de Mach frente al atomismo supone una debilidad, pero creo que es posible representar cualquier teoría fructífera sin necesidad de recurrir a la metafísica. Estoy totalmente de acuerdo con usted en que nosotros debemos abrir el debate sobre una metafísica más seria que se encuentra dentro de los principios básicos y no sobre la cosa en sí o algo semejante. Pero sí me gustaría añadir, nuevamente, que los elementos de la metafísica fructífera de los científicos más importantes, que parecen ser insuficientes para nosotros, están, en principio, relacionados con la metafísica “burda”, que no se vincula de manera tan estrecha con la ciencia.

    Me dará mucho gusto, volver a escuchar muy pronto de usted. Escríbame, por favor, a la Haya. La correspondencia me será enviada y entregada inmediatamente en el lugar en el que me encuentre en los Estados Unidos. Es probable que también vaya a Texas.

    Cómo me hubiera encantado haberme ocupado de otras observaciones que usted ha hecho en su carta. Me alegro mucho de que por una vez podamos ver tan directamente las cosas desde otra perspectiva. Como usted bien sabe, para los académicos alemanes los trabajos de los franceses son considerados frecuentemente de forma un tanto periodística. – y se dan todo tipo de justificaciones para ello. Ahora bien, usted acusa a algunas personas de nuestro grupo de llevar a cabo su trabajo de forma meramente periodística, cuando ellas están especialmente comprometidas de manera intensa, incluso diría “pertinaz”, con el rigor científico y entiendo bastante bien su motivación. Será necesario que nosotros y otros nos esforcemos por crear una plataforma internacional desde la cual, compartamos aproximadamente la misma actitud hacia el periodismo, etc., lo que no significa que debamos estar de acuerdo en todo lo demás. Sé que usted escucha esto con cierta desconfianza.

    Me despido a punto de emprender mi viaje, le agradezco y le envío muchos saludos, esperando volver a saber pronto de usted.

    [Otto Neurath]

  9. 21 de septiembre de 1936

    De Hélène Metzger-Bruhl, Avenida Aristide Briand 3 (Chatou) a Otto Neurath (La Haya)

    Estimado señor Neurath:

    Le agradezco mucho su interesante carta y antes de responderle me gustaría desearle una buena estadía en América.

    Se enterará usted de tantas cosas interesantes que quizás casi no tendrá tiempo de pensar en la ciencia, su historia y el método de la filosofía, lo cual ha sido el objeto de nuestras cordiales discusiones.

    Me daría mucho gusto, si le fuera posible, saber si su empirismo combatiría resueltamente las doctrinas que expuse en los libros que sometí a su severo juicio; y si es así, por cuál brecha de mi argumentación dirigiría su ataque victorioso. Pero dejemos eso para abordar otros temas.

    Estoy ocupada en este momento en el estudio de la historia de la óptica o mejor dicho de las teorías de la luz formuladas por los eruditos de Newton a Fresnel y no puedo aportar todavía soluciones definitivas, salvo que los historiadores se equivocan al arrebatarle a la física las teorías físicas que hasta cierto punto rigen también la química; pues si la luz es materia, es reactiva, forma parte de las combinaciones y el estudio de las refracciones permite controlar los análisis elementales. Pienso publicar el año próximo un trabajo que tendrá quizás un cierto alcance.

    Tiene usted toda la razón al querer un lenguaje filosófico completamente preciso y que todo el mundo comprenda de la misma manera; es un objetivo que hay que tener en la mira sin esperar alcanzarlo nunca por completo. Si Leibniz y Raimundo Lulio encallaron en esta generosa empresa, quizás tenga que ver con dificultades aún no superadas y parcialmente insuperables. En primer lugar, los progresos del pensamiento y de la experimentación desvían ligeramente el sentido de las palabras para expresar pensamientos nuevos respecto a los hechos; a continuación, las palabras tienen un peso que crea a su alrededor una cierta simpatía o antipatía que no puede ser regulada por decreto: si usted condena la palabra “filosofía” porque ciertas personas han hecho mala filosofía, condena al mismo tiempo la filosofía del siglo XVIII que desembocó en la Revolución Francesa. Ahora bien, este ideal puede transformarse y modificarse con una concepción todavía más humana de la justicia y de la sociedad; no puede usted negar, me parece, la generosidad del pensamiento del siglo XVIII, si usted la supera es con más generosidad todavía, y es la reflexión filosófica la que nos hace darnos cuenta de que nuestro ideal anterior era en ciertos aspectos insuficiente. No olvide que el pensamiento actual que heredaremos a nuestros sucesores tuvo su origen en el gran movimiento de emancipación procurado por Descartes y los cartesianos. Me equivoco tal vez si admito que el empirismo acepta dócilmente y por definición lo que es, sin pensar en modificarlo. ¿Niega usted la aportación del pensamiento a la ciencia? Si no es así, el empirismo se reduce a un esfuerzo de desintoxicación (si me atrevo a decirlo) y tiene usted toda la razón al querer conocer los hechos brutos, fuera de toda superstición y con el mínimo de interpretación; me pregunto si este empirismo no es más que un momento de su trabajo.

    Le deseo éxito en sus esfuerzos de sociología teórica y práctica, lo dejo con sus trabajos luego de saludarlo amistosamente.

    H. Metzger Bruhl Calle Pauquet 21, Paris 16º

  10. 26 de mayo de 1937

    De Otto Neurath (La Haya) para Hélène Metzger-Bruhl (París)

    Querida señora Metzger-Bruhl,

    Siento más que un simple “remordimiento de conciencia” – Estoy realmente apenado por no haberle escrito y, por ello, haberme privado del placer de recibir cartas suyas. Pero usted, llevada por el espíritu de la verdadera cientificidad, sabía esto con anticipación y en su carta del 21 de septiembre se adelantó y pronosticó que yo apenas tendría tiempo para escribirle. En ese momento, pensé que su pronóstico era erróneo, pero usted –desgraciadamente– ha triunfado.

