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Anales del Seminario de Historia de la Filosofía

e-ISSN: 1988-2564 | ISSN-L 0211-2337

RESEÑAS

Jenofonte, Saber habitar. Oikonomikós, Madrid: Ediciones Asimétricas, 2023

Max Mazoteras
Universitat de Barcelona ORCID iD
Publicado: 17/01/2025

Josep Quetglas es el traductor y responsable de las notas y la introducción de esta nueva versión del Económico de Jenofonte, que se suma a las existentes traducciones castellanas de A. Ruiz Bamba1, J. B. Bergua2, J. Gil3 y J. Zaragoza4. La inusual procedencia del traductor –Catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de Catalunya– hace de Saber habitar un trabajo muy original, además de una rareza sin parangón en ningún otro idioma.

Cabe preguntarse ¿qué busca un arquitecto en Jenofonte? ¿Qué interés podría tener el Económico para la arquitectura contemporánea? En su estudio introductorio, Quetglas sostiene que en el Económico puede verse una propuesta de organización (τάξις) de los elementos y espacios interiores de la casa «similar» a la de la arquitectura moderna, un orden dinámico, «abierto y cambiante de las acciones y requisitos de quienes viven», que sigue el flujo de los instrumentos y objetos «que entran y salen, que se consumen y reponen, que se usan y se guardan (…)» (p. 32), así como «el enunciado íntegro de lo que habrían de ser los enunciados de la arquitectura “funcionalista” de los años 20 del siglo pasado: la belleza está en (es) la utilidad, la función dicta la forma, y esa forma es bella» (p. 9), o «Forms Follow Function» (p. 11). El tema del Económico pasa así a ser la constitución o “aumento” (αὔξειν) de la casa, no ya en un sentido económico, sino funcional, en términos de «habitabilidad» (p. 42), a partir de las múltiples funciones que en ella se desempeñan. Por ello, dice Quetglas, al leer el Económico, un arquitecto inevitablemente se preguntará «“¿por qué nos tuvieron que hacer leer durante siglos a Vitrubio o sobre el templo de Salomón (…), y no a Jenofonte?”» (p. 10).

Este estudio introductorio se detiene también en la perenne cuestión de la traducibilidad del griego a las lenguas modernas, un problema que se extiende a muchos de los términos clave de la dialéctica del Económico, que no tienen un equivalente exacto en lengua castellana; de entre estos términos, el caso más comprometido es el de οἰκονομικός –el título griego del Económico. οἰκονομικός ha sido típicamente traducido, precisamente, como “Económico”, pero una traducción como esta –que exige traducir, paralelamente, οἰκονομία por “economía”– introduce un «injustificado anacronismo que tiñe la lectura de valores ajenos al texto» (p. 40).

Ciertamente, la versión de οἰκονομία por “economía” nos aleja enormemente del concepto griego original5, y la tendencia reciente es evitarla. Así, por un lado, un número cada vez mayor de estudios especializados cuestionan el monopolio de la economía y de la historiografía del pensamiento económico sobre la οἰκονομία como tema –un monopolio que queda legitimado si se traduce οἰκονομία por “economía”–, reivindicando «la especificidad de la reflexión griega»6 al respecto, inaprehensible si se toman los postulados de la ciencia económica como punto de partida hermenéutico; por otro lado, las traducciones más recientes son sensibles a este problema (pp. 40-41): allí donde muchas de las traducciones ya antiguas usaban «economía» (como por ejemplo la de Ruiz Bamba, o la catalana de Riba7), las más recientes usan fórmulas alternativas. Así, por ejemplo, la castellana de J. Zaragoza utiliza «administración de la casa» –una versión parecida a la de la traducción italiana de F. Roscalla8 «amministrazione domestica»–, mientras que las inglesas de Lord9 y Pomeroy10 ambas usan «estate management». Por su parte, y apoyándose en su lectura funcionalista del Económico, Quetglas propone traducir οἰκονομικός por “saber habitar” –de ahí el título bajo el que se ha publicado esta nueva versión.

