e-ISSN: 1131-5598
ARTÍCULOS
Resumen: El diseño colaborativo entre artesanos rurales y diseñadores enfrenta tensiones epistemológicas, culturales y relacionales derivadas de la interacción entre conocimientos empíricos y académicos, las demandas globales frente a la preservación cultural y las desigualdades de poder. Estas tensiones, lejos de ser obstáculos, son oportunidades para transformar el diseño co-creativo en un sistema más inclusivo y resiliente. Este artículo analiza cómo dichas fricciones modelan los procesos de co- creación en el departamento de Santander, Colombia. A través de entrevistas, observación participante y revisión documental, se identifican las dinámicas entre los actores, los procesos creativos y los resultados creados. Los hallazgos muestran que la implementación de metodologías híbridas facilita la integración de saberes locales y herramientas contemporáneas, promoviendo un diseño situado. Asimismo, se resalta la importancia de consolidar acuerdos de colaboración que garanticen una distribución equitativa de responsabilidades y beneficios. Desde una perspectiva decolonial, se proponen estrategias como el fortalecimiento de redes de confianza, la resignificación de los oficios artesanales y la implementación de mecanismos de gobernanza horizontal. Finalmente, se destacan puntos de apalancamiento para gestionar estas tensiones y consolidar sistemas co-creativos que articulen tradición e innovación, favoreciendo el diálogo y dando lugar a productos resilientes y culturalmente significativos.
Palabras clave: Codiseño, artesanía rural en Colombia, perspectiva decolonial, sistemas sociotécnicos, hibridación cultural.
Abstract: Collaborative design between rural artisans and designers faces epistemological, cultural, and relational tensions arising from the interaction between empirical and academic knowledge, global demands versus cultural preservation, and power imbalances. These tensions, rather than being obstacles, present opportunities to transform co-creative design into a more inclusive and resilient system. This article examines how these frictions shape co-creation processes in the department of Santander, Colombia. Through interviews, participant observation, and document review, the study identifies the dynamics among actors, creative processes, and resulting outcomes. The findings reveal that the implementation of hybrid methodologies facilitates the integration of local knowledge and contemporary tools, promoting a situated design approach. Additionally, the study emphasizes the importance of establishing collaborative agreements that ensure an equitable distribution of responsibilities and benefits. From a decolonial perspective, proposed strategies include strengthening trust networks, resignifying artisanal trades, and implementing horizontal governance mechanisms. Finally, the article highlights leverage points for managing these tensions and consolidating co-creative systems that integrate tradition and innovation, fostering dialogue and resulting in sustainable and culturally significant products.
Keywords: Codesign, Rural Artisanal Craft in Colombia, Decolonial perspective, Socio-technical systems, Cultural hybridization.
Sumario: 1. Introducción • 2. Marco de referencia • 2.1 Contexto histórico-geográfico del diseño y la artesanía rural • 2.2 Sistema co-creativo • 2.3 Perspectiva decolonial • 3. Metodología • 4. Resultados y Discusión • 4.1 Tensiones del co-creador • 4.2 Tensiones del proceso creativo • 4.3 Tensiones del resultado creado • 4.4 Análisis generalizado de las tensiones identificadas • 4.5 Puntos de apalancamiento y perspectivas • 5. Conclusiones • Referencias
Cómo citar: Vargas-Espitia, A. y Cuadrado-Siosy, J.K. (2025). Tensiones en sistemas co-creativos. Una mirada crítica a la integración del diseño en comunidades artesanales de Colombia en el departamento de Santander. Arte, Individuo y Sociedad, 37(2), 353-365. https://dx.doi.org/10.5209/aris.99561
El diseño co-creativo entre artesanos rurales y diseñadores ha surgido como una práctica transformadora que combina valores culturales, técnicas tradicionales y demandas contemporáneas para fortalecer el sector artesanal. Sin embargo, este enfoque también enfrenta desafíos, como las relacionadas con la incorporación de tecnologías, la autenticidad cultural y las exigencias comerciales, lo que refleja dinámicas complejas en la interacción entre los actores, sus procesos y los resultados creados. Estas tensiones, lejos de ser simples obstáculos, pueden considerarse valores inherentes que enriquecen la disciplina del diseño y la práctica del oficio artesanal.
A pesar de que han surgido importantes investigaciones sobre diseño colaborativo, persiste un vacío en la literatura en torno a cómo estas tensiones estructuran y modelan los procesos co-creativos en contextos rurales, especialmente en regiones con una fuerte tradición artesanal como es Santander, Colombia. Estudios previos han abordado los beneficios del co-diseño para revitalizar las prácticas artesanales, pero tienden a omitir las complejidades asociadas con las jerarquías epistemológicas y las metodologías de intervención (Escobar, 2018; Sanders & Stappers, 2008). Este artículo busca llenar este vacío al analizar el sistema co-creativo como un entramado sociotécnico en el que convergen tradición e innovación.
El caso del departamento de Santander resulta especialmente pertinente, ya que su diversidad artesanal abarca desde la tejeduría en fique hasta el trabajo en piedra, integrando dinámicas contemporáneas que dialogan con su legado cultural. Este artículo explora dos preguntas claves: ¿qué tensiones emergen en el sistema co-creativo entre diseñadores y artesanos rurales?, ¿cómo estas tensiones orientan los procesos colaborativos? A partir de estas interrogantes, el estudio articula una perspectiva decolonial y sistémica que permite repensar el diseño como un sistema híbrido y complejo.
Metodológicamente, el artículo combina análisis documental, entrevistas y observación participante, lo que permite integrar hallazgos teóricos y prácticos. En esta línea, se analizan las voces de diseñadores y artesanos involucrados en dinámicas colaborativas, reflexionando sobre su interacción con materiales, tecnologías y mercados. Este enfoque no solo profundiza en las tensiones inherentes al co-diseño, sino que también propone una reinterpretación de estas fricciones como oportunidades para construir sistemas creativos más equitativos y sostenibles.
El artículo se estructura en cuatro secciones principales. La primera ofrece una revisión de la literatura científica sobre diseño y artesanía, con un enfoque crítico y decolonial que destaca debates relevantes en la temática. La segunda sección describe el marco metodológico empleado y las características del caso de estudio. En la tercera, se presentan conjuntamente los hallazgos y su discusión, organizados en torno a las categorías de co-creadores, procesos y resultados. Esta sección analiza las implicaciones de los hallazgos para el diseño colaborativo en contextos rurales y expone los puntos de apalancamiento como oportunidades que abarcan aspectos tanto prácticos como teóricos del diseño co-creativo, proporcionando un marco para su comprensión. Finalmente, el artículo concluye con recomendaciones que buscan contribuir al avance teórico y práctico del diseño co-creativo, para su aplicación en diversos contextos.