    De igual manera que sus pronósticos, sus buenos deseos se han cumplido por completo. Tuve una estancia incomparablemente maravillosa en los Estados Unidos. Al principio de 1937, cuando me disponía para volver a Europa, recibí una distinguida invitación por parte de un organismo gubernamental mexicano para participar como consultor en la creación de un nuevo museo de la industria, que debería tener en cuenta, más de lo habitual, toda la historia social. Dado que, la VISUALIZACIÓN es una especialidad a la que me he dedicado, acepté la invitación con gusto, lo que significó para mí una agradable y muy interesante experiencia.

    Quisiera puntualizar brevemente sobre mi quehacer en Estados Unidos – de modo que justifique mi ausencia y que usted pueda comprobar si sus pronósticos se han cumplido. En primer lugar, trabajé mucho en el ámbito de la EDUCACIÓN SANITARIA, para lo cual se requería trabajar de manera sistemática. Eso me llevó a NUEVA ORLEANS, donde hablé respecto a este tema en el Congreso de Salud Pública. También di conferencias en Washington, en la ciudad de Iowa (en la universidad, donde surgieron discusiones muy interesantes), en Chicago (donde me encontré con Carnap, Morris, etc.), en Búfalo (Cataratas del Niágara), etc. Una vez di una conferencia en un Negro-College en el estado de Alabama (en circunstancias desoladoras). En Nueva York, ofrecí conferencias y pláticas breves con los profesores y los estudiantes de la Universidad de Columbia, etc. Me encontré con mucha gente interesante, entre ellos con DEWEY. Así que, en parte EDUCACIÓN VISUAL y en parte EMPIRISMO LÓGICO. Para que usted conozca un poco de mi labor en ese país, le adjunto un artículo mío publicado por la revista Surveys in Geophysics26 también mío, escrito muy a detalle, propio de la manera americana. En Chicago, finalicé la publicación de nuestra enciclopedia con la UNIVERSITY OF CHICAGO PRESS. Le adjunto, también, un artículo del NEW YORK TIMES al respecto. Me encantaría que pudiera dedicarme algo de su tiempo cuando esté en PARÍS para que tengamos oportunidad de tratar algunas cuestiones sobre la enciclopedia. Realmente deseo que asista a nuestra conferencia sobre la enciclopedia, que tendrá lugar en la Sorbona del 29 al 31 de julio y al encuentro de apertura, el 28 de julio. Los temas serán: la enciclopedia y la unificación del simbolismo lógico. Nuestros discursos sobre el empirismo lógico tendrán lugar en el congreso de filosofía, donde también tendré el placer de escuchar su ponencia. Los ponentes serán: CARNAP, FRANK, NESS, etcétera, quienes hablarán sobre la discusión, ROUGIER hablará sobre la enciclopedia del siglo XVIII, BRUNSWIK sobre la inclusión de la psicología en las ciencias exactas. Yo mismo hablaré sobre la enciclopedia, su desarrollo y sus dificultades. La unificación del simbolismo será tratada por SCHOLZ, CARNAP, BEHMAN, etcétera. Esperamos que este encuentro más familiar, nos acerque también a nuestros amigos y adversarios en París. Espero esta vez haya tiempo de encontrarme con ABEL REY, autor por el que siento mucho interés desde muy temprana edad. Me alegraría sinceramente que el espíritu comprensivo de tolerancia, que se ha desarrollado en nuestras cartas, tenga un significado simbólico y demuestre cómo hoy en día, en cualquier caso, es posible el contacto entre personas con un serio afán científico.

    Pienso que mi viaje por los Estados Unidos ha contribuido en gran medida a influenciarme en una dirección que seguramente será de su agrado. Ahí he visto que en Europa central nuestra postura habitual de “rechazo” contra aquella burda especulación metafísica, que no es necesaria en absoluto, porque es tan común entre un gran número de científicos que ni siquiera tienen un motivo para presentar su postura de forma ordenada, como a veces intentamos hacerlo nosotros. La comparación es más fuerte si la segunda parte de la comparación queda en la misma frase que la primera. Ver a amigos discutiendo puntos de vista diferentes entre ellos es una situación común, porque con los “metafísicos pesados”, que por supuesto también existen, no se suele tener mucho contacto y hay un gran número de personas que se interesan por el empirismo – similar a lo que ocurre en Francia. Yo mismo estoy dispuesto a incluirme dentro de este ambiente general y luego defender mis tesis particulares.

    Como podrá imaginar, lo que dice sobre sus trabajos sobre la historia de la luz me resulta sumamente interesante. Particularmente, quedo absolutamente convencido de que dentro de su teoría de las emisiones de la luz quiere subrayar que existen más enfoques del planteamiento químico del problema, que en la teoría que considera la luz como la propagación de un estado. Desde luego, puede haber un nivel de la química en el que estas diferencias sean insignificantes. ¿No le parece que ya estamos al principio de esta etapa? Espero con gran expectación su publicación sobre este tema. No necesito destacar que no tengo objeción alguna frente a este planteamiento. Dentro de sus argumentos tal vez una u otra cosa puedan parecerme cuestionables como un fenómeno marginal.

