e-ISSN: 1988-2564
ESTUDIOS
Resumen: El trabajo presenta una aproximación a tres momentos en forma de cartas que permiten comprender ciertos aspectos clave en el desarrollo del proyecto filosófico de Walter Benjamin, así como un reflejo de su itinerario personal e intelectual. A través de su correspondencia con Gershom Scholem, Theodor W. Adorno y Gretel Karplus es posible articular algunos desafíos teóricos y prácticos a los que se enfrentó Benjamin durante su vida académica, como la supuesta transición hacia el materialismo, los avatares en torno al proyecto de escritura de su investigación sobre Baudelaire y los Pasajes, o la conexión con sus tesis sobre la historia.
Palabras clave: Adorno, Baudelaire, correspondencia, exilio, Scholem.
Abstract: The paper examines an approach to three moments in the form of letters to understand certain central aspects in the development of Walter Benjamin's philosophical project. In his correspondence with Gershom Scholem, Theodor W. Adorno and Gretel Karplus, some challenges Benjamin faced are explained, such as the supposed transition towards materialism of his thesis or the difficulties in his research on Baudelaire.
Keywords: Adorno, Baudelaire, correspondence, exile, Scholem.
Sumario: 1. Introducción • 2. Gershom Scholem y el "giro hacia el pensamiento político" • 3. Theodor W. Adorno y la investigación sobre Baudelaire • 3.1. El Exposé de 1935: París, capital del siglo XIX • 3.2. El París del segundo imperio en Baudelaire. El "modelo en miniatura" de los Pasajes (1938) • 4. Gretel Karplus y "las notas originadas en la conversación bajo los castaños" • Referencias bibliográficas
Cómo citar: Escuela Cruz, C. (2025). La "palabra congelada". Tres testimonios epistolares en torno a Walter Benjamin. Anales del Seminario de Historia de la Filosofía, 42(3), 633-647. https://dx.doi.org/10.5209/ashf.89163
Hoy se subestima la correspondencia por tener una relación totalmente equívoca con los conceptos de obra y de autor, si bien lo cierto es que pertenece al ámbito del “testimonio”. Los “testimonios” son parte de la historia de la supervivencia de un individuo y es posible estudiar, a partir de la correspondencia, cómo se incorpora la supervivencia a la vida con su propia historia1
El género epistolar ocupó un lugar preferente entre los que cultivó Walter Benjamin durante su vida. Lector, escritor, coleccionista y estudioso de cartas, Benjamin dejó tras de sí una interesante correspondencia que nos permite comprender aspectos centrales de su itinerario personal y de su labor intelectual. Los “bordes y las zonas sombreadas”2 de su biografía se dejan ver en la comunicación por carta con amigos y conocidos, que relata con precisión las circunstancias personales en las que se encontraba, marcadas por el aislamiento gradual, la ausencia de esperanza, la penuria económica y finalmente el exilio. Al tiempo, el intercambio epistolar hace posible estudiar la trayectoria intelectual del autor, sus planes y proyectos filosóficos, pues muestran la manera en la que se anticipan algunos de sus textos, la gestación y el proceso de creación de otros en medio de dificultades asombrosas.
En 1966 se publica la primera selección de cartas de Benjamin, gracias al esfuerzo común de Gershom Scholem y Theodor W. Adorno. Empeñados en cuidar el legado intelectual de su amigo, recopilan cerca de 600 cartas, entre las cuales seleccionan la mitad para su publicación en dos partes. El propósito de la selección, que Habermas reseña como “el gran momento en la historia intelectual germano-judía"3, no era resaltar aspectos anecdóticos de la vida del filósofo, sino más bien establecer una conexión entre su biografía y el potencial filosófico de su obra. Esta primera colección se complementará posteriormente con un total de 1400 cartas y postales recopiladas en seis volúmenes. Se trata de un extenso epistolario que abarca, como señala Mattenklott, “casi todo el registro de la epistolografía, desde una cita de dos líneas hasta una carta de diez páginas de correspondencia académica. Incluye cartas gubernamentales y comerciales, así como cartas de amor y algunas familiares”4. Gracias al registro que Benjamin dejó escrito se sabe que se han perdido muchas de sus cartas dirigidas, por ejemplo, a su familia, así como a Bloch, a André Bretón o a Asja Lacis. El caso extremo lo constituyen las cartas que le dirigieron a él y que en su mayoría sufrieron el mismo fatal destino que muchos de los manuscritos que guardaba en el apartamento de Berlín. En su prefacio a la colección de 1966, Scholem resumía las dificultades que acompañaron al proceso de recopilación de algunas misivas. La mayor parte de las cartas de Benjamin fueron confiscadas por la Gestapo cuando embargaron el estudio en 1940 y luego terminarían por salvarse gracias a un sabotaje llevado a cabo por un redactor del periódico alemán Pariser Tageszeitung en cuyo archivo permanecían custodiadas. Los documentos que fueron salvados de la destrucción acabarían siendo enviados a Rusia como parte del archivo del periódico y no regresarán a la RDA hasta quince años más tarde. En esta recopilación es posible leer a un Benjamin escritor epistolar con “talento anticuario y desinhibido” que dirige sus misivas a un elenco de intelectuales representativos de la primera mitad del siglo pasado como Hugo von Hofmannsthal, Franz Rosenzweig, Bertolt Brecht, Hannah Arendt, Ernst Bloch, Carl Schmitt, Rainer Maria Rilke, Siegfried Kracauer o Franz Hessel. “Su actitud como escritor de cartas tiende a la del alegorista”, comenta Adorno. “Las cartas eran para él imágenes histórico-naturales de lo que sobrevive a la destrucción del pasado. Las suyas deben su fuerza como objetos al hecho de no parecerse en absoluto a manifestaciones de algo vivo”5.
Su correspondencia sirve también para corregir cierta imagen del filósofo que ha servido de letanía en las diversas interpretaciones sobre su biografía. Lejos de presentarse como un pensador melancólico y aislado, las cartas permiten reconocer su intensa conexión con importantes personalidades del mundo intelectual, académico y literario. Al respecto apunta Adorno: "la carta le sentaba bien porque alentaba la inmediatez mediada y objetivada de antemano. Escribir cartas crea la ficción de lo vivo en medio de la palabra congelada. En la carta uno se puede negar la separación y, al mismo tiempo, seguir estando distante, separado”6.
El trabajo más importante que emprende como coleccionista de cartas es la antología Personajes alemanes7. A principios de los años treinta dedicó una serie de reflexiones en el Frankfurter Zeitung a una veintena de cartas de personajes históricos de los siglos XVIII y XIX. En 1936 logra su publicación en la editorial suiza Vita Nova bajo el pseudónimo “Detlef Holz" y en medio de favorables críticas, hasta su captura por la censura nazi un año más tarde y su inclusión en la lista de libros prohibidos. Benjamin no parece prestar atención a las distinciones entre remitentes. Entre la veintena de cartas se recopilan algunas misivas famosas como la de Goethe al físico Thomas Seebeck sobre la teoría de los colores, la del profesor de teología Johann Overbeck instando a su amigo Nietzsche a convertirse en profesor de instituto, o la de Friedrich Schlegel a Schleiermacher con la que se populariza su conocida ruptura personal con la lapidaria frase final “No me contestes”. Pero también otras más modestas y anecdóticas, como la escrita por el hermano de Kant tras una discusión que los mantuvo en silencio muchos años, o la de Samuel Collenbush, también dirigida al filósofo prusiano, en la que el teólogo le reprochaba el carácter pagano de sus escritos sobre moral. Como había hecho en el trabajo junto a Haas, Benjamin utilizaba los testimonios epistolares como documentación para estudiar tipos sociales, que no individuales, característicos del devenir histórico de la cultura burguesa alemana del siglo XIX. Por eso, más allá de la articulación concreta de cada misiva, su intención obedecía, en palabras de Adorno al deseo de “descubrir una tradición alemana soterrada de la que no puede apropiarse el nacionalsocialismo que, indiferente a las diferencias específicas en las que tiene su vida el espíritu lo confiscó todo, incluso lo completamente heterogéneo”8.
También las cartas de Benjamin testimonian la historia de su itinerario vital y teórico, pues se trata de un “centro de cristalización de su existencia intelectual”9 y un espacio de autorreflexión constante sobre muchas de las cuestiones teóricas a las que se dedicaba. En este artículo, se han seleccionado tres momentos epistolares que se caracterizan por su profundidad personal y reflexiva. Cada uno de ellos permite adentrarnos en la vida de Benjamin durante distintos períodos de su trayectoria, desde sus años de formación hasta la década de los treinta, cuando comenzó a sufrir los estragos de la penuria económica, la ausencia de oportunidades y el exilio. A través de estas cartas, no solo es posible comprender los avatares de formación de algunos de sus trabajos más importantes, sino también adentrarnos en el principio de su deriva personal, que marca su biografía de manera implacable.
La correspondencia con Scholem fue la más extensa que Benjamin mantuvo desde que se conocieron por primera vez en 1915 con motivo de la reunión berlinesa de la Asociación de Estudiantes Libres. En el “horizonte onírico de la correspondencia”10, ambos construyeron un profundo vínculo personal e intelectual y encontraron un espacio de libertad que parecía cubrir el hueco de la falta de encuentros personales, reducidos a dos ocasiones en París en 1927 y 1938. La historia de su correspondencia refleja y preserva la historia de una amistad que duraría varias décadas, según Adorno, “la más íntima amistad de la vida de Benjamin”11. En el intercambio epistolar se intercalan reflexiones sobre el progreso de sus respectivos trabajos e intereses intelectuales, no siempre similares. Comparten diversos aspectos de su vida personal y familiar, las reseñas de sus lecturas o también su pasión común por la obra de Kafka, que Benjamin considera “una elipse cuyos focos, muy alejados entre sí, están determinados por la experiencia mística (que es, sobre todo, la experiencia de la tradición) y por la experiencia del hombre moderno en la gran ciudad”12. Incluso dedican espacio en sus cartas a comentarios mordaces dirigidos a algunos intelectuales reconocidos, como aquella en la que Benjamin critica abiertamente a Stefan Zweig por su deficiente dominio del francés y asegura guardar la traducción que el escritor había hecho de un texto de Baudelaire en “el armario de las ponzoñas y los venenos”13. Benjamin también encontró en su intercambio epistolar con Scholem a un fiel interlocutor en los momentos de mayor oscuridad por su destino:
En estos tiempos que ocupan mi fantasía a lo largo del día con los problemas más indignos, experimento de noche, con más y más frecuencia, cómo ésta se emancipa en mis sueños, que casi siempre son de contenido político. Me agradaría mucho tener alguna vez la oportunidad de contártelos. Constituyen un atlas ilustrado de la historia secreta del nacionalsocialismo14.
Es conocido que las cartas que intercambian a partir de los años treinta contienen motivos destacables para comprender la gestación de algunos de sus trabajos más importantes, como su investigación sobre la mencionada obra de Kafka. Menos populares son, sin embargo, las cartas que se cruzaron en los primeros años de la década de los veinte, durante la estancia de Benjamin en el sur de Italia. Entonces las islas cercanas al Golfo de Nápoles fueron el principal destino elegido por parte de la intelectualidad europea, que buscaba una vía de escape de la depresión económica y social de la Alemania de la posguerra. Benjamin pasa a formar parte de este “proletariado intelectual itinerante”15 cuando en abril de 1924 se traslada a Capri, unos días antes de que Alemania comenzara a restringir los viajes al extranjero sin hacer un depósito monetario que su precaria situación financiera hubiera impedido.