Este marco de referencia aborda tres aspectos: el contexto histórico-geográfico del diseño y la artesanía rural, el sistema co-creativo y la perspectiva decolonial. Primero, se examinan las transformaciones históricas que han vinculado al diseño con procesos de industrialización. Luego, se explora el sistema co-creativo, que involucra la interacción entre diseñadores, artesanos y tecnología en procesos colaborativos. Por último, se aborda la perspectiva decolonial, que cuestiona las jerarquías impuestas por la modernidad y promueve la integración de saberes tradicionales en el diseño, destacando su rol como resistencia frente al capitalismo global. Este enfoque integral permite entender cómo estos elementos se interconectan para fortalecer la relación entre diseño y artesanía en contextos rurales.
La disciplina del diseño, desde sus orígenes, ha estado ligada a procesos de industrialización que priorizaron la estandarización y la eficiencia productiva, relegando valores y prácticas artesanales. Durante las revoluciones científicas y artísticas, la lógica mecanicista desplazó la cultura artesanal hacia la periferia de los sistemas productivos, consolidando a las ciudades como centros de producción y dejando las áreas rurales rezagadas (Harvey, 1989; Margolin, 2002; Escobar, 2018). Este fenómeno transformó al artesanado rural en una comunidad menospreciada bajo las lógicas del progreso mo- dernizador (Marcuse, 1964; Bonsiepe, 1999; Grisales Vargas, 2017).
En este proceso modernizador, se establecieron jerarquías entre alta y baja cultura. Mientras el arte se elevó como símbolo de distinción y buen gusto, la artesanía fue relegada a lo cotidiano y decorativo (Bourdieu, 1979; Harvey, 1989). Esta separación, perpetuada por valores institucionales y académicos, contribuyó a la homogenización de la artesanía y a su pérdida de significado cultural, exacerbando desigualdades (Grisales Vargas, 2017). A pesar de iniciativas como el movimiento Arts and Crafts en el siglo XIX, que intentaron revalorizar la artesanía, estas fueron cooptadas por lógicas capitalistas y neoliberales, limitando su impacto transformador (Dormer, 1997; Risatti, 2007).
Desde la segunda mitad del siglo XX, la crítica posmoderna ha impulsado una revalorización de la expresión artesanal. Harvey (1989) y Sennett (2008) destacan la recuperación de la habilidad manual y la identidad cultural, mientras que Shiner (2012) y Escobar (2018) vinculan este proceso con la búsqueda de alternativas al capitalismo global. En este contexto, la transmodernidad, desarrollada por Dussel (2000) y Mignolo (2011), reivindica las prácticas artesanales del Sur Global, como las de América Latina, en tanto expresiones de resistencia y sostenibilidad en el marco de las economías creativas y populares.
En el contexto colombiano, el diseño ha evolucionado con una fuerte influencia del funcionalismo alemán, como señalan Fernández y Bonsiepe (2008). Sin embargo, su consolidación como fenómeno urbano y vinculado a procesos de innovación ha dificultado su integración con sectores rurales. Factores como el conflicto armado han generado desafíos significativos en esta interacción. No obstante, desde la década de 1970, se han desarrollado iniciativas que han posicionado el diseño como una estrategia clave para el sector artesanal, intensificándose en los años 90 con la implementación de laboratorios de diseño, una táctica que permitió mayor vinculación entre diseñadores y comunidades rurales (Ramírez, 2012). Este contexto marca la transición hacia nuevas dinámicas colaborativas, en las cuales el diseño y la artesanía pueden converger en sistemas más integrados y equitativos.
La teoría de sistemas, en particular el concepto de sistema sociotécnico permite comprender las dinámicas entre los actores, sus procesos y la tecnología como un entramado interdependiente enfocado en la creación de bienes culturales y comerciales (Latour, 2005; Ihde, 1990; Verbeek, 2011). Este enfoque también permite abarcar macrosistemas, como las comunidades creativas, artesanales, académicas y organizacionales, que interactúan en procesos de aprendizaje y adaptación (Gibson, 2018; Shiner, 2012). Dentro de estos sistemas, es posible identificar puntos de apalancamiento, es decir, aspectos estratégicos donde pequeñas intervenciones pueden generar cambios significativos en las tensiones que se instalan en la dinámica global del sistema (Meadows, 1999). En el marco de Design for Sustainability (Ceschin & Gaziulusoy, 2019), se destaca cómo los sistemas sociotécnicos, denominados en este artículo como sistema co-creativo, están compuestos por creadores, procesos y tecnologías que facilitan el flujo de conocimientos, materiales y recursos (Ver Fig.1).
El cocreador como elemento del sistema sociotécnico permite comprender cómo diseñadores, artesanos y tecnologías, generan micro-interacciones creativas basadas en el intercambio de conocimientos y diálogos culturales. En el caso del diseñador, al menos desde la teoría, ha transitado de un rol individual a uno colaborativo, actuando como facilitador en procesos interdisciplinarios. Según Sanders y Stappers (2008), esta transformación implica pasar de enfoques centrados en el usuario a metodologías de co-creación que integran múltiples actores y perspectivas. Ceschin y Gaziulusoy (2019) argumentan que esta transformación está respaldada por metodologías estructuradas y enfoques positivistas en la formación académica del diseñador, que enfatizan la investigación, conceptualización y análisis de tendencias globales. Sin embargo, en la práctica, la formación no consolida del todo habilidades sociales necesarias para el co-diseño, lo que se traduce en que los colaboradores sean relegados a roles secundarios, cuestionando el ideal de horizontalidad en el diseño colaborativo (Sanders & Stappers, 2008).
El artesano, en contraste, opera desde un conocimiento empírico y materializado en la destreza técnica, estableciendo una conexión intuitiva entre la mano y la cabeza, como describe Sennett (2008). Su proceso no lineal refleja una relación íntima con los materiales, técnicas y contextos culturales que sustentan su práctica. Shiner (2012) destaca que el artesano trasciende la producción utilitaria al integrar valores culturales y sociales en sus creaciones. Además, la diversidad del artesano debe ser considerada desde un enfoque pluralista, reconociendo categorías como artesano tradicional, neoartesano o manualista, lo que permite un perfilamiento antropológico y sociológico más preciso.