    Evito utilizar el término lenguaje “filosófico” porque dudamos que más allá de los enunciados de la ciencia y los enunciados sobre los enunciados de la ciencia y los enunciados sobre los enunciados de la ciencia… todavía pueda haber enunciados que sean específicamente más filosóficos. Me daría por satisfecho si habláramos un lenguaje científico-cotidiano, lo más común posible. Alguna vez nombré a este lenguaje ARGOT UNIVERSAL. Aunque admito sin reserva alguna, que como usted bien ha señalado, dentro de este argot, existe cierta falta de precisión. Estoy de acuerdo con usted en que LEIBNIZ y antes de él LULIO, probablemente aspiraban a mucho más de lo alcanzable. Pienso que la sumamente ingeniosa [palabra ilegible] de BOHR, que hay un tipo de complementariedad propia: cuando un pensamiento es expresado de una manera muy clara, ya se volvió fructífero, y si debe ser fructífero, dentro de sí mismo debe esconderse cierta vaguedad e indeterminación en él, aunque para poder usarlo tampoco debe estar alejado de la verdad.

    Percibo en sus palabras una franca simpatía hacia la Ilustración del siglo XVIII, la cual comparto, no creo que usted vaya a encontrar muchas frases mías desfavorables sobre la Ilustración, aunque sus límites son claramente comprensibles, especialmente en el ámbito del análisis sociológico. Y, también, en gran medida, estoy dispuesto a admitir la importancia que han tenido Descartes y los cartesianos en nuestro desarrollo. Me parece que Descartes es un pensador que interviene directamente en el enfoque empírico, que ayuda a esta transformación– aunque, también propone elementos que obstruyen este proceso, mientras que en Kant noto más la tendencia a anquilosar y absolutizar la nueva forma de pensamiento desarrollada por Galilei, – en cambio, los elementos que generan novedades desempeñan un papel menor. Él está del lado de Euler, en la lucha contra los primeros avances de la teoría de la relatividad, teoría que en realidad procede de los cartesianos, y está en contra de la lógica de Leibniz, a la que no reconoce en absoluto.

    Debo admitir que nuestro empirismo lógico, a veces puede dar la impresión de que nosotros tomamos demasiado, como una “institución purificadora” y los popularizados misterios eleusinos, de los que, por así decirlo, se sale purificado. Estoy a favor del cambio, en eso estoy de acuerdo con usted. Y el problema que realmente resulta interesante y sobre el cual me gustaría mucho conversar con usted, es en qué medida es posible una reorganización, dentro del lenguaje empirista y las actitudes empiristas – o será que siempre habrá que introducir algo no-empírico. Es decir, que siempre haya que utilizar enunciados que después deban eliminarse, porque son enunciados “aislados” o similares. He anunciado una ponencia en París, que enfatiza un poco más el lado activo del “rechazo”, porque considero preocupante el hecho de que se resalte demasiado el CONTROL DE CONJETURAS, en vez de poner en primer lugar las GENERALIZACIONES (la operación “inversa” de la deducción, como la llama JEVONS27) como Mach, por ejemplo, lo hizo en sus escritos dedicados a la historia de las ciencias naturales, dentro de los textos que dedicó a este tema.

    En su carta, noto su deseo para que mis esfuerzos sociológicos tengan éxito en todos los sentidos. Le agradezco mucho y deseo que sus trabajos tengan el éxito que pretende. Tengo la intención de escribirle más extensamente sobre ambos escritos, hoy sólo lo haré sobre uno: la mayor parte de lo que dice me parece tan sugerente y estimulante, que la discusión sobre una u otra perspectiva general, ya no me parece tan significativa. Todo lo que relata sobre LAVOISIER es fascinante. Me parece magnífico cómo comienza con el fundamento de sus argumentos discursivos. Arne Nes28 ya lo desarrolló en su último libro. Siempre se debería, por así decirlo, indicar sobre cuál fundamento se basa uno en la discusión. Y no debería un libro afectarme de forma empírica desde el principio, donde en la página 3 están desfilando los enciclopedistas Comte, Ampère, Cournot y Duhem, aunque sea en relación con la civilización tripartita, que luego concluye con la conexión entre el “humanisme” y las ciencias positivas. Respecto a lo que dice sobre la conservación del peso, me parece tan comprensible lo que escribe sobre la conservación del peso, cómo esta idea se afirma en Lavoisier (página 21), y sobre todo clarificador, lo que relata sobre la concepción de la luz, el calor, etc. Lo poco que he podido leer sobre esto en autores del siglo XVIII siempre me ha llenado de angustia, porque el sentido no parecía ir en la misma dirección. Usted lo aclara de varias maneras. Y en su Conceptes Scientifiques aborda constantemente cuestiones que, como creemos son en parte accesibles a una formulación científico-lógica estricta y en parte pertenecen al conductismo erudito, que es una disciplina bien empírica. Por lo que he leído en algunos pasajes de su libro, me entran deseos de formular de manera distinta las conclusiones que me parecen útiles, para después aceptarlas o modificarlas. Pero todavía existe algo que me resulta extraño – yo creo que se debe a que provenimos de distintas tradiciones. No quiero sobrevalorarlo, pero así como a usted le parece que no incluimos suficientemente a ciertos pensadores dentro de nuestra línea de horizonte, de la misma manera me parece digno de consideración que en cualquier caso, cuando me dedico a temas como la INDUCCIÓN, GENERALIZACIÓN, CLASIFICACIÓN, ANALOGÍA, CONSTRUCCIÓN DE NUEVA TERMINOLOGÍA, ETCÉTERA, veo que usted no menciona precisamente autores a los que yo siempre acudo (aunque, asumo que sí los conoce, pero no los tiene en su punto de mira, como yo). Me refiero por ejemplo a La historia de las ciencias inductivas de WHEWELL, JOHN STUART MILL, Los principios de la ciencia de JEVONS,29 La Gramática de la ciencia de PEARSON, autores como BE[R]TRAND RUSSELL, ERNST MACH, HELMHOLTZ, ROBERT MEYER. Encuentro mucho en común con POINCARE, DUHEM, ABEL REY, etcétera. No obstante, debo confesar que, aunque sí hemos hablado de MEYERSON cuando se ha hecho referencia a sus libros, no conozco casi nada de él. Por ejemplo, ¿ha leído usted el último libro sobre el tipo de concepto de HEMPEL y OPPENHEIMER en el que se abordan cuestiones que provienen de nuestra percepción? No quiero decir que esté de acuerdo con todo – mi reseña será publicada en la revista SCIENTIA – pero creo que gran parte de lo que ambicionamos reside en este tipo de análisis.