Aunque Benjamin había visitado Italia en ocasiones anteriores, esta estancia contará con algunas peculiaridades que quedaron reflejadas en una abundante correspondencia intercambiada a lo largo de varios meses. Fascinado por lo que experimenta, describe a Nápoles como “la ciudad más brillante del mundo, con excepción de París”16, lo que le motiva a redactar numerosas cartas detallando sus impresiones sobre los lugares que visitaba. Estas misivas se convierten en una crónica de su proceso de aprendizaje y de experiencia en el sur italiano, convencido de que como le cuenta al editor Richard Weissbach, “la isla de Capri es tan peligrosa que, una vez llegas, no puedes arrancarte de ella y su poder de seducción aumenta con la proximidad de Nápoles”17. En ellas relata sus descubrimientos y excursiones por Ravello, Salerno o Pompeya, así como diversas anécdotas, como su asistencia a un congreso internacional de Filosofía que celebraba la Universidad de Nápoles con motivo de su 500 aniversario. Preso de un estado de indignación poco frecuente en sus epístolas, narra a su amigo Scholem la irritación que le embargaba al contemplar las aulas del congreso vacías mientras las calles se desbordaban de multitudes: “ya estaba convencido de que los filósofos son los más superfluos lacayos de la burguesía internacional. Lo que no había visto antes era que exhibieran su inferioridad por todas partes con tan solemne miserabilidad”18.
Las cartas también reflejaban los avances —no siempre satisfactorios— de sus compromisos académicos. Al mes de su llegada, se publica la primera parte del ensayo sobre Las afinidades electivas de Goethe en la Neue Deutsche Beiträge, revista del escritor Hugo von Hofmannsthal. “Con toda probabilidad, trataré de extender mi estancia aquí más del tiempo que inicialmente pensé”, comentaba a Scholem, “me estoy preparando para empezar aquí mi trabajo”19. Al trasladarse a Italia no solo ansiaba encontrar un respiro en medio de unas dificultades económicas que comenzaban a ser acuciantes, sino que también buscaba de un lugar tranquilo que le permitiera adelantar la redacción de su trabajo sobre el barroco con el que planeaba habilitarse como profesor en la Universidad de Frankfurt.
Durante estos meses, que no han sido fáciles, he completado la introducción epistemológica de mi libro, el primer capítulo “El rey en el Trauerspiel” y casi todo el segundo también “Trauerspiel y tragedia”. Aún debo escribir el tercero, “Teoría de la alegoría” y una conclusión. En consecuencia, el proyecto no estará terminado en la fecha de vencimiento original. No obstante, espero entregarlo en navidad, cuando la situación académico-diplomática podría haber cambiado un poco y no comprometa su éxito20.
Las jornadas de trabajo no le impedían entrar en contacto con la ciudad y sus habitantes. También disfrutar de encuentros con personalidades destacadas de la vida cultural y académica de la época, como Kracauer, Sohn-Rethel o Bloch, así como con artistas como los futuristas Enrico Prampolini y Filippo Tommaso Marinetti. “Vi Salerno el mismo día. Pompeya por segunda vez y Nápoles quizás por vigésima vez”, explica a Scholem. “He acumulado una enorme cantidad de notas con comentarios sobre la ciudad que estoy considerando desarrollar”21. Estas observaciones se convertirán en la base de varios trabajos, como un curioso artículo sobre el almuerzo caprese, una reseña de un libro de viajes sobre Nápoles o una conferencia de radio sobre la ciudad en los primeros años de la década de los treinta.
El principal trabajo que recogerá las impresiones del autor será Nápoles, ensayo que escribe con la colaboración de la directora de teatro letona Asja Lacis y que se publica en Frankfurter Zeitung el 19 de agosto de 1925. A Scholem le explica que el texto presenta un análisis sobre el paisaje urbano y “el temperamento de la vida napolitana”22, utilizando como hilo conductor el concepto de “porosidad”. La porosidad característica de la piedra predominante en la arquitectura local se convierte en imagen de la permeabilidad propia de las formas de vida sociales y antropológicas napolitanas, en “la ley inderogable de esta vida, dispuesta a ser promulgada una y otra vez”23. Poroso es el tejido social de la ciudad, así como las costumbres de sus habitantes, donde se entrelazan ámbitos aparentemente antagónicos. Lo privado y lo público, lo profano y lo sagrado, el interior y el exterior:
Porosa como esta piedra es la arquitectura. La construcción y la acción se imbrican en los patios, en las arcadas, en las escaleras. Todo preserva un margen que le permite convertirse en escenario de nuevas constelaciones imprevistas. Se evita lo definitivo, lo acuñado. Ninguna situación parece, en su estado actual, pensada para siempre, ninguna forma mantiene su así y de ninguna otra manera24.
En una carta a Scholem de marzo de 1924 explica que su “pasión por la emblemática barroca”25 le ha llevado a planear un largo compendio de emblemas al que pretendía dedicarse tras la finalización de sus compromisos académicos. Todo parece indicar que se trata de las Denkbilder, una antología de textos en la que incluirá el ensayo sobre Nápoles. Como pequeñas narraciones sobre temas diferentes, las Denkbilder o “imágenes de pensamiento” se presentan como pequeñas construcciones alegóricas en la que se entremezclan elementos propios del pensamiento conceptual y figurativo. Por eso, la importancia del texto sobre Nápoles no solo se encuentra en que se trata de la primera vez que convierte la ciudad en un objeto de reflexión filosófica, sino también en presentar uno de los anclajes programáticos de la obra benjaminiana al mostrar el esfuerzo del filósofo por conducir la alegoría más allá de los límites del mundo barroco.
Benjamin cuenta a Max Rychner su esfuerzo por “orientar la dirección del pensamiento hacia aquellos objetos en los que, en cada caso, aparece la verdad de manera más comprimida”26. El deseo de rescatar un enfoque de la alegoría distinto al mero recurso artístico o literario, pasa por entender en el lenguaje alegórico la posibilidad de un modo de experiencia que ahonde en los «signos de la transitoriedad» y que, en última instancia, afecte a la manera de comprender el propio método filosófico. “Los emblemas barrocos se dejan comprender como productos que se encuentran a medio fabricar, que de ser las etapas propias de un proceso productivo se han ido a convertir en monumentos del proceso de una destrucción”27. Las imágenes alegóricas ponen de manifiesto una forma distinta de comprender la historia, basada en las ideas de “creación” y “caducidad”. Por eso, el tema de la alegoría atravesará su itinerario filosófico más allá de los contornos académicos del estudio sobre el barroco. También en el ensayo sobre Nápoles, donde la alegoría se entiende como forma de escritura basada en la construcción de imágenes concretas y la atención a lo insignificante. Así pues, el deseado rescate de la alegoría barroca frente a la antigua equiparación con el símbolo permite comprender la base teórica de esta nueva forma de hermenéutica materialista que se verá en los retratos de ciudades. En este sentido, Asja Lacis insiste en la intención manifestada por Benjamin durante la redacción del trabajo sobre Nápoles de poner en relación la dramática barroca con problemas de la literatura contemporánea con objeto de demostrar que “la alegoría es un medio de un alto valor artístico, es más, que es una forma especial de la experiencia estética”28 y de comprensión de la verdad. Por eso, el ensayo sobre la ciudad italiana evidencia los primeros pasos de la constitución de un programa de filosofía abierto a la reflexión sobre los fenómenos profanos, aparentemente superficiales. Como apunta Caygill, “la transición temporal es experimentada en términos de transitividad, mientras que la transición espacial lo hace como porosidad”29. Si bien resulta frecuente acudir a Calle de dirección única como prueba de esta forma de hermenéutica, lo cierto es que en su Denkbild sobre Nápoles es posible encontrar las primeras huellas del método del análisis micrológico característico del materialismo benjaminiano en la búsqueda de la extrema concreción histórica que con posterioridad se verá en los trabajos sobre los Pasajes. Por eso, si sus esfuerzos se centraron en la atención a los pasajes parisinos para poner en juego distintas categorías interpretativas de la modernidad, los escritos de los años veinte sobre ciudades como Nápoles pueden ser entendidos como un ejercicio de preparación de este proyecto.
Scholem expresa sus reservas en sus misivas ante lo que considera un controvertido e injustificado desplazamiento en la orientación política de Benjamin. No sólo por las sospechas que le provocaba la reciente relación con Lacis sino, sobre todo, porque temía una posible influencia del “comunismo revolucionario” de la directora. Unos años después reconoce la perplejidad que le causaron “estas primeras revelaciones sobre la praxis política del comunismo que se le aparecían ahora bajo una luz diferente a la de antes”30.
La investigación bibliográfica sobre Benjamin se ve inmersa un intenso debate al intentar reconstruir su interés en temas políticos31. Algunos textos cruciales para comprender este interés se consideran perdidos, mientras que otros parecen estar incompletos o esbozados de manera provisional. Esta situación dificulta cualquier perspectiva de abordar una visión definitiva de lo que podría considerarse su contribución a la crítica política. Con frecuencia se hace una distinción entre un Benjamin joven interesado en cuestiones metafísicas y otro más maduro influenciado por preocupaciones políticas tras el encuentro con Lacis en su viaje italiano32. Para presentar esta imagen, es habitual la referencia a la carta de Benjamin a Scholem fechada el 7 de julio de 1924:
Lo que ha ocurrido no es quizás lo mejor para mi trabajo, que ha quedado peligrosamente interrumpido. Tampoco lo mejor en términos de los ritmos de una vida burguesa, indispensables para todo proyecto. Pero sí es lo mejor absolutamente en términos de una liberación vital y de una comprensión intensa de la actualidad del comunismo radical. He conocido a una revolucionaria rusa de Riga, una de las mujeres más increíbles que me haya encontrado nunca33.
Sin embargo, esta distinción se vuelve problemática cuando consideramos la constante presencia de lo político en sus intereses intelectuales desde sus primeros años. En medio de este debate, la temprana correspondencia emerge como un campo de interés para trazar algunos aspectos cruciales de su comprensión de la política, que él mismo definió como "el cumplimiento de una humanidad sin mejoras"34. Un ejemplo se halla en la carta de 1918 dirigida a su amigo Ludwig Strauss, donde menciona haberse ocupado por primera vez "del problema de la política para el intelectual"35, una cuestión que esperaba desarrollar en el ensayo "Geist und Politik". Aunque el texto se ha extraviado, las alusiones al tema en la carta a Strauss evidencian los intereses tempranos de Benjamin: “En algún lugar lo espiritual debe arrojar de sí mismo al espíritu (como la bandera debajo de los enemigos). De lo contrario pierde la relación, lo simbólico de la idea. De lo contrario, cree que es su idea. El fetiche se desarrolla a partir de Dios. La política es el lugar de este acto voluntario”36. Idéntico destino ha tenido la reseña que Benjamin habría escrito sobre El espíritu de la utopía de Ernst Bloch, obra en la que aseguraba encontrar elementos “diametralmente opuestos” a su forma de entender la filosofía37, pero a la que posteriormente valorará por su esfuerzo en “profundizar con toda su intensidad en el significado político de la teocracia”38. También la lectura de Historia y conciencia de clase será importante en estos años. En Capri recibe un ejemplar del libro a manos de su amigo Bloch. Su entusiasmo ante la lectura de las tesis del libro se evidencia en la conversación epistolar con Scholem, al que asegura haberle sorprendido por encontrar coincidencias en las consideraciones políticas de Lukács y sus propias proposiciones epistemológicas:
Quiero estudiar cuanto antes el libro de Lukács y me equivocaría si los fundamentos de mi nihilismo no se manifestaran en la confrontación opuesta a los conceptos y pretensiones hegelianas de la dialéctica contra el comunismo. Pero esto no impide el hecho de que desde mi estancia aquí, la práctica política del comunismo (no como un problema teórico sino como una actitud vinculante inicialmente) me ha parecido diferente como nunca antes39.
