Ediciones Complutense Creative Commons

RESEÑAS

Meditaciones estéticas. La experiencia sensible y sus horizontes. Daturi, Davide E. (coord.). Editorial Tirant Lo Blanch. Ciudad de México, 2024, 192 págs. ISBN: 978-84-1183-687-6

Elena Pérez-Mejuto
Universidad Nacional de Educación a Distancia, España ORCID iD
Publicado: 08/10/2025
Portada del libro: Meditaciones estéticas. La experiencia sensible y sus horizontes

En el contexto de la denominada contemporaneidad, el arte no solo desborda los marcos tradicionales de la representación en los que previamente se enmarcaba, sino que también ensancha los márgenes preexistentes al acoger diversidad de realidades silenciadas, abriendo espacios de interrogación y explorando modos inusuales de experimentar el tiempo. En este desplazamiento de las fronteras, la expresión artística y la experiencia estética devienen nuevas formas de mirada y contemplación, y dialogan con la irremplazable acción del pensamiento inaugurando, de este modo, una apertura a la pluralidad –vivida desde el cuerpo según Merleau-Ponty, y traducida por Derrida como différance–.

Desde las primeras páginas de esta obra colectiva puede apreciarse cómo esta apertura se despliega en múltiples direcciones: Elio Franzini la presenta como una actitud intersubjetiva que interroga el propio acto de interrogar; Luis Álvarez Falcón la concibe como una dinámica de desimbolización y resimbolización; Mario Teodoro Ramírez la piensa como un espacio de inacababilidad que trasciende lo antropológico; Verónica Islas Espinosa propone un giro desde la experiencia subjetiva hacia la producción de verdad; Aura Marcela Moreno Tiquet la sitúa en la tensión entre exceso de visibilidad y apertura reflexiva, y Davide E. Daturi la entiende como una reconfiguración constante del sentido. A este despliegue se suma, de manera especialmente significativa, la aportación de Mª Carmen López Sáenz, quien introduce el concepto zambraniano de «espacio vacío», invitándonos a recorrer lugares que se distinguen por sus concavidades, entendidas como topologías abiertas a lo múltiple. Esta propuesta encuentra su raíz en el sólido recorrido intelectual de López Sáenz en torno a la obra de la filósofa María Zambrano y en su profundo conocimiento de la fenomenología merleaupontiana, ambos claramente puestos en diálogo en Dos filosofías del Sentir: M. Merleau-Ponty y M. Zambrano (2013). La autora conecta la noción de «lugar», tal como la desarrolla María Zambrano en Algunos lugares de la pintura, con el vacío que emerge en la actitud de detenerse que la pintura convoca; una concavidad análoga al blanco del lienzo y a la distancia necesaria para que nazca el pensar. Los espacios de la pintura se convierten en lugares espacio-temporales habitables a través de la razón de la pintura, ampliando el ámbito asignado a la razón para que esta acompañe y transforme la vida, suspendiendo la linealidad del tiempo histórico a fin de acoger el sentir y la biografía y abriendo un intervalo para la memoria.

Como señala Zambrano en Claros del bosque, «hay que dormirse arriba en la luz», es decir, abandonarse a la verdad de la pintura silenciando un modo de racionalidad que trata de poseerla y objetivarla. En la «razón pictórica» que articula esta obra, la luz de la pintura no queda apresada: acoge lo inacabado y nos enseña a no renunciar a lo invisible o invisibilizado, a mantener abierta la esperanza de que algo aún no realizado pueda acontecer, de que tenga lugar «la espera de lo inesperado».