e-ISSN: 1131-5598
ARTÍCULOS
Resumen: El presente artículo recoge un conjunto de experiencias artísticas inmersivas llevadas a cabo en un centro de atención temprana y orientadas a la estimulación de bebés e infantes con diversidad funcional. El objetivo de esta investigación fue averiguar si el uso de prácticas propias del arte contemporáneo, como las instalaciones inmersivas, resultan efectivas para el tratamiento de los infantes y bebés con diversidad funcional, ofreciéndoles nuevos canales de asimilación e incorporación de aprendizajes integrales, minimizando, de esta manera, las consecuencias derivadas de sus diversidades funcionales. La metodología de investigación está basada en el cruce de dos métodos cualitativos interconectados: el estudio de caso y la narración visual a través de una investigación basada en las artes (IBA), que nos han permitido poder observar y comprender el significado de una experiencia llevada a cabo en un escenario real. Los resultados visibilizan que incorporar prácticas artísticas y lúdicas propias del arte contemporáneo son un buen método de estimulación en atención temprana, puesto que proporcionan medios alternativos que facilitan la incorporación de aprendizajes a nivel motor, cognitivo, afectivo, estético y relacional, a través de un ambiente estimulante y seguro.
Palabras clave: Primera infancia, diversidad funcional, expresión artística, instalaciones inmersivas, espacios multisensoriales.
Abstract: This article gathers a series of immersive artistic experiences carried out in an early care center and oriented to the stimulation of infants and toddlers with functional diversity. The objective of this research was to determine whether the use of contemporary art practices, such as immersive installations, are effective in the treatment of infants and babies with functional diversity, since they offer them new assimilation channels for the incorporation of integral learning, thus minimizing the consequences derived from their functional diversities. The research methodology is based on the crossing of two interconnected qualitative methods: the case study and the visual narrative through arts-based research (ABR), which have allowed us to observe and understand the meaning of an experience carried out in a real scenario. The results show that incorporating artistic and ludic practices of contemporary art are a good method of stimulation in early care, providing alternative means that facilitate the incorporation of motor, cognitive, affective, aesthetic and relational learning, through a stimulating and secure environment.
Keywords: Early childhood, functional diversity, artistic expression, immersive installations, multisensory spaces.
Sumario: 1. Introducción. 2. Las instalaciones inmersivas como experiencia artística lúdica y multisensorial para la estimulación temprana de bebés e infantes con diversidad funcional. 3. Objetivos. 4. Metodología. 5. Nuestros inicios espacios de exploración vertical en atención temprana. 6. Jugar para explorar una propuesta artística multisensorial orientada a infantes con diversidad funcional. 7. Discusión y conclusiones.
Cómo citar: Mesas, E. C.; Campuzano, M. E. (2025). Abriendo espacios multisensoriales para explorar, conocer y aprender el mundo. Prácticas artísticas inmersivas para favorecer la estimulación temprana en bebés e infantes con diversidad funcional. Arte, Individuo y Sociedad, 37(1), 105-118. https://dx.doi.org/10.5209/aris.96534
Bajo el título: Abriendo espacios multisensoriales para explorar, conocer y aprender el mundo, se recogen un conjunto de experiencias artísticas inmersivas1 llevadas a cabo en el centro de atención temprana de ASSIDO (Asociación para el tratamiento de personas con síndrome de Down y otras diversidades intelectuales) en Murcia. Estas experiencias estaban orientadas a trabajar la estimulación motora, cognitiva, estética, relacional y afectiva de un grupo de infantes y bebés con distintas diversidades intelectuales. Para situar el marco teórico de nuestra investigación, hemos realizado una revisión teórica acerca del uso de las prácticas artísticas inmersivas y las instalaciones artísticas orientadas a la primera infancia y otros ámbitos educativos infantiles, con el objetivo de adquirir un conocimiento crítico basado en la revisión y análisis de textos teóricos publicados o experiencias similares.
El objetivo general de esta investigación, basada en una experiencia de campo, es determinar si el uso de prácticas propias del arte contemporáneo, como las instalaciones inmersivas, son efectivas en el tratamiento orientado a la estimulación de infantes y bebés con diversidad funcional2, favoreciendo un mejor desarrollo madurativo y ayudándoles a aminorar las consecuencias propias de sus necesidades especiales. Para ello, utilizamos una metodología cualitativa híbrida e interconectada entre dos métodos cualitativos de investigación: El estudio de caso y la narración visual a través de una investigación basada en las artes (IBA). Estas metodologías nos han permitido poder observar y comprender el significado de una experiencia llevada a cabo en un escenario real, así como analizar y discernir los resultados a través de la observación directa. Según esto, el artículo recoge algunas experiencias con grupos de infantes con diversidad funcional llevadas a cabo desde 2013 hasta la actualidad, expuestas de forma narrativa y desde un proceso reflexivo, que nos permita analizar y significar las experiencias con el fin de generar y divulgar un conocimiento que sólo es posible desde una mirada empírica.