Al examinar la correspondencia de los años veinte, no solo se encuentran menciones a las preocupaciones de juventud que influyeron en sus escritos, sino también pasajes significativos en los que Benjamin expresa su deseo de realizar una investigación más completa y articulada sobre política. El 29 de diciembre de 1920, comparte con Scholem la estructura planificada del trabajo, que constaba de tres partes principales. En primer lugar, dos estudios independientes: "El verdadero político", del cual afirma haber concluido en 1920 pero que actualmente está perdido40, y "La verdadera política". Este último se dividía en dos secciones, "La descomposición de la violencia" (cuya forma final aparece en "Para una crítica a la violencia", publicada en Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik en 1921) y "Teología sin propósito final"41. Como conclusión, Benjamin tenía previsto elaborar una crítica de la novela de Paul Scheerbart "Lesabéndio" titulada "Zweite Lesabéndio-Kritik". Aunque la reseña no se escribió, se conservan algunos breves apuntes preparatorios titulados "Geld und Wetter"42. La investigación nunca se completó según el plan original, y en una carta de 1925 dirigida a Salomon-Delatour, Benjamin la menciona como "el arsenal de mis trabajos políticos"43.
A pesar de que el proyecto quedara incompleto, su interés temprano por abordar un estudio sobre política permite comprender mejor lo que Benjamin describe en sus cartas a Scholem como un "giro hacia lo político" experimentado en su estadía italiana44. Desde Palestina, Scholem expresaba su malestar ante las "simpatías bolcheviques" que detectaba en las cartas de su amigo. Durante los años de contacto epistolar, Scholem intentó involucrar a Benjamin en el estudio de la tradición filosófica y teológica hebrea, al tiempo que mostraba una completa falta de entusiasmo cuando se evidenciaban sus inclinaciones políticas. Frente a las acusaciones de abrazar sin reservas el "credo comunista", Benjamin se defendía asegurando que su simpatía por el comunismo no puede entenderse como una cuestión de "credo" ciego, sino como la expresión de ciertas experiencias vitales y teóricas:
Las señales comunistas —que espero pronto puedan llegarte de una forma más clara de lo que lo hicieron desde Capri— fueron los primeros signos de un cambio que despertó en mí la voluntad de no enmascarar los momentos políticos de mi pensamiento como hacía antes, sino de ponerlos en marcha experimentalmente y de manera extrema (…) Mientras no consiga acercarme a textos de un significado y magnitud totalmente diferente desde una posición apropiada para mí, es decir, como comentador, generaré una política desde mí mismo45.
Si bien su compromiso político con el comunismo pudo haber sido relevante para su biografía, no es tan determinante para el desarrollo de su proyecto filosófico y mucho menos constituye un gesto de ruptura con lo anterior. Como se ha señalado anteriormente, este “giro” hacia lo político no implica una ruptura definitiva con la orientación metafísica que había caracterizado su obra hasta ese momento. Más bien, representa un cambio en el equilibrio de influencias y lecturas que permite revitalizar problemas que ya habían sido trazados de manera marginal: Como sostiene Steiner, Benjamin no parece haber recurrido a la política "como un nuevo tema que explorar teóricamente, sino que encontró el lugar sistemático de lo político en su pensamiento ya trazado"46. Diez años más tarde, ya en París, Benjamin reflexionará sobre a este “proceso de total conmoción” que afectó a su forma de acercarse a la filosofía. En una misiva a Werner Kraft lo describe como “una masa de pensamientos e imágenes del pasado lejano de mi pensamiento directamente metafísico, incluso teológico, que tuve que atravesar para nutrir mi condición presente con todas sus fuerzas”47. Como se ha mencionado, no se trata tanto de una ruptura como de la presentación renovada de preguntas y enfoques que se abrían al materialismo histórico, lo que haría que su filosofía se desarrollara en "una suerte de yuxtaposición o una interna imbricación de ambas formas de pensar, la teológica-metafísica y la materialista"48. Así parece aclarar su posición en la carta a Scholem del 29 de mayo de 1926. Allí comenta que la posibilidad de rebasar la esfera de lo teórico en favor de una acción práctica directa solo es posible en dos únicos sentidos: el religioso y el político. De esta manera, su compromiso con la causa comunista debía ser juzgado desde idénticos principios a los que acompañaban la adhesión de su amigo al judaísmo, reforzando así la idea de mantener siempre lo político dentro del ámbito de lo profano.
No admitiría una diferencia entre estos dos tipos de observaciones, aunque tampoco hay una superposición entre ellas. Me refiero a una identidad que, paradójicamente, se manifiesta en la transformación de una en la otra (en ambas direcciones); y la consideración esencial es que cada instancia de acción procede sin piedad y, en su propia autocomprensión, de manera radical (…) Si un día llegase a participar en el Partido Comunista (que dependerá de una ofensiva azarosa) mi propia convicción sería actuar radicalmente en los aspectos más importante, no consecuentemente49 .
Tras la estancia en el sur de Italia, Benjamin se enfrenta al fracaso de su último intento por entrar en la academia, algo que será determinante para su futuro. En una carta con fecha de abril de 1931, describía su situación en Berlín como la de un “náufrago que se expone a un riesgo aún mayor al trepar por lo alto de un mástil que se está derrumbando. Pero desde allí tiene una oportunidad de dar la señal para su rescate”50. Tres años más tarde, el 30 de enero de 1933, Hitler se convierte en canciller. Su correspondencia a partir de entonces refleja de manera clara el “aire irrespirable” de Europa, cuando comienza a ser testigo de las primeras persecuciones sistemáticas de los opositores políticos:
la idea de la situación la da menos el terror individual como la coyuntura cultural general. Sobre lo primero, es difícil saber algo con absoluta seguridad. Son indudables los múltiples casos en que, durante la noche, han sacado a personas de la cama y las han maltratado o asesinado. Quizás lo más importante, aunque más difícil de dilucidar, sea el destino de los prisioneros. Sobre estos corren los más siniestros rumores, de los que solo puede decirse que algunos de ellos han resultado ser falsos51.
Benjamin abandona Berlín definitivamente el 17 de marzo de 1933, si bien comenta su amigo que la razón apremiante no era tanto las amenazas de represión física, como la intensificación del boicot al comenzaba a someterse su trabajo, “la simultaneidad casi matemática con la que, desde todos los lugares, me devolvieron manuscritos, se rompieron tratos ya cerrados y se dejaron demandas sin respuestas. El terror frente a toda actividad o forma de expresión distinta a las oficiales ha llegado a un grado apenas superable”52.
“La época entre las dos guerras se separa, para mí, naturalmente en un antes y después de 1933”53. Tras huir de Alemania, Benjamin se instala algunos meses en Ibiza y finalmente en París. En sus cartas no oculta las dificultades de su adaptación a una situación en la que el aislamiento se unía a la preocupación por un destino abocado a una existencia prolongada en el exilio francés. En ellas describe la urgencia con la que trataba de salir de la desesperada situación en la que se encontraba en París, dependiente de algunos escasos trabajos por encargo que le conseguían sus amigos, así como de una ayuda mensual del Instituto de Investigación Social desde 1934. Como apunta Wizisla, se trata de auténticos “testimonios de supervivencia”54 en los que relata las múltiples experiencias humillantes a las que se enfrenta en soledad:
Entretanto la situación se vuelve cada vez más difícil. Hasta ahora me ha alcanzado para lo más necesario, ahora ya no. En los últimos catorce días y tras haber pagado una vez más la habitación, se ha dado una serie de desilusiones (...) Ya no tengo fuerzas para hacer preguntas. Hace días que estoy en cama —simplemente para no necesitar nada y no ver a nadie— y trabajo tan bien o mal como me sea posible. Necesito 1000 francos para arreglar lo urgente y pasar el mes de marzo55.
La colaboración con el Instituto de Investigación Social se convirtió en el pilar fundamental para el mantenimiento de su existencia en París. “Nada es más urgente para mí que vincular mi trabajo al del Instituto tan estrecha y productivamente como sea posible”56, aseguraba a Horkheimer. Si bien son muchos los trabajos resultados de una colaboración no siempre fluida, cobrarán especial importancia los complejos trabajos que rodearon el proyecto de los Pasajes al que se refería como el “tertius gaudens entre mí y el destino”57. Abundan los testimonios epistolares que dan cuenta de la compleja preparación del manuscrito de los Pasajes58 sobre el que empezó a trabajar en 1928, pero que permanece interrumpido hasta 1934. Motivado por una actitud de cautela ante el peligro que podía representar una apropiación ajena de sus ideas, Benjamin procuraba mantener bajo control los comentarios sobre el desarrollo de sus ensayos, como confiesa en una carta a Alfred Cohn: “a mis colegas literarios, incluso a los amigos, no les comento nada detallado de este trabajo. Está en una fase en la que se encuentra especialmente expuesto a todo tipo de desfiguraciones imaginables, sin excluir en absoluto el robo”59.
Según Tiedemann, Benjamin había creído detectar una apropiación indebida de sus ideas en Jeroglíficos del siglo XIX de Bloch y el proyectado ensayo de Kracauer sobre la obra de Offenbach60. También en el libro de Dolf Sternberger, Panorama. Ansichten des 19. Jahrhunderts veía un “exitoso plagio” no solo de sus tesis, sino también de Adorno y Bloch:
El indescriptiblemente pobre aparato conceptual de Sternberger nos fue robado a Bloch, a usted y a mí. El uso del término alegoría, que se encuentra en una de cada tres pomas, es particularmente indecente. Dos lamentables digresiones sobre las emociones me demuestran que también metió mano al trabajo sobre las Afiniades electivas61.
Sin embargo, aunque se esforzó por restringir el grupo de personas con los que entraba en contacto, había una excepción: Theodor W. Adorno, que se había convertido en uno de los pocos interlocutores con los que aún podía contar en medio del aislamiento intelectual y las dificultades materiales en las que se encontraba en París. “En el aislamiento en que me encuentro, menos en lo referente a mi vida que en lo referido a mi trabajo, las visitas epistolares de Wiesengrund son para mí doblemente preciosas”62, confesaba a Horkheimer. En el enérgico intercambio epistolar que mantuvieron durante la década de 1930 también se refleja el proceso de formación de muchos de los trabajos que Benjamin elabora durante el período de exilio en París: el estudio sobre Kafka, el ensayo sobre La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica y, sobre todo, los trabajos que luego pasarían a formar parte del inconcluso Libro de los Pasajes y en los que jugaría un papel fundamental la relación intelectual con Adorno. “Los pasajes han vuelto a cobrar vida y fue usted el que avivó la débil chispa”63, le confesaba.