La tecnología, incluyendo a los materiales, se comprende como “lo no humano”, actuando como un agente en los procesos de diseño y artesanía. Para Latour (2005), las tecnologías poseen agencialidad, influyendo en dinámicas creativas dentro de redes sociotécnicas. Herramientas como Pinterest inspiran visualmente y WhatsApp facilita interacciones rápidas, mientras que la producción avanzada (impresión 3D, corte laser, etc.) amplía las posibilidades de integrar tradición e innovación. No obstante, aunque la inteligencia artificial generativa ha expandido las fronteras creativas, su impacto sigue limitado por la ausencia del sentipensar humano. Verbeek (2011) subraya que los artefactos moldean valores éticos, mientras Ihde (1990) enfatiza su papel en la expansión de capacidades humanas. Johansson, Henriksen e Ind (2016) advierten que, si bien estas herramientas promueven la colaboración, también generan desafíos como la dependencia tecnológica y la homogenización cultural.
Se configura en sí mismo como un sistema interdisciplinario que integra procesos metodológicos, en el que los actores interactúan de manera dinámica para crear. Según Buchanan (1992), el diseño contemporáneo utiliza herramientas como el design thinking (Brown, 2009), que posicionan al diseñador como facilitador y estructuran procesos de investigación, ideación y prototipado que conectan necesidades locales con perspectivas globales. Sanders y Stappers (2008) enfatizan que esta evolución metodológica trasciende enfoques centrados en el usuario a enfoques centrados en la comunidad (Ortiz, 2024).
Sin embargo, las dinámicas co-creativas reflejan diferencias significativas entre los actores. Mientras el artesano opera desde un conocimiento empírico y no lineal (Sennett, 2008), el diseñador se apoya en una formación metodológica que le permite anticipar tendencias globales y estructurar procesos creativos sistemáticamente (Wiltschnig, Christensen & Ball, 2013). Estas diferencias, aunque generan desafíos, también ofrecen oportunidades de aprendizaje mutuo: el artesano aporta sensibilidad técnica y cultural, mientras el diseñador organiza la creatividad y gestiona la producción, especialmente en proyectos con componentes externos.
En el marco de la co-creación, la tecnología actúa como un mediador que amplifica las capacidades creativas de ambos actores. Desde herramientas digitales hasta sistemas de inteligencia artificial generativa, la tecnología redefine cómo se conceptualizan y ejecutan los procesos creativos. Ihde (1990) y Verbeek (2011) argumentan que las tecnologías, aunque dependientes del ser humano, influyen en la estética y las dinámicas colaborativas. Cuando se utiliza de manera equilibrada, la tecnología facilita un diálogo enriquecedor entre la tradición y la innovación.
Comprender el resultado de la creación como un sistema objetual implica reconocer la interacción entre componentes materiales, lógicas de producción y consumo, con el fin de materializar cultura y generar dinámicas comerciales de subsistencia. Históricamente, el objeto industrial ha sido el principal resultado del proceso creativo en diseño, consolidándose como símbolo de funcionalidad, producción masiva y cultura de consumo (Margolin, 2002; Dormer, 1997). Este paradigma estableció parámetros estandarizados orientados a la eficiencia y repetitividad. En contraste, los productos artesanales se entienden desde su arraigo a tradiciones y prácticas locales, aunque enfrentan la tensión de integrar lógicas de producción y consumo industrial (Byung-Chul Han, 2015). Esta dicotomía ilustra la fricción entre mercantilización y ritualidad en los objetos, como describe Han. Mientras, Wherry (2008) resalta que los productos artesanales, además de preservar identidad cultural, pueden convertirse en motores de innovación al conectar tradiciones locales con mercados globales.
Con el auge de la industrialización y la promoción del turismo a gran escala, los productos artesanales fueron desvinculándose de sus significados originales e integrándose al concepto de souvenirs (Grisales Vargas, 2017; Cote, 2017). Sin embargo, la posmodernidad trajo consigo una revalorización de estos productos como piezas únicas que representan identidades culturales. Shiner (2012) destaca cómo sectores como la moda y la decoración promueven esta autenticidad frente a la estandarización. Como resultados de estas tensiones a nivel cultural Bravo Bravo (2022) señala que estos sectores estimulan un modelo de neo-artesanía que pone en discusión la tradición e innovación, la localidad con la globalidad, la cultura propia con la cultura de masas.
La perspectiva decolonial cuestiona las jerarquías impuestas por la modernidad/colonialidad, que han subordinado las epistemologías del Sur Global al Norte Global (Mignolo, 2011). En lugar de rechazar la modernización, busca integrar saberes tradicionales con dinámicas contemporáneas, promoviendo un diálogo respetuoso entre globalidad y localidad. Dussel (2000) enfatiza la ética de la liberación, proponiendo un diálogo horizontal entre el Norte y el Sur, donde el Sur no se subordina, sino que genera alternativas propias. Este enfoque de diseño valora la artesanía como un “mestizaje en disputa” (García Canclini, 1990), generando nuevos significados estéticos y funcionales. Sin embargo, Escobar (2018) advierte que las imposiciones globales pueden mercantilizar las tradiciones, mientras que Sanders y Stappers (2008) subrayan que las perspectivas transdisciplinarias pueden generar innovaciones significativas, aunque siempre existe el riesgo de adaptar las prácticas locales a las demandas externas.
La investigación se realizó bajo un enfoque cualitativo de tipo interpretativo, que permitió identificar, sistematizar y analizar las tensiones y dinámicas entre los cocreadores. Este diseño se enfocó en los procesos de co-creación, tomando en cuenta tanto la teoría existente como los datos empíricos obtenidos a través de entrevistas, observación participante y visitas de campo.
El análisis de estas tensiones se realiza a través de la interacción entre los actores en tres subsistemas: el co-creador, compuesto por el artesano, el diseñador y la mediación no humana; el proceso creativo, que abarca las etapas de conceptualización y desarrollo de los productos; y los resultados creativos finales, que son el producto tangible de la co-creación. Cada uno de estos subsistemas permite explorar cómo las tensiones epistemológicas, culturales y relacionales (ver tabla 1), se manifiestan y afectan la colaboración, desde las interacciones iniciales hasta el producto final.