    Estoy deseoso por saber lo que opina de mi breve ensayo sobre la historia de la óptica con respecto a su método, así como su impresión sobre mi artículo en la Revue de Synthèse, que le he enviado.

    Con gran expectativa de verle en París.

    Agradecido por su amable carta y los dos libros, le envío un saludo y mis mejores deseos

    [Otto Neurath]

    P.D. Quizá le interese nuestro CONGRESO EN COPENHAGUE. Le envío el informe. Sobre todo, BOHR y FRANK son importantes para sus consideraciones. Tal vez tenga oportunidad de comentar el informe.

  11. 15 de julio de 1937

    De Hélène Metzger-Bruhl, Avenida Aristide Briand 3 (Chatou) a Otto Neurath (La Haya)

    Estimado señor:

    He estado tan ocupada en mi trabajo y en diversas cosas, que me ha sido imposible responder como se debe a su última carta; sin embargo, no querría dejar de responderla por completo y me alegrará tener conversaciones filosóficas con usted durante su próximo paso por París. Estoy inscrita al congreso de filosofía[,] el congreso Descartes. No he escuchado hablar del que lo precederá y si puedo asistir, me gustaría mucho recibir invitaciones o circulares. ¿Podría usted hacérmelas llegar?

    Tuve que acabar un libro que ahora está en manos del editor y es por esta razón que no hago más que agradecerle monetariamente su envío, que me produjo gran placer; no digo más porque lo he hojeado todo, pero no he leído nada con seriedad todavía.

    No obstante, unas palabras sobre filosofía; no creo que se pueda considerar a Descartes como un empirista, al menos en la lengua francesa; por lo demás, el empirismo se puede tomar en dos sentidos; la antigua medicina empírica que era un amasijo de saberes más o menos coordinado y que se burlaba de la teoría no tiene nada que ver con su empirismo erudito, que representa una actitud voluntaria. El cartesianismo confunde la inteligencia y la voluntad en el acto de juzgar… Pero el pensamiento del pensador permanece en el centro de la filosofía… Y con frecuencia he tenido la impresión de que usted no le deja ningún espacio al pensamiento creativo y juzgante por temor a la mala filosofía y a la metafísica ridícula de ciertos malos novelistas de filosofía. La mayoría de los empiristas y también de los positivistas niegan el pensamiento y su papel organizador y no lo conocen sino cuando se ha transformado en cosa. Pero tome el pensamiento en su estado naciente, en el momento en que descubre o crea la ciencia en nosotros. Y comprenderá que hace falta ir más allá del fenómeno incluso a propósito del fenómeno.

    Creo que se ha confundido una actitud polémica anticlerical perfectamente legítima en política con la destrucción de la metafísica.

    Me disculpo por hablarle con enigmas más o menos extraños; pero quizás comprenderá usted que hay algo en la filosofía antigua que hace falta trasladar hoy al lenguaje moderno. El romanticismo fue un momento desafortunado y sentimental de la metafísica, ya superado, y que le permito enterrar. ¿Pero hace falta destruir a Spinoza y Malebranche porque emplean un lenguaje teológico que muchos de nosotros creemos sentimental aunque es puramente filosófico?

    Le explicaré todo esto de viva voz, lo saludo y lo espero pronto.

    Hélène Metzger Bruhl

  12. 1 de diciembre de 1937

    De Otto Neurath (La Haya) para Hélène Metzger-Bruhl (París)

    Querida señora Metzger-Bruhl,

    París estaba tan lleno de vida, que no hubo momento para nuestras tranquilas meditaciones filosóficas. Pronto tuvimos que conversar con Santillana sobre la enciclopedia, después hubo que hablar con otras personas sobre otras cosas y entonces me pregunto, ¿dónde quedó la calma?

    Hubiera querido escribirle a París y responder a su breve, pero entrañable carta del 15 de julio de 1937. Pero surgieron muchas cosas, por ejemplo, tuve que hacer un viaje a los EE.UU. por algunas semanas. Ahí, en Chicago, me encontré con Carnap, Morris, Helmer, Hempel y muchos otros colegas pertenecientes al MOVIMIENTO POR LA UNIFICACIÓN DE LA CIENCIA. En este país hay mucho interés por nuestros esfuerzos, de ello me percaté cuando tuve la oportunidad de hablar con algunos profesores de la UNIVERSIDAD DE YALE (di una conferencia sobre la unificación de la ciencia en el INSTITUTO DE RELACIONES HUMANAS a profesores y otras personas de la UNIVERSIDAD DE YALE). Me pareció particularmente interesante, el hecho de que un filósofo (que algunas veces ha hablado sobre la mónada infinita en sus libros) y con una inclinación hacia la metafísica, se haya mostrado bastante empirista durante la discusión. Así como usted ha dicho, él propuso que deberíamos enfatizar –especialmente en los EE.UU.– la importancia que tiene la teoría constructivista para nosotros, ya que muchos entienden el empirismo solo como la mera acumulación de datos, cosa que de por sí ocurre muy a menudo en los EE.UU. Pero, frente a este tipo de construcción teórica y “juicio” no tenemos nada que objetar.