La infancia temprana es una etapa vital en el desarrollo del aprendizaje donde, este, se da principalmente por descubrimiento y a través de la exploración multisensorial de los ambientes. De manera natural, los infantes, van revelando el mundo que les rodea, interaccionando con los objetos y ensayando sus primeras relaciones con los otros. Tanto el juego como la exploración creativa surgen de manera natural y espontánea en los infantes con un desarrollo típico. Sin embargo, no ocurre lo mismo cuando nos referimos a bebés e infantes con diversidad funcional. Ya que, estos, suelen presentar variaciones en el desarrollo de sus patrones de juego y de sus mecanismos de exploración artística, que se manifiestan generalmente en un bajo interés por las actividades lúdicas y creativas, un juego menos espontáneo y libre que el de los niños y niñas normativos, e incluso un descenso importante de las habilidades para el juego y la exploración artística. (Cáceres et al. 2018).
Los autores Navas et al. (2011) afirman que los niños con necesidades especiales encuentran dificultades en las funciones operativas propias de la interacción con los entornos, la manipulación de objetos y en la relación natural con otras personas. Habilidades, todas ellas, que se desarrollan en la exploración natural del juego. Y que, por tanto, se ven especialmente mermadas en los infantes con diversidad funcional. Según esto, es fácil comprender que las dificultades que estos niños y niñas tienen en la asimilación del juego van a influir negativamente en la forma en la que aprenden e incorporan la información que reciben de sus ambientes. Ante esta situación, las instalaciones artísticas inmersivas, que ponen a funcionar los sentidos, se establecen como vehículos excepcionales para provocar experiencias de juego y exploración creativa en la infancia. Prueba de ello, son las múltiples experiencias con instalaciones artísticas orientadas a la primera infancia que se han llevado a cabo en nuestro país en los últimos años (Velasco y Abad, 2016, 2020, 2023; Cabeza Hernández, 2018; Chinchón, 2019; López Martínez y Moreno 2019; González García, 2020; Gómez- Pintado et al., 2020, Mateo et al., 2020, Vizcarra et al., 2022 y Gómez-Pintado et al., 2022).
Todas estas prácticas han demostrado los beneficios de la incorporación de las instalaciones artísticas en los ámbitos educativos, ya que se sitúan como generadores de experiencias integradoras de juego, creación y aprendizaje. Y es que, las prácticas propias del arte contemporáneo plantean nuevas formas de juego y expresión artística, introducen el espacio y el cuerpo en el discurso artístico y renuevan el papel del espectador, implicando a los participantes como coautores de la obra. Por todo ello, las instalaciones artísticas dentro de los espacios educativos se sitúan como posibles estrategias para facilitar la acción, la expresión y la creación libre en la infancia, así como para fomentar la creatividad y la imaginación utilizando canales de estimulación multisensorial (Álvarez-Uría et al., 2022, p. 900).
Las situaciones inmersivas y de exploración con los sentidos que provocan, estas instalaciones, pueden ser un importante aliado en atención temprana para la estimulación de bebés e infantes con diversidad funcional. Puesto que la estimulación multisensorial potencia integralmente el desarrollo del ser humano, acompañándolo en el despliegue total de sus capacidades. En este sentido, y como expone Mascarell-Palau: «se necesita tener experiencias para llegar hacia el conocimiento, ya que no hay nada en mi intelecto que no haya pasado antes por mis sentidos» (2023, p. 652). Como él, son varios los autores (Fajardo et al., 2018; Alfonso-Figueroa et al., 2022; Mosquera Jiménez, 2023) que coinciden en que las intervenciones multisensoriales pueden aumentar las capacidades tempranas del sistema nervioso, sensorial y perceptivo, amplificando de esta manera los canales naturales de aprendizaje del mundo. Es por esto por lo que, la estimulación sensorial, constituye una vía de conexión con el medio a través de la propia experiencia, incorporando acciones que estimulan los sentidos: el tacto, el oído, la vista, el olfato, el gusto, la propiocepción y el área vestibular. Donde todos los sentidos pueden ser estimulados simultáneamente a través de instalaciones artísticas inmersivas, incorporando texturas, aromas, música, efectos de iluminación y objetos o piezas diversas, con las que el infante pueda interaccionar, transformar, observar, construir o accionar.
Además, desde la neurociencia, se ha podido demostrar la capacidad que tiene el arte para transformar el cerebro, apuntando a que la experiencia artística y creativa puede provocar cambios en los circuitos cerebrales involucrados. Desde estas teorías son muchos los estudios (Rodríguez-Muñoz, 2011; Albusac, 2022; Ganter-Argast et al., 2022) que han confirmado que se pueden favorecer los aprendizajes, especialmente en infantes con necesidades especiales de apoyo, a partir de experiencias artísticas y lúdicas, atendiendo a la plasticidad neuronal del cerebro. Autores como Magsamen y Ross (2023) certifican con sus estudios, que las experiencias artísticas pueden transformar y crear nuevas redes de sistemas neurobiológicos interconectados, que incluyen al sistema cognitivo, motor, de recompensa, inmunológico, endocrino, circulatorio y respiratorio. Afirmando que provocar interconexiones neuronales, a través de ambientes artísticos, podría influir positivamente en los campos del aprendizaje y en la socialización. Por todo ello, consideramos que diseñar y proponer espacios lúdico-artísticos, a través de experiencias multisensoriales en atención temprana, puede constituir un medio idóneo de estimulación para bebés e infantes con diversidad funcional, siendo un método efectivo para minimizar las consecuencias derivadas de sus diversidades funcionales, ya que incorpora nuevos canales de asimilación que les permiten procesar mejor la información de su entorno y prepararlos para un aprendizaje integral.