En la recopilación de 1966 apenas se hicieron públicas catorce cartas intercambiadas entre Adorno y Benjamin, un número que se incrementa con la publicación de una serie de extractos de misivas por parte de Tiedemann cuatro años más tarde. En 1994 se publicaron finalmente un total de 121 cartas que abarcaban el periodo comprendido entre 1928 y 1940. Los comentarios críticos de Adorno a los textos de Benjamin fueron unos de los lugares comunes a partir de los cuales se construyó cierta imagen popularizada durante las décadas posteriores que insistía en una supuesta enemistad de ambos. Tras la publicación de la primera selección de cartas, la revista berlinesa Alternative publicó un número monográfico sobre Benjamin en el que cuestionaba el papel de Adorno como editor de su obra completa y se le acusaba de haber omitido documentos que mostraban las inquietudes marxistas del primero. En medio de la polémica, a la que se sumaría también las publicaciones de Merkur y Frankfurter Rundschau e incluso Hannah Arendt, se encontraba la imputación de una interpretación parcial de las tesis de Benjamin resultado de la animadversión que parecía sentir el “antiguo adversario y actual editor e intérprete”:
En la edición en dos tomos, el nombre de Brecht sólo aparece una vez; el método materialista es reinterpretado por Adorno en el prólogo de 1966 en una vaga categoría pictórica, se acepta el carácter no vinculante de una interpretación aforística de la obra, el tema histórico-político tardío se reinterpreta sin resolver en uno teológico temprano, etc. La obra aparece en una reinterpretación en la que el controvertido corresponsal sobreviviente afirma su opinión64.
Más allá de estas interpretaciones polémicas que han servido para poner el foco de atención sobre una supuesta relación asimétrica de poder65, lo cierto es que las cartas que documentan el diálogo entre ambos se presentan como auténticos ensayos filosóficos. Son una muestra singular de un intercambio de ideas sobre aspectos cruciales de sus respectivos proyectos filosóficos y con detallados planteamientos teóricos dominado por densas correcciones, sugerencias de lecturas, programas de trabajo y, en ocasiones, divergencias críticas que reflejan la “solidaridad intelectual y crítica”66 que ambos experimentaron en medio del aislamiento, tal como Benjamin comentaría tras el único encuentro en París en octubre de 1936: “la confirmación que hallamos el uno en el otro siguió a una separación que por momentos no puso en duda nuestra amistad, pero sí parece hacerlo con la sintonía recíproca de nuestro pensamiento”67. Desde que Adorno conociera los primeros fragmentos de los Pasajes en 1929, que consideraba “el centro de la filosofía”68 de Benjamin, son muchas las misivas en las que se insertan comentarios al respecto. Sin embargo, será la lectura de dos cartas —de 1935 y 1938, respectivamente— la que permita no solo un acercamiento a uno de los intercambios de ideas más interesantes que habrían de vertebrar el inconcluso trabajo sobre los Pasajes, sino también el análisis pormenorizado de algunas de las especificidades teóricas de cada autor.
El 31 de mayo de 1935 Benjamin envía a Adorno la primera versión del exposé del proyecto que había titulado París, capital del siglo XIX69. El envío se acompañaba de la expresa indicación de que los papeles no podían ser compartidos con nadie más y que debían ser devueltos a su autor lo antes posible. Se trataba de un estudio introductorio de los Pasajes con el que confiaba acercarse cada vez más a los núcleos teóricos centrales de su proyecto.
Organizado en seis capítulos, el ensayo pretendía resumir algunas de las líneas maestras de su proyecto filosófico abarcando diferentes temas como la teoría del flâneur, la interpretación de Baudelaire, el análisis del fetichismo de la mercancía o el estudio de las imágenes dialécticas. Como le escribe a su amigo, “creo haber llegado à la longue, en la discusión marxista con este, a un posicionamiento sólido, aunque más no sea porque la pregunta decisiva de la imagen histórica es tratada aquí por primera vez en toda su amplitud”70.
Uno de los hilos conductores del trabajo será la consideración de la mercancía y su carácter fetichista como la realización de la perspectiva alegórica de Baudelaire. Como es conocido, Benjamin no parece haberse acercado a la lectura del primer volumen de El Capital hasta 1935, tal como le expresa a Adorno el 10 de junio de ese año. Sin embargo, su interés por los debates suscitados en el seno de las lecturas no ortodoxas del marxismo será determinante en sus estudios sobre Baudelaire y su posterior libro de los Pasajes71. El 20 de mayo de 1935, Benjamin aseguraba a Scholem que el centro de su trabajo se encontraba en el problema del fetichismo de la mercancía, idea sobre la que insiste unos años después esta vez en una carta dirigida a su amiga Gretel Karplus72:
De vez en cuando me dejo llevar por la tentación de comparar la estructura interna del libro con el del Barroco, de cuya apariencia externa se alejaría bastante. Mientras que allí estaba el concepto de tragedia, aquí el del carácter fetichista de la mercancía. Si el libro sobre el Barroco movilizara su propia teoría del conocimiento, lo haría en igual medida para los Pasajes, aunque no puedo prever si encontrarán una presentación independiente ni hasta qué punto tendría éxito. Finalmente ha desaparecido el título “Pasajes parisinos” y ahora el proyecto se llama “París, capital del siglo XIX”. Con ello se sugiere otra analogía: así como el Trauerspiel tiene lugar en Alemania en el siglo XVII, este lo hará en Francia en el siglo XIX73.
Benjamin centra su atención en la manera peculiar en la que la mercancía conformaba todas las manifestaciones culturales del paisaje urbano parisino, de ahí que su interés por El Capital obedeciera al esfuerzo por aclarar el significado de los espejismos, las fantasmagorías y los jeroglíficos de la sociedad burguesa. La lectura del capítulo sobre “El carácter fetichista de la mercancía y su secreto” centró inmediatamente su atención. Marx logró mostrar “cuán ambiguo parece el mundo económico del capitalismo, una ambigüedad que aumenta enormemente con la intensificación de la economía capitalista, muy visible, por ejemplo, en las máquinas que intensifican la explotación en lugar de aliviar la suerte humana”74. Como en un sueño, la cultura en el capitalismo moderno se presenta acompañado de ese carácter onírico, como un mundo de imágenes de la fantasía colectiva:
A la forma del nuevo modo de producción, que al principio aún está dominada por la del antiguo (Marx), le corresponden en la conciencia colectiva imágenes en las que lo nuevo se entrelaza con lo antiguo. Se trata de imágenes de deseo, y en ellas el colectivo busca tanto superar como transformar la incompletud del producto social y las carencias del orden social de producción. Junto a ello destaca en estas imágenes de deseo el firme esfuerzo de separarse de lo anticuado —lo que en realidad quiere decir: del pasado más reciente (…) En el sueño en el que, en imágenes, surge ante cada época la siguiente, esta última aparece ligada a elementos de la protohistoria, esto es, de una sociedad sin clases75.
Para Benjamin, cada nueva formación histórica crea su imaginario social y colectivo, de manera que, como en un sueño, pueda renovarse el deseo de un mundo mejor. Estas imágenes oníricas de materializan en las manifestaciones culturales del capitalismo moderno. Por eso, el “secreto” de la forma-mercancía por su carácter fetichista acaba por mostrarse como inherente a la propia sociedad tal como esta se representa a sí misma. “La imagen que así produce de sí misma y que gusta presentar con el título de cultura se corresponde con el concepto de fantasmagoría”76.Su esplendor solo es la imagen transfigurada y, por tanto, ficticia de la realidad.
El entusiasmo de Adorno tras la recepción del exposé no hace esperar, de ahí que se comprometa con su amigo a mediar para la publicación del texto: “Mis reparos con respecto al Instituto se desvanecieron por completo. Creo que el Instituto podría, o, mejor dicho, debería aceptar el trabajo en su totalidad”77. Muestra su admiración por el análisis de la categoría de nouveauté, pero también expresa sus reservas ante lo que considera la necesidad de “una concreción desde el punto de vista social”78 en algunos aspectos del trabajo. Por ejemplo, en el análisis de la categoría de mercancía sobre la que “habrá que preguntarse por su función económica”79 y no solo tecnológica; o en la idea de “conciencia colectiva”. No será hasta unos meses más tarde que Adorno desarrolle con más claridad estas objeciones al exposé en la conocida como “Carta de Hornberg”. La carta que escribió durante los primeros días de agosto cuenta como uno de los trabajos más productivos que influirían en el desarrollo posterior de la obra benjaminiana. Adorno había tenido la oportunidad de leer unos ensayos sueltos conocidos como Frühe Entwürfe que Benjamin había escrito en 1929 y que se presentaban como el primer borrador del proyecto de los Pasajes80. Valoraba el trabajo no sólo por contener el núcleo programático de la filosofía benjaminiana, sino también
la última palabra que hoy puede ser pronunciada filosóficamente; la considero una chef d'oeuvre sin par y tan decisiva en todo sentido (...) que cualquier disminución en la pretensión interna de este trabajo y, por lo tanto, cualquier renuncia a sus categorías genuinas me parece una catástrofe y sencillamente incorregible81.
La lectura del nuevo manuscrito le permitía comparar las tesis presentadas en ese “glorioso proyecto inicial”82 con el desarrollo posterior de la obra. Comienza valorando “el estupendo pasaje sobre el habitar como un dejar huellas, los enunciados decisivos sobre el coleccionista y sobre la liberación de las cosas de la maldición de ser útiles, y también la concepción dialéctica de Haussmann”83, una valoración que recordará años después en su Caracterización sobre Walter Benjamin:
El memorándum de 1935 relaciona figuras clave de la época con categorías del mundo de las imágenes. Benjamin quería hablar de Fourier y Daguerre, de Granville y Luis Felipe, de Baudelaire y Haussmann, pero trata temas como la moda y la novedad, las exposiciones y la construcción de hierro colado, el coleccionista, el flâneur y la prostitución84.
Pero Adorno también desgrana en la extensa carta sus principales objeciones al ensayo, objeciones que tenían que ver con el protagonismo de una interpretación a su juicio desafortunada de elementos que formaba parte de un núcleo de problemas filosóficos comunes que se resumían en los temas “la protohistoria del siglo XIX, la imagen dialéctica y la configuración del mito y la modernidad”85. Si bien Adorno coincide con Benjamin en evaluar la importancia del análisis del fetichismo de la mercancía86, la principal acusación consiste en haber insistido demasiado en su dimensión onírica y haber desplazado así la intención materialista inicial por una psicológica. Entender la imagen dialéctica como el contenido de un “inconsciente colectivo” supone cometer un error similar al llevado a cabo por el psicoanálisis de Carl Gustav Jung en sus nociones sobre “consciencia colectiva” y “arquetipo”:
se amenaza no solo la fuerza originaria del concepto que fue una fuerza teológica y que introduce una simplificación —afectando así no sólo el matiz subjetivo, sino el contenido de verdad mismo—, sino que además contrariamente se pierde justo ese movimiento social en aras del cual usted presenta el sacrificio de la teología87.
Las significativas diferencias entre sus respectivas interpretaciones de las imágenes dialécticas serán decisivas para comprender el tratamiento dispar que ambos ofrecerán sobre el fetichismo de la mercancía. Como se ha señalado, Benjamin insiste en que la fantasmagoría, lejos de entenderse como un fenómeno objetivo de la realidad social, constituye una articulación subjetiva que solo se da dentro de la consciencia burguesa. Por el contrario, Adorno le recrimina haber sucumbido a un uso psicologizado de la imagen dialéctica que acaba por condenarla a perder el aguijón crítico materialista y rendirse bajo “el hechizo de la psicología burguesa”88. Al presentar la imagen dialéctica en la conciencia como sueño se ha perdido cualquier posibilidad de una interpretación materialista, con lo que corre el riesgo de “enredarse en los encantamientos del siglo XIX”. Para Adorno, trasladar a la conciencia la imagen dialéctica y entenderla como una “ensoñación” trivializa el concepto y, en definitiva, le hace perder la fuerza objetiva que pudiera tener desde una perspectiva materialista. Es un error entender el carácter fetichista de la mercancía como un mero hecho de consciencia, pues se trata de un productor mismo de conciencia. Olvidarlo podría distraer la atención sobre la verdadera objetividad y su correlato filosófico, la subjetividad alienada: “queda a nuestro cargo polarizar y disolver dialécticamente esta conciencia en los extremos de sociedad e individuo, en lugar de galvanizarla como un correlato figurativo del carácter de mercancía”89. Las imágenes dialécticas no pueden ser entendidas como productos de la sociedad de mercancías, sino como “constelaciones objetivas” en las que la situación social encuentra una representación de sí misma: “Considerado desde el intérieur, el individuo burgués ha de volverse transparente como función social y su unidad armoniosa se ha de revelar como apariencia. Aunque no como apariencia frente a una conciencia colectiva hipostasiada, sino frente al proceso real mismo de la sociedad”90.