    A lo largo de nuestra correspondencia, queremos entender por “filósofos” tanto a Descartes como a Hegel, a Comte como a Heidegger, etc., y que el término filosofía no debe utilizarse como sinónimo de la metafísica romántica-idealista, ya que incluso nosotros no queremos hacer un mal uso del término metafísica, de manera malintencionada.

    Eso está claro, pero ahora debemos preguntarnos seriamente cuáles deberían ser los enunciados que ustedes, yo y nuestros colegas realmente debemos aceptar. Y la tesis que estamos planteando es que seguimos encontrándonosla, por asídecirlo, con enunciados de la ciencia o con enunciados sobre los enunciados de la ciencia, etcétera. En última instancia, toda teoría la controlamos a través de enunciados de la vida cotidiana. También desearíamos poder fundamentar las teorías mismas en principios basados en la experiencia, pero entiendo muy bien que las conclusiones significativas (como observó en mi ponencia en el congreso internacional de filosofía de 1937) pueden existir incluso cuando el origen de la teoría no sea demasiado empirista – cuando solo se puede comprobar empíricamente. Como puede ver, solo quiero excluir el caso en el que uno defiende cosas incluso en un lenguaje empírico, que no se deduce ni comprueba de manera empírica.

    Sería muy interesante para mí conocer más detalles sobre su opinión respecto a la función de los elementos en la práctica, los cuales, son asumidos por usted –a diferencia mía– como significativos. Pensaría que entre un “racionalismo empírico” y un “empirismo lógico” no existe una diferencia sustancial, cuando se habla de la actividad científica en concreto. Es posible que todavía queden algunas cosas por resolver – Pero en general creo que es así. ¿Qué opina usted al respecto?

    También, sí es importante la CIENCIA DEL COMPORTAMIENTO. En muchos aspectos usted tiene una actitud positiva frente a Descartes – De la misma manera que yo respecto a Comte, etc. – y yo la comparto, etc.

    Sólo veo que aparece: PHILOSOPHIE DE L´ESPRIT, publicado bajo la dirección de Louis Lavelle y René Le Senne. ¿Qué piensa usted al respecto? Estoy leyendo el programa completo…

    Le envío mi reseña sobre el libro de HEMPEL y OPPENHEIMER

    Saludos afectuosos,

    Como siempre, quedo de usted

    Otto Neurath]

  13. 8 de diciembre de 1937

    De Hélène Metzger-Bruhl, Calle Pauquet 21, 16º (París) a Otto Neurath (La Haya)

    Muchas gracias por su carta, estimado señor. Lamenté profundamente que permaneciera tan poco tiempo en París y no tuviéramos la posibilidad de tener conversaciones más largas; habría tenido el placer de invitarlo a pasar una velada en mi casa, o frente a una taza de té podríamos haber examinado placenteramente y regresar verbalmente a todos los temas de discusión. Desde que nos encontramos, tuve oportunidad de volver a ver al sr. Philippe Franck en Praga, donde tuvo lugar el congreso de historia de las ciencias del que quizás oyó hablar, y trabajamos mucho y muy bien.

    Retornemos al día de hoy y a la filosofía. Escuché hace unos días una conferencia sobre Kierkegaard, quedé tan impactada que estudié sus obras y luego de reflexionar asimilé su caso a un estado patológico. Me parece que el estudio de la angustia concierne a la psicología y no a la filosofía y la metafísica; no he estudiado a Heidegger, que apela a él, pero concuerdo con usted en que la afectación [affectivation] intensa y pesimista de los conceptos no es algo que haya que fomentar… Al tener conocimiento de estos estados del alma, el círculo de Viena rechazó de entrada y por completo la metafísica; pero si le digo que según yo no se trata de metafísica, quizás usted me escuchará; no sería necesario que la condena de la mala metafísica o de la pseudo metafísica produjera la condena de la metafísica o de la filosofía. En eso estaremos en adelante de acuerdo y es inútil insistir.

    El problema del empirismo es totalmente diferente y debe plantearse. Por tanto, le digo que no creo que lo sensible descubierto por la ciencia sea suficiente para organizar lo sensible y que querría mostrar que en la inteligencia humana hay algo más que lo sensible… No se trata de una fantasía, ni de romanticismo ni de religión… Por ejemplo, la parte no sensible de nuestra mentalidad es la que escoge los objetos sobre los que se ejerce y la que recorta sus objetos en el mundo; invitada a hacerlo, es necesario reconocerlo, por lo sensible mismo. Por ejemplo, la tendencia a la unificación de la ciencia y del mundo es resultado de la acción no sensible del espíritu. No es la experiencia como tal la que invita a la construcción constante de teorías; se trata de otra cosa totalmente distinta y no sé por temor a qué no se quiere reconocer algo que parece evidente.

    Si el empirismo se comporta de manera polémica para deshacerse de lo fantasioso y de la mentalidad primitiva, se puede en cierta medida aprobar su polémica. Si por “cientificismo”` se quiere enviar de paseo a la buena filosofía porque condenó a la mala, hace falta señalarle su error y no dejar que un prejuicio remplace a otro prejuicio.

    En su gran libro “Padres e hijos”, Turguénev se quejaba de que en respuesta a un lugar común no encontramos más que lo contrario de un lugar común. Le pido ser más revolucionario y no cambiar solamente el contenido de los marcos sino la organización de los marcos mismos.