El objetivo general de esta investigación es averiguar si el diseño de un conjunto de instalaciones artísticas inmersivas es efectivo en la estimulación temprana de infantes y bebés con diversidad funcional, permitiéndoles incorporar nuevos aprendizajes que amplíen sus capacidades motoras, cognitivas, afectivas, emocionales y estéticas, atenuando las dificultades propias de su diversidad funcional e intelectual. Para alcanzar el objetivo general, trabajamos con un mismo grupo de infantes con necesidades especiales, durante 3 años consecutivos, siguiendo el siguiente itinerario:
Diseñar un conjunto de acciones artísticas inmersivas orientadas a la estimulación temprana de bebés e infantes con diversidad funcional, y llevarlas a cabo en el centro de atención temprana de ASSIDO (Asociación para el tratamiento de personas con síndrome de Down) en Murcia.
Examinar en qué medida, estas prácticas artísticas diseñadas, favorecen y dinamizan situaciones de juego en los infantes participantes.
Analizar si estas prácticas artísticas fomentan y mejoran el desarrollo motor, cognitivo, relacional y afectivo de los bebés e infantes participantes, en relación con la observación de tres variantes: La relación del infante con su entorno, la relación del infante con los objetos y la relación del infante con otros infantes o personas cercanas.
Reflexionar sobre nuestras propias propuestas e intervenciones, con el fin de afinar y mejorar el diseño de nuestras mediaciones, desarrollando una metodología propia de intervención basada en nuestra experiencia práctica.
Basamos la metodología de este trabajo en un cruce de dos métodos cualitativos interconectados que son: El estudio de caso y la narración visual a través de una investigación basada en las artes (IBA). Un estudio de caso es un tipo de investigación que consiste en la observación detallada de un único sujeto o de un grupo, con el objetivo de generalizar los resultados observados. Esta metodología de investigación nos permite comprender el significado de una experiencia llevada a cabo en un escenario real, así como ofrecer una información privilegiada de los complejos fenómenos que pueden darse en su contexto natural (Álvarez Álvarez, 2011). Por su
lado, la investigación basada en las artes, parte de la certeza de que las artes, al igual que las ciencias, pueden ayudarnos a conocer y establecer conclusiones sobre una realidad, utilizando como instrumentos de investigación las imágenes artísticas y los propios procesos de creación (Eisner y Barone, 2012).
Las narrativas visuales de las acciones llevadas a cabo toman un papel importante en el análisis y evaluación de los resultados de nuestra investigación, permitiéndonos valorar las fotografías tomadas como evidencias, así como disponer de una memoria visual de las prácticas desarrolladas, con la finalidad de mejorar la práctica, actualizarla y adaptarla a la metodología. El conjunto de la investigación sigue una metodología artístico-narrativa. La investigación narrativa supone la reconstrucción de las experiencias vividas mediante un proceso reflexivo, que ayuda a resignificarlas, generando un conocimiento que sólo es posible desde lo vivenciado, y que permite forjar de un nuevo conocimiento práctico. «Hablar de narrativa se refiere a la capacidad humana de relatar un hecho, una estructura hilada en la cual van sucediendo diferentes acontecimientos» (Mesías Lerma y Sánchez, 2018, p. 127). Los instrumentos de investigación son las propias imágenes de las instalaciones, creaciones y procesos, así como las grabaciones en vídeo de las sesiones y notas de campo. Estos materiales han sido digitalizados y categorizados para el contraste cruzado de los resultados.
El conjunto de experiencias que nos disponemos a narrar se llevó a cabo en el centro de atención temprana de ASSIDO (Asociación para el tratamiento de personas con síndrome de Down y otras diversidades intelectuales) en Murcia (España). En este espacio de tratamiento trabajamos con bebés e infantes de 0 a 6 años, todos ellos con diversas necesidades especiales de apoyo. En el centro de atención temprana nos encargamos de estudiar y atender individualmente a la problemática de los niños que recibimos, con el fin de prestar la atención que cada niño precisa, a través de talleres de estimulación, fisioterapia, logopedia, psicomotricidad y psicoterapia.