Las categorías analíticas surgen del marco de referencia, reflejando la complejidad del sistema co-crea- tivo en la artesanía rural. Las tensiones epistemológicas emergen de las diferencias históricas entre el diseño, estructurado por la industrialización, y la artesanía, basada en conocimientos empíricos (Harvey, 1989; Sennett, 2008). Las tensiones culturales derivan de la interacción entre dinámicas globales del diseño y prácticas locales, influenciadas por la modernidad/colonialidad y las demandas del mercado (Escobar, 2018; Mignolo, 2011). Por último, las tensiones relacionales resultan de desigualdades en jerarquías y dinámicas de poder entre el diseño la artesanía (Latour, 2005; Sanders & Stappers, 2008) evidentes al ser revisadas como sistema sociotécnico.
| Tensiones | Co- Creador | Proceso Creativo | Resultado Creado |
| Epistemológicas | Diferentes enfoques creativos y expectativas entre los actores | Las diferencias metodológicas y en los conocimientos técnicos | Conflictos entre las ideas en torno a los resultados |
| Culturales | Tradiciones locales con expectativas globales | Las diferencias culturales en valores y prácticas | Desafíos en la preservación de la identidad cultural y la autenticidad del producto |
| Relacionales | Las dinámicas de poder entre los actores, roles y responsabilidades | Las jerarquías y la falta de claridad en procedimientos, tiempos y toma de decisiones. | En el producto artesanal en relación con dinámicas industriales |
*Elaboración propia.
La recolección de datos incluyó múltiples técnicas cualitativas para asegurar una perspectiva de las tensiones en el proceso de co-creación. En primer lugar, se llevó a cabo una investigación documental, basada en la revisión de fuentes secundarias extraídas de bases de datos académicas como Scopus, Google Scholar, SpringerLink, Dialnet y el repositorio de Artesanías de Colombia. Este análisis permitió identificar estudios previos relacionados con la co-creación y la artesanía rural, estableciendo el marco teórico.
Además, se realizaron entrevistas semiestructuradas a artesanos y diseñadores. Estas entrevistas, que fueron grabadas con consentimiento informado, profundizaron en las dinámicas de trabajo cola- borativo, identificando tensiones específicas y explorando las experiencias de los participantes en los procesos creativos.
Por último, se efectuaron cinco (5) visitas de campo a talleres artesanales, en las que se implementó la técnica de observación participante. Esta metodología permitió registrar de manera directa las interacciones entre diseñadores y artesanos durante la creación de los productos, captando las interacciones reales y las tensiones entre los actores durante la creación del producto artesanal.
La muestra incluyó a diecisiete (17) artesanos y cuatro (4) diseñadores residentes en el departamento de Santander (Colombia), seleccionados mediante muestreo por conveniencia, priorizando aquellos con experiencia relevante en el proceso de co-creación.
Se seleccionó la muestra con el objetivo de identificar tendencias clave en las interacciones entre diseñadores y artesanos, con una suficiente diversidad para asegurar la representatividad de las tensiones culturales, epistemológicas y relacionales. Para salvaguardar la identidad de los entrevistados y facilitar la exposición de los resultados, estos serán enumerados.
En cuanto al área geográfica del estudio, Santander se destacó como un territorio de especial interés debido al reconocimiento de la artesanía colombiana en el ámbito internacional y a la consolidación de comunidades artesanales con oficios tradicionales. La tejeduría en fibras blandas, en particular el fique, es la actividad predominante, coexistiendo con otras prácticas como la talla en madera y piedra, la cestería y la alfarería. Estas manifestaciones artesanales se distribuyen en municipios emblemáticos como Curití, Charalá y San Gil, donde los artesanos han preservado tradiciones históricas (Serrano Rodríguez, Márquez Ramírez & Ascencio Barón, 2020). Por otro lado, en municipios de gran relevancia turística nacional e internacional como Barichara, se observan interacciones crecientes con artesanos contemporáneos, a menudo enmarcada en dinámicas post-turísticas, lo que promueve nuevas expresiones a nivel de cultura material territorial. Si bien los esfuerzos por fortalecer la artesanía a través del diseño comenzaron en la década de 1990, fue en 2016, con la creación del Laboratorio de Innovación Artesanal de Santander, liderado por Artesanías de Colombia, cuando este proceso adquirió continuidad y un mayor impacto en la región (Artesanías de Colombia, 2008; Institución Universitaria Colegio Mayor del Cauca, 2010).
El estudio contó con la participación de artesanos rurales del departamento de Santander, Colombia. De estos, el 94 % eran mujeres y el 6 % hombres, en un rango de edad entre 30 y 60 años. También se incluyeron diseñadores, seleccionados por su experiencia en proyectos de intervención artesanal (ver Fig.2), quienes estaban en un rango de edad entre 25 y 45.
La selección de los participantes se realizó teniendo en cuenta que los artesanos fuesen residentes de la región en mención y tuviesen experiencia previa en procesos de co-creación con diseñadores. Para el caso de estos últimos, que hubieran participado en al menos dos proyectos de fortalecimiento del sector artesanal impulsados por organizaciones gubernamentales o no gubernamentales. Quienes no cumplían con estos criterios fueron excluidos.
Los datos fueron analizados utilizando el software ATLAS.ti, que permitió una codificación y categorización de-A tallada de las tensiones en el proceso de co-creación. El análisis se centró en identificar patrones en las tres categorías de tensiones (epistemológicas, culturales y relacionales), con énfasis en cómo estas influían en las relaciones entre artesanos y diseñadores, los procesos y los resultados finales. Se utilizó la triangulación de fuentes documentales, entrevistas y observaciones de campo para garantizar la validez de los datos. Además, se realizó un análisis comparativo entre las percepciones de artesanos y diseñadores sobre las tensiones y oportunidades en el proceso de co-creación. El análisis implicó la identificación de fricciones y puntos de convergencia entre los actores, permitiendo la identificación de puntos de apalancamiento. La sistematización incluyó información sobre las personas artesanas (edad, género, oficio artesanal, ubicación geográfica, población) y las características del emprendimiento (producto ofrecido, destino de los productos, tiempo en el mercado).
Los resultados analizados reflejan las tensiones y puntos de apalancamiento en cada una de las categorías establecidas para el estudio, abordando cómo estas impactan tanto en los actores, en los procesos creativos como en los productos finales. Asimismo, se discuten implicaciones teóricas y prácticas con base en el marco referencial (ver Fig. 3).
Las tensiones entre co-creadores, es decir, entre diseñadores, artesanos y la mediación tecnológica, surgen de diferencias en conocimientos, enfoques creativos y expectativas, así como de dinámicas de poder y prejuicios mutuos (ver Fig.3).