Además de presentar y justificar esta lectura tan peculiar, la introducción también contextualiza el Económico de forma breve y concisa, mostrando su posición como obra en la biografía de Jenofonte y en el género del diálogo (pp. 24-28) –según hacen las introducciones de las versiones más al uso. Según Quetglas, el Económico es un texto didáctico, formativo: «pruébese a leer Oikonomikós como manual de formación para jóvenes (…): el texto se vuelve transparente» (p. 34). En un contexto de postguerra, de degradación de las instituciones y la economía atenienses, Jenofonte propone una reforma del modelo económico y moral que urge trasladar a los jóvenes –acaso a sus propios hijos–, una reforma basada en la agricultura como vía a la autarquía, como solución al imperialismo extractivista que, en último término, había causado la ruina de Atenas (p. 28). El candor que ello infunde en el texto, tanto por lo que respecta a su contenido como a su estilo, lo convierte en una obra «incapaz de transmitir mensajes autoritarios». En este sentido, Quetglas critica extensamente a Foucault, quien, en el segundo volumen de su Histoire de la sexualité, no ha identificado debidamente al lector para el que Jenofonte escribe su Económico, y ha cometido por ello el «pecado de anacronismo» (p. 29) al ver en esta obra un elogio de una sumisión y de una disciplina propias de la cultura burguesa moderna, ajenas al texto mismo.

El mérito de este estudio introductorio, en resumen, consiste en hacer ver que el Económico puede leerse como un cuestionamiento de la organización del espacio doméstico, así como de las personas y de los objetos que se encuentran en (a la vez que configuran) este espacio, a la luz del problema del habitar. Este ejercicio de problematización se entiende mejor sobre el fondo de la mencionada crisis política y moral de postguerra –un fondo que el Económico comparte con los textos y proyectos fundacionales de la arquitectura moderna (p. 39)–, un período en el que la pólis deja paso a nuevas formas de organización política y humana que exigen ser pensadas. La propia existencia, siempre entendida sobre el fondo de esta pólis que se desvanece, va a tener que encontrar su sentido en otra parte; y el Económico es, precisamente, un ejercicio de búsqueda de sentido. Jenofonte piensa el οἶκος como el dispositivo que tiene que permitir la realización de ciertas exigencias naturales y morales entendidas hasta entonces como políticas, un dispositivo que tiene que configurarse y tomar aquella forma que permita la consecución de esta función. Así, del mismo modo que un avión sólo puede tener aquella forma que permita volar11, o que un barco debe tener un diseño y disponer de unos utensilios tales que le permitan navegar (p. 96)12 también así la casa debe estar organizada de tal manera que permita habitar, desarrollar estas exigencias vitales. Por ello, las referencias a la teoría de la arquitectura en este estudio introductorio no son frívolas ni ociosas: todos estos aspectos del Económico pasan a un primer plano cuando se lo lee a la luz de las ideas fundamentales de la arquitectura moderna.

Por lo que a la traducción misma respecta, hay que destacar su aparato de notas, que aporta contexto histórico allí donde es necesario y matiza ciertas decisiones de traducción; las anteriores versiones castellanas, en cambio, contaban con aparatos mucho más modestos, acaso insuficientes.

Por otro lado, la innovadora lectura que se presenta en el estudio introductorio causa inevitables tensiones cuando se aplica a la traducción. Por ejemplo, las primeras líneas del diálogo (pp. 53-54)13 se tornan en esta versión algo oscuras: en las traducciones al uso, vemos a Sócrates imaginar la posibilidad de que alguien pudiese percibir un salario por administrar una casa de la que no fuese propietario, mientras que en la versión de Quetglas se habla de percibir un salario por habitar esa casa. Parece lógico cobrar por administrar una propiedad, pero no por habitar en ella –por más semánticamente cargado que pueda estar el término “habitar”. A la luz del contexto, pues, debemos cuestionar la posibilidad de suponer un significado tal como “habitar” en οἰκονομία. Por otro lado, esta versión de οἰκονομία por “habitar” no es tampoco totalmente consistente a lo largo de la traducción; así, οἰκονομικῶν ἔργων es traducido por «los trabajos de llevar una casa» (p. 67)14, cuando cabría esperar leer algo así como “los trabajos habitantes” o “del habitar”. Y, de hecho, unas pocas líneas más adelante (p. 68)15 se traduce de nuevo οἰκονομίας ἔργον por «trabajo de saber habitar».