En 2013 comenzamos a explorar con una serie de experiencias artísticas inmersivas, orientadas a los bebés e infantes con los que trabajamos, a las que llamamos: espacios de exploración vertical. Estas propuestas tenían una periodicidad mensual, y consistían en la preparación de diversos ambientes inmersivos que buscaban provocar una experiencia artística, lúdica y multisensorial. Se llamaron espacios de exploración vertical porque surgieron de la idea de incorporar nuevas formas de estimulación temprana, donde trabajar los objetivos propios de nuestros talleres de estimulación (fisioterapia, logopedia, psicomotricidad y psicoterapia) de una forma indirecta y vertical. Incluyendo en estos espacios la posibilidad de generar un aprendizaje no directivo, poniendo el foco en la expresión propia y la espontaneidad del infante. De esta manera, las terapeutas y monitoras que dinamizan las acciones nos situábamos en el rol de mediadoras de un proceso de acompañamiento no directivo. Asimismo, la verticalidad se daba también porque se incorporaba en estos talleres a bebés e infantes de diferentes edades y en diferentes etapas evolutivas. Algo que tampoco tenía lugar en las sesiones típicas de estimulación temprana, donde el trabajo se realizaba de forma individual o en pequeños grupos homogéneos. Cabe destacar que, cuando trabajamos con bebés e infantes con necesidades especiales, suele ocurrir que la etapa evolutiva y la edad no coinciden. Es por ello, que hacemos una diferenciación intencionada entre edad biológica y etapa evolutiva.
Los ambientes estaban inspirados en instalaciones artísticas inmersivas y buscaban, de esta manera, acercar el arte contemporáneo a nuestro espacio de intervención terapéutica. Entendemos que, las instalaciones y otros lenguajes contemporáneos, han ido transformando el panorama artístico actual acercando el arte a las experiencias de vida. Es por ello, que estas prácticas, ponen el acento en la experiencia inmersiva y vivenciada, situando la estimulación, la multidisciplinariedad y la relación entre los participantes como elementos claves de este nuevo hacer artístico. Situar las experiencias artísticas que proponemos a los infantes en el panorama actual nos parece necesario y relevante, puesto que los niños y niñas con los que trabajamos viven el hoy y se proyectan hacia el futuro. Por tanto, sus experiencias artísticas más cercanas deben ser aquellas que se sitúan en la contemporaneidad.
Desde esta intención, buscamos diseñar un conjunto de ambientes de exploración que orientamos en diferentes temáticas: exploración con piezas sueltas y materiales no estructurados, exploración con manchas y color, exploración con la luz y exploración con texturas. Desde estas consideraciones, diseñamos las instalaciones de forma global, planteando la sala donde se realizaban como un espacio de acción artística en su totalidad, donde lo importante era ofrecer diversos recorridos para el juego, con múltiples posibilidades de intervención que atendieran a las necesidades propias del bebé o los infantes, poniéndonos a la disposición de sus ritmos, de sus deseos y sus vivencias.
El primer conjunto de talleres que realizamos se centró en el trabajo con piezas sueltas y materiales no estructurados, entendiendo las piezas sueltas como materias primas con las que construir y crear todo tipo de formas complejas a través de elementos básicos. Para ello, diseñamos una instalación circular en la que presentamos de manera ordenada un conjunto de materiales y objetos sugestivos y polivalentes, entre los que destacamos: telas con diferentes texturas, botes vacíos, tapones, anillas de diferentes tamaños, tubos de cartón, tubos de goma y elementos naturales variados entre otros. Además de los objetos, también colocamos contenedores, con la finalidad de que el infante pudiera diferenciar entre continente y contenido. Todos estos objetos podían combinarse de múltiples maneras, favoreciendo la creación, disposición o construcción libre del infante. Permitiéndoles deshacer el orden inicial para crear nuevos órdenes, habitando el espacio desde su acción creadora y reafirmar su propio escenario de juego (Fig.1). Según Priscila Vela y Mercedes Herrán: «Las piezas sueltas son una herramienta fantástica para crear una convivencia viva sobre el valor del material y sus infinitas posibilidades» (2019, p. 26).
*Fotografías de la autora.
*Fotografías de la autora.
*Fotografías de la autora.
En los siguientes talleres, trabajamos la exploración en torno a la mancha y el color, tomando como citas visuales las pinturas de acción de Jackson Pollock y las antropometrías de Yves Klein. Para ello construimos una instalación en la cual recuperamos el suelo como lienzo total, conformando diversos soportes horizontales por los que el infante podía deslizarse, caminar explorar y dejar su huella. Como material pictórico utilizamos pintura de dedos de uso infantil y gelatinas de colores. Además, realizamos nuestra propia pintura con leche condensada y colorantes alimenticios. La experiencia de creación de pintura fue altamente estimulante, ya que, debido a la densidad de la leche condensada, el colorante pasó por diferentes estados visuales antes de llegar a ser un color homogéneo, creando formas marmoladas que provocaron sorpresa y estímulos visuales en los participantes.