Los diseñadores, con formación en metodologías estructuradas y conceptos abstractos, a menudo enfrentan dificultades para traducir sus ideas plasmadas en dibujos a procesos de tejido más intuitivos manejados por los artesanos. La Artesana 8 expresa esta desconexión al afirmar: “Un diseñador llega a imponer lo que plasma en [...] un dibujo. Y llevarlo al tejido es mucho más complicado. [...] llegan acá y no conocen el manejo de la fibra.” Esta cita refleja la brecha entre la conceptualización técnica del diseñador y el conocimiento empírico del artesano, una problemática que Risatti (2007) y Escobar (2018) han señalado en sus estudios sobre la integración de saberes tradicionales en procesos creativos contemporáneos.
Además, existe una resistencia por parte de algunos artesanos a adoptar nuevas técnicas propuestas por los diseñadores. La Artesana 10 comenta: “Muchos artesanos no quieren aprender [...] yo sé hacer esto [...] es que yo no lo aprendí a hacer así.” Esta resistencia puede ser vista como una defensa de los conocimientos tradicionales frente a la imposición de métodos externos, una dinámica que Bourdieu (1979) describe como una lucha por el capital cultural.
Por otro lado, los diseñadores también reconocen la necesidad de adaptarse y aprender de los artesanos. El Diseñador 4 señala: “El diseñador tiene que aprender y empaparse de los oficios para saber qué proponer en todos los escenarios artesanales [...] un diseñador que no entiende cómo funciona el taller pierde el respeto por completo de la comunidad.” Este reconocimiento es congruente con las propuestas de Gibson (2018), quien subraya la importancia de las comunidades de práctica y cómo el aprendizaje mutuo entre diseñadores y artesanos fomenta una colaboración más equitativa y productiva.
Las tensiones culturales surgen cuando las tradiciones artesanales locales se enfrentan a las expectativas y demandas de un mercado globalizado o de un diseño contemporáneo. La Artesana 9 menciona: “A veces llegan y, ay es que tengo esta idea (basada en referente de internet), pero no se tiene en cuenta si el artesano lo puede hacer.” Este testimonio evidencia cómo las propuestas de diseño externo pueden ignorar las prácticas culturales y técnicas locales, generando fricciones y desmotivación entre los artesanos.
Cote (2017) destaca que la modernización y la patrimonialización a menudo priorizan la innovación sobre la autenticidad cultural, lo que puede resultar en una pérdida de identidad artesanal. Además, la resistencia cultural se manifiesta cuando los artesanos perciben las propuestas de los diseñadores como imposiciones externas que no respetan sus valores y prácticas tradicionales. El Diseñador 4 agrega: “En ningún escenario de la academia se establece un proceso de pensamiento lógico para el desarrollo, no de producto artesanal, (sino) de trabajo con la comunidad artesanal” subrayando la falta de consideración cultural en los procesos académicos de diseño.
Esta dinámica de confrontación entre lo tradicional y lo moderno puede ser mitigada mediante enfoques de diseño situados2 que respeten e integren las cosmologías locales, como sugieren Escobar (2018) y Hui y Lima (2020). Estos enfoques promueven una colaboración más respetuosa y adaptativa, permitiendo que las tradiciones culturales se mantengan intactas mientras se incorporan elementos innovadores que respondan a las demandas contemporáneas.
Las relaciones de poder entre diseñadores y artesanos a menudo reflejan desigualdades históricas y estructurales que impactan negativamente la colaboración. La Artesana 11 comenta: “la forma, como de ella (la diseñadora), era como (decía): ‘usted me hace esto y es que tiene que ser así;’ como intransigente.” Este tipo de dinámicas jerárquicas limita la participación creativa de los artesanos y perpetúa una estructura desigual en la relación colaborativa.
Bourdieu (1979) argumenta que estas dinámicas son una manifestación de desequilibrios en el capital cultural, donde los diseñadores, al concentrar conocimientos técnicos y académicos, ejercen una mayor influencia simbólica. Sin embargo, el Diseñador 2 reconoce la importancia de equilibrar estos roles: “Identificar qué tipo de artesano3 era y cómo poder abordarlo era siempre importante” lo cual refleja un intento de democratizar el proceso creativo.
De manera similar, artesana 15 menciona que “a veces se pasan todo un semestre completo y uno se toma la expectativa (...) y cuando de repente lo toman a uno por sorpresa (...) es un estrés”, lo que evidencia una falta de continuidad en los procesos de co-creación. Asimismo, la artesana 17 resalta la necesidad de mayor empatía por parte de los diseñadores: “Que el diseñador se crea que, porque es muy estudiado y tiene más conocimiento en ese tema de diseños, pues quiera darse (...) ínfulas (...) y esa prepotencia de que yo sé más, entonces tienen que someterse a lo que yo diga”. Para abordar estas tensiones relacionales, Sanders y Stappers (2008) proponen modelos de co-creación que fomenten la participación equitativa y la corresponsabilidad. Brogan y Dooley (2023) destacan que la construcción de confianza y capital social es fundamental para reconfigurar las relaciones de poder, permitiendo una colaboración más horizontal y respetuosa.
Se examinan las tensiones que emergen en el proceso creativo al confrontar enfoques urbanos e industriales, caracterizados por la estandarización y eficiencia, con métodos rurales y manuales, centrados en la singularidad y el conocimiento empírico (ver Fig.4).
Las tensiones epistemológicas en el proceso creativo se manifiestan en la diferencia entre la conceptualiza- ción de ideas abstractas por parte de los diseñadores y la producción práctica realizada por los artesanos. La Artesana 5 señala: “En un computador todo se puede hacer, pero cuando uno va a la parte (práctica) ya de hacer las cosas ellos dicen, uy no, (no es viable) yo pensé que así se podía.” Esta afirmación refleja la discrepancia entre las posibilidades teóricas ofrecidas por herramientas digitales y las limitaciones prácticas enfrentadas por los artesanos en la ejecución de dichas ideas.
El Diseñador 4 añade: “Las texturas en el mundo artesanal son complejísimas [...] llevarlo al mundo del software 3D es complejo,” subrayando la dificultad de transferir conceptos digitales a métodos artesanales tradicionales. Esta complejidad técnica puede generar frustración y desmotivación entre los artesanos, afectando la fluidez del proceso creativo.
Según Wiltschnig, Christensen y Ball (2013), la co-evolución de problemas y soluciones en equipos de diseño colaborativo puede ser obstaculizada por estas tensiones epistemológicas. Es esencial que los diseñadores comprendan las capacidades técnicas y las limitaciones de los artesanos para desarrollar soluciones viables y sostenibles. Además, los autores sugieren que la iteración continua y la retroalimentación mutua son cruciales para alinear las expectativas y facilitar una co-creación más efectiva.