    Opino lo mismo en política. Al menos en Francia, los socialistas y comunistas no son lo suficientemente revolucionarios, carecen de una amplia generosidad humana y de ahí proviene una parte de sus fracasos.

    Así, se quiere decidir el mérito de los individuos humanos mediante pruebas y exámenes que revelen las capacidades y muestren quién es digno de ingresar a la élite. Si yo deseaba estudiar y me negaron el derecho de satisfacer una vocación, maldeciré a mis jueces, los tildaré de escolásticos y me rebelaré en contra de la situación inferior desde el punto de vista intelectual que me impusieron. Hablando en serio, esta discriminación de los capaces, o mediante procedimientos que se dicen científicos o bien totalmente arbitraria, engendrará una revuelta de esclavos si no se desecha. Es necesario suprimir la élite no porque nadie será capaz de formar parte de ella, sino porque todos los que lo deseen serán parte de ella. La nueva sociedad debe liberarse totalmente de los funcionarios de la sociedad burguesa.

    Este no es más que un ejemplo. Quisiera alentarlo a que sea más audaz de lo que es, le pido que no intente épater le bourgeois [escandalizar al burgués] sino menospreciarlo lo suficiente para ni siquiera pensar en él. Me haría feliz que los filósofos y los científicos colaboraran en lugar de detestarse; no quisiera que ningún dominio estuviera cerrado para la filosofía y quisiera que no hubiera ninguna barrera entre personas que piensan con seriedad. Pero no encierre a los pensadores en una cierta definición, examine sus obras.

    El correo me acaba de traer su separata; gracias, la voy a leer. Los sres. Le Senne y Lavel son muy conocidos y el primero escribió un buen libro sobre el deber, mientras que el segundo realizó un trabajo discutible sobre el mundo sensible. Desconfío un poco de sus tendencias porque fueron muy influidos por el éxito que el mundo católico político le ha traído a sus obras. Por otro lado, ésta no es una razón para despreciarlas.

    Cordiales saludos,

    Hélène Metzger Bruhl

  14. 11 de diciembre de 1939

    De Otto Neurath (La Haya) para Hélène Metzger-Bruhl (París)

    Estimada señora Metzger Bruhl,

    Tengo en mi portafolio una amabilísima carta suya. Pero, como usted bien sabe, entremedio han sucedido muchas cosas. Tenemos que ocuparnos de amigos y conocidos, debemos continuar con nuestros trabajos. Los congresos siguen su curso e incluso nuestros trabajos siguen publicándose – Como usted bien sabe, Descartes tampoco se dejó disuadir por la Guerra de los Treinta Años. En ese periodo tan turbulento existió un Leibniz, un Commenius, etc. Aquí en la Haya, se acaba de publicar la colección sobre la EINHEITSWISSENSCHAFT – UNIFIED SCIENCE – SCIENCE UNITAIRE y también nuestra revista, que desde ahora se llamará THE JOURNAL OF UNIFIED SCIENCE – ERKENNTNIS. Además, imprimimos un suplemento de la revue de Synthese. Y también, de vez en cuando, publicamos pequeños artículos en la revista PHILOSOPHY OF SCIENCE aparte de todo lo demás que aparece publicado. Pero todo esto requiere mucha energía en tiempos tan difíciles, negociaciones, etc. Como seguramente habrá visto, la Enciclopedia Internacional de la Ciencia Unificada ya está publicada. Es importante enfatizar la postura científica y la importancia de una actitud científica integral. Yo creo que en eso estamos totalmente de acuerdo.

    Le envío la introducción que he escrito para la enciclopedia. Tal vez tome usted, eventualmente, una postura frente a ella. Me sería muy valioso conocer su opinión. ¿Vendrá usted de visita a la apacible Holanda?

    Alrededor del 9 de febrero iré a Nueva York por cuatro semanas, después estaré aquí. Por desgracia, durante mi trayecto no pasaré por París, de lo contrario hubiera sido un placer tomar una taza de té juntos. He estado reflexionando respecto a sus observaciones y creo que todo se reduce a indicar de manera aproximada, cuáles formulaciones se pueden usar en el contexto de lo que aparentemente es científico y cuáles no. Tal vez en esto no estemos totalmente en desacuerdo, sólo diría que se trataría de vagas formulaciones científicas (que pueden ser formulaciones muy agudas en sí mismas) mientras que usted, quizás, está refiriéndose a las formulaciones de la metafísica más notable. Se trata de si se está dispuesto o no a comprobar los límites de las fórmulas de la física, la química, etcétera, a través de enunciados de observación. Usted utiliza el término “l’esprit” donde yo hablaría más bien de “personas pensantes” y eso sería un constructo espacio-temporal. Dicho esto, creo que no falta agregar nada a la discusión. Con gran placer, veo que cita a Padres e hijos de Turgeniew y estoy totalmente de acuerdo con usted en que se deben tener en cuenta las obras de aquellos cuyas posturas criticamos. Hace poco, cuando discutíamos en un pequeño círculo de personas sobre si el planteamiento del problema era caracterizado por un término, sugerí que todos los implicados indicaran qué escritos o partes de ellos consideraban que pertenecían a él y cuáles no, y así, ver si estábamos más de acuerdo que antes.

    Si no es molestia, sugeriría que usted me mencionara unos treinta libros que usted crea que ambos probablemente estaríamos de acuerdo en considerarlos como estímulo para la ciencia. Y otros diez libros, que a usted, le parezcan igualmente estimulantes para la ciencia, pero a mí no. Eso sería una prueba interesante. Tengo la impresión de que no diferimos mucho en la selección, pero sí en la justificación para elegirlos. Aunque la selección me parece lo más importante.