En estas instalaciones evitamos cualquier forma de pincel y confrontamos a los infantes a la acción de pintar y dejar huellas con sus propias herramientas corporales. El espacio de exploración se constituyó como un espacio multisensorial, donde las gelatinas de varios sabores y la leche condensada implicaba a los sentidos del olfato y del gusto dentro del juego exploratorio, además el sonido y el tacto formaban parte del paisaje acústico a través de los golpeteos y chapoteos de los infantes, que exploran con los materiales pictóricos y el entorno (Fig.2). La experiencia sentida se situaba como el estímulo para la acción. Puesto que, siguiendo a Malaguzzi, (2011, citado en Mesías Lerma, 2019): «Sentir, pensar, actuar es un hecho circular, no se siente y luego se piensa y luego se actúa. Se actúa, se piensa, se siente».
Después del espacio de exploración con la mancha y el color, decidimos construir unos espacios que permitieran jugar con la luz, las sombras y las proyecciones. Como cita visual tomamos las instalaciones artísticas de luz de James Turrel y Olafur Eliasson. En el diseño de estos espacios utilizamos diferentes elementos luminosos, tales como luces de colores led, cajas de luz y elementos con diferentes opacidades que permitían explorar un juego estético de sombras y proyecciones de colores. Estos elementos producían gran atracción en los infantes, invitándolos a un juego libre de exploración con la luz de forma sensorial. En este espacio se dispusieron diferentes áreas en los que los infantes podían explorar con la luz, proyectores donde podían explorar con la sombra de su propio cuerpo, elementos de luz con los que podían construir y componer y una mesa de luz donde podían disponer objetos con diferentes opacidades. Además, los más mayores, también podían utilizar la mesa de luz para pintar y dibujar con rotuladores acrílicos (Fig.3). «Las luces y sombras son un excelente recurso para lograr esa provocación, porque son para los niños un encuentro poético, curioso, volumétrico y lleno de misterio» (Mesías Lerma y Sánchez, 2018, p. 113).
*Fotografías de la autora.
Por último, decidimos dedicar un conjunto de espacios a la exploración con el tacto y las texturas. Como sabemos, las principales herramientas para conectar con nuestro tacto son las manos, pero también nuestro cuerpo. Toda la superficie de la piel que cubre nuestro cuerpo está a disposición de la exploración táctil. Las texturas y los colores atraen a los infantes y sienten la necesidad de acercarse a los objetos para tocarlos, para sentir su textura y su temperatura. En esta propuesta tomamos como citas visuales los libros y los espacios sensoriales de la artista Ligia Clark, así como las instalaciones participativas de Ernesto Neto. En este taller ocupamos todo el espacio del suelo con alfombras y superficies con diferentes texturas. Se trataba de construir un espacio para atravesar, habitar y sentir con toda la superficie de nuestra piel, un espacio para arrastrarse, gatear y caminar con los pies descalzos. También preparamos cajas sensoriales en las que los infantes podían hundir sus manos o sus pies y explorar con los sentidos. Estas cajas disponían de diferentes materiales: leche condensada, gelatina, pasta, garbanzos, algodón, entre otros. (Fig.4)
En todas estas acciones inmersivas se buscó generar un espacio envolvente, que conecte la experiencia de juego y exploración artística con nuestros sentidos, de manera que se le permitiera al infante explorar de una forma global. A través de los sentidos, los infantes, podían experimentar los espacios libremente, implicando desde la vista hasta el olfato, permitiéndoles vivenciar experiencias integradoras que activan la curiosidad, para provocar nuevas situaciones de juego, amplificando la experiencia artística y multisensorial.
Tras las experiencias iniciales llevadas a cabo con los espacios de exploración vertical decidimos diseñar una propuesta artística orientada a proporcionar a los infantes nuevas vías de incorporación del aprendizaje desde una experiencia inmersiva integral, incluyendo algunos de los aprendizajes más significativos de los espacios realizados con anterioridad. En este momento, fuimos reconociendo que lo estético no era anecdótico y buscamos establecer, cada vez más, una mirada estética, activando todavía más la creatividad, el gesto propio y la espontaneidad de los infantes. La finalidad de esta acción era brindar un espacio/tiempo, sugerente y emocionante, abierto a la experiencia artística, que ayudara a ampliar el imaginario de los participantes. Entendemos que estas experiencias inmersivas se sitúan como propuestas artísticas que no se basan en la creación de objetos, sino que centran su valor artístico en las cuestiones relacionales, dialógicas y vinculares que se establecen dentro de estas. Consisten, por tanto, en experiencias relacionales y vinculares que no se limitan a la relación del infante con los objetos, sino que incorpora las relaciones entre los participantes, las relaciones con las mediadoras y la interacción con los entornos.
Para diseñar estos ambientes tomamos de nuevo como referencia a la artista brasileña Lygia Clark. El trabajo de esta artista se basa en la relación sensorial del cuerpo y de los objetos de uso cotidiano. Estos objetos, construidos por la artista, reciben el nombre de objetos relacionales, debido a su capacidad para estimular, conectar, relacionar y vincular. Los objetos relacionales eran objetos que no tienen importancia por sí mismos y que sólo la tendrán en la medida en que el participante los actúe. «No se trata de una participación por la participación, sino de que el participante debe dar un significado a su gesto y de que su acto sea significado por un pensamiento» (Bois, 1997, p. 153). Siguiendo a Clark, todos los espacios, materiales y objetos que conformaban el diseño de nuestra propuesta artística multisensorial tenían un valor relacional, puesto que eran capaces de ir más allá de la exploración o la sensorialidad, generando experiencias de acción, gesto, relación y participación.