La integración de prácticas culturales diversas en el proceso co-creativo puede generar tensiones culturales, especialmente cuando se trata de desarrollar muestras que respeten las tradiciones artesanales. La Artesana 4 comenta: “ese acompañamiento presencial es lo que a ellos les permite ver qué es posible y qué no, [...] y plasmar en un telar cosas posibles.” Este acompañamiento es fundamental para adaptar las propuestas de diseño a las realidades y técnicas de los artesanos, evitando la imposición de ideas que no son culturalmente viables.
El Diseñador 4 enfatiza la importancia del diálogo continuo: “La construcción sobre el papel es fundamental [...] el diseñador debe trabajar en tiempo real con el artesano, generando un diálogo respetuoso.” Este enfoque colaborativo permite una adaptación más efectiva, asegurando que las propuestas de diseño sean culturalmente sensibles y técnicamente factibles.
Referencias como Escobar (2018) y García Canclini (1990) destacan la importancia de respetar y adaptar las prácticas culturales en contextos de co-creación, promoviendo un diseño situado que refleje y respete las diversidades culturales. Además, la inclusión de prácticas culturales en el desarrollo de muestras puede enriquecer el proceso creativo, proporcionando nuevas perspectivas y soluciones innovadoras que respetan la tradición.
Las tensiones relacionales en el proceso creativo se centran en la coordinación y gestión de la colaboración entre diseñadores y artesanos, especialmente en la fase de producción y estandarización. La Artesana 9 señala: “muchas veces lo pintan ahí (bocetación), y bueno, hágalo y vienen a los dos, tres días, ¿cómo van? ¿Sí? O sea, no le dicen a uno esto se hace así, ¿cómo van? Y uno, mire a ver cómo echa cabeza(pensar) para sacar las cosas.” Esta falta de comunicación y seguimiento puede generar incertidumbre y estrés entre los artesanos, dificultando la producción efectiva de las muestras y la estandarización de los productos.
El Diseñador 3 añade: “Pero sí ha empezado a estar más presente... Y he empezado a utilizar la inteligencia artificial para ayudar a construir esas narrativas.” La incorporación de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial, puede mejorar la coordinación y facilitar el proceso creativo, aunque también ahonda en tensiones relacionadas con la comprensión mutua de las herramientas utilizadas.
Según Smulders, van Gennip y Sleijpen (2008), las herramientas de co-creación pueden mediar y resolver tensiones relacionales al facilitar la comunicación y la coordinación entre los colaboradores. Sin embargo, es crucial que estas herramientas se utilicen de manera que eviten la homogenización cultural y promuevan una colaboración equitativa.
Además, la estandarización del producto, como menciona el Diseñador 4: “Hay que estandarizar producto porque [...] es uno de los elementos que las comunidades normalmente no tienen claro,” introduce tensiones entre la necesidad de mantener la autenticidad artesanal y la demanda de productos uniformes para el mercado. Esta tensión puede llevar a conflictos sobre cómo equilibrar la creatividad y la tradición con los requisitos comerciales, afectando la sostenibilidad del proceso creativo y la satisfacción de ambos actores.
Surgen en los resultados creativos cuando los productos artesanales, concebidos como materialización de la identidad cultural, deben adaptarse a las lógicas de producción y consumo contemporáneas (ver Fig.5). Este dilema pone en juego la preservación de significados simbólicos frente a las demandas de estandarización y funcionalidad que impone el mercado globalizado.
Las tensiones epistemológicas se manifiestan en las diferentes interpretaciones sobre lo que constituye un producto exitoso. La Artesana 3 señala: “A veces hay diseños que no nos gustan, [...] No les gustan a los clientes. [...] Conmigo no ha pegado las lámparas.” Esta discrepancia entre las expectativas de los artesanos y la orientación del diseñador puede resultar en productos que no satisfacen las necesidades del mercado ni reflejan adecuadamente al taller artesanal. El Diseñador 2 sugiere: “Invitar a los artesanos a cuestionarse si los productos que están realizando son copiados de Internet o [...] inteligencia artificial o hay una intervención de ellos,” subrayando la necesidad de definir claramente la autenticidad y originalidad en los productos co-creados. Verbeek (2011) respalda este desafío, indicando que la moralidad y autenticidad en los productos están influenciadas por las interacciones entre humanos y tecnologías.
Además, la definición de éxito debe considerar tanto la viabilidad económica como la preservación de la identidad cultural. El Diseñador 4 enfatiza: “El diseño tiene que basarse en la tradición y el conocimiento artesanal [...] no convertir el producto en algo netamente industrial,” destacando la importancia de equilibrar autenticidad y sostenibilidad. Este equilibrio asegura que los productos sean comercialmente viables y reflejen las tradiciones y técnicas artesanales. Las metodologías de co-creación deben facilitar un diálogo abierto entre diseñadores y artesanos, reconociendo y valorando los saberes técnicos y empíricos de ambas partes para desarrollar productos que satisfagan las exigencias del mercado y las expectativas culturales.
Las tensiones culturales se relacionan con la necesidad de preservar la identidad cultural de los productos artesanales mientras se incorporan elementos modernos. La Artesana 8 señala: “El costo del producto se eleva, porque [...] le colocan mucho detalle y no se percibe, y sí va elevando el costo (precio) del producto,” reflejando cómo detalles complejos pueden afectar la viabilidad económica sin añadir valor percibido. Por otro lado, la Artesana 6 comenta: “(El producto) lo cogen así, lo copian, lo meten en cualquier parte, uno ya se da porque ese mercado ya es de combate,” evidenciando cómo la globalización y la copia de productos generan tensiones en la comunidad artesanal y disminuyen el reconocimiento del trabajo artesanal.
El Diseñador 4 añade: “Se generó un aprendizaje para el diseñador, pero a la comunidad no se le generó ningún beneficio. Y el beneficio tiene que ser en ambos sentidos,” subrayando que la innovación no debe comprometer los valores culturales de la comunidad. Shiner (2012) afirma que la autenticidad cultural es un valor fundamental que debe preservarse, incluso al introducir elementos modernos. Zhan, Zhang y Wang (2017) destacan el desafío de combinar funcionalidad y estética industrial con tradición y autenticidad artesanal. La Artesana 8 añade: “Lo que se busca [...] es manejar [...] el solo color y que sea plano [...] entre lo más natural posible,” prefiriendo mantener elementos culturales simples y auténticos frente a técnicas y materiales modernos que podrían comprometer la identidad cultural.