El 16 de agosto de 1935 Benjamin le haría llegar a su amigo el agradecimiento por las correcciones remitidas sobre su trabajo:
Cada una reflexiones expuestas —o prácticamente todas— da directo al centro productivo, casi no hay una que yerre. No importa en qué forma continúen surtiendo efecto en mí y lo poco que yo sepa sobre este efecto posterior. Hay dos cuestiones al respecto que sí se me presentan como certezas: primero, que no puede ser sino un efecto provechoso; segundo, que confirmará y reforzará nuestra amistad.91
Su carta aún no contiene ninguna argumentación detallada que sirva como respuesta a las objeciones de Adorno, pues asegura reservarlas para una correspondencia posterior que nunca llega a realizarse. Sin embargo, adelanta su intención de continuar trabajando sobre un concepto de “imagen dialéctica” que corrija las aporías y los errores que se habían detectado en la referencia al ámbito de lo onírico, como le había acusado Adorno, pues “contiene las instancias, el punto de irrupción del despertar, incluso produce de estos puntos su figura a partir de los puntos luminosos como un signo de zodiaco”92.
En una curiosa misiva dirigida al director de la Biblioteca Nacional de París para lograr la renovación de su tarjeta de usuario, Benjamin explicaba las razones que le habían llevado a incrementar sus sesiones de trabajo en el centro:
Hace ocho años que comencé en la misma Biblioteca Nacional los estudios para una obra que trata del espíritu del siglo XIX. Se llamará París, capital del siglo XIX y está destinada a convertirse en la pareja de mi estudio sobre el siglo XVII, que apareció en Alemania con el título El origen del drama barroco alemán. Mientras que el antiguo ensayo se relacionaba con la literatura, el nuevo libro se asienta por una parte en las manifestaciones industriales o comerciales, y por otra, en la política y en las costumbres parisinas93.
Los meses pasaban y Benjamin avanzaba incrementando las páginas de su proyectado trabajo sobre los pasajes. En septiembre de 1935, Horkheimer había reaccionado positivamente ante el exposé de París: “su trabajo promete ser excelente. El método de captar la época en los pequeños síntomas superficiales parece mostrar esta vez toda su fuera. Supone un gran avance más allá de las anteriores explicaciones materialistas de los fenómenos estéticos”94
No será hasta 1937 cuando vuelva a intentar la publicación de su investigación en la revista del Instituto, tras la aparición de la traducción francesa de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Había aceptado la sugerencia de la dirección del Instituto de revisar el manuscrito de 1935 y dedicarse a escribir primero el capítulo de Baudelaire. “Digamos que los motivos esenciales del libro”, explica a Adorno, “se enlazan de tal modo unos con otros que los temas por sí solos no constituyen una disyuntiva”95. En una larga carta dirigida a Horkheimer el 16 de abril de 1938 expone el que considera un esbozo preliminar de la estructura de la nueva versión del trabajo que entendía como un “modelo en miniatura”96 de los Pasajes y que se organizaba en tres partes: Idea e imagen, Antigüedad y modernidad, y, por último, Lo nuevo y siempre igual. Para entonces ya estaba convencido de que el desarrollo de su investigación sobre Baudelaire inicialmente como parte del proyecto de los pasajes, podría convertirse en un libro97.
El interés universitario de Benjamin por Baudelaire le había llevado a traducir al alemán los Tableaux parisiens en 1923 y publicarlo junto a su ensayo sobre La tarea del traductor como prefacio, con escaso reconocimiento para disgusto del autor. Ahora Benjamin se propone abordar como punto de partida la teoría de la alegoría en los poemas de Las flores del mal. La recuperación de la expresión alegórica que lleva a cabo Baudelaire le permite estudiar la posición adoptada ante la fantasmagoría del esplendor y la prosperidad moderna y hacer así transparente “la paradoja fundamental de su teoría del arte: la contradicción entre la teoría de las correspondencias naturales y el rechazo de la naturaleza”98. En la segunda parte, se propone mostrar la transposición entre lo antiguo y lo moderno, a partir de la presentación del flâneur como figura arquetípica.
La masa se sitúa ante el flaneur como un velo: es el más reciente estupefaciente del que se ha quedado en soledad. —También borra toda huella del individuo: es el más reciente asilo del proscrito.— Finalmente, la masa es el más reciente e impenetrable laberinto de la ciudad. A través de ella se imprimen en la imagen de la ciudad los rasgos ctónicos desconocidos hasta entonces99.
Dedica la última parte al análisis de la mercancía como realización de la representación baudelairiana de la alegoría. En la representación alegórica, lo nuevo irrumpe en la “experiencia de lo siempre igual como aureola de la mercancía”100. Benjamin plantea articular la primera parte del trabajo centrándose con exclusividad en la figura de Baudelaire, mientras que en la segunda buscará “conexiones reales y virtuales” con otros autores como Poe, Victor Hugo o Meryon, y en la tercera, finalmente, con Nietzsche y Blanqui. Si pudiera usar una imagen para expresar lo que planeo”, concluye su carta, “sería mostrar a Baudelaire tal como está inmerso en el siglo XIX. La impresión que dejó allí debe emerger tan claramente intacta como la de una piedra que un día es movida del lugar en el que ha descansado durante décadas”101. La nueva dimensión ambiciosa del trabajo pronto reveló la necesidad de pensar la estructura. Por eso, a principios de agosto solicita a Horkheimer la posibilidad de publicar la obra en secciones separadas, habida cuenta de las limitaciones que presentaba el esquema que había presentado meses antes. La estructura del estudio seguía incluyendo tres partes, pero ahora Benjamin quería insistir en las ideas de la segunda parte a partir de los objetivos que ya había planteado en la carta de abril: por un lado, la concepción de la modernidad en relación con la antigüedad en Baudelaire y, por otro, el estudio de “la primera aparición de la masa metropolitana en la literatura reciente“102 a partir de la constelación de autores Edgar Allan Poe, Victor Hugo y Baudelaire. Como escribe varios días después a Adorno, la primera y la tercera parte serían el “armazón” del trabajo:
la primera, la presentación de la alegoría en Baudelaire como problema; la tercera, su disolución total. Porque fue eso lo que hizo que me retrase tanto (...) el hecho de que bajo todo concepto quería ver la totalidad en toda su extensión y en todas sus partes claramente delante de mí antes de ponerme a redactar un renglón. Por las muchas anotaciones que surgieron en los primeros dos meses de mi estancia aquí he logrado alcanzar esa meta103.
Tras el verano y siguiendo las sugerencias de Pollock sobre la forma de orientar su estudio, Benjamin envía a la revista del Institut el borrador del nuevo manuscrito titulado El París del segundo imperio en Baudelaire. En la minuciosa carta que acompaña al envío del que considera “la segunda parte del libro sobre Baudelaire” explica las razones de un nuevo cambio en el enfoque de su trabajo que lo alejaba de la obra de los Pasajes:
Como usted sabe, el Baudelaire fue pensado inicialmente como un capítulo de los Pasajes, en concreto, como el último. Pero no podía pensarlo antes de que estuvieran escritos los capítulos precedentes, ni tampoco hubiera sido comprensible sin aquellos. Luego me entretuve mucho tiempo con la idea de que podría escribirse, si no como un capítulo de los Pasajes, al menos como un extenso ensayo siguiendo las formas de los que se publican en la revista. Solo durante el verano me di cuenta de que un ensayo de Baudelaire de tamaño más modesto, que no negara su responsabilidad en la redacción de los pasajes, solo podría surgir como parte de un libro104.
Los tres ensayos que componen esta nueva obra —“Die Boheme”, “Der Flâneur” y “Die Moderne”— siguen conservando cierta independencia entre sus temas, pero son expuestos en su totalidad como la segunda parte del libro proyectado: Charles Baudelaire: un poeta lírico en la era del alto capitalismo. Si bien con títulos distintos, Benjamin repetía el esquema apuntado en la carta de abril: la primera parte “Baudelaire como alegorista” presentaba la tesis del libro y la tercera “La mercancía como objeto poético”, la síntesis. Por tanto, esta nueva parte cumplía la función de ser la antítesis en esta tríada dialéctica, centrada ahora en la “interpretación sociocrítica del poeta”105.
Una vez más, encontrará en Adorno a un interlocutor experto para la corrección de su trabajo. En una larga carta escrita el 10 de noviembre, Adorno aseguraba a su amigo haber esperado “con enorme suspenso” la llegada del manuscrito, pero también confirmaba encontrar algunos nudos problemáticos que se interpusieron entre “la apasionada expectativa”106 y el texto recibido. Pese a la larga aclaración de motivos a Horkheimer, lo cierto es que tanto la metodología usada en la investigación, como el nuevo enfoque serán duramente cuestionados por el Instituto de Investigación Social. El núcleo de la posición crítica de Adorno ante el trabajo consiste en denunciar la ausencia de una auténtica mediación dialéctica en las tesis que plantea el ensayo. Creía que el carácter no-mediado del enfoque materialista del texto impide al autor abordar el modelo dialéctico de sus tesis y lo sitúa en una peligrosa “encrucijada entre la magia y el positivismo”107. En los abundantes acontecimientos culturales, políticos, históricos y sociales que Benjamin reúne en los largos pasajes de su obra “domina la tendencia a referir de manera inmediata los contenidos pragmáticos de Baudelaire a rasgos emparentados de la historia social de su tiempo y, en lo posible, a los de índole económica”108. Adorno señala en su carta muchos momentos en los que se evidencia esta situación, como el tratamiento de la figura del “trapero”, de la idea de “experiencia” o el uso metafórico de la categoría de fetichismo de la mercancía. Cuando Benjamin, por ejemplo, interpreta el poema de Baudelaire Le vin des chiffonniers incluido en Las flores del mal poniéndolo en relación inmediata con la abolición de los impuestos al vino en 1830, Adorno cree que se aleja del auténtico proceder materialista para recluirse en la mera “exposición maravillada de la nuda facticidad” que reproduce el interés de la historiografía positiva por la exposición “plana” y simple de los hechos. Falta teoría, parece concluir: “la mediación que echo en falta y que encuentro encubierta por la conjura de índole materialista-historiográfica, no es otra cosa que la teoría que su obra deja de lado. El dejar de lado la teoría afecta a la empiria”109. Por eso, le reprocha no haber logrado hacer justicia a la necesaria mediación a través del proceso social general en el análisis de estos fenómenos y, en su lugar, haberle atribuido “casi un poder de iluminación”. Las “categorías genuinas” del proyecto de los Pasajes parecen haberse diluido. Pese a la dureza de la reseña110, lo cierto es que Adorno continuaba con las mismas indicaciones relativas a la lectura marxista que le había hecho al primer exposé de 1935, cuando recomendaba a Benjamin abstenerse de “toda comunicación externa con la teoría social” y centrarse en abordar en las tesis “más extremas”111 del texto todo lo referido al contenido teológico, tomando distancia con la lectura de Brecht a la que Adorno imputaba una “aplicación tosca y defectuosa de los principios metodológicos del materialismo”112. Adorno habría expresado su deseo de que su amigo recuperara las preocupaciones originales del trabajo “sin considerar las objeciones del ateísmo brechtiano, que quizás como teología inversa podría salvarse, ¡pero de ningún modo adoptar!”113. Aseguraba entonces que en lo relativo a la teoría marxista “más ayudamos cuanto menos nos la apropiamos sometiéndonos externamente a ella”114. Esta recomendación ahora adquiere un nuevo tono: “su solidaridad con el Instituto (...) le empujó a rendirle tributos al marxismo, que no le hacen bien ni a él ni a usted”115.