Decidimos llamar a nuestra propuesta: Jugar para explorar, entendiendo este conjunto de microespacios como lugares no dirigidos, no descritos, donde los participantes no juegan a nada, pero donde el juego lo es todo. Jugar para explorar estaba compuesta de seis microespacios diferentes, con materiales y objetos que podían involucrarse en todos los espacios. Espacios conectados por caminos que no buscaban marcar itinerarios, sino generar encuentros. Como en las acciones de Ligia Clark, utilizamos objetos de uso cotidiano y materiales no estructurados para estimular la acción libre del participante, transformándolos en estímulos que fomenten la creación y la relación.
Decidimos limitar las formas y los colores de los espacios con un sentido estético. En los espacios de aprendizaje vertical, fuimos reconociendo que lo estético no es anecdótico, y que debíamos situar el cuidado estético de los ambientes como un elemento esencial. Cada uno de los espacios debe ser cuidado, evitando que los elementos ajenos a la instalación sean una interferencia. De manera que a la hora de construir los ambientes, la luz, la selección de los colores y la forma en la que se sitúan debían tener una razón estética. En la propuesta Jugar para explorar, decidimos combinar los espacios en tres únicos colores: blanco, negro y rojo. Elegimos estos colores porque son los que generan mayor contraste y atención en los infantes, siendo los que mejor son percibidos por los bebés y recién nacidos. La composición de la propuesta artística, la diseñamos con un predominio de formas circulares y líneas rectas, buscando cierta simetría y armonía geométrica. Como si de la creación de un cuadro tridimensional se tratara, en la composición de este espacio inmersivo buscamos abarcar no sólo el suelo, sino también el techo, y en consecuencia todo el espacio de una forma mucho más envolvente, utilizando líneas y formas verticales y horizontales. Jugar para explorar estaba compuesta de tres microespacios colgantes o verticales que incorporan el techo, y tres microespacios horizontales que recuperaban el espacio del suelo como lugar de creación. (Fig.5).
*Fotografías de la autora.
*Fotografías de la autora.
*Fotografías de la autora.
*Fotografías de la autora.
Los espacios colgantes, o verticales, eran tres. El primer espacio estaba construido con cintas de las antiguas películas del tipo VHS. Las cintas de vídeo generan un espacio vertical cerrado, que activaba la posibilidad de lugares para esconderse o habitar desde la intimidad y el recogimiento. Este microespacio se convierte en un espacio multisensorial, donde las cintas de vídeo generan diferentes impresiones estéticas con su movimiento, sonido y sensaciones táctiles (Fig. 6). El segundo microespacio lo componía un aro vertical del que colgaban tuberías flexibles retroiluminadas. Este espacio no era completamente cerrado, como el anterior, pero ofrecía la posibilidad de ser recorrido, atravesado o rodeado. Las luces buscaban la estimulación visual, y los diferentes materiales de las tuberías tenían varias texturas que estimulan el tacto (Fig.7).
Para el tercer espacio vertical incorporamos guantes sensoriales. Estos guantes de látex habían sido previamente rellenados con diferentes materiales, que estimulaban diferentes sensaciones táctiles: canicas, bolas de gel, algodón, azúcar y harina. Algunos guantes estaban colgados del techo, permitiendo que los infantes pudieran no sólo relacionarse sensiblemente con los guantes, si no también transformar y componer el espacio con ellos. (Fig. 8). Cada uno de los tres microespacios estaba delimitado por una alfombra circular, cada una de ellas de un color, textura y material diferente. Este recurso añadía dinamismo a la composición visual del espacio y permitía diferentes sensaciones cuando el infante gateaba o recorría los espacios. Además de delimitar los diferentes lugares, las alfombras invitan a seguir el recorrido, a desplazarse por ellas o permanecer delimitado en un único microespacio.
Los espacios horizontales, recordaban a los espacios de exploración vertical que realizamos en la primera etapa. El recorrido se componía también de tres espacios de juego horizontal, el primero era un espacio circular construido con vasos flexibles. Los vasos flexibles amplifican las posibilidades del juego, ya que no sólo permiten ser apilados, sino que pueden ser transformados y utilizados para interaccionar en otros espacios. En el segundo espacio horizontal colocamos un conjunto de cajas que contenían arena imantada y sal. Las cajas constituyen un elemento relevante para estimular la curiosidad de los infantes, además sugieren acciones de construcción, destrucción y reconstrucción. La sal y la arena imantada permiten ocultar y descubrir, y estimulan diferentes experiencias táctiles. La curiosidad invita a los infantes a introducir las manos en las cajas, lo que desencadena el reflejo de presión en los bebés de menos de cuatro meses. En los más mayores favorece acciones de aprendizaje como llenar, vaciar, dejar caer, extender, apretar o dejar marcas entre otras, siendo estas experiencias la antesala del dibujo, la expresión y la simbolización. El último espacio horizontal era una composición circular de gelatinas de fresa. Las gelatinas estimulan el sentido del tacto a través de su textura y su temperatura, ya que las gelatinas están en diferentes estados de congelación. Este espacio estimulaba también el sentido del olfato y el gusto. (Fig.9).