Para gestionar estas tensiones, es crucial que los diseñadores adopten enfoques de diseño situados que valoren las cosmologías locales y prioricen la colaboración respetuosa. Esto implica diseñar productos que, aunque incorporen elementos modernos, mantengan la esencia y la identidad cultural de las tradiciones artesanales, asegurando que la innovación no se traduzca en una pérdida de significado cultural.
Las tensiones relacionales se enfocan en las fricciones derivadas de la interacción entre componentes industriales y artesanales en los objetos producidos. Estas tensiones reflejan cómo las lógicas de producción industrial intentan integrarse en productos tradicionalmente artesanales, afectando la autenticidad y sos- tenibilidad de dichos objetos. El Diseñador 4 enfatiza: “Hay que estandarizar el producto porque [...] es uno de los elementos que las comunidades normalmente no tienen claro.” Esta lógica busca eficiencia y uniformidad, pero puede diluir la singularidad y el valor cultural intrínseco de los productos artesanales. La estandarización impuesta puede entrar en conflicto con la naturaleza personalizada de las técnicas artesanales, creando tensiones que afectan tanto el proceso de producción como el resultado final.
La Artesana 8 complementa esta perspectiva al señalar: “Lo que se busca [...] es manejar [...] el solo color y que sea plano [...] entre lo más natural posible,” reflejando un intento de mantener la simplicidad y autenticidad en los diseños frente a las exigencias de estandarización. Además, la apropiación de diseños industriales por parte de artesanos puede generar tensiones dentro de las comunidades, afectando la cohesión social y la percepción de propiedad intelectual. El Diseñador 4 observa: “Pero en la práctica los artesanos lo apropian (los diseños) ... Y [...] termina siendo negativo porque empieza a generar fricciones a nivel de comunidad. Cuando (otro) artesano [...] empieza a copiarle el producto,” creando un ambiente de competencia y desconfianza que compromete la originalidad e innovación.
Para abordar estas tensiones, es esencial desarrollar un objeto industrial de base artesanal, donde las lógicas industriales se integren de manera subordinada a las artesanales. El Diseñador 4 enfatiza: “El diseño tiene que basarse en la tradición y el conocimiento artesanal [...] no convertir el producto en algo netamente industrial.” Este enfoque busca equilibrar eficiencia y funcionalidad industrial con autenticidad y sosteni- bilidad cultural artesanal, asegurando que las innovaciones técnicas complementen y no reemplacen las prácticas artesanales. Además, la distribución equitativa de beneficios es crucial. El Diseñador 4 señala: “Se generó un aprendizaje para el diseñador, pero a la comunidad no se le generó ningún beneficio. Y el beneficio tiene que ser en ambos sentidos.” Este equilibrio en la distribución de beneficios promueve una colaboración más equitativa, evitando dinámicas de poder desiguales.
Las interacciones entre co-creadores presentan tensiones epistemológicas, culturales y relacionales que se retroalimentan en el proceso creativo. Desde lo epistemológico, la dificultad para traducir conceptos abstractos en prácticas empíricas no solo afecta la calidad de los productos, sino también las dinámicas de poder que emergen al imponer metodologías académicas sobre saberes locales. Esta imposición refuerza la idea de que la innovación procede exclusivamente de lógicas industriales, disminuyendo la valoración de técnicas artesanales.
En el plano cultural, las tradiciones locales se ven amenazadas por demandas globalizadas, la copia indiscriminada y la incorporación de elementos modernos que encarecen las piezas sin aportar un valor percibido. Estas prácticas debilitan el reconocimiento de un oficio basado en conocimientos ancestrales y refuerzan la noción de que la innovación proviene exclusivamente del ámbito industrial.
En algunos casos los artesanos muestran una resistencia al cambio tecnológico, nuevos materiales y metodologías en los procesos, como defensa frente a la homogeneización que promueve el sistema capitalista.
Las tensiones relacionales se intensifican cuando la estandarización y la tecnología digital se im- plementan sin acompañamiento continuo ni diálogo horizontal. Aunque estas herramientas facilitan la comunicación, también pueden fomentar una dependencia que ignora las limitaciones del oficio y el ritmo de aprendizaje de la comunidad, generando incertidumbre y dañando la confianza. La falta de seguimiento cercano incrementa la desmotivación al delegarse unilateralmente la responsabilidad de adaptar diseños conceptuales.
Desde una perspectiva decolonial, reconfigurar estos sistemas sociotécnicos resulta esencial para valorar y respetar los saberes tradicionales, promoviendo una co-creación justa y equitativa. Este enfoque cuestiona la hegemonía industrial, replantea las relaciones de poder y adopta metodologías de diseño situadas que reconozcan las cosmologías locales. La presencia activa de los diseñadores, unida a un diálogo horizontal, permite integrar la tecnología de forma consciente, evitando la homogeneización y salvaguardando la identidad cultural. De este modo, se equilibra la relación entre innovación y tradición, se comparten los beneficios y se protege la esencia artesanal en un contexto globalizado.
Los resultados de este estudio muestran desafíos inherentes a la investigación y a las dinámicas de los procesos co-creativos que pueden considerarse en programas de acompañamiento a comunidades de artesanos rurales. Estos retos integran como puntos de apalancamiento aspectos prácticos y teóricos del diseño co-creativo, proporcionando un marco para profundizar en su comprensión y optimización.
Se identifican las estrategias para fortalecer la co-creación entre diseñadores y artesanos:
Redes de colaboración para la soberanía creativa: se propone crear redes de colaboración que fortalezcan la gestión autónoma y el rol activo de los artesanos en distribución y comercialización. Este modelo es escalable a otras zonas con economías creativas descentralizadas donde la intermediación afecta la equidad en la generación y distribución de valor.
Protocolos de diseño situado para la co-creación intercultural: se plantean protocolos de diseño situado, flexibles y adaptados al contexto, que respeten y potencien el conocimiento local y eviten modelos extractivistas. Son replicables en comunidades rurales con dinámicas similares, garantizando un diálogo cultural sin homogeneizar las prácticas artesanales.
Laboratorios de confianza y diálogo intersistémico: se propone la implementación de laboratorios de confianza promueve estructuras colaborativas más equitativas, aplicables en contextos donde existan relaciones asimétricas entre actores creativos y comunidades locales.
Circuitos de economía regenerativa en la producción artesanal: se proponen circuitos que prioricen el uso de recursos locales, reduzcan la dependencia de insumos externos y fortalezcan la autonomía comunitaria. Esta estrategia puede aplicarse en lugares con desafíos similares en la obtención de materias primas y en la integración con mercados de producción circular.