    Son tiempos turbios y al parecer, su deseo de que todo cambie de manera radical no podrá cumplirse, sino hasta dentro de un futuro lejano. Creo que incluso los grandes cambios no alterarán excesivamente la trayectoria del trabajo científico, excepto en ciertas disciplinas ¿Qué tan valioso es Arquímedes aún hoy en día?, o Galileo Galilei, o incluso Maquiavelo, qué tanto lo es Hume, Laplace o Lavoisier, qué tan buenas se consideran las observaciones sobre la óptica de Dietrich von Freiberg, etc.

    Pero la eterna crítica de las deficiencias tradicionales, no me resulta esencial. Estoy más a favor de construir lazos, etc., para mantener el contacto. Siento lo gratificante que es, por ejemplo, estar en contacto con alguien como John Dewey. No puede uno dedicarse de manera seria a épater le bourgois [escandalizar al burgués].

    Le envío mis mejores deseos de año nuevo, un poco tarde, pero no por eso menos sinceros.

    Saludos cordiales.

    [Otto Neurath]

  15. Entre el 11 y el 26 de enero de 1939

    De Hélène Metzger-Bruhl (París) para Otto Neurath (La Haya)

    [Esta carta no ha sido documentada]

    [16]

    26 de enero de 1939

    De Otto Neurath (La Haya) para Hélène Metzger-Bruhl (París)

    Querida señora Metzger-Bruhl,

    Muchas gracias por su afectuosa carta, a la que pronto me gustaría responder detalladamente, junto con los comentarios que quiero hacerle sobre su libro, que con sólo hojearlo me parece excepcionalmente interesante.

    En cuanto a los libros, me refiero a lo siguiente:

    ¿Cuáles serían los treinta libros de los últimos dos siglos, que usted elegiría y diría que ambos conocemos y valoramos de la misma manera? Por ejemplo, yo pensaría que usted tiene en alta estima la mecánica de MACH, yo también, o a Darwin o a La industria de las ciencias inductivas de Whewell etc. ¿Cuáles serían los diez libros de los últimos dos siglos que usted elegiría, que ambos conozcamos (o que usted suponga que yo debería conocer) y que usted considere, como los treinta antes mencionados, que sirvan de estímulo para la ciencia, pero que yo no?

    Dudo mucho que le sea posible encontrar diez libros que considere igualmente trascendentales para la ciencia, que los treinta que ambos consideramos por igual que son trascendentales para la ciencia. Pero esperaré.

    Evidentemente, cuando me refiero al racionalismo que está íntimamente ligado a los sistemas religiosos, no me refiero a una religión sentimental, sino a la teología constructivista de los escolásticos, como Leibniz, Hegel, etc., etc., Frente a la religión sentimental, el racionalismo es en cierta medida su antítesis.

    Hoy acudo a usted con una duda acuciante y en la búsqueda de una gentil respuesta lo más pronto posible: ¿se encuentra ENRIQUES en París de forma permanente o sólo de manera temporal? Si estuviera de manera permanente, por favor pregúntele si él ya no va a escribir la contribución para la enciclopedia, que en su momento se comprometió a hacer. Después de los últimos acontecimientos él ya no quería escribirlo.

    Con mis mejores deseos.

    Como siempre

    [Otto Neurath]

Referencias


Notas

  1. La correspondencia se encuentra en el “Archivo del Círculo de Viena”, en Amsterdam, que se conserva en el Noord-Holland Archief de Haarlem. La transcripción de las cartas en francés y alemán se encuentra publicada en Catarina Caetano da Rosa, “Der Briefwechsel zwischen Hélène Metzger-Bruhl und Otto Neurath”, en Gender schafft Wissen – Wissenschaft Gender: geschlechtsspezifische Unterscheidungen und Rollenzuschreibungen im Wandel der Zeit, ed. Dominik Groß (Kassel: Kassel University Press, 2009), 163–83.↩︎

  2. Por limitaciones de espacio, no ofreceré notas biográficas para cada autor. Para el caso de Metzger Bruhl, véase Cristina Chimisso, Hélène Metzger: Historian and Historiographer of the Sciences (Oxon: Routledge, 2019); para Neurath, véase Nancy Cartwright et al., eds., Otto Neurath: philosophy between science and politics (Nueva York: Cambridge University Press, 1996). Si bien Metzger Bruhl es mucho menos conocida que Neurath, en el ámbito hispanohablante la diferencia es aún mayor debido a la falta de traducciones de su obra. Existen actualmente dos traducciones de sus ensayos sobre historiografía y filosofía de la ciencia: Hélène Metzger, “¿Debe el historiador de las ciencias convertirse en contemporáneo de los científicos de los que habla?”, trad. Juan Felipe Guevara Aristizábal y Violeta Aréchiga Córdova, Theoría. Revista del Colegio de Filosofía, núm. 37 (2019): 115–26 y Hélène Metzger, “El papel de los precursores en la evolución de la ciencia”, trad. Violeta Aréchiga Córdova y Juan Felipe Guevara Aristizábal, Theoría. Revista del Colegio de Filosofía, núm. 38 (2020): 206–17. Actualmente, Violeta Aréchiga y yo estamos preparando la traducción al español de una selección de textos de Metzger Bruhl, bajo el título Reavivar el impulso creativo, acompañada de un estudio introductorio y una nota biográfica.↩︎