El Instituto sugiere publicar el segundo capítulo y parte del tercero. Sin embargo, Adorno le aconseja no aceptar la publicación del manuscrito en la versión actual sino trabajar en una nueva redacción: “Yo mismo estoy en contra. Y, por cierto, no por cuestiones vinculadas a la redacción editorial, sino por usted mismo y por el Baudelaire. Este ensayo no lo representa a usted como justamente debería hacerlo”116. En consecuencia, Benjamin vuelve a trabajar en un nuevo texto: Sobre algunos motivos en Baudelaire, que no será publicado hasta enero de 1940 en la revista del Instituto. En respuesta a Adorno, consideraba que la revisión de esta segunda sección ayudaría a la concreción de sus ideas:
Creo que sentaría un mal precedente para el “Baudelaire” si este texto —que ha surgido de un esfuerzo que no me resulta fácil comparar con algún esfuerzo anterior— no encontrara acceso a la revista del Instituto en ninguna de sus partes (...) El foco de esta publicación podría ser la teoría del flâneur, que considero una parte integrante del “Baudelaire”. No me refiero de ninguna manera a un texto inalterado. Su centro lo debería conformar de manera más claramente resaltada que ahora la crítica al concepto de masa tal como lo hace patente la gran ciudad moderna117.
En 1939 Horkheimer vuelve a interesarse por una nueva versión del texto, en esta ocasión en francés, en la que Benjamin trabajaría sin descanso bajo la promesa de recibir financiación de un mecenas contactado por el Instituto, el banquero Frank Altschuld. Lamentablemente, en una carta fechada el 23 de mayo de 1939, Horkheimer le confirma apesadumbrado que, pese a sus esfuerzos, la financiación no llegaría118. Sin embargo, Benjamin mantendría viva la esperanza de que su ensayo inicial de 1938 viera la luz de forma independiente o se convirtiera en un libro. Así lo comenta a su amigo en una de las últimas misivas que intercambiaron en 1940:
(Baudelaire) es el tema que más obstinadamente sigue presentándose ante mis ojos como el más urgente, y mi tarea prioritaria es hacerle justicia total a sus exigencias. No puedo ocultarte que aún no he podido ocuparme de él con la intensidad que hubiera deseado. Una de las principales razones para esto fue el trabajo de las Tesis, algunos fragmentos de los cuales te enviaré en los próximos días119.
Apenas unos días antes de concluir la redacción de El París del segundo imperio en Baudelaire tiene lugar la firma de los Acuerdos de Múnich entre Alemania, Italia, Francia y el Reino Unido. Como le explica Adorno, la redacción de la segunda parte de su trabajo parecía convertirse en una triunfante “carrera contra la guerra”. “Pese al miedo sofocante, sentí una sensación de triunfo el día que puse a salvo (¡aunque solo sea una frágil salvación la de un manuscrito!) del fin del mundo al flâneur, planeado hace casi quince años”120. La intensidad que caracteriza la correspondencia epistolar durante estos años refleja el creciente desamparo de Benjamin en París y la amenaza de la persecución y la guerra total que poco a poco se van convirtiendo en realidad:
Ayer dejé preparados los cientos de libros que se encuentran aquí para su traslado a París. Pero ahora tengo la sensación más clara de que el destino tendrá que cambiar para ellos y para mí en una estación de transbordo. No sé cuánto tiempo más el aire en Europa seguirá siendo respirable materialiter, spiritualiter, por los acontecimientos de las últimas semanas, ya ha dejado de serlo. No es poco lo que me afecta esta comprobación, pero es probable que ya no la pueda eludir121.
Tras el recrudecimiento de la violencia con la invasión de Polonia de 1939, Benjamin es detenido durante algunos meses en otoño y deportado, como otros refugiados alemanes, al campo de Nevers. De nuevo en París, describía la dureza de sus circunstancias:
Al fin puedo dar señales de vida. Desconozco lo que nos falta por pasar y si lo que viene borrará mis recuerdos de las últimas semanas. Por ahora, sin embargo, me alegro de que haya terminado. Puede imaginar lo extremadamente doloroso que fue presenciar, si no la de uno mismo, la decadencia moral a la que han sido sometidos los seres queridos y camaradas. Si en parte fui capaz de escapar de esta perturbación fue gracias a usted. Con esto me refiero no solo a su constante preocupación por mi estado, sino también por mi trabajo122.
Mientras la situación en Europa se agrava, la relación epistolar con sus amigos más cercanos se convierte en un valioso espacio de supervivencia, habida cuenta de que el recelo a los contactos en persona era comprensible. Sin embargo, será su intercambio epistolar con otra gran amiga, Gretel Karplus, la que permita reconocer la experiencia más personal de los últimos años en Europa donde las amenazas, en principio difusas, se materializaban poco a poco en la experiencia del horror concreto. Las cartas a su amiga, en las que ambos usaban los seudónimos de Detlef y Felicitas, y a las que con frecuencia acompañaban “los papelitos rosas”, nombre con el que se referían a los giros postales de dinero, son testigos de innumerables muestras de desilusión, de angustia e incertidumbre ante lo que estaba por llegar. Sin embargo, sorprende encontrar en ellas también referencias a proyectos filosóficos en los que Benjamin parecía cultivar ciertas esperanzas. Este es el caso de la carta que le escribió en mayo de 1940, aún desde París, en las que se encuentran algunas de las menciones más interesantes a la que será la obra que mayor reconocimiento cultivaría tras su muerte: las reflexiones incluidas en las tesis Sobre el concepto de historia.
En una carta dirigida a Horkheimer en enero de 1939 explicaba que se había dedicado al estudio de la obra de Turgot para rastrear la historia del concepto de progreso en busca de contenido que le permita abordar aspectos epistemológicos centrales de su nunca abandonado proyecto sobre Baudelaire:
Quiero retomar el lado epistemológico del esquema general de Baudelaire cuyo informe de revisión envié a Teddie Wiesengrund en la última carta. Con ello cobra importancia la cuestión del concepto de historia y el papel que en ella juega el progreso. La ruptura de la noción de continuo cultural postulada en el ensayo sobre Fuchs debe tener consecuencias epistemológicas, entre las cuales me parece que una de las más importantes es la determinación de los límites impuestos al uso del concepto de progreso en la historia. Para mi sorpresa, encontré las líneas de pensamiento de Lotze que sustentan mis pensamientos123.
Si bien la primera mención a la relación del trabajo con las aclaraciones metodológicas del Baudelaire la encontramos en esta misiva, lo cierto es que en la emotiva carta que envía a su amiga a Nueva York acompañada de la copia mecanografiada del texto confiesa que “esas notas originadas en una conversación bajo los castaños”124 son pensamientos aún sin forma definitiva y, por supuesto, no preparados para ser publicados. El interés de esta sencilla carta a Gretel se centra en que permite reconocer su interés de hacer visible la relación de estas consideraciones sobre la historia con el trabajo sobre Baudelaire.
Por eso, las tesis no son el resultado de un análisis apresurado e incompleto, sino de una reelaboración continua de temas filosóficos constante a lo largo de su vida. “La guerra y la constelación consecuente me dieron motivo para registrar algunos pensamientos de los puedo decir que durante casi veinte años estuve manteniendo dentro preservados y disimulados hasta de mí mismo”125, relata a su amiga.
Ya en una carta anterior a Adorno, Benjamin insistía en el carácter provisional del texto: “las reflexiones, en la medida en que se adecuan al carácter del experimento, no sólo sirven metodológicamente para preparar una serie de Baudelaire”126. Ahora explica a Gretel que la cuestión de la memoria y el tiempo será central en estas reflexiones: “Me hacen sospechar que el problema del recuerdo (y del olvido) que aparece, en otro plano, en estas reflexiones me tendrá ocupado todavía por mucho tiempo”127. Esta conexión parece encontrarla principalmente en la tesis 17:
El historicismo culmina justamente en la historia universal. De ella se separa metodológicamente la historiografía materialista quizás más claramente que de ninguna otra. La historia universal no posee armazón teórico. Su procedimiento es puramente aditivo: suministra una masa de hechos para llenar con ello un tiempo homogéneo y vacío. Por el contrario, la historiografía materialista se basa en un principio constructivo128.
La carta concluye de manera emocionante, habida cuenta de lo que depararían a Benjamin los próximos meses: “debemos procurar poner lo mejor de nosotros en las cartas, ya que nada indica que el momento de nuestro reencuentro esté cerca”129. Ese reencuentro nunca tendría lugar. En agosto de 1940 abandona definitivamente París con la intención de dejar Europa. El Institut le había conseguido un visado para viajar de Lisboa a EE.UU y en Marsella se había provisto de visas de tránsito para España y Portugal. Pero no podía salir legalmente de Francia, pues las autoridades de Vichy bloqueaban la salida a los refugiados. Por eso, comienza una huida ilegal a través de la montaña por la conocida “Ruta Lister” en honor al oficial republicano Enrique Lister, hasta llegar a la localidad de Portbou el 25 de septiembre tras caminar durante catorce horas a través de los Pirineos. Pero en el puesto fronterizo español, son detenidos. Desde pocos días antes, estaba vigente un decreto que prohibía la entrada en España a la gente sin nacionalidad. Para Benjamin, eso suponía el internamiento en un campo de concentración, al tener que regresar forzosamente a Francia. Esa noche tomó una dosis de morfina y se quitó la vida. El último escrito de Benjamin es precisamente una carta. Se la da a la fotógrafa Henny Gurland con quien el día anterior había llegado a Portbou, pero dirigida a su amigo Adorno:
En una situación sin salida no tengo más opción que ponerle fin. Será en un pequeño pueblo de los Pirineos en el que nadie me conoce donde mi vida se acabará. Le ruego le transmita a mi amigo Adorno que lo tengo en mis pensamientos y le explique la situación en la que me encuentro. Ya no me queda tiempo suficiente para escribir todas las cartas que me hubiera gustado escribir130.
Adorno, G. y Benjamin, W. Correspondencia 1930-1940. Eterna Cadencia, 2011.
Adorno, Th. W. "Charakteristik W Benjamins", Kulturkritik und Gesellschaft I. Suhrkamp, 2003.
Adorno, Th. W. "El Benjamin epistolar", Notas sobre literatura. Akal, 2003.
Adorno, Th. W. "Caracterización de Walter Benjamin", Crítica de la cultura y la sociedad I. Akal, 2008.
Adorno, Th. W. y Benjamin, W. Briefwechsel 1928-1940. Suhrkamp, 1994.
Adorno, Th. W. y Benjamin, W. Correspondencia 1928-1940. Eterna Cadencia, 2021.
Benjamin, W. Deutsche Menschen. Eine Folge von Briefen. Suhrkamp, 1972.