Modelos de mentoría transdisciplinaria en diseño y artesanía: se sugiere un modelo de mentoría transdisciplinaria donde diseñadores y artesanos alternen roles de mentor y aprendiz, fomentando la horizontalidad y el aprendizaje mutuo. Es viable en programas de educación en diseño para contextos rurales, integrando saberes locales y metodologías contemporáneas.
Plataformas híbridas de articulación comercial y cultural: se propone crear plataformas que fusionen la venta de productos con narrativas culturales, visibilizando el valor simbólico y patrimonial de las piezas artesanales. Su implementación es viable en contextos donde la fragmentación entre productores y consumidores dificulta la comercialización de productos culturales.
Pese a los avances en las investigaciones en la última década, los estudios en el área de la co-creación enfrentan varios retos que abren nuevas líneas de exploración y desarrollo. A continuación, se presentan algunas de las principales oportunidades de investigación identificadas:
Potencialidades de los agentes de inteligencia artificial en acompañamientos colaborativos: investigar cómo los agentes de inteligencia artificial pueden apoyar a los diseñadores en los procesos de co-creación con artesanos, considerando la construcción de narrativas y la gestión de proyectos colaborativos. Esta línea de investigación puede explorar el uso de IA para mejorar la comunicación, la generación de ideas y la resolución de problemas en tiempo real, promoviendo una colaboración más eficiente y efectiva.
Metodologías híbridas situadas en territorios específicos: desarrollar y evaluar metodologías híbridas que integren enfoques de diseño situados, adaptados a las particularidades de los territorios donde operan los artesanos. Estas metodologías deben fomentar la consolidación de cadenas de valor y la proveeduría entre zonas rurales y urbanas.
Diseño para las transiciones en clave de sistemas socio técnico: explorar cómo las teorías de sistemas pueden integrar procesos de diseño que promuevan transiciones sostenibles en comunidades artesanales rurales. Esta investigación debe contemplar la proyección de estas comunidades a mediano y largo plazo, garantizando que las intervenciones de diseño contribuyan a su sostenibilidad económica, social, ambiental y cultural.
Incorporación de componentes intangibles en los resultados de diseño: estudiar cómo los resultados de diseño pueden integrar componentes intangibles, como servicios, que reflejen la fuerte relación del sector artesanal con el turismo en zonas rurales. Esta línea de investigación puede abordar cómo diseñar experiencias y servicios que complementen los productos artesanales, fortaleciendo la conexión entre artesanos y turistas y generando valor añadido para ambas partes.
Desarrollo de productos industriales de base artesanal: investigar cómo los productos industriales pueden diseñarse a partir de una base artesanal, exaltando los componentes artesanales y colocando la industria al servicio del sector artesanal. Esta categoría de investigación busca crear productos que combinen la eficiencia y escala de la producción industrial con la autenticidad y calidad de la artesanía, promoviendo una sinergia que beneficie a ambas industrias.
Incorporación de tecnologías avanzadas y materiales circulares: investigar cómo la incorporación de nuevas tecnologías y materiales avanzados, tales como materiales derivados de la economía circular, sensores inteligentes e inteligencia artificial, pueden integrarse en los procesos artesanales rurales. Este enfoque puede mejorar la eficiencia y sostenibilidad de la producción artesanal, al mismo tiempo que mantiene la autenticidad cultural.
El estudio revela que las tensiones en los procesos co-creativos trascienden los desafíos inmediatos del diseño y reflejan discusiones más amplias sobre la producción, circulación y validación del conocimiento. Lejos de ser barreras, estas fricciones se configuran como puntos de apalancamiento que evidencian la necesidad de sistemas colaborativos más equitativos, donde la relación entre diseñadores y artesanos no reproduzca jerarquías impuestas, sino que fomente espacios de intercambio y construcción mutua.
Desde una mirada sistémica, las tensiones epistemológicas no pueden reducirse a un conflicto metodológico, sino que deben comprenderse como parte de un proceso mayor de transformación en las dinámicas de aprendizaje y experimentación. No se trata únicamente de conciliar estructuras formales con saberes empíricos, sino de reconocer la interdependencia de ambos sistemas en la configuración de nuevas prácticas creativas. En este sentido, la integración de enfoques híbridos no debería limitarse a una superposición de herramientas, sino a la generación de marcos de pensamiento que permitan nuevas formas de relación entre conocimiento, técnica y materialidad.
A nivel cultural, la coexistencia entre tradiciones locales y dinámicas de mercado se expresa en estrategias de negociación constante, donde la identidad artesanal no es un legado estático, sino una construcción en permanente reformulación. Más que una oposición entre autenticidad e innovación, estas tensiones reflejan la necesidad de mecanismos que permitan a los creadores preservar su autonomía dentro de un entorno comercial globalizado. La resignificación de los oficios artesanales pasa por procesos de apropiación y adaptación que eviten la homogeneización, sin perder de vista la dimensión simbólica y social de los objetos producidos.
En términos relacionales, el estudio pone en evidencia la urgencia de consolidar modelos de colaboración que distribuyan de manera justa las responsabilidades y los beneficios del proceso co-creativo. La im- plementación de nuevas tecnologías y estándares de producción no puede concebirse como una mera optimización de procesos, sino como un fenómeno que transforma las estructuras de trabajo y reconfigura las dinámicas de poder entre los actores involucrados. Ante esto, es clave establecer acuerdos que garanticen la participación equitativa de los artesanos en la toma de decisiones y en la apropiación de los resultados.
Finalmente, una aproximación decolonial a estas tensiones no implica su eliminación, sino su resignificación como espacios de posibilidad. Lejos de concebir el diseño colaborativo como un proceso armonioso, el estudio sugiere que la gestión de fricciones puede ser un motor para la creación de sistemas más resilientes y situados. Para ello, es necesario que las estrategias de intervención no solo promuevan la equidad en la distribución de recursos y conocimiento, sino que reconozcan las cosmologías locales como parte fundamental del proceso creativo.
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Este artículo corresponde a productos de investigación asociados al proyecto titulado: “Experiencias contrastadas con nuevos enfoques del diseño y las ciencias de la sostenibilidad como aporte para la integración disciplinar en proyectos complejos de intervención socioecología en contextos rurales.”, financiado por la Universidad de Investigación y Desarrollo — UDI, Colombia.↩︎
El diseño situado de Arturo Escobar destaca la importancia de contextualizar el diseño en sus realidades sociales y culturales, rechazando enfoques universales y promoviendo la adaptación a saberes locales (Escobar, 2008).↩︎
maestro artesano, empresario artesano, maquilador, neo artesano, etc.↩︎