  3. Para profundizar acerca de las diferencias entre estos términos, véase Anastasios Brenner, “How Did Philosophy of Science Come About?: From Comte’s Positive Philosophy to Abel Rey’s Absolute Positivism”, HOPOS: The Journal of the International Society for the History of Philosophy of Science 11, núm. 2 (2021): 428–45.↩︎

  4. Sobre la influencia relevante de Rey en el Círculo de Viena, véanse Matthias Neuber, “Philosophie de la physique moderne : Philipp Frank et Abel Rey”, en Wissenschaft und Praxis, ed. Christian Bonnet y Elisabeth Nemeth (Cham: Springer, 2016), 189–202, y Anastasios Brenner, “From Scientific Philosophy to Absolute Positivism: Abel Rey and the Vienna Circle”, Philosophia Scientae, núm. 22–3 (2018): 77–95.↩︎

  5. Brenner, “From Scientific Philosophy to Absolute Positivism”, 79-83.↩︎

  6. Hourya Benis-Sinaceur, “Philosophie scientifique : origines et interprétations. Hans Reichenbach et le groupe de Berlin”, Philosophia Scientae, núm. 22–3 (2018): 33–76.↩︎

  7. Brenner, “From Scientific Philosophy to Absolute Positivism”, 93.↩︎

  8. Antonia Soulez, “The Vienna Circle in France (1935-1937)”, en Scientific Philosophy: Origins and Developments, ed. Friedrich Stadler (Dordrecht: Springer Netherlands, 1993), 95–112, https://doi.org/10.1007/978-94-017-2964-2.↩︎

  9. Peter Schöttler, “From Comte to Carnap. Marcel Boll and the Introduction of the Vienna Circle in France”, Revue de Synthèse 136, núm. 1–2 (2015): 207–36, https://doi.org/10.1007/ s11873-014-0260-4.↩︎

  10. Schöttler, “From Comte to Carnap”, 21.↩︎

  11. Véase Christian Bonnet, “La réception du Cercle de Vienne en France”, en Marc Bloch et les crises du savoir, ed. Peter Schöttler y Hans-Jörg Rheinberger (Berlín: Max Planck Institute for the History of Science, 2011), 115–26.↩︎

  12. Schöttler, “From Comte to Carnap”, 19.↩︎

  13. Michel Bourdeau, “La préparation du congrès de 1935 dans la correspondance d’Otto Neurath et de Louis Rougier”, Philosophia Scientae, núm. 22–3 (2018): 26–8, https://doi. org/10.4000/philosophiascientiae.1546.↩︎

  14. Fons Dewulf y Massimiliano Simons, “Positivism in Action: The Case of Louis Rougier”, HOPOS: The Journal of the International Society for the History of Philosophy of Science 11, núm. 2 (2021): 470–1, https://doi.org/10.1086/715873. Traducción propia.↩︎

  15. Véase Bourdeau, “La préparation du congrès de 1935”.↩︎

  16. Dewulf y Simons, “Positivism in Action”, 462.↩︎

  17. Bourdeau, “La préparation du congrès de 1935”; Bonnet, “La réception du Cercle de Vienne en France””, 120-1, 124-5; Mathieu Marion, “Une philosophie politique pour l’empirisme logique ?”, Philosophia Scientae, núm. CS 7 (2007): 211–2, https://doi.org/10.4000/philosophiascientiae.441.↩︎

  18. Soulez, “The Vienna Circle in France (1935-1937)”, 97; Bonnet, “La réception du Cercle de Vienne en France”, 117-8.↩︎

  19. Hélene Metzger. “Actualités scientifiques et industrielles”. Archeion 17, núm. 2–3 (1935): 332. https://doi.org/10.1484/J. arch.3.582. Traducción propia.↩︎

  20. Metzger. “Actualités scientifiques et industrielles”, 333. Traducción propia.↩︎

  21. Hélène Metzger, “Réflexions sur le Congrès international de philosophie scientifique”, Archeion 17, núm. 4 (1935): 422, https://doi.org/10.1484/J.arch.3.588, traducción propia. Si bien su crítica al tono filosófico del Círculo de Viena es válida, no se puede dejar de notar la falta de tacto de Metzger ante un grupo de personas que efectivamente había sido perseguido por el régimen Nazi y que tuvo que exiliarse en otros países.↩︎

  22. Metzger, “Réflexions sur le Congrès international de philosophie scientifique”, 423. Traducción propia.↩︎

  23. Dewulf y Simons, “Positivism in Action”.↩︎

  24. Un estudio pormenorizado de la correspondencia se encuentra en Caetano da Rosa, “Von der Kreativität der Gedanken – Hélène Metzger-Bruhls Briefwechsel mit Otto Neurath”, en Gender schafft Wissen – Wissenschaft Gender: geschlechtsspezifische Unterscheidungen und Rollenzuschreibungen im Wandel der Zeit, ed. Dominik Groß (Kassel: Kassel University Press, 2009), 137–62.↩︎

  25. La siguiente traducción fue hecha a partir de la transcripción e introducción, realizadas por Catarina Caetano da Rosa de la correspondencia entre Otto Neurath y Hélène Metzger-Bruhl. Ambas publicadas en el libro Gender schafft Wissen – Wissenschaft Gender: geschlechtsspezifische Unterscheidungen und Rollenzuschreibungen im Wandel der Zeit, ed. Dominik Groß (Kassel: Kassel University Press, 2009), “Der Briefwechsel zwischen Hélène Metzger-Bruhl und Otto Neurath” 163–83.↩︎

  26. Error en la transcripción.↩︎

  27. Falta “S” a JEVONS.↩︎

  28. Error ortotipográfico: Nes y no Nesa.↩︎

  29. Error ortotipográfico posiblemente en la transcripción.↩︎