*Fotografías de la autora.
*Fotografías de la autora.
Figura . Narrativas visuales y escenas de juego de la instalación jugar para explorar, donde podemos observar algunas de las posibilidades de juego y relación con objetos y entornos que se dieron en el espacio.
Cada uno de estos espacios buscaba momentos para la acción y el juego libre, siendo, estos, especialmente valiosos, ya que nos permitía analizar en qué manera, estas prácticas, fomentan la interacción de los infantes y los bebés. Atendiendo principalmente a tres variantes de observación: La interacción del infante con su entorno, la interacción del infante con los objetos y la interacción del infante con otros infantes o personas cercanas (Fig. 10).
A través de estas prácticas hemos buscado confrontar a los infantes a diferentes experiencias estéticas, amplificando sus canales para interaccionar e incorporar el mundo, provocando nuevas situaciones de juego y exploración a través de los sentidos, tan necesarios para los niños y niñas con las que trabajamos. Basándonos en la experiencia de estos y en la observación directa durante los talleres hemos podido advertir cómo, estos espacios, han resultado muy positivos en el desarrollo evolutivo de los infantes con los que trabajamos, donde el juego y la creación se establecen como nexos conductores, que facilitan la incorporación de los aprendizajes. Hemos analizado estos aprendizajes en relación con tres indicios: la relación de los bebés o infantes con el entorno, la relación de los bebés e infantes con los objetos o la relación de los bebés e infantes entre ellos o con las mediadoras.
En la relación con el entorno, destacamos los aprendizajes del infante a nivel motor, donde hemos podido observar cómo se estimulan varios aspectos psicomotrices, tales como la lateralidad y la percepción, ambos elementos clave para el aprendizaje y la organización del propio cuerpo. Además, estos espacios, conceden al bebé o al infante la posibilidad de habitar el espacio poniendo el foco en su propio cuerpo y explorarlo a través de su propio movimiento. Entendemos que el movimiento se sitúa como un factor decisivo en el desarrollo psíquico del infante, ya que este es el inicio de toda exploración, puesto que toma de referencia el propio cuerpo. Los espacios y los objetos han resultado un mediador idóneo para desarrollar el pensamiento simbólico y presimbólico, y han estimulado la capacidad de observación, de sorprenderse y de hacerse preguntas que dan como resultado un acto de creación y/o acción. Según esto, las sensaciones y percepciones a las que hemos sometido a los infantes, a través de las instalaciones inmersivas, han beneficiado también el desarrollo de las funciones cognitivas básicas como la atención y la memoria, funciones que darán paso, después, al desarrollo de otras funciones cognitivas superiores como el razonamiento y la resolución de problemas, entre otras.
Si atendemos a la relación de los infantes entre ellos o con las mediadoras, hemos observado cómo estas situaciones artísticas han provocado intercambios y relaciones más significativas entre los infantes. Con la inmersión en los espacios de juego, los infantes, se adentran en un espacio mágico y desconocido, lo exploran con libertad e interactúan con él, provocando de manera natural la necesidad de compartir la experiencia entre sí y de habitar con otros. Juegos de imitación, de relación, de intercambio han sido constantes en las acciones, pero también acciones de búsqueda y de reclamo para el juego, así como la gestión de los conflictos cuando dos o más participantes buscan interaccionar sobre el mismo objeto o espacio. Hemos podido observar cómo gradualmente van aumentando las interacciones entre los infantes con el espacio y con los objetos, siendo estas muy variadas en su intencionalidad: imitación, intercambio, comunicación, y que se hacían latentes a través de gestos, acciones o palabras. De manera transversal hemos observado también un mayor desarrollo a nivel expresivo y afectivo, aumentando su capacidad verbal y deseo de compartir sus emociones a través de gestos o palabras. La exploración da lugar a la creación, una creación que a veces favorece acciones de concentración, diálogo interior y de encuentro con uno mismo, y otras ponen en marcha el intercambio con el otro y establecimiento de nuevos vínculos desde la creación acompañada.