Benjamin, W. "Neapel", Gesammelte Schriften IV. Suhrkamp, 1980.
Benjamin, W. "Über den Begriff der Geschichte", Gesammelte Schriften I. Suhrkamp, 1980.
Benjamin, W. "Bücher, die lebendig geblieben sind", Gesammelte Schriften III. Suhrkamp, 1980.
Benjamin, W. Das Passagen-Werk. Suhrkamp, 1983.
Benjamin, W. "Lebensläufe", Gesammelte Schriften VI. Suhrkamp, 1985.
Benjamin, W. Briefe. Suhrkamp, 1993.
Benjamin, W. Gesammelte Briefe. Suhrkamp, 1995-2000.
Benjamin, W. Escritos franceses. Amorrortu, 2012.
Benjamin, W. Libro de los Pasajes. Akal, 2017.
Benjamin, W. Tesis sobre el concepto de historia y otros ensayos sobre historia y política. Alianza, 2021.
Benjamin, W. y Scholem, G. Correspondencia 1933-1940. Trotta, 2011.
Brodersen, M. Spinne im eigenen Netz. Walter Benjamin, Leben und Werk. Elster, 1990.
Caygill, H. Walter Benjamin. The colour of experience. Routledge, 1998. https://doi.org/10.4324/9781003070849.
Dodd, W. J. "Dolf Sternberger's Panorama: Approaches to a Work of (Inner) Exile in the National Socialist Period". The Modern Language Review, 108/1, 2013, pp. 180-201. https://doi.org/10.5699/modelangrevi.108.1.0180.
Drews, K. Inmitten der Extreme. Ästhetik und Politik bei Walter Benjamin und Salomo Friedländer. Fink, 2022.
Eiland, H. y Jennings, M. W. Walter Benjamin. A Critical Life. The Belknap Press of Harvard University Press, 2014.
Espagne, M. y Werner, M. "Vom Passagen-Projekt zum Baudelaire. Neue Handschriften zum Spätwerk Walter Benjamins". Deutsche Vierteljahrs- schrift für Literaturwissenschaft und Geistesgeschichte, 58/4, 1984, 593-657. https://doi.org/10.1007/BF0337604.
Fries, U. "Ende der Legende. Hintergründe zu Walter Benjamins Tod". The Germanic Review: Literature, Culture, Theory, 96/4, 2021, 409-441. https://doi.org/10.1080/00168890.2021.1986802.
Garber, K. Walter Benjamin als Briefschreiber und Kritiker. Wilhelm Fink, 2005.
Goller, P. "Walter Benjamins Marx-Engels-Studium". Mitteilungen der Alfred Klahr Gesellschaft, 1, 2013, 12-22.
Habermas, J. "Vom Funken der Wahrheit". Die Zeit, 2015.
Kahn, R. "Expériences de pensée. La correspondance de Walter Benjamin". En: Lavelle, P. (ed.) Cahier Walter Benjamin. L'Herne, 2013.
Kaulen, H. "Walter Benjamin. Briefschreiber, Sammler und Theoretiker des Briefs". En: Matthews-Schlinzig, M. I. (ed.) Handbuch Brief. Von der Frühen Neuzeit bis zur Gegenwart. De Gruyter, 2020. https://doi.org/10.1515/9783110376531-119.
Lacis, A. Revolutionär im Beruf. Berichte über Proletar, Theater, über Meyerhold, Brecht, Benjamin und Piscator. Rogner & Bernhard, 1976.
Mattenklott, G. "Benjamin als Korrespondent, als Herausgeber von Deutsche Menschen und als Theoretiker des Briefes". En: Steiner, U. (ed.) Benjamin, 1892-1940, zum 100. Geburtstag. Peter Lang, 273-282, 1992.
Mattenklott, G. "Briefe und Briefwechseln". En: Lindner, B. (ed.) Benjamin-Handbuch. Leben-Werk-Wirkung. J.B. Metzler, 2011.
Montanelli, M. "Baudelaire Laboratory. Brief History of a Project by Walter Benjamin". Aisthesis, 13(2), 17-29, 2020. https://doi.org/10.13128/Aisthesis-12087.
Reijen, W. "Die Adorno-Benjamin-Kontroverse". Zeitschrift für philosophische Forschung, 60/1, 99-120, 2006. https://doi.org/10.3196/004433006780317644.
Scholem, G. Walter Benjamin. Historia de una amistad. Debolsillo, 2007.
Steiner, U. "Walter Benjamins Wendung zum politischen Denken". En: Blättler, C. y Vollmer, C. (eds.) Walter Benjamins politisches Denken, 33-76, 2016. https://doi.org/10.5771/9783845277608.
Steiner, U. "The true politican. Walter Benjamin's concept of political". New German Critique, 83, 2001.
Villwock, P. "Walter Benjamins Feuilleton-Reihe in der Frankfurter Zeitung. Briefe (1931/32)". Zeitschrift für Germanistik, 22/3, 599-613, 2012.
Wizisla, E. Benjamin y Brecht. Historia de una amistad. Paidós, 2007.
Wizisla, E. "Por el bien de mi correspondencia completa. La posteridad en las cartas de Walter Benjamin". Revista Herramienta, 43, 2010.
Benjamin, W. Gesammelte Briefe, II, Suhrkamp, 1998, pp. 4748. En adelante se utilizará la edición de cartas completas publicada por Suhrkamp en seis volúmenes y que abarca la↩︎
Garber, K. Walter Benjamin als Briefschreiber und Kritiker. Wilhelm Fink, 2005, p. 8.↩︎
Habermas, J. Vom Funken der Wahrheit. Die Zeit. (9 de abril de 2015).↩︎
Mattenklott, G. “Briefe und Briefwechseln”, en: Lindner, B. (ed.) Benjamin-Handbuch. Leben-Werk-Wirkung, J.B. Metzler, 2011, p. 680.↩︎
Adorno, Th. W. “Vorrede der Herausgeber/II”, en: Benjamin, W. Briefe, vol. 1, Suhrkamp, 1993, p. 17 (Adorno, Th. W. “El Benjamin epistolar”, Notas sobre literatura. Akal, 2003 p. 566).↩︎
Ibid. p. 565.↩︎
Para un estudio sobre la historia de la publicación de estas cartas, Cfr. Villwock, P. “Walter Benjamins Feuilleton-Reihe in der Frankfurter Zeitung, Briefe (1931/32)”. Zeitschrift für Germanistik, 22/3, 2012, pp. 599-613.↩︎
Adorno, Th. W. „Nachwort“, en: Benjamin, W. Deutsche Menschen. Eine Folge von Briefen. Suhrkamp, 1972, pp. 90-91.↩︎
Kaulen, H. „Walter Benjamin: Briefschreiber, Sammler und Theoretiker des Briefs“, en: Matthews-Schlinzig, M. I. (ed.) Handbuch Brief. Von der Frühen Neuzeit bis zur Gegenwart, De Gruyter, 2020, p. 1417.↩︎
Kahn, R. “Expériences de pensée. La correspondance de Walter Benjamin”, en: Lavelle, P. (ed.) Cahier Walter Benjamin, L’Herne, 2013, p. 22.↩︎
Adorno, Th. W. “Vorrede der Herausgeber/II, op.cit. p. 19. (“El Benjamin epistolar”, p. 568).↩︎
Carta a Scholem, 12-6-1938. GB, VI, p. 110. (Benjamin, W y Scholem, G. Correspondencia 1933-1940. Trotta, 2011, p. 225).↩︎
Carta a Scholem, 13-6-1924. GB, II, p. 465↩︎
Carta a Scholem, 3-3-1934. GB, IV, p. 359. (Benjamin y Scholem, Correspondencia 1933-1940, op. cit., p. 106)↩︎
Benjamin, W. Gesammelte Schriften, III, Suhrkamp, 1980, p. 133. La obra completa de Benjamin será citada en adelante con la abreviatura GS, seguida del número de tomo y la página correspondiente. Se incluirá la mención a la traducción en español, en aquellos casos en los que se disponga.↩︎
Carta a Richard Weissbach, 14-5-1924. GB, II, pp. 451-452.↩︎
Ibid., p. 451↩︎
Carta a Scholem, 10-5-1924. GB, II, p. 448.↩︎
Ibid., p. 449.↩︎
Carta a Scholem, 16-9-1924. GB, II, pp. 481-482.↩︎
Ibid., p. 486.↩︎
Carta a Scholem, 22-10/5-11-1924. GB, II, p. 501.↩︎
Benjamin, W. „Neapel”, GS, IV, p. 311.↩︎
Ibid., p. 309.↩︎
Carta a Scholem, 5-3-1924. GB, II, p. 433.↩︎
Carta a Max Rychner, 7-3-1931. GB, IV, p. 19.↩︎
Benjamin, W. Das Passagen-Werk, Suhrkamp, 1983, pp. 462
463. (Benjamin, W. Libro de los Pasajes. Akal, 2017, p. 372).↩︎
Lacis, A. Revolutionär im Beruf. Berichte über Proletar, Theater, über Meyerhold, Brecht, Benjamin und Piscator. Rogner & Bernhard, 1976, p. 48.↩︎
Caygill, H. Walter Benjamin. The colour of experience. Routledge, 1998, p. 121.↩︎
Scholem, G. Walter Benjamin, Historia de una amistad. Debolsillo, 1997, p. 192.↩︎
Recientemente se ha publicado el estudio de Kevin Drews que procura una reconstrucción del debate contemporáneo sobre el tema. Cfr. Drews, K. Inmitten der Extreme. Ästhetik und Politik bei Walter Benjamin und Salomo Friedländer, Fink, 2022. También Blätter, C. Walter Benjamin. Politische Denken, 2016.↩︎
Por ejemplo, cfr. Eiland, H. y Jennings, M.W. Walter Benjamin. A Critical Life, The Belknap Press of Harvard University Press, 2014.↩︎
Carta a Scholem, 7-7-1924. GB, II, p. 473.↩︎
GS, VI, p. 99.↩︎
Carta a Ludwig Strauss, 7-9-1913. GB, I, p. 81.↩︎
Ibid.↩︎
Carta a Ernst Schoen, 2-2-1920. GB, II, p. 73.↩︎
GS, II.1, p. 203.↩︎
Carta a Werner Kraft, 25-5-1935. GB, V, p. 89. En 1929 Benjamin incluye Geschichte und Klassenbewußtsein de Lukács
en una lista de obras reseñadas bajo el título Libros que se mantienen vivos, junto a Der Stern der Erlösung (1921), de Franz Rosenzweig; Die Spätrömische Kunstindustrie (1901), de Alois Riegl y Einsenbauten (1907), de Alfred Gotthold Meyer (GS III, pp. 169-171). En la reseña de la que considera la “obra filosófica más acabada de la literatura marxista” valora “la seguridad con la cual ha captado la situación crítica de la lucha de clases en la situación crítica de la filosofía y la condición absoluta, incluso la ejecución y la última palabra del conocimiento teórico en la revolución concreta por venir” (GS III, p. 171).↩︎
Carta a Scholem, 29-12-1920. GB, II, p. 119.↩︎
Carta a Scholem, 1-12-1920. GB, II, p. 109.↩︎
GS, 4.2, p. 941.↩︎
Carta a Gottfried Salomon-Delatour, 24-1-1925. GB, III, p. 9.↩︎
Carta a Scholem, GB, III, p. 60.↩︎
Carta a Scholem, 22-12-1924. GB, II, p. 511.↩︎
