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RESEÑAS

Yo estoy en la imagen. Ensayos afectivos y ficciones críticas. Miguel Ángel Hernández (2024). Barcelona, Acantilado. 274 páginas.

Alejandro García-García
Universidad Complutense de Madrid, España ORCID iD
Publicado: 03/07/2025
Portada del libro: Yo estoy en la imagen. Ensayos afectivos y ficciones críticas

Una fantasmagoría electrónica recorre el mundo. En un ecosistema de pantallas caracterizado por la iconofagia voraz y donde las artimañas aquerópitas de la inteligencia artificial alcanzan aceleradamente la apariencia de lo real, la emergencia de un ensayo sobre la imagen apareja el riesgo de sepultarlo en la obsolescencia de la actualización permanente. El texto que nos ocupa rehúye, afortunadamente, la caducidad inherente al imperativo tecnológico en tanto que la incorporación de una mirada interior habilita una vía reflexiva tan ausente en la contemporaneidad epidérmica.

De acuerdo con un título que resalta la relevancia de la subjetividad en toda experiencia contemplativa del arte, los ensayos, revisitados y reunidos aquí por Miguel Ángel Hernández, recorren en primera persona una multiplicidad de tiempos pulsados en términos visuales. Parafraseando una frase recurrente en el texto, podría afirmarse que éste se descompone en imágenes, propiciando una horizontalidad narrativa, digna de las dinámicas asociativas de Warburg o Malraux, capaz de eludir el desequilibrio escrutador al que toda recopilación de artículos está indefectiblemente sometida; imágenes fijas, en movimiento, e incluso líquidas que funden en lo repulsivo con lo erótico, la muerte con subyugantes espacios interiores, se enlazan para derribar el tecno-mito prometeico de una genealogía icónica desencadenada por lo digital. Sólo de esta forma y, cuando “hace tiempo que el mundo se convirtió en una imagen de Google Earth”, el libro coadyuva a la orientación del espectador arrebatado en el magma anestésico de una cotidianeidad donde se superponen los tiempos materiales del daguerrotipo con los evanescentes de la imagen electrónica.

Incluso en los registros más poéticos donde resuena el dramatismo de la obra de Javier Pérez, el autor articula su habilidad literaria, ya demostrada para quienes seguimos su obra narrativa, con la precisión sismográfica del crítico de arte. Es, quizá, esta autocalificada post-crítica, la que permite a Hernández esgrimir lo que un Benjamin muy presente a lo largo del texto, llamaría “textos de combate”, donde la cualidad cartográfica mencionada anteriormente atraviesa la cronología lineal para prefigurar en las ficciones críticas las líneas de fuga posibles emergidas desde la episteme escópica del presente. Hoy, cuando “el mundo es una imagen”, todos estamos, de forma consciente o no, inevitablemente en ella.