Por otro lado, las experiencias llevadas a cabo en estos años nos han permitido observar y analizar, no sólo, las acciones y comportamiento de los infantes, sino también, nuestras propias intervenciones, permitiéndonos mejorar y afinar en el diseño de nuestras propuestas artísticas y de nuestras intervenciones, dando lugar al desarrollo de una metodología propia de intervención en el trabajo con bebés e infantes con diversidad funcional, basada en la propia experiencia, desde la que destacamos estos principios:
Disponibilidad y escucha activa hacia las acciones espontáneas de los infantes. Las experiencias inmersivas propuestas han proporcionado en los niños y niñas diferentes situaciones de aprendizaje: acciones de exploración con los materiales y con los sentidos, diferentes formas de acción y creación: construir/ destruir, llenar/vaciar, diferentes acciones de incorporación del espacio: desplazamientos/ quietud, dentro/fuera, aparecer/desaparecer, así como diferentes acciones de relación con los otros: imitación, persecución o relación mediada con objetos entre muchas otras. Lo más significativo de estas acciones es que no eran acciones dirigidas, tal y como se suele dar en los diferentes espacios de atención temprana, sino que partían del juego espontáneo del niño, permitiéndoles ser libres en sus formas de ser y de estar, respetando sus tiempos, sus movimientos y sus acciones como algo propio, que les reafirma y alimenta su experiencia subjetiva. De una manera indirecta, a través de diferentes ambientes, desafiamos a los niños y niñas a sentir, pensar y actuar, poniendo en juego acciones propias del infante que son imposibles de estimular por otros medios. Y es que según exponen Mesías y Lerma (2018), citando a Cabanellas: «En educación como en investigación, a veces es más importante escuchar que proponer» (citado en Mesías y Lerma, 2018, p. 128).
Propiciar espacios de singularidad en los ambientes. Cuando hablamos de propiciar la singularidad nos referimos a otorgar al bebé y al infante un espacio para sentirse propio, para respaldar «ese sentimiento de sí mismo como ser integrado, agente de acciones y experimentador de los sentimientos» (Winicott, 2002, p. 36), de manera que a lo largo de la experiencia hemos ido primando dinámicas de estimulación, así como acciones que tienen que ver con el desarrollo de la capacidad de autonomía, de la espontaneidad y del pensamiento propio de los infantes, reafirmando el gesto propio en sus acciones como algo que construye realidad subjetiva.
Acompañar a los infantes en sus tiempos. Para los niños y niñas con diversidad funcional, el tiempo se convierte en un elemento importante sobre el que poner atención. Con frecuencia las personas que atendemos nos mostramos impacientes con los ritmos de aprendizaje y, sin darnos cuenta, nos situamos en nuestros tiempos y no en los del infante. Es importante acompañar de manera que, estos, tengan disponibilidad de sus tiempos y que dispongan de múltiples posibilidades de practicar sus habilidades. Esto genera una percepción de autocompetencia que les motiva a explorar de manera activa y les permite darse cuenta de la relación que existe entre su comportamiento y sus consecuencias. La sensación de dominio es la que vuelve a poner en marcha el ciclo de aprendizaje y desarrollo. En relación con esto, expone el psicólogo Francisco Jesús Coll que: «acompañar en el tiempo se refiere a la necesidad vital de sentir la presencia del otro para su desarrollo. Es querer y poder estar en la presencia del niño sin ninguna tarea específica. Acompañar el tiempo es dar sentido a la existencia, a la presencia en compañía del otro». (2018, p.15).
Desde estas experiencias artísticas expuestas hemos podido observar cómo se han enriquecido las posibilidades de juego creativo, exploratorio y estético de los infantes. Considerando, además, el poder hacerlo desde la forma más natural a estos, acercándonos a los medios más naturales desde los que, los niños y niñas, exploran y actúan en su entorno. En este sentido, la experiencia ha confirmado que las instalaciones inmersivas, resultan medios adecuados para la estimulación primaria en atención temprana. En primer lugar, porque estimulan canales sensoriales, vías naturales de incorporación y aprendizaje principalmente necesaria en infantes con necesidades especiales de apoyo. Donde los espacios para crear-jugar son espacios para aprender, ofreciendo posibilidades de aprendizaje únicas, centradas en la diversidad de cada niño o niña, atendiendo a sus tiempos, a su singularidad, motivación y sus espacios personales.
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Entendemos el conjunto de propuestas, que exponemos en este trabajo, como instalaciones inmersivas, siguiendo el concepto que, sobre éstas, abordan las autoras Valesini et al. (2016), quienes las entienden como la construcción de un conjunto singular de relaciones espaciales entre objetos y espacios arquitectónicos, que fuerzan al espectador a formar parte libremente de una situación creada. Según estas consideraciones, formar parte de una instalación inmersiva implica no sólo interactuar, sino también observar, explorar, jugar y actuar o simplemente estar.↩︎
A lo largo de este artículo utilizaremos el término diversidad funcional para referirnos a los niños y niñas con discapacidad intelectual y del desarrollo, puesto que nos situamos desde un enfoque del paradigma social de la discapacidad y más concretamente en el modelo de la diversidad funcional (Romañach y Palacios, 2020). Según este modelo se propone reemplazar el término discapacidad por el de diversidad funcional considerando, éste último, como un concepto más neutral, justo y que no conlleva connotaciones negativas, debido a que reconoce la diversidad que cada individuo tiene de sus funciones físicas o psíquicas. Sin embargo, aunque las autoras nos sentimos familiarizadas con este concepto en nuestro espacio de trabajo, entendemos necesario situar nuestro posicionamiento, debido a que el término es relativamente novedoso y todavía no está validado a nivel legal, ni consensuado y extendido internacionalmente.↩︎