Steiner, U. Walter Benjamins Wendung zum politischen Denken, en: Blättler, C. y Vollmer, C. (eds.) Walter Benjamins politisches Denken, 2016, p. 64↩︎
Carta a Scholem, 10-5-1932. GB, V, p. 89.↩︎
Scholem, Walter Benjamin, Historia de una amistad, op. cit., p. 194.↩︎
Carta a Scholem, 29-5-1926. GB, III, p. 158. En 1916, Benjamin recibe una invitación por parte de Martin Buber para colaborar en la revista Der Jude. Benjamin rechaza esta propuesta
en una extensa misiva conocida como la “Carta a Buber) en la que centra el tema en la reflexión sobre la pertinencia de la convivencia de la filosofía con los escritos políticos.↩︎
Carta a Scholem, 17-4-1931. GB, IV, p. 26.↩︎
Carta a Scholem, 20-3-1933. GB, IV, p. 169. (Benjamin y Scholem. Correspondencia 1933-1940, op. cit. p. 41).↩︎
Ibid. Como explica Brodersen, los artículos de Benjamin continuaron publicándose en Alemania hasta mediados de los años treinta. El último, fechado en junio de 1935, fue la reseña de una monografía de Schiller escrita por Hermann Schneiders. Cfr. Brodersen, M. Spinne im eigenen Netz. Walter Benjamin, Leben und Werk, Elster, 1990, p. 227.↩︎
Benjamin, W. “Lebensläufe”, GS, VI, p. 227.↩︎
Wizisla, E. “Por el bien de mi correspondencia completa. La posteridad en las cartas de Walter Benjamin”, Revista Herramienta, 2010, p. 43.↩︎
Carta a Gretel Karplus, segunda mitad de febrero de 1934. GB, IV, pp. 355-356. (Adorno, G. y Benjamin, W. Correspondencia 1930-1940. Eterna Cadencia, 2011, p. 142).↩︎
Carta a Max Horkheimer, 8-4-1935. GB, V, p. 73.↩︎
Carta a Scholem, 3-3-1934. GB, IV, p. 358. (Benjamin y Scholem. Correspondencia 1933-1940, op. cit., p. 105).↩︎
Según Tiedemann, el texto al que se refiere como manuscrito es el que ha sido publicado con el título “Apuntes y materiales” en la versión definitiva el Libro de los Pasajes. Se trata de un conjunto de citas, comentarios y reflexiones ordenados en treinta y siete carpetas, cuyo “primer texto legible de sus reflexiones y citas en alemán” se debe a Gretel Karplus. Cfr. Tiedemann, R. “Editorischer Bericht”, en: Benjamin, W. Das Passagen Werk, op. cit., p. 1072. (Tiedemann, R. “Informe del editor”, en: Benjamin, W. Libro de los Pasajes, Akal, 2017, p. 886).↩︎
Carta a Alfred Cohn, 18-7-1935. GB, V, p. 129.↩︎
Tiedemann, op.cit., p. 1082.↩︎
Carta a Adorno y Gretel Karplus, 16-4-1938. GB, VI, pp. 6061. Para un estudio sobre la controversia que rodeó a la obra de Sternberger, cfr. Dodd, W. J. Dolf Sternberger's Panorama: Approaches to a Work of (Inner) Exile in the National Socialist Period. The Modern Language Review, 108/1, 2013, pp. 180-201↩︎
GB, V, p. 489.↩︎
Adorno, Th. W. y Benjamin, W. Briefwechsel 1928-1940, Suhrkamp, 1994, p. 43. (Adorno, Th. W. y Benjamin, W. Correspondencia 1928-1940. Eterna Cadencia, 2021, p. 46). En adelante se utilizará la edición que recoge el intercambio epistolar entre Adorno y Benjamin editada por Suhrkamp que abarca la correspondencia entre 1928 y 1940. Para ello, se utilizará la abreviatura ABB seguido del número de página. Se acompañará de la mención a la traducción en español.↩︎
Alternative 56/57, 185.↩︎
Un estudio pormenorizado sobre la polémica se encuentra en: Fries, U. “Ende der Legende. Hintergründe zu Walter Benjamins Tod“, The Germanic Review: Literature, Culture, Theory, 96/4, 2021, pp. 409-441.↩︎
Lonitz, H. „Nachbemerkungen des Herausgebers“, en: ABB, p. 449.↩︎
ABB, p. 203. (Adorno y Benjamin. Correspondencia, op.cit., p. 205).↩︎
Ibid., p. 112. (Ibid., p. 116).↩︎
La versión del exposé que envió a Adorno se encuentra publicada en GS, V (2), pp.1237-1249.↩︎
ABB, p. 119. (Adorno y Benjamin, Correspondencia, op.cit. p. 122).↩︎
Un acercamiento pormenorizado a algunos de los momentos de la recepción de los textos de Marx en la trayectoria intelectual de Benjamin se encuentra en: Goller, P. Walter Benjamins Marx-Engels-Studium. Mitteilungen der Alfred Klahr Gesellschaft, 1, 2013, 12-22↩︎
Carta a Gretel Karplus, 20-3-1939. GS, V.2, p. 1172.↩︎
Carta a Scholem, 20-5-1935. GB, V, pp. 83-84.↩︎
Benjamin, W. Das Passagen-Werk, op. cit., p. 499 (Libro de los Pasajes, op. cit., p. 400).↩︎
Ibid., pp. 46-47 (Ibid., pp. 38-39).↩︎
Ibid., p. 822. (Ibid., p. 680).↩︎
ABB, p. 122. (Adorno y Benjamin, Correspondencia, op.cit., p. 125).↩︎
Ibid., p. 123. (Ibid.).↩︎
Ibid., p. 124. (Ibid., p. 126).↩︎
Los textos se encuentran publicados en Benjamin, W. Pariser Passagen II, Das Passagen Werk. Suhrkamp, pp. 1044-1059. (Benjamin, W. Libro de los Pasajes, op. cit., pp. 865-876).↩︎
ABB, p. 112. (Adorno y Benjamin, Correspondencia, op. cit., p. 116).↩︎
Ibid., p. 140. (Ibid., p. 142).↩︎
Ibid., p. 138 (Ibid., p. 140).↩︎
Adorno, Th. W. „Charakteristik Walter Benjamins“, Kulturkritik und Gesellschaft I. Suhrkamp, 2003, p. 249.↩︎
ABB, p. 138. (Adorno y Benjamin, Correspondencia, op. cit., p. 140).↩︎
Para un estudio de los momentos de coincidencia y discrepancia sobre el tratamiento de la imagen dialéctica, véase: Reijen, W. Die Adorno-Benjamin-Kontroverse, Zeitschrift für philosophische Forschung, 60/1, 2006, pp. 99-120.↩︎
ABB, p. 139. (Adorno y Benjamin. Correspondencia, op. cit., p. 141).↩︎
Ibid., p. 141. (Ibid., p. 143).↩︎
Ibid., p. 142. (Ibid., p. 144).↩︎
Ibid., p. 149. (Ibid., p. 152).↩︎
Ibid., pp. 154-155. (Ibid., pp. 156-157).↩︎
Ibid., p. 157. (Ibid., p. 159).↩︎
Carta al director general de la Biblioteca Nacional de París, 8-7-1935. GB, V, p. 123.↩︎
GS, 15, p. 379↩︎
ABB, p. 233. (Adorno y Benjamin, Correspondencia, op. cit., p. 235).↩︎
Carta a Max Horkheimer, 16-4-1938. GB, VI, p. 64.↩︎
Cfr. Espagne, M. y Werner, M. Vom Passagen-Projekt zum Baudelaire. Neue Handschriften zum Spätwerk Walter Benjamins, Deutsche Vierteljahrsschrift für Literaturwissenschaft und Geistesgeschichte, 58/4, 1984, 593-657.↩︎
Carta a Max Horkheimer, 16-4-1938. GB, VI, p. 65.↩︎
Ibid., p. 66.↩︎
Ibid.↩︎
Ibid., p. 67.↩︎
Ibid., p. 67.↩︎
ABB, pp. 354-355. (Adorno y Benjamin. Correspondencia, op. cit., p. 353).↩︎
Carta a Max Horkheimer, 28-9-1938. GB, VI, p. 162. Según Montanelli, “el principio dialéctico-constructivo —que responde también al método del montaje— es inmanente al material mismo, que no está quieto sino vivo, y el objeto de la investigación deriva de su movimiento mismo según su perspectiva histórica” (Montanelli, M. Baudelaire Laboratory. Brief History of a Project by Walter Benjamin. Aisthesis, 13(2), p. 21).↩︎
Carta a Max Horkheimer, 28-9-1938. GB, VI, p. 163.↩︎
ABB, p. 364. (Adorno y Benjamin. Correspondencia, op. cit., p. 362).↩︎
Ibid., p. 368. (Ibid., p. 367).↩︎
Ibid., pp. 366-367. (Ibid., p. 365).↩︎
Ibid., p. 368. (Ibid., p. 366).↩︎
En respuesta a las acusaciones sobre la dureza excesiva con la que había reseñado la obra de Benjamin, Adorno asegura que “como es cosa natural entre amigos que proceden de la misma esfera espiritual y se preocupan por las mismas cuestiones, hacíamos críticas a nuestros respectivos trabajos sin que tales críticas enturbiasen lo más mínimo nuestras relaciones personales” (Adorno, Th. W. “Interimsbescheid”, Vermischte Schriften I., Suhrkamp, 2003, p. 184).↩︎
ABB, p. 74. (Adorno y Benjamin, Correspondencia, op. cit., p. 78).↩︎
Wizisla, E. Benjamin y Brecht. Historia de una amistad, Paidós, 2007, p. 34.↩︎
ABB, p. 74. (Adorno y Benjamin, Correspondencia, op. cit., p. 78).↩︎
Ibid.↩︎
Ibid., p. 369. (Ibid., p. 369).↩︎
Ibid., p. 371. (Ibid., p. 369).↩︎
Ibid., p. 382. (Ibid., p. 380).↩︎
Sobre esto, Monnoyer explica que el banquero había confiado la revisión del texto a una tercera persona no nombrada en la carta, “un psicoanalista, ex ministros de Cultos del go bierno de Kerenski y de un esnobismo insoportable” (Monnoyer, J-M., “Noticia”, en: Benjamin, W. Escritos franceses. Amorrortu, 2012, p. 331)↩︎
ABB, p. 426. (Adorno y Benjamin. Correspondencia, op. cit., p. 422).↩︎
Ibid., p. 361. (Ibid., p. 359).↩︎
Ibid., p. 359. (Ibid., p. 358).↩︎
Carta a Max Horkheimer, 30-11-1939. GB, VI, p. 359.↩︎
Carta a Max Horkheimer, 24-1-1939. GB, VI, p. 198.↩︎
Carta a Gretel Adorno, abril/mayo 1940. GB, VI, p. 435. (Adorno, G. y Benjamin, W. Correspondencia 1930-1940, op.cit., p. 446).↩︎
Ibid., p. 435. (Ibid., p. 446). Como es conocido, Adorno publica las tesis en 1942 en un número especial de la Zeitschrift für Sozialforschung.↩︎
Ibid., p. 436. (Ibid., pp. 446-447).↩︎
Ibid.↩︎
Benjamin. W. Über den Begriff der Geschichte. Gesammelte Schriften, I, Suhrkamp, 1980, p. 702. (Benjamin, W. Tesis sobre el concepto de historia y otros ensayos sobre historia y política. Alianza, 2021, p. 79).↩︎
GB, VI, p. 436. (Adorno, G. y Benjamin, W. Correspondencia 1930-1940, op.cit., p. 447).↩︎
GB, VI, p. 483.↩︎