A veces, cuando se proyectan en el texto unas categorías ajenas al mismo, el texto responde mostrando facetas y posibilidades desconocidas; otras veces, sencillamente, no funciona, y el texto se vuelve ininteligible. Se podría decir que la hermenéutica es, en cierto modo, un proceso experimental: para determinar la auténtica naturaleza y propiedades de algo –de un material, de una sustancia– hay que someterlo a pruebas diversas y ver cómo reacciona. También así con los textos: ¿cómo queda el texto si supongo que este término refiere a esto? ¿Y si imagino que el tema del texto es este, es inteligible? En este sentido, podemos decir que el experimento de Quetglas ha funcionado, y que revela aspectos del Económico que no son evidentes ni triviales.

Si en la experimentación con el texto se descubre un aspecto semántico oculto, o un fino matiz desconocido hasta entonces, la traducción debe tratar de reflejarlo en la medida de las posibilidades de la lengua meta. Sin embargo, la traducción de οἰκονομικός por “saber habitar” parece haber seguido un proceso inverso. “Saber habitar” no se descubre en la experimentación hermenéutica, sino que «trata de acercarse a la tradición de algunos títulos de libros de arquitectura italiana de los años 50» (p. 41), una tradición de la cual se parte en esta interpretación del Económico. Es decir: la traducción de οἰκονομικός por “saber habitar” –que exige traducir, a su vez, οἰκονομία por “habitar”– no es el resultado experimental de aplicar las ideas de la teoría de la arquitectura al texto, no es un significado oculto de οἰκονομικός que se revela en la lectura, que sale a la luz al experimentar con el texto y con conceptos en principio ajenos a él; más bien, es él uno de estos conceptos, presentado sin embargo en la traducción como resultado de la aplicación misma. Es por esta confusión de método y resultado que la traducción presenta los problemas semánticos y de consistencia mencionados más arriba.

Nada de esto desmerece esta nueva edición, que constituye un ejercicio hermenéutico muy notable, y un ejemplo de las posibilidades de un enfoque verdaderamente interdisciplinar en el estudio de la filosofía antigua. Quetglas, sin ahogar al texto, revela aspectos ocultos y significativos del Económico, permitiendo que este clásico brille con luz propia y muestre su inagotable actualidad. Saber habitar abre así paso a una nueva forma de leer el Económico, que merece ser explorada más a fondo en estudios venideros.


Notas

  1. Jenofonte. La Economía y los medios de aumentar las rentas públicas de Athenas: dos tratados de Xenofonte. Imprenta de Benito Cano, 1786. https://books.google.es/ books?id=LRN2LnP8Y7IC↩︎

  2. Jenofonte. Sókrates. Apología De Sócrates. El Banquete. Recuerdos Socráticos. De Lo Económico. Cartas. Ediciones Bergua, 1954.↩︎

  3. Jenofonte. Económico. Edición, traducción y notas. Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1967.↩︎

  4. Jenofonte. Recuerdos de Sócrates y Diálogos. Gredos, 1993.↩︎

  5. Mª Dolores Mirón Pérez. “Oikos y oikonomia: El análisis de las unidades domésticas de producción y reproducción en el estudio de la Economía Antigua”, Gerión 22, no. 1 (2004), 64. https://revistas.ucm.es/index.php/GERI/article/view/GERI0404120061A↩︎

  6. Étienne Helmer. Oikonomia. University of Chicago Press, 2024, 2-9.↩︎

  7. Jenofonte. Obres socràtiques menors. Fundació Bernat Metge, 1924.↩︎

  8. Jenofonte. Economico. BUR, 1991.↩︎

  9. Incluída en Leo Strauss. Xenophon’s Socratic Discourse. Cornell University Press, 1970.↩︎

  10. Sarah B. Pomeroy. Xenophon’s Oeconomicus. Clarendon Press, 1994.↩︎

  11. Le Corbusier. Hacia una arquitectura. Apóstrofe, 1998, 89.↩︎

  12. Jenofonte, Económico, 8.11-12.↩︎

  13. Jenofonte, Económico, 1.1-4.↩︎

  14. Jenofonte, Económico, 3.1.↩︎

  15. Jenofonte, Económico, 3.4